Cultura
Al principio, nos costó un poco romper el hielo. Tal vez, pensó que buscábamos difundir una importante producción. Hojeó “Destino San Luis” y comprendió nuestro cometido. Quisimos saber donde realizaba sus trabajos, sospechando que esa gran rueda transformada en mesa que estaba en medio del patio era seguramente su taller, pero nos acercamos a un árbol y allí, un simple gancho o presilla perforando el tronco, era testigo de su prolijo trabajo artesanal. Los guardamontes para cubrirse del frío “los hago solamente por encargo. Primero se debe estaquear el cuero con alumbre y sal. Allí está por unos dos días y después con un cuchillo lo corto y lo emparejo. Para hacer los lazos, el trabajo es diferente. Con un palo, se raspa el cuero para que quede lisito” nos dijo Carlos Quevedo. También incorporamos a nuestro lenguaje, la palabra “descantillar”, que es acomodar el cuero para el trenzado de los lazos, que pueden terminarse en unos tres días. Con modestia y luego de insistir en la pregunta, Quevedo nos dijo que en la Sociedad Rural, había obtenido una medalla de Segundo Premio, “pero hace un tiempo que no voy, porque ya no tengo tiempo de hacer muchas cosas”. Sabiendo la calidad de artesanos que se presentan en la mayor muestra rural de la Argentina y observando sus trabajos, sumado a su deseo de dar clases sobre su especialidad, nos hizo estar seguros de que nuestro rumbo era el correcto. “Para aprender a hacer esto, se deben tener ganas y entusiasmo y no es de un día para el otro. Además, sería bueno tener un salón cerca para poder enseñar, porque hay muchos interesados” aseguró Carlos Quevedo. No faltaron los consejos para guardar el lazo cerca del piso “para que esté bien y a estos lazos, no los corta nadie” o que si al trenzar se le pasa unas hojas de “siempre verde”, “quedan más vistosos”. A lo lejos, su perro jugaba con unos tientos y nos acercamos a ver varios cueros estaqueados en un corral y uno casi listo para ser un guardamonte. Este exquisito artesano, sencillo y de pocas palabras, nos abrió la puerta de su hogar y la intimidad de su obra, que aprendió hace muchos años de su padre y que no tiene heredero en su familia para que continúe con la tradición. Por Evelia Pérez
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