Cuaderno de Comunicación

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CUADERNOS ANDUMA

APORTES PARA PENSAR LA

COMUNICACIÓN DESDE EL ESTADO, LAS POLÍTICAS PÚBLICAS Y EL PROTAGONISMO POPULAR


Autoridades Presidenta de la Nación Dra. Cristina Fernández de Kirchner Jefe de Gabinete de Ministros Cr. Dr. Anibal D. Fernández Secretaria de Gabinete Dra. Silvina E. Zabala Subsecretario de Formación en Políticas Públicas Lic. Ignacio M. Medina Escuela Superior de Gobierno Dr. Marcelo Koenig

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INDICE Editorial

Pág. 7

Introducción

Pág. 8

Entrevista a Martín Sabbatella

Pág. 16

Entrevista a Graciana Peñafort

Pág. 28

Entrevista a Norberto Berner

Pág. 40

Entrevista a Cynthia Ottaviano

Pág. 50

Entrevista a Roberto Caballero

Pág. 62

Entrevista a Tristán Bauer

Pág. 72

Entrevista a Lucrecia Cardoso

Pág. 82

Entrevista a Glenn Postolski

Pág. 92

Entrevista a Nora Veiras

Pág. 102

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Equipo Anduma Dirección: Marcelo Koenig Coordinación editorial: Claudio Bonelli Angélica Enz Ana Florian Secretario de Redacción: Rodrigo Franco Equipo de trabajo: Carmel Sabino Flavia Meira Eva Izaguirre Nadia García Patricio Paganelli Pablo Armesto Adrián “El Pájaro” Carreira

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Editorial Por Marcelo Koenig Escuela Superior de Gobierno Los CUADERNOS ANDUMA son publicaciones temáticas que tienen como objetivo promover el debate y el encuentro de múltiples miradas sobre tópicos específicos de interés nacional y regional. El eje de esta primera edición es la comunicación. El desarrollo de un cuaderno para pensar la comunicación se enmarca en el hecho de que ésta ha sido uno de los principales objetos de las políticas públicas llevadas adelante por el Estado en la última década. Dichas políticas fueron posibles gracias al salto cualitativo que significó comenzar a entender a la comunicación como un derecho humano que debe garantizarse a todos los ciudadanos. Desde esta perspectiva es que pudieron

llevarse adelante acciones como la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y la Ley Argentina Digital, la creación de canales como Encuentro y Paka-Paka, el fomento a la producción de contenidos nacionales de cine y televisión a través del INCAA, el desarrollo de la televisión digital abierta (TDA), la inclusión de nuevas voces en los medios de comunicación y la participación activa de la ciudadanía como sujeto crítico. En las entrevistas que componen este cuaderno las voces de muchos de los protagonistas del nuevo escenario político comunicacional configurado a partir de las políticas mencionadas reflexionan acerca de la importancia y desafíos de la democratización de la comunicación y dialogan sobre la federalización de contenidos, los derechos vinculados a la información y la comunicación, el papel de los ciudadanos en tanto audiencias y sujetos de la comunicación, la creación de nuevos medios y formatos y la democratización del acceso a las nuevas tecnologías. Esperamos que este conjunto de materiales sea un primer aporte a los debates por venir en pos de sostener lo hasta hoy logrado y seguir profundizando allí donde sea necesario.

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Introducción

Por Claudio Bonelli Angélica Enz y Ana Florian Escuela Superior de Gobierno

“Esto que hemos logrado ha sido más que la sanción de una ley: ha sido dar más que una profunda batalla cultural que había instalado que no era posible resistir la presión mediática de los grandes monopolios para poder llevar adelante esto. Y yo siempre he dicho que no creo en el voluntarismo, pero sí creo en la voluntad política de una sociedad y de sus representantes democráticamente elegidos para intentar esos cambios. En esta batalla cultural también han quedado al descubierto, se han caído algunos mitos, como por ejemplo el de la libertad de prensa independiente. Hemos visto que en determinados medios de comunicación solamente se escuchaban las voces contrarias a la ley, y es por eso que este instrumento va a servir precisamente para que todas las voces – las que nos gusta escuchar y las que no nos gustan también – tengan la posibilidad de expresarse libremente.” Cristina Fernández de Kirchner en ocasión del anuncio de la implementación de la Ley 26.552 de Servicios de Comunicación Audiovisual, el 21 de octubre de 2009 en el Teatro Argentino de La Plata.

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INTRODUCCIÓN

La comunicación, y específicamente la Ley de Medios, ha sido uno de los temas que más ha poblado las páginas de los periódicos nacionales desde 2009 en adelante. Sin dudas, esto no es casual. La discusión por una nueva norma para regular los servicios de comunicación audiovisual en la Argentina condensó, potenció e impulsó acciones y políticas que hicieron de la comunicación uno de los grandes temas de estos últimos años. La batalla comunicacional se hizo visible a través de la lucha por la aprobación y aún hoy por la implementación de una ley pero ha sido mucho más que eso. Fue un verdadero cambio de paradigma en cuanto a la forma de entender la relación entre medios de comunicación, Estado y sociedad. Pero a la vez, implicó una transformación radical en la forma en que cualquier ciudadano entiende los medios y los consume. Y yendo un poco más lejos, amplificó la conciencia sobre la relevancia y el carácter preponderante que los procesos comunicacionales tienen en el desarrollo cultural de un pueblo. En vista de este nuevo escenario y en virtud de la diversidad y magnitud de las transformaciones acaecidas es un imperativo reflexionar sobre la comunicación tanto desde la perspectiva más vinculada con los medios masivos como así también con aquella que se explica desde lo más básico de todo ser humano y que hace a sus intercambios y construcciones más primitivas. Existen tantas miradas sobre la comunicación como amplio es el campo que ésta comprende. Esto obedece al simple hecho de que todos los seres humanos, en tanto tales, somos sujetos comunicantes. La comunicación es patrimonio de la humanidad y nos atraviesa como participantes de una comunidad y una cultura. Esas distintas visiones y conceptos se pueden aglutinar en torno a dos grandes concepciones que de alguna manera recogen tanto las teorías y tradiciones de pensamiento como la historia de las prácticas comunicacionales. Por un lado, un enfoque más antropológico de la comunicación, que enfatiza su dimensión relacional, experiencial e intersubjetiva y que transciende el simple intercambio de información. María Cristina Mata sostiene que “la comunicación puede ser entendida más allá de la

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transmisión de información e implica pensarla en sentido experiencial, como vinculación, poner en común, compartir e intercambiar. Vivida como experiencia, la comunicación representa el espacio donde cada quien pone en juego su posibilidad de construir con otros.”1 En la misma línea, Oscar Magarola destaca el papel que juega la comunicación en la construcción de las identidades comunitarias y sociales en general: “Comunicación es expresión e intercambio de la experiencia vital de una comunidad, de un grupo humano que comparte un tiempo y un espacio dado y que en ellos producen y construyen sus formas de vida material y simbólica. La comunicación de esta experiencia vital colectiva, se expresa a través de diversos lenguajes. Estas formas de expresión/ comunicación son las huellas que nos permiten identificar la presencia de lo humano en la historia del planeta. Aún siguen vigentes, aún siguen produciéndose, desplegadas, enriquecidas con nuevos aportes. No desaparecieron con las nuevas tecnologías de la información, en todo caso, además de convivir con ellas, se ven potenciadas, dando lugar a la aparición de fenómenos de convergencia multimediática y en modalidades de artes combinadas.” 2 Por otro lado, podemos identificar una concepción de comunicación que pone el acento en las industrias culturales y en los medios de comunicación en tanto actores políticos productores de sentido. Ésta pareciera ser la forma más extendida de comprender el significado de la comunicación. Presupone un nivel de interacción menor que la comunicación vincular, donde hay un claro emisor –los medios de comunicación- y múltiples receptores, con escasa participación en ese proceso. La capacidad de emitir un mensaje y alcanzar a un amplio público se encuentra estrechamente relacionada con la capacidad económica para poseer las herramientas que permiten dicha emisión. El sentido y la determinación del mensaje son potestad del emisor. Difundir e informar es la premisa de la comunicación mediática aunque esto no implica que no esté atravesada por una ideología e intereses económicos y políticos. Ambas dimensiones de la comunicación son válidas –una no anula la otra- y configuran ámbitos en diálogo y permanente tensión. En esa tensión entre lo micro y lo macro se juega el carácter más político de la comunicación.

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INTRODUCCIÓN

La comunicación como derecho Una perspectiva para vincular políticamente esos distintos ámbitos en los que se producen, circulan y disputan sentidos sociales es aquella que entiende la comunicación como un derecho humano. Esta perspectiva, tras años de lucha, se ha conseguido instalar en los debates sobre el diseño y ejecución de políticas comunicacionales, sobre la necesidad de democratización y sobre la concientización acerca de cuánto incide el acceso y la equidad en la emisión y recepción de discursos en la construcción de nuestra subjetividad individual y colectiva. En el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se hace referencia a la libertad de expresión y al derecho a la información. En 2007, en la Declaración de Derechos Humanos Emergentes, no sólo se ratificó el derecho a la información, sino que además se estableció el de la comunicación, para responder a los nuevos desafíos generados por los cambios en la sociedad, y en este campo en particular. ¿Cuál es el alcance de cada uno? El derecho a la información prevé que toda persona y comunidad debe poder recibir información veraz y contrastada por parte de los medios de comunicación y de las autoridades públicas. El derecho a la comunicación, en tanto, reconoce que toda persona o comunidad debe poder comunicarse con sus semejantes por cualquier medio a su elección. Esto implica el derecho al acceso y al uso de las tecnologías de información y comunicación, en particular internet. En este sentido, el acceso a la información resulta fundamental para conocer otros derechos y ejercerlos. Al mismo tiempo, el derecho a la comunicación nos permite fortalecerlos. La posibilidad de construir nuestros mensajes y darlos a conocer libremente, y la posibilidad de acceder a diferentes visiones, nos convierten en protagonistas de la apropiación, defensa y ampliación de nuestros derechos.

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Así, la comunicación entendida como derecho humano, implica que debe ser protegida y garantizada a todos sólo por el hecho de ser parte de esta especie. Es materia de interés público y, por eso, el Estado debe ocuparse de garantizarla y resguardarla. Porque, como afirma Washington Uranga, “sin comunicación no hay vivencia en democracia.”3 Hacia una comunicación popular y democrática Tradicionalmente y desde un enfoque sociopolítico de la comunicación, siempre se ha analizado la realidad comunicacional tanto de Argentina como de los países latinoamericanos en términos dicotómicos. Se ha recurrido a un esquema que, más allá de ciertas variaciones, plantea una comunicación hegemónica que responde al monopolio de los medios masivos de comunicación y una comunicación alternativa que también ha sido denominada, según el contexto histórico particular, como popular, comunitaria o alternativa, y que busca construirse por fuera de la matriz de la anterior y en oposición a ella. De alguna manera, podríamos plantear que la comunicación hegemónica ha sido aquella en la que predomina el paradigma de la comunicación mediática, mientras que en la comunicación alternativa prevalece la visión de carácter vincular y antropológico. A pesar de que las transformaciones que se vienen realizando en los últimos años en materia comunicacional han tendido a su democratización, este análisis sigue siendo válido, ya que siempre será posible hablar de comunicación hegemónica y popular. Sin embargo, frente a un Estado como el actual, que asume la defensa del derecho humano a la comunicación y que impulsa políticas y acciones concretas en ese sentido, se vuelve imprescindible trascender ese análisis tradicional y bipolar para poder entender un escenario políticamente más complejo y con infinidad de matices. Sin duda, lo popular deberá seguir siendo un eje de toda lectura comunicacional que pretenda ser política porque lo popular remite a pensar la comunicación teniendo en cuenta los contextos en los que ésta sucede y los sujetos que la protagonizan, desde su entorno más micro hasta el macrohistórico y macropolítico.

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INTRODUCCIÓN

Un camino posible para superar esa dicotomía es concebir la comunicación popular no como “la hermana menor de las comunicaciones” o como una “alternativa” a la comunicación dominante o hegemónica sino como una perspectiva integral de la comunicación. La comunicación popular debe ser entendida, entonces, como una forma de comprender y abordar los procesos comunicacionales (tanto de carácter mediático/masivo como antropológico) desde una concepción ideológica y en el contexto de su relación dialéctica con la política. Desde esta visión la comunicación se concibe como derecho humano y como un servicio público en el que hay lugar para las iniciativas privadas comerciales, para los medios estatales, para los medios públicos no gubernamentales y para los medios comunitarios. Allí, bajo un entramado de relaciones complejas y conflictivas en función de los intereses políticos que se juegan en todo hecho comunicacional, la posibilidad de tener voz, de ser reconocidos y escuchados es el paso imprescindible en materia de democratización de la comunicación. En este marco, las definiciones y medidas impulsadas por el Estado durante la última década crearon nuevos escenarios y cambiaron de manera notable la correlación de fuerzas incluso al interior de la comunicación de los medios masivos. Como explican Mastrini y Mestman, “en la compleja relación Estado, medios y sociedad, la intervención pública en la definición de políticas de medios se torna indispensable si se pretende definir un espacio comunicacional no oligopólico. Es evidente que la simple intervención del Estado no es suficiente, ya que la misma debe estar fundada en determinadas orientaciones y contenidos políticos y culturales para que sea democratizadora. Y entendemos como intervención democratizadora, aquella práctica que amplía las posibilidades de participación popular, no sólo en la producción de programas, sino también en la toma de decisiones sobra las políticas”.4 Democratizar la comunicación significa entonces producir transformaciones desde una perspectiva

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de derecho en el esquema de distribución de la palabra. El Estado, en ese complejo escenario de conflicto de intereses, es quien debe garantizar que “el zorro no se coma a las gallinas. Sin duda, a esto han apuntado las políticas encaradas por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, entre las que se destacan la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y la Ley Argentina Digital, que se han desarrollado en sintonía con las múltiples transformaciones puestas en marcha a través de la masificación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación que trastocan completamente la noción de medio, de comunicación, y el tradicional esquema emisor – receptor. Éstas se suman a otro cuantioso número de proyectos, programas e iniciativas que han aportado diversidad, autonomía y enriquecimiento mutuo a los intercambios informativo comunicacionales de nuestra ciudadanía. Esta democratización también comprende cambios a nivel de los sujetos y las comunidades, a través de un empoderamiento vinculado con su capacidad de desarrollo económico, social y cultural. Es esto lo que ha permitido el inicio de un proceso que será muy largo y que tiene que ver con la reconstrucción del tejido social y de las relaciones de reciprocidad y reconocimiento como parte de un colectivo. Es en este proceso que la dimensión comunicacional de la política y la dimensión política de la comunicación se entrelazan como dos caras de la misma moneda y se ven plasmadas en la recuperación de la política como herramienta para modificar la realidad. Más política y más comunicación es la ecuación para proteger los logros conquistados y para seguir construyendo una comunicación y, por ende, una sociedad, cada vez más democrática. Mata, María Cristina, Nociones para pensar la comunicación y la cultura masiva. La Crujía, Buenos Aires, 1985. Magarola, Oscar, “Una aproximación al campo de la Comunicación Comunitaria ó de la Comunicación y Cultura Comunitaria”, Buenos Aires, 2014. 3 Uranga, Washington, “Comunicación para la transformación social. Un itinerario para la acción”, Córdoba, Agosto 2012. 4 Mastrini, Guillermo y Mestman, Mariano, ¿Desregularación o rerregulación?: de la derrota de las políticas a las políticas de la derrota”, UBA, 1996. 1

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INTRODUCCIÓN

LEY 26.522/ 2009 DE SERVICIOS DE COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL: UN MOJÓN EN LA DEMOCRATIZACIÓN DE LA COMUNICACIÓN La comunicación en general y los medios de comunicación de una sociedad forman parte de una disputa de espacios de poder en la que el Estado debe ser protagonista para asegurar los derechos de los ciudadanos. En el caso particular de los medios audiovisuales, la necesidad de la intervención del Estado se acentúa dado que el espectro radioeléctrico, que se utiliza para la prestación de servicios de comunicaciones inalámbricas, radiodifusión sonora y televisión, entre otros, es un recurso natural y limitado. Sin duda, la nueva Ley de Medios Audiovisuales 26.522 (Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual), que reemplazó al Decreto ley 22.285/ 1980 de la última dictadura militar, fue un emblema de democratización de la comunicación desde el mismo proceso de elaboración de su cuerpo y posterior monitoreo de su implementación. La Coalición por una Radiodifusión Democrática surgió como una iniciativa de numerosas organizaciones sociales que discutieron y elaboraron un marco de 21 puntos a ser tenidos en cuenta en la elaboración de una nueva ley de radiodifusión. En 2004, la Coalición presentó su documento cuyos ejes fueron considerados en el proyecto de ley finalmente presentado al Congreso. El espíritu de la nueva ley vira de considerar la comunicación desde la óptica de la libre expresión (aunque en los hechos se defendiera más el libre mercado que la libertad de opinión) con rasgos autoritarios y centralistas a considerarla como un derecho humano básico y elemental. Así, la Ley promueve el respeto irrestricto a la libertad de expresión y la noción de que todo ciudadano tiene derecho a recibir y dar información. Además, concibe un mapa de medios que garantiza un 33% de las licencias para las organizaciones sin fines de lucro y establece cuotas de producción para incentivar la generación de contenidos a nivel local y nacional y para evitar la concentración. Además, designa la autoridad que regula la implementación de la ley: la AFSCA, y crea un organismo para la protección de las audiencias: la Defensoría del Público.

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MARTÍN SABBATELLA “No hay democracia profunda si no se democratiza la palabra” La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual está en pleno proceso de aplicación. En esta entrevista, el Presidente de la AFSCA se refiere a los logros del camino recorrido y destaca los desafíos que aún resta enfrentar para lograr la plena vigencia de la norma.



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¿Qué es el AFSCA y cuál es su objetivo? La AFSCA es la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual. Se creó por la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual, que fue debatida durante muchísimo tiempo y este año cumplió 5 años de su sanción. La AFSCA es el organismo que tiene la autoridad para aplicar esa ley y regula el mundo de la comunicación audiovisual. Tiene como objetivo su cumplimiento y su esencia es la de democratizar la palabra entendiendo que no hay democracia profunda, democracia real, si no se democratiza la palabra, si no se democratizan las voces, si no se construyen las herramientas necesarias para que nuestro pueblo pueda expresarse con sus tradiciones, cultura, tonadas y pueda ocupar el centro de la escena pública. La ley tiene un aspecto destinado a generar nuevas herramientas comunicacionales: canales, señales, nuevas productoras de contenidos audiovisuales, nuevas radios, y por otro lado, busca enfrentar tendencias monopólicas, la concentración mediática y las posiciones dominantes porque entiende que para democratizar la palabra se necesitan las dos cosas: una perspectiva federal, con anclaje territorial y social, y democratizar la tenencia de medios.

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La autoridad de aplicación tiene que cumplir este objetivo y, a su vez, hay una cantidad de regulaciones, no solamente referente a la tenencia de medios, sino también a contenidos locales, independientes y de producción nacional. Hay un fomento de la producción de la comunicación audiovisual desde una perspectiva federal, nacional, local e independiente. Esta ley siempre es puesta como un ejemplo del protagonismo popular en su construcción, ¿por qué? Es una ley de larga tradición de debate, de protagonismo popular, de construcción. Tiene 30 años de discusión con militancia política, social, cultural y académica en una sociedad que entendía que había que dejar atrás la norma sancionada por la última dictadura militar y aprobar una norma moderna que sea de la democracia. No sé si esto estaba en la agenda del conjunto de la militancia. Era una minoría intensa que empezaba a poner en discusión cosas que hoy nos damos cuenta de que son centrales. De ahí surge la Coalición para una Radiodifusión Democrática. Los 21 puntos de esa coalición tienen un antecedente histórico profundo, dialogan con la historia militante de los que trabajaron intensamente


ENTREVISTA - MARTÍN SABBATELLA

en los diversos rincones de la Patria. El proceso que dio lugar al posterior debate parlamentario se caracterizó por tener foros de discusión en todo el país. La Ley de Medios es hija de esa historia militante y de ese debate popular que fue despertando la discusión en muchos sectores y, también, es hija del contexto histórico que funda Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003. Interpela al poder y corre las fronteras de lo posible. Esa es una de las características que inaugura Néstor: la política como herramienta transformadora, el rol del Estado, de lo público, la propuesta de enamorarse de la idea de que se puede. La Ley exige un momento histórico, político, social y cultural inaugurado en esa etapa. Y también es hija de lo que Néstor propuso como camino futuro de este país y de la voluntad y el coraje de la Presidenta. Con toda esta historia, se juntó todo eso y se lo llevó al Parlamento para que se debata. Es una ley profundamente trabajada que construyó grandes mayorías en el Parlamento. La batalla por la democratización de la palabra tenía dos aspectos: la producción de nuevas herramientas y contenidos y la batalla por democratizar la tenencia de medios. En estos últimos años, ¿en dónde podemos observar estas cuestiones?

