Espora 32

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El horror de habitarme, de ser -qué extraño- mi huésped, mi pasajera, mi lugar de exilio.

Diarios, Alejandra Pizarnik


c a r ta e d i t o r i a l Todo inicio y reinicio implica un desprendimiento de piel, deshacerse de la pesadez de los ecos. Pero con nuevos nacimientos vienen modificaciones y conciliaciones, a veces sin perder rastro de los orígenes, de las diferencias o de lo olvidado adrede, todo con la intención de seguir reescribiendo nuestra historia.

Así nos presentamos nosotres, el nuevo equipo de jefas editores, una nueva página en este proyecto que tiene como fin seguir transformando los rastros de nuestres antecesores, con una nueva perspectiva, ideas y retos. A lo largo de nuestra trayectoria en este equipo descubrimos la inherente necesidad de reconocernos al escribir, al editar, al dirigir, al plasmar y al conciliar las voces de les demás en este espacio que poco a poco toma nuevas formas, nuevas luchas.

3 Con este nuevo número, nuestro primero y último, aprendimos que escribir no es sólo llenar espacios vacíos, sino reescribir junto con les demás. Leer ya no es una actividad de ocio, sino un ejercicio de cuidado para mudar de piel entre nuestras voces.

María Paulina Martínez Vazquez, Natalia Cigarroa Salazar, Jefas editores


directorio Editor responsable Clemencia Corte Velasco

Comunicación María Paulina Martínez Vázquez Natalia Cigarroa Salazar

Editoras responsable de este número María Paulina Martínez Vázquez Natalia Cigarroa Salazar

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Consejo Editorial Alan García Ortega Ana María Guerrero Hernández Andrea Galindo Mendiola Bárbara Contreras Martínez Carlos Ari-el Ruiz Muñoz Daniela Pérez Montealegre Franco Anzúres Cajica José Carlos Antonio Colohua Karin Adriana Jung Jiménez

Colaboradores Ana Vázquez de la Torre Claudia Godoy Dalia Hernández Meza Héctor Moreno González Isabel Furini Lorena del Carmen Gutiérrez Aviña Mariela Puzzo Nelson Roque Pereira. Octavio Castillo Quesada Ottoniel Herso

Dirección de diseño Lorena Molina Sánchez

Portada Lorena Molina Sánchez

Diseño Ana Paula Huerta Bolaños Ana Luisa Garza Pérez Aranzazú Núñez Alvarado Jocelyn Hazel Bolaños Julieta Aguirre Paz y Puente Lorena Molina Sánchez María Cagigas Tiburcio María Jimena Troche Franco María José Martínez Barranco María Renée Fernández Arandia Sofía Ramírez Garzón

ESPORA, Año 5 No. 32, es una publicación editada por la Universidad de las Américas Puebla a través de la Escuela de Artes y Humanidades. Ex hacienda Santa Catarina Mártir s/n, San Andrés Cholula, Puebla, México, 72810, tel. 222 2292000, www.espora.udlap.mx, esporarevista@gmail.com. Editora responsable: Clemencia Corte Velasco. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo no. 04-2016-102014364800-102, ISSN: en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Verónica Meneses Pérez, Ex hacienda Santa Catarina Mártir s/n, 72810, San Andrés Cholula, Puebla, México. Fecha de última modificación: 8 de noviembre del 2021. Queda prohibida la reproducción parcial o total, por cualquier medio, del contenido de la presente obra, sin contar con autorización por escrito de los titulares de los derechos de autor. Los artículos, así como su contenido, su estilo y las opiniones expresadas en ellos, son responsabilidad de los autores y no necesariamente reflejan la opinión de la UDLAP.

N Ú M E R O 3 2


índ i c e 6

El Cuervo

Ana Vázquez de la Torre

10

La gallina atropellada

13

Reescribiendo la actualidad

17

Caída

18

El Ser y la rosa

19

Tirana melodía

21

Níspero

24

Sobre la necesidad de conocer la historia femenina

Héctor Moreno González

Lorena del Carmen Gutiérrez Aviña

Ottoniel Herso

Isabel Furini

Octavio Castillo Quesada

Pedro Pablo Marín

Dalia Hernández Meza

30

Sinfonía Nocturna Mariela Puzzo

32

Un nuevo grosor de piel Nelson Roque Pereira

34

Elena Garro: Una poética de la desarticulación femenina Claudia Godoy

42

Anexo

5


Ana Vázquez de la Torre Guadalajara, México IG: @delatorrevazquezana

El Cuervo 6

asté toda la mañana intentando

Tomé el camino común a casa:

cazar un ave. Aceché tres por varias

el metro, las escaleras, el paso de las

horas en torno a Tullerías. Un gorrión

multitudes sin mirarse, los modales de

que escapó y se fue trinando al cielo;

tráfico peatonal completamente civili-

un mirlo que se detuvo en la rama de

zados y carentes de naturaleza huma-

un cedro y luego lo perdí de vista; y una

na, el hombre que toca el saxofón en la

paloma que vino a caer a mis pies, ago-

esquina, la refugiada que pide un cen-

nizó algunos segundos y murió. Final-

tavo. En la salida dos, después de tre-

mente, cuando el sol me había tostado

mendo espectáculo, me encontré con

los hombros, me resigné a abandonar

un cuervo que aguardaba por mí en el

mi intento y dejar Tullerías.

último escalón. Me interceptó entre los zapatos de la gente que no lo miraba. Se acercó a mí dando breves brincos, se detuvo, yo también y nos miramos. Bajo el brazo llevaba la jaula que había cargado todo el día en mi especie de cacería, pero no me pareció oportuno apresurarme a enjaularlo. Había algo en su mirar y en su graznido extraño como un intento por decir cosas. Lo encontré amigable. En cambio, decidí utilizar otra técnica e


invitarlo a casa. Así fue como el cuervo caminó a mi lado,

ese punto y en esas condiciones, su pico negro cubría la

dejando sus huellas junto a las mías sobre la tierra húmeda.

visión total de mi ojo izquierdo. Fingí dormir y me giré con

Al final no era tan complicado cazar un ave.

cuidado hasta quedar bocabajo para poder resguardar mi

Cargaba con una pequeña semillita dentro de mí y pen-

rostro con la almohada. Sentí el pico del cuervo en mi espal-

saba que le hacía falta un poco de compañía, tal vez un ave.

da toda la noche. Sentí el pico del cuervo olfatear mi espalda

Al llegar a casa no le costó mucho al cuervo adivinar la dimi-

toda la noche…

nuta presencia en mi interior. El ave se acercó a olfatear mi

A la mañana siguiente, di por olvidados aquellos acon-

vientre, tal como algunas señoras que en el autobús pedían

tecimientos; no hubo reproche de mi parte, ni de la suya.

tocarlo.

