Por: Mariano Rod ríg
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Fronteras aparte Bristol, la niña rebelde de Inglaterra
Considerada una de las ciudades más atrayentes de Gran Bretaña gracias a su moderna infraestructura y a ese verdor natural que conserva perennemente, la modesta Bristol está popularizándose cada vez mas como destino turístico y cultural. A pesar de su lema, “Virtud e Industria”, lejos quedan los días en que la localidad era un frío enclave portuario, siendo hoy una metrópoli palpitante, atractiva y fiestera. Apenas se llega a la ciudad se ven las primeras señales de que estamos en esos países cuya antigüedad e idiosincrasia permiten preservar lo antiguo, pero con un desarrollo tal que necesita nuevos horizontes arquitectónicos para seguir expandiéndose, haciendo de un lugar netamente gris e industrial en el pasado, una urbe variopinta y con decenas de lugares por visitar en el presente. Basta con salir de la histórica estación de Temple Meads para empezar a disfrutar de Bristol dando un paseo por la zona financiera recientemente construida en torno al río Avon, donde se ven edificios de oficinas, hoteles y viviendas de proyección actual e interesantes diseños. Si se sigue el trayecto fluvial llegamos al Castle Park, donde se ven los cimientos del antiguo castillo y las ruinas de la iglesia de San Pedro, justo al lado de uno de los centros comerciales de la ciudad, el Cabot Circus. Resulta impresionante ver esa combinación de lo nuevo y lo viejo, todo enmarcado en un enorme lienzo de césped, más verde imposible. Al llegar a la zona de Corn Street se pueden apreciar varios edificios históricos de importancia: la iglesia de San Ewen, el Lloyds Bank, la Bolsa de Mercaderes, las Salas Comerciales, la antigua Casa Gremial y la iglesia de San Esteban. A pocos metros de ahí, en Nelson Street, se empieza a vivir el espíritu artístico de Bristol. En los edificios de esta vía no queda ningún muro libre de espectaculares graffitis, cargados de color, perspectiva y de “buena vibra” urbana, un auténtico regalo para la vista de cualquier virtuoso de la pintura contemporánea. En cada esquina 105 84
se pueden apreciar otras muestras de arte, tanto en museos como a ras de calle; el contestatario graffitero apodado Banksy tiene varias de sus creaciones en los muros de la ciudad. Volviendo a la Bristol monumental, es visita obligada una subida (o bajada) por los famosos Christmas Steps, donde se pueden ver casas de arquitectura típica británica. Muy cerca de ahí, la plaza de College Green, custodiada por una estatua de la Reina Victoria, es uno de los puntos neurálgicos de la ciudad, rodeado de indiscutibles joyas arquitectónicas, como la Lord Mayor’s Chapel, el Ayuntamiento, la Biblioteca Central o la espléndida Catedral de la Santísima Trinidad, una gema del gótico que data del siglo XIII, orgullo de los bristolianos. Si se transita por Park Street se arriba a importantes puntos de interés, entre ellos, la Universidad de Bristol con su imponente Wills Memorial Building, o la amplia zona verde de Brandon Hill, con la torre Cabot siempre vigilando el horizonte. Al caer la noche se ve una de las facetas más interesantes de la ciudad, y no era para menos, considerando el gran volumen de estudiantes universitarios que hacen vida entre sus calles (precisamente es este aire de derrape el causante de que muchos conservadores miren con un poco de recelo hacia estas latitudes de la nación anglo). En Bristol, la “party night” es vibrante, luminosa y de parranda pura, y no hay un mejor lugar para comprobarlo que la popular y céntrica zona del Waterfront, lugar de encuentro por excelencia, con restaurantes, destellos de luz y discotecas por todos lados. Una de las intervenciones arