Revista USAC No. 32

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Universidad de San Carlos de Guatemala Dr. Carlos Guillermo Alvarado Cerezo Rector Dr. Carlos Enrique Camey Rodas Secretario General Lic. Julio Sebastián Chilín Jefe de la División de Publicidad e Información Rafael Gutiérrez Esquivel Director de Revista USAC Comité Editorial Julio Sebastián Chilín Roberto Ganddini Gudiel Raúl Monterroso Rafael Gutiérrez Esquivel

Ensayos Superar a nuestros padres y sus mitos Mi David Bowie en tres acercamientos Un país incómodo

Escritos radiográficos tras un año convulso

Poemas

Difusión Electrónica Jaime Cabrera Letona Lourdes Gallardo Shaul

Poemas

Ilustración de portada, separadores e ilustraciones interiores Eny Roland Hernández Diseño Rafael Gutiérrez Esquivel / Alejandro Marré Diagramación Work And Feeling Abril-Junio / Número 32 / 2015 Correspondencia y canje Universidad de San Carlos de Guatemala Ciudad Universitaria, zona 12 Ciudad Guatemala. Edificio de Rectoría, Oficina 310 Teléfonos: (502) 24187640 y 24187642

Pablo Bromo / 13 Carlos González Orellana / 17

Sergio Castañeda / 25

Letras

Apoyo Administrativo Milvia Dardón

Colaboradores Juan B. Juárez / José Mejía/Dina Posada / Anabella Paiz / Miguel Ángel Barrios / Luis Díaz / Edelberto Torres-Rivas / Moisés Barrios / Javier Payeras / Luis Aceituno / Gustavo Berganza / Anabella Giracca

Luisa González-Reiche / 5

Joss Pinto / 37 Dulcinea Gramajo /40

Poemas

Cristian Garzaro / 43

Relato

Juan B. Juárez / 47

Debate Treinta años de una democracia quimérica

Leo de Soulas / 55

Arte De la vida en imágenes o de la obra de Eny Roland Hernández Denise Phé-Funchal / 73 Comentario Fantasmas con chaqueta de cuero: Black Rebel Motorcycle Club Álvaro Sánchez / 83

Correo electrónico: cazadorocote@gmail.com

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ntenté, un par de veces, escribir sobre la obra de Eny Roland Hernández desde una perspectiva un tanto más académica, un tanto más sociológica e impersonal, pero era imposible quedar satisfecha con el resultado simple y sencillamente porque la misión del arte, del verdadero, es impactar, es dejarnos pensando en nuestra propia humanidad a partir del registro que un artista hace de las peripecias de la vida, de las contradicciones en las que nos vemos sumergidos al ser esta combinación divina y fatal de cuerpo y mente viviendo en un espacio cerrado –el mundo– y lleno de reglas –la sociedad–. La primera vez que vi el trabajo de Eny, fue una foto –que aparece en esta colección– que llenó de alegría mi alma y que guardo en la memoria para aquellos momentos en los que la vida necesita una sonrisa. Era un perro callejero cruzando la calle sobre una alfombra de semana santa. La gente lo miraba sin rabia, con sonrisas que se adivinaban en los ojos. Esa humanidad capaz de sonreír me dejó con ganas de conocer más del trabajo de este fotógrafo que ahora se perfila como uno de los mejores y que tiene lo que más aprecio en el arte: una voz propia. La colección de fotografías que aparece en esta revista muestra una visión más descarnada de la vida, las pasiones y la sensualidad, de la sexualidad que todos llevamos dentro y que ha sido domada, coartada por lo religioso –esencialmente–, por la prohibición de ser, cuando es precisamente la exploración de nosotros mismos y de los otros, lo que nos lleva a descubrirnos a través de las contradicciones, de los contrastes y de las semejanzas. Denise Phé-Funchal

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SUPERAR A NUESTROS PADRES Y SUS MITOS Luisa González-Reiche El psicoanálisis desde sus inicios hace referencia a la identidad del ser, desde la infancia, ligada a las figuras materna y paterna. Según Lacan, el niño ingresa a lo simbólico1 a partir del reconocimiento de la autoridad del nombre del padre y de la ruptura que ello implica entre el niño y la madre. Para Freud las figuras materna y paterna estaban intrínsecamente atadas al pasado de todo individuo, son la frustración de sus deseos y de sus impulsos. A principios de los años ochenta, la psicoanalista François Dolto planteó que los hijos son los síntomas de sus padres. “Los hijos son los detectores de sus padres”, escribe, y agrega: “al traer a ese hijo al mundo lo perturbaron completamente al transferirle su propia vivencia arcaica. Es una relación de transferencia en lugar de una relación auténtica (…). Los padres desempeñan una función de objeto falseado por la repetición de su pasado en el hijo” (1982. P. 32). Esta idea se conecta también con Freud,

quien concibe el psicoanálisis como un proceso de excavación cuasi arqueológica del pasado del paciente. Así, más que la idea del lazo de carácter sexual entre el niño y sus padres, desarrolla una teoría alrededor de la Historia. En su obra El Malestar en la cultura (1929) Freud expone la idea de que la histeria y la psicosis de la sociedad de inicios del siglo XX en realidad se debían a la historia, es decir, al pasado. El pasado enferma a las personas (su pasado individual y el de su sociedad) pues ese pasado está fundamentado por la “moral burguesa” (ese producto contradictorio del progreso iluminista) que define a la civilización occidental, la cual se ha encargado de alejar cada vez más al individuo de su verdadera esencia, a la vez que ha profundizado en éste un sentimiento de culpa. Para Nietzsche la sociedad occidental era un sistema de deuda permanente con el ideal, algo contradictorio por naturaleza

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Luisa González-Reiche: Superar a nuestros padres y sus mitos

pues ese ideal es inalcanzable por ser irreal y lo único que produce es frustración, y también culpa. Nietzsche había mostrado en su genealogía (1887) cómo conceptos como ética y moral eran conceptos construidos por las sociedades a conveniencia de cada momento histórico y la manera cómo en nombre de dichos conceptos los entes de poder habían alejado a las personas de su verdadera fortaleza. Diversos pensadores occidentales, principalmente en la posmodernidad, harán referencia a la historia como una manera de comprender la fuente de los problemas sociales, sus instituciones fallidas y los discursos que los habían provocado. Descubrir gracias al estudio de la historia la raíz de las tradiciones, así como de la creación de las grandes verdades (que en la mayoría de casos no han hecho más que oprimir y manipular a las sociedades) ha sido un legado que muchos autores de la posmodernidad nos dejaron. Sin embargo esa noción no parece haber llegado a nuestra sociedad, tan urgida de cuestionarse a sí misma a partir de la comprensión de su propia historia. Vivimos en un país donde la sombra de nuestros padres sigue pesando sobre nosotros como una deuda impagable. Nos hemos dedicado a consolidar las reglas y las

convenciones del pasado casi afanosamente, aun ante la evidencia de su fracaso. Somos como ese hijo en la obra de Dolto, reflejo de los síntomas de sus padres y ese paciente histérico de Freud privado de su esencia y su libertad por culpa de su cultura, pero que conscientemente reprime esa esencia en función de una supuesta moral, fundamento de dicha cultura. A través del psicoanálisis, el individuo busca comprender su historia y conciliarse con ella. Al entender de dónde vienen sus frustraciones y sus síntomas, tendría la posibilidad de una vida más acorde a su realidad y a sus necesidades. La libre asociación es una manera de acceder a su propio pasado sin dejarse influir por la conciencia –esa parte forjada por la cultura y sus convencionalismos–. Partiendo de esas ideas, y sin pretensión de novedad, me atrevo a proponer un ejercicio psicoanalítico a nivel de sociedad en su forma más elemental: analicemos nuestra historia más allá de los mitos que nos rigen y conciliémonos con nosotros mismos. Historias e historias ¿Qué es la historia? Una manera sencilla de responder a esta pregunta es que la historia es una sucesión de hechos en el tiempo,

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Luisa González-Reiche: Superar a nuestros padres y sus mitos que han dado como resultado diversas culturas, conformadas por creencias, instituciones y particulares artefactos (encargados de hacer palpables las ideas construidas por cada cultura). No podemos caer en la idea de una sucesión lineal de hechos donde lo que viene siempre supera a lo anterior ni como un proceso de búsqueda y alcance de progreso. Cada momento histórico posee sus propios procesos y retrocesos. La historia del ser humano ha sido creada, a su vez, por historias. Según diversas teorías sobre la evolución del cerebro de la especie Homo Sapiens, su éxito radica en su posibilidad de lenguaje ficticio, es decir, nuestra capacidad de hablar de cosas que no existen (Harari, 2013). Esas historias inventadas nos dieron la posibilidad de colaborar de manera efectiva y flexible en grupos humanos cada vez mayores. Son las que definen una meta común: un mito fundacional, un imaginario colectivo que rija nuestro comportamiento, nuestra visión, nuestras decisiones. Así, una de las historias que más éxito ha tenido ha sido la de la religión. En ella se han justificado guerras, jerarquías, desigualdades que han contribuido a definir y a redefinir culturas. Con la llegada de la modernidad, el mito de la religión converge –y por momentos se pelea– con el mito del liberalismo y la visión nacionalista, una nueva historia en la cual se justificarían diferencias, coacción, manipulación y hasta crímenes en nombre de la “libertad”. Al día de hoy algunos grupos insisten en justificar y defender crímenes de lesa humanidad, siendo consecuentes con la visión capitalista contemporánea de que el crecimiento económico es el bien supremo y que la justicia, la libertad y la felicidad dependen de ese crecimiento. Cuando la economía se ve amenazada por la historia misma, se vale hasta negarla. “La praxis subversiva depende de la intransigencia de la teoría respecto a la inconsciencia con que la sociedad deja que el pensamiento se endurezca”, escriben Horkheimer y Adorno (1947, P. 33). Ese conjunto de historias han moldeado en cada cultura un ideario que define la manera en

que la sociedad se concibe a sí misma, a la naturaleza, a la ciencia, las ideas y el conocimiento. La teoría del conocimiento, o epistemología, se va construyendo al lado de las historias más poderosas, las que rigen a la sociedad. Estas combinan saberes de la realidad objetiva con esa realidad subjetiva que se concibe como buena o necesaria. Esto implica que los conocimientos o saberes que la sociedad posee están restringidos hasta cierto punto. En la mayor parte de los casos sabremos lo que convenga saber o lo que el “orden imaginado” (Harari, 2013) por excelencia –el episteme2 de Foucault– defina. Hoy, por ejemplo, alrededor del mundo muchas publicaciones, programas educativos e incluso investigaciones científicas dependen del interés económico que haya detrás de estas, perdiendo de vista valiosos conocimientos. En su obra “Verdad y mentira en sentido extramoral” (1873) Nietzsche ya había hecho este planteamiento (Pp. 77 – 97). Según él, los conceptos científicos son cadenas de metáforas ligadas a verdades aceptadas. Esto significa que hay otros saberes que se quedan restringidos a una mínima esfera de la sociedad y cuya influencia es demasiado débil como para llegar a influir la narrativa general. Foucault habla de saberes sometidos (1975, P. 27) para referirse a aquellos contenidos históricos presentes “pero enmascarados en coherencias funcionales o sistematizaciones formales” y a los saberes particulares, locales, regionales, diferenciales, incapaces de unanimidad, opuestos al saber general, los cuales son siempre descalificados por el sistema. Ambos tipos de saberes se mantienen limitados también en nuestra sociedad. La memoria se ha mantenido a raya mientras los “conocimientos” establecidos se han encargado de hacernos pensar que poseemos un entendimiento claro de la verdad y de nosotros mismos cuando en realidad es todo lo contrario. Abrazamos la tradición y evitamos el escepticismo a la vez que desconfiamos de lo nuevo y de lo que no nos pueda sacar de nuestro estado

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Luisa González-Reiche: Superar a nuestros padres y sus mitos de confort; volteamos a ver con ojos de quien pide permiso a la autoridad antes de emitir nuestra “opinión” y despotricamos sin fundamento al sentirnos amenazados. Las verdades que gobiernan nuestra sociedad son verdades consensuadas en círculos reducidos basados en la protección de sus intereses. Las historias que definen nuestra cultura e incluso nuestra realidad objetiva han sido transmitidas de generación en generación con pequeñas variables, por momentos breves creando historias más acordes a nuestras necesidades, por momentos más largos regresando a las anteriores o creando otras aún más despóticas. Y somos nosotros, como sociedad, los que le damos vida a esas historias, perpetuando nuestros peores vicios. Nuestra cultura está definida por el egoísmo y la negación. Cardoza y Aragón (1955) escribe: “No salimos de nosotros y si lo hacemos no es para entablar el diálogo, sino para estallar encima del monólogo mismo”. Las nuevas generaciones heredan la tendencia a negar su realidad y a escaparse de sí mismos. Si pensamos en el papel que el alcohol, los ritos religiosos, el machismo – la figura autoritaria del Padre– y la violencia juegan en nuestra sociedad, es probable que todos estos elementos tengan una relación estrecha con ese sentimiento de enajenación y refuercen la represión. Nuestra historia es contradictoria. Hemos sido víctimas y victimarios. El liberalismo del siglo XIX, basado en el mito de la Ilustración, se integró a la derecha a partir de la segunda mitad del siglo XX, dando paso al nuevo mito de derecha versus izquierda. Esa derecha es una mezcla de conservadores (“cachurecos” del siglo anterior) y liberales. Una de las causas de dicha unión es el nexo de la izquierda con el ateísmo, algo que ni los liberales estaban dispuestos a aceptar, así como tampoco aceptarían las propuestas del mito socialista en relación al mercado y la propiedad. Esa derecha ahora se divide en el fanatismo religioso y el fanatismo capitalista. Ambos mitos –el del liberalismo y el de la religión– coinciden en una visión particular de un país: un país caracterizado por la censura, la desigualdad, la

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Luisa González-Reiche: Superar a nuestros padres y sus mitos pobreza y la ignorancia. Para las dictaduras liberales de la primera mitad del siglo XX la educación fue secundaria, el credo “orden y progreso” que buscaron poner en práctica al pie de la letra, era ya una mezcla entre visiones antagónicas históricamente: el orden era un aspecto conservador mientras el progreso era liberal. Esta combinación implicaba que hasta que no hubiera orden no habría progreso. Los liberales, al día de hoy, conciben la educación como la última consecuencia de un sistema centrado en la economía: es el crecimiento económico y la generación de infraestructura la que dará lugar, eventualmente, a una sociedad educada. Y sólo cuando esa sociedad sea educada tendrá acceso a la participación política. Irónicamente, los hechos que desembocaron en la Revolución de 1944, se dieron gracias a la educación (los saberes particulares) que se desarrolló en la clase media, la que imposibilitó la extensión de la dictadura. La educación, sin embargo, sigue siendo un adoctrinamiento de los mitos dominantes, quizás un engaño. Más que formar, responden a estrategias de marketing o fundamentan sus “verdades” en seres imaginarios. En los años sesenta del siglo XX la crítica se convirtió en una tendencia filosófica de gran influencia social y cultural, partiendo de algunas de las propuestas de la Escuela Crítica de Frankfurt fundada en los años treinta. Para pensadores como Horkheimer, la teoría crítica buscaba la emancipación del hombre, actuando como una influencia liberadora y creando un mundo que satisfaciera las necesidades y fortalezas de los seres humanos (1972, 246). Esa emancipación significaba liberarse de circunstancias de dominación y opresión, a partir de identificar problemas en la realidad social, identificar factores para cambiar dicha realidad y brindar normas claras de criticismo así como metas prácticas y alcanzables para la transformación. Esto hacía sentido en una sociedad heredada del pensamiento hegeliano y la visión marxista de la filosofía como praxis. Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial esa concepción

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Luisa González-Reiche: Superar a nuestros padres y sus mitos

de la historia y de la sociedad no parecían tener tanto sentido, y la posibilidad de integrar las complejidades sociales e históricas a una estructura o serie de normas basadas en un concepto de “verdad” resultaba inútil. La posmodernidad, a partir de la segunda mitad del siglo XX, desarrolló una una serie de prácticas críticas, estratégicas y retóricas que aplicaban ideas como diferencia, repetición, trazo, simulacro e hiperrealidad con el propósito de desestabilizar conceptos tradicionales como presencia, identidad, progreso histórico, certeza epistémica o significado unívoco3. Con énfasis en lo histórico, el posmodernismo encontró diversas maneras de explorar el pasado sin las restricciones del estructuralismo y la visión metadiscursiva de la modernidad. La idea de una narrativa coherente se pierde con la concepción de la autoridad. La posmodernidad se libera de la modernidad criticándola pero no pretendiendo sustituirla con nuevos moldes. Para Lyotard, la posmodernidad es, de hecho, no el fin de la modernidad sino su estado naciente (1979,

79). La concepción posmoderna de la Historia no traza sucesos de manera lineal ni genera datos cuantitativos bajo criterios como el del progreso sino desmenuza el momento histórico para poner en evidencia los conceptos e instituciones que han dominado a las sociedades. La deconstrucción no impone un nuevo significado o interpretación a la lectura que hace de la historia sino señala sus incongruencias o contradicciones. Ese tipo de ejercicio no llegó a nuestro país4. Nuestro ejercicio histórico se ha limitado al señalamiento a través del lente del mito que cada quien ha heredado o ha elegido. Ahora estamos dando un salto desde la temprana modernidad en que nos encontramos hasta la hipermodernidad a causa de la globalización. La “disolución de la moral civilizada”, apunta Miller (2004). La modernidad nos hizo caer en la trampa de la Ilustración, nos dejamos guiar por la idea de “verdades absolutas”. Esas verdades autoritarias han definido nuestro camino, nuestras estructuras sociales, nuestras decisiones. El estructuralismo nos hizo ver

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la historia reducida a un compuesto cuya expresión estaba resuelta de antemano. Ahora, ignorando nuestro pasado, no habiendo sido capaces de entenderlo para entendernos a nosotros mismos, siendo autocríticos, le damos paso a un nuevo marco de referencia. La hipermodernidad es la explosión de la expresión total de los deseos individuales y la búsqueda de la autocomplacencia. Los jóvenes emprendedores marchan convencidos de que los sueños son la mejor guía y que la mejor herramienta para alcanzar la felicidad es “hacer cosas extraordinarias de la nada”. Lopovetsky (2005) afirma que la cultura occidental ha entrado a una fase definida por el “individuo hiper-moderno” producto del “triunfo americano del hiper-poder, el hiper-consumo y el hiper-narcisismo”. Por supuesto que esta tendencia no nos influye a todos por igual. Nuestra sociedad se caracteriza por estar conformada por burbujas que subsisten como universos paralelos, ajenos unos de otros, apenas mirándose sorprendidos de vez en cuando en momentáneos dejá-vu5. Mientras la hipermoderni-

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dad abraza con su corriente a un sector de nuestra sociedad, otro permanece en la modernidad temprana, osificada en sus propios mitos. “En ocasiones, no sabemos qué hacer y nos esforzamos en ser lo que no somos, y cargados de resentimiento embestimos contra lo europeo. Tal resentimiento es tan fuerte que negamos lo indígena y pasamos al menosprecio de lo que poseemos –firme y grande– y caemos en el extremo opuesto: europeísmo desenfrenado y falso” escribió Cardoza y Aragón (1955, 375). Hoy nos influye más la cultura de masas norteamericana y las aspiraciones de muchos de nuestros jóvenes citadinos se pueden resumir en el apellido de una familia artificial de televisión. ¿Estamos listos para analizar y cuestionar nuestra episteme? ¿Podemos provocar una ruptura radical con los mitos? Nos encontramos en un momento donde la posibilidad de explorar otras realidades, de estar en contacto con otras versiones de nosotros mismos, parece demandante. Nuestra historia es esa, nuestras faltas históricas aquellas. La culpa la tene-


Luisa González-Reiche: Superar a nuestros padres y sus mitos mos todos y también la responsabilidad de permitirnos hacer algo. Nuestras acciones – manifestaciones– no pueden ser mediáticas pues mientras no sean conscientes de lo histórico resultarán aisladas. El pasado moldea nuestros anhelos, nuestras esperanzas, nuestros temores: nos limita. Enfrentar la historia, comprenderla

y conciliarnos con esta podría significar liberarnos de sus instituciones y de sus mitos. Liberarnos del pasado mismo. Freud no pretendía curar a sus pacientes o ayudarlos a ser más felices pero sabía que una vez éstos identificaran las causas de su sufrimiento tendrían la posibilidad de una vida más llevadera.