Preparé té como siempre y él picoteo la fruta. Encendí la

Pasaron los días y el cuervo se asentó en mi hogar como

televisión y él ejercitó las alas volando de un lado a otro de

si lo conociera de sobra; caminaba por donde le daba el

la sala. Cuando el ritual matutino se dio por concluido, me

gusto, picoteaba la fruta hasta acabarla, incluso bebía un

envolví en abrigos y bufandas y me acerqué a la puerta para

poco de mi propio té. Se sentía cómodo y olfateaba mi ape-

ir al trabajo, pero el ave oscura voló hasta la perilla y la dio

nas abultada pancita mientras descansaba. Entre tanto, el

por suya. Quise ahuyentarla a manotazos, pero me picotea-

ambiente se volvía más hogareño. Las cortinas tenían aro-

ba los dedos. Pasados treinta minutos de ajetreos, cedí al

ma a canela, la cama estaba llena de frazadas y el cuervo y yo nos hacíamos compañía para el inicio del otoño. Una noche, como muchas otras, se acercó a mi vientre durante mi descanso después de la cena. Lo sentí y no me agité hasta que introdujo su enorme pico negro en mi ombligo y lo picoteó. Brinqué de la cama, le di un golpe y volvió a picar. Estaba herida y fatigada. Él reclamaba con graznidos desde el suelo. Me recosté de nuevo y me fui a dormir. Desperté a medianoche y con los ojos ligeramente abiertos vi al cuervo observarme a una estrecha distancia. Desde

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cuervo y fui a sentarme de nuevo en la sala a esperar a que éste se fuera por su propia cuenta...

pero no lo hizo. El sol atravesó la ventana, mientras él seguía ahí, observándome desde 8

la puerta con su ojo de cristal. Sin más, fui a dormir, sabiendo al cuervo al menos de ese lado de la casa.

A medio dormitar sentí en la herida, aún fresca, el pico enorme del cuervo dentro de mi ombligo. Me quedé fría e inmóvil. Me miró, con su lenguaje corvífero me negó el movimiento e introdujo de nuevo el pico y lo sacó repetidas veces hasta perforar del todo para llegar a donde estaba mi semilla. No pude hacer nada al respecto.


Una vez hecho esto, observó el hueco en mi estómago e

arrebatado de la seguridad de mi cuerpo.

introdujo una última vez su pico en mi vientre para sacar su

Quise tomarlo, extendí mi pulgar y mi índi-

contenido. Lo miré salir de mi ombligo escurriendo varias

ce hacia él, pero el pico del cuervo fue mu-

sustancias poco agradables, también algunos tubos vascu-

cho más ágil. Me lo quitó de la vista antes

lares y pedazos de mi carne pegados a la forma diminuta.

de que pudiera acercarme lo suficiente.

Lo dejó sobre la mesa de noche y lo miramos. Estaba

Luego atravesó volando la habitación

húmedo y palpitante, como si no supiera que había sido

con mi semilla en su pico hasta posarse en el borde de una ventana alta. Sin moverme, lo vi destazar las partes de mi germen. Cuando terminó, el cuervo se durmió del lado izquierdo de la cama, y yo también, con todo y vientre aún húmedo y abierto. Antes de cerrar los ojos acepté la clara verdad que me estaba negando: el cuervo me había cazado.

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LA GA Héctor Moreno González México FB: @ Barón Azul

―¡QUE YO NO FUI, SEÑORA! ¡YO NO LA MATÉ! ―LE DECÍA PACO A SU VECINA. —Que sí, tú fuistes. En la mañana salistes con tu carro, le distes pa’tras y ahí fue cuando la apachurrastes

de fuera como diciendo: “ya déjenme descansar en paz”.

—¿Y usted cómo sabe si ni me vio? —espetó más molesto.

—Se ve que esa gallina ya tiene como dos días muerta.

—¡La vecina de enfrente fue la que te vio y me avisó! ¡Por

—No, fue hoy.

eso sé!

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mientras ésta apuntaba el pico hacia el piso, con la lengua

—Pa’ mí que un perro la mató, la dejó ahí tirada y yo

—¡Esa señora no sabe nada! No sabe ni a qué horas llega su

nomás le pasé por encima. Ahora quiere echarme toda la

marido cuando anda borracho, mucho menos va a saber que

culpa a mí —la tomó del cuello para inspeccionarla y bus-

yo atropellé a su mugrosa gallina.

car evidencias que pudieran declararlo inocente.

—¿Qué mi marido qué? ¡Grandísimo animal! —reclamó la vecina de enfrente que estaba parada justo detrás de él. —¡Que no sea argüendera, vieja metiche! —¿Ah sí? ¿Metiche yo? Ahora verás, méndigo chaparro encolerizada caminó con pasos acelerados rumbo a su casa. —Mira, aquí están las huellas de las llantas donde le pasas-

—¿A quién le dijiste borracho, idiota? —de pronto llegó el esposo de la vecina de enfrente, que ni podía sostenerse por lo alcoholizado que andaba. Soltó un derechazo, pero ni siquiera estuvo cerca de tocar a Paco.

ATROPE tes por encima —dijo la vecina tomando la gallina de un ala


ALLINA —¡Mejor váyase a dormir si no quiere terminar como la gallina, viejo borracho! —exclamó Paco acercándosela a la cara para que pudiera verla bien. La vecina de enfrente le soltó una cachetada y con el

—Es culpa suya por no cuidarla, usted debería encerrarlas en el gallinero. —¡Pero me la pagas! —¡Que no le pago!

zangoloteo salieron volando varias plumas de la gallina

—¡Que sí!

atropellada. Paco, por respeto, se quedó con el coraje y

—¡Que no!

decidió no regresársela, pero sí le dio una patada en el

Paco con su orgullo infranqueable, pecho erguido y mi-

trasero al esposo, que de no haber sido por ella que lo

rada altiva, estaba dispuesto a no darse por vencido ante

agarró, se hubiera ido al suelo. Los dos regresaron a su

tal injusticia. Primero pasarían sobre su cadáver antes de

casa.

manchar su reputación; no permitiría que lo vieran con

—¿Ya ve lo que ocasiona por su cochina gallina? —gritó Paco cada vez más desesperado. —Pues a ver cómo le hace, pero me la vas a tener que pagar.