Yo creo que en los cinco años que lleva de sancionada la ley, hay un balance sumamente positivo respecto a esos dos aspectos. Existe un punto fundamental que es el propio debate histórico, el propio debate por la defensa de la ley y su aplicación, que produjo algo que ya es fundamentalmente positivo: los argentinos ya no miramos la televisión o escuchamos la radio y pensamos que es la verdad pura, se duda de quién emite los contenidos. Hoy ponemos en duda lo que consumimos, lo interrogamos y ese es un paso fundamental en la batalla cultural, en el sentido de que cuando se toma la palabra se hace desde un lugar, desde diversos elementos que nos atraviesan para constituir esa opinión o contenido. Una de las cosas que la ley busca es garantizar la pluralidad, la multiplicidad de voces, buscar que estén todas: las que nos gustan y las que no. Este es el triunfo más fuerte. Interpelamos las cosas, les ponemos un signo de pregunta y construimos nuestra verdad a partir de relativizar lo que consumimos. Ese no es un dato menor, es muy importante. Después está la aplicación en crudo de la ley. Esta ley fue muy resistida por quienes quieren sostener su situación de privilegio, su posición dominante. Estuvo frenada un año entero por medidas judiciales de quienes con medidas dilatorias o trabas judiciales querían que no se aplique la ley. Por otro lado,

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lo que hace a la adecuación por tenencia de medios estuvo tres años suspendida, por lo tanto, esta ley tiene un año de vigencia desde que la Corte aprobó su constitucionalidad de punta a punta. A pesar de todas las maniobras de los grupos con intereses corporativos, que quieren sostener su posición dominante construida cuando tenían el monopolio del fútbol y habían fundido a todos los cable operadores pymes, la ley se encuentra hoy completamente vigente. Su situación dominante la construyeron de manera engañosa, tramposa, mintiendo, la utilizan para tener grandes rentabilidades en el mundo de la comunicación audiovisual y también quieren condicionar el rumbo del país, los poderes públicos e intentan poner a la política de rodillas frente a los intereses corporativos. No soportan lo que Néstor puso en relevancia que fue el objetivo de recuperar la soberanía en términos políticos y lograr que las decisiones no las tomen las corporaciones sino la Casa de Gobierno y el Parlamento. En estos términos, la ley se puede evaluar muy positivamente, más allá de las cosas que hay por hacer, más allá de las batallas que hay que dar y que hoy estamos dando. Hay algunos que siguen resistiéndose a cumplirla utilizando las trampas a las que nos tienen acostumbrados. Hoy hay cientos de nuevas realidades

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en el conjunto del territorio nacional: más de 1.300 concursos; una gran cantidad de nuevas señales y nuevas productoras de contenido audiovisual en el sector privado; la incorporación del mundo cooperativo al espectro con 161 nuevos cable operadores y también del sector público a través de municipios, provincias, universidades y distritos educativos. También hay nuevos medios pertenecientes a las organizaciones populares, comunitarias, sin fines de lucro, de pueblos originarios. Es decir, hay nuevas realidades en el conjunto de la Patria que fueron generando la oportunidad de nuevos contenidos de producción audiovisual. Las nuevas herramientas demandan horas de producción de contenidos. Además, la exigencia de que haya contenido local que plantea la norma también permitió alentar esto. Hay más de 6 mil horas de producción de contenido audiovisual, fruto del fomento que generó la ley, 4 mil de ellas fomentadas por políticas públicas. Cuando hablo de esto no hablo solo del AFSCA porque esta ley también compromete al Ministerio de Planificación, al de Desarrollo Social, al de Cultura, al de Trabajo, al de Educación, a la Secretaría de Comunicación Pública, al INCAA y a infinidad de organismos públicos que trabajamos en forma articulada para que esto suceda. Creo que hay un balance que debe hacerse con datos concretos, que los tenemos,


ENTREVISTA - MARTÍN SABBATELLA

para mostrar cuantitativamente las cosas que se hicieron. Cosas que se hicieron y los medios en general no comunican… Es parte de lo que los medios de comunicación quieren invisibilizar porque quieren mostrar que la Ley de Medios vino solamente a cumplir una función: atacarlos. Pero sabemos que se trata de mentiras que son parte de su campaña para desprestigiar la norma. Decían que veníamos a atacar la libertad de expresión, que es, por lejos, todo lo contrario a lo que vinimos a hacer. Tanto la Corte Suprema de Justicia de la Nación como el Relator de la ONU para la libertad de expresión reivindican la ley en lo respectivo a garantizar la libertad de expresión, ya que sostienen que no hay posibilidad de garantizarla si no hay regulación del mercado, si no se frena la voracidad de las empresas que la lesionan y que lesionan también la pluralidad y la diversidad. Decían que veníamos a atacar las fuentes de trabajo pero es todo lo contrario porque si hay nuevas herramientas comunicacionales -como son las nuevas unidades productivas vinculadas a la comunicación-, generamos más puestos laborales. Dijeron una cantidad de cosas que son falsas con las

“Todas las discusiones tienen que ser en función de garantizar la libertad de expresión, de garantizar la pluralidad y la diversidad; todo lo que tenga que ver con enfrentar las posiciones dominantes y las tendencias monopólicas que lesionan esa libertad merece ser debatido”

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que buscan invisibilizar todo el trabajo hecho desde la aplicación de la ley. Por supuesto que hay más para hacer porque la ley prevé también que el 33 por ciento del espectro esté en manos de asociaciones populares, comunitarias, sin fines de lucro y esto todavía no se alcanzó. Este punto es, indiscutiblemente, un proceso porque el espectro es finito y debemos ir liberándolo para poder ocuparlo de otra manera. Todo esto se da a medida que van caducando las licencias, a medida que se van haciendo los concursos. Existen zonas del país donde hay más conflicto porque el espectro está absolutamente ocupado, otras en donde hay superposición y otras en las que no, todas con distintas particularidades. Aun así, yo creo que hay un avance muy importante y hay mucho para celebrar. En paralelo, también existen los fondos del AFSCA a partir del Fondo de Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual (FOMECA), que permite acompañar a las organizaciones populares y comunitarias en capacitación, en producción de contenido audiovisual, en equipamiento y en una enorme cantidad de cosas que permiten que esas organizaciones puedan dar sus primero pasos. Un ejemplo, que resume el anclaje profundo de la ley, es el caso del paraje de Cieneguillas del Valle Luracatao, que queda a cuatro

horas y media por tierra desde la capital de Salta, donde 16 comunidades de pueblos originarios que están organizadas en las Comunidades Unidas del Molino, armaron por primera vez un medio de comunicación y hoy tienen una radio que cubre todo el valle. Eso es una reivindicación histórica de las comunidades de los pueblos originarios de esa zona y es, además, la posibilidad de elevar su voz, de poder expresar sus necesidades, sus reivindicaciones, sus luchas y, también, de garantizar una estrategia comunicacional en el valle que les permita el desarrollo de una cantidad de actividades que ellos realizan. Hay un montón de ejemplos como este tanto en el sector privado como en el público. ¿Cómo se llevan adelante los procesos de adecuación para redistribuir los espacios del espectro? Existen hoy 40 planes de adecuación, es decir que hay 40 empresas que tienen que adecuarse a los límites de la ley. De esos 40 planes, 37 ya fueron tratados por el Directorio de AFSCA. De esos 37, 22 fueron aprobados para que sigan avanzando en el proceso de adecuación, mientras que 15 fueron desestimados porque no había motivos de adecuación. De los procesos de adecuación que se pusieron en marcha, siete ya concluyeron defi-

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“Los argentinos ya no miramos la televisión o escuchamos la radio y pensamos que es la verdad pura, se duda de quién emite los contenidos”

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nitivamente y en uno se pasó de la adecuación voluntaria a la de oficio, que es el caso del Grupo Clarín y eso sucedió porque descubrimos que tenían intención de hacer trampa. Cuando decían que dividían no dividían, cuando decían que vendían no vendían, cuando decían que transferían no transferían. Mantienen sus vínculos societarios con empresas en Argentina, Nueva Zelanda, Panamá y Estados Unidos, lo cual está expresamente prohibido por la ley. Este es el mapa del proceso de adecuación: la mayoría de las empresas están en proceso de adecuación voluntaria y nosotros estamos haciendo el seguimiento que corresponde, estudiando que todo esté dentro del marco de la ley. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es un ejemplo de muchas de las cosas que suceden. Primero, es un ejemplo de la decisión política de ampliar derechos y de entender la comunicación como un derecho humano que el Estado tiene que garantizar. Es, además, un ejemplo de otra cantidad de políticas públicas que caracterizan este proceso político y de la voluntad de construir una sociedad de derechos y un Estado que los garantiza. Hablamos de derechos políticos, económicos, culturales, para todos y todas, que buscan construir una democracia más profunda, más amplia, para que nadie quede a la intemperie.


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La resistencia a esta ampliación de derechos es un ejemplo de cómo resisten los grupos concentrados, los grupos corporativos. Como decía Jauretche, no tienen la alegría que tenemos nosotros de ser parte de un proyecto que amplía derechos, sino que ellos sienten bronca y odio al perder sus privilegios. Obviamente ellos quieren una democracia para pocos, una democracia para ellos, ¿pero es eso democracia? Lo que ha pasado con la Ley de Medios es una demostración de cómo actúa una parte de la Justicia, que ha funcionado en paralelo a un país con nuevas demandas y nuevas necesidades. Se trata de una Justicia que está colonizada por esos intereses corporativos, como es, indudablemente, el caso del Grupo Clarín y de sus intervenciones en el terreno jurídico. La ley estuvo frenada durante años con medidas cautelares dictadas por una Cámara acusada por sus vínculos con el mismo grupo empresario y algunos de cuyos miembros estuvieron acusados de viajes a otros países financiados por fundaciones pertenecientes al Grupo Clarín. Es así, hay una parte de la Justicia que está colonizada por los intereses corporativos y responde a ellos. Por eso es importante lo que la Presidenta plantea reiteradamente sobre la necesidad de democratizar el poder judicial.

La ley incentivó la mirada crítica respecto a los medios. De alguna manera, lo que perdieron los grandes oligopolios de la comunicación fue la capacidad para producir sentido común. Sin embargo, todavía hoy tienen una fuerte capacidad de instalar agenda. ¿Cómo analizás este fenómeno? Siguen teniendo esa fuerte capacidad de construir agenda, de manipular la opinión pública y de construir climas y sensaciones. Sin embargo, hoy están más cuestionados, hay más sectores que le ponen signos de preguntas y están más interrogados, lo que no significa que no sigan teniendo esa posición dominante y esa capacidad de construir un clima que beneficie sus intereses; esa es su estrategia. Se han dado pasos para poder tener una mirada distinta, se ha avanzado bastante pero hay mucho por hacer y mucho por recorrer. Por lo menos, se abrieron algunas grietas a esa lógica. ¿Hace falta una ley que regule los medios gráficos? Todas las discusiones tienen que ser en función de garantizar la libertad de expresión, de garantizar la pluralidad y la diversidad. Todo lo que tenga que ver con enfrentar las posiciones dominantes y las tendencias

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monopólicas que lesionan esa libertad me parece que merece ser debatido como así también, fue importante debatir en el Congreso la cuestión de Papel Prensa, que es el monopolio del uso del papel y del precio del papel, y que lesiona gravemente la libertad. Cuando generás esos debates, ellos te acusan de querer lesionar la libertad y la diversidad, y es todo lo contrario. Nosotros damos estas discusiones en función de garantizar esa libertad de expresión que ellos lesionan con la concentración y la situación privilegiada que tienen. Pero esto se discute en todo el mundo aunque ellos siempre ponen como ejemplo leyes de otros países. Sin embargo, en Estados Unidos, por ejemplo, hay zonas en las que no se pueden tener medios de comunicación audiovisual y medios gráficos. Por supuesto, las regulaciones tienen que ver con las características de cada país, su historia, pero es válido todo lo que tenga que ver con debatir la presencia del Estado a través de políticas regulatorias que garanticen el freno a la voracidad del mercado. En este camino de democratización de la palabra una de las cuestiones más importantes es la aparición de nuevas voces, ¿cómo se logra que esto se sostenga en el tiempo?

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Este es un debate que se da en relación a todas las políticas públicas, es un debate que te mete en la continuidad de los rumbos y de los proyectos. Es absolutamente cierto que una ley se cambia con otra ley, un decreto se cambia con otro, una norma se cambia con otra norma, pero la garantía de que estos procesos continúen tiene que ver con, por lo menos para mí, el nivel de apropiación o de empoderamiento de esas políticas públicas y esas herramientas. Si las políticas públicas pasan a ser parte del patrimonio político, social o cultural de un pueblo y, por lo tanto, se defienden, se toman como propias y entonces, en consecuencia, a nadie se le ocurre volver para atrás porque hay un pueblo que quiere seguir avanzando. Muchas veces me preguntaron algo similar cuando era intendente de Morón. Por ejemplo, en el 2000 abríamos la Casa de la Memoria, que fue la primera casa recuperada en toda Latinoamérica tras haber sido un centro de tortura durante la última dictadura militar- y la primera pregunta que surgía era ¿qué pasa si cambia el gobierno, esto va a seguir siendo un lugar recuperado para la memoria, para la construcción colectiva? Y la respuesta era la misma: depende del nivel de inserción, de aceptación y de apropiación que tenga la sociedad de eso. En cuanto a las herramientas comunicacionales, sí me parece que cuando se


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trata de asociaciones populares, comunitarias, sin fines de lucro tienen que ser otorgadas a aquellos proyectos que tengan garantías de sustentabilidad en el tiempo. En ese sentido, me parece que es importante que el Estado los acompañe en esos primeros pasos porque hay una decisión de este proyecto político de que eso suceda y, de este modo, entonces, hay políticas públicas para que eso ocurra, hay fomento con recursos, hay recursos para que las organizaciones puedan comprar sus equipos, para que puedan estar capacitados, para que puedan producir contenidos audiovisuales, ahí es donde vos decís ¿qué pasa si la política cambia y hay quienes no están de acuerdo con esto? Bueno, obviamente es una situación totalmente distinta, es importante que esas organizaciones tengan herramientas para que sus proyectos puedan continuar más allá de esas situaciones. De todos modos, estoy absolutamente convencido de que vamos a continuar y que, por lo tanto, el escenario de retroceso que algunos se imaginan no va a ocurrir pero eso es otro debate.

Martín Sabbatella es el Presidente del Directorio de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA). En 2009, fue electo diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires. También fue intendente de Morón (2006-2008) y Vicepresidente de la Coalición Latinoamericana y Caribeña de Ciudades contra el Racismo, la Discriminación y la Xenofobia, organismo creado en el Foro Iberoamericano de Gobiernos Locales, a instancias de la UNESCO.

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GRACIANA PEÑAFORT “La mejor forma de invisibilizar a un pueblo es impidiéndole que hable” La sanción e implementación de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es un mojón en la historia reciente de nuestro país. Sobre su significado e implicancias habló Graciana Peñafort, una de las responsables de la letra de esa norma.



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Desde tu perspectiva, ¿qué implica hablar de democratización de la comunicación hoy en Argentina? Cuando se habla de democratización hoy, de lo que se habla es de una de las partes de un proceso histórico que no es sólo de la Argentina sino que es un proceso regional. La Argentina tiene algunos caracteres históricos comunes con otros países de América Latina: gobiernos dictatoriales, una historia de pésima distribución de la riqueza, minorías invisibilizadas, opresión. Estos países empezaron a reconstruir sus democracias a partir de los ‘80 con procesos que además, vistos desde el presente, han tenido un signo común: la mayoría han tendido a ser democracias populares. Hoy vemos presidentes que tienen mucho que ver con el pueblo que representan, que se parecen a su pueblo, que son su pueblo. Es Evo en Bolivia, Correa en Ecuador, era Chávez y hoy es Maduro en Venezuela, Néstor y Cristina en nuestro país. Y esto es importante porque el totalitarismo y la mala distribución no sólo afectaban las formas de la representación sino también los bienes y los elementos de la representación. Y en esto, la voz, la palabra, la comunicación han sido siempre un elemento clave. La mejor forma de invisibi-

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lizar, de oprimir a un pueblo es impidiéndole que hable. Esto no es ningún misterio. Por eso democratizar la comunicación es seguir consolidando la democracia, porque los sistemas de medios concentrados se suelen afianzar en gobiernos de corte totalitario. Sin duda la democratización es la redistribución. Así como estos nuevos gobiernos latinoamericanos redistribuyen los bienes materiales, la renta por habitante, también redistribuyen la palabra. Hay que tener claro que cuando hay concentración mediática hay alguien que se apropia de las voces que pertenecen al conjunto. Si en un bar alguien grita los demás no pueden hablar. El volumen de la concentración mediática impide que los más chiquitos, los que están tomando café en las mesas contiguas a la de la persona que grita, puedan hablar y escucharse. Entonces, la redistribución, que es una característica de las democracias reales, no de las democracias puramente formales, debe incluir a la palabra en tanto esta posibilita la construcción de identidad. La comunicación no es solamente poder decir o mirar, también es la posibilidad de dar forma a identidades, es poder decir quién sos, cómo llegaste a ser vos. La palabra tiene una cualidad esencial que es que se dice. Lacan decía que la tragedia del sujeto es que para existir necesita ser nombrado por el otro. Si


ENTREVISTA - GRACIANA PEÑAFORT

bien la vida no es tan psicoanalítica, lo popular, el proceso histórico, tienen que ser nombrados para existir. O como decía Freire: ‘La palabra es el encuentro de los hombres para transformar el mundo.’ Cada vez que se pronuncia al mundo se lo transforma. Entonces la democratización de los medios es una etapa lógica del proceso de democratización real porque hay democracias que algunos teóricos las llaman de baja intensidad, democracias formales donde no hay una representación popular real, es decir, hay elecciones pero hay un sector fuertemente excluido, y la comunicación forma parte de ese ver, nombrarse, existir y poder ser un vinculador de los procesos históricos. ¿Qué papel cumple en nuestro país la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) en este nuevo contexto histórico regional en el que se avanza en la democratización de la palabra? El tema de radiodifusión era uno de los grandes impedimentos para pensar en escenarios comunicacionales más democráticos y plurales. Cuando Néstor Kirchner llegó al gobierno uno de los grandes pendientes en materia de comunicación era la necesidad de una nueva ley de radiodifusión que nunca, desde el retorno

a la democracia en el ‘83, se había podido lograr. Y no porque no se quisiera. Una de las primeras cosas que hizo Alfonsín cuando asumió el gobierno fue suspender los concursos que había llamado la dictadura y anunció que se iba a hacer una nueva ley. Efectivamente el Consejo de Consolidación Democrática elaboró una norma y la presentó en el Congreso pero nunca se llegó a tratar. Incluso la UCR tenía la conducta de presentar el mismo proyecto cada dos años para que no perdiera estado parlamentario. La única vez que llegó a ingresar fue durante el gobierno de la Alianza y hay dos anécdotas bastante tristes de cómo ingresa ese proyecto al parlamento. La primera anécdota es que la documentación más importante se perdió. En el tiempo en que se demoró para transportar el texto de la Casa Rosada al Congreso, los artículos sobre desmonopolización y desconcentración desaparecieron del proyecto. Por eso, cuando nosotros presentamos nuestra ley hubo una marcha desde Casa Rosada hasta el Congreso y decíamos que lo que estábamos haciendo era cuidar el proyecto para que no sufriera ninguna pérdida. Durante el alfonsinismo, cuando esa ley llegó, Luis Brandoni, que presidía en ese momento la Comisión de Comunicaciones, bajó al recinto y nadie más bajó. Por eso renunció a su banca. Claramente

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había una cuestión muy instalada de imposibilidad de cambiar la ley de radiodifusión. Luego vinieron los ‘90 y en ese momento una de las reformas más importantes que tuvo esa vieja ley de radiodifusión fue la que anuló la prohibición que existía de que una misma persona fuera, a la vez, dueña de diarios y canales de televisión y eso se aprobó en una Ley de Emergencia del Estado, una cosa bastante insólita. Una de las primeras medidas del entonces presidente fue llamar a privatización de los canales con lo cual la misma alianza que se había dado en la dictadura, se dio en el gobierno que pretendió –y muchas veces lo logró- continuar el proyecto político-económico iniciado en la dictadura, ya no con terrorismo de Estado pero sí con otras formas de violencia estatal que son muy severas también. Esto explica la vinculación que había entre poder y medios de comunicación, asociados básicamente para privar de la posibilidad de voz. En las actas de la Junta Militar que se encontraron en los archivos de la Fuerza Aérea bajo la gestión de Agustín Rossi en el Ministerio de Defensa, queda indiscutiblemente demostrada la existencia de un plan económico y político. En lo económico implicaba las privatizaciones, el achicamiento del Estado, etcétera, y en lo político, medidas como la Ley de Asociaciones

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Profesionales, la Ley de Sindicatos... Para que ese plan fuese viable no sólo había que callar las voces opositoras a través de métodos terribles concebibles únicamente bajo el terrorismo de Estado, sino que también había que garantizar que no hubiera posibilidad de que eso se vea. Entonces eso explica la complicidad civil entre los dueños de los medios y la dictadura, eso explica Papel Prensa y tantas otras cosas. Y cuando se leen los documentos escritos en el ‘77 y ‘78 y se mira lo que pasó en la Argentina de los ‘90, se ve que aún en democracia, ese plan de destrucción y desguace de la nación siguió adelante. Por todo este proceso histórico político me parece lógico que un gobierno con las características de los gobiernos kirchneristas haya finalmente puesto en agenda el tema de los medios. Muchas veces se critica el retraso que tuvo el kirchnerismo en plantear este problema. ¿Por qué Clarín en 2007 y no antes? Porque los procesos son procesos, no pasa de otra manera. Igualmente para un gobierno que estaba dando una discusión por la distribución de la riqueza, por la inclusión en los derechos (cuando todos sabemos que para dar derechos a muchos tenés que quitar privilegios a algunos), el enfrentamiento con los poderes mediáticos era lógico e inevitable. No había que ser un genio para


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saber que el camino que estaba recorriendo Néstor y que luego iba a continuar Cristina se iba a chocar con los medios de comunicación. En Argentina hay grupos de medios que son defensores de privilegios, de un sistema de propiedad, que son tutores de un Estado que no mira al pueblo, sino que más bien mira a lo que muchos se regodean llamando “el círculo rojo”. Para esos sectores, abanderados de un discurso neoliberal que demoniza la política y desconfía tanto de ella como de la capacidad transformadora del Estado, todas las transformaciones democratizadoras impulsadas por el gobierno (desde el matrimonio igualitario hasta las paritarias) son problemáticas. Y la LSCA se inscribe en ese conjunto de políticas. Uno de los cambios más significativos que ha resultado del proceso político de estos últimos años es la revalorización del discurso político a partir de la disputa contra el gran dispositivo cultural –liderado por los grupos de medios dominantes- que busca permanentemente deslegitimar la política y el discurso político. La nueva ley de medios es un instrumento valiosísimo para sostener esa pelea.