Notas Accedemos a lo simbólico –al inconsciente– por medio del habla: verbalizando. El inconsciente es para Lacan el parlêtre. A diferencia de Freud, Lacan considera que el inconsciente no es el un lado irracional, anárquico, ligado a nuestros instintos animales (el id) sino que está estructurado como el lenguaje y que es un reflejo de la influencia de las estructuras externas y la interpretación que hacemos de éstas en nuestra imaginación. 2 La episteme en la que los conocimientos, considerados fuera de cualquier criterio que se refiera a su valor 1

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racional o a sus formas objetivas, hunden su positividad y “manifiestan así una historia que no es la de su perfección creciente, sino la de sus condiciones de posibilidad” (Foucault, 1966. P. 7). 3 Posmodernism http://plato.stanford.edu/ 4 Las ideas de la posmodernidad se quedaron y continúan restringidas al ámbito cultural, y más específicamente al arte contemporáneo, y más en teoría que en la práctica. 5 Haciendo referencia a la teoría de Michiu Kaku (2006).


MI DAVID BOWIE (EN TRES ACERCAMIENTOS)

Pablo Bromo particular, mi Bowie tiene mucho que ver con omnipresencia y vacuidad infinita. Una especie de estalacmita que se erige desde el epicentro de la tristeza y explota los universos más desolados con una cuasi felicidad incierta («Far above the Moon, Planet Earth is blue and there’s nothing I can do…», Bowie dixit). Por otro lado, puedo imaginar que tu Bowie y el mío están conectados. No lo dudo. Seguramente tu Bowie personal es un “Personal Jesus” que todo lo puede hasta en los tiempos más difíciles, donde sacar agua del pozo creativo es una mera tarea lógica que por necedad hacemos sensible. Pero a ver, vamos por partes. Mi Bowie tiene tres episodios cruciales que extrapolan situaciones y circunstancias disímiles totalmente encantadoras. Desde que me infectó con su genio (al igual que el Capitán Beto: Luis Alberto Spinetta) una hiedra sonora me sigue inyectando poesía, ternura y asombro.

Strange fascination, fascinatingme.Changes are taking the pace I’m going through.

Todos tenemos un David Bowie que idolatramos y celebramos a nuestra manera. Un David Bowie que nos inunda el corazón de ternura y paraliza nuestros sentidos con maquillaje, lentejuelas y euforia. Tu Bowie no tiene nada que ver con el mío, o tal vez sí, pero en una dimensión everettiana que estruja toda la música hasta desaparecerla y atomizarla en diminutas partículas que contienen todo el funk, rock, pop, soul y glam de la historia. No es fácil asimilarlo de un solo cuentazo, pero poco a poco se digiere como ayahuasca exquisita y el panorama completo va cediendo. Digamos que tu Bowie puede ser la ecuación perfecta del algoritmo musical que Bach (o Bartók) tenían trabado en la modorra intelectual que los agitaba y matematicalizaba todo el tiempo. En mi caso

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Pablo Bromo: Mi David Bowie Mi Bowie tiene que ver con espaciotiempo, y más o menos así fue el acercamiento: 1) Adolescencia. 2) Irreverencia. 3) Conciencia. De estos tres episodios puedo decir que está completo mi Bowie. Un tipo singular, atemporal, inspirador, poético, multifacético y hermoso. Todo en él acarrea vibraciones sinfónicas y experimentos valiosísimos que también inspiraron a muchos, sobre todo a estos “joyas”: Ian Curtis (Joy Division), Jarvis Cocker (Pulp), Robert Smith (The Cure), James Murphy (LCD Soundsystem), Kurt Cobain (Nirvana), Lou Reed (Velvet Underground), Brian Molko (Placebo), Freddy Mercury (Queen), Da-

vid Graham (Depeche Mode), Trent Reznor (NIN), Alex Turner (Arctic Monkeys), The Smiths, Marilyn Manson, Lady Gaga, Vanilla Ice y demás. Pero bueno, quería hablarles de mi Bowie y sigamos adelante. 1. ADOLESCENCIA o cuando Vanilla Ice y MC Hammer inundaban los repasos con Giorgo Bottinelli y pantalones pachucos Sucedían los repasos, esas fiestas inocentes en las que los nenes hormonales se ponían frente a una fila de nenas copetudas –a lo Cyndi Lauper o Madonna– para bailar

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Pablo Bromo: Mi David Bowie un sinfín de canciones malas que salían de una radiograbadora ochentera con casetera y orillas cromadas. Las rolas: Los Chicos, Vilma Palma, Magneto, Timbiriche y otro repertorio de maldiciones en las que se colaban algunas “gringadas” como MC Hammer, Technotronic, Ace of Base o Vanilla Ice. De este último retumbaba la clásica: «All right stop, collaborate and listen…», Robert Matthew Van Winkle dixit, su verdadero nombre. La línea rítmica era tan pegajosa que sólo daban ganas de bailarla. Esto, porque daba la casualidad que estaba inspirada en la famosa “Under Pressure” de Mercury con Bowie. Algo que Vanilla Ice repetiría con la homónima “Fame” de su siguiente disco: Rollem Up. Y así, mientras este rapero homenajeaba con sus samples al gran Bowie, una parte de mi niño adolescente se adentraba en lo que sería mi primer encuentro (aún desconocido) con toda su influencia y genio. 2. IRREVERENCIA o cuando los Maxell Cromados eran la onda Tenía quince años, jugaba básquet y por las tardes escuchaba Nirvana, Pearl Jam, STP y esos grupos grunge de la época. Todo era incierto y un pasatiempo. Después de

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los entrenos, mi vieja pasaba por mí frente al colegio. Ya en el carro abría mi mochila y metía uno de mis dos casetes favoritos al estéreo: Nevermind o MTV Unplugged. La estridencia de Cobain parecía hipnotizarme junto a la línea de Novoselic y el retumbo maravilloso de Grohl. Todo en su música era un delirio contenido, en especial con las versiones acústicas que parecían más melancólicas. Siempre fui melancólico, y ahí estaba el secreto que me conectaría con Bowie. De entre toda esa resonancia rebelde me encantaba rebobinar “The man who sold the world”, sin saber que era una rola de este canchito que había transformado la historia de la música décadas antes. Luego, años después con la llegada del Internet, supe que la canción no era de los peluditos de Nirvana sino de este tipo a quien le dediqué admiración bajando todas sus rolas en Kazaa y Audiogalaxy, ya cuando los Maxell Cromados estaban pasados de moda. Poco a poco, rolas como Space Oddity, Heroes, Diamond Dogs, China Girl, Modern Love, Sorrow, Ziggy Stardust, Let’s Dance, Changes y otras más se convertirían en la piedra angular de mis recién cumplidos veintidós años. Pero siempre recordaría a Cobain con esa guitarra misteriosa y ese cantadito espectral del cover, porque pare-


Pablo Bromo: Mi David Bowie

recía recordarme a un lugar que había existido en otro tiempo, un lugar que después descubrí con la llegada de Joy Division y el postpunk a mi disco duro.

nido del Ziggy Stardust setentero, inclusive Arcade Fire, inclusive Beck, inclusive LCD Soundystem. Así, poco a poco, me fui dando cuenta que hay músicos que todo lo inspiran sin darse cuenta. Siempre hay esos Morrison, Dylan y Barrett que pasan por esta vida para dejar una estela de genio y buena racha. Con el tiempo, Bowie se me fue pegando más de lo quisiera. Todo en su música me pareció un ejercicio necesario y una fuerza que lo llenó todo de estruendo. Una especie de vara que mide lo que es bueno y un estandarte cabrón para futuras generaciones de artistas y músicos. Por eso está de más contarles que no tengo un disco favorito. Todos me parecen especiales en su hallazgo, poética y momento. Pero si me tocara recomendar alguno, claro que me quedo con Ziggy Stardust. O bueno, por qué no Heroes, o Let’s Dance o Hunky Dory. Ya ven, no puedo. Hay que escuchar a todos los Bowie. Empecemos con el tuyo o el mío.

3. CONCIENCIA o cuando las fiestas duras duraban hasta el amanecer y la resaca era algo que se quitaba bailando Pasé mis veintes descubriendo y descu briendo música. De fiesta en fiesta me aprendía los nombres de bandas y cantantes que me gustaban. La lista es enorme pero empezó con cinco bandas que son el epicentro del poema: Joy Division, The Velvet Underground, The Cure, Depeche Mode y Placebo. Por estas cinco bandas conocí a otras cinco, y así a otras cinco, y así sucesivamente continúa la historia. De madrugada en madrugada o de afterparty en afterparty fui empapándome de todo lo que significaba Bowie. Toda la música de los ochentas y noventas me parecía tener un aire melancólico con el mejor so-

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UN PAÍS INCÓMODO

Carlos González Orellana Siempre que el perdón está al servicio de una finalidad, aunque sea noble y espiritual (rescate o redención, reconciliación, salvación) siempre que tiende a restablecer la normalidad (social, nacional, política, psicológica) mediante el trabajo del duelo, mediante alguna terapia o ecología de la memoria, entonces el perdón no es puro –ni su concepto–. El perdón no es, ni debería ser, ni normal ni normativo ni normalizador. Debería seguir siendo excepcional y extraordinario, a prueba de lo imposible: como si interrumpiera la corriente ordinaria de la temporalidad histórica. Jacques Derrida, citado por Paul Ricoeur. La memoria. La historia. El olvido. Observa el rebaño que está paciendo pasa ante ti: no sabe qué significa el ayer ni el hoy, salta de un lado para otro, come, descansa, digiere, salta de nuevo, y así de la mañana a la noche y día tras día, atado estrechamente, con su placer o dolor, al poste del momento y sin conocer, por esta razón, la tristeza ni el hastío. Friedrich Nietzsche. Consideraciones intempestivas.

Hace unos días, conversábamos con unos compañeros del trabajo sobre las capturas recientes realizadas por el Ministerio Público contra los exmilitares vinculados con el terrible hallazgo de las osamentas encontradas en el Comando Regional de Entrenamiento de Operaciones de Paz (Creompaz). El argumento de uno de mis compañeros era que no había visto nunca un juicio contra exguerrilleros. Luego hablamos de las pruebas y las exhumaciones, pero como siempre sucede en estos casos, los sesgos ideológicos pueden más que la argumentación lógica. El nombre de la antigua zona militar 21 encierra de por sí una verdad siniestra. Esa paz institucional cuya intención es imponer

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una forma de olvido está construida sobre un montón de huesos rotos, quebrantados, torturados. Sobre un montón de gritos olvidados y heridas abiertas. Pero ahí están las osamentas, testimonios silenciosos y terribles que evidencian y quebrantan cualquier sesgo, cualquier verdad a medias, cualquier sospecha. Como la mayoría de las ocasiones en las que se tocan estos temas, la conversación se evitó por ser un tema incómodo. Y pensé yo para mis adentros, en ese ratito, que por tratarse ni más ni menos que de nuestra historia reciente, el país en el que vivimos es un país incómodo. Así como evitamos hablar de la guerra, evitamos hablar también de los objetivos de desarrollo, de los índices


Carlos González Orellana: Un país incómodo

de pobreza y de extrema pobreza. Hasta evitamos pasar por zonas marginales, o cerramos los vidrios de los carros para no ver la cara de la anciana indigente que se asoma a pedir limosna. Todos estos fenómenos de injusticia y desigualdad no resultan incómodos únicamente para las élites políticas y económicas (de hecho, es posible que sea a ellos a quienes menos incómodos resulten). Resultan incómodos para cualquier persona que pueda suplir de forma paupérrima sus necesidades vitales. Al ir de vacaciones, por ejemplo al área rural, procuramos hospedarnos en un hotel que nos ahorre el contacto con la gente, con la pobreza que a gritos está rodeando los sitios turísticos, las ventas de artesanías, los restaurantes, los paseítos en lancha. Sí, a cualquiera incomodaría esta situación. Pero

en lugar de cuestionarnos, de adentrarnos en esa realidad profunda, en lugar de pensarnos como turistas extranjeros en otra Guatemala, elegimos mirar hacia otro lado, así como evitamos hablar de la guerra por temor a ser tachados de comunistas o de guerrilleros o de ignorantes. Las razones que se dan para desconocer y evitar de esa manera nuestra historia son varias. Por un lado está la amenaza que el conocimiento generalizado de la historia podría suponer en las luchas reivindicativas, y las consecuencias negativas que supondría para el régimen de conservación y distribución actual de la riqueza. Por otro lado, es parte de la política de la memoria, que señala Edgar Balsells en su libro Olvido o memoria. Dicha política busca ocultar y tergiversar los hechos ocurridos como parte de una desorientación de valores

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Carlos González Orellana: Un país incómodo

ideológicos y motivaciones políticas que conduce a la inacción y a la preservación de un statu quo de las condiciones estructurales que fueron las causas principales del conflicto armado mismo. Por otro lado, existe la postura que adopta el argumento de Friedrich Nietzsche, en la que se critica el exceso de la cultura histórica como un factor que impide el desarrollo de las sociedades. “El exceso de historia aniquila al hombre” (Nietzsche, 2002). Parte de este argumento cuestiona que al tener los ojos vueltos hacia el pasado, sería imposible emprender acciones nuevas, “seguir adelante como país”, de cara al futuro. La ley de reconciliación nacional (decreto número 145-1996) es un ejemplo de la ejecución de este tipo de argumentos en un grado jurídico. Para Nietzsche, el objeto último de bienestar es el concepto de vida

(en su concepción pragmática). Para la ley guatemalteca, el objeto último es la paz: “obtener la paz constituye un interés nacional, primario e insoslayable” (Ley de reconciliación nacional, 1996). El texto nietzscheano, como bien señala Ricoeur, es claro en sus planteamientos, pero ambiguo en su resolución. A pesar de que va en defensa de lo ahistórico, adopta un posicionamiento opuesto radical, es decir, “anti-histórico”. Contradiciendo la premisa inicial del desarrollo de su discurso, que establecía en igual grado de necesidad la historia y la memoria, como el olvido para la vida. Sin embargo, en ningún momento de la argumentación establece las características y el grado de este equilibrio. Se trata de una consideración filosófica que puede malinterpretarse y tergiversarse como una justificación social.

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Carlos González Orellana: Un país incómodo Que es como se ha hecho en países como el nuestro, en los que el pasado reciente (y remoto) representa problemas estructurales que empañan el desarrollo justo y equitativo de las relaciones económicas y sociales. ¿Hacia dónde nos conduce el olvido de nuestra memoria? El perdón difícil es el título que Paul Ricoeur le da al epílogo de su libro La memoria, la historia, el olvido. Dicho libro es el penúltimo publicado por Ricoeur, luego de un extenso y vital ejercicio de profundización y reflexión humanística y filosófica. En él, el olvido es problematizado como un fenómeno más complejo que el cierre del ciclo constituido por la memoria y la historia. El olvido representa en primer lugar una amenaza, que evidencia la vulnerabilidad de la memoria y pone en riesgo el desarrollo epistemológico de la historia. Si nos ubicamos en el caso de Guatemala, el olvido está vinculado con un ejercicio de manipulación de la memoria. Es común que las instituciones educativas corran un tupido velo sobre la historia reciente para evitar tratar el tema del conflicto armado. Incluso, es posible que se niegue o que sea representado como una gesta heroica gracias a la cual hoy tenemos elecciones democráticas y podemos tomar Coca Cola y comer en McDonald’s mientras estamos conectados a Internet a través de nuestros teléfonos hechos en la maquila de un país extranjero con condiciones laborales igual de depauperadas que las nuestras. En primer lugar, debemos recordar que toda epopeya es un constructo retórico, que busca crear una obra literaria. En segundo lugar, las epopeyas que podemos leer hoy a través de la historia están hechas siguiendo el discurso de los vencedores 1. En tercer lugar, esta argumentación se vuelve inválida, ya que la epopeya es una construcción con valor literario y, vamos, es aberrante llamar epopeyas a todas las construcciones discursivas de los vencedores guatemaltecos. Este tipo de relatos surge gracias a la construcción de la subjetividad heroica de la posguerra. En este tipo de casos, contra la falsa epopeya está la historia,

esclarecida y documentada. La labor de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH, de aquí en adelante) es valiosísima para este fin, ya que representa una narración lejana en la medida de lo posible de los sesgos políticos. Dentro de ese tipo de ejercicios de duelo, fincados en el conocimiento mismo de la pérdida, es posible ejercer el perdón. El único perdón posible para la sociedad guatemalteca llegará el día que las condiciones de vida respondan a las necesidades de la totalidad de la población. Llegará el día que en las instituciones educativas el informe de conclusiones de la CEH: Guatemala, memoria del silencio, sea una lectura obligatoria y que aunado al desarrollo personal y al cuadro profesional de las personas se valore también la dimensión del conocimiento que tiene sobre su país. De lo contrario, estaremos inmersos en acciones fallidas, tratando de salvar un país que jamás llegó a conformarse como tal. La confrontación Las reacciones ante los juicios de los exmilitares vinculados con asesinatos civiles durante el conflicto armado se fundan en dos argumentos: primero reclaman que el juicio fue viciado por la ideologización del sistema de justicia. Argumento que resulta inválido, ya que tanto los militares como las fuerzas populares están sujetas a los dictámenes jurídicos del sistema. Por otro lado, el segundo argumento es recurrir a la rememoración del pasado desde la subjetividad heroica, diciendo que fue gracias a los militares que se evitó que las garras oscuras del comunismo se apoderaran del país. En conjunto con este argumento se estableció una compleja y enorme estructura de propaganda que satanizaba el comunismo como una especie de bestia infernal que devoraba a las naciones. Este último argumento es el más alarmante, ya que es inaudito que en pleno siglo XXI se sigan utilizando este tipo de fundamentalismos ideológicos. Sobre todo porque fue gracias a estos fundamentalismos absolutos que se llegaron a concebir las políticas y prácticas

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Carlos González Orellana: Un país incómodo

Un duelo inconcluso

contrainsurgentes más inhumanas por parte del Estado en las décadas del conflicto. Lo que es inquietante y descorazonador es la existencia y la posibilidad de que se den aún este tipo de confrontaciones. Un fenómeno similar sucedió con el juicio por genocidio: es posible polarizar la sociedad en dos bandos completamente opuestos y que aflore el discurso del odio, con sólo mencionar el tema. Como recurso desesperado, se ha hablado del tema de la amnistía suscrita en la Ley de Reconciliación Nacional (aunque esta se refiere únicamente a crímenes políticos, no de lesa humanidad). La amnistía pone fin a graves desórdenes políticos que afectan a la paz social, que la amnistía interrumpe. Se distingue por la institución que instaura. Con astucia erudita, Paul Ricoeur señala que el parecido entre las palabras amnistía y amnesia no se limita al ámbito fonético, sino que finca sus raíces en el ámbito semántico-etimológico. La amnistía señala en realidad un pacto secreto con el olvido, con el negacionismo, con la amnesia.

El ejercicio de duelo es esencial para la salud mental de una sociedad. Fundar una nación, un país, sobre la base del olvido es comenzar de nuevo un ciclo vicioso, que inevitablemente nos conducirá a su repetición. La falta de educación, hermana cómplice con la alienación, la pobreza y la memoria manipulada han generado un mandato de impunidad, dentro del cual, el cumplimiento de la norma es la excepción. De ahí que cuando esta se cumple, las reacciones son inmediatas. Ricoeur aborda el fenómeno del duelo y lo proyecta socialmente a partir de dos ensayos de Sigmund Freud: Rememoración, repetición, per-elaboración (1904) y El duelo y la melancolía (1915). En el primer ensayo, Ricoeur señala el peligro que para Freud implica la resistencia de la represión a remontar un hecho traumático a través de la memoria. Dicha represión conduce a una repetición compulsiva que

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Carlos González Orellana: Un país incómodo tiende a replicar el hecho para sustituir el recuerdo. Al trasladar el análisis clínico al plano de la moral colectiva, la represión de hechos traumáticos a través de políticas de olvido violentas y sistemas de justicia amnésicos, conduciría inevitablemente a su réplica. El “trabajo de rememoración” se hace indispensable para liberar la conciencia moral colectiva del riesgo de la repetición compulsiva. En el segundo ensayo, Freud, citado y trabajado por Ricoeur, trata el tema del duelo en oposición al fenómeno de la melancolía. El duelo es la resistencia de la libido a la pérdida de un objeto o persona amada. La melancolía en cambio es un padecimiento sin objeto alguno, ejecutado desde un yo empobrecido. Al no haber trabajo de duelo, consciente de la pérdida, pueden erigirse, en la conciencia individual, sustitutos de valor: la patria, el trabajo, la libertad. De ahí la necesidad de desconfiar del discurso que trata de sustituir el trabajo del duelo por el amor a la patria y al progreso, que se trató con anterioridad y que se funda en el exceso de la memoria como obstáculo. La idea de progreso, de hecho, que se enarbola en la actualidad es de sí cuestionable, y este cuestionamiento se puede intensificar en países en vías de desarrollo, como el nuestro, en los que el ciclo del progreso está relacionado siempre con ciclos de generación del binomio dialéctico riqueza/ pobreza, y el crecimiento de estas dos condiciones. Mientras no haya justicia, seguiremos divididos. Seguiremos entendiendo esa ficción de país que nos han creado como tal: élites urbanas que polarizan el poder económico y una especie de país subalterno, que tales élites desconocen. Ese país subalterno del cual los políticos han tratado de esconderse, protegiéndose a través de círculos privados de seguridad. Ese país subalterno que queda ahí, fuera de la garita de seguridad de las colonias privadas. Ese país subalterno que merece, según las élites urbanas, un salario mínimo (de por sí pírrico) menor al del promedio. Que no importa si muere en los hospitales porque no hay una sonda o un antibiótico. Llora

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san


Carlos González Orellana: Un país incómodo sangre que la memoria, matriz originaria de la historia, haya sido relegada como un obstáculo en las carreras de desarrollo empresarial. Llora sangre que aun hoy en día, las decisiones jurídicas de carácter penal que pesan sobre los responsables de los vejámenes acontecidos en el pasado, puedan llegar a ser un motivo para polarizar a la sociedad guatemalteca. ¿Por qué aún somos capaces de dividirnos? No se trata de buscar un culpable, un “enemigo interno”, alguien a quien echarle las culpas. Se trata solo de hacer justicia. Conclusión La petición ampliar la ley de amnistía sobre los delitos de lesa humanidad es mucho más seria de lo que aparenta. La consecuencia evidente es la impunidad y la injusticia social, que imposibilita la reconciliación. Si quien comete la falta no está capacitado para aceptarla como propia y hacerse responsable de ella, no puede existir por otro lado un perdón auténtico de la otra parte. Sin embargo, y salvando esta trágica consecuencia social, la petición atenta contra la constitución del sistema de justicia. Durante el conflicto armado, uno de los elementos del gobierno fue la suplantación de la acción judicial por medio de la instauración de un sistema punitivo ilegal dirigido por las estructuras de inteligencia militar (informe de la CEH, conclusión 9). El nuevo riesgo de mancillar el sistema de justicia es la reinstauración de un recurso manido del conflicto. La principal incomodidad que las personas conscientes tendrían que sentir de vivir en este país es precisamente la circunstancia del duelo inconcluso, ocasionado principalmente por la ausencia de un sistema de justicia eficaz. Por eso, los dictámenes que las cortes presenten contra los actores armados del conflicto, que no estén amparados por la ley de reconciliación nacional deben ser cuestionados únicamente en el ámbito legal, y no ideológico. La dificultad de fundar un proyecto nacional incluyente, participativo e igualitario

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Carlos González Orellana: Un país incómodo y de creer en una sociedad unida que sea crítica y consecuente con el aparato estatal radica principalmente en esa carencia, y en la discriminación étnica enquistada en el imaginario mestizo mayoritariamente. A manera de conclusión, me gustaría pensar en darle un voto de fe a la historia y a la verdad. Me gustaría pensar que en algunos años, recordaremos esta posguerra confun-

dida por tantas tensiones económicas como otra etapa oscura de nuestro desarrollo histórico. Como la última etapa oscura que comenzó desde el establecimiento de la Colonia, y que continuó con la formulación de un proyecto de nación excluyente, injusto, heterosexual, y fundado sobre el mismo tipo colonial de relaciones comerciales.

Notas 1

Un ejemplo tangible es la epopeya de la conquista de Guatemala, descrito por Severo Martínez en La patria del criollo.

Bibliografía Balsells, E. A. (2009). Olvido o memoria. El dilema de la sociedad guatemalteca. Guatemala: Flacso. Comisión para el Esclarecimiento Histórico. (1999). Guatemala, memoria del silencio. Conclusiones y recomendaciones. Guatemala: Oficina de Servicios para Proyectos de las Naciones Unidas (UNOPS). Cortéz, B. (2012). Memorias del desencanto: el duelo postergado y la pérdida de una subjetividad heroica. En e. a. Beatriz

Cortéz, (Per)Versiones de la modernidad. Literaturas, identidades y desplazamientos (págs. 259 - 280). Guatemala: F y G. nacional, L. d. (1996). Nietzsche, F. (2002). Consideraciones intempestivas (II): de la utilidad y los inconvenientes de la historia para la vida. Madrid: Alianza Editorial. Ricoeur, P. (2010). La memoria, la historia, el olvido (2a. edición ed.). (A. Neira, Trad.) Madrid: Trotta.

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Mariano Roberto Morales: Imagen, poder y política: Hacia un cine nacional

ANÁLISIS RADIOGRÁFICO TRAS UN AÑO CONVULSO

Sergio Castañeda Contexto coyuntural

e inactiva. Pero si bien fue la clase media la que tras revelarse esta situación salió a las calles a pronunciarse, posteriormente las movilizaciones comenzaron a madurar y se convertían poco a poco y en buena medida en una articulación interétnica, interclasista e intergeneracional. Fue, sin lugar a dudas, un escenario que se daba ante una sociedad que no estaba preparada para tal acontecimiento y donde varios colectivos reconocían lo imperante de la articulación de diversos sectores y de un accionar estratégico para que tras este despertar producto de un hartazgo social de décadas, pudiera accionarse el principio de un movimiento social que incidiera de tal forma que apuntara a dar paso a las soluciones estructurales que tanto se necesitan. Es decir, que iniciará a transformar radicalmente las estructuras del estado. Y es que a pesar de las dificultades que se iban dando para la unificación de una manera estratégica y de lo comprensible que resultaba que la diversidad de iniciativas que

El 2015 ha quedado en la historia de Guatemala como un año de convulsiones constantes, de escenarios inesperados dentro del ámbito político y social, de un sube y baja de emociones que sin lugar a dudas han marcado nuestras sensibilidades como individuos y sociedad. Todo se desencadenó cuando la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y el MP evidenciaron el desfalco y fraude aduanero realizado por una red criminal denominada “La línea” donde se sospecha estaban involucrados el Presidente de la Republica Otto Pérez Molina y la Vicepresidenta Roxana Baldetti entre otros funcionarios más. Lo que sucedió tras esto fue una coyuntura que nos trascendió a todos. Es tras este destape que el hartazgo social rebalsó y se comenzaron a dar movilizaciones, digamos espontáneas, por parte de la capa media urbana. Sí, de esa que en los últimos tiempos había permanecido apática

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Sergio Castañeda: Análisis radiográfico tras un año convulso

se desarrollaban para mostrar indignación tuvieran ciertos desfases o grados de desorganización, todo parecía apuntar a un verdadero despertar ciudadano (en cuanto al territorio capitalino, pues cabe recalcar que en el interior del país diversos grupos se han mantenido en resistencia inclusive durante siglos)donde las movilizaciones comenzaban a romper paradigmas así como reinventaban la estética de la protesta en el país. Con el pasar de los meses las movilizaciones masivas se continuaron dando los días sábados en el mayor de los casos, conformadas en buena parte por la clase media urbana pero donde también asistían diversos colectivos de ciudadanos que han incidido y vigilado al estado corruptor desde tiempo atrás y que ahora buscaban mantener la tensión política para que no decayera ese despertar tan necesario en tiempos oscuros. A estos colectivos se fueron sumando tam-

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bién organizaciones de estudiantes, tanto de la universidad de San Carlos de Guatemala como de universidades privadas y, como no podía ser de otra manera se contó con sectores populares organizados de indígenas y campesinos, donde por momentos parecía vislumbrarse esa luz que diera paso por fin a la tan necesaria unión entre campo y ciudad. Las consignas más pronunciadas durante las movilizaciones correspondían a la exigencia de la renuncia del binomio presidencial, así como a posponer las elecciones y llevar a cabo reformas a la ley electoral y de partidos políticos. Se comprende la primera como el rebalso de indignación ciudadana, como un precedente importante aunque sus efectos en las problemáticas sociales no iban mucho más allá de la coyuntura. Por el contrario, la segunda consigna apostaba a un tema más de fondo, a comenzar a tocar raíces del sistema para pensar en


Sergio Castañeda: Análisis radiográfico tras un año convulso transformaciones radicales. El ocho de mayo renunciaba la Vicepresidenta Roxana Baldetti y el tres de septiembre el mandatario Otto Pérez Molina, se había creado un precedente, en buena parte gracias a la incidencia de la sociedad guatemalteca, no sería justo demeritar eso. Pero, a pesar de la alegría de ese momento, está claro que no se fue mucho más allá de la superficie. Si, la renuncia marcaba un precedente histórico pero también era una consecuencia de la fuerte influencia de la embajada estadounidense con la complicidad de las élites económicas del país, pues los exmandatarios representaban una clase política excesivamente cínica en su corrupción y ahora la desestabilización de su gobierno no cesaría, cosa que no convenía para quienes priorizan en la estabilidad de las relaciones dentro del denominado Triángulo Norte. Lo que sucedió a esto fue la designación como Presidente provisional, por los meses que restaban al oficialismo patriota, del Abogado y Notario Alejandro Maldonado Aguirre, quien ya había llevado a cabo funciones de diputación, magistratura y también había sido embajador de Guatemala ante la Organización de Naciones Unidas (ONU). Se trataba de un personaje –ya conocido– de la extrema derecha y quien apuntó a la continuidad de la política conservadora de la historia del país. El guión orquestado por la embajada estadounidense con la complicidad de la oligarquía nacional no permitiría la posposición del proceso electoral. Así que tras una fe-

cha estratégica de la renuncia de Otto Pérez (tres días antes de las elecciones) y con la incapacidad de las movilizaciones por impedir el proceso electoral buena parte de la población despolitizada e indiferente hasta hace unos meses atrás –que no concibió que el problema más allá de un período presidencial, es sistémico– se volcó a las urnas creyendo que a través del sufragio podía venir algún tipo de cambio, pues tras la reciente renuncia había en el ambiente una especie de patriotismo, digamos, mediático. Así fue como las elecciones se llevaron a cabo el día domingo seis de septiembre en medio de un viciado proceso electoral, donde hubo evidentes campañas mediáticas contra uno de los candidatos punteros quien resultaba incómodo para cierto sector, ya que no cumplía con el perfil de sumisión y obediencia ante el poder hegemónico. Pegando un pequeño y necesario salto del ya mencionado proceso, situémonos en el catorce de enero, fecha donde tomó posesión como presidente un personaje con poca experiencia política y de pensar conservador, respaldado por militares implicados en el conflicto armado interno y la cúpula empresarial. Es así, pues, como al analizar lo acontecido estos meses vemos la diferencia entre un sector de la población que manifestó puro hartazgo y catarsis, así como otros ciudadanos desde su singularidad y algunos colectivos que comprendían la importancia de iniciar transformaciones de fondo, quienes no cedieron a la manipulación de los medios y apostaban a trabajar por soluciones

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Sergio Castañeda: Análisis radiográfico tras un año convulso estructurales ante las problemáticas que sufre día a día la gran mayoría y, muy alejados de los anteriores; la pequeña pero poderosa élite vinculada con la embajada estadounidense quienes por el bien de sus intereses, protegieron a toda costa la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica.

vención

Sobre la dificultad de articulación y el accionar de la izquierda Llegados hasta acá es momento de enfocarnos en las movilizaciones realizadas, verlas hacia adentro, así como de analizar el por qué en el país los sectores del centro hacia la izquierda no han podido incidir profundamente en los últimos años. Y es que en un país donde las crisis sociales aumentan críticamente, afectando a las masas, resulta irónico que la izquierda o incluso el progresismo tanto institucional como ciudadano organizado no cobren auge en las mayorías y sean los planes de las minorías con su neoconservadorismo político y neo-liberalismo económico quienes continúen imperando sin ningún tipo de regulación ni resistencia de peso significativo. ¿Acaso, tras la reciente coyuntura, no era justamente la oportunidad idónea para que los sectores de izquierda fuesen quienes tomaran la batuta radicalizando las movilizaciones y orientando el camino para así madurar a un movimiento social fuerte y organizado? Por qué no se pudo incidir como era necesario para que se ejecutaran las reformas a la ley electoral y de partidos políticos y se llegara a un gobierno provisional conformado por personas que representaran realmente a todos los sectores del país. Está claro que esta coyuntura era una gran oportunidad para el comienzo de cambios radicales, sabiendo que este destape de corrupción no era más que otro efecto de las causas de un sistema creado a través del despojo, la explotación y la criminalidad. Si nos preguntamos el por qué no se ha podido incidir radicalmente en busca de transformaciones profundas en los últimos tiempos, no podemos dejar de un lado el triunfo ideológico conservador con su in-

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Sergio Castañeda: Análisis radiográfico tras un año convulso vención del “anticomunismo”, que continúa vigente en el imaginario social. A esto se debe sumar la pobre incidencia de la izquierda institucional en los últimos años, que desemboca en la falta de credibilidad que le tiene gran parte de la población. Se debe, pues, escudriñar en qué se ha fallado, qué errores se han cometido en los últimos tiempos y qué acciones estériles se realizaron durante estas movilizaciones. Habrá que realizar, constantemente, como los viejos partidos comunistas de Europa, la autocrítica desde la mayor honestidad y radicalidad posible. Poner las barbas en remojo, tanto como partidos políticos, colectivos, plataformas, organizaciones estudiantiles o sencillamente como individuos que comulgan con ideas solidarias, humanistas y comprenden la necesidad de encaminar la lucha hacia cambios profundos. No se puede problematizar estas dificultades planteadas sin tomar en cuenta que en las últimas décadas resulta sumamente difícil la articulación como sociedad. Por supuesto que esto no es un producto casual, sino todo lo contrario, responde a un proyecto ideológico que ha logrado despolitizar a las mayorías, es decir, la prioridad de este proyecto de valores neoliberales consiste en alienar al individuo para conquistar su subjetividad y así éste carezca de pensamiento crítico y por ende, de interés por temáticas que necesitan de cierta profundidad. Porque si bien podemos denominar a este sistema imperante como un gran fracaso económico, también debemos ser claros en que representa un triunfo ideológico que sujeta a los individuos y los determina en su forma de ver el mundo, arrastrándolos a diversos digamos, delirios. Ese triunfo ideológico busca ir anulando la conciencia crítica y conducir a la normalización de observar y/o perpetrar vejaciones con total naturalidad como lo son la cosificación, la destrucción del medio ambiente y las inequidades más grandes en la historia de la humanidad. En Guatemala, tras el triunfo contrainsurgente, comienza a cimentarse este proyecto neoliberal de colonizar subjetividades a través de métodos educativos y mediáticos,

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Sergio Castañeda: Análisis radiográfico tras un año convulso efecto que se evidenció en estas jornadas en la dificultad organizativa en un momento histórico que requería de estratégica y contundencia. Definitivamente la izquierda institucional tendría que tener esto muy claro, pues su deber es alcanzar el poder y para eso debe conseguir adeptos y no, por el contrario, buscar su catarsis con un grupo selecto, con los mismos de siempre. La izquierda partidista demostró una vez más ineficacia, cierto anacronismo, segregación producto de disputas internas y la poca importancia que le da a las demandas populares. No se pronunció a favor de la exigencia popular respecto a la posposición de elecciones, conformó el juego una vez más el seis de septiembre –día de la vergüenza nacional– y en las estadísticas evidenció nuevamente su debilidad. Claro, tal y como lo entiendo, considero que ante la inminente realización de las elecciones, los partidos de izquierda debían presentar candidatos a diputación, puesto que si bien son indiscuti-

blemente minoría, esto es mejor que no tener presencia alguna en el legislativo. Ahora bien, también estuvieron en constante accionar organizaciones de izquierda y progresistas como lo son los diversos colectivos urbanos y rurales, así como asociaciones estudiantiles que claramente marcaron distancia con la izquierda partidista. Resulta necesario reconocerles su incidencia y aportes, pues es justo admitir que crearon un precedente con sus acciones y algunos comenzaron a ejercer estrategias de incidencia más acordes a nuestro tiempo. Accionaron de tal forma que lograron estimular y convocar, lo que por transición sucedió fue el acercamiento de muchas personas, poco vinculadas a las demandas populares hasta hace unos meses, quienes decidieron unirse a estos colectivos pues su sensibilidad fue tocada y optaron por el interés de las problemáticas que aquejan a las mayorías. Estas organizaciones también iniciaron la tarea de reinventar la estética y las formas

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Sergio Castañeda: Análisis radiográfico tras un año convulso

de hacer protesta, lo que es fundamental continuar trabajando. Claro, lo realizado no fue suficiente y ahora, tras la resaca de aquellas jornadas, tendrán que reconocer sus desaciertos y replantear sus estrategias. Hay cosas que por el bien del porvenir en cuanto a resistencia social se refiere no se pueden olvidar y deben tenerse en cuenta para la maduración de esta, como por ejemplo: que con lo sucedido en el año 2015 se puede hablar de movilizaciones pero no de un movimiento social, puesto que este no es efímero y si es necesario apela a acciones extrainstitucionales, solo por dar dos características. Se tendrá que reconocer que si bien alguna sector de académicos acudió a las calles realizando la denominada praxis, esto fue solo en cierta medida, pues también en otra vemos como el lenguaje técnico de los científicos sociales no trascendió el claustro debido a la incapacidad muchas veces de aterrizar y ejecutar ideas. Evidenciar a la izquierda institucional y parte de la de “a pie”, que continúa cayendo en manías de izquierdómetro; con símbolos y acciones

similares con las que ha sido derrotada en varias ocasiones. Aprender a detectar a sujetos y ONGs que utilizan el paternalismo como negocio y se oponen desde la reacción a cualquier tipo de innovación en la lucha, pues no desean cambio alguno debido a que logran su comodidad económica con la continuidad del sistema. Transmutación de formas. Radicalizar para intentar crear un movimiento social Tengamos ahora claras todas las consideraciones del caso y para eso se debe reconocer los errores y las limitaciones, así como examinar la correlación de fuerzas y contra qué se continúa resistiendo. El panorama no es alentador pero la contemplación y la inacción burguesa definitivamente no son una opción. Por ello se deberá apostar por la articulación solidaria, por la organización cooperativa pero comprendiéndola y realizándodola a cabalidad. Habrá que aterrizar las teorías pues de qué sirve el lenguaje

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Sergio Castañeda: Análisis radiográfico tras un año convulso grandilocuente si no se llega a vincularse con las masas, si aún peor, existe una mayoría social que probablemente esté aburrida de las prácticas tradicionales de la izquierda guatemalteca. Si el imperativo categórico es encarar la lucha y la resistencia para así buscar soluciones estructurales y maneras de una vida más digna para las masas, entonces como sujetos incidentes se tendrá que comenzar a respetar justamente a estas y lograr su empatía, no desde paternalismos o caridad vertical, sino desde una vinculación cómplice de concebirnos como prójimos coincidiendo en principios de unidad y solidaridad horizontal y, para ello, se debe cambiar de fórmulas, pues lo que se ha venido hacien-

do sin lugar a dudas no ha funcionado del todo. Habrá que realizar cosas distintas. No se trata de perder la esencia, el tema pasa por evolucionar en las formas. No se renunciará en lo más mínimo a los ideales revolucionarios ni al espíritu combativo, pero debemos aclararnos la garganta, bajar de los aires y hablar claro y contundente. La premisa es ir deconstruyendo ese individualismo arraigado y, por el contrario, lograr estimular el interés de quienes la despolitización y enajenación los ha invadido. Por lo tanto la importancia de la memoria histórica nuevamente salta a la luz, nos encandila, por suerte, de congruencia; pues al revisar los anales históricos que encausan su vista desde el compromiso crítico –y no

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Sergio Castañeda: Análisis radiográfico tras un año convulso desde la historia oficial escrita por el poder para apaciguar y dominar– nos muestran que el proyecto del anticomunismo, inyectado en América Latina y tan bien cimentado lamentablemente en Guatemala, condenó por igual a toda filosofía política que se opusiera al poder hegemónico. El cual, con esto, logró posicionar su discurso en las masas y tener el campo despejado para conquistar poder y capital controlando cualquier débil resistencia que surja. Para muestra un botón, en la actualidad se encuentra el poderío hegemónico de este país moviendo las piezas a su antojo, creando sus propias agendas de modelo económico y al cual no le incomoda en lo más mínimo percatarse que la resistencia

ciudadana actualmente es pequeña y poco organizada con egolatrías y disputas internas. Parece que les encanta ver una resistencia hermética, repitiendo formas que no han dado mayor resultado positivo y que no logran sumar sujetos a las causas. Es por los hechos que no dejan lugar a dudas que considero de suma importancia la trasmutación en las formas sin el renunciamiento a los fondos. La organización y la disciplina son fundamentales pues la espontaneidad hedonista nunca ha fraguado cambios radicales en los terrenos políticos y económicos. Para recuperar el tejido social es necesario reivindicarnos con el prójimo y con la historia y para ello la radicalidad y la arti-

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Sergio Castañeda: Análisis radiográfico tras un año convulso culación son primordiales. Reconocer el problema de este sistema desde su raíz, emprender disciplinadamente el arduo trabajo desde la diversidad de tareas sin menospreciar unas de otras; labores como la construcción del pensamiento crítico a través de las letras y la docencia, el analizar como tocar ciertos temas sin causar polarización es un reto que se debe asumir claro, siempre brindando acompañamiento y seguimiento en las cortes a las víctimas del terrorismo de estado. Sería importante llevar a cabo proyectos de formación ciudadana en barrios y comunidades, creando células de diálogo político, así como mantener la presencia en las calles y realizar constantemente festivales artísticos en verdad comprometidos. El diálogo sobre las coyunturas con el vecino y el compañero a cualquier hora del día es fundamental. Habrá –y esto puede que moleste a más de algún dogmático– que utilizar un lenguaje, digámoslo así, mediático, cuando de convocatoria se trate, puesto que tras el sistémico proceso colonizador de mentes el cual ya se mencionó en este ensayo, es justamente a ese lenguaje al que responden una mayoría intergeneracional, interétnica e interclasista. Imperante es no confundir, por ejemplo, la importancia de llevar el marxismo como método de análisis y ejercer la “praxis”, con lo que dista mucho, como lo es caer en enfermedades infantiles. Fundamental resulta no confundir los procesos sociales con una

competencia de incidencia donde se exige implícitamente reconocimiento y se menosprecia las luchas de otros actores, lo que al final facilita las políticas segregacionistas que ejercen los grupos de poder. Realizo una invitación a los diversos sectores izquierdistas y progresistas para que den la oportunidad a la autocrítica y así reflexionar sobre los modos de acción poco contundentes. Es momento de reconocer que las distintas luchas deben ser enlazadas para formar una red de articulación de resistencia anti-hegemónica, radical y consistente. Es válido equivocarse en el proceso, pero ya es hora de relacionarnos de forma más horizontal –sin caer en la ingenuidad de creer que no son necesarios liderazgos para encaminar las acciones, pues la historia no nos deja mentir acerca de lo necesarios que resultan estos–. Es momento, también, de comprender más allá del discurso, la riqueza de la multiplicidad y multiculturalidad para que así estas dejen de ser sinónimo de divisionismo y extremismos herméticos. Toca, por fin, contemplar lo trascendente del diálogo intergeneracional y erradicar esa falsa brecha segregacionista. Es hora, pues, de la trasmutación en las formas a la hora de accionar, pero nunca olvidado el fondo, es decir; los principios. Llegó la gozosa hora de emanciparnos para así aprender de los errores de antaño, madurar y comenzar a crear un verdadero movimiento social.

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Poesía de Joss Pinto

I Jamás sabré qué es caer sobre un lago congelado y luchar contra mi propia fuerza. Viajaré por el mundo entero en busca de nieve, para contradecir pronósticos y las imágenes de mis infancias. Ante mis ojos hoy solo hay niebla. Estoy segura que en otras latitudes, mundos, espacios, el sol se viste de verde sobre llanuras menos tristes. Es imposible que la soledad pueda caber en un sitio como éste. Debo irme con lágrimas aún sobre los ojos para que todos sepan el mensaje de mis palabras y yo no olvide la intención de estos pasos. Viajaré en busca del aire que se acople a mis perforados pulmones, para ver finalmente un cambio de paisaje y sentir los pies congelados por diversión. 37


Poesía de Joss Pinto

Pero, ¿qué sé yo de geografía? si ante mis ojos solo hay montañas que me absorben como musgo y están ya demasiado húmedas para aceptar mi llanto. Qué sé yo si cuando digo África, sueño mujeres de oro esperando en línea a sus hijos vivos o digo Egipto y aún las aguas guardan niños legendarios. Qué se yo de geografía si en los libros nunca llovió en Venecia. Siempre me dijeron que no confiara en ojos ajenos, que percibiera el mundo desde mis errores. Por eso viajaré a tierras lejanas en busca del relieve que aún le falta a mi camino rodeado de vanidosos volcanes. Viajaré para desprender las imágenes de una tierra plana pintada de solo tres colores y estrellas. Qué sé yo de geografía sino aquello que me enseñaron en la escuela imaginaria. El relieve de los mapas es igual de abstracto Tal vez algún día lo intente, y así pueda traer las faldas de mis montañas tristes a nuevas tierras donde la emoción de sentir por primera vez frío, calor o sueño es la solución para caminar sola entre espejismos reales de mundos que solo descubriré soñando despierta. II ¿Por qué intentar sanarme? Pelear con la desesperación ¿Por qué intentarme? Juego con la palabra y trato de inventar un nuevo significado, pero todo ya está nombrado. ¿Cuál es mi espacio sino puedo inventar el mundo? Dicen que lo que siento es vacío, que soy tristeza. ¿Qué caso tiene inventarme de una forma diferente? Pensar que soy cielo o muerte. ¿Qué acaso no se puede sentir lejos de la materia? Hoy preferiría no ser, no estar. 38


Poesía de Joss Pinto

Pero no hay palabra para nombrar mi ausencia en lo presente. Hay algo que aún no llega. No sé si pueda seguir esperando. III Soy el sueño de mí Un fracaso de la realidad que me dice Recorro un vacío en búsquedas de un devenir Hoy solo me encuentro palabra Debo decirme silencio. IV Te encuentro en la memoria, y recuerdo cuánto miedo le tenía al olvido. Me persigue la secuela de tu imagen. Resuenas. Aprendí a deletrearte para hacer más largo tu nombre. Pero te disuelves, en lo que tardo en pronunciarte. V Otro día aquí, inmóvil, con los gritos de la mente abandonándose en un ciego atardecer. Me he vuelto una caverna sin ventanas, y el oxígeno escasea. Inhalaciones contadas para sobrevivir un gris retorno al olvido. Nada puede surgir de la oscuridad de cueva el fuego ya fue inventado y ni el silencio sirve para rascar la muerte por la espalda y vivir con justificaciones para esconderme.

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Poesía de Dulcinea Gramajo

Besos al borde de las profundidades A los treinta ya había escuchado al gran Charly García Había un ejército de copas de cristal impregnadas de violento rubí Coleccionaba recetas de cocina olvidadas en un rincón junto a Agatha Christie Las musas de Almodóvar estaban al borde de un ataque de nervios El corazón reclamaba una tregua Por las noches enfurecía Borracho de sombras y luna escarlata Mi enemiga íntima era la ironía A los treinta ya no viajaba con excesos de equipaje Bastaban un par de bragas y un labial color dulce vino tinto Me proclamé traficante de besos, libros y cuchillos Convertí en un arte las sonrisas prohibidas Intercambié melancolía por cinematografía Ya no confiaba en las pastillas Me automedicaba venenos más letales Como besos al borde de profundidades. 40


Poesía de Dulcinea Gramajo

Caperucita A Caperucita le aterrorizan los truenos Sin embargo, aprendió a domar lobos Sus labios desatan las fieras del bosque Su mirada se impregnó con el azabache profundo de la noche En su caperuza esconde lunas desveladas En su cesto pendulan mieles de higos Caperucita mordió el fruto prohibido Lo disfrutó y nadie le pudo vender culpas Ofrendó sus terribles dolores menstruales A una diosa milenaria Caperucita palpó los peligros del bosque Sabía que su vieja abuela no la podría proteger Caperucita arrojó sus tristezas en una hoguera Recolectó sus propios frutos Se armó con lirios salvajes Su pupila incendió una jauría Domingo El domingo huele a comida de la abuela Mientras los feligreses asisten a misa Yo leo poesía con el rímel corroído del día anterior Alterando mis ojeras. El repique de las campanas Hace un llamado a la congregación Mi llamado es la dulce lírica de Cerati Estallando en mis oídos. A las ocho de la mañana una mujer toca la puerta Me ofrece lirios fucsias Soy incapaz de regatear por su precio No hay escena más lamentable y vulgar que negociar la sutileza. Las flores de un Nazareno se cuelan por mi ventana Desafiando mi mirada con su púrpura insolente Me advirtieron que es un sacrilegio vivir frente a una iglesia y no asistir Para mí el sacrilegio sería no descubrir magia en el intimismo de la belleza. 41


Poesía de Dulcinea Gramajo

Reconstrucción Recojo mis pedazos Mis silencios Mis insultos Mi tragedia. Me volveré a armar Con una porcelana más resistente Me volveré a armar Con la ternura que me quisiste arrebatar Mi perfume ya no huele a ti Mi amnesia es implacable Ya no hace negocios Con ilusiones rotas El aire duele Es el síntoma de la resurrección Es la bocanada Anunciando la fuga de esta prisión. Tazas abismales Quita las tazas al borde de orillas abismales El fondo no tendrá piedad de ellas Será implacable ante su fragilidad No considerará la exquisitez de su material El golpe seco las partirá en un segundo El espejo reflejara el desastre El líquido derramado formará un charco Que nadie querá limpiar Quita las tazas al borde de orillas abismales El vértigo las atraerá Salpicarán en su inminente caída Los libros de Virginia Woolf Quita las tazas suicidas del borde de orillas abismales Darán un salto, buscando el carmín de tus labios Sin embargo, antes de quitarlas, no las trates de salvar Su artesano fue amante del precipicio.

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Poesía de Cristian Garzaro

Gruta (esquirla) Lady X se perfora el pene, con una argolla de cristal sostiene la niebla electrocuta las formas descansa descalza en el humo, es montaña beso Omega Sur la cesárea de la boca sin la inmundicia del ojo describiremos la noche como saliva astilla sangrante en la mano del despierto son inútiles los obsequios bajo la adormidera que tiene cuatro esquinas y médico de cabecera loto azul si algún tipo de narcótico nos sirve será el oxígeno se reunió el martes con los vientos y vomitó una violencia que habitaba sus sueños escribió desde el reino medio: CARROÑA el Taj Majal es un inmenso crackhaus del río Yamuna y Ra, el joven, es la pureza y la fuerza lunar 43


Poesía de Cristian Garzaro

Gruta (esquirla No. 3) un vampiro fue la primera ruina, el oscuro capítulo en la vida de Jasón huyo con su madre conejo hacia la sal buscando al esposo del manantial Noruego patino y veo música caliente paro y es el año 288 el año de la tragedia en donde la transgresión hizo planta común el silencio niño eléctrico tus pasos piedras hermoso flujo vital atraviesa a cristo bebe incestos llama a la puerta estoy hastiado un trueno ilumina la boca de Guinea Bissau yo yo yo yo yo yo yo yo yo 9 RAVAL Canción de cuna para un bebé norcoreano (esquirla No. 1) Detrás de su maquinaria defectuosa dejo un papel escrito a mano un inmenso número telefónico con el código de Massachusetts (Cambridge) ¿Cómo la sal sana las heridas? ver es exactamente lo mismo que sonar bebe hasta la mitad de la copa muérdete el labio superior y recuerda que un bombardero no tiene alma el sonido de una lavadora es hermoso robot elsonidoesunalavadora robot elsonidosuavedeunalavadora robot elsonidodeunalavadora robot elsonidohermosounalavadorade robot 44


Poesía de Cristian Garzaro

ahora eres suave y vegetal gelatinoso 8 vertebral verbal viscoso

robot

bisonte de ojos negros no te olvides de mí piensa que cada pájaro tiene el nido que se merece toc toc toc toc toc toc toc toc toc toc toc toc una bola de fuego hace música en el firmamento

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Relato de Juan B. Juárez

Antonio, el filósofo Hoy le dieron tres páginas en el suplemento cultural del periódico del domingo. Las dos fotografías de medio cuerpo mostraban a un hombre demasiado avejentado, quizás por los efectos de la quimioterapia que lo ha dejado sin un solo cabello y el rostro totalmente lampiño en el que se marcan demasiado las líneas que toda una vida llena de emociones dibujaron en esa piel que se mantuvo jovial durante demasiado tiempo, antes de marchitarse quizás demasiado abruptamente. Confieso que al decir abruptamente estoy especulando o simplemente proyectando mis deseos sin mucho disimulo, porque la verdad es que hace más de 20 años que no lo veo en persona, y que de todas maneras le encontré, tras esas arrugas, el mismo atractivo que hace muchos años me enloqueció. Además de las fotos, el reportaje incluía una pequeña entrevista en la que, a pesar de la superficialidad de las preguntas y la brevedad de las respuestas, no deja de brillar la chispa y la ironía que siempre brilló en sus labios finos cubiertos en parte por un bigote grueso y profuso y en sus ojos pequeños y achinados. No estoy segura de si me agradó verlo en esa revista popular y de gran tiraje que de todas maneras representa un reconocimiento a sus prolongadas y, al parecer, brillantes investigaciones en el campo de la historia del arte nacional: sus quince minutos de fama efímera, como quien dice, en un medio 46


Relato de Juan B. Juárez

que por otro lado, está destinado al olvido casi inmediato. Pero mi indecisión no va por allí. Después de todo ese tiempo, a mí tampoco me importan su fama efímera ni sus méritos permanentes. El caso es que en su momento yo lo amé con locura y él no me correspondió con la misma intensidad, absorbido como estaba por ese mundo artístico del que ya nunca salió, y que yo, por mi extrema juventud —mi confusión de adolescente sería más exacto—, o porque decididamente no era lo mío, no pude seguirlo por mucho tiempo. Para mí era un locura o una excentricidad muy propia de un joven que quiere distinguirse entre la multitud de hermanos y de amigos que siempre inundaban su casa, preocupados más por el futbol, los cantantes de moda y las incipientes aventuras amorosas que por los acontecimientos políticos que enturbiaban la vida cotidiana de aquellos años aciagos. Con los años, y ya en la facultad de Humanidades, a la que todavía lo acompañé un par de semestres, tuve que reconocer que sus inclinaciones artísticas e intelectuales no eran una simple locura sino que con ellas seguía algo así como el impulso más profundo de una vocación o un destino. Demás está decir que ya no eran sólo los libros, las bibliotecas y el tiempo que le dedicaba a la lectura y a la redacción de los trabajos de clase, sino también las discusiones con los compañeros, que se prolongaban hasta casi la medianoche y que, en mi caso, me significaban serios disgustos con mis padres que veían en peligro mi decencia y el honor del apellido. Yo era una chica de casa, egresada de colegio católico, de padres trabajadores, esforzados en progresar en lo económico y lo profesional, que desconfiaban del arte y la política hasta el grado de considerarlos como una especie de introducción al mal y a todos los vicios y perversidades que marcan la decadencia de la época y de la humanidad. Al poco tiempo a esas discusiones también empezaron a llegar otro tipo de personajes que hasta a mí me asustaron y llenaron de desconfianza. Los primeros eran los pintores y dibujantes que llevaban sus obras de crítica social y política, como decían ellos, y sobre las cuales los estudiantes y los otros invitados, obviamente experimentados oradores, opinaban incansablemente, no tanto sobre la calidad estética de las imágenes cuanto sobre el “contenido” de los cuadros, es decir las atrocidades que recogían de la mismísima realidad circundante. Todos hablaban con pasión, y algunos hasta lúcida y brillantemente. Antonio, mi Antonio, se estaba convirtiendo no sólo en un estudioso del arte sino en un intelectual comprometido con las grandes causas sociales, dueño de una autoridad moral que justificaba su indignación y su deseo de cambiar el estado de cosas que rige en este país desde hace siglos, a cambiar el mundo, como, según decían, le corresponde a cada nueva generación. Eran los tiempos en los que empezaba la represión política que preludiaba ya la guerra civil, y las reuniones y discusiones ya no se limitaban a la cafe47


Relato de Juan B. Juárez

tería de la facultad sino que se llevaban a cabo en las casas de ciertos personajesde oscura fama de conspiradores, a las que se asistía únicamente con invitación verbal comunicada con pocas horas de antelación. Así que para asistir, había que dejar de lado lo que uno estuviera haciendo, así fuera recibiendo clases, cenando con la familia o haciendo el amor con quien fuera (aunque en mi caso sólo con Antonio, siempre con Antonio).

*** El primer día de clases del segundo semestre apareció Julio, un nuevo compañero que el año anterior había abandonado los estudios para atender asuntos de vida o muerte, según nos confió días después a Antonio y a mí. Pero ese primer día, se presentó al pleno de la clase y dijo que regresaba a la facultad con muchas dificultades porque, precisamente por atender asuntos impostergables, había perdido la bolsa de estudios que le concedieron el año anterior, y que ahora necesitaba de un empleo urgentemente. Antonio se solidarizó inmediatamente con él y en el receso de las 7 p.m. lo invitamos a un café y a un pastel en una cafetería cercana a la facultad. Nos contó que al día siguiente tenía una entrevista de trabajo en un colegio, pero que no tenía ropa para asistir. Antonio le ofreció prestarle su único traje y, al terminar las clases, se lo llevó a su casa para que lo fuera a traer, y a mí me mandó sola en el autobús de regreso a la mía. Julio fue una verdadera revelación, y a los pocos días era el amigo inseparable de Antonio, a cuya casa se pasó a vivir a la semana siguiente. En verdad regresaba de México, a donde había huido espectacularmente luego de haber participado en el secuestro de un embajador alemán y haber estado a punto de ser capturado por un chivatazo de uno de los conjurados. El equipaje que portaba era mínimo, quizás un par de mudadas y tal vez tres revólveres y cuatro escuadras de grueso calibre. A los pocos días dejó de buscar empleo y una buena noche nos invitó a cenar a un restaurante argentino de la avenida Reforma. Nos fuimos en taxi y el vestía ropa nueva e informal pero insistió en usar una corbata amarilla que no le hacía ningún favor. Hizo que nos atendieran bien, pidió la mejor carne y el mejor vino y la pasamos rebién. A la hora de pagar, sacó de su billetera un manojo demasiado voluminoso de billetes altos y dejó una generosa propina. Caminando en busca de un taxi que nos llevara de regreso a casa, nos contó que el día anterior había asaltado el negocio por el que justamente pasábamos enfrente y que, por casualidad, había descubierto al traidor que los delató en el asunto del embajador alemán, y que a la mañana siguiente terminaría de arreglar ese tema pendiente. Al otro día, según me contó Antonio, salió muy temprano, mucho antes de que él se diera levantara, y se fue sigilosamente, y ya no regresó nunca. 48


Relato de Juan B. Juárez

Antonio sospechó que el supuesto traidor también lo había descubierto a él y se le adelantó a “madrugárselo”. Como al mes tuvimos algún indicio que confirmaba esta sospecha y decidimos revisar su pequeña maleta. Allí estaban las pistolas pero no había ninguna maleta de dinero que pudiéramos entregar a su familia, a quien ya habíamos localizado en una de las covachas que se levantaban a la orilla de la línea del ferrocarril. Con el armamento Antonio decidió que por el momento lo mejor era que él mismo lo conservara, y así lo hizo durante algunos meses, hasta que finalmente lo vendió a unos sus amigos finqueros de la Facultad de Agronomía. Para mí fue una pequeña decepción, pero que la dejé pasar sin prestarle demasiada atención al significado del gesto de deshacerse de las cosas de un amigo que había jugado en nuestras vidas y en nuestra formación política un papel simbólico tan importante.

*** Fue por esta época en que empecé a separarme de él, o mejor dicho que él empezó a abandonarme. Él dejaba todo por ir a la reunión, sin importarle mi estado físico o emocional, mi gana de seguir durmiendo o cogiendo, y de nada valían mis airados reclamos inmediatos ni mis silenciosos y tozudos resentimientos posteriores. Me dejaba sola, ahogándome en un mar de lágrimas, en una tormenta de ira o en un frío desierto de soledad y abandono. Finalmente dejé que se fuera. Me resigné a vivir sin él, aunque durante mucho tiempo, demasiado diría hoy, con la seguridad y la angustia de que se estaba involucrando en asuntos demasiado peligrosos que le podían traer muchos problemas no sólo con la ley sino también con las fuerzas oscuras que, atrás de los entramados legales, no se tentaban el alma para secuestrar, torturar, asesinar y desaparecer a la gente, y hacerla aparecer de nuevo en alguna banqueta de algún barrio céntrico o en la cuneta de algún camino marginal como un mensaje macabro y amedrentador. Pero mi Antonio estaba decidido, aunque según yo lo más seguro es que “lo habían decidido” con una especie de lavado de cerebro, y su vida estaba entonces ya más allá de mis ruegos y súplicas, de mi sentido común y de mi instinto de conservación. Y él simplemente se fue. Ni siquiera hizo el intento de convencerme o de postergar su partida hasta que me sintiera más calmada, y mientras se alejaba ni siquiera volteó la vista como para, a manera de despedida, verme por última vez. Luego, ni una llamada, ni una carta, ni un mensaje a través de un amigo o conocido. No es que se hubiera ido a la montaña o enrolado en la guerrilla urbana, sino simplemente se había liberado de mí, me había hecho a un lado como si se tratara de un lastre que le dificultara andar por los caminos que quería para su vida, casi lo mismo que lo que había hecho con las pistolas de Julio. Fue para mí un descubrimiento demasiado doloroso, y por allí empieza eso de no saber si me agradó verlo triunfante en esa revista, 49


Relato de Juan B. Juárez

avejentado pero de cierta manera intacto física y espiritualmente, pese a su enfermedad que, hoy sé, ya superó la etapa en que podía ser mortal. La depresión en la que yo caí, esa sí casi fue mortal. Pensé en el suicidio, o mejor dicho sentí dentro de mí el impulso de matarme, de tirarme del puente más alto, de envenenarme con pastillas o de cortarme las venas y morir lentamente en la bañera. Está claro que no lo hice, pero durante mucho tiempo sentí que algo en mí se estaba apagando, que mi espíritu estaba inmovilizado, temblando de miedo y al mismo tiempo a punto de congelarse en el fondo de un abismo oscuro erizado de aristas filosas que me desgarraban el alma. Hoy me gusta pensar que ese temblor no era de miedo sino de ira y que justamente fue la cólera lo que me sacó de la depresión y me salvó de la nada que me estaba carcomiendo por dentro.

*** Pasaron muchos años. Me casé con alguien a quien no le importó mi frialdad y que aceptó hacerse cargo de mi espíritu enfermizo y de mis afectos todavía trastornados por el abandono. Yo no me engañaba —ni lo engañaba a él— cuando decía que me casaba por despecho, que seguía amando y odiando a mi Antonio con todas las fuerzas de mi corazón. Como era de esperarse, las buenas intenciones de mi esposo no duraron lo suficiente como para sanar las profundas heridas de mi psiquis, ni su amor fue lo suficientemente fuerte como para soportar el cruel desprecio que en el fondo era lo único que sentía por él. En medio de esa atmósfera desangelada que era nuestro matrimonio, todavía nos dio tiempo de engendrar un hijo que, para colmo de males, nació con un defecto congénito del que no sobrevivió sino unos cuantos meses.

*** Otra vez la depresión y el deseo de desaparecer, mientras mi esposo se escapaba por los laberintos del alcohol no sin antes descargar sobre mi enflaquecido cuerpo su ira y su frustración con una paliza despiadada que me valió algunos días de internamiento en la sección de cuidados intensivos de un hospital público. Después que murió mi hijo y que mi esposo se fue, no quise regresar a casa de mis padres ni siquiera para convalecer, y me quedé viviendo sola en el pequeño apartamento en el que a mi alrededor se formaban pequeñas ondas como las que se crean cuando una piedra tirada desde la orilla cae en medio de una poza, como ecos que repetían las razones y los sentimientos de mi abandono.

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Relato de Juan B. Juárez

Una tarde cuando ya no esperaba que nada sucediera en mi vida, tocaron a la puerta de mi apartamento. Era Antonio. Se había enterado de mi tragedia y decidió buscarme para ofrecerme la ayuda y algún tipo de consuelo que me pudiera sacar de aquella crisis que tenía alarmados a mis padres. En verdad, fueron ellos los que le contaron y lo convencieron de hacerme aquella visita que me dio por creer que era espontánea y casual sin darme cuenta de su carácter humanitario y como paternalista. Y debo confesar que estuve a punto de caerme con la sorpresa y que no pude ocultar la alegría profunda que sentí en mi interior y que seguramente se traslucía en mi rostro turbado y tembloroso. Su inesperada visita y su conversación casual y optimista me hicieron mucho bien y casi no me percaté del cinismo que se escondía en sus nuevos “principios y estrategias ideológicas”, por llamarles de alguna manera. No es que haya concebido nuevas esperanzas amorosas que cegaran mi espíritu crítico, sino fue simplemente el calor de un afecto que me pareció sincero y sin segundas intenciones. Quedó de llamarme para ver si alguna noche de esas me sentía con ánimos para salir a cenar y tomarnos una botella de vino, como en los viejos tiempos, solos los dos, sin la bulliciosa compañía de los revoltosos compañeros de nuestra juventud revolucionaria. Y así fue. A los pocos días me llamó y esa misma noche fuimos a un restaurante que estaba de moda por aquellos días, con mucha gente y mucha luz como para que nadie pensara que se trataba de una reunión romántica. Seguía soltero, pero no porque le faltaran las mujeres sino porque le interesaban más sus libros, sus estudios y también las clases que impartía y que se le daban muy bien. Las mujeres ahí estaban, pero pronto se ponían exigentes y se aburrían que la relación, según él, hermosa como era, no evolucionara a algo más serio, y terminaban por dejarlo. Y él, contento de que se alejaran sin violencia, sin escenas patéticas, ni resentimientos, sino más bien felices, con la autoestima en alto por haber tomado una decisión inteligente, madura y oportuna. Algo que, obviamente, en su momento yo no pude hacer, y de allí que la cena terminara secretamente muy mal para mí. Ciertamente Antonio no tenía segundas intenciones para conmigo, ni primeras ni terceras, a decir verdad. Él, en lo emocional, no había cambiado nada. Seguía siendo el mismo de siempre aunque con el cinismo más pronunciado que en los días de nuestra juventud, pero inconsciente de ese rasgo que se le escondía a las luces de sus ambiciones académicas y literarias. No esperaba, sino estaba seguro, sin mucha emoción por cierto, que yo caería otra vez en sus brazos y que lo amaría intensamente mientras él seguiría concentrado en sus lecturas, en las conversaciones con sus estudiantes o en la escritura de sus ensayos, que yo funcionaría para él justamente como si fuera una copa de vino que resulta estimulante mientras uno no se emborrache, se enamore o se vuelva adicto. Pero de todas maneras, fue una 51


Relato de Juan B. Juárez

experiencia liberadora, como a él le gustaba llamar a las situaciones críticas de las que prefería evadirse por el lado egoísta. Con el pretexto de que pronto regresaría a trabajar, dejé abierta la fecha de la próxima cita, sin comprometerme demasiado ni dar muestras de ansiedad o frustración, pero en el fondo decidida a no responder sus llamadas ni recibirlo nuevamente en mi casa.

*** Después de otros 20 años no es que lo haya olvidado. De hecho, algunas veces ha caído en mis manos más de una revista especializada y he leído con gusto y con provecho sus interesantes ensayos. Yo soy la primera en reconocer que escribe muy bien. No es sólo su erudición y su dominio del tema, sino sobre todo sus conjeturas psicológicas y la forma sutil y convincente con la que ata ideas aparentemente desconectadas, como metáforas filosóficas hilvanadas con hilos poéticos que, a la postre, resultan muy sugerentes, aunque no sean del todo consistentes como argumentos. De manera que no hay razón para que le niegue el mérito de aparecer en esa revista popular, protagonizando un gran papel de intelectual e investigador. Lo que sí es cierto es que no estoy segura de alegrarme de lo que tuvo que pagar por eso. Me veo en él, en cada una de sus arrugas y en su frente brillante y en sus ojos que parecen mirar para dentro, como viendo su propio vacío interior, que es de la misma especie que el que me apagaba la vida cuando atravesaba aquel abismo frío y oscuro.

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TREINTA AÑOS DE UNA DEMOCRACIA QUIMÉRICA

Leo de Soulas Aunque oficialmente el conflicto armado finalizó el 29 de diciembre de 1996, la instauración de la democracia significó el fin del período más cruento de los 36 años de conflicto. De ahí que sea conveniente señalar que el arribo de la Democracia Cristiana al poder, en 1986, representó un cambio significativo en la historia del país, no por la llegada de este partido –porque su advenimiento fue una cuestión de suerte histórica–, sino por lo que implicó en el devenir de sucesos que habían acontecido en las últimas décadas. Ante el predominio de regímenes militares surgió la necesidad de buscar alternativas que superaran el esquema de administración castrense, que tan profundas heridas había dejado en el país. No obstante, la restauración de gobiernos civiles constituyó una oportunidad para dar seguimiento al proyecto democrático que se vio interrumpido luego de la caída de Jacobo Árbenz en 1954. Sin embargo, aunque el sistema democrático se logró

restablecer con éxito en lo relativo al tema electoral, la sociedad guatemalteca todavía se encontraba demasiado lejos de alcanzar una democracia plena, puesto que los vicios cimentados tras largos gobiernos de represión y abuso dieron como resultado una nación traumatizada, violenta y dominada por el miedo. Ante un panorama como este, era de esperarse que solo un proceso de ensayo y error fuera capaz de ir recuperando el equilibrio de la dinámica social, tal y como parece demostrarlo la historia de tres décadas de gobiernos que, muy a pesar de ellos y de la población, han ido tanteando lentamente, con aciertos y retrocesos, la configuración de un proyecto de nación. Esto quiere decir que, más que un “tomar conciencia” repentino de las mieles de la democracia y de los fatales resultados que signaron con sangre y oscuridad el ocaso de los gobiernos militares, pareciera que las administraciones de las últimas tres décadas se entregaron a

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perpetuar un sistema de corrupción cuyos tentáculos, hoy más que nunca, se hacen visibles en la nación fallida y desfalcada que hemos heredado. La famosa llegada de la “era democrática” no quiere decir que la sucesión de gobiernos civiles de las últimas tres déca-

das hayan marcado, hasta el día de hoy, un cambio cualitativo hacia el camino de la democracia y el desarrollo del país ni que los “poderes ocultos” que han gobernado a Guatemala desde los albores de la nación hayan renunciado a la cuota de poder que los alimenta. Por el contrario, estos grupos

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Leo de Soulas: Treinta años de una democracia quimérica han permanecido tras bambalinas cual hábiles titiriteros dirigiendo los destinos y reduciendo al mínimo las posibilidades de generar cambios estructurales en la sociedad, precisamente porque la conservación de este sistema de cosas es adecuado y compatible a sus propios intereses de clase. No es de extrañar que Guatemala, siendo la antigua capital de la Capitanía General, sea hoy el país más conservador del área y, por lo tanto, más reacio a los cambios. Pero el iluso “orgullo” de haber sido la capital del Reino tiene una explicación que va más allá de un rasgo identitario. Es un sentimiento que se viene construyendo porque precisamente perpetúa y legitima una serie de privilegios adquiridos por una clase dominante. Resulta claro, entonces, que en aras de proteger sus propios intereses, esta clase se convierta en el principal obstáculo para generar cambios coyunturales. De ahí que estos grupos, en su afán por monopolizar la riqueza y cohesionar su poder, desplieguen toda una serie de estrategias destinadas a cimentar su posición: educan a una creciente clase media bajo los principios del liberalismo; se valen de las iglesias para implementar a nivel masivo un falso sistema de valores morales que intentan con éxito dormir la conciencia crítica y demonizar todo aquello que represente una amenaza; despliegan recursos económicos para mantener en los tres poderes a personas que representen sus intereses, de manera que las leyes y el sistema de derecho no es más que la base jurídica que protege y garantiza sus utilidades; de ser necesario, recurren a la fuerza por medio de su policía privada, representada en el ejército, para imponer sus ideas y decisiones. Solo un sistema como tal, que además crea la ilusión de vivir bajo libertad, explica por qué en treinta años los gobiernos que han desfilado en la dirección del aparato estatal se mantienen en una amodorrada situación de estatismo, la cual pareciera que no promoverá cambios cualitativos durante muchos años más. De esto se puede deducir que una de las características que identifica a este conjunto de gobiernos es, más allá de

su mediocridad, la incapacidad que tienen para generar un proyecto de desarrollo para la nación en todos los órdenes. Los gobiernos que han desfilado a lo largo de estas tres décadas constituyen una muestra de ese estancamiento en el que el país se ha quedado encharcado, y a menos que suceda un hecho extraordinario, estaremos condenados a una inamovilidad que perdurará hasta el desgaste. En lugar de ello, los regímenes “democráticos” solo han conseguido convertirse en una última radiografía del estado canceroso de nuestra sociedad, que ha pasado por un largo período de deterioro determinado por las relaciones de poder con hondas raíces coloniales. Los gobiernos de turno tan solo han sido agentes perpetuadores de ese sistema de desigualdades y ninguno ha reunido el suficiente coraje para tratar de fondo los problemas que en realidad carcomen el tejido social. Por el contrario, se han convertido en posiciones estratégicas para ascender a costa de la rapiña; y a su vez, han sido propiciadores de un sistema de corrupción que corroe las entrañas mismas de la constitucionalidad y convierten la política en un mercado de influencias. La exposición de hechos históricos demuestra la inercia de estos gobiernos civiles y su impotencia para convertirse en agentes de cambio, pero también apoya la tesis de que esta situación se mantendrá a menos que surja una nueva estirpe política que se desligue de los actuales grupos de poder, lo cual, en el contexto que hoy vivimos, es una quimera, pues son estos grupos de poder quienes dirigen el mercado político y establecen las condiciones necesarias para asirse de la administración pública. Hoy es imposible pensar que una agrupación política pueda subsistir sin asociarse a estos “peces mayores” que patrocinan en función de sus propias expectativas. La administración de Óscar Mejía Víctores pretendió ser la transición entre una gobierno militar a otro civil, y a su vez, sentar las bases de una naciente democracia que hiciera superar las dictaduras de terror que se habían vivido bajo los gobiernos militares desde la época de Carlos Castillo Armas. Para ello convocó a elecciones generales en 1985, en la que salió victorioso para la silla

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Leo de Soulas: Treinta años de una democracia quimérica

del Ejecutivo Marco Vinicio Cerezo Arévalo, de la Democracia Cristiana Guatemalteca, partido que desde finales de la década de 1960 estuvo procurando hacerse del poder. A Vinicio Cerezo le tocó enfrentar a una cúpula militar ultraderechista que intentaba erradicar de raíz cualquier signo de tinte socialista; pero también, a un insurgencia marxista insatisfecha con los abusos y excesos de una burguesía de tradición explotadora. Así, se encontró con unas fuerzas castrenses escindidas: mientras un grupo del ejército quería continuar la acción militar contra la guerrilla, pero aislando a los insurgentes de las poblaciones civiles, otro, el de aquellos veteranos oficiales radicales declarados abiertamente como anticomunistas, querían seguir aplicando su doctrina de seguridad nacional y llevando a cabo los abusos cometidos durante los gobiernos represivos. Este último grupo estaba aliado a distintos sectores de la oligarquía, quienes desplegaban recursos para mantener la ofensiva contra los focos guerrilleros. Cerezo también encontró fuerte oposición por parte de la oligarquía y la cúpula

de empresarios aglutinados en el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras −CACIF−, al presentar su plan de Reordenamiento Económico y Social –PRES– en el que proponía establecer impuestos sobre las exportaciones. En realidad se trataba de una reforma tributaria que afectaba los intereses de los empresarios y tras la cual, se pretendía realizar una reforma agraria. Estos hechos, sumados a los primeros contactos que el presidente había establecido con los líderes de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca –URNG– para establecer la paz provocaron un fuerte descontento por parte de los grupos de poder, que de hecho, intentaron dar dos golpes de Estado, en 1988 y 1989, dirigido por oligarcas agrupados en la Unión Nacional de Agricultura –UNAGRO– y apoyados por el CACIF. Si bien es cierto que estos movimientos no tuvieron éxito, el gobierno de Vinicio Cerezo quedó completamente desprestigiado ante la opinión pública, lo que impidió su

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Leo de Soulas: Treinta años de una democracia quimérica reelección en el período siguiente. Sin embargo, merece reconocerse que este gobierno inició las negociaciones para la firma de la paz a través de las reuniones con sus homólogos en Esquipulas I y Esquipulas II, en donde se creó la Comisión Nacional de Reconciliación. Bajo el mandato de Cerezo también hubo una mayor apertura hacia las demandas de los movimientos populares, que luego de haber permanecido callados ante los horrores de la guerra, podían expresar con relativa libertad sus querellas. En este período surgieron diversos colectivos, formados a partir de organizaciones no gubernamentales con apoyo extranjero, que se agruparon en la Unidad de Acción Sindical y Popular –UASP–. Sin embargo, ante el constante acoso, el presidente ejerció una fuerte represión contra el movimiento popular. Al final de su gestión, el gobierno de Cerezo Arévalo estaba totalmente desprestigiado por su incapacidad para hacerse cargo del control del gobierno al margen de los grupos de poder y por el recrudecimiento

de una ola de violencia en los últimos años de su mandato. Aunque disminuyeron las masacres, hubo un proceso de represión selectiva y actos violentos que el gobierno intentó atribuir a la delincuencia común. Fueron habituales los asesinatos y desapariciones forzadas de intelectuales, como Myrna Mack, líderes comunitarios, sindicales y estudiantiles, así como los atentados, persecuciones y acosos a voluntarios de cuerpos de paz extranjeros. En 1990 se celebraron elecciones en las que triunfó Jorge Antonio Serrano Elías, del Movimiento de Acción Solidaria –MAS–, apoyado por familias de la oligarquía protestante. Sin embargo, las contradicciones y debilidades de esta administración pudieron vislumbrarse casi desde el principio, dado que apenas logró ganar con un 24.8% del total del electorado. Por el contrario, los partidos de oposición (la Democracia Cristiana y la Unión del Centro Nacional –UCN–) lograron hacerse de más bancadas en el Congreso y establecieron alianzas entre ellos para enfrentarse al partido oficial. Esta incapacidad de poder

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Leo de Soulas: Treinta años de una democracia quimérica lograr relaciones cordiales con los partidos de oposición fue el germen mismo que contribuyó dos años después a la disolución de este gobierno. Como gobierno de tendencia derechista neoliberal y apoyado por la iniciativa privada, durante el mandato de Serrano Elías se liberaron los precios topes de la canasta básica, se alzó la tasa de intereses en el sector financiero y se comenzó un proceso de privatización de bienes y servicios. Serrano creó una comisión que logró la privatización de la energía eléctrica, los ferrocarriles –que incluía el derecho a vía– y comenzó a gestionar la privatización del sistema de comunicaciones. Además, creó varios planes de desarrollo regional y promovió la aprobación de diversas leyes que afectaron y cambiaron la actividad económica y financiera del país. Durante su gestión también dieron inicio las actividades del narcotráfico en Guatemala, quienes lavaban grandes capitales en los sectores de la construcción y las importaciones, o los ponían como bonos del Estado. Durante su período no solo se incrementó la deuda pública, lo cual provocó que se suspendieran los préstamos exteriores, sino también cayeron los precios internacionales del café, por lo que la oligarquía cafetalera tuvo que reagruparse corporativamente. La pugna entre militaristas, que tendían a volver a las medidas represivas, y los institucionalistas, que buscaban seguir con las negociaciones de la paz bajo el apoyo de Estados Unidos, continuó en las fuerzas castrenses. Los militaristas aumentaron las medidas violentas, el plan de represión selectiva y las medidas tomadas contra la Organización del Pueblo en Armas –ORPA– y el Ejército Guerrillero de los Pobres –EGP–. Por esta razón, el gobierno fue señalado internacionalmente de violar los derechos humanos, lo que llevó a Serrano Elías a redoblar sus esfuerzos por mantener relaciones con distintos países. Con ello, la URNG se dio cuenta que el gobierno no era protegido por Estados Unidos y ejercieron influencia para que en las negociaciones de paz interviniera la Comisión de Derechos Humanos. Ante estos hechos, Serrano pre-

sentó su Plan Total de Paz, que reconocía a la guerrilla como parte negociadora. Logró así consolidar al Grupo de Países Amigos del Proceso de Paz, conformado por México, Venezuela, Colombia y España. Un apartado diferente merece el caso de Belice. Por maniobras secretas del gobierno de Cerezo, se vio obligado a reconocer la soberanía de este Estado el 5 de septiembre de 1991, decisión tomada sin consultar al pueblo, lo cual representó una violación constitucional, razón por la que, este caso pasó a la Corte de Constitucionalidad que, en su momento, resolvió sin lugar la inconstitucionalidad y dejó la decisión en manos del Congreso, obteniendo el apoyo de 78 diputados, en contra de 24. Guatemala quiso reanudar el proceso de negociación sobre varios temas que habían quedado pendientes, entre ellos el reclamo de territorio que buscara una salida al mar, pero el Ministro de Belice se mostró renuente. Los conflictos que tuvo con el Congreso, que no lo alejaron de los oligarcas y capitalistas extranjeros al quedar estancado el proceso de privatización; los conflictos entre las dos facciones del ejército y la presión por ser acusado por irrespetar los derechos humanos; sumado a la ingobernabilidad y la notable corrupción que había alcanzado a los altos funcionarios provocó que el 25 de mayo de 1993 suspendiera las garantías, disolviera el Congreso y destituyera al Procurador General de la Nación y al Procurador de los Derechos Humanos. El autogolpe de Estado o Serranazo fue declarado inconstitucional por varias instancias y sectores que exigían volver a la constitucionalidad. El presidente y vicepresidente tuvieron que salir al exilio, y luego de varias deliberaciones entre diversos sectores ciudadanos, el 5 de junio fue nombrado presidente el Procurador de los Derechos Humanos, Ramiro de León Carpio. En sus inicios, De León Carpio y Arturo Herbruger prometieron continuar con las negociaciones de paz y velar por el respeto a los derechos humanos. Sin embargo, la intervención de los grupos de poder hizo que la figura del presidente perdiera fuerza. Estos mismos grupos tuvieron enfrentamientos directos contra la

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cámara de diputados y presionaron al presidente porque se llevara a cabo una depuración en los órganos Legislativo y Judicial. La cámara de diputados emitió una serie de leyes que afectarían los intereses del sector empresarial, entre ellas el apoyo a una reforma tributaria. En medio de este clima, a inicios de 1994, se convocó a una consulta popular en la cual los ciudadanos tenían que elegir si estaban o no de acuerdo con reformas en 43 artículos de la Constitución. Sin embargo, la discusión de estas reformas se mantuvo en secreto, de modo que los ciudadanos no sabían a ciencia cierta sobre qué estaban votando. Tanto celo y reserva se debió a que había una enmienda en la que se prohibía al Banco Central del Estado brindar ayuda al gobierno. De necesitar financiamiento, el gobierno debía acudir a los bancos privados y pagar altas tasas de interés, que se cancelarían con los impuestos de los contribuyentes. Con todas las tensiones y conflictos existentes entre los diversos sectores, el gobierno de De León Carpio logró proseguir con las negociaciones de paz y durante su administración se firmaron importantes acuerdos que fueron encaminando el proceso. Tanto la Comisión de Paz del gobierno –COPAZ–, la Comisión política del Parlamento Centro-

americano −PARLACEN− como la URNG se comprometieron al cumplimiento de estos acuerdos en agosto de 1995, en la isla de Contadora. El gobierno de De León Carpio también consiguió crear algunas entidades que promovían el desarrollo, como el Fondo Nacional de Desarrollo Indígena –FODIGUA–, el Programa Nacional de Autogestión Administrativa –PRONADE– y el Fondo Guatemalteco para la Vivienda –FOGUAVI–. Además, se instaló la Misión de Verificación de las Naciones Unidas para Guatemala –MINUGUA– y comenzó el arribo masivo de refugiados. Para el final del mandato, la administración pública era muy débil y el sistema de salud casi había colapsado. Además, cada día se hacía mas incontrolable la situación de violencia y represión, entre cuyos hechos destaca el asesinato de Jorge Carpio Nicolle, primo del presidente y uno de los fundadores del partido Unión del Centro Nacional –UCN– y la masacre de campesinos en una finca del municipio de Chisec. Las elecciones de 1995 fueron ganadas por Álvaro Arzú Irigoyen y Luis Flores Asturias, del Partido de Avanzada Nacional –PAN–. La intención de esta administración era bastante clara: un gobierno representado

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por dirigentes del sector empresarial para velar por los intereses de ese mismo grupo. Arzú manejó el discurso de modernización del Estado y de promover el desarrollo de la nación, pero en realidad el progreso, como era de esperarse, solo llegó para la economía empresarial, que comenzó a experimentar un repunte en sus actividades, mientras las desigualdades se hacían mayores. De hecho, son innegables los avances de este gobierno en materia económica. No obstante, este desarrollo nunca redundó en beneficio de la población. Para llevar a cabo su ambicioso plan de gobierno, Arzú tenía que crear las condiciones necesarias, por lo que el aceleramiento de las negociaciones por la paz se convirtió en una de sus prioridades, lo que explica por qué antes de que terminara el primer año de su gobierno la firma de la paz se cristalizó. El 29 de diciembre de 1996 se llevó a cabo este espectáculo diplomático, montado por un pequeño grupo de políticos que tranzaron con los líderes guerrilleros para quedar bien ante la mirada internacional. Ni los sectores conservadores ni la guerrilla estaban completamente convencidos. Los primeros, porque no aceptaban la legitimidad de negociar con la URNG; y los segundos, porque acusaban a sus líderes de compro-

meter los principios revolucionarios. Los acuerdos de paz implicaban compromisos a corto y mediano plazo que, hasta el día de hoy, no se han cumplido. Además, incluían reformas constitucionales inmediatas que no eran convenientes para los sectores conservadores y poderosos, puesto que implicaban el reconocimiento de los hechos acontecidos durante esa etapa, el examen de los problemas estructurales de la sociedad y la disposición a realizar reformas que propiciaran el desarrollo de las clases menos privilegiadas. No tardó en desmontarse la parodia desde el inicio del proceso de reforma. Aunque se admitieron propuestas de muchos sectores populares, el Congreso organizó, en 1998, una Comisión Multipartidaria en la que se revisaron y aprobaron, casi de manera secreta, todas las iniciativas de ley, para luego someterla a una consulta popular. Estas propuestas, que apuntaron a desbaratar el sistema que había imperado desde la época colonial, despertaron temores entre los terratenientes, las iglesias católicas y evangélicas, organizaciones como la Liga Pro-Patria, el Centro de Defensa de la Constitución –CEDECON– y la Asociación de Dignatarios de la Nación, entre otros, que pusieron a su disposición todos los medios que estaban a su alcance, incluyendo los de

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Leo de Soulas: Treinta años de una democracia quimérica comunicación para convencer a la población, siempre apática ante temas de política, a votar por el No en la consulta popular de mayo de 1999. Otro hecho sangriento evidenció la inconveniencia de los acuerdos de paz para sectores ocultos a los que no les convenía que la verdad saliera a la luz: el asesinato del obispo Juan Gerardi, quien dos días antes de su deceso había presentado el informe “Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica-Guatemala Nunca más”, donde detallaba los horrores de la guerra y las masacres, cometidas casi en su totalidad por el ejército de Guatemala. A pesar de eso, el 31 de julio de 1998 se logró instalar la Comisión para el Esclarecimiento Histórico con el fin de dar a conocer con imparcialidad la verdad de los hechos ocurridos durante el conflicto armado. Este escenario era necesario para que el gobierno llevara a cabo su plan: la privatización de los servicios públicos. Uno de los casos más dramáticos es el de Ferrocarriles de Guatemala –FEGUA–, que fue concesionada en junio de 1997 a la empresa norteamericana Railroad Development Corporation –RDC–. El contrato, además de inconstitucional, presentaba una serie de anomalías, por lo que diez años después, el presidente Berger declaró lesivo para los intereses de la nación. Como reacción, la empresa norteamericana inició una demanda contra el Estado de Guatemala por incumplimiento de contrato y expropiación indebida. Especial atención merece el caso de la privatización de la Empresa Guatemalteca de Comunicaciones –GUATEL– que fue subastada y vendida a las empresas Luca, S.A. y Telemex bajo procedimientos dudosos que despertaron denuncias por parte de diversos sectores, pero que al final, fueron desestimadas por la Corte de Constitucionalidad bajo el pretexto de que no existían bases jurídicas para dar seguimiento a acciones penales en contra de la actual Telgua, S.A. La energía eléctrica fue otro de los servicios que fueron privatizados. Desde 1996 se había creado la Ley General de Electrici-

dad, con el fin de desmonopolizar el servicio de la energía eléctrica, que había estado a cargo del Instituto Nacional de Electrificación –INDE–. En diciembre se hizo la venta oficial de sus acciones y su adjudicación a Unión Fenosa Desarrollo y Acción Exterior, S.A. En 1998 comenzó la capitalización activa de la Empresa Eléctrica de Guatemala –EEGSA–, que fue vendida a un consorcio español, portugués y norteamericano. A partir del gobierno de Arzú, el proceso electoral quedó convertido en un juego de ping-pong, en el que el poder parecía turnarse a uno y otro lado de un péndulo, en cuyos extremos se encontraban partidos con ideologías contrarias. Este fenómeno, que se ha mantenido durante los primeros quince años del nuevo siglo, solo demuestra cómo el proceso electoral fue degradado a la ley de demanda y oferta establecida por el mercado, y denota la ignorancia de la mayoría de la población, que otorgaba su voto a una campaña publicitaria más que a un plan de gobierno. El nuevo siglo inició con la elección de Alfonso Portillo Cabrera, asesino impune al que se le dio la absolución de sus delitos en México, y Juan Francisco Reyes López, quienes con un discurso populista lograron convencer a la desencantada población guatemalteca. Los nuevos gobernantes representaban al Frente Republicano Guatemalteco –FRG–, guiado desde atrás por el genocida Efraín Ríos Montt, a quien se le había prohibido participar en las elecciones. Aunque Ríos Montt fue responsable de muchas masacres y asesinatos durante el conflicto armado, tenía una gran cantidad de adeptos que lo idealizaban para resolver los problemas de seguridad. De acuerdo con José Antonio Móbil, el gobierno del FRG se caracterizó por tres líneas diferentes: la primera, liderada por el presidente aliado con algunos militares, quienes cometieron crímenes de peculados y delitos contra la integridad de los derechos humanos, entre ellos, muchas ejecuciones extrajudiciales; la segunda, encabezada por el vicepresidente, que se enfrentó abiertamente ante el sector empresarial; y la tercera, al mando de Ríos Montt, que hizo lo posible por estancar los procesos legales

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Leo de Soulas: Treinta años de una democracia quimérica ante los crímenes cometidos durante el conflicto armado. Esta última tendencia marca uno de los aspectos más contradictorios de este período presidencial, que, por un lado, había prometido continuar con el cumplimiento de los acuerdos de paz; pero, al mismo tiempo, era dirigido desde la oscuridad por uno de los principales responsables en los asesinatos contra la humanidad cometidos durante la guerra civil. Uno de los signos distintivos del gobierno de Portillo fue su oposición al sector empresarial. El CACIF y la cúpula oligarca reunieron a otros sectores de la sociedad civil en torno al Foro Guatemala, cuyo objetivo era tratar temas y problemas de interés nacional. Sin embargo, el sector empresarial tenía una agenda oculta que iba encaminada a quitarle poder al gobierno del FRG, que había ignorado la propuesta de un pacto fiscal que garantizaría una mayor recaudación tributaria para cumplir con las metas del acuerdo de paz relativo a los aspectos socioeconómicos y a la situación agraria que se había firmado en México en 1996. El gobierno presentó varias contrapropuestas, que incluían una mayor carga tributaria para el sector empresarial y la persecución de delitos fiscales. Estas diferencias llevaron a los empresarios a organizar un paro nacional y pusieron en peligro la estabilidad del país. En el mismo afán de contradecir y condenar al gobierno anterior, que era de corte oligárquico y empresarial, Portillo ofreció hacer una revisión de la venta de Telgua, para lo cual creó una comisión que determinó la inconstitucionalidad, ilegalidad y lesividad de esta transacción. Sin embargo, sus efectos no fueron retroactivos. Aunque Portillo atacó directamente a la oligarquía, un aspecto notable en su administración fue la corrupción, de modo que, al finalizar su período, las arcas del Estado quedaron casi en quiebra. La intención de este gobierno no era el desarrollo de los sectores populares, sino más bien configurarse como una nueva oligarquía que desplazara a la clase empresarial. Así como la mayoría de desfalcos fueron de dominio público, así fueron quedando impunes o se castigaron con medidas que no eran proporcionales a la gravedad de

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Leo de Soulas: Treinta años de una democracia quimérica los delitos. Muy conocido fue el caso de los 80 millones de quetzales sustraídos del Ministerio de Gobernación, por el ministro Byron Barrientos. Hasta el mismo Portillo, luego de su mandato, guardó prisión por haber hurtado 120 millones de quetzales del ejército, sin contar los 500 mil dólares obtenidos de una donación por parte del gobierno de Taiwán. Otros casos fueron el desfalco del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social –IGSS– de 350 millones de quetzales, donde estuvieron involucrados diputados y el mismo gerente de la entidad. Un último hecho, sucedido casi a finales del gobierno, merece mención: el famoso jueves negro, donde murió un periodista de los medios radiofónicos. El partido oficial, liderado por Ríos Montt, organizó a diferentes sectores populares para una manifestación frente a los Tribunales de Justicia, con el objetivo de mostrar su inconformismo ante la decisión de no dejar participar al genocida en la siguiente contienda electoral. En realidad, el FRG quería asegurarse del poder con un fuerte apoyo popular. Sin embargo, no consiguió su inscripción y tampoco lograron ganar las siguientes elecciones, dado el descrédito que había ganado su partido. Las elecciones fueron ganadas por su opositor Óscar Berger Perdomo, del partido Gran Alianza Nacional –GANA–. Aunque Berger representaba una posición derechista moderada, ser uno de los miembros más prominentes de la oligarquía predecía la dirección que su plan de gobierno tomaría: de corte neoliberal dispuesto a proteger los intereses de los empresarios, oligarcas y terratenientes, y que, además, deseaba llevar a la práctica medidas para globalizar los productos agropecuarios. Aunque ofrecía hacer profundas reformas constitucionales para el bienestar social, fue uno de los gobiernos más represivos. Además, su plan le daba continuidad al proceso de privatización iniciado por Arzú, principalmente en el sector de la educación, provocando enfrentamientos entre la ministra de esa cartera, María del Carmen Aceña, y el Magisterio Nacional. Con la administración de Portillo se había firmado el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, Centroamérica y Re-

pública Dominicana –TLC-CARD– lo que abría grandes posibilidades para que el sector empresarial y los terratenientes pudieran incursar de manera más agresiva en el mercado internacional y sus productos se hicieran más competentes. En 2007 comenzó negociaciones para firmar tratados de libre comercio con otros países, como México, Canadá, la Unión Europea y algunos países de América del Sur. Como buen empresario, le interesaba propiciar un clima adecuado para generar nuevas negociaciones y atraer la inversión extranjera. Durante su administración las exportaciones tuvieron una notable alza y, según un informe de la Comisión Económica para América Latina –CEPAL–, el Producto Interno Bruto –PIB– creció un 5.6% para el final de su gobierno. Sin embargo, a medida de que el país recibía más ingresos, las desigualdades se hacían cada vez mayores. La riqueza generada iba a parar a los bolsillos de los empresarios y latifundistas, mientras que el resto de la población no gozaba del mismo desarrollo. Una característica de la administración de Berger fue su política de represión, que se vio traducida en desalojo, expropiación de tierras, criminalización de las protestas campesinas y asesinatos de líderes campesinos y sindicales. Algunos desalojos violentos se llevaron a cabo en enero de 2004, en las fincas Nueva Linda, Chitocan, Santa Inés, Sayachut, Trece Aguas y María Linda. Estos hechos llevaron a la Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas –CNOC–, apoyados por el Comité de Unidad Campesina –CUC– y Plataforma Agraria, a realizar un paro nacional el 8 de junio de 2004, en demanda del cumplimiento de los acuerdos de paz relativos a los problemas de desarrollo agrario. Algunas instituciones, como el Observatorio del Gasto Social y el Fondo de Tierras –FONTIERRAS– hicieron ver la necesidad de plantear soluciones al problema de la tenencia de la tierra, una de las principales causas de la conflictividad social guatemalteca. El mismo Berger había permitido el abuso en tierras campesinas en la región del Polochic, para beneficiar a las empresas agroindustriales que se dedicaban al cultivo de caña de azúcar y palma africa-

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Leo de Soulas: Treinta años de una democracia quimérica na, una de las cuales pertenecía a su misma familia. Y aunque la Política Agropecuaria del Gobierno de Berger 2004-2007 incluía programas de seguridad alimentaria, acceso a tierras y créditos a pequeños y medianos productores, nunca fueron llevados a cabo. Otro aspecto notable que ilustra el abuso de las autoridades, esta vez, con el objetivo de favorecer a empresas extranjeras, fue el caso de la minería. En el gobierno de Berger se extendió una licencia para que la empresa Montana Exploradora de Guatemala explotara metales en la mina Marlin, en San Miguel Ixtahuacán y Sipacapa, San Marcos, para lo cual recibió un financiamiento por parte del Banco Mundial de 45 millones de dólares. A pesar de que la empresa estaría exonerada de pagar impuestos los primeros dos años de actividades, generando apenas una ganancia del 1% para el Estado, Montana Exploradora no realizó un estudio de impacto ambiental ni la consulta obligatoria a las diversas comunidades indígenas afectadas, violando el Convenio 169, asumido en 1989 por la Organización Internacional de Trabajo –OIT–. El Colectivo Madre Selva, Cáritas, la Pastoral Arquidiocesana y el Colectivo de Organizaciones Sociales en San Marcos –COSAM– denunciaron los problemas de salud de la población, contaminación del agua, deforestación y las consecuencias que la actividad minera traía a la actividad agrícola de las comunidades. Estos hechos no tardaron en desembocar, en enero de 2005, en conflictos y enfrentamientos entre policías, militares y campesinos, quienes no dejaron ingresar maquinaria destinada a la mina. Berger también fue señalado por cometer abusos y violaciones a los derechos humanos. Bajo su régimen se acrecentaron los problemas de seguridad pública nacional, aumentó el sicariato y el narcotráfico y se llevaron a cabo ejecuciones extrajudiciales en las cárceles, sucesos en los cuales estuvieron implicados Carlos Vielman, ex Ministro de Gobernación; Alejandro Giammattei, ex Director del Sistema Penitenciario; Erwin Sperissen, ex Director de investigaciones criminalísticas; Javier Figueroa, subdirector de investigaciones criminalísticas de la PNC; y el ex Funcionario Policíaco

Víctor Soto. A esto se debe agregar la ejecución de tres diputados salvadoreños del PARLACEN y la masacre de campesinos de Colotenango, en Huehuetenango. El siguiente período de elecciones se caracterizó por la violencia y la eliminación casi sistemática de muchos candidatos a las alcaldías o a los curules del Congreso. Para el período presidencial 2008-2011 quedaron electos para la presidencia y la vicepresidencia los candidatos de la Unidad Nacional de la Esperanza –UNE–, Álvaro Colom Caballero y Rafael Espada, quienes habían obtenido un segundo lugar en las elecciones anteriores. Esta tendencia solo expresa la desinformación y falta de criterio de la ciudadanía, fácilmente influenciable por campañas publicitarias y demagogia barata, aunado a una actitud de indiferencia hacia la participación política y para informarse de los programas de gobierno de la oferta electoral. De un deber cívico, entonces, el proceso de elecciones se fue convirtiendo en un mercado, tras del cual había oscuros financistas que querían asegurar su propia cuota de poder. Precisamente fue esto lo que le sucedió a Colom, con orientación política de centroderecha, cuya campaña estuvo enfocada en reformas populares que asustaron a los miembros de la oligarquía. Lo contradictorio, sin embargo, es que al aceptar dinero de sus financistas poderosos, se vio obligado a proteger los intereses de estos grupos, lo que redujo el impacto de su plan de gobierno. Como sus antecesores, su administración no tardó en caer en el fango de la corrupción, la malversación de fondos, el clientelismo y la impunidad. El gobierno de Colom heredó del gobierno anterior una deuda pública de Q2,500 millones y un Estado a punto de colapsar. A esta situación se le debe adicionar las dos crisis económicas internacionales, cuyos efectos se manifestaron en nuestra economía dependiente, principalmente de Estados Unidos. El alza en los precios del petróleo provocó que muchos productos de la canasta básica subieran y aumentó los niveles de inflación. Ante esta situación, era imperante implementar una reforma tributaria. Aunque la oposición de la oligarquía fue moderada,

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Leo de Soulas: Treinta años de una democracia quimérica puesto que esta medida era apoyada por el gobierno de Estados Unidos, los grupos de poder aprovechaban la primera oportunidad para desprestigiar la imagen del gobierno, al mismo tiempo que engavetaban y dilataban el proceso legal para que la reforma fiscal se cristalizara. Álvaro Colom fue percibido como un gobernante débil. Conforme su esposa, la exmilitante Sandra Torres, se hacía más popular al frente del programa “Mi Familia Progresa”, ganaba poder, a tal punto que se llegó a afirmar que era ella quien en realidad dirigía las riendas de la administración pública. Esta sensación se acentuaba no solo por el éxito de sus programas, que cada año fueron ampliando su cobertura, sino por la habilidad política de la Primera Dama. En 2009, el gobierno de Colom estuvo a punto de perder la silla del Ejecutivo. El abogado Rodrigo Rosemberg había sido asesinado en una zona residencial de la capital. Al día siguiente, se encontró un video grabado por él donde responsabilizaba de su muerte al mismo presidente, en confabulación de su esposa y su secretario privado. Este escándalo causó revuelo en la sociedad guatemalteca, el cual fue aprovechado por diferentes grupos de la oligarquía para iniciar una campaña de desprestigio e, incluso, manipular a otros sectores de la población para exigirle su renuncia. Ante estos hechos, intervino la recién establecida Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala –CICIG–, que luego de investigar, determinó que la muerte de Rosemberg había sido un suicidio planeado con la intención, quizá, de crear un complot. Durante el gobierno de Colom tampoco fue posible crear una reforma agraria ni solucionar el problema de la tenencia de las tierras, y al final de su período, con casi 15 años de haberse cumplido la firma de la paz, el país seguía estando en las mismas o en peores condiciones de la época del conflicto armado. Los niveles de desnutrición, inseguridad, delincuencia, analfabetismo, desigualdad, pobreza eran alarmantes. Además, la mayoría de las metas de la Comisión del Esclarecimiento Histórico –CEH– no se habían alcanzado. El último año de gobierno

de Colom fue el más violento de todos, pues no solo aumentó el índice de criminalidad, sino que muchas comunidades, principalmente en el valle del Polochic y en el municipio de Panzós, fueron desalojadas de manera violenta, tanto por la policía como por militares y campesinos contratados por el ingenio Chabil Utzaj. Hubo desapariciones, linchamientos y asesinatos, tanto de hombres, mujeres y niños. Aunque muchos de estos ataques iban en contra de invasores, la mayoría eran comunidades despojadas que mantenían sus tierras gracias a las cooperativas. En el siguiente período de elecciones la silla del ejecutivo fue ganada en segunda vuelta por el Partido Patriota –PP–, cuyos candidatos eran el militar retirado Otto Pérez Molina y su compañera, Roxana Baldetti, primera vicepresidenta del país. Muy de cerca estuvo el candidato de la oposición y representante del partido Líder, Manuel Baldizón, de ganarle las elecciones. Pérez Molina ganó gracias al ofrecimiento de “mano dura” –como rezaba su eslogan–, ante un pueblo que se encontraba desesperado por la violencia y la inseguridad que se respiraba. El clamor popular hacia este líder era un deseo profundo por parte de la ciudadanía de regresar a la época opresiva de un dictador capaz de poder ponerle orden a la casa. Una de las primeras medidas, con carácter de urgencia nacional, fue la realización de una reforma tributaria que afectaría, principalmente, a la clase trabajadora. Así, en enero de 2012, fue aprobada la Ley Antievasión II, que incluía cambios a diversos impuestos, con el fin de combatir la defraudación fiscal. La justificación, en su momento, fue la necesidad de obtener una recaudación más efectiva que permitiera saldar la deuda pública. Sin embargo, hacia el final del período, salió a la luz pública los negocios sucios que los dirigentes realizaron a través de esta entidad. Mientras se llevaba a cabo esta reforma fiscal, el gobierno de Otto Pérez presentó ante los países de América una iniciativa para despenalizar las drogas, la cual fue rechazada por el gobierno de Estados Unidos

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Leo de Soulas: Treinta años de una democracia quimérica y no tuvo eco en la Cumbre de las Américas, celebrada en Cartagena. Se dice que la propuesta fue uno de tantos distractores para minimizar las negociaciones turbias del patrimonio del Estado con inversionistas extranjeros. Uno de los aspectos acaso más preocupantes sobre el gobierno de Otto Pérez fue su plan de militarización, con el objetivo de garantizar la seguridad nacional. El presidente estableció seis fuerzas de tarea militar que solo se reduciría hasta que la Policía Nacional Civil incorporara entre sus filas a 40 mil efectivos. Lo cierto es que estas medidas, más que reducir los índices de violencia e inseguridad en el país, fueron utilizadas para proteger los intereses de empresas extractivas extranjeras. De ahí que, durante este período, continuase la criminalización hacia las protestas campesinas por la actividad minera, la represión violenta de muchos de los líderes comunitarios y la política de desalojos. A las empresas extranjeras no les interesaba el impacto ambiental de esta actividad y tampoco les importaba tomar en cuenta la opinión de las comunidades afectadas. En este sentido, el Estado actuó como cómplice al acordar recibir Q800 millones anuales en regalías. El mejor ejemplo de esta represión pudo observarse en la población de Santa Cruz Barillas, municipio de Huehuetenango. La empresa española Hidro Santa Cruz había recibido el permiso del gobierno para la instalación de una hidroeléctrica en el río Cambalán. Ya antes, la comunidad había mostrado su desacuerdo ante esta iniciativa, pero con la llegada del nuevo gobierno, en 2012, la empresa comenzó a tomar diversas medidas para iniciar sus actividades, entre ellas, la compra de terrenos, el ingreso de maquinaria y la desecación de algunas fuentes de agua. Las organizaciones comunitarias no tardaron en reaccionar ante estas medidas. El departamento de seguridad de esta empresa comenzó a llevar a cabo actos delictivos, entre ellos, el asesinato de algunos líderes comunitarios, lo que provocó una fuerte respuesta por parte de los campesinos, quienes iniciaron una serie de medidas, como la destrucción de varios edificios pú-

blico

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Leo de Soulas: Treinta años de una democracia quimérica blicos del municipio. Ante esta situación, intervino el gobierno con un estado de sitio, en mayo de 2012, pero la reacción de rechazo de muchos sectores, hizo que se depusiera esta medida. Otros hechos negativos de la administración de Otto Pérez fueron el cierre de los Archivos de la Paz, pues, según él, su existencia no tenía justificación en un país donde quedaba descartada la existencia de genocidio. En realidad, el cierre de esta entidad era conveniente para el gobierno, de corte militarista, pues una de las funciones de esta entidad era, precisamente, mostrar y documentar los horrores cometidos principalmente por el ejército durante el conflicto armado. Durante este gobierno se lleva a cabo el llamado juicio del siglo. Por primera vez es llevado a juicio a Efraín Ríos Montt, debido a las masacres ocurridas en el Triángulo Ixil durante la época más violenta del conflicto armado, hecho que provocó encontradas opiniones entre la población. Por un lado, una gran clase media, asentada en las áreas urbanas y manipuladas por los grupos de poder, negaban la existencia del genocidio. Por aparte, un creciente grupo de ciudadanos afirmaba la existencia de genocidio y pedía justicia ante los hechos atroces. Aunque en el juicio fue reconocido el acto de genocidio, dando una sentencia de 80 años de cárcel al dictador por crímenes de lesa humanidad, la manipulación de grupos de poder ante la opinión pública trajo una apelación a la Corte de Constitucionalidad, la que anuló la resolución, alegando errores de procedimiento, y dejó pendiente el desarrollo del juicio. Este espectáculo causó decepción entre algunos sectores y evidenció una vez más la corrupción en diversas entidades del sistema jurídico nacional, lo que llevó a la necesidad de reflexionar sobre una “limpieza” de toda la casta política actual, que hacen funcionar las instituciones para la protección de sus propios intereses. Motivo de conflicto también fue la supresión de la carrera magisterial a nivel medio, tomada por la Ministra de Educación, Cinthia del Águila. Esta medida, que se ve-

nía desarrollando desde la gestión de María del Carmen Aceña, no fue más que una táctica para hacer desaparecer la carrera de magisterio que obedece a una estrategia y plan general de corte neoliberal y privatizador de la educación. Ante estos hechos, el sector estudiantil tuvo fuertes enfrentamientos ante las autoridades educativas. Sin embargo y con evidentes errores, el plan a nivel superior de la carrera del magisterio se echó a andar, constituyendo una seria amenaza para la educación pública. Para el último año de su gobierno, el PP había perdido demasiada credibilidad ante la opinión pública. La ostentación de riqueza de la que los gobernantes hicieron alarde –principalmente la Roxana Baldetti−, el abuso de poder, el nepotismo y la ambición voraz que los había embriagado se hizo evidente. Para toda la sociedad fue claro que la intención de este gobierno fue el enriquecimiento personal, usando medios ilícitos. Un secreto a voces que ha caracterizado a todos los gobiernos de turno de los últimos treinta años y que terminó de ser confirmado por la investigación realizada por la CICIG, al desmantelar las bandas de negocios ilegales que se habían llevado a cabo en el seno mismo de la institucionalidad. De la noche a la mañana salieron a luz malversación de fondos y desfalcos millonarios en diversas entidades, como la Superintendencia de Administración Tributaria −SAT− (caso La Línea), el IGGS y el Caso de Redes. A estas organizaciones clandestinas pertenecían personalidades de la vida pública, que fueron perseguidas y puestas tras las rejas, aunque muchas de ellas fueron liberadas por medidas sustitutivas. Desde mayo de 2015 la ciudadanía y diversos sectores comenzaron a darse cita en manifestaciones pacíficas, convocadas en las redes sociales, pidiendo la renuncia y la pérdida de inmunidad de la vicepresidenta y el presidente. Hoy, se encuentran en prisión esperando juicio. Sin embargo, se presupone que esta jornada de marchas estuvo manipulada por grupos de poder, quienes, al verse afectados ante esta estructura corrupta, movieron sus influencias hasta hacer caer al gobierno. Además, en estas manifestaciones se criticó

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Leo de Soulas: Treinta años de una democracia quimérica fuertemente a los candidatos de las elecciones que se avecinaban, siendo la principal causa de la pérdida de credibilidad del candidato Manuel Baldizón, quien se auguraba como futuro gobernante. Sin embargo, una vez caídos los gobernantes, las olas se calmaron. Las manifestaciones no tuvieron la suficiente fuerza para llevar a cabo una reforma en la Ley Electoral y tampoco para llegar a las empresas privadas, aliadas al CACIF, que habían participado en los negocios fraudulentos. Como gobierno de transición quedó a la cabeza el político de ultraderecha Alejandro Maldonado Aguirre, cuya injerencia política data desde los años de la Revolución de 1944 y que en múltiples ocasiones había participado como candidato a la presidencia. Su único legado fue dejar establecido un salario mínimo diferenciado, ante lo cual reaccionaron distintos grupos. En las últimas elecciones salió victorioso el partido nacionalista Frente de Convergencia Nacional –FCN-Nación−, liderado por el comediante Jimmy Morales y el ex rector de la Universidad de San Carlos, Jafeth Cabrera, en la presidencia y vicepresidencia, respectivamente. Sin embargo, este partido es apoyado por militares ultraconservadores recalcitrantes, hecho que ha creado pesimismo ante la poca población informada. Como ya lo había hecho el gobierno de Otto Pérez, los militares utilizaron la figura de este comediante conocido por su programa en televisión, quien además nunca antes había incursionado en política. La estrategia de utilizar figuras de la farándula para atraer la atención no solo había sido empleada ya por el gobierno anterior, quienes designaron como Ministro de Cul-

tura y Deportes a un popular exfutbolista que muy pronto evidenció su ignorancia en temas políticos, sino ha sido copiada de naciones vecinas, como México, que tiene como Primera Dama a una actriz de la empresa Televisa, que, dicho sea de paso, es una empresa con arraigados intereses políticos. Lo cierto es que la nueva presidencia, en el poco tiempo de gobernar, ha dado mucho de qué hablar, no solo por la ignorancia atribuida a su líder, sino por su posición moralista que, incluso, se presenta como una amenaza al Estado laico. Al final de este recorrido de treinta años de supuesta “apertura democrática” solo queda reconocer que la tal “apertura” es tan solo una estratagema utilizada por los mismos grupos de poder que, al final de cuentas, han manipulado la opinión pública a favor de sus propios intereses y desde atrás han jugado con todos los recursos sucios de que disponen para seguir ejerciendo su santa voluntad. No querer tratar de cara los problemas coyunturales de la nación hace latente la amenaza de otro conflicto armado de mayores magnitudes, porque la medicina ofrecida en la firma de los acuerdos de paz apenas fueron paleativos que han ignorado el problema de fondo. Mientras los problemas de desigualdad y la tenencia de la tierra no lleguen a solucionarse, la miseria y la ignorancia estarán a la orden del día y constituirán una amenaza para la aparente estabilidad alcanzada. Lamentablemente, el panorama futuro de la política en el país no es nada alentador y, al parecer, seguiremos condenados por mucho tiempo más a este juego sucio que propicia la corrupción y que nos mantiene como una de las naciones más atrasadas del planeta.

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DE LA VIDA EN IMÁGENES O DE LA OBRA DE ENY ROLAND HERNÁNDEZ

Denise Phé-Funchal Intenté, un par de veces, escribir sobre la obra de Eny Roland Hernández desde una perspectiva un tanto más académica, un tanto más sociológica e impersonal, pero era imposible quedar satisfecha con el resultado simple y sencillamente porque la misión del arte, del verdadero, es impactar, es dejarnos pensando en nuestra propia humanidad a partir del registro que un artista hace de las peripecias de la vida, de las contradicciones en las que nos vemos sumergidos al ser esta combinación divina y fatal de cuerpo y mente viviendo en un espacio cerrado –el mundo– y lleno de reglas –la sociedad–. La primera vez que vi el trabajo de Eny, fue una foto –que aparece en esta colec-

ción– que llenó de alegría mi alma y que guardo en la memoria para aquellos momentos en los que la vida necesita una sonrisa. Era un perro callejero cruzando la calle sobre una alfombra de semana santa. La gente lo miraba sin rabia, con sonrisas que se adivinaban en los ojos. Esa humanidad capaz de sonreír me dejó con ganas de conocer más del trabajo de este fotógrafo que ahora se perfila como uno de los mejores y que tiene lo que más aprecio en el arte: una voz propia. La colección de fotografías que aparece en esta revista muestra una visión más descarnada de la vida, las pasiones y la sensualidad, de la sexualidad que todos llevamos

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Denise Phé-Funchal: De la vida en imágenes o de la obra de Eny Roland dentro y que ha sido domada, coartada por lo religioso –esencialmente–, por la prohibición de ser, cuando es precisamente la exploración de nosotros mismos y de los otros, lo que nos lleva a descubrirnos a través de las contradicciones, de los contrastes y de las semejanzas.

Como muchos humanos, durante la infancia me vi atraída por las imágenes religiosas, esencialmente por una que seguiría en mi memoria si no fuera porque Eny logró desplazar la que habitaba en mi mente y reemplazarla por su San Sebastián Triunfante, hermosamente desnudo y

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lleno de vida a pesar de la tortura, de las huellas que los hombres, en su incomprensión del otro, dejaron en su cuerpo muerto pero que Eny nos muestra vivo. Esa cultura que nos impregna desde chicos, de adoración a la muerte y al suplicio se ve reflejada en las fotografías de tipo religioso que pueblan esta publicación.

Un Cristo hermoso de mirada penetrante que nos recuerda la fragilidad del ser que –por satisfacer a su padre y por sentir que puede lograr un lugar en la historia, en la memoria de las generaciones– lo da todo y gana, en el sentido de que miles de años después, tiene ejércitos de personas que quizá avergonzadas

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Denise Phé-Funchal: De la vida en imágenes o de la obra de Eny Roland por sus propios demonios, por sus deseos, se vuelcan a las calles para cargar andas pesadas que dejan huella más en sus cuerpos que en sus espíritus, intentando dar algo a cambio de la vida de aquel que se supone redimió hace miles de años, sus pecados. Sin embargo, a pesar de su arrepentimiento –tan chico o tan grande como

sea– las y los cargadores que Eny nos muestra siguen siendo humanos cargados de vida, de sensualidad que esconden tras los trajes negros, tras las mantillas que ocultan miradas y pensamientos que no están en la tónica de la redención. Quién no ha visto en las procesiones que una vez al año nos inundan, esas miradas

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que se cruzan, que se encuentran, que se sonríen pensando, imaginando su cuerpo y el de otros parroquianos en situaciones completamente alejadas –o quizá más cercanas de lo que a las iglesias les gustaría– de la redención y el perdón a través del dolor, del sufrimiento del cuerpo. De ahí seguramente, el impacto y los

comentarios, las reacciones que causaron dos de las obras más comentadas de Eny. La Virgen de la Asunción, representada por una sensual adolescente y la pareja originaria Adán y Esteban cuyos genitales y nalgas, al estar expuestos en una calle de la ciudad de Guatemala, fueron “mutilados”, arrancados por el simple hecho

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de recordarnos que una de las pasiones que nos atrapa es el sexo. Relacionada a esta sensación de pecado, de incapacidad de redimir a los otros, porque a veces somos incapaces de reconocer en ellos la libertad que quisiéramos para nosotros mismos, está la serie de fotografías expuesta en Copenhague, una que muestra rostros anónimos pero que después de unos días se revelan como pertenecientes a la diversidad que, según los otros, nos aleja del mandato divino de reproducirnos.

Me contaba Eny que luego de unos días de estar expuestas y como parte del proyecto, se escribieron sobre ellas palabras de odio. La idea era evidenciar el rechazo a estas identidades que existe en todas las sociedades, sin importar si se trata de las que llamamos de “primer” o de “tercer” mundo. Porque sí, incluso en esos lugares que consideramos avanzados e inclusivos –como Dinamarca–, algunos apoyaron el odio, el etiquetar a los otros como salidos de lo moral y como merecedores de

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castigo y de rechazo por el simple hecho de aspirar a ser libremente, a amar, a sentir. Afortunadamente, también hubo quien reclamó por esa manía de etiquetar para odiar. De nuevo aparece el tema del pecado, de lo que se sea que desaparezca de la vida porque nos resulta extraño, tentador, contradictorio porque nos recuerda que somos carne y la carne –como nos muestra Eny– debe ser castigada y soportar los castigos divinos que nos llevan al arrepentimiento. Los martirios sobre la carne y el cuerpo son loables, como nos muestra en las imágenes

religiosas que él reproduce para recordarnos que, tal el caso de Santo Dominguito de Val –niño mártir–, la disposición de sacrificarse por lo divino no tiene edad, ni límites. Dentro de esta serie de Fábrica de Santos, la que más se asemeja a lo que somos es la de Maximón, que nos recuerda ese deseo de adorar imágenes de una manera más humana, con alcohol y otros vicios para obtener amor, placer, risas, olvido. Esa misma alegría, esa fuente de placer momentáneo que el cuerpo y sus posibilidades nos brinda, está también reflejada en

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otras de las imagenes que más amo de Eny, las de los convites en las que vemos sobre fondos tristes y pobres a figuras sonrientes a la fuerza, encarnadas por seres que se preparan todo el año para bailar por las calles con la libertad y anonimato a la que todos aspiramos. La obra de Eny Roland es una celebración

de la humanidad, una celebración a veces triste y llena de dolor, a veces llena de alegría, de sonrisas y de melodías. La obra de Eny está viva, llena de música –sacra o pagana– llena de deseos sexuales, de perdón, de amor, de felicidad. Deténgase un rato, un largo rato en cada fotografía y vea el mundo, véase a usted mismo en estas imágenes.

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FANTASMAS CON CHAQUETAS DE CUERO Black Rebel Motorcycle Club Álvaro Sánchez

Cuando pienso en bandas que tienen la cualidad de abarcar un rango de emociones con su música, pienso en muy pocas. No todas tienen esa capacidad de asombrar con cada disco que sacan. La mayoría resulta en compilaciones de música de relleno que solo sirve para ambientar con ruido y pocas cosas buenas o ninguna sale de ello. No recuerdo muy bien como me crucé con Black Rebel Motorcycle Club una banda originaria de Riverside, California USA, liderada por Peter Hayes y Robert Levon Been. Si algo me enganchó de esta banda desde la primera canción que escuché, fue el toque de blues áspero que tiene, uno que mezclado con la neo-psicodelia, y los sonidos saturados de las guitarras del shoegaze, logran una armonía que a primera oída hace que nuestra cabeza empiece a moverse sola. Algo así como si mezcláramos a los Rolling Stones con Howlin’ Wolf. Un combo hermoso. Pertenece BRMC a una camada de bandas que surgieron a finales de los 90’s fuertemen-

te influenciadas por personajes como Rocky Erikson, bandas de rock clásico como Led Zeppelin, o grupos más experimentales tales como Sonic Youth, The Brian Jonestown Massacre y The Jesus And Mary Chain; estos dos últimos a mi parecer es con quienes más cercano siento su sonido. Tan así que Peter Hayes perteneció por breve tiempo a los Jonestown Massacre antes de formar el grupo. Dejando las influencias de la banda por un lado, creo que lo que admiro de BRMC es su capacidad de llevarnos a rincones oscuros con líricas con mucha reflexión de corte existencial, son como para escucharlas en una noche fría en medio de un paisaje abierto como si fuera una escena de un filme de Wim Wenders. En un poco más de una década BRMC ha logrado madurar su sonido desde los primeros albums con el

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homónimo B.R.M.C., Take Them On Your Own que a mi criterio son como una especie de introducción a una época en donde la banda descargaba su furia rocanrolera en canciones como “Spread Your Love” y “What Ever Happend to My Rock ‘n’ Roll”. Riffs bluseros y una armónica que rinde tributo a todos esos músicos del Delta. El sonido siguió evolucionando –cosa que yo celebro en una banda– en albums como Baby 81, Beat the Devil’s Tattoo hasta su última entrega Spectre At The Feast. Disco que saliera al mercado en 2013, la banda logró un crossover de banda más underground a las grandes arenas y con la inserción de Leah Shapiro en la batería reemplazando a Nick


Álvaro Sánchez: Black Rebel Motocycle Club Lago de alguna manera ayudó a refrescar el sonido del grupo. Basta con oír joyas como “Lose Yourself” o “Some Kind of Ghost” y porque después de todo a quien no le gusta ver a una chica desarmando una batería como si se tratara de un sacrificio como los que se practicaban en el viejo testamento, solo que este dedicado a los dioses del rock ‘n’ roll y sin tanta sangre de por medio o tal vez sí. La búsqueda interna de la banda se percibe a partir del disco Howl que de alguna manera me remitió inmediatamente al texto sagrado de Allen Ginsberg. Por su contenido lírico, muy parecido a la literatura beatnik en su parte espiritual. O como si se tratara de alguien que buscó el exilio en el porche de alguna casa en algún lugar olvidado del sur americano hace más de 100 años. En una cacería de inspiración y salvación. El sonido Post Grunge y un tanto melancólico de las guitarras se impregna en canciones como “Ain’t No Easy Way”, “Howl” o “Restless Sinner”. En una extraña mezcla del sonido de Johnny Cash combinado con el de Love and Rockets. Cuando lo pienso este es un disco que poco a poco crece en nuestro interior y las melodías se van marcando como tatuajes en nuestra piel. Y de alguna forma nos enfrenta a cuestiones del espíritu. Y lo digo sin ningún delirio religioso, pero ese es el sentimiento con el que fue creado este album en particular. El de la introspección personal. Basta con leer letras como la de “Devil’s Waitin” que reza así : «They say there’s a passing where all stand to judge But the devil’s a waitn’ with Christ like a son When the look comes your way you best say was I For the reasons you hold give reasons to die ». No podía dejar de mencionar el disco en vivo Black Rebel Motorcycle Club Live in Paris. Básicamente es una selección de canciones representativas de sus álbumes anteriores. La edición contiene un DVD del concierto, donde se puede disfutar de la energía y entrega de la banda en el escenario. Donde nuestros ojos son hipnotizados por la guitarra de Peter Hayes y sus acordes neopsicodélicos. Soltando en cada guitarrazo rock ‘n’roll puro sin adulterar. Como un buen trago del whiskey más fino. Cabe decir que también se puede disfrutar la fuerza femenina de Shapiro en la batería. Nada que envidiarle a ningún baterista masculino. El sonido de sus tambores le otorga a la banda un aura ritualista en el escenario. Este disco doble es como un menú para viejos y nuevos fans. A mi criterio hizo falta un poco más de canciones de los primeros álbumes. Aún así la selección es buena y la producción del DVD en vivo es muy buena. No deja de hacer-

nos sentir en primera fila deseando que nuestros oídos se llenen de esas melodías y de los ritmos producidos por la armonica de Robert L. Con los años BRMC se ha dado el lujo de poder moverse en escenarios pequeños como grandes arenas. Cosa que es digna de admirarse porque mantienen ese balance sin caer en una sobreproducción del sonido o de los shows en vivo, manteniendo esa fuerza a manera de gasolina combinada con rock ‘n’ roll en el trío. Es necesario mencionar de nuevo el album “Specter at the Feast” como parte de un ciclo importante en la banda donde reafirman su sonido que sigue siendo a mi criterio una bienvenida con los brazos abiertos a nuestro peor estado de ánimo con el universo, esto debido a los arreglos que proporcionan una mayor textura a las canciones. Un dato curioso es el cover de “Let The Day Begin” el primer single lanzado por la banda. Originalmente de la banda del papá de Robert Levon llamada The Call en la cual se siente una especie de liberación emocional muy clara, bastante palpable, que sirve no sólo como un hermoso tributo a la memoria de Michael Been, sino de alguna forma marca el ritmo del disco. “Lose Yourself” también tiene el mismo toque melancólico. En general es un disco agradable, uno que todos los fans han disfrutado. Conforme lo he escuchado desde que lo conseguí, he descubierto que cada vez que le doy play a este disco, es de esos que crecen en uno. Y estoy seguro que para las personas que lo descubran será la misma experiencia. Si bien el ritmo tiende a arrastrarse a veces y en canciones como “Hate the Taste” y “Funny Games”, dos de las pistas más pesadas brindan un aporte de esa maraña de blues-rock muy característica de la banda. Este séptimo álbum es un ligero retorno a sus etapas más densas, pero de alguna forma más filtrada. Un sonido de rock de garaje como el de sus dos primeros discos, pero con una calidad más pulida. Sin embargo, mientras más evolucionan, crean riffs más memorables con suficiente fuerza para mantener nuestra atención. Otro dato interesante es que el disco fue grabado en su mayor parte en el estudio de Dave Grohl en Los Ángeles, en la misma consola de la que se habla en el excelente documental Sound City, dándole un toque más místico a las can-

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ciones por así decirlo. A mi parecer este disco le dio a la banda una nueva vida. Como si los dioses del rock les dieran una segunda oportunidad de continuar con lo que saben hacer. Con su propia música y conservar la parte autoral. Para este trío el camino aún tiene muchas sorpresas, como si tuvieran cosas que de alguna forma tienen que seguir purificando. “Pasamos dos años haciendo este disco, gracias por estar ahí para nosotros”, dice el guitarrista Peter Hayes. Tal vez eso explica como canción por canción este álbum está lleno de vida y oscuridad. De la melancolía del blues pero con otro feeling. Uno más esperanzador. Es increíble que hayan pasado 15 años desde su espectacular debut. Con 7 discos de estudio, pareciera que la banda está lejos de parar. Cruzo dedos porque la gasolina rockanrolera no se les termine aún. Pero ciertamente el tiempo ha volado y no puedo creerlo. Se me disolvió el tiempo como agua entre las manos, y eso de alguna forma me hace ir a lugares de mi pasado o de mi propia historia con la banda como otro fan más. Haciéndome extrañar los días en donde podía conducir mi viejo volkswagen por la noche sin un rumbo fijo solo por que sí. Prender la radio y escuchar buena música como ésta. No sé si será la nostalgia de los días de gloria del rock, o qué se yo. Pero esos días quedaron atrás en recuerdos que ya se vuelven un poco borrosos en mi cabeza y la música de la radio. Sus decadentes pop stars con sus canciones sobre traseros es lo más inteligente y trendy son lo mejor que pueden decir. Al final a quién se le puede echar la culpa. ¿A las masas que ya se cansaron de pensar un poco? ¿A nadie le gusta ya escuchar música que rete sus sentidos? ¿Se extinguieron los melómanos empedernidos ? Quién sabe. Solo sé que toda esa basura musical hace que mis oídos sangren y que mis dientes rechinen cuando la escucho. O tal vez simplemente voy entendiendo de que se trata hacerse viejo y convertirme en un fantasma.


Eny Roland Hernández

Imágenes:

(Guatemala, 1981)

Portada El grito. Fotografía. 2014. Ensayos Sin título. De la serie Semana Santa en el centro. Fotografía. 2011. Letras El poder de la palabra Fotografía. 2015. Debate San Francisco de Asís De la serie Fábrica de Santos. 2012. Arte La Consagración De la serie Dulce Mortificación. Fotografía. 2014. Comentarios 1. El Convite de Totonicapán. 2. La Santísima Trinidad de San Simón. 3. El poder de la palabra. Fotografía. Años: 2012, 2014 y 2015.

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Artista autodidacta que inició su carrera en la ciudad de Guatemala como fotoperiodista de la sección cultural del periódico Siglo 21. Progresivamente se desarrolló en las técnicas del retrato, la fotografía urbana y editorial. En su obra fotográfica combina estéticas como el kitsch, pop art, religión, erotismo. Su propuesta se centra en las contradicciones de la religión, cuestionando los dogmas de la fe. Entre sus exhibiciones más recientes, entre otras, se encuentran: -Las penitentes de la Recolección. Exposición colectiva Entre Siglos. Museo Nacional de Arte Moderno Carlos Mérida. Guatemala. Diciembre, 2015. -San Sebastián y la muerte. GuatePhoto 2015. Pared exterior Teatro Lux, Ciudad de Guatemala. Noviembre, 2015. -El poder de la palabra (Ordets magt). Proyecto Galería Urbana. Metroselskabet Byens Hegn, Pride Copenhagen Dinamarca. Agosto, 2015. -Latinoamérica: Un pueblo al sur de Estados Unidos. Exposición Colectiva, Casa de América, PhotoEspaña 2015. Junio, 2015. -A(normal) Cuarto Oscuro. Exposición Colectiva La Casa - Cultura de Barrio. Agosto, 2015. -Arte en Mayo. Exposición Colectiva Museo Nacional de Arte Moderno Carlos Mérida. Mayo, 2015. -El sueño interrumpido. Exposición Colectiva Centro Cultural Metropolitano. Enero, 2015. -30 years on the road. Nocturno. Proyecto Galería Urbana. Art Center South Florida. Noviembre, 2014. -Intimidad compartida. Fotografías de los coleccionistas Juan Redón y Miguel Flores Castellanos. Bienal de Artes Visuales del Istmo Centroamericano (Bavic 09). Centro Cultural de España. Agosto, 2014. -Proyecto Galería Urbana. Intervenciones en los espacios de la Galería Piegatto Arte. Guatemala, agosto, 2014. -Se alquila / estado. Fotografía de gran formato, mural. Antiguo Edificio Hotel Ritz Continental. Junio, 2014.


Sobre los colaboradores:

Luisa González-Reiche

Guatemalteca. Directora en Heurística, Arte y Educación. Realizadora de capacitaciones docentes sobre nuevas metodologías de enseñanza, tales como Enseñanza para la Comprensión, Pensamiento Visible y Culturas de Pensamiento para maestros y educadores de preprimaria, primaria, nivel medio y diversificados. Asimismo es diseñadora y coordinadora del programa de Estudios Superiores en Fotografía y Gestión de Proyectos Fotográficos y Docentes de Teoría de la Imagen en la Fototeca, Guatemala. Realizó estudios en la Universidad Francisco Marroquín, en el Art Institute of Philadelphia y en GSE Harvard / Wide World Program.

Pablo Bromo

Guatemalteco. Editor, poeta y reseñista de música. Colabora con diferentes revistas y ha publicado los libros Arbitraria Muchedumbre, A dos pasos, Alicia, SPAM y Stereo Offset. Su obra aparece en más de veinte antologías en Estados Unidos, México y Centroamérica. Dirige la editorial Vueltegato Editores y trabaja en mercadeo.

Carlos González Orellana

Guatemalteco. Poeta. Ingeniero químico. Cursa estudios tanto de literatura como de maestría en filosofía en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Sus textos han sido publicados en algunas revistas de América Latina. Colaborador permamente de la revista Casi Literal.

Sergio Castañeda

Guatemalteco. Cursa estudios de Historia y Ciencias Sociales en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Integrante del seminario permanente de teoría crítica. Poeta y escritor. Escribe para el sitio virtual Casi Literal. Colabora para diversos espacios virtuales y desempeña un papel activo en las redes sociales. Está asimismo vinculado a redes comunitarias.

Joss Pinto

Guatemalteca. Es poeta, periodista cultural y estudiante de curaduría de arte contemporáneo. Publicó el poemario Cartas íntimas (2015) con Chuleta de Cerdo Editorial en Quetzaltenango, y su poesía se encuentra en varias antologías de El Salvador, Guatemala y México. Ha participado en distintos festivales en la Ciudad de Guatemala y actualmente es co-editora de la revista esQuisses.net.

Dulcinea Gramajo

Guatemalteca. Estudiante de literatura en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Tiene una presencia activa en las redes sociales. Publica por vez primera.

Cristian Garzaro

Guatemalteco. Una de las voces más estimulantes de la actual poesía guatemalteca. Sus innumerables viajes lo han dotado de una visión a un tiempo personal y cosmopolita. Es asimismo editor de poesía emergente, de la cual ha publicado poesía berlinesa, portuguesa y española. Poeta inatrapable, su poesía abreva en las distintas experiencias vividas y las que todavía están por vivirse.

Juan B. Juárez

Guatemalteco. Cursó estudios de Filosofía y Letras. Uno de los críticos de arte más sólidos en el panorama artístico del país. Colabora asimismo para diversos medios culturales.

Leo de Soulas

Profesor de Educación Primaria Urbana del Instituto Rafael Aqueche y Bachiller en Arte con especialización en Teatro, egresado de la Escuela Nacional de Arte Dramático Carlos Figueroa Juárez. Tiene el título de Profesor en Enseñanza Media en Lengua y Literatura y el pensum cerrado en la Licenciatura en Letras de la Universidad de San Carlos. Ha desarrollado una carrera como actor de teatro en propuestas serias y, eventualmente, ha incursionado como director. Ha sido jurado calificador en distintos certámenes de dramaturgia. Ha publicado el libro Al borde del precipicio, con Letra Negra Editores, y diferentes artículos en diversos medios, entre ellos, la revista Conjunto, La Ermita, el blog Casi Literal, Diario Digital y República GT.

Denise Phé-Funchal

Nació en la ciudad de Guatemala en 1977. Escritora y socióloga. Ha publicado Las Flores (novela, F&G Editores, 2007), Manual del Mundo Paraíso (poesía, Editorial Catafixia, 2010), Buenas Costumbres (cuento, F&G Editores, 2011), Ana sonríe (novela, F&G Editores, 2015) y La habitación de la memoria (novela, Alfaguara, 2015). Sus cuentos han sido publicados en antologías en Guatemala, El Salvador, Argentina, Chile, Estados Unidos, Honduras, Nicaragua, Suiza, Italia, México y Alemania.

Álvaro Sánchez

Artista gráfico y autodidacta radicado en la ciudad de Guatemala, ha colaborado y publicado en revistas de arte y diseño. Su obra ha sido expuesta en países como Italia, Francia, Alemania, España, Estados Unidos, Costa Rica, Ucrania, Suecia, Noruega, Grecia y ciudad de Guatemala, entre otros. La mayoría de sus obras están inspiradas en la literatura (Bukowski, Ginsberg y Kerouack) en pintura (Francis Bacon, Jean Michel Basquiat, Olivier de Sagazan, Hermann Nitsch) y cine (David Lynch, Jean Luc Godard, Jim Jarmusch), pero su inspiración es la ciudad de Guatemala y sus calles. Es asimismo un agudo y amplio conocedor de las expresiones del rock, blues y otras manifestaciones contraculturales, sobre las cuales escribe y publica periódicamente.

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