Cuento coelectivo fantasma

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El colectivo fantasma Lautaro JeremĂ­as Ricardoz

2015


Era una noche de viernes y Héctor estaba muy apurado por volver a su casa. Primero, debía dejar su colectivo número 124 en la terminal. Al momento de irse escuchó un sonido proveniente del vehículo, y le dió un sobresalto. Era una rata, seguro, porque en la terminal tenían problemas con lauchas. Pero antes de salir definitivamente, observó que en los espejos retrovisores de su colectivo se veía una silueta que se parecía al jefe, y estaba detrás de él, así que se dio vuelta ... pero no había nada. Al siguiente día no encontró su vehículo donde lo había dejado, sino que 10 encontró en la esquina. Tampoco le preocupó eso, ya que el jefe solía sacar algunos colectivos para ordenar, porque no soportaba ver el lugar de trabajo hecho una hecatombe, así decía él. Aparece el cadete Manuel, que está desde hace una semana. ¡¡ ¡Héctor!!!- Gritó -¿¡Viste lo que pasó!?, ¡Impresionante! ¡Falleció el jefe!. Héctor se quedó perplejo. Ése día tenía el mismo apuro que el viernes. Al momento de irse, volvió a ver la silueta, pero al fondo del pasillo. Le habló ¿Hola?- Dijo - ¡Parece la sombra del jefe! - Pensó - ¿¡Quién sos!? Como respuesta, esa silueta se disipó dando lugar a una puerta. Una puerta que Héctor no había visto nunca en la terminal. El lunes cuando llegó a la terminal pasó lo mismo, el


colectivo en la terminal para volver a casa, vio la puerta. No lo dudó ni un segundo y entró. Estaba todo oscuro, y como no tenía la linterna usó el celular. Sólo vio algunos bidones de nafta vacíos, gomas reventadas y patentes oxidadas de hace años. Apenas vio todo eso, se di6cuenta de que era un sótano. Pero cuando quiso salir de la habitación escuchó un ruido muy fuerte y se detuvo en seco. ¡Alguien encendía el motor del colectivo! Grande fue su sorpresa al ver que el colectivo se había encendido solo, y todavía peor: Sin las llaves. Sólo pensó en una cosa que tuvo nombre al instante.¡Un ladrón!- Gritó - ¡Salí que ya te encontré!. Pero lo único que pasó fue que un montón de sombras de dudosa procedencia tomaron forma de hombre o mujer. Héctor reaccionó con gritos. Se fue corriendo mientras se juraba a sí mismo no volver a esa habitación. Pasó una semana. El miércoles fue a trabajar como todos los días pero antes de entrar a la terminal apareció Manuel de vuelta y le habló. Hay una fuga de gas en el edificio y por lo tanto queda clausurado por dos semanas hasta detectar de dónde sale el gas- Le dijo. Esa misma noche, Héctor fue a la terminal de colectivos, en taxi. Apenas llegó, entró, pero no prendió la luz. Prendió su linterna de bolsillo y recorrió el edificio mientras sentía el olor a


gas. En un momento escuchó pasos detrás de él y se quedó quieto. Los pasos seguían así que se dio vuelta para darse cuenta de que no había nada. Sólo gomas de repuesto y ¡La silueta! Sólo alcanzó a gritar ¡AYUUUUUUD ... hasta quedar totalmente callado. Al siguiente día, cuando los técnicos estaban arreglando el gas encontraron el cadáver pálido de Héctor. A partir de ése día, el 124 que era de Héctor circula sin conductor por la zona de la terminal entre las 3 y las 4 de la mañana. Algunos dicen que es el espíritu de Héctor que sigue conduciendo su vehículo. Todos los choferes de la terminal- Sin Excepción De Ninguno - Tienen miedo a llegar tarde a la terminal. Hay algunos pasajeros que dicen que al tomar el 124 a veces no había chofer y se bajaban por miedo a que les pase algo. Algunos se quedan en el colectivo igual y dicen que si sacan boleto en vez del precio aparecen las palabras "Héctor estuvo por acá" y si usan su tarjeta, aparece que su saldo es "H3ctOr 357uvO pOr 4c4". Los noticieros no pueden explicar éstos sucesos así que Manuel se encargó de buscar la respuesta a todo esto. Todos los días, a las 2:49 de la mañana, va a la terminal. A veces, escucha sonidos extraños provenientes del sótano, así que el viernes por la noche, entró. Sólo vio lo mismo que Héctor,


pero las gomas reventadas habían desaparecido. Después de investigar en vano, se dio por vencido y se fue. Pero cuando se estaba acercando a la salida, una laucha lo distrajo. Luego de perseguirla por minutos, vio una silueta que se reflejaba en los espejos retrovisores de su colectivo. Pensó que podía ser su silueta, así que se dio vuelta. Vio su silueta, y la silueta de Héctor. Un poco mareado, habló. Hola, ¿Vos sos Héctor? Después de eso observó que la luz de la oficina estaba prendida, así que la sombra de Héctor salía de ahí. No tuvo más opción que entrar, para ver qué estaba pasando y desenmascarar a un posible bromista que se escondía detrás de todo esto. Lo único que llegó a ver, era el cuaderno dónde el nuevo jefe tenía precios, ya sean de gomas, máquinas para las tarjetas, asientos nuevos, etc. Por curiosidad se fijó y llegó a leer que en una de las primeras páginas decía "Sicario $1600". Después de leer esto, Manuel se preguntó ¿Habían mandado a matar al jefe anterior? ¿El nuevo jefe esconde algo? Si escondiera algo ¿Qué seria y porqué? Todas estas preguntas daban vueltas en su enmarañada cabeza. De repente, escucha el sonido de un colectivo que arranca para irse. Se fija la hora, y se dio cuenta de que ya eran las 3 :00 de la mañana. Salió corriendo de la oficina pa-


enterarse de que el colectivo ya había salido. Se alarmó, por que se dio cuenta de que nadie más que él estaba en la terminal. Cuando se fijó qué colectivo había salido notó que era el colectivo de Héctor. Esperó a que vuelva. Una hora después volvió el colectivo, y Manuel entre dormido, miró quién era el chofer del colectivo. Para su sorpresa, estaba Héctor ahí sentado sonriendo. Se refregó los ojos, Y vio que Héctor seguía ahí. Manuel se le quedó mirando hasta que Héctor 10 saludó. Después de éso Manuel salió corriendo de la terminal hasta llegar a su casa, que quedaba a dos cuadras. Desde entonces, Manuel está perturbado, y sus vecinos dicen que cada noche, a las 3 de la mañana se lamenta como si estuviera condenado. Lo raro es que habla sólo, siempre del mismo tema: El fallecimiento de Héctor.


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