“Uno de los mayores triunfos de la LSCA es que generó juicio crítico y enseñó que se puede desconfiar de la televisión, de la radio y de internet, y que no hay una única verdad”

¿Qué otros cambios importantes te parece que se dieron a partir de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual?

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“Papel Prensa no es sólo lo que le costó a los Graiver, es lo que nos costó a todos, lo que le costó a cada una de las madres de Plaza de Mayo que su barrio las repudiara cuando decían que sus hijos estaban desaparecidos, es la tesis de los dos demonios, son los nietos que no aparecen”

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La enorme victoria cultural que tuvo la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, como aporte a la democracia, es que precisamente ha puesto en juego por un lado, el cuestionamiento sobre aquello que mi abuela decía ‘es cierto porque lo vi en televisión’. La discusión sobre la Ley ha generado sujetos que se paran frente a los medios desde una postura crítica. Ya sabemos que nadie es independiente en términos absolutos, que todos hablan desde donde hablan. Uno de los mayores triunfos de la LSCA es que generó juicio crítico y enseñó que se puede desconfiar de la radio, de la televisión y de internet, y que no hay una única verdad. Uno es un sujeto que mira el mundo y ese mundo muchas veces lo mira mediado por los ojos de alguien más pero está obligado a buscar una suerte de diversidad para poder tener algo parecido a la verdad aunque no deje de ser una verdad personal, de construcción propia. Por otro lado, una dimensión adicional de esa victoria cultural es el hecho de haber puesto de manifiesto un tema que afectaba gravísimamente a la democracia que es la concentración. Donde hay concentración mediática realmente no hay democracia. La Corte Interamericana de Derechos Humanos dice que es imposible que exista una sociedad democrática sin liber-


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tad de expresión y es imposible pensar la libertad de expresión con concentración de medios porque si hay concentración alguien se está quedando callado. Por esto, el rol de algunos programas como 6, 7, 8 ha sido interesante. Se lo critica mucho pero después todos hablan de lo que pasa allí. Es un programa más pero pareciera que a ciertos sectores les molesta porque lo político y lo público aparecen revitalizados y voces y discursos que antes estaban silenciados, ahora tienen canales de expresión. ¿Cuáles son los desafíos pendientes en términos de implementación de la ley? Hay desafíos pendientes que yo llamaría deudas propias y otros que son deudas no propias. En cuanto a las propias, creo que nosotros, como Estado, tenemos que impulsar más fuertemente las políticas de nuevos medios. Tenemos que celebrar que hace pocos días se abrieron nuevamente los concursos para nuevas licencias de radio y televisión. Los concursos se habían abierto allá por 2011 y luego fueron cerrados lo que nos dio casi cuatro años de demora en tener nuevos medios. Si bien las causas son entendibles, esa no deja de ser una deuda pendiente. Si se otorgaron 200 radios

habría que generar la posibilidad de dar 200 más, sobre todo porque se brindaron muchas posibilidades para la producción de contenidos a través de los planes del INCAA y del Ministerio de Planificación con los bancos como el ACUA, el BACUA, y se necesitan espacio y pantalla para todos esos contenidos. Destaco esto pero también resalto que sabemos que la LSCA es un cambio de paradigma y es lógico que implementar un cambio de paradigma lleve tiempo. Como deuda no propia es imposible eludir la casi espuria complicidad de sectores mediáticos con sectores del poder permanente dentro de los cuales hay sectores del Poder Judicial. Que aún hoy no se pueda aplicar algo que ya ha sido declarado constitucional como es el caso de la desmonopolización de la propiedad de los medios es una deuda importante de la cual el Estado en sí mismo no debe hacerse cargo en cuanto Poder Ejecutivo pero el Poder Judicial debería ser consciente de que cada cautelar que le da a un grupo concentrado es alguien que se calla. Además, a lo que sucede con cualquier grupo de medios, Clarín le suma un agravante. Semejante nivel de concentración como el que tiene ese grupo es una espada de Damocles sobre cualquier competidor, porque si uno quiere crear un canal nuevo y Clarín no lo sube a su grilla, esa se-

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ñal queda automáticamente excluida del 57 por ciento del mercado. Clarín tiene hoy una capacidad ociosa de cable y si se quisiera empezar a instalar cable, que es una tarea muy costosa y muy larga, Clarín rápidamente utilizaría esa capacidad ociosa para bajar su abono y la señal nueva no lograría capturar abonados. Entonces ese nivel de concentración disuade cualquier posible competencia. Es importante estar atentos también a la implementación de la convergencia digital porque allí se le está dando participación a otro gran jugador que son las empresas telefónicas. Va a ser muy necesario que tengan un fuerte control antimonopólico porque también son empresas descomunales y pueden hacer el mismo abuso de posición dominante que sufrimos hoy en materia televisiva con el grupo Clarín en gran parte del país y con los grupos locales, como el grupo Vila – Manzano, en el interior. ¿Te parece que también es necesario trabajar en una ley para los medios gráficos? Me cuesta un poco más pensar en la regulación para los medios gráficos pero quizás porque estoy muy formateada en lo que es la doctrina más ortodoxa del tema medios gráficos. Sí creo que hay algunas cues-

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tiones que los medios gráficos, al igual que el resto, tienen que trabajar pero más bien pensando en lo que son los contenidos y su abordaje. Por ejemplo, me parece ineludible pensar un código de transmisión de noticias. La campaña “Ni una menos” es en contra de la violencia de género a raíz de los últimos feminicidios ocurridos en nuestro país pero también por lo que es la real segunda muerte o violación de cualquier víctima que es el tratamiento que reciben los casos en los medios de comunicación. El hecho de que una mujer se vista de determinada forma, de que tenga uno o 20 novios o cualquier otro factor, no es justificación para que nadie la viole o la mate. El tratamiento de los crímenes y delitos derivados de la violencia de género es algo sobre lo que toda la prensa tiene que preguntarse qué está haciendo, la gráfica y la no gráfica. Lo que está faltando a nivel de los medios en general es un consenso acerca del tratamiento mediático de determinados temas. No necesariamente es algo que debería impulsar el Estado pero es algo pendiente. También hay un punto que tiene que ver con la situación de los periodistas. Yo soy una firme impulsora de la cláusula de conciencia, es decir, si hay un periodista que no está dispuesto a seguir una línea editorial determinada, puede considerarse despedido en forma


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indirecta, acceder a la indemnización que corresponda y buscar otro trabajo. No estoy hablando de los operadores sino de quienes trabajan de periodistas. Otro aspecto clave es ver cómo influyen las nuevas pautas de consumo de medios en los posibles temas a regular porque hay tecnologías que van cambiando. Por ejemplo, los sistemas on demand están matando a la televisión abierta y aún por cable. Yo me crié en San Juan y allá por los ‘90 había una novela, ‘La extraña dama’, que fue un éxito y la provincia se paraba en el horario en que se emitía. Hoy a mí me gustan muchas series y puedo ver cuatro capítulos seguidos por internet pero estos hábitos para mí son aprendidos, mientras que para las nuevas generaciones son hábitos incorporados. Yo no me imagino a alguien de 20 años esperando el próximo capítulo de una serie. Esto está cambiando la forma de producir y transmitir o circular contenidos, entonces también hay que ver cómo las tecnologías van a ir modificando las regulaciones posibles en medios de comunicación. Y no puedo dejar de mencionar otra deuda relacionada con la prensa gráfica que es el tema del monopolio del papel celulosa que también retrotrae a otra cosa. Si alguna duda quedaba de la historia que todos conocemos de Papel Prensa, después de encontrar los

“Cuando se mira la relación actual entre el Poder Judicial y los medios de comunicación hegemónicos, se ve que la alianza que viene desde la dictadura permanece incólume”

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archivos de la dictadura, no queda ninguna. Allí se ve claramente cómo la Junta Militar discutía la división de las acciones de Papel Prensa cuando la familia Graiver todavía no la había vendido. En un mismo punto se discutía el reparto de acciones de la empresa y la detención de la familia propietaria. ¿Cuál es el estado de la causa Papel Prensa? ¿Por qué es un caso tan emblemático? La causa Papel Prensa ha tenido una historia que va de la mano de la historia del país. En las épocas en que determinados medios estaban muy cerca de los gobiernos, la causa pasaba al olvido. Finalmente fue la determinación del juez Daniel Rafecas, al declarar que en el caso Papel Prensa está involucrado un crimen de lesa humanidad, la que cambió un poco el panorama y es lo que evita que se siga diciendo que es una causa prescrita o que no existen posibilidades de accionar judicialmente. Luego de esto empieza un proceso de investigación sumamente demorado y cargado de errores conceptuales. El Poder Judicial pretende tratarlo como un delito económico, pero la realidad que es que ha sido un delito de lesa humanidad porque realmente el Estado coaccionó para que se vendiera

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esta empresa, secuestró y torturó. Los documentos originales que encontramos en los archivos de la Fuerza Aérea prueban que efectivamente se obligó a los dueños de Papel Prensa a vender, ni siquiera para adquirir la empresa para el propio Estado, sino para que se la entregaran a terceros. Ese terrorismo de Estado fue hecho para favorecer a ciertos grupos económicos que lo que hacían era intercambiar bienes materiales como la única empresa de papel celulosa, por el tráfico más espurio que es el de bienes inmateriales como es la información porque la contracara de eso era una prensa benévola con la dictadura que llamaba tiroteos a los cadáveres que aparecían torturados y fusilados. Papel Prensa no es sólo lo que le costó a los Graiver, es lo que nos costó a todos, lo que le costó a cada una de las madres de Plaza de Mayo que su barrio las repudiara cuando decían que sus hijos estaban desaparecidos, es la tesis de los dos demonios, son los nietos que no aparecen. La causa Papel Prensa está muy vinculada con un montón de otros crímenes que fueron y aún hoy siguen siendo encubiertos y sus ejecutores protegidos. Y algo que me preocupa especialmente es que es como si la historia hubiese quedado conforme con juzgar solamente a la parte militar y la verdad es que no fue una dictadura


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militar únicamente, fue una dictadura cívico militar y lo cívico involucra a muchos ámbitos. Esto vuelve la mirada sobre uno de los poderes donde menos ha llegado la democratización: el Poder Judicial. En el Poder Judicial las relaciones endogámicas, las relaciones con el poder permanente todavía tienen su estigma. Por eso es el último bastión que les queda a quienes protegen determinados sistemas de propiedad basados en privilegios, quienes sostienen la impunidad contra delitos como los que venimos mencionando en los que es evidente el terrorismo de Estado. También cuando se mira la relación actual entre el Poder Judicial y los medios de comunicación hegemónicos, se ve que la alianza que viene desde la dictadura permanece incólume. Hay una frase hermosa que dice que donde se crean derechos hay alegría y donde se pierden derechos hay rencor. La sensación de que hoy hay privilegios en riesgo es muy fuerte en ciertos sectores que poco tienen de democráticos y que por eso mantienen ese vínculo indisoluble con los medios de comunicación.

Graciana Peñafort Colombi es abogada por la Universidad Nacional de Córdoba y se desempeña actualmente como Directora de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Defensa de la Nación. Anteriormente fue funcionaria del COMFER y de AFSCA y fue una de las coautoras, junto a Damián Loreti, de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sancionada en 2009.

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NORBERTO BERNER “El Estado concibe a las TICs como fundamentales para el desarrollo social” En diciembre de 2014 se sancionó la Ley Argentina Digital, una norma que busca ordenar el espacio aéreo y regular el campo de las telecomunicaciones. Conversamos sobre su alcance y los desafíos en la materia con el titular de la AFTIC, organismo creado a partir de la ley y que reemplazó a la Secretaría de Comunicaciones.



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¿Cuál era la función de la Secretaría de Comunicaciones y cómo se redefinió este organismo a partir de la nueva Ley de Telecomunicaciones? La Secretaría de Comunicaciones (SeCom) era la autoridad en materia de comunicaciones de mayor nivel en la Argentina. Todo lo que tiene que ver con comunicaciones estaba bajo su órbita: la definición del espectro radioeléctrico, la gestión en la administración de los recursos del Estado sobre comunicaciones, las posiciones orbitales, lo referido a materia satelital, internet, telefonía fija y móvil. Era la máxima autoridad pero no estaba sola. También existía la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC), que tenía un perfil más técnico. Y se da una cuestión política interesante porque esta Comisión se creó en los ‘90 y la Secretaría de Comunicaciones se armó en 2003 y al observar sus funciones, se ve claramente que éstas se solapaban y esto respondía a los contextos políticos diferentes en que había sido creado cada organismo. Más allá de que en estos 10 años la CNC acompañó permanentemente a través de sus autoridades y de todos sus trabajadores las políticas impulsadas desde la SeCom, había un desfasaje de concepción en el diseño de estos dos

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organismos. A partir de la sanción de la nueva Ley de Telecomunicaciones Argentina Digital se creó la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (AFTIC) con el propósito de concentrar en un solo organismo la regulación de los servicios de Telecomunicaciones. La AFTIC absorbió y nucleó las funciones que desempeñaban la SeCom y la CNC y con esto se resolvieron todos los problemas que podía haber en cuanto a duplicidad de tareas, solapamiento de funciones, etcétera y se logró una unidad de concepción tanto desde lo político como ahora también desde el punto de vista del contexto institucional. ¿Qué políticas ejecutadas desde la gestión de la SeCom considerás que fueron antecedentes significativos para la posterior discusión de una ley más abarcativa y actual sobre las telecomunicaciones como es la Ley Argentina Digital? Hubo muchas políticas tanto desde la SeCom como desde la CNC, algunas de ellas en conjunto, que fueron de suma importancia y que marcaron hitos en el proceso de construcción de la ley. Por mencionar algunas, es interesante por ejemplo, una


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iniciativa que se diseñó en conjunto entre los dos organismos, “Que no se corte”, un portal donde los usuarios pueden conocer y comparar la calidad del servicio de telecomunicaciones que brindan las empresas y acceder toda la información relativa a sus derechos, realizar reclamos de una manera más simple y estar al tanto de las acciones que realiza el gobierno en cuanto a las telecomunicaciones. Es una herramienta interesante porque, en definitiva, democratiza y garantiza el acceso a la información de todos los usuarios de telecomunicaciones. Hoy ese portal sigue funcionando bajo la órbita de AFTIC. Otra medida importante fue la inclusión de la telefonía móvil en el Programa Nacional de Precios Cuidados de la Secretaría de Comercio de la Nación a través del Plan Prepago Nacional (PPN). Es una opción que incluye los servicios de comunicaciones móviles (llamadas de voz, mensajes de texto, mensajes multimedia e internet móvil) y funciona con todas las compañías del mercado. Otra acción importante en términos de políticas de fomento a las empresas y organizaciones pequeñas del sector telecomunicaciones es una línea de créditos que lanzamos la SeCom, la CNC y el Banco de la Na-

ción Argentina con procedimientos sencillos para el financiamiento de inversiones de cooperativas y pymes de servicios de telecomunicaciones. Esto es muy necesario para que se creen nuevas redes y se sustituyan, amplíen o mejoren las existentes e incluso que todo esto se haga, dentro de las posibilidades, con bienes de fabricación nacional. Sin duda, el ARSAT-1 está entre las más importantes iniciativas que ha encarado este gobierno en materia de desarrollo comunicacional. ARSAT-1 es el primer satélite geoestacionario de comunicaciones construido íntegramente en Argentina. Entre sus principales prestaciones se destacan televisión directa al hogar a través de TDA (Televisión Digital Abierta), acceso a internet, servicios de datos y conexiones telefónicas en todo el territorio nacional. Con el exitoso camino que ya recorrimos es fundamental la finalización de ARSAT-2 que en lo estructural no tiene diferencias con el ARSAT-1 aunque brinda otra cobertura incluyendo a las Islas Malvinas, Estados Unidos y todos los países de Sudamérica y tendrá mejor llegada con internet a áreas remotas. Estos desarrollos representan un ahorro muy significativo para el país en lo que hace a telecomunicaciones.

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¿Cómo fue el proceso de elaboración de la Ley Argentina Digital? ¿Qué sectores opusieron mayor resistencia? Hay dos películas de la Ley Argentina Digital. Una de ellas tiene que ver con el proyecto de ley en sí mismo, que terminó de elaborarse tras 2 meses de debate. Hubo mucha discusión y trabajo en el Senado, también se contó con una participación muy activa de los diputados y a raíz de todo esto se modificaron varios aspectos del proyecto original. Participaron más de 30 expositores de todos los sectores y la oposición tuvo una intervención muy dinámica. Todos los intervinientes estuvieron muy de acuerdo con los principios generales de la ley y hubo un trabajo especial sobre las pequeñas y medianas empresas y las cooperativas del sector porque si bien la regulación que las protegía estaba contemplada en el espíritu de la norma, se consideró necesario incorporarle algunas cuestiones más concretas. También se agregó la creación de la autoridad federal de aplicación –AFTIC–, que no era una necesidad jurídica pero que finalmente resultó en una buena institución, con la incorporación del sector y de los usuarios a través del Consejo Fede-

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ral (federal porque cuenta con un director propuesto por las provincias y con la conducción del Estado Nacional). La otra película es todo lo que se fue haciendo en estos años, desde el 25 de mayo de 2003, a partir de las políticas públicas en materia de comunicación que llevaron adelante el gobierno de Néstor y después el de Cristina y siempre con el impulso del Ministro De Vido. El Estado dio grandes muestras de experiencia a partir de la Ley Federal de Fibra Óptica, de la puesta en órbita de satélites, de la licitación del espectro de 4G y de la creación de los Núcleos de Acceso al Conocimiento (NAC). Es decir, se desarrollaron toda una serie de políticas dirigidas a acercar la tecnología al pueblo. Siempre se intentó que los privados se sumaran a esta discusión con el marco normativo que teníamos. En cuanto a los que se opusieron, yo creo que la verdad hubo más de prejuicio que de juicio. Los que han planteado alguna dificultad lo han hecho sin leer la ley o de mala fe. Por ejemplo, se ha dicho que con esta ley se iba a controlar el contenido que se transmitía por las redes cuando en todo el articulado se establece que el contenido no queda regulado ni por esta autoridad federal ni por la ley. Lo que tiene que ver


ENTREVISTA - NOBERTO BERNER

con contenidos se sigue manejando con la misma lógica que antes. Sin duda los más chicos han tenido algún temor de que con esta ley alguno un poco más grande pudiera avanzar y esos fueron quizá los más preocupados. En cuanto a los grandes, la preocupación fue que les utilicen sus redes o que se les complique el uso por la inversión que habían hecho. Cuando uno leía las notas periodísticas o las notas en televisión advertía que no se trataba de críticas tan serias y que las objeciones tenían más bien que ver con cosas que claramente en una ley no se pueden definir, planteos sobre alguna ambigüedad o alguna vaguedad. Estamos construyendo una ley que tiene que durar por lo menos 5 o 10 años. Cuando uno establece los parámetros en materia de tecnología tiene que establecer criterios y reglas claras pero que permitan pensar que durante los próximos 3 años las cosas pueden cambiar muchísimo, y para eso tenemos que estar preparados para poder responder a los cambios tecnológicos del momento. En definitiva: los que se opusieron son los mismos grupos concentrados de siempre, que se oponen a cualquier cosa que haga el gobierno nacional. Hoy con la ley aprobada y con todo lo que hemos avanzado, la mayoría de los sectores, profesionales,

“El ARSAT-1 está entre las más importantes iniciativas que ha encarado este gobierno en materia de desarrollo comunicacional. Es el primer satélite geoestacionario de comunicaciones construido íntegramente en Argentina”

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“Mediante Argentina Digital se aspira a que el sector privado y el estatal trabajen de la mano para mejorar la inversión en telecomunicaciones y que compitan entre ellos para que cualquiera pueda elegir la empresa que desee como proveedora en función de la calidad del servicio y de los precios y no por la infraestructura con que ésta cuenta”

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cooperativas, pymes y empresas grandes, están comprendiendo. Incluso no detuvieron sus inversiones en infraestructura comunicacional sino que, al contrario, las aumentaron muchísimo. Quedó demostrado que es falso que la ley podía afectar el universo de las inversiones e incluso está claro que todavía se puede seguir mejorando la regulación que tenemos en la Argentina en este tema. ¿Qué significado e impacto tiene esta norma en la vida cotidiana de los ciudadanos? Al ciudadano de a pie lo que le va a llegar y lo que tiene que notar es que existe una mayor defensa de sus derechos a través de un Estado más presente que regula la actividad de las empresas privadas y estatales que brindan servicios de telecomunicaciones. Mediante Argentina Digital se aspira a que el sector privado y el estatal trabajen de la mano para mejorar la inversión en telecomunicaciones y que compitan entre ellos para que cualquiera pueda elegir la empresa que desee como proveedora en función de la calidad del servicio y de los precios y no por la infraestructura con que ésta cuenta. ¿Por qué? La ley habilita a las firmas pequeñas o media-


ENTREVISTA - NOBERTO BERNER

nas o a las cooperativas que proveen internet, a llegar a cualquier hogar del país aunque no tengan infraestructura propia. Por eso, los clientes podrán elegir al prestador de servicios sin importar cuál de ellos llega efectivamente con cableado propio a su vivienda. Es en este sentido que sostenemos que la ley apunta a garantizar la “completa neutralidad de las redes” y a fomentar la competencia entre las empresas del sector de telecomunicaciones para posibilitar el acceso a los servicios de la información y las comunicaciones en condiciones sociales y geográficas equitativas. En función de la democratización del uso de las redes, el objetivo final es mejorarles la vida a los argentinos. Nosotros pensamos esta ley en base a lo que nos pasa a cada uno de los argentinos en nuestras casas cuando queremos acceder a las comunicaciones. Por ejemplo, en las zonas urbanas existen, con suerte, dos o tres empresas y para cambiarla hay que agujerear y romper la casa según el proveedor que se elija. Del mismo modo, en lugares alejados es común la existencia de cooperativas que están atadas de pies y manos a un contrato que nadie regula. Tampoco existe un plan federal que incorpore a los privados para garantizar el acortamien-

to de la brecha digital, para asegurar más tecnología y más servicios para los argentinos, que al fin y al cabo es parte de la alfabetización del siglo XXI. Otro aspecto esencial de la ley es su espíritu: para el Estado argentino las tecnologías de la información y comunicaciones son fundamentales para el desarrollo social y por eso debe garantizarse su acceso a todos los ciudadanos, sin importar condiciones geográficas o socioeconómicas. Por este motivo, se plantea también la reestructuración de las prestaciones incluidas bajo el concepto de “Servicio Universal”, que a partir de ahora deberán tener el mismo precio y la misma calidad en todo el país. Así es que la nueva ley elimina la larga distancia nacional al eliminar la diferencia entre corta y larga distancia para la telefonía fija. ¿Cómo se articula esta ley con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual? Me acuerdo que se decía que la Ley de Medios, que regula y democratiza la pluralidad de voces en materia de programación televisiva y radial para diversificar voces, era una ley vieja pero lo que en realidad era viejo era la Ley de Telecomunicaciones.

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El universo de las telecomunicaciones venía funcionando de acuerdo con una ley del año ‘72 porque se trasmitía a través de redes y esa infraestructura sin duda tenía un problema con la normativa vigente. Con esta nueva ley, todos aquellos que han logrado tener licencias a través de AFSCA y de los planes que implementa este organismo, van a encontrar una infraestructura sobre la que montarse a precios razonables y con condiciones de calidad del servicio. Y por otro lado, el diálogo y la articulación van a ser mucho más fluidas y más transparentes para todos. De alguna manera la ley configura una plataforma, como decía Jorge Capitanich (uno de los principales impulsores de esta ley), sobre la que transmitir internet y todos los servicios de comunicación audiovisual, que regula y va a seguir regulando la AFSCA. En ese aspecto la ley no modifica la regulación, sino que solamente habilita la participación de más jugadores porque necesitamos que todos puedan hacer el transporte y la distribución y después, cada licenciatario, según las limitaciones y regulaciones de AFSCA, pueda utilizar el aire, el cable, etcétera según corresponda. No van a poder venir Telefónica, Telecom o Claro a solicitar 150 licencias y además, para las que pidan van a necesitar la autorización

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de AFSCA. Va a ser una relación más transparente, más clara y con dos leyes contemporáneas, una políticamente novedosa y necesaria como la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y la otra, una normativa tecnológica del siglo XXI que es Argentina Digital. ¿Cuáles son los desafíos que tenemos por delante en materia de telecomunicaciones? Sin duda hemos hecho muchas cosas. Se ha licitado el espectro para tecnología 4G, lo que significó cambiar cualitativamente la red de telefonía móvil en Argentina. Esa decisión política y técnica va a cambiar los próximos 3 o 4 años radicalmente porque lo que conocemos como telefonía móvil va a ser totalmente distinto. Es necesario seguir acortando la brecha digital en la Argentina. Según un índice internacional que mide lo conectado y desconectado que estamos los usuarios en la red, Argentina está hoy en segundo lugar a nivel regional, es decir, estamos en un nivel muy bueno de conexión a internet. Y si bien la universalización del servicio es un aspecto en el que estamos muy avanzados, tenemos que terminar de completarla.


ENTREVISTA - NOBERTO BERNER

Los desafíos pasan por garantizar la continuidad, la profundización de los logros, extenderlos a todo el país y mejorar la cobertura. En cuanto a la ley de fibra óptica, hay que conectarla con las cooperativas, con las pymes, para que bajen los precios de conexión. Se debe finalizar el ARSAT 2, que va a brindar servicio a todos los argentinos. También tenemos que integrar la red pública con la de los privados. Nuestro objetivo es lograr la “fibra al hogar” o lo más cerca que sea posible. En los próximos años tenemos que llegar a 20 o 30 megas de conectividad para tener una internet de banda ancha verdaderamente. Es decir, garantizar lo que se hizo y acompañar el desarrollo a nivel socioeconómico. Hoy internet es tan importante como el agua, la luz y las cloacas para el desarrollo de una región, es lo que nos piden para abrir un parque industrial, por ejemplo. Estos son los desafíos principales y tenemos que lograr que lo que se hizo hasta ahora en materia de telecomunicaciones sea un proceso irreversible.

Noberto Berner es el Presidente del Directorio de la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (AFTIC). Es abogado y se desempeñó como titular de la Secretaría de Comunicaciones de la Nación desde 2013 y hasta la creación de la AFTIC. Entre 2012 y 2013 fue titular de la Inspección General de Justicia (IGJ) y anteriormente Director en TELECOM en representación del Estado.

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CYNTHIA OTTAVIANO “Los medios de comunicación dicen mucho más por lo que callan que por lo que realmente dicen” Cynthia Ottaviano, Defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, conversó con ANDUMA sobre la importancia de la creación de la Defensoría del Público como organismo para hacer respetar y dar a conocer el derecho a una comunicación más democrática, sin violencia ni discriminaciones.



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La Defensoría del Público es una de las creaciones de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y hubo que armarla desde cero. ¿Cómo es este proceso de crear un organismo público desde su inicio? Primero, hay que entender cuál es el espíritu de las luchas populares que llevaron hasta la necesidad de crear un espacio como la Defensoría del Público lo que nos remonta a la recuperación de la democracia. Desde el comienzo de esa nueva etapa se pretendió cambiar el paradigma de la comunicación que era, hasta ese momento, un paradigma autoritario, mercantilista y liberal que consideraba a la información como una mercancía, como un negocio cuyo control quedaba en manos de quienes tuvieran el dinero para acceder a una licencia de radio y/ o televisión. El hecho de empezar a considerar a la comunicación como un derecho humano y no como una mercancía generaba una profunda transformación que implicaba dejar de concebir a las personas como meros consumidores para tratarlos como sujetos de derecho. Bajo esa mirada, el Estado debía tener un rol de salvaguarda de ese derecho humano de

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la comunicación y entonces había que poner límites a la cantidad de licencias, había que reconocer desde dónde y a quién se comunicaban esos licenciatarios, lograr una comunicación sin fines de lucro, una comunicación estatal donde los pueblos originarios pudieran dejar de ser objeto de estudios antropológicos y pasaran a transformarse también en plenos sujetos de derechos. Con ese sentido el Consejo para la Consolidación Democrática de Raúl Alfonsín, de los primeros años de los ‘80, ya planteaba la necesidad de la creación de una defensoría del público, como espacio de defensa y ámbito para recibir y canalizar los reclamos de estas audiencias. A lo largo de los períodos democráticos hubo 73 proyectos de ley que fracasaron por el lobby empresario, producto de la fuerte concentración comunicacional y que fue posible gracias a las firmas de funcionarios públicos que no tuvieron ningún prurito en acompañar ese viejo paradigma. Ya durante el nuevo ciclo político iniciado en mayo de 2003, la idea de una nueva ley y la creación de una defensoría de las audiencias se fueron convirtiendo en una posibilidad real. Primero con la lucha de la Coalición por una Radiodifu-


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sión Democrática, que presentó 21 puntos básicos para una nueva ley de radiodifusión y cuyo punto número 20 explicitaba nuevamente la necesidad de crear una defensoría del público. Posteriormente, el Poder Ejecutivo, a cargo de Cristina Fernández de Kirchner, elevó al Congreso en forma de proyecto la gran mayoría de esos puntos. En ese proyecto, los artículos 19 y 20 hacían referencia a la creación de la defensoría y luego fueron convalidados por el Congreso. Y en la última etapa de la ley, afortunadamente todo lo referido a la defensoría no fue judicializado. Si bien el poder concentrado de la comunicación se opuso a la constitucionalidad de tres artículos de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, no puso en cuestión la creación de la defensoría. Esto no es casual porque lo que se estaba discutiendo era, en esencia, la concepción de la comunicación como un negocio y lo que se pretendía era la defensa económica de esa matriz que, por supuesto, viene atada a una matriz simbólica que tiene lógicas de clase, lógicas de producción y lógicas de géneros, que son lógicas estigmatizantes y automatizadas de construir representaciones en los medios de comunicación. La matriz

económica nunca va aislada de la matriz simbólica pero lo cierto es que perdiendo la matriz económica, esa construcción simbólica empieza a deteriorarse. Entonces, una vez que se conformó la Comisión bicameral, se pudo comenzar con la designación de autoridades que indicaba la nueva norma. Yo fui la primer defensora pero cada 4 años va a haber nuevos defensores y defensoras. A partir de esa designación, que fue el 14 de noviembre del 2012, comenzamos con la fundación de este organismo, que no tenía nada desde el punto de vista material, pero que sí tenía el sueño de miles y miles de personas y toda una tradición de participación ciudadana y de defensa del derecho humano a la comunicación. Era necesario comenzar a proponer políticas públicas, lo que fue un desafío extraordinario. Pocos días después de haber sido nombrada participé en un encuentro sobre discriminación en televisión en la provincia de Jujuy y al finalizar me estaba esperando un grupo de personas para hacer la primera denuncia, que tuvo que ver con la falta de acceso a los medios de comunicación para poner en palabras la contaminación que estaba viviendo una comunidad. En definitiva, la gran lucha del pueblo

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argentino ha sido la de hacer que sea posible el hecho de ser dichos por sí mismos para dejar de ser dichos por otros que tienen intereses sectoriales y que no los representan. Ese fue el camino, pensar en un organismo que fuera interdisciplinario, desarrollando una gran capacidad de diálogo, de encuentro, de generar un espacio de reflexión y concientización y trabajar en varias áreas a la vez. Por un lado, desarrollamos una línea de trabajo vinculada con la recepción de los reclamos y denuncias por parte de las audiencias, los nuevos sujetos comunicacionales, para poder amplificar esas voces, para poder corregir las asimetrías que hay con los medios de comunicación y más aún con las corporaciones mediáticas que todavía existen en la Argentina. Por otro lado, trabajamos en la promoción del derecho a la comunicación porque nadie reclama un derecho que no conoce, de manera que es fundamental empoderar a las audiencias con la difusión de cuáles son sus derechos y de qué manera pueden ejercerlos. Advertimos que es necesario trabajar en los distintos espacios de la sociedad: en el barrio, en la escuela, en los sindicatos, en las distintas organizaciones para

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comenzar con la difusión de estos derechos y también desde el ejercicio profesional de la comunicación para entender qué significa comunicar, qué significa tener la responsabilidad social de estar en un medio que es de interés público. Hemos comprendido que no hay democracia sin derecho humano a la comunicación y difícilmente podría haber vivencias de los derechos si el derecho a la comunicación no existiera como tal. Entonces se trata de poder trabajar también con el Estado y de la mano con la sociedad civil porque debemos construir colectivamente el nuevo paradigma de la comunicación. ¿Podrías darnos algún ejemplo concreto de cómo la Defensoría ejerce esas funciones generales que nos describís? Hace un tiempo tuvimos un reclamo de un grupo de chicos que viven en el Barrio Zavaleta que estaban denunciando que una señal de noticiero los señalaba como los asesinos de un policía. En realidad, las imágenes que se mostraban correspondían a una película que ellos habían hecho. Esas imágenes de ficción se habían tomado en


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un programa periodístico y se habían pasado por la televisión como si hubieran sido esos mismos jóvenes los que habían sido detenidos responsabilizados por el asesinato del policía. No es difícil imaginarse la situación por la que tuvieron que atravesar esos chicos y sus familias. Incluso llamaron a la señal y no los atendieron y uno de ellos tuvo que recurrir a un psicólogo, que fue la persona que les recomendó contactarse con nosotros. Inmediatamente después de recibir un reclamo de este tipo, hacemos un informe interdisciplinario de un equipo de investigación donde hay semiólogos, antropólogos, especialistas de comunicación, un equipo de abogados especializados en derechos humanos -que aporta una mirada jurídica- y un equipo de capacitación que propone las buenas prácticas a implementar de manera que el hecho denunciado no vuelva a ocurrir. Todo esto es muy rápido porque entendemos que si se pueden estar vulnerando derechos, esto debe suceder en tiempo real. La Defensoría del Público recibe denuncias las 24 horas los 365 días del año y tiene equipos conformados de manera tal de poder dar respuesta cualquier día a cualquier hora a aquello que se está reclamando.

“El hecho de empezar a considerar a la comunicación como un derecho humano y no como una mercancía generaba una profunda transformación que implicaba dejar de concebir a las personas como meros consumidores para tratarlos como sujetos de derecho”

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En el caso que exponía, como Defensoría, nos pusimos en contacto con los responsables de esa señal y al otro día hicieron sus disculpas públicas, reconociendo que las personas que habían involucrado no tenían nada que ver, que salvaguardaban su buen nombre y honor. Los medios de comunicación dicen mucho más por lo que callan que por lo que realmente dicen, hay muchas voces invisibilizadas, muchos silencios, y eso tiene que ver directamente con los intereses que tienen esos medios de comunicación o sus licenciatarios, los que antes llamábamos los dueños de los medios. Siempre les preguntamos a los denunciantes cómo creen que se repararía el daño que sufrieron. En este caso puntual la respuesta fue ‘que muestren que en nuestro barrio también pasan cosas buenas, que vengan a la Zavaleta, que muestren que existe un grupo de actores del que formamos parte, que le cuenten a la sociedad que existen actores de villas, que eso sirve para incluir a chicos y chicas del barrio y que eso representa una salida laboral’. El canal finalmente hizo este trabajo y mostró un minidocumental sobre actores de villa, sobre la otra realidad ocultada de muchos barrios

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de la Argentina y de esa manera ellos sintieron que se había reparado ese daño inicial, que pudo haber tenido consecuencias muy profundas. La Defensoría trabaja con hechos individuales como éste pero también con capacitaciones en el ámbito de las redacciones periodísticas, con distintos organismos nacionales, provinciales y municipales, haciendo audiencias públicas. Somos el único organismo del mundo que hace sistemáticamente audiencias públicas para consultar cuál es la opinión de la ciudadanía sobre el funcionamiento de la radio y de la televisión. Trabajamos para que no aparezca criminalizada la imagen de la niñez en los medios de comunicación, hicimos 7 audiencias públicas en todo el país, en las que participaron miles de chicos de todas las provincias. Esto es muy importante porque ellos son las principales víctimas de discriminación y estigmatización de parte de los medios. Si un pibe se pelea a la salida de un boliche, se transmite casi como por cadena nacional, pero si ese pibe gana la medalla en las olimpíadas de matemática no se publica ni muestra absolutamente nada. La Defensoría sigue construyéndose día a día. A pesar de 2 años y medio de trabajo seguimos


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en la etapa de fundación e institucionalización y estamos en diálogo con todas las defensorías del mundo. Hemos conformado la Organización Interamericana de Defensoras y Defensores de las Audiencias (OID) para poder intercambiar y enriquecernos porque en Latinoamérica tenemos una agenda común que tiene que ver con la comunicación concentrada, con una imagen sexual y cosificada de la mujer, con la criminalización de la niñez y la adolescencia, con la discriminación por la orientación sexual o identidad de género. Y, además, desde la Argentina venimos trabajando con una perspectiva latinoamericana. En el marco de esa perspectiva latinoamericana, ¿en qué estadio está la Argentina en relación a otros países en materia de defensa del derecho a la comunicación? La Argentina es reconocida como vanguardista en toda Latinoamérica respecto a la consagración del derecho humano a la comunicación. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es la gran expresión de esa transformación y ese despertar de los pueblos latinoamericanos que bogan por

dejar de tener concentraciones comunicacionales tan profundas, que sin dudas van conspirando contra las democracias. La Defensoría del Público también ha tenido el honor de erigirse como una iniciativa que viene siendo replicada en distintos países. Por ejemplo, Uruguay finalmente a fin del año pasado sancionó la ley por una comunicación democrática y ese quórum legislativo contempla la creación de una defensoría del público como la de la Argentina, que es de alcance nacional, que es federal y que, sobre todo, abarca toda la radio y la televisión, sin capacidad sancionatoria y con capacidad de diálogo. Lo mismo viene ocurriendo con Chile, donde la sociedad civil hace poco tiempo se organizó en torno a una asociación como fue la Coalición por una Comunicación Democrática y también están impulsando la creación de una defensoría del público como la de Argentina. En Brasil, con mayores complicaciones por la dificultad para impulsar finalmente una ley por una comunicación democrática, existe igualmente la intención de la sociedad civil de tener un espacio como el de la defensoría del público de Argentina. Hay otros países, como México, que también el año pasado sancionaron sus leyes de comuni-

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cación y en los que se viene dando una batalla por tener defensorías que puedan representar a las audiencias y no a los licenciatarios de los medios de comunicación. Hacías hincapié en que la Defensoría no tiene facultades sancionatorias. ¿Cuál es la actitud que tienen los licenciatarios, frente a los reclamos y los planteos de la Defensoría, respecto de sus prácticas? Hay distintas formas de reaccionar, la primera suele ser la de tomar distancia y rechazar los planteos y en general, suelen cuantificarlos: “¿Cuántos son los que reclaman?”. Para nosotros lo importante no es cuántas personas reclaman, sino cuáles y cuántos son esos derechos que se les están vulnerando y de qué manera se pueden reparar. La Defensoría vino a traer al mundo de la comunicación una perspectiva distinta que tiene que ver con comprender que la judicialización de la comunicación no es el mejor camino para construir una comunicación democrática y que el camino punitivo tampoco lo es. La construcción de una comunicación democrática requiere de espa-

cios de diálogo y de encuentro porque la comunicación es un derecho humano inalienable, que tiene una dimensión individual -la de dar y recibir información-, pero que también tiene una dimensión colectiva y es en nombre de eso que el Estado debe salvaguardarla y debe trabajar para que no se vulneren derechos en el marco de la radio y la televisión. Dentro de ese diálogo los medios llegan a comprender que han vulnerado un derecho y una vez que se toma conciencia la gran mayoría acepta transformar esa realidad. Cuando hablamos de una lógica mercantilista nos referimos a que están automatizados quienes construyen la televisión en nombre del negocio. El minuto a minuto es el rey de las determinaciones en el marco de la televisión esencialmente. Los criterios de producción, los criterios periodísticos tienen que ver con agendas vinculadas a los intereses económicos y, por supuesto, con los intereses ideológicos y políticos también. Pero son los intereses económicos los que fijan qué es noticia y qué deja de serlo. Los trabajadores y trabajadoras de los medios de comunicación nos han trasmitido que existen problemas de salud con esto del minuto a minuto, incluso problemas de

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conciencia, porque la verdad es que ningún trabajador pretende vulnerar un derecho de manera consciente pero en la práctica sucede porque esa lógica se reproduce automáticamente. Entonces lo que hay que cambiar son esas lógicas mercantilistas que están construyendo todos los días programas que puedan vulnerar derechos. Ahora la Defensoría empieza una campaña de apoyo para dejar de hacer televisión con el minuto a minuto. La medición de rating continuaría pero se revisarían las planillas al día siguiente. La clave es que el minuto a minuto no sea el rey de las decisiones informativas y periodísticas en el marco de la televisión. La realidad hoy es que en los noticieros de televisión abierta casi un 30% de noticias son policiales y las noticias sobre educación, ciencia y tecnología, niñez y adolescencia, tienen porcentajes ínfimos y están marginadas de las representaciones construidas en el ámbito de la televisión. En el caso de las mujeres, son objetos de posición y de dominio sexualizado o vaciado para ser asesinado. Dos de cada tres noticias relacionadas con temas de género son sobre femicidios y no se cuenta nada sobre su realidad, sobre su contexto y se termina

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poniendo a la víctima en el lugar del victimario. ¿Quiénes eran los amigos? ¿A qué hora iba a bailar? ¿A qué lugares iba a bailar? ¿Qué ropa usaba? son algunas de las preguntas que se hacen para terminar justificando un femicidio. La transformación es compleja porque es cultural; se trata de poner en práctica nuevos mecanismos de construcción de una comunicación comprendida como un derecho humano. Mientras se siga comprendiendo como información mercantilista tendremos una televisión y una radio discriminatoria como ocurre hoy y no una profundamente democrática como desearíamos. Siempre planteamos que en todas las áreas del Estado se puede construir la profundización del proyecto, ¿cuáles son los desafíos que se piensan desde la Defensoría del Público en ese sentido? La Defensoría debe contribuir a la construcción de una ciudadanía comunicacional, esto es, poder contribuir al orden de la organización de las audiencias y a la promoción de esos derechos para que se apoderen de la Defensoría del Públi-


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co. Ese es nuestro principal desafío. La tarea es consolidar la construcción definitiva de un organismo del Estado Nacional como hemos hecho y para lograrlo es imprescindible que éste sea apropiado por parte de esta nueva ciudadanía comunicacional que está emergiendo. Para que la Argentina pueda profundizar la democracia a través de los medios de comunicación nuestra meta debe ser que no haya persona en Argentina que desconozca la existencia de un espacio como la Defensoría del Público, que no haya persona que no sepa que tiene derecho a querer escuchar, que no haya persona que no sepa que tiene derecho a reclamar por aquello que ve y escucha, que no haya persona que no sepa que puede acceder a una licencia de radio y televisión, que es fundamental la condición colectiva de la construcción democrática, que sepa que también puede reclamar ante los distintos organismos públicos.

Cynthia Ottaviano es periodista, docente y escritora. Se graduó como Licenciada en Periodismo en la Universidad del Salvador y desde 2012 se desempeña como titular de la Defensoría del Público. Anteriormente trabajó en La Prensa, Perfil, Pistas y Noticias, entre otros medios gráficos y radiales. Recibió un premio Rey de España por su labor periodística. Además, es docente de grado y de posgrado en varias universidades nacionales e integrante de la Comisión Directiva de ONO (Organization of News Ombudsmen).

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ROBERTO CABALLERO “Estamos disputando el sentido común pero no somos hegemonía comunicacional” El actual escenario comunicacional desde la óptica de Roberto Caballero, un periodista de pura cepa que analiza los avances y retrocesos en la pelea por un nuevo paradigma cultural acorde a los tiempos políticos que corren.



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¿Qué cambió en el campo de la comunicación en estos últimos años?

portancia tuvo la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual?

Me parece que lo que ha quedado expuesto en los últimos años son los engranajes, los mecanismos del dominio de la agenda pública, esencialmente por parte de grupos empresarios, que en un trayecto largo de la historia se presentaron solamente como grupos periodísticos y, sin embargo, son grupos empresarios con intereses muy específicos, que tienen que ver con el mercantilismo y muy poco con el derecho a la comunicación. Estos intereses quedaron en evidencia y también se comenzó a visualizar de dónde surgen los discursos que han sido parte de la agenda dominante de este país. Eso ya de por sí representa un avance sustancial porque ellos, a partir de su hegemonía, habían invisibilizado esos hilos desde los que manejaban el discurso público. Cuando uno piensa en democracia, el acceso de amplios sectores de la población a la comprensión de ese fenómeno es, ya de por sí, un logro inmenso. A los ojos de la sociedad es el descubrimiento más importante de las últimas tres décadas en términos de democracia.

Creo que la Ley ha sido una fenomenal oportunidad para poner en discusión estas cuestiones e incorporar a gran parte de la sociedad a este tipo de debate. Hoy estamos en una encrucijada en relación a la Ley y a su aplicación porque ésta surgió con una lógica antimonopólica, por lo cual aquellos que la impulsamos nunca nos propusimos tampoco un monopolio público. Surgieron nuevas voces, nuevos medios, nuevas empresas vinculadas a la comunicación que no están estructuradas o verticalizadas como sí ocurre con el monopolio informativo. Estamos en una situación de desventaja frente al monopolio, no hemos podido aplicar en su totalidad la Ley y el mayor grupo oligopólico (Clarín) sigue sin adecuarse. Sin duda, es muy difícil contrarrestar ese arsenal, es como dar una batalla en el mar y no tener portaaviones. Y en ese aspecto es necesario complejizar sobre él por qué de esa situación, cómo fue que llegamos a este punto porque el debate sobre la constitucionalidad de la ley nos insumió 5 años y una vez que se llegó a la instancia máxima de discusión y se ganó, se abrió una ventana para aplicar la adecuación de oficio en ese

En el marco de este nuevo escenario, ¿qué im-

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momento pero esto se demoró en el tiempo. El poder en la Argentina es monopólico, es oligopólico, pero sobre todas las cosas es inteligente. Cuando se sienta a los cuadros empresarios del Grupo Clarín no se sienta a un grupo de gente que no piensa, se sienta a tipos que tienen una inteligencia histórica en el marco del poder que les ha tocado ejercer. Allí, entonces, no supimos aprovechar esa ventana y, frente a esa indecisión de no avanzar en la adecuación de oficio en ese momento, ellos pudieron retrasar las cosas y volverlo a un estado judicial, que es el terreno en el que son fuertes. Es claro que un sector de la corporación judicial actúa como garante de sus propósitos y garante de sus intereses. Cuando pienso en términos de hegemonía, creo que hoy nosotros estamos disputando el sentido común pero no somos hegemonía comunicacional. Hegemonía es cultura más tiempo, es decir, es cultura en el tiempo. Todavía hace falta un tiempo más para lograr una hegemonía y discutir por fuera de una lógica que ya está implantada y que es difícil de remover. ¿Qué rol tienen que tener los medios públicos en la construcción de hegemonía?

Los medios públicos han cumplido un papel clave en estos años. Cuando uno mira la TV Pública o escucha Radio Nacional verifica que la Ley de medios se cumple casi totalmente. En cuanto a discriminación, son los medios que más se ocupan de no discriminar. En relación con la discapacidad, son los medios que mayoritariamente tratan esos temas. No están enfocados en una óptica mercantil sino en una óptica democrática, inclusiva, pluralista. Cualquiera puede comprobar que en el noticiero de la TV Pública la oposición tiene el mismo espacio que el Frente Para la Victoria. Insisto, eso también te pone en situación de desventaja porque vos jugás con las herramientas de nuevo tiempo y los dueños del viejo tiempo todavía siguen jugando con las herramientas que valen y que tienen peso. Y los intentos de contención frente a la avanzada de los otros grupos han sido también insuficientes. Clarín es mucho más que Clarín. América, Telefé o cualquiera de los canales nacionales parten siempre de la agenda que propone Clarín y entonces terminamos discutiendo lo que los accionistas de ese grupo económico quieren que discutamos. Deberíamos repensar si no tendríamos que tener, por ejemplo, un canal de noticias propio en el cable porque la TV Pública por sí sola no puede abastecer

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toda la demanda informativa. Más de una vez, al ver TN, nos damos cuenta que están repitiendo una noticia y miramos la TV Pública y están pasando un documental. Y está bien, alguien se tenía que hacer cargo de pasar documentales en la televisión abierta, de hacer televisión de calidad, pero hoy logramos un nivel de demanda tal en la sociedad que sería muy útil y muy bien recibido un canal de noticias propio, enfrentado a TN, que se identifique con las políticas públicas, que informe con rigor, con todas las condiciones de respeto al derecho a la comunicación pero que responda en el mismo tono al disparo de TN, y eso no se hizo. También hay otros formatos, en Canal 13 se ven muchos programas amigables, los llamados magazine como el de Mariana Fabbiani, que interpelan a un público de la tarde -sobre todo amas de casa-, y en el medio del programa aparecen Massa o Macri bajando línea. Nosotros no construimos eso. La derecha siempre nos aventajó en esto de construir discurso no de “línea”, sino en formatos amables. Es así. Ellos tienen muy claro el manejo de la simbólico y cuentan con la experiencia de lo que ha sido la

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construcción y el manejo del sentido común. El mejor programa político que tiene Clarín hoy es ‘Almorzando con Mirtha Legrand’. Cuando uno camina la calle se da cuenta de que lo que Macri diga en una conferencia de prensa no le importa a nadie, pero lo que dice en la mesa de Mirtha Legrand está resignificado e importa. Y esas cosas te demuestran cómo los grupos dominantes han sabido orientar el sentido común durante años. Y todo tiene que ver con una óptica mercantil, ya que cualquier acción está determinada por la defensa de los intereses del Grupo. Nosotros tenemos que defender muchas cosas, la democracia, el gobierno, los valores culturales, los valores de la ley; ellos son más sencillos, más ejecutivos, sólo defienden sus intereses mercantiles. Otro formato en el que se suele “bajar línea” es la telenovela. Nosotros no pudimos construir la gran telenovela nacional al estilo de Montecristo, que en su momento fue un éxito de Telefé. Esos también son lugares en los que se discute política y que te colocan en un lugar excepcional en términos de disputa por la hegemonía cultural porque te permiten llegar a sectores que en general son reacios al discurso político lineal. Hay telenovelas de Adrián Suar en las que se “bajaba línea” a lo loco mientras Natalia Oreiro


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cantaba. A ellos eso les resulta muy bien y nosotros no hemos podido avanzar en esa construcción clave. Cuando se está construyendo una nueva sociedad, es imprescindible que se haga visible y eso se muestra en las tramas, en los argumentos. Uno podría hacer una historia de amor entre hombre y mujer, mujer y mujer o entre hombre y hombre; ese es el tiempo histórico que nos toca vivir. Hay una ley de identidad de género, otra de matrimonio igualitario, esta es la realidad en la que vivimos. En ese marco, a esa historia habría que sumarle el contexto, como por ejemplo que el enamorado o la enamorada sea militante, o que sea la primera generación de universitarios de la familia. Hay muchas cosas que han pasado en esta década que no están reflejadas en la televisión argentina. Es cierto que lo que se da es una aceptación por volumen, es decir, es tan grande la envergadura de la propuesta de la maquinaria dominante que se hace imposible sustraerse. Pero también es verdad que la historia nos pone a veces ante encrucijadas que debemos resolver con inteligencia.

“El mejor programa político que tiene Clarín hoy es ‘Almorzando con Mirtha Legrand’. Cuando uno camina la calle se da cuenta de que lo que Macri diga en una conferencia de prensa no le importa a nadie, pero lo que dice en la mesa de Mirtha Legrand está resignificado e importa. Y esas cosas te demuestran cómo los grupos dominantes han sabido orientar el sentido común durante años”

Resulta complejo o pensar en una novela o una tira de ficción bien lograda que pueda ser masiva y se emita por la TV Pública.

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“Ciertos medios de comunicación, como parte del aparato de justificación de un sentido común particular, cumplen el papel disciplinador que antes cumplían las fuerzas militares o policiales”

En realidad podría emitirse por otros canales también. Es cierto que cuando la TV Pública se propone algo masivo lo logra, como por ejemplo Fútbol para Todos. En la TV Pública se ha privilegiado una pantalla de mucha calidad, un poco respondiendo al mito de que uno representa sólo “el populismo” y demostrando que la TV Pública también puede ofrecer televisión de calidad. Tampoco hay que tenerle miedo a lo masivo aunque yo no dejo de desconocer que este gobierno ha vivido acosado por distintos factores de poder, que sus funcionarios han vivido acosados y que muchas veces en ese grado de virulencia, uno no puede tener la cabeza siempre fresca para pensar cosas novedosas. Entonces siempre es la pelea entre lo urgente y lo necesario. A veces se hace muy difícil pensar ciertas políticas en el mediano plazo. En cuanto a la defensa de los intereses de una minoría, hay algunos teóricos que colocan a los medios de comunicación en el mismo lugar en el que ponían a los militares en otra época. ¿Tienen tanta fuerza los medios hoy? Hoy sería impensado un golpe de Estado clásico y

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lo que hemos visto en los últimos años es que los golpes que hubo tienen características novedosas, que incluyen movilizaciones callejeras, manejo del humor social y, sobre todo, legitimación del funcionariado público democrático. Y esto se logra con algunas herramientas clave como son los medios de comunicación. Si bien puede lucir exagerado, el paralelismo entre cuarteles y medios de comunicación no deja de ser un horizonte a discutir. Claramente el comportamiento de estos medios responde a una lógica que entiendo es antidemocrática. Monopolio es antidemocracia. No puede existir una democracia con monopolio. Puede haber algo en el medio pero no es realmente una democracia plena. Ciertos medios de comunicación, como parte del aparato de justificación de un sentido común particular, cumplen el papel disciplinador que antes cumplían las fuerzas militares o policiales. Ahora el golpe se da en la cabeza de la gente y eso es lo que está en disputa, la forma que tiene la sociedad para interpretar el lenguaje del poder, los símbolos del poder. Como toda asociación entre cosas que no se ven muy parecidas, la de medios y cuarteles suena exagerada pero no lo es tanto cuando uno ve que el efecto que los monopolios mediáticos tienen

en la vida cotidiana es muy parecido. No vemos un coronel que se mete en la Casa Rosada, pero todos los días asistimos a un acuartelamiento de algunos medios, deslegitimando al funcionariado público. He conocido casos de funcionarios que temieron hacer alguna declaración por no saber cómo sería interpretado y eso es una limitación al funcionamiento democrático. Los medios son corporaciones económicas que le imponen el ritmo y le indican lo que tienen que decir o dejar de decir a los funcionarios elegidos por el voto popular. Habría que seguir profundizando sobre eso para lograr una síntesis, pero lo que está muy claro es que mientras no se reduzca el volumen del altoparlante llamado monopolio, estas discusiones se hacen en el marco de una situación de tensión muy conflictiva. Sin embargo, lo que los grandes conglomerados mediáticos no han podido construir son alternativas políticas. Pareciera que tienen más capacidad de destrucción que de construcción de capacidad política propia. Eso sucede porque tienen facilidad para construir escenarios pero allí interviene un factor importante

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que es la “sociedad kirchnerista” que es crítica y por eso, a ellos les cuesta imponer un candidato. Tampoco es que se proponen una modificación de ciertas estructuras, su meta es la no modificación de ciertos esquemas. El partido de los medios es el partido del statu quo económico. Tampoco les preocupa si es Macri o Massa porque en realidad lo único que buscan es un administrador de sus intereses, entonces al que mejor mida le van a entregar todo su aparato, para legitimarlo y además, dotarlo de un aparato de propaganda impresionante. Pero ellos tienen un problema, no pueden hacer política en los términos en que la sociedad entiende la política. Magnetto no se puede presentar a elecciones porque ellos saben que en ese terreno pierden. Su propuesta es más bien esmerilar, demoler, restarle poder a aquello que pone en juego sus intereses. Después los candidatos van surgiendo, inventan un De Narváez, ahora un Massa. Les cuesta centralizar en una sola candidatura porque su objetivo estratégico no es ese, sino lograr que el kirchnerismo no posicione un candidato. En esa línea es interesante el caso Boudou, que va a ser un caso para analizar a futuro, porque es un funcionario que le hizo perder 6 mil millones de dólares a los dueños de las AFJP

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que eran bancos, empresas, el mimso grupo Clarín, y que luego termina fusilado mediáticamente y sin poder aparecer en público siendo el vicepresidente de la Nación. La satanización que hicieron sobre un eventual continuador de las políticas del kirchnerismo ha sido despiadada y, en parte, la estrategia del kirchnerismo de demorar la elección de un candidato también respondió a eso: evitar que el candidato elegido para dar continuidad a este proyecto terminara en la zanja mediática. Hemos escuchado muchas veces que Mitre creó un diario como respaldo de su proyecto político, como una tribuna de doctrina y en realidad no le preocupaba la historia como pasado, le preocupaba la historia como futuro. Quien controla esa capacidad de crear sentido en el futuro es quien tiene el poder. Ellos saben que el kirchnerismo tiene que pasar al futuro como algo que no sea reivindicable y sobre eso trabajan, para enlodarlo, sacrificarlo y para que dentro de 15 o 20 años cuando se investigue sobre el kirchnerismo todo sea repudiable. La transformación del Estado implica un proceso en términos de tiempo, de esfuerzo, de construcción y del cambio de la correlación de fuerza.


ENTREVISTA - ROBERTO CABALLERO

La mejor defensa de este proyecto político es planteando los desafíos, no solamente haciendo una enumeración de todos los logros. Creo que este gobierno tiene los mejores enemigos que un proceso democrático pudiera tener pero también es cierto que es una carga difícil de sobrellevar y que tiene sus claroscuros. La idea de una novela es interesante para pensar, aunque algunos puedan creer que en coyunturas como la pelea contra los fondos buitres es de marcianos, pero alguien la tiene que pensar para que dentro de 25 años no estés discutiendo otra vez sobre los fondos buitres y, sobre todo, para que la epopeya de estos años no quede ajena a la Historia, para que tenga una continuidad. Hay muchos monopolios, no solamente los mediáticos, y todo lo avanzado para desarmarlos debe mantenerse para que Argentina no retroceda en los próximos 20 años.

Roberto Caballero es periodista y conduce el programa Mañana es hoy en Radio Nacional. Dirigió la revista Veintitrés y el diario Tiempo Argentino. Es autor de “AMIA, la verdad imposible”, coautor con Marcelo Larraquy de Galimberti de “De Perón a Susana“ y coautor con María Seoane de “El Nieto”.

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TRISTÁN BAUER “El Estado tiene que tener un rol de vanguardia en materia de comunicación” El presidente de Radio y Televisión Argentina Sociedad del Estado conversó con ANDUMA acerca de la conformación de esta empresa pública de la que dependen todos los medios estatales y analizó el papel clave de los medios públicos en la vida democrática.



ANDUMA - CUADERNO DE COMUNICACIÓN

¿Cuáles son las principales funciones y responsabilidades de la sociedad estatal Radio y Televisión Argentina (RTA)? ¿Qué cambios implicó la creación de RTA en cuanto a lo que era el funcionamiento previo de los medios de comunicación estatales? Yo creo que en estos años los argentinos hemos avanzado mucho en el concepto general de comunicación. Han sido años de profundos debates y grandes construcciones. Mi origen es como director de cine, vengo recorriendo el camino de la construcción del relato audiovisual desde hace muchos años y desde que asumí, primero la creación y la conducción de Canal Encuentro, después la Dirección del Sistema Nacional de Medios Públicos y más tarde, de la mano de la Ley de Medios, la creación de Radio y Televisión Argentina (RTA), me parece que son muchos los pasos que hemos dado. Concretamente, RTA es una sociedad del Estado que nace de la mano de la ley y tiene la responsabilidad de la conducción de los medios públicos nacionales, esto es, la Televisión Pública -Canal 7-, un canal con área de cobertura de la zona de Trenque Lauquen y el sistema de las radios nacionales: la 870 -Radio Nacional-, que comprende un sistema de 48 radios que están distribuidas a lo largo y ancho del país. Han sido años de muchísimos cambios, de federalización

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de la producción, de un Estado que se hace presente y también, los años de digitalización de la televisión. Y no debemos analizar la digitalización de la televisión como un fenómeno técnico o ingenieril, sino como un fenómeno social. Básicamente, los objetivos que tiene nuestro sistema de radio y televisión argentina son los que nos marca la ley. Para nosotros la televisión y la radio pueden ser grandes despertadores del ser humano, de la sociedad. Uno de los lineamientos fundamentales que nos marca la ley es el respeto por los derechos humanos, es entender el derecho a la información como un derecho humano, lo que implica trabajar por la educación y por la igualdad desde los medios. Hoy, gracias al mandato de la ley y al trabajo de todos estos años es una realidad aquello que se decía pero que no se hacía: que la Televisión Pública y las radios lleguen de verdad a todo el territorio nacional. También hemos avanzado muchísimo en todos estos años en el trabajo por la identidad nacional y no solos, sino hermanados con todos los proyectos de América Latina. Otro aspecto destacado de la ley es la niñez y la creación de un canal específico en el Ministerio de Educación como “Paka-Paka” y el desarrollo y los trabajos conjuntos entre esta señal y la Televisión Pública son muy importantes para cumplir con todos estos objetivos que nos marca la ley.


ENTREVISTA - TRISTÁN BAUER

¿Qué desafíos tuvo la creación de Canal Encuentro? ¿Con qué obstáculos te encontraste a la hora de plasmar tus proyectos? Estamos hablando de 10 años atrás, en ese entonces era otro país. A Néstor le gustaba decir que “estábamos en el infierno”, lo definía de esa manera. Yo lo conocí a Néstor cuando él era gobernador de la provincia de Santa Cruz y nosotros estábamos haciendo “Iluminados por el Fuego”, mi último largometraje de ficción y de ahí nació, entre otras cosas, una amistad muy linda. Entonces, cuando Daniel Filmus (Ministro de Educación de la Nación en ese momento) empezó a ver la necesidad de crear un canal de televisión educativo, los dos desafíos fundamentales eran el concepto de “televisión educativa”, que se la concebía como una televisión de mala calidad, aburrida, sin ninguna posibilidad de masividad y, por otra parte, un proyecto dentro del Estado (recordemos lo que era “aquel Estado”) en un contexto en el que era del sentido común la idea de que “desde el Estado no se pueden hacer las cosas bien”. En ese sentido, cuando uno analiza la línea de los cambios en la comunicación audiovisual en la Argentina, ve que Canal Encuentro hace el primer mojón. Me parece que en aquel momento su irrupción en la televisión argentina demostró que desde

el Estado se pueden hacer productos de calidad y atractivos, y que la televisión educativa puede ser masiva y bien ponderada por la sociedad; esos dos elementos fueron desafíos y bisagras fundamentales. ¿Por qué estaba tan deteriorada la imagen de la televisión pública argentina? ¿Por qué era tan poco popular? Lo que sucede es que había habido un intento de destrucción de la televisión pública que se llevó a cabo por varias vías, principalmente mediante la desinversión absoluta. Cuando tomamos el control, este canal estaba igual que en la creación de la televisión a color, en 1978, de manera que se lo había transformado en un museo en funcionamiento, sólo sostenido por el trabajo y la perseverancia de los técnicos que hacían que esos equipos, que ya estaban para el museo, siguieran funcionando. Después el Grupo Clarín decidió sacarlo de la grilla de los canales de aire y ponerlo en el número 6 del cable. Esto, que por un lado fue positivo porque lo alejó de la zona de “zapping caliente”, por otro, lo convirtió en un canal que quedaba en una zona donde tenía interferencia porque el cable todavía era analógico en esos años. La televisión pública era, así, una televisión que, o no se veía, o no se

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ENTREVISTA - TRISTÁN BAUER

escuchaba. Y es muy difícil tratar de impulsar a los equipos de trabajo a que hagan una televisión de calidad con esos equipos y esos sistemas de transmisión, a lo que se sumaba esa ubicación en la grilla; era prácticamente imposible. El canal y las radios nacionales habían sido claramente llevados a un lugar de marginalidad y destrucción con la idea de extinguirlos. ¿Y cómo se continuó el proceso una vez que, con la experiencia de Encuentro, quedó demostrado que la televisión estatal podía ser educativa y de calidad y, además, atractiva para muchos? Inmediatamente o en simultáneo con la creación de Encuentro, vienieron las reuniones con Gabriel Mariotto y las discusiones sobre la Ley de Medios. La propuesta de aquel mapa mediático, que de la mano de la ley de la dictadura había quedado marcado por una concentración monopólica, debía ser rota con la sanción de una nueva ley. Y esto debía ser hecho a través de un debate social, público y abierto. Me parece que ese es otro momento extraordinario para nuestra sociedad, muy rico. Nosotros participamos muy activamente. Es por esos días que me llamó la Presidenta, cuando yo todavía estaba dirigiendo el Canal Encuentro, y me convocó para dirigir lo que en

ese momento era el Sistema Nacional de Medios Públicos y para iniciar allí una transformación absoluta y sumergirnos desde ese lugar en todo el debate de la ley. Nuestra consigna fue trasladar aquí el mismo concepto de calidad que habíamos desarrollado en Canal Encuentro, sabiendo que éste era un proyecto de una magnitud totalmente distinta, mucho más amplia, con 60 años de historia. La meta era profundizar en esa línea para poner de nuevo de pie la radio y la televisión argentina. ¿En qué momento nació Paka Paka? ¿Cómo fue esa experiencia? De alguna manera fuimos viendo la necesidad. Primero hicimos un análisis. En ese momento tenía 50 años y veía que mis hijos y todos mis sobrinos se habían formado viendo televisión infantil mediante el cable. Y la televisión infantil que veían consistía en 7 canales de televisión, preparados y diseñados para los niños de América Latina. Esos 7 canales estaban pensados y generados en los Estados Unidos y aún lo están. El problema es que desde el lenguaje que utilizan hasta el modelo cultural que los inspira son ajenos a nuestra matriz cultural. Y están muy bien pensados porque arrancan con “Baby Channel” y luego tienen un canal para cada edad. Es decir, están

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“La irrupción de Canal Encuentro en la televisión argentina demostró que desde el Estado se pueden hacer productos de calidad y atractivos, y que la televisión educativa puede ser masiva y bien ponderada por la sociedad”

muy bien diseñados para que los niños vayan pasando de una señal hacia otra durante toda su infancia. Los argentinos tenemos generaciones y generaciones que se formaron viendo esos canales. Se ve muy claro en el doblaje, que dicen que le pertenece a todo el mundo pero en realidad no le pertenece a nadie y moldea culturalmente. En función de todo eso, vimos la necesidad clara de que aquello que había surgido como una franja de Encuentro, Paka-Paka, se transforme en un canal integral, donde participaran y tuvieran visibilidad nuestros niños y donde también se expresara nuestro modelo cultural. Fue una experiencia muy rica e interesante poder narrar nuestra historia con personajes como Zamba , que es muy importante para los chicos argentinos. Fue diseñando con mucho cariño, viendo su relevancia y pensando cómo, a partir de él, podíamos contar un montón de cosas sobre nuestra historia. ¿Cuán importante fue para el nuevo sistema de medios públicos la televisión digital? ¿En qué estado de la transición entre lo analógico y lo digital estamos? El paso de la televisión analógica a la televisión digital fue muy significativo. Ese cambio, que es un cambio tecnológico, también lo abordamos desde una perspectiva

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ENTREVISTA - TRISTÁN BAUER

política y social y me parece que eso nos ayudó mucho a seguir avanzando. Además, fue un proceso muy hermoso porque todos los países latinoamericanos –a excepción de Colombia- debatimos y elegimos de manera común optar por la misma norma, lo cual nos ayuda mucho en cuanto a soberanía y en cuanto a poder desarrollar proyectos en forma conjunta. La transición del blanco y negro al color había sido muy distinta porque cada país de América Latina optó por una norma distinta, unos por el NTCC, otros por el PAL-B, otros por el PAL-N, otros por adaptaciones del sistema francés. Sin duda, el hecho de que todos los países de la región hayamos elegido colectivamente, nos ayudó mucho para hacer la transformación tecnológica en cuanto a la producción, para dejar atrás los sistemas analógicos considerando la dificultad que representaba que, por ejemplo, nuestra planta de transmisión era la misma que había armado la dictadura en 1978 y no se habían hecho inversiones de ningún tipo. Toda esta reconverción se hizo con la colaboración de Japón y pudimos llegar a la alta definición en la televisión digital y este canal se transformó en un canal de vanguardia en la Argentina y en América Latina. Durante los años de neoliberalismo el sector privado era el que hacía las transformaciones y el Estado el que quedaba relegado y avanzaba mucho después o no avanzaba,

como en el caso de la televisión. Este fue un cambio en el que el Estado asumió un protagonismo muy importante. Hoy estamos transitando la mitad de ese tiempo de lo que se llama el “apagón digital”, que ya se produjo en muchos países del mundo y sobre todo en lo que es cobertura avanzamos muchísimo. Tener hoy el 80% de la población con cobertura de televisión digital terrestre y el 100% del país, incluyendo las bases de la Antártida, con cobertura satelital, es un motivo de orgullo. Por supuesto que hay mucho por recorrer aún pero hemos avanzado enormemente y me parece que ahí el protagonismo de Julio De Vido y del Ministerio de Planificación a su cargo han sido ejemplares. ¿Cómo impacta el pensar la televisión y todo el sistema de comunicación después del cable? Yo creo que una de las cosas que avanza más rápido en el mundo actual es la comunicación y lo hace de forma vertiginosa. Nosotros, que estamos sumergidos en el tema, viajamos a seminarios y a distintos encuentros en todo el mundo y lo que se advierte, a simple vista, es que el avance tecnológico y global de la comunicación se da con una rapidez inédita: la aparición de internet, de la web, de redes y de fibras ópticas. Hoy todo el planeta

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está vinculado por fibras ópticas y antes la información o específicamente la generación de discursos audiovisuales, estaba concentrada en un grupo pequeño. Hoy, la gran diversidad de nuevos dispositivos, las camaritas que tienen los celulares y todo el resto de aparatos, sumado a las posibilidades de edición hacen que la generación de discurso audiovisual sea exponencialmente mucho mayor. La humanidad nunca vio esto. Desde la primera escritura de las tablillas sumerias, o con la imprenta, todo lo que pasó en estos últimos diez años es claramente superior a lo sucedido en toda la historia de la humanidad. Entonces, la tv digital significa un cambio importante pero lo que se denomina convergencia, redes sociales, nuevas tecnologías, hacen que el panorama sea mucho más amplio y lo notable es cómo la llegada de un nuevo celular, de una nueva laptop, cambia en el hogar el hábito de consumo de un día para el otro, y cómo las fuentes de información y comunicación van cambiando rápidamente. Las estadísticas ya hablan de que un 50% de la población de Estados Unidos se informa por las redes sociales y no por los medios tradicionales. Esto nos sumerge a nosotros en un mundo de transformación muy profundo. En el directorio de RTA tenemos muy en claro esto y si bien somos Radio y Televisión Argentina, estamos sumergidos en esta transformación e intentando y dise-

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ñando proyectos, haciendo inversiones para participar de este cambio, donde lo que está ocurriendo fundamentalmente es que ese esquema tan rígido de un emisor y un receptor aislados (típico de la radio y la televisión) se está quebrando y se está reemplazando por un lenguaje de la comunicación con un ida y vuelta mucho más fluido y mucho más fuerte. Y en esa diversificación y ese pensar la comunicación de un modo distinto, ¿qué rol tiene que tener el Estado? El Estado tiene que tener un rol de vanguardia en materia de comunicación. Nosotros tenemos una responsabilidad enorme en estos tiempos. El Estado del que hablábamos antes, el de diez años atrás, era un Estado que había decidido quedarse ausente de esto y dejarle su lugar al sector privado con el interés propio de éste y admitiendo los monopolios que se fueron generando. No dudo de que el sector privado sea importante y las organizaciones no gubernamentales son fundamentales pero el Estado tiene un rol de protagonismo muy grande, en cuanto a la inclusión por ejemplo. Nosotros recorremos algunas provincias y cuando vemos que en todas las aulas de la provincia de La Rioja, todos los niños están


ENTREVISTA - TRISTÁN BAUER

con una computadora y tienen internet en las escuelas, eso nos parece un cambio fundamental. Cuando desde el Canal Encuentro hacemos proyectos para esas computadoras y generamos una televisión absolutamente participativa o hecha desde esa computadora y que termina en una pantalla pública, comprobamos la magnitud de los desafíos que enfrentamos. El Estado es el actor fundamental de esta transformación y en él está la clave para trabajar sobre el concepto de igualdad. ¿Cuál es tu visión sobre Fútbol para Todos?

Tristán Bauer es cineasta y se desempeña como presidente de Radio y Televisión Argentina Sociedad del Estado desde su conformación en 2009. Anteriormente, dirigió el Sistema Nacional de Medios Públicos y fue el encargado de la creación de Canal Encuentro en 2005.

Futbol para Todos (FPT) es otro elemento fundamental del conjunto de grandes transformaciones de todos estos años. Si bien para muchos esa decisión parecía de una gracia extraordinaria en esos tiempos, hoy, vista en perspectiva, es claro que desde ahí se logró un elemento social, una nueva manera de comunicar. Además, es una política que significó una ruptura en cuanto a la manera de entender lo que es el Estado a nivel comunicacional. Creo que recién dentro de algunos años, vamos a poder ver la profundidad de lo que significó FPT en tanto elemento de democratización de la comunicación.

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LUCRECIA CARDOSO “El cine debe ser, además de una industria que crece, un hecho transformador” Una de las apuestas fuertes en materia de democratización de la comunicación ha sido el incentivo para la producción de nuevos contenidos audiovisuales para cine y tv con el objetivo de lograr su desconcentración. El INCAA juega un papel clave en ese terreno y sobre esto nos brindó detalles su titular, Lucrecia Cardoso.



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¿Qué es el INCAA? ¿Cuáles son sus principales funciones? Históricamente el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) se dedicó al fomento de la industria cinematográfica y esto cambió básicamente con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, a partir de la cual comenzamos a tener competencias también en el fomento de la televisión. El fondo de fomento del INCAA se compone por una parte, con el 10% de cada entrada de cine vendida en el país y por otra, con un porcentaje de lo que recauda la AFSCA de la media publicidad televisiva. En este sentido es una entidad autárquica y su presupuesto no pasa por el Ministerio de Economía. La autarquía es un recupero industrial, ya que el concepto es que las artes audiovisuales generan un ingreso, que vuelve para fomentar nuevos contenidos. A veces se escuchan comentarios del tipo: ‘¿Por qué no se compran insumos hospitalarios con esos fondos?’. Lo que no comprende quien dice eso es que ese dinero es una recomposición de la misma actividad y esa es la lógica con la que debe pensarse. Con la llegada de la Ley de Medios y el desarrollo de la Televisión Digital Abierta (TDA), para el INCAA se abrió un abanico de nuevas acciones, de políticas, de misiones

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que tienen que ver con el fomento de la televisión en el marco de la TDA y, en simultáneo, comenzamos a armar un esquema de alianzas que nos permitió hacer crecer mucho nuestro trabajo, sobre todo a través de las alianzas con el Ministerio de Planificación, con la Secretaría de Medios y con la AFSCA. Estas políticas se diseñan con una impronta: ¿Cómo ayudamos al cumplimiento de la Ley desde nuestra tarea? Desde nuestro foco de trabajo tenemos que centrarnos en los contenidos y los principios de la Ley desde el punto de vista de los contenidos son la federalización de los contenidos, la producción de contenidos nacionales locales e independientes, las cuotas de pantalla, etcétera. Nosotros trabajamos en el seguimiento de ese aspecto de la Ley, no sobre el de la desmonopolización o sobre la desconcentración patrimonial de licencias que suelen ser los temas que hegemonizan la agenda. Es importante tener en claro que la Ley de Medios no sólo apunta a desmonopolizar la propiedad de los medios, sino también, a desconcentrar la producción de contenidos. Hasta hace algunos años, antes de la Ley de Medios y de los planes de fomento de la TDA, el 90% de la ficción venía del área metropolitana y la producían 5 productoras de 3 empresas. Esa situación cambió radicalmente y hoy tenemos más de 500 series, entre documentales, ficciones, animaciones y contenidos multiplataforma, que vienen


ENTREVISTA - LUCRECIA CARDOSO

de todas las regiones del país. El mapa de la producción audiovisual de nuestro país debía transformarse. Tan importante como el ordenamiento del espacio radioeléctrico y el cambio en cuanto a la propiedad de las licencias era la reconfiguración respecto de quién produce los contenidos y desde qué lugar geográfico. La producción independiente de cine siempre existió porque el INCAA ya funcionaba con un fondo de fomento que fue cambiando en su composición pero que estaba desde su origen. La ley que le dio vida fue una conquista del propio sector, especialmente a partir de su modificación en el año 1997, y nació con esa impronta. Así como el sector participó activamente de esa ley también tuvo intervención en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Editores, directores, productores, gremios vinculados a la producción, técnicos, actores, participaron activamente desde COSITMECOS (Confederación Sindical de Trabajadores de los Medios de Comunicación Social y Audiovisual de la República Argentina) en la Coalición por una Radiodifusión Democrática, y después también en la elaboración del anteproyecto de ley. ¿De qué modo se implementa el incentivo a la producción de contenidos audiovisuales para TDA?

Cuando nos llegó la posibilidad de desarrollar planes de fomento para la TDA de la mano del Ministerio de Planificación lo que hicimos fue diseñar un esquema con un formato similar al que el INCAA ya venía promoviendo en el cine y que tiene que ver con los concursos federales. Esos concursos dividen al país por región, para que nunca se concurse dentro de un distrito único porque eso genera desniveles. Para nivelar esas asimetrías se divide al país en 6 regiones y no se requieren antecedentes de haber producido para participar. Desde el INCAA acompañamos la preselección y selección de esos proyectos, ofrecemos capacitaciones en guión, producción, en dirección de arte cuando se trata de animación. Y una vez elegidos los proyectos ganadores por región, se designa un tutor que acompaña todo el proceso de producción. Hoy, de los 527 proyectos de contenidos para TDA seleccionados, 526 finalizaron exitosamente. Este es un indicador que no existe ni en el cine ni en ningún lado. Lo que queda a la vista es que había una gran necesidad de fondos para producción de contenidos para televisión porque había talento, recursos humanos y sólo faltaban los recursos económicos. Cuando éstos llegaron, fueron tomados con mucha responsabilidad por parte del sector de la producción a nivel federal. Y otro dato importantísimo es la distribución geográfica del total de esos proyectos porque hoy más del

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60% de la producción de contenidos proviene de afuera del área metropolitana, tanto en ficción, como en animación, documental y ensayos de contenidos multiplataforma. ¿Cómo fue la experiencia del canal propio del INCAA? INCAA TV surgió como una iniciativa de la Presidenta de la Nación quien se comunicó con Tristán Bauer para decirle que era necesario que haya un canal de cine nacional. Él habló con Liliana Mazure, que estaba al frente del Instituto en ese momento, y sin más se comenzó a trabajar. El Instituto es un fondo de fomento y como tal no se queda con los derechos de las películas que se producen sino que éstos son del productor para que los ingresos que se generan promuevan, a su vez, el desarrollo de una industria, para que se sigan generando y circulando contenidos, y estimulando nuevas producciones. Entonces en el proceso de recompra de derechos que significó poner una pantalla propia al aire, todo el sector de la producción cinematográfica nacional tuvo la mejor predisposición para volver a ofrecer sus películas para el canal del INCAA. ¿Cuánto cine se produce en Argentina en comparación con otros países?

Si se hace una comparación general del desempeño tanto en festivales y mercados internacionales, como en la taquilla interna y en la circulación internacional, se puede decir que Argentina lidera Latinoamérica en cuanto a producción cinematográfica. En ese aspecto nuestro país está muy cerca de Brasil y México. En Argentina se produce mucho cine: el año pasado se estrenaron 168 películas frente a las 48 que se habían estrenado en 2003. Ese conjunto de obras audiovisuales no surge de las mismas vías de fomento. Hay 3 vías industriales y una vía digital. De esas 3 vías industriales, el año pasado se estrenaron 59 filmes y el resto fueron documentales digitales. Para medir el desempeño es muy importante verlo en relación a lo que se invierte en producción. Se produce mucho, pero lo que es competitivo en las salas es lo que corresponde básicamente a estas 3 primeras vías. Con esa producción logramos uno de los mejores desempeños en la región. Del total de entradas que se venden hay una media histórica del 10% para Argentina hasta el año 2013 cuando saltamos al 15% y en 2014 al 18%. Esto se traduce en más de 8 millones de entradas vendidas para el cine nacional en Argentina. Brasil tiene alrededor de un 10% y Chile un 4%. Tenemos una gran producción, también estamos creciendo mucho en la comercialización internacional pero por sobre todo tenemos un gran reconocimiento del públi-

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“La Ley de medios no sólo apunta a desmonopolizar la propiedad de los medios, sino también, a desconcentrar la producción de contenidos. Hasta hace algunos años, antes de la Ley de medios y de los planes de fomento de la TDA, el 90% de la ficción venía del área metropolitana y la producían 5 productoras de 3 empresas. Esa situación cambió radicalmente y hoy tenemos más de 500 series que vienen de todas las regiones del país”

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co y una mejora en la taquilla interna. Hay un segundo dato que es que la exhibición en su conjunto creció notablemente. En 2003 se vendieron 34 millones de entradas y en 2013, 47,5 millones. Esto habla de la recuperación económica y también de la recuperación y ampliación de derechos, como el derecho al trabajo, a la jubilación, a la alimentación y educación fortalecidos a través de la Asignación Universal por Hijo, que permite invertir en consumos culturales. La participación del cine argentino creció más sobre el total exhibido y en 2014 llegó casi al 20%. Desde luego, el 80% restante sigue siendo una cifra alta con la cual competir, sobre todo porque es un mercado muy hegemonizado por la producción norteamericana. Estados Unidos produce 500 películas por año aproximadamente. Con sólo 30 películas ocupa el 90% de la pantalla mundial. Todo el fondo de fomento del INCAA no llega ni al presupuesto de una película grande norteamericana. Es importante tener en cuenta que estadísticamente hay que producir 10 películas para que a una le vaya bien. Si nosotros no produjéramos 100 películas no tendríamos la cantidad de películas que actualmente tenemos con un gran desempeño tanto en el mercado interno como en el mercado internacional y en festivales internacionales.


ENTREVISTA - LUCRECIA CARDOSO

¿Y en la televisión es más difícil medir el porcentaje de producción nacional? Ahí hay un problema porque el mercado de la televisión es también un mercado muy concentrado desde la producción y desde la tenencia de licencias. En estos últimos años surgieron nuevos actores que se suman a los 44 canales públicos y privados que había nucleados en ATA (Asociación de Teleradiodifusoras Argentinas) y en el Consejo Federal de la Televisión Pública. Se trata de canales provinciales, canales de universidades, los canales del Estado Nacional. Hasta entonces los canales eran en su mayoría repetidoras de Artear y Telefe. El sistema de recaudación de pauta que financiaba esa producción está concentrado en el área metropolitana y esa medición de audiencia también está concentrada en el área metropolitana. Eso todavía no se desconcentró. Ahora hay experiencias como el SIFEMA (Sistema Federal de Medición de Audiencias), que además de medir los ratings tiene escalada a nivel nacional y puede reflejar qué cambios se generaron a partir de la producción y exhibición de nuevos contenidos en las pantallas de todo el país. Ese es un dato que todavía nos falta, en términos de que se están construyendo nuevas herramientas para lograrlo. Ese nivel de concentración de la pantalla cambió, se amplió el universo

de canales, se redistribuyó la pantalla para ir acompañando el funcionamiento de la Ley, por eso los contenidos que nosotros fomentamos desde TDA van a canales públicos y ahora también a privados para cumplir con las cuotas de pantalla. Pero para eso todavía no hay una medición. Hay que trabajar sobre esas herramientas porque se federalizó la producción, se federalizó la pantalla y ahora falta federalizar la pauta y, para esto, la medición sirve. Retomando el tema de la industria cinematográfica, ¿los dueños del sistema de comercialización también son empresas multinacionales? En nuestro país los multipantalla (Village, Hoyts, Cinemark) concentran aproximadamente un 50% de las pantallas y un 60% de la recaudación. Por otra parte, hay exhibidores nacionales, exhibidores independientes que suelen ser nacionales, los cuales constituyen el restante 50% y obtienen el 40% de la recaudación. Esa es la composición de la exhibición en Argentina. En otros países los multipantalla tienen porciones más amplias que llegan, incluso, al 80%. Y en cuanto a la distribución, que está a cargo del productor, el distribuidor y la sala, hay distribuidoras internacionales y nacionales. Eso es consecuencia del fomento al cine que genera una producción independiente y ésta a

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su vez, produce distribución y la consecuente exhibición. ¿Cuál es tu visión sobre los grandes cambios tecnológicos a los que venimos asistiendo? Hoy cualquiera puede hacer una película sólo con una pequeña cámara, sin una gran necesidad de recursos. Es un debate muy interesante que tiene que ver con el lenguaje de lo que se produce. La producción cinematográfica está atravesada por el salto tecnológico, por la digitalización. Hoy se produce diferente, se exhibe diferente y eso permite, también, una distribución diferente. Sí es cierto que ese mercado sigue concentrado y hay mucho en que trabajar en cuanto a la presencia de cine nacional en las pantallas pero hay cuestiones que facilitan o promueven la producción. La digitalización, por ejemplo, va facilitando el acceso a la producción pero también ayuda a la concentración de ese mercado. Porque si sos un productor que hizo una primera película, necesitas menos plata para hacer más copias, eso debería facilitar la distribución, pero eso también le facilita la distribución a los más grandes entonces la desigualdad se repite. Democratiza en la producción, pero a la vez ayuda a la concentración. Entonces todo el tiempo hay nuevas regulaciones para un mercado que está cambiando permanentemente, como

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la regulación a la cuota de pantalla que el INCAA establece sobre la cantidad de películas que tiene que exhibir cada pantalla y que estipula que cada 3 meses tiene que haber 2 semanas de películas argentinas. Describiste cómo se transformó la pantalla a partir de la vigencia de otros derechos en el marco de este proyecto nacional, ¿cómo fue el impacto en el sector? Y más allá de las cosas que se hicieron, ¿cuáles son los desafíos pendientes? Creo que el mayor impacto de estos 12 años de gobierno tiene que ver con el desarrollo increíble que tuvo el sector en este período. Pero insisto en que no hay cine que pueda desarrollarse en un país que no se desarrolla y un proyecto de país tiene que contener el desarrollo cultural que incluye el derecho a la comunicación como un derecho básico y pilar de ese modelo. El sector fue sujeto en la construcción de esas herramientas. Ya había algunas herramientas como el fomento a la industria cinematográfica pero cuando surge la Ley de medios y aparece el fomento a la TDA, esto impacta muy fuerte sobre la federalización de la producción cinematográfica. Hoy, por ejemplo, tenemos películas producidas en Córdoba, que ganan premios internacionales y tienen un gran desempeño interno.


ENTREVISTA - LUCRECIA CARDOSO

Otra cuestión que impacta mucho es lo que tiene que ver con los relatos de nuestra historia nacional. Y es un tema difícil porque nuestro sector se mueve entre dos andariveles: el derecho y acceso a la cultura y a la comunicación, y el desarrollo de una industria que genera puestos de trabajo. Pero sin duda es un hecho transformador y revolucionario que se cuenten en formato audiovisual los mitos populares, las historias de nuestros héroes nacionales, los modos en que se vivió en determinadas regiones del país. Hasta ahora en lo audiovisual también teníamos una versión oficial de la historia y eso ahora está cambiando. Y, además, cuando ese contenido se encuentra con su público es transformador nuevamente. En cuanto a cómo podríamos profundizar lo realizado, lo que necesitamos hoy, que la producción audiovisual en la Argentina es federal, es democrática y que su acceso permite la diversidad de los contenidos que se producen, es que se consolide en un modelo de negocios regional con el acompañamiento del Estado, pero también con la federalización de la pauta publicitaria, con la tenencia de licencias de los canales regionales, la presencia del trabajo registrado en las provincias. El ejercicio del derecho a la comunicación y el cine, como una de sus bajadas prácticas, debe ser, además de una industria que crece, un hecho transformador.

María Lucrecia Cardoso estudió Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires y es la presidenta del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) desde enero de 2014. Antes de ser designada al frente de este organismo, se desempeñó en el instituto como gerenta de Acción Federal y luego como vicepresidenta, en tanto entre 2003 y 2008 cumplió funciones en el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Nación.

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GLENN POSTOLSKI “No sólo se va a profundizar la aplicación de la ley, sino que va a costar retroceder con lo que ya se conquistó” La nueva ley de medios tuvo un fuerte impulso de sectores universitarios, especialmente de las carreras de comunicación de distintas facultades del país. Glenn Postolski, ex director de la carrera de Comunicación de la UBA y actual decano de la Facultad de Ciencias Sociales, mira en perspectiva el proceso de sanción de la ley y reflexiona sobre el escenario que se viene.



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¿Qué participación tuvo la universidad en la militancia de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual? ¿Cómo se intervino puntualmente desde la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA? La discusión sobre una nueva ley democrática de medios nació con el retorno de la democracia a mediados de los ‘80. Durante toda mi formación como estudiante, como recién graduado, como docente, la necesidad de una ley siempre era un tema de discusión. Se ponía en cuestión cómo el marco legal con el que funcionaba el tema de medios en la Argentina era una herencia de la dictadura y su lógica era absolutamente mercantilista. Hubo distintos intentos y formas de militar y poner en discusión el tema, lo cierto es que los ‘80 fueron años en los que la cuestión se volvió prioritaria y surgieron decenas de proyectos. En los ‘90 el menemismo llevó adelante una serie de iniciativas cimentando la alianza con los sectores más concentrados, entonces la verdadera discusión se limitó a los núcleos académicos vinculados con radios alternativas, con algunos sindicatos, pero nunca pasó a ser tema de agenda social. En la crisis del 2001 hubo una con-

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fluencia de factores que desnudó la lógica del funcionamiento de varias instituciones, entre ellas, la del sistema de medios. En ese momento hubo una crisis que atravesó de muchas formas las relaciones entre la sociedad y sus diferentes formas de representación, inclusive la mediática, y eso generó algunas fisuras que comenzaron a abrir un horizonte de posibilidades. Los medios se abroquelaron como factor de poder, ya no sólo simbólico, sino también económico, pasaron a ser parte de AEA (Asociación de Empresas Argentinas) y se desenmascaró su verdadero lugar: no como mediadores de otros poderes, sino como poder real, económico y mediático. El momento en que se agudizaron ciertas contradicciones implicó una confrontación con un gobierno que había encarado una serie de iniciativas políticas de reforma estructural (el avance del gobierno de Kirchner con las leyes de DD.HH. y el cambio en cuanto a la forma de relacionarse con distintos actores de la sociedad, entre otras) frente a medios que negociaban y conciliaban. Ahí el gobierno confirmó una lógica que comenzó a definir al campo comunicacional como lugar de la construcción del antagónico. Mientras tanto, muchos grupos sociales, más


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aún nosotros desde el ámbito universitario, fuimos confluyendo en ámbitos como la Coalición para una Radiodifusión Democrática, donde a la luz del cambio social de 2001 –con crisis institucional y política de por medio- empezamos a partir de 2004 a exigir fuertemente esos 21 puntos. Y eso comenzó a horadar cierto sentido y empezó a ser audible lo que estaba ahí pero que nunca había formado parte del interés social general. Cuando la pelea de estos sectores vinculados con la lucha comunicacional se cruzó con la voluntad política de un gobierno con poder, con capacidad de dar una pelea fuerte con las corporaciones y con respaldo para poner el tema dentro de la agenda e hilar las condiciones para una movilización y construcción social verdadera, se generó una sinergia mutua que posibilitó, entre otras cosas, que entre marzo y agosto de 2009 se realizaran más de 40 foros por audiencias públicas sobre la nueva ley de medios. Y allí se dio inicio a la fuerte pelea con el núcleo más antagónico de las políticas transformadoras, núcleo antagónico del interés de cambio del gobierno kirchnerista. Esto da cuenta de la dimensión de la transformación, que no se agotó con la sanción de la Ley porque los contendientes son poderosos comunicacional, económica y políti-

camente. Los grupos mediáticos se han reconvertido en un lugar de síntesis de esa voluntad conservadora anti-popular que bien ha conocido nuestro país. Sin duda, ese poder quedó evidenciado con las numerosas medidas cautelares que obtuvieron esos grupos y que fueron impidiendo la entrada en vigencia plena de la norma. La LSCA se sancionó en 2009 y hasta que no salió el fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre la constitucionalidad de la ley, ésta andaba renga. Aun así, definida la constitucionalidad, con el poder económico y el poder simbólico constitucional y los cruces con otros poderes del Estado, como el Legislativo y el Judicial, por supuesto, nadie podía tener la expectativa de que se entregaran mansamente a la decisión democrática. Y por eso, constantemente, la perspectiva es apoyar a la oposición porque cualquier triunfo opositor vendría a reparar todo lo malo que tendría la Ley. Pero es una mirada cercenada porque la Ley salió aprobada por un tipo de consenso que va más allá de un espacio político determinado, fue votada por otros partidos políticos, y llevar hacia atrás una norma, una ley, tampoco es

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tan sencillo. No sólo se va a profundizar la aplicación de la ley, sino que va a costar retroceder con lo que ya se conquistó, aun en un escenario con gobiernos más regresivos.Son tres cosas fundamentales. En primer término, el lugar de la discusión sobre los medios, que era algo que estaba por fuera del diálogo cotidiano de la sociedad. El sentido común estaba marcado por lo que decía la tapa de un diario fundamentalmente. Hoy, en cualquier almuerzo de domingo de una familia nadie necesita manifestar por qué Clarín miente: el hecho de que son actores políticos, que definen posiciones, forma parte del sentido común. Ya está, esto es un cambio en la mirada de la sociedad sobre cómo actúan los medios. El otro tema es que se ubica claramente como eje diferente la comunicación como derecho humano en tanto conquista social, en contraposición con el interés mercantil. Entonces, después de 10 años de Fútbol Para Todos, por ejemplo, todos los candidatos dicen que lo van a mantener. ¿Cómo desandar eso que se concibe en tanto derecho? Y una última cuestión que me parece importante es la incubadora del proyecto: todo lo que se está generando empieza a construir una nueva forma de diálogo y de inserción de lo social que tiene mucho por delante más allá del devenir político.

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Hubo una época en la que Clarín intentó desembarcar en la carrera de Ciencias de la comunicación de la UBA y vos fuiste uno de los que encabezaron la resistencia. ¿Cómo se vivió ese enfrentamiento desde adentro? En realidad, Clarín intentó instalar un posgrado de formación en periodismo a partir de una firma de convenio. Es algo que ya tiene con la Universidad de San Andrés, que es privada. Nosotros en los ‘90 éramos muy críticos del giro de la universidad hacia lógicas más privatistas o mercantilistas y aquellos que veníamos estudiando esos temas creíamos que Clarín era el gran grupo comunicacional que condicionaba a los gobiernos, incluso al de Menem que estaba a favor de esas lógicas. Se trataba de disputas que buscaban condicionar a cualquier espacio político. Nos opusimos a que en la UBA se debiera implementar una maestría con el principal grupo concentrador en términos comunicacionales. No era fácil de explicar porque una maestría impulsada por el interés empresario de Clarín contaba con recursos, equipamiento, dádivas, pero en esos años hubo una conciencia muy fuerte de los profesores, de estudiantes y de graduados que hizo que aun


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cuando la facultad estaba proclive, el proyecto de maestría no lograra avanzar. ¿Cuál es tu mirada sobre el escenario que se abre a partir de la nueva LSCA en términos de democratización de las comunicaciones? En ese punto hay que tener una perspectiva en términos históricos. La LSCA vino a desarmar un escenario existente y como política a futuro construyó un escenario que debe ser diferente al existente. Desarmar es complejo pero crear y generar tiene sus tiempos, que no son sólo políticos y económicos, sino también culturales. La ley está dando pasos muy iniciáticos en una coyuntura donde hay un componente tecnológico, que si bien parece ser muy prometedor en el sentido de su condición más democratizadora (estoy hablando de la digitalización, la posibilidad de emitir con más señales que las existentes y demás), no termina de estar adecuado con un modelo de negocios, de cierta forma de funcionamiento que se sostenga en el corto, mediano y largo plazo. Cuando se lanzaron las radios alternativas, comenzó a haber un movimiento que se hacía eco de una necesidad comunicacional de la

“Los grupos mediáticos se han reconvertido en un lugar de síntesis de esa voluntad conservadora anti-popular que bien ha conocido nuestro país”

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“Lo central no es apuntar a que el canal del Ministerio de Cultura –Encuentro– reemplace a Tinelli sino lograr una riqueza de programación tal que un ciudadano de cualquier rango pueda nutrirse en el escenario audiovisual con múltiples y muy diferentes mensajes”

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sociedad pero la realidad era muy diferente en los ‘80 cuando sostener una radio alternativa implicaba un ‘vamos para adelante’ sin recursos y con mucha maña. Aun así, todo eso transformó el escenario mediático. Hoy con internet los medios de comunicación tienen otra dimensión. El gobierno llevó adelante una política donde la inclusión se garantiza desde la norma y la voluntad política, y se abre a muchos y diferentes emisores, pero a su vez ha generado condiciones para empezar a armar núcleos o pequeñas semillas o inversiones semillas como concursos del INCAA o el AFSCA para generar una industria diferente a la establecida. Se hizo un verdadero plan de fomento a nivel federal tratando de incorporar a nuevos actores y agentes sociales y buscando crear una nueva forma de producir contenidos desde otros lugares. ¿Cuánto de eso va a madurar y a tener efectos reales? Yo creo que en ese sentido hay una voluntad de apuesta pero los resultados se van a ir viendo a largo plazo. Existe una forma de producir de la industria televisiva que no se cambia ni en uno ni en 5 años. Lo central no es apuntar a que el canal del Ministerio de Cultura –Encuentro– reemplace a Tinelli sino lograr una riqueza de programa-


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ción tal que un ciudadano de cualquier rango pueda nutrirse en el escenario audiovisual con múltiples y muy diferentes mensajes. Para que eso suceda hay que desplazar la lógica más mercantil, hay que desplazar la lógica de cómo se constituye con legitimidad o no y cuando eso esté, veremos qué escenario comunicacional queda con capacidad de funcionar a futuro. Se trata de un proceso cultural y en tanto tal, el escenario final sólo se verá a largo plazo. ¿Cuál es tu opinión respecto de una ley que regule la prensa gráfica? La regulación de la prensa gráfica siempre es un tema complejo. Primero porque las perspectivas más tradicionales liberales dan cuenta de la Constitución Nacional y las garantías en el artículo 14 y 32 y hay cierta lógica sobre el principio de libertad de expresión según la cual el Estado debe abstenerse más que tener una intervención activa. Está claro que el Estado tiene soberanía, tiene potestad en los medios audiovisuales porque es el que controla el funcionamiento del espectro pero en los medios escritos la cuestión es de otro orden. Y además del punto referido a la intervención del

Estado está el tema de la creación de un código de ética entre quienes forman parte del ámbito comunicacional. Ambas se han convertido en cuestiones muy sensibles y problemáticas. Hace muchos años Alcira Argumedo decía algo que me parece que es lo que tiene más sentido para pensar este tema: en la medida en que haya menos densidad en la construcción política colectiva, en la construcción social, mayor es la capacidad que tienen los medios, independientemente de cuál sea su soporte, para manipular o intentar definir conductas dentro de la sociedad. Y en la medida en que haya más capacidad de procesar en términos colectivos los verdaderos problemas que se generan en la dinámica de lo social, los medios tienen menos posibilidad de imponer su voluntad. Entonces más que regular a la prensa escrita lo que hay que construir es capacidad política en términos de análisis crítico de lo que hacen esos medios. El año pasado se aprobó la reforma del plan curricular de la carrera de Ciencias de la Comunicación, ¿cuál fue el objetivo?, ¿En qué se centraron los principales cambios y como incidirá esto en los nuevos comunicadores egresados?

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Fue un proceso largo con mucha participación más allá de distintos momentos e iniciativas. Cuando se sancionó la LSCA se generó un proceso sinérgico y comenzó a haber una demanda muy fuerte de ir hacia una adecuación del plan de estudio de la carrera de Comunicación a esa nueva norma y una discusión interesante sobre cómo pensar la comunicación en un escenario que va a ser diferente a futuro. Estuvimos procesando ese debate durante 4 años y de allí surgió un cambio de currícula que no tiene referencia en otras experiencias. No tomamos el plan de la Universidad de La Plata o de la Universidad de Rosario o dos o tres del extranjero, sino que encaramos un proceso interno de mucho debate, mucha producción y elaboración de algo que cuando se implemente va a cambiar absolutamente la perspectiva de cómo se recorre la carrera, porque quienes pensamos la propuesta tenemos la particularidad de que no somos técnicos, sino que algunos hemos sido estudiantes, profesores que hemos llevado adelante esta experiencia de 30 años. La carrera ya aprobó la reforma del plan que tendrá que ser tratada en el Consejo Superior y éste tiene una instancia plena que es donde está hoy nuestro plan de reforma, en una etapa de análisis en

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términos administrativos (cantidad de horas, correlatividades, etcétera). Nos hicieron un señalamiento sobre algunos aspectos y eso es lo que está ahora en términos de cierre para que sea aprobado en el Consejo Superior y que seguramente saldrá antes del año entrante. Lo que hizo el nuevo plan fue repensar que ésta es una carrera que estuvo históricamente conformada por múltiples disciplinas que venían a nutrir y a tratar de definir cómo construir un objeto comunicacional. Para una carrera que tiene 30 años de reflexión sobre lo mediológico lo central en una primera etapa era repensar el objeto y luego generar un nuevo recorrido desde diferentes perspectivas que van desde el desarrollo de un área de procesos culturales, un área más profesionalista de publicidad, prensa y otra de intervención social. Sin duda esto es el resultado de un enriquecimiento porque lo que han permitido estos 30 años de trayectoria es no solamente la conformación de un marco conceptual y teórico sólido del objeto comunicacional, sino también la puesta en marcha de prácticas concretas de esta zona profesional, lo que hoy permite avizorar el recorrido futuro de los estudiantes con una participación práctica que hasta ahora la carrera


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no había estado en condiciones de brindar. Estos son los aspectos más enriquecedores del futuro plan: por un lado, es el balance entre esta parte teórica conceptual inicial y unas 200 horas de práctica profesional que van a moldear un sujeto profesional diferente a nosotros, los formados en estas primeras décadas de vida de la carrera.

Glenn Postolski es el decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación de esa casa de estudios y Magister en Periodismo y Medios de Comunicación de la Universidad de la Plata. Se desempeña como investigador y docente especializado en políticas de medios masivos y derecho a la comunicación y fue director de la carrera de Comunicación en la UBA entre 2010 y 2014. Participó en la elaboración de los 21 puntos básicos por el derecho a la comunicación y fue un importante impulsor de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

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NORA VEIRAS “Se sinceró el poder que hay detrás de la supuesta objetividad periodística” Siempre tuvieron un papel indiscutido en la construcción de la opinión pública y en la disputa política pero en los últimos años el protagonismo del llamado cuarto poder cobró nuevas dimensiones y ha sido objeto de profundos debates. Entrevistada por ANDUMA, la periodista analiza el rol de los comunicadores.



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¿Qué cambió en el terreno de la comunicación en estos últimos años? Lo que sucedió es que se sinceró el poder que hay detrás de la supuesta objetividad periodística y me parece que esto ocurrió de forma explícita a partir de la discusión planteada por la decisión política de la presidenta Cristina Kirchner con el proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. El debate que se instaló a partir de esa ley puso en evidencia una asimetría en cuanto al reparto del poder mediático que estaba naturalizada como el supuesto deber ser en un sistema democrático. Se sinceró que hay grupos económicos y mediáticos que tienen un poder dominante en el mercado de la comunicación, y esto es lo que exacerbó el enfrentamiento entre los grupos mediáticos dominantes y las políticas oficiales. Creo que existe una explicitación de esa defensa corporativa de parte de las empresas periodísticas, lo que obligó directamente a un sinceramiento sobre quién es quién en el campo del periodismo y la comunicación. ¿Y qué rol particular, más allá de la cuestión de la Ley, tuvieron los periodistas en relación con este cambio?

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Es difícil hablar de los periodistas, ¿no? El debate por la Ley hizo que gran parte de los periodistas de los medios dominantes asumiera como propia la defensa de las empresas en las que trabaja, como si eso fuera la defensa del ejercicio del periodismo y la libertad de expresión, mientras que otro grupo de periodistas, entre los cuales yo me siento identificada, consideramos que la información y la comunicación son un derecho que está garantizado por un sistema democrático pero para ejercerlo realmente. Para que la ciudadanía ejerza su derecho a comunicarse tiene que haber diversidad de voces y un reparto equitativo del poder mediático porque si no es una “engaña pichanga”. Lo traslado a otro rubro, si hay una empresa que tiene una flota de camiones que implica el dominio del transporte y existen otras empresas pero sólo tienen dos camiones cada una, no se puede decir que el dueño de la flota dominante tenga el mismo poder que el señor que tiene dos camiones para hacer un reparto. Entonces, en la comunicación, que es algo tan lábil porque es y no es una mercancía que está ahí, es lo que fija la agenda, el tema de la pluralidad es crucial. Y esto no lo estamos descubriendo ahora. Yo estudié periodismo en la Universidad del Salvador y en la última materia tuve como profesor a Raúl Burzaco, quien después fue vocero de Menem,


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con quien teníamos que hacer la tesina. Yo había elegido como tema de la tesina el nuevo orden informativo que había impulsado en su momento el informe Mc Bride en la UNESCO. Ya desde ese momento era evidente que había una agenda mediática marcada por las grandes agencias informativas del Norte que nos indicaba los horizontes de nuestras miradas; nosotros veíamos el mundo y lo seguimos viendo 30 años después de la misma forma. ¿Hasta dónde llegaba esa disputa en los albores de los ‘80? A tal punto se vislumbraba lo que iba a implicar el poder mediático como poder real que los Estados Unidos se retiraron de la UNESCO y le quitaron el financiamiento porque en los llamados países del tercer mundo se impulsaba esta discusión sobre el dominio informativo. Esa misma discusión que se despertaba en ese momento es la que más de 30 años después seguimos dando en la Argentina, con las dificultades que existen, algunas de las cuales son, a esta altura, una frustración. Casi 6 años después de la discusión, de la sanción, de la promulgación y de la declaración de constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, las medidas cautelares siguen complicando la aplicación plena de esa ley. Ese es el poder mediático, no estamos hablando del dominio de un mercado de una mercancía cualquiera, es-

tamos hablando de un poder simbólico que es poder político y eso es lo que está en debate. Vos describís dos opciones a la hora de ejercer el periodismo: una es adscribir a las corporaciones y ponerse la camiseta defendiendo la libertad de empresa como si fuera la de prensa y la otra, defender la multiplicidad de voces. Sin embargo, los medios hegemónicos estigmatizan esta segunda opción definiéndola como ‘periodismo militante’. ¿Cuál es tu visión sobre ese rótulo? Yo nunca estuve de acuerdo con la categorización de ‘periodismo militante’ porque para mí es caer en la trampa que nos proponen. Cuando yo veo a determinadas estrellas de los grandes grupos dominantes realmente ahí veo a militantes a prueba de todo y parece que quienes apoyamos –siempre hablo a título personal, ya que no me siento representativa de nadie- los trazos gruesos de determinadas políticas oficiales somos descalificados como militantes para decir ‘bueno, ustedes no hablan, no hacen periodismo, hacen propaganda’. Gran parte de los periodistas estelares de los medios dominantes hacen propaganda pero de un statu quo, ese que el poder no quiere que se modifique.

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Yendo a un ejemplo coyuntural, uno naturaliza el hecho de que un fiscal de la Nación fuera a recibir directivas de la Embajada de Estados Unidos y esto no horrorizaba a nadie porque era la embajada de ese país pero qué hubiese pasado si iba a la Embajada de Venezuela, eso hubiera sido un escándalo. La mayoría de los medios dominantes lo hubiesen cuestionado y lo hubiesen linchado públicamente. Si un periodista defiende los intereses de las grandes corporaciones que cuidan sus intereses económicos, es un profesional objetivo, riguroso e independiente. Si un periodista dice que lo que está haciendo una empresa mediática es usufructuar determinados beneficios perjudicando a determinadas mayorías, eso tiene una intencionalidad política e implica un ejercicio sesgado de la profesión que se hace para defender al gobierno de turno y no para informar. Mi opinión es que cuando se naturaliza la categoría de ‘periodismo militante’ se les da la derecha para que nos descalifiquen profesionalmente. Yo creo que hay periodistas que trabajan honestamente y que tratan de informar de modo riguroso, obviamente, des-

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de una postura ideológica porque todos miramos la realidad de determinado lugar y decir lo contrario es una mentira. Por ejemplo, en el caso del fiscal Nisman, yo puedo mirar el trabajo de este hombre desde mi punto de vista, ahora no puedo negar que apareció muerto y que esto es un escándalo político, pero una cosa no puede cubrir la otra en función de determinados intereses. No se pueden inventar noticias o dar por ciertas cosas que no lo son directamente pero que como las dice un periodista supuestamente serio, en un diario supuestamente serio, entonces, son así declaradas. Hay varios columnistas del diario La Nación que dijeron que en la Argentina ya está probado que Irán fue el responsable del atentado a la AMIA cuando no hubo un solo juicio que dijera eso. Uno puede decir que hay denuncias pero no puede afirmar como un hecho y desinformar de esa manera, entonces me parece que es ahí donde hay una diferencia y es ahí donde hay una grieta. No es preocupante que haya una grieta, yo creo que todo se puede hablar pero no todo se tiene que consensuar. No hay obligación de consensuar con alguien que está mintiendo. Él tiene todo el derecho de seguir diciendo lo que quiera y yo tengo el derecho de no asumir como real esa mentira.


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¿Esta falta de honestidad es un problema ético? Porque uno podría defender esos intereses de la derecha siendo riguroso también en la información. Creo que hay algunos periodistas que son más rigurosos y otros que son más efectivos. Quizás los más rigurosos son los menos efectivos porque las falacias son siempre más persuasivas, eso está en la naturaleza misma de esa construcción pero cada uno tiene sus propios límites. Hay personajes que llegan a extremos en los que uno dice: nadie te pide tanto. Coincido plenamente con la idea de que un sistema democrático supone el respeto a las distintas formas de ver lo que sucede pero el problema es cuando ese punto de vista se enmascara diciendo que lo que se está defendiendo es la libertad de expresión. Decir que en la Argentina algún periodista corre riesgo por decir lo que dice me parece una falta de respeto a tanta gente que realmente dejó la vida en el ejercicio de su profesión en la historia reciente de nuestro país y en el mundo; ahí es donde se advierte una deshonestidad intelectual. Como periodista argentino no podés hacer una denuncia frente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos diciendo que tenés miedo de decir lo que decís cuando

“Decir que en la Argentina algún periodista corre riesgo por decir lo que dice me parece una falta de respeto a tanta gente que realmente dejó la vida en el ejercicio de su profesión en la historia reciente de nuestro país y en el mundo”

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la mayoría de las cosas que decís son barbaridades y nadie te está pidiendo explicación por ello. ¿Vos participaste de dos experiencias emblemáticas del periodismo argentino como son Página/ 12 y 6, 7, 8, ¿qué cuestiones tienen en común y en qué se diferencian? Cuando ingresé a Página/12 recién terminaba la facultad y todos los cronistas y redactores de tropa éramos muy jóvenes. Incluso sus directores, Jorge Lanata y Ernesto Tiffenbger tenían menos de 30. Y por otro lado, estaban los popes del periodismo que venían de distintas experiencias militantes de los ‘70 a quienes nosotros veíamos como próceres u otros a quienes no conocíamos y que después supimos la trayectoria que tenían. Uno no terminaba de tomar conciencia de que estábamos sentados en el mismo lugar que Juan Gelman, Osvaldo Soriano, Miguel Briante, José María Pasquini Durán, Tomás Eloy Martínez, entre muchos otros. Todo eso lo dirigían Lanata y Tiffenberg que son dos personalidades totalmente antagónicas pero que en ese tándem evidentemente se complementaban, supongo que debido a que ellos no habían tenido una participación en las conducciones militantes de las fac-

ciones de los ‘70, lo que les permitía poder dirigir un diario en el cual se juntaban militancias que eran y siguen siendo irreconciliables. Los que empezamos en esa redacción poníamos la vida, vivíamos para el diario. Hay que recordar que Página/ 12 nació en 1987 y que algunas semanas antes tuvo lugar el hito de la decepción del alfonsinismo, el “Felices Pascuas, la casa está en orden” tras el fin del primer levantamiento carapintada contra el gobierno de Alfonsín. En algún punto, ese momento, cuando la democracia tenía apenas 4 años, marcó el inicio de una posición bastante cómoda del rol del periodismo frente al poder político que se mantuvo un largo tiempo y que se centraba en la crítica al poder político, en la disputa con él. Después, durante el menemismo, eso se mantuvo y ese fue el proyecto político ideal al cual enfrentarse desde una posición progresista. Página/ 12 fue la cabecera de playa de la crítica frontal a las políticas del menemismo haciendo eje en el tema de la corrupción y en ejes más estructurales de parte de quienes tenían más claridad conceptual y que venían de la militancia de los ‘70. Por ejemplo, Horacio Verbitsky, que sabía muy bien cuál era el proyecto que estaba en juego. Página/ 12, en ese sentido, marcó un antes y un después en el periodismo gráfico de la Argentina.

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Por otra parte, Página/ 12 tuvo algo que iba realmente contracorriente del pensamiento dominante que fue la continua defensa de los derechos humanos entendida como la necesidad de memoria, verdad y justicia. Los únicos que hablaban de los desaparecidos en la Argentina eran las organizaciones de Derechos humanos: las Madres, las Abuelas, los familiares y las organizaciones militantes, pero no era una demanda social instalada. Con la publicación de los recordatorios en el diario se inició un camino que fue también un proceso de aprendizaje para las mismas organizaciones en cuanto a sincerar la lucha que habían tenido los militantes que habían sido torturados, secuestrados y desaparecidos. Fue el momento de empezar a decir que no se trataba de chicos que repartían volantes sino que eran jóvenes que tenían un proyecto político. Y eso fue parte de una evolución para que la sociedad comprendiera y se atreviera a debatir esto. Después llegó el kirchnerismo al poder y fue un gran cimbronazo. En ese entonces Néstor Kirchner era un gran desconocido para la mayor parte de la sociedad aunque había varios compañeros que cubrían política y uno de ellos me decía: “hay que hablar con Kirchner, ese flaco la tiene clara”, porque él iba a cubrir reuniones de gobernadores y veía que el tipo decía cosas que los otros no decían pero la verdad

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es que nadie pensaba que iba a ser presidente. El discurso inaugural de Kirchner en la Asamblea Legislativa fue realmente una iluminación para muchos actores, incluso para muchos de los que no lo habían votado, como era mi caso. Creo que también el diario entró allí en un proceso en el cual se sintió, por primera vez en su historia, identificado con un poder político que hacía propias las banderas que éste siempre había defendido y, afortunadamente, logró mantener su coherencia. Es difícil la relación con el poder político porque son distintos roles y es complejo apoyar determinadas líneas de políticas públicas cuando vos ejercés el periodismo pero con sus más y sus menos, el diario ha podido hacerlo. La experiencia de 6, 7, 8 es otra cosa. Primero es otro medio, otro soporte, con lo cual la diferencia es abismal. El periodismo gráfico te permite un tiempo de elaboración que no lo tiene la televisión y además es otro momento político. Página/ 12 es un diario que ya tiene 28 años y 6,7, 8 es un programa de televisión en su séptima temporada que surgió para abrir una ventana ante un poder mediático dominante que se hizo explícito en el conflicto con las patronales del campo. Ese momento político de la Argentina, en marzo del 2008, mostró a las claras cuáles eran los intereses que esta-


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ban en juego y cómo jugaban los medios dominantes como defensores, como la artillería de la defensa de ese poder. Es a partir de ese hecho que el oficialismo tomó conciencia de que no había un programa de televisión que muestre una alternativa a la agenda de los medios dominantes. Me parece que el programa fue mutando y se fue radicalizando más en su defensa de determinadas líneas políticas en la medida en que el ataque era mayor. Lo positivo del programa es que expusieron las contradicciones, la forma en la que se defienden determinados intereses desde los grupos dominantes. Y esto es lo que le molesta tanto a ese establishment mediático, político y empresarial. Todos los que hemos pasado por alguna carrera de comunicación sabemos que en el manejo de los medios todo es materia de estudio, desde la priorización de las noticias hasta la forma en la que se edita. El ciudadano común desconoce estas aristas y a la gran mayoría todo eso le pasaba absolutamente inadvertido. A veces, cuando uno es parte de algo es difícil poder analizarlo y eso me sucede con el programa. Pero siempre recuerdo que una vez, estando en el programa de radio con Mario Wainfeld, entrevistamos a un juez federal que yo no conocía y que me saludó muy afectuosamente y me dijo: la verdad que les tengo que agradecer porque toda la vida

leí Clarín, mi papa leía Clarín, y nunca me puse a pensar si había otra forma de informarse o si lo que me estaban diciendo era verdad o mentira. 6, 7, 8 abrió una ventana en una pared que parecía absolutamente lisa y que te impedía pensar realmente y eso es lo valorable del programa. Después, uno puede hacerle millones de críticas y yo muchas veces las hago directamente sobre los informes o la línea editorial que se baja en determinadas cosas, pero eso también me parece muy enriquecedor, es el único programa de televisión donde los columnistas criticamos a la producción. No hay un programa de TN o de Canal 13, de los grupos dominantes, en los que un conductor o un panelista se pare y diga: este informe que están haciendo no tiene nada que ver. Si bien a veces la defensa de determinada política oficial puede parecer sesgada, frente a ataques tan furibundos resulta difícil no caer en la trampa. Es complejo porque tampoco se puede justificar todo sólo por el hecho de que te ataquen todo el tiempo. Es un ejercicio en cual uno va aprendiendo. Sintetizando, creo que Página/ 12 significó un antes y un después en el periodismo gráfico argentino y 6, 7, 8, con todas las limitaciones o críticas que uno le puede hacer, es también un antes y un después en la forma de mostrar la información en la televisión.

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6, 7, 8 suele cuestionar a los medios monopólicos en tanto productores del sentido común. ¿Cuánto crees que se avanzó en ese terreno de deconstruir ciertos sentidos y creencias instaladas socialmente? Creo que se avanzó pero es una tarea muy ardua porque los medios de los que hablamos siguen teniendo un poder dominante y todavía tenemos varias generaciones de jóvenes profesionales de la comunicación que recurren a Clarín para fijar la agenda de los programas de radio. Ese es un poder que es muy difícil de desestructurar porque después todas las radios hablan del mismo tema todo el día, independientemente de cual sea la radio o la mirada que tenga la radio. Igualmente me parece que los avances tienen que ver con el hecho de que hoy en día se duda de lo que están diciendo, eso es un logro y eso es lo que molesta. Hay una anécdota que no me voy a olvidar jamás y que es esclarecedora respecto de cuán grande es el poder de los medios dominantes. Cuando yo terminé la facultad, hice una beca en Clarín durante 6 meses. Una noche, ya había cerrado la sección política y estábamos con el secretario de redacción, un hombre que sigue siendo uno de los columnistas estrella del diario, y viene un cablero –en ese momento no había ni computadoras, ni internet, ni celulares- con un cable de

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las 11 de la noche que decía: “Se murió un senador nacional por Chubut”. El secretario de redacción, que estaba despatarrado en su sillón y que ya había cerrado todo el material de la sección, lo mira y le dice: “Déjalo vivir un día más, si no salió en Clarín no se murió”. Esto fue en el año 1986 cuando Clarín era sólo el diario y no el grupo hiperconcentrado que es hoy pero esa mentalidad ya estaba en las cabezas de quienes dirigían esa redacción. Por eso hay que valorar lo que se cambió para bien. Sucede que las batallas se van dando y hay momentos en los que se tiene fuerza y se puede hacer más y momentos en los que tenés que graduar la fuerza porque si no te matan. ¿Cuáles son los desafíos en este camino de democratización de la palabra que se viene dando? Uno de los temas pendientes es concretar la desconcentración del poder corporativo de los grandes medios. Si hay 300 licencias y la mayoría de canales de noticias, de radio, de televisión, están en una misma jurisdicción, así es muy difícil que alguien pueda competir, y la democratización se da cuando la posibilidad de llegar con una potencia equivalente al mismo público es real. Después cada uno tiene la libertad de elegir y en esto tenés que ofrecer buenos productos porque los medios mo-


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nopólicos hacen muy bien lo que saben hacer, no podés competir con un auto destartalado frente a un Mercedes Benz. Quizás no es necesario un Mercedes pero, al menos, es necesario ofrecer condiciones semejantes para que el otro te considere atractivo. Es un trabajo arduo y a veces es demasiado exigente de parte de la ciudadanía porque hoy en día hay tal diversidad de miradas frente a lo que sucede que a veces es difícil entender la polémica. La certeza te da una tranquilidad que la polémica no te da. Entonces, el tener que confrontar para formarte tu criterio implica una exigencia que es muy alta y me parece que eso a veces se da como natural. Cualquiera tiene la opción de ver 6, 7, 8 o A Dos Voces, pero cómo hacer para formarse un criterio sin algún tipo de concepción previa. Es complejo y creo que es un desafío y eso es lo maravilloso que tiene la democracia: poder confrontar y poder darse cuenta.

Nora Veiras es periodista y trabaja actualmente en la TV pública y en Radio Nacional. Se graduó como periodista en la Universidad del Salvador y es Magíster en Ciencias Sociales por FLaCSo (Facultad Latinoamericana en Ciencias Sociales). Sus primeros pasos en la profesión fueron en el diario Página/12 y tiene una extensa carrera en radio. En 2013 recibió el Premio ÉTER a la labor femenina por su participación en el programa “Mañana más” en Radio Nacional.

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