desdén señalándolo y murmurando: «ahí viene el mata-gallinas». ¡Eso jamás! De pronto salió el marido de la acusadora, muy distinto al de la vecina de enfrente, ya que era alto, fortachón

—Yo no le voy a pagar nada. ¡Está loca!

y mal encarado. Llevaba años trabajando como saca bo-

—Pues sí me la vas a pagar y van a ser doscientos pe-

rrachos en un bar de mala muerte. Tomó de la camisa al

sos. —¿Doscientos pesos? ¡Ni que pusiera huevos de oro! —Pero era la que más quería —estaba al borde del

pobre Paco, flacucho y chaparro que seguía sin soltar el pescuezo de la gallina atropellada. —¡Si te está diciendo que le vas a pagar es porque le

ELLADA llanto.

vas a pagar, maldito chaparro! Van a ser trescientos pesos

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—dijo enfurecido, levantándolo con tanta fuerza que ni siquiera podía tocar el piso con la punta de sus zapatos. —¡P-p-pero dijo que doscientos! —le costaba respirar. —¡Cuatrocientos! —¡Óigame no! —¡Quinientos! —exclamó enfurecido con su ronca voz de temible fortachón. Paco decidió ya no responder porque, así como se estaba poniendo el asunto, iba a terminar pagando mil pesos por la mugrosa gallina y quizá con unas con unas

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costillas rotas. —Está bien —aceptó resignado y sintiéndose impotente. Con su dignidad y orgullo tirados al piso extendió el brazo para devolverle la gallina a la vecina.

—No, pues así por la buena se la pagaré, pero… de a perdida prepáreme un caldito, ¿no?


Reescribiendo la actualidad:

Lorena del Carmen Gutiérrez Aviña

Guadalajara, Jalisco, México FB: @Lorena Aviña

el rol femenino en la evolución del ser humano

En el año 2009 en la ciudad de Verona, Italia, se llevaron a cabo

nos la importancia de la metalurgia, de las guerras, las conquistas

excavaciones que dieron lugar al descubrimiento de los nombra-

y de la religión, apartando a un sitio inmerecidamente recóndito

dos “Amantes de Verona”. Este hallazgo consta de dos cuerpos

las construcciones sociales y la relevancia de la cultura lograda por

antropomorfos situados uno junto al otro, mas los investigado-

la alimentación, el contacto humano y las relaciones afectivas que,

res determinaron que sexar los cuerpos era imposible ya que

como se observará más adelante, fueron desarrolladas principal-

el hueso sufría un estado tan deplorable que permitirse con-

mente por mujeres.

jeturas sobre este rasgo sería caer en una deducción simplista

La visibilización de la mujer en la prehistoria permite que las mis-

y mal razonada. A pesar de ello, los medios decidieron acudir

mas mujeres comprendan que son parte de un proceso decisivo

al mito del amor romántico y publicar la nota con titulares que

para el ser humano y se consoliden como elementos importantes.

permitían inferir los sexos de ambos cuerpos. Esto nos permite

Con una nueva mirada al pasado es posible formar un presente

dilucidar un fallo en la historia: el emisor, a partir de su contexto,

más justo y menos violento, acertado en sus bases y dirigido hacia

se basará en un elemento para inferir aquello que, por respeto

la equidad, la empatía y la valoración igualitaria de los sexos.

a los acontecimientos, no debería ser inferido. Continuando con la idea anterior, el afirmar que los escritos sobre la prehistoria son fidedignos al contexto de la época, es mantenernos anclados a perspectivas que fueron creadas desde ideologías que no solo dependen de la modernidad, sino también del género. En estos escritos, la mujer es relegada a un espacio secundario, pues la perspectiva contemporánea ha impedido que los investigadores puedan percibir la importancia de las tareas “de las mujeres” y el impacto que éstas lograron en la evolución de la humanidad. Se ha optado por mostrar-

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Hablar del sedentarismo, por ejemplo, es también hablar de las primeras viviendas y del orden que imperaba en la época. Si bien en las cuevas ya se comprendía el uso de los espacios (vertedero, tratado de pieles, comedor y dormitorio), con el uso de las viviendas llegó también la implementación de las comunidades y de la cultura. La cultura se define como “el conjunto complejo que incluye conocimiento, creencias, arte, moral, ley, costumbre y otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad” (Herskovits, 1974: 29). Una vez que el ser humano estableció relaciones con el otro, logró compartir su percepción, resultando de esto, por ejemplo, el simbolismo y la necesidad de utilizar elementos representativos acorde

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FUERON

ELLAS a las comunidades. Por ende, el proceso de identidad se basó en la convivencia y en el compartir los mismos hábitos, ambos elementos a cargo de la mujer. Por otro lado, la arqueología de las casas, pretende rescatar las actividades que se dieron en la prehistoria dentro de las viviendas, esto sin separar la relación que ocurría entre el interior y el exterior. Gracias a estos estudios sabemos que “se asume que una mayor diversidad y variabilidad


Es posible afirmar que las mujeres fueron parte imprescindible para el desarrollo del ser humano, más allá que solo su capacidad para procrear

de herramientas puede correlacionarse directamente con área doméstica y toda área de actividad doméstica es automáticamente un espacio femenino” (Michó, 2006, p.110). La supervivencia de las comunidades dependía casi en su totalidad del trabajo generado dentro de casa, en el cual las mujeres eran las protagonistas. Fueron ellas quienes implementaron nuevas técnicas en tanto la preparación de los alimentos y quienes mejoraron

el tratado de la arcilla y buscaron nuevas herramientas que fueran más funcionales para con las tareas. Bajo la perspectiva actual, la diferenciación de los roles según el sexo o el género resulta peyorativo para quienes se encargan específicamente de lo ocurrido al interior del hogar. En el presente ensayo, el contexto y valoración que interesa es el de la prehistoria, no la actualidad. La distribución de roles, la diferenciación entre uno y otro género, no tiene por qué implicar siempre una jerarquización o una desigualdad, incluso podríamos observar las relaciones de poder que parten desde la responsabilidad por llevar la vida diaria y el sustento, las cuales garantizan la supervivencia del ser humano, lo cual, como se mencionó antes, era lo primordial en la época. Ahora bien, la maternidad exige un espacio y tiempo de descanso, por lo que las dinámicas de los grupos debieron cambiar para procurar un ambiente digno y preciso, tanto para las madres como para los lactantes. La readaptación permite la supervivencia del grupo actual y sus descendientes:

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Esta cooperación y estos mecanismos de solidaridad

y pudieron ser asistidas ante complicaciones. Segundo, el va-

podrían tener su origen en las relaciones sociales más

lor de la experiencia hacia terceros, la mujer que acompañó

evidentes que son las maternales y que conllevan socia-

pudo comprender cuál es el procedimiento y la técnica, dan-

lización, transmisión del conocimiento, cuidado del otro,

do lugar también a cierto arte con este contenido, pues el

etc. La propagación, a través de diversos mecanismos, de

conocimiento permite representar. Tercero, estos mecanis-

estos comportamientos sería una de las claves del éxito

mos forjaron una acción cultural basada en la compañía y

y de la supervivencia de estos grupos (Sánchez, 2006, p.

la ayuda; esto es, las mujeres lograron empatizar con otro

122-123).

ser humano gracias a la maternidad. Con la cooperación en

Por ello, el grupo dedicaba su esfuerzo en alimentar a la

el parto también surgieron las asociaciones sexuales paren-

madre para que, de este modo, el infante pudiera recibir los

tales y duraderas, donde era posible una cercanía y cuidado

nutrientes necesarios para sobrevivir. Además, estos meca-

mucho más estables que en otra clase de relaciones.

nismos de solidaridad tuvieron otros beneficios, entre los

Como se ha constatado hasta el momento, la visión pa-

cuales destacan tres. El primero, el acompañamiento en el

triarcal sobre las jerarquías y la valoración de sucesos es-

parto implicó la reducción de la mortalidad, las mujeres no

pecíficos, no tiene fundamento. Es posible afirmar que las

se encontraban solas en un momento de tal vulnerabilidad

mujeres fueron parte imprescindible para el desarrollo del

16 La distribución de roles, la diferenciación entre uno y otro género, no tiene por qué implicar siempre una jerarquización o una desigualdad ser humano, más allá que solo su capacidad para procrear,

En conclusión, es menester repensar el pasado para lo-

también lo fueron por su capacidad adaptativa y la invención

grar acercarnos a las ideologías que iniciaron nuestra civiliza-

de nuevas técnicas y nuevos procesos sociales. Lo anterior

ción. El papel de la mujer, como se ha demostrado ya, debe

sirve de soporte para que el sexo femenino forme parte de

visualizarse bajo la perspectiva dentro del contexto, no den-

la historia, una historia que lo represente y pueda ayudar a

tro de los juicios que surgen a partir de nuestra modernidad

hacer que éste se considere como un elemento activo, no

y nuestra realidad.

secundario.


Ottoniel Herso

CAÍDA

Estado de México IG: @ottoniel_herso

El suicida se recoge el cabello que le cubre los ojos para observar con claridad la superficie sobre la cual se estrellará su cuerpo después de arrojarse de esa gran altura. Sus familiares lo observan desde abajo, con la certeza de que no lo hará. Desesperado por decir adiós, respira hondo y le confía su cuerpo a la gravedad. La caída sólo le da tiempo

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para pensar una cosa: No me arrepiento de querer terminar con la tristeza. Cuando su cuerpo llega hasta abajo y se estrella, su silueta se pierde. Después de varios segundos sale de la alberca, todos ríen y se dice a sí mismo que después de este ensayo lo hará bien, y ya no habrá risas.

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Isabel Furini Curitiba, Paraná, Brasil FB: @Isabel Furini

“Una rosa es una rosa es una rosa es una rosa.” Gertrude Stein

Si una rosa es una rosa (tal vez bella o impiedosa)

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y el Ser es (sin adjetivos sin palabras insidiosas)

será el universo visible una simple ilusión o la sombra de aquella rosa?


Octavio Castillo Quesada La Habana, Cuba IG: @o.castilloquesada

TIRANA MELODÍA Fue en un café distinto. Cuando entré pude respirar el olor

sensación de derrota y pánico, podría jurar que a él le su-

a cerveza y a galletas con sabor a miel. Era sábado, lo sé

cedía lo mismo.

porque era el día de la semana que escogía para salir a recorrer el casco histórico del pueblo.

Entre los mordiscos y la espuma de cerveza a mi alrededor, pensaba en los regaños de mi madre con las notas

Me senté en una de las mesas del fondo. Un anciano lle-

musicales de fondo. A cada rato, el viejo miraba con ojos

gó casi tambaleándose y se acomodó frente al piano que

de niño espantado hacia el espejo que tenía delante, pero

adornaba el lugar. Los comensales lo miraron con sorpresa.

con rapidez bajaba la cabeza y se concentraba de nuevo

No es que estuviese mal vestido, sino que su aspecto de

en los golpes que le daba al instrumento. Quizás lo asus-

borracho hediondo trastornaba ominosamente lo impeca-

taba su colección de arrugas en el rostro, mas la canción le

ble de su traje, por decirlo de alguna manera.

había vedado el descanso del silencio.

Demoró unos minutos colocando sus accesorios sobre

Ya habían pasado varios minutos y el público empezaba

el piano. Entonces empezó a tocar. Los clientes apenas ba-

a incomodarse. ¡Otra! ¡Otra!, le gritaban, pero el anciano

jaron la voz. Yo lo miraba con atención, algo me impedía

continuaba con la misma pieza que cada vez me resultaba

apartar la vista. Temblaban sus piernas debajo del piano

más interesante. No prestó atención a los demás, era él

con tanta fuerza que parecía un ahogado aferrado a un tro-

con su piano, solo en una multitud. Me desesperaba verlo

zo de madera en mar abierto sin esperanzas de encontrar

tan ausente, pero al mismo tiempo no tenía el valor de

alguna isla.

interrumpirlo.

Al principio su pieza me pareció una canción más, nimia,

Las horas se escurrían como las gotas de cerveza so-

pero a medida que fue avanzando comencé a sentir la me-

bre la mesa. Poco a poco todos los presentes fueron mar-

lancolía que transmitían sus dedos a través de las teclas. La

chándose de allí. Nadie se le aproximaba ni siquiera para

gente fue retomando las charlas y los brindis. Algunos co-

lanzarle una moneda, al contrario, lo veían como si fuera

mían galletas y otros romanceaban; pero el anciano, ahora

un presidiario. Se le percibía cansado, sin embargo, no se

reconocido como pianista por la multitud, seguía prendido

desprendía de su tabla. Estoy seguro de que si lo hacía,

a su compañero de madera. Su melodía me recordaba la

terminaría atrapado al fondo de su Gin Tonic. Desde mi

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sitio lo abrazaba con la vista, porque sentía que era lo que necesitaba, aunque ya va siendo hora de que pare, pensé. Entonces, me acerqué a él cuando casi todos se habían ido. No demostraba darse cuenta de mi presencia. No quise ser irrespetuoso, pero tuve compasión por su cuerpo encorvado en la butaca. Una vez allí, noté que no se encontraba solo. Había alguien más acompañándolo, alguien a quien él parecía cantarle. La canción tenía un nombre, un rostro y un motivo invisible, al menos para todos los que lo habíamos escuchado cantar. Seguía sin darse cuenta de que yo estaba a su lado. Observé sus uñas rotas y sus dedos manchados de amarillo, quizás por el tabaco o la miel que cubría las galletas. Pude ver aquella antigua fotografía que reposaba sobre el piano, a la que solo dejaba de mirar para verse en el espejo. El anciano lloraba a ratos, embes-

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tía al piano y el dolor se apoderaba de su rostro, como si ella lo golpeara y él, con vano esfuerzo, se defendiera con las teclas. No quise molestarlo. Me fui, y al atravesar la puerta todavía se escuchaba aquella tirana melodía con alma de mujer.


Pedro Pablo Marín

Chicago, Illinois. IG: @_pedropablomarin

De pie a la mitad de un puente escupo los coches hasta que se me seca la boca

Aburrido y cansado absorbo una bocanada de aire la lengua se me pega al paladar y siento ahogarme tranquilo respira por la nariz

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dijo el instructor Zen en clase

Regreso a casa bebo agua regurgito un pedazo de raíz desentrinco mi lengua pero mi garganta queda hinchada como sapo

Llamo a María no contesta voy a la habitación frente al espejo ingiero pastillas y con frases cortas me someto a tratamientos subliminales

21


El fármaco se adelanta despierta en mi mente imágenes de cuando creía en el cambio del mundo el punto org el gas en los ojos la bala de goma en la espalda la molotov como un cometa En trance y cerca de liberarme el ruido de una sirena en la avenida me despierta solo para volver a dormir

Por la mañana visito a Doña Luz no tienes depresión

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pero ya no puedes seguir comiendo

solo tierra y raíces Me da hojas de árbol y un amuleto redondo Haz un té orina al aire libre y besa el amuleto cuando llegue la angustia

En la jardinera del Whole Foods hago una fogata y en mi pocillo de peltre hiervo las hojas de níspero el hervor les desprende la esencia el verde se trasluce en el agua

la materia destila su espíritu

leí en aquel libro sobre alquimia


En la carcasa de la mitad de un coco me sirvo el té bebo a pequeños sorbos el amargor disminuye la hinchazón de mi garganta siento la fe que tengo hacía la doña veo las brasas y con error imagino la muerte de mi ego beso el amuleto recostándome en la hierba

Aletargado camino por el estacionamiento

la era atómica terminó

susurro mientras leo y orino en la portada de una revista tecnológica

La fogata desprende humo guardo la carcasa en el pocillo y mi ramillete de hojas de níspero en un solo costal

lleva solo lo necesario para el camino

dice san Lucas en el evangelio

Con saliva suficiente me dirijo a la altura del mismo puente de pie y a la mitad observo el tráfico sin ganas de escupir

suena mi teléfono

es María

No le contesto

Cada día estoy menos angustiado

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Dalia Hernández Meza Puebla, México IG: @sheikavlia

Al momento de empezar a leer sobre la historia de la humanidad para alguna clase, proyecto o exposición, solemos entenderla únicamente como una sucesión de hechos, puestos, a menudo, en un práctico diagrama para darles orden y coherencia, a veces ilustrados con un dibujo o una fotografía de época, ya que de esta forma es más

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fácil memorizarlo y comprenderlo. No obstante, lo que rara vez se nos dice es que al hablar de hechos históricos no se trata únicamente de eventos puntuales, que en nuestro diagrama parecieran desvanecerse al instante siguiente de ocurrir, sino de algo vivo, que nos sigue influyendo hasta el día de hoy aunque no veamos una relación directa y clara. Ejemplos hay muchos, como los que tienen que ver con el origen greco-romano de las bases de la sociedad occidental; sin embargo es algo incrustado tan profundamente en la conciencia que rara vez nos preguntamos de dónde viene, quién o quiénes fueron los primeros en hacerlo. La Historia presenta el por qué estamos aquí, cómo nuestra sociedad llegó a ser lo que es hoy; no se limita a una serie de fechas y nombres, a pesar de ser sumamente importantes, pero que a menudo nos nublan la comprensión de un todo.


Imágenes: U.S. National Archives Así como se nos enseña Historia de una forma tan sesgada y limitada, la participación de la mujer en los acontecimientos históricos importantes queda en un papel aún más oculto. Casi nunca se destacan los nombres femeninos más allá de algunos párrafos en libros que están al alcance de la mayoría, como

A veces ni siquiera se hace referencia al trabajo femenino y, si llega a aparecer, se ve eclipsado por los relatos y logros de sus contemporáneos varones. Y los libros de texto gratuitos.

esto no solo ocurre en los textos sobre Historia nacional mexicana, sino también en los de Historia universal. ¿Por qué?

Un discurso feminista argumentaría que la historia está, en gran medida, escrita por hombres, a quienes se les ha enseñado sistemáticamente a dejar de lado la importancia del sexo femenino más allá de las tareas domésticas. Aunque, a mi parecer, esta respuesta está inconclusa; mucho hay de verdad en lo anterior, pero no debemos dejar de lado que la Historia, ante todo, pretende tener un tono neutral y objetivo. La teoría literaria encaja la Historia de la humanidad como un relato con narrador virtual; es decir que nunca se hace presente, sino que se limita a describir los hechos sin presentar algún rasgo de subjetividad por parte del autor o autores1; En esto se diferencia del narrador de la novela o el cuento. No obstante, por muy objetivos que parezcan, gran parte de los textos referentes a la Historia vienen cargados con un determinado discurso, el cual cambiará dependiendo del contexto en el que se escriba y

Filinich I. (2013) Cap. IV. Las formas de articulación de discursos. En La voz y la mirada. Teoría y análisis de la enunciación literaria (pp. 166). México. Plaza y Valdés Editores.

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se publique, así como de los hechos específicos que describa. Por ejemplo, no hay duda de que los libros de texto gratuitos referentes a la Historia de México tienen implícito un discurso de carácter patriótico, pretendiendo destacar a México como un gran país con una historia muy rica y orígenes únicos. Ahora bien el problema no es la carga ideológica aparentemente “machista” de la Historia universal, es que ésta casi siempre se limita a describir únicamente los grandes hechos, las grandes victorias, dejando de lado todo lo que estuvo, ya no sólo detrás, sino alrededor. A la mujer se le ha asignado un rol secundario, siempre detrás de algo o alguien, pero, en este caso, no es el discurso en torno a la mujer sino hacia la Historia misma la que pone en primer plano lo grande, mas todo lo que ello implicó invariablemente detrás, restándole importancia hasta el punto de casi hacerlo desaparecer. Mucho se nos habla acerca de los

sus alimentos, sus barcos, sus caballos o vehículos. ¿Quién traía sus armas, cómo, desde dónde? ¿Y cómo pagaban por ellas, a quién? Todo alrededor de los grandes acontecimientos. Eso es lo que ocurre con los nombres femeninos en la historia; siempre

Imágenes: U.S. National Archives

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grandes ejércitos, pero jamás se nos dice de dónde sacaban


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aparecen detrás de los hechos, detrás de los personajes

estudiar y entender la historia de una forma polarizada e incompleta, y

reconocidos, cuando la realidad es que estuvieron hombro

quizá es por ello que muy pocas personas se interesan en comprender los

con hombro, inmersas en su contexto escribiendo las

sucesos de la actualidad fuera del ámbito académico. Y el segundo, que

páginas de la historia junto a sus contemporáneas, no

debido a esta forma de escribir la Historia es que muchas veces, como

detrás.

mujeres, ignoramos los logros que tuvieron los personajes femeninos que

Y la importancia de esto se encuentra en dos aspectos

nos precedieron, quienes dieron origen a los derechos y libertades que

fundamentales: el primero es que caemos en el error de

gozamos hoy. En varias ocasiones, al intentar destacar hazañas históricas


femeninas en grupos dedicados a la difusión cultural, me he visto desacreditada mayormente por hombres que tienden a restarle importancia a la participación de la mujer en la Historia sin dudarlo un instante. Sin embargo, lo destacable es la escasa presencia y participación femenina en estos grupos y, de hecho, indagando un poco más, me doy cuenta de que son muy pocos los grupos de mujeres, fuera de la comunidad abiertamente feminista, que se dedican al estudio y difusión de la Historia de las propias mujeres, además de que gran parte de su público es igualmente masculino. ¿Por qué? Así como existe la necesidad de mayor presencia femenina en la comunidad científica, creo que también existe una necesidad de mayor participación femenina en el ámbito, no sólo de los estudios históricos de nivel académico, sino también en el de la difusión cultural. Mujeres hablando de mujeres en la Historia, para un público

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Imágenes: U.S. National Archives

masculino y femenino (y derivados) por igual.


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¿Y para qué? Cuando empecé a leer Historia de forma autodidacta no tenía conciencia de hasta dónde se podía llegar, ya no hablando únicamente como mujer, sino como ser humano. No obstante, al descubrir los relatos de grandes escritoras, políticas, gobernantes, pilotos, científicas, obreras, me di una pequeña idea de cómo una mujer, o un grupo de mujeres, puede influir profundamente en su contexto específico, y también en la Historia de la Humanidad, aunque los libros se resistan a retratarse con su debida importancia.

Conocer, pues, la historia de las mujeres llega a transformarse en una forma más de emancipación femenina.


Sinfonía

N O C T U R N A

Mariela Puzzo

Nombre Completo

Estado, País Argentina IG: Red@Mariela social, fbPuzzo o tw (no correo, sino tiene ninguno, dejarlo así.)

Ramas secas

Inundada permanece la extraña raíz de este árbol talado ha debido pasar lluvias tormentosos ensañamientos arrebata la espesura azul alrededor de la luna desnudez de los espacios en que se disolvió la savia.

Ha debido anidar a los pichones arrancados de cuajo de sus ramas viejas ha tenido que verse el tronco en el fondo del río.

Sinfonía Nocturna Ana Luisa 30 Si mis manos pudieran extraer el fundamento las pesadas rocas oscuras

la salvia del cielo lento espacioso voraz el rostro que se asoma del agua.

Ha tenido que perder su nido la araña su ostentoso entramado me veo bebiendo de raíces como un huérfano de otro seno en la ausencia de sus hojas muertas la higuera que dio el fruto amargo aguas gélidas que inundan las manos de la noche que despierta taciturna son las manos que se pegan al cuello.


No he deseado más que mecerme en su desnuda rama en la red perfecta de su poderoso sueño no he querido más que albergar su extraña casa habitar las inhóspitas alturas en cambio repté tantas eras como un gusano pobrezas de albergues me he procurado.

Alzo la vista mis pies no sostienen el cuerpo cegado en su abandono moribunda entrego mi materia a la tierra devastada la columna del agua que calma al sediento, aparta su cántaro a quien lo inunda la húmeda raíz así mi boca sigue seca poblada de insectos de pajareras vacías de árboles talados. La boca no apresa el perfume de su flor despide sus humos en el aire negro en la vasta repugnancia del vacío la mañana recostada sobre lluvia ácida como una huella indeleble del paso perdido.

Ningún verdor me detiene frente al paisaje porque he cerrado las ventanas sólo una flor seca una espiga y mi pecho declarado. El canasto ha recogido los ojos después de tanta lluvia la mano antigua recita un canto con su vestido rojo nada brilla sin embargo en la opacidad el brillo se refleja en estas voces muertas.

Después esperar que pase el tren con un solo pasajero.

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Nelson Roque Pereira. Ciro Redondo, Ciego de Ávila, Cuba. FB: @Nelson Roque Pereira

Un nuevo grosor de piel "El privilegio de mirar morir". Retamar. La contraluz del páramo serrucha los pies de la cama donde yace un cuerpo en aguamiel del paramento, mientras un hijo finge el vértigo del hambre. Ambos saben que un gladiador detiene tal recuerdo en la arena, aun cuando quiera naufragar en alientos de largueza.


El paseante dialoga con su cuarto, teje y oye las cosechas latigazos de miradas, y el humo en las hojas sobre el musgo de la piel. Los dedos tantean el arado, y se posan en el arco de la vieja con aroma a libros viejos en equilibrio al pensamiento. Ya no hay espacio para otro aguacero, "uno de los dos boquea intentando sonreír" a los fragmentos que se unen en un búcaro que se traga el pulmón. El rapsoda repta el relente a la pared que no acaba nunca, donde se coagula el nombre en un nuevo grosor de piel.


Claudia Godoy Zapopan, Jalisco, México. IG: @nalle.luna7

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Elena Garro nació en Puebla de Zaragoza el 11 de diciembre de 1916. Hija de padre español de nombre José Antonio Garro Melendreras, y de madre mexicana originaria de Chihuahua llamada Esperanza Navarro, fue criada en Iguala, Guerrero, siendo la tercera de cinco hermanos. Como observamos, en sus orígenes se refleja una de las principales características de su obra literaria: La raíz española de su padre, de su madre, y el contacto con la población indígena de Iguala. Esta combinación genera esa dualidad característica del pensamiento mexicano, tal como menciona Patricia Rosas Lopátegui, agente literaria y biógrafa de Elena Garro:


Garro no gozó la misma libertad de ejecutar su poética como lo hizo con otros géneros literarios, y aunque la autora […] en Elena vamos a tener a una escritora muy peculiar, muy

escribía poesía desde muy joven, no pudo vivirla de la mis-

distinta, a todos los escritores y escritoras mexicanos, porque

ma manera desde que se casó con Octavio Paz:

ella va a encapsular en su literatura la dualidad mexicana. Los mexicanos somos indígenas, y somos también españoles,

Desde que se casaron, Octavio Paz no le permitió continuar

osea somos seres duales, tenemos dos pensamientos que a

con sus estudios universitarios, le prohibió hacer teatro, que

veces están fusionados, pero a veces están contrapuestos, y

era una de las grandes pasiones de Elena Garro, le prohibió

Elena esto lo refleja en su obra

seguir con su carrera de ballet clásico, es decir: Le prohibió

(Lopátegui, 2019).

todo. Octavio Paz (conocido como poeta y ensayista) no quería la competencia en casa. (Lopátegui, 2020)

Estos temas se reflejan en su obra literaria, que desarrolló a través de la dramaturgia, la narrativa, el periodismo y en

Este yugo fue la principal causa del desconocimiento de

su labor de novelista. Sin embargo, sus reflexiones sobre la

su poética, que desde luego impactó en su obra, puesto que

realidad que le preocupaba no terminan ahí, así como su

en numerosos textos literarios de su autoría como lo fueron

obra literaria. Entonces, ¿dónde entra su poesía? Este análi-

“El rastro” 1981, y en sus poemas como “Me acuso”, “Dedos y

sis interpretativo, tiene como objetivo principal el adentrar-

lenguas”, “El llano de huizaches”, entre otros, se deja ver esa

se en la poética de Garro a través de tres poemas suyos:

desarticulación del ser femenino como consecuencia de la

“Dedos y lenguas”, “El llano de huizaches” y “Me acuso”. A

violencia. Es aquí donde comienza su asesinato literario: con

través de esta interpretación se quiere dar un lugar y nom-

la desacreditación, prácticamente quedó oculta su poesía

bre a la obra poética de la autora.

durante toda su vida por indicaciones de su cónyuge.

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Fue hasta en 2016, a manera de festejo del centenario de

Estas experiencias, Garro las plastifica principalmente a

su natalicio, que Patricia Rosas Lopátegui, de la mano de la

través del enunciamiento del cuerpo violentado, mostrán-

Universidad Autónoma de Nuevo León, publicaron Cristales

donos las rupturas de esas dos realidades necesarias: el len-

de tiempo, una antología de los poemas nunca publicados de

guaje y el cuerpo.

Elena Garro. En este poemario, Lopátegui recoge la vida de Garro en cinco apartados, dentro de estos me enfocaré en

Existen dos realidades fundamentales y básicas que

el análisis de algunos poemas del segundo de ellos, titulado:

caracterizan cualquier experiencia individual de la vida

Horror y angustia en la celda del matrimonio.

social, una es simbólica - el lenguaje - , la otra física - el cuerpo - . (Bochar, Ramírez, Mendoza & López, 2014)

Así pues, el cuerpo femenino, en la poética de Garro, se ve atravesado por diversas circunstancias que violentan y rompen la voz femenina a través del lenguaje. Así llegamos al concepto de desarticulación, que de acuerdo al artículo “Desarticulación de los cuerpos femeninos heteronorma-

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dos” es:

Cuando decimos desarticulación, estamos refiriéndonos a des-hacer un constructo a nivel simbólico. Ha sido construida una imagen hegemónica del cuerpo de la mujer; su cuerpo es una producción social. (Bochar et al., 2014)

En los textos poéticos de Garro, se ve como la construcción dentro de la que ya se concebía la voz lírica es desbaratada. También encontraremos como la misma voz poética es después la que profana, la que rompe el concepto en el que la violencia le ha dejado. Ambos extremos están presentes en su poesía.


Por ejemplo, en “Dedos y lenguas” (Lopátegui, 2016: 106) observamos como la voz lírica se coloca como receptora de las agresiones a través de los pronombres “me” y “mi” ¿Y quién ejerce esta violencia? Los dedos y las lenguas. Los ín-

Hace años que bailan separados en la tierra de los escupitajos.

dices aparecen atacando: Los dedos agresivos se levantan./ Los

Esta desarticulación se intensifica en su poema “El llano

El cuerpo está descuartizado y denigrado, esto se ve en este último verso donde menciona el extravío de sus miembros en la tierra de los escupitajos, de la humillación. Hay un antes y un después en la voz poética.

de huizaches” (Garro, 2016: 112), versos a través de los cua-

Está en primer plano la poiesis violentada, y en el fondo

les se nota, de manera más directa, y sin censura alguna, no

de ella un pasado: las manos que bailan el baile loco de los

sólo al nombre, si no también al cuerpo de la poiesis siendo

dedos locos/ sin pizarra, sin lápiz, sin niño, sin amante. En estos

fragmentado:

versos la palabra sin, denota una ausencia, es decir, en el

dedos índices/ que acusan, señalan, envidian. Y terminan por acorralar la voz lírica: Una marea de dedos/ Una muralla/ me señala. Las lenguas llegan preparándose para la acción final: se liman en los dientes/ se envenenan en la saliva del colmillo. Y al final atacan al símbolo de identificación más importante: el nombre. Lenguas que han mordido/ mi nombre Helena ¡tan bonito!. Aquí vemos como la voz lírica está siendo agredida, juzgada y como a través de ese juicio se busca su ruptura.

llano esa consolidación de la voz poética está incompleta.

¡Ven aquí, nariz de Elena!

Me busco. Me encuentro./ Colgado de una rama seca está uno de mis labios./ Y ahora por allí corre la lengua/ que recitaba las

¡Ven aquí, brazo de Elena!

lecciones del colegio:/ Rosa, rosae… El verbo recitaba está en pretérito, lo que indica que la acción ya ha sido terminada,

Sólo la bacinica sigue firme cubriendo la cabeza;

[...]

precisamente porque la boca que antes usaba la poiesis para recitar, ahora está colgada en una rama seca de un huizache. Notamos cómo se fragmenta el cuerpo y se aleja del constructo en el que se tenía: La boca ya no se usa para

cabeza que rueda entre huizaches

recitar, ha sido violentada y ahora cuelga de una rama seca. Todo esto acontece en el lugar desolador y perdido del llano

¡Vengan aquí, mano pierna pescuezo!

de huizaches:

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[...]

Lo único que une a esta voz lírica es su nombre: Elena. Todo lo demás está desarticulado. El nombre es el que está llamando

de noche, en el llano de la muerte?,

a todas las partes de su cuerpo para que vuelvan a constituir ese cuerpo y esa mente que ella algún día poseyó. Está en esa

Hace años que bailan separados en la tierra de los escupitajos; tan lejos del pizarrón,

búsqueda. (Lopátegui, 2021)

En estos poemas, la voz lírica ha sido la atravesada, la víctima. Sin embargo, Garro no se limita y traslada su poesía al otro extremo, vuelve a la voz lírica activa en su poema

tirada en el valle de huizaches;

“Me acuso” (Garro, 2016: 127). Este poema está situado en

El llano, este llano, es para los pelados;

otro extremo dentro de su poética porque comienza con un hundimiento de la poiesis en la violencia: Me acuso de

¡Es largo el llano de huizaches!

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ahogarme en el mar rojo/ Mar de cólera/ Mar homicida/ Mar de sangre. Y después de que la voz poética se hunde en el

¡Es ancho el llano de huizaches!

mar, sale transformada, deja de ser la receptora y pasa a la acción: Me acuso también de la rabia amarilla/ De perseguir

¡Se tarda uno siglos en cruzarlo!

al enemigo/ De levantar el puente que permita su huida. Además, el poema está estructurado a manera de plegaria,

Así, “El llano de huizaches” es un poema que muestra

y en el primer verso contiene una referencia bíblica directa

el extravío del cuerpo femenino al ser violentado, en este

hacia al mar rojo, lo que convierte al texto poético en una

caso el cuerpo descuartizado buscándose en la ninguna

transgresión de los valores cristiano-católicos que suelen

parte del llano y las características gigantescas que se le

intervenir en la concepción de la mujer:

atribuyen al final del poema, hacen inexorable la distancia entre la pérdida de la poiesis y el encuentro consigo misma.

La sociedad patriarcal, a través del cristianismo católico, nos

Aquí sucede la desarticulación: El cuerpo se concebía a sí

educa a nosotras las mujeres, a que debemos de ser buenas,

mismo de una manera concreta en el pasado del poema,

obedientes, sumisas, asexuadas, sacrificadas. En otras

y después de ser violentado se desarma, se descompone

palabras, que debemos de ser la imagen y semejanza de la

hasta quedar extraviado.

virgen Maria. (Lopátegui, 2020)


Y es justo en el verso final, donde la voz lírica rompe con

che a la mañana hayan aumentado los feminicidios y la

ese constructo, puesto que renuncia a la sumisión para ele-

violencia en contra de ellas en sus diferentes formas. Es

girse a sí misma sobre todas las cosas.

el hecho de que ahora se están nombrando esos abusos, de que se están abriendo espacios para que la mu-

No somos seres perfectos, como nos ha idealizado la sociedad

jer enuncie-denuncie la violencia cometida en su contra,

patriarcal para oprimirnos, para hacernos creer que entre

como se puede apreciar en los poemas analizados ante-

más buenas, más sacrificadas y más asexuadas seamos,

riormente.

más perfecta será nuestra existencia. Pero Elena dice: no es cierto, también somos humanos. Y por lo tanto tenemos derecho a expresar la venganza, tenemos derecho a odiar, etc. (Lopátegui, 2020)

La violencia hacia las corporalidades e identidades femeninas es algo que ha existido desde siempre, pero que pocas veces fue nombrado. Afortunadamente, esta condición ha ido cambiando de manera paulatina y esto, en nosotras las mujeres, ha generado una necesidad por enunciar las violencias que perforan nuestro cuerpo, así como también ha nacido el interés por nombrarnos a través de la escucha de otras voces femeninas, que han sido violentadas. Es por esto que la poesía de Garro tiene relevancia en nuestros días, porque enuncia situaciones y sensaciones que siguen amordazando a la mujer. No es que de la no-

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En “Dedos y lenguas” la voz poética que se enuncia como

en México. Sin embargo, el hecho de que Elena le diera un

femenina, está siendo difamada; en “El llano de huizaches”

nombre a la represión que se lleva ejerciendo sobre noso-

el cuerpo de la poiesis está descuartizado, la consciencia de

tras desde siglos pasados es un acto que invita al diálogo,

la voz poética está esparcida por cada miembro del cuerpo

a la consideración de este primer paso que es nombrar las

enunciado en el poema, y cada uno de ellos agoniza mien-

agresiones que sufrimos, ¿y por qué no hacerlo de la mano

tras se arrastra hacia el nombre Elena que los llama, con la

de aquellas que nos han enunciado a través de su experien-

esperanza de armar de nuevo el cuerpo que antes confor-

cia? Y a leerlas tomando prestados estos versos de Chantall

maban; y en “Me acuso”, la voz poética se culpa por ser la

Maillard:

causante de toda la violencia que recibió, que causó, y que termina el poema, no sin antes dejar en claro que lo único que hizo mal fue elegirse. Ya no sólo es decir lo que sucede, si no también lo que la voz lírica hace como respuesta a ello. Es una realidad que aún somos muchas mujeres que siguen siendo un número más en las estadísticas de violencia

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[...] para decir el grito para arrancarlo para convertirlo para transformarlo para desmenuzarlo para eliminarlo escribir el dolor para proyectarlo para actuar sobre él con la palabra. (Chantall, 2009)

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La página es un espejo que no me guarda la consideración de reflejarme sino de ceder el sitio a la protagonista de mi lectura. Rosario Castellanos



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