Periódico Evidencias Julio 2010

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EVIDENCIAS

JULIO 2010

opinión

La mesa del diálogo Qué bueno que las instituciones representativas de la comunidad evangélica tienen un espacio para comunicarse ante cualquier situación coyuntural que requiera del consenso de todas. Con mucho acierto le han llamado la “mesa de diálogo”, un nombre que por sí solo define y enmarca sus alcances y sus limitaciones. Con frecuencia he notado aprestos en la que este espacio libre, abierto y plural, al menos es lo que debería ser, pretende comportarse con la misma formalidad de una institución; incluso, se ha hablado de directiva bajo un orden

Por Tomás Gómez Bueno

Constituyen un espacio de entendimiento para que no haya divergencias en la toma de posiciones frente al resto de la sociedad. Pero los colectivos no son instituciones, son espacios de acuerdos y consensos, de discusión y postura, de coordinación y acciones conjuntas.

estatutario. Estos aprestos lejos de fortalecer la mesa de diálogo; hacen lo contrario, la desvirtúan, la confunden, la debilitan. No digo que la mesa de diálogo, no debería tener algunos p r o c e d i m i e n t o s , e s d e c i r, lineamientos generales, que precisamente deberían comenzar por definir su rol y fijar sus límites. Por su definición es un espacio para ocuparse de asuntos específicos surgidos en un momento dado, no tiene competencia más allá de lo

que acuerden sus miembros para una acción o coyuntura especifica. No se trata de una fundición de instituciones. Su relevancia estriba en lo que acuerden las instituciones en su conjunto. No más. Es el modelo de lo que hoy se llama “colectivo”, que no son más que instituciones u organizaciones que tienen un espacio común para fijar posiciones conjuntas frente a determinadas situaciones, donde se compensan debilidades y se complementan esfuerzos.

¡Que nos dejen respirar! Dentro del contexto de las siete maravillas nosotros tenemos la nuestra, pues debieran declararnos como país patrimonio de la humanidad, por nuestra condición especial de ser el único país que permanentemente está en política. Recién acabamos de salir del espectáculo montado por la junta y los partidos políticos de la campaña congresuales y municipales, y lo decimos porque aquí no se hace una campaña política basada en principios y propuestas como realmente debe ser, sino que se monta un espectáculo donde usted ve de todo, disco light, ron, mujeres semi desnudas en las diferentes caravanas, como punto atractivo para llamar la atención, drogas, pleitos, muertos y heridos. Bien no nos recuperamos de este bochornoso espectáculo y ya están sonando los tambores que “llegó papá” y “llegó “mamá”, haciendo alusión a la campaña presidencial la cual será en el año 2012. Esto significa que tendremos campaña política por un tubo y siete llaves,

Si la mesa de diálogo no se define como tal, estamos frente a otro esperpento, frente a otro esfuerzo indefinido e infuncional que no agrega nada y si algo hace es entorpecer. La mesa de diálogo es un espacio necesario, pero tiene que entenderse como lo que es. No es un trampolín para lanzar liderazgo y alcanzar protagonismo. Los protagonistas son las instituciones convergentes a la mesa, todas con derecho a la palabra, con derecho a sugerir una posición y a compartir de forma plural y democrática con las demás. El éxito de la mesa de diálogo está en hacer un ejercicio de definición de sí misma, de su rol y pertinencia. De lo contrario no tendremos ni mesa ni diálogo.

Por Inocencio Vargas

La población esta harta de esta situación a la que nos han sometido los partidos políticos y la Junta Central Electoral, que prácticamente ve como el dinero del erario público lo invierten en publicidad política y en chantajear al pueblo con regalitos y funditas, para lograr sus intereses personales, porque el alcanzar aquí un cargo público es hacerse de una fortuna.

permitiendo esta condición que los partidos políticos inicien una guerra de interéses en procura de imponer sus candidatos. Y nos preguntamos ¿cual es el papel de la junta central electoral además de montar el espectáculo de la campaña?, no es establecer los límites de tiempo para iniciar la propaganda política, la cual invade todos los medios de manera descontrolada, y la junta simplemente adopta una posición critica como si no fuera su responsabilidad el establecer los debidos controles.

Las iglesias y la sociedad civil deben de emplearse mas a fondo en la lucha por lograr que se apruebe una ley electoral en la que a estos emporios económicos en lo que se han convertido los partidos políticos se le pongan reglas que limiten la forma en la que realizan su proselitismo, y que establezca control en lo recursos que los partidos deben invertir en las campañas políticas. Lo que si quisiera la sociedad es que la junta y los partidos le den un respiro un espacio para pensar en otra cosa que no sea política, porque no bien salimos de una campaña y ya estamos metidos en otra. ¡Caramba que nos dejen respirar!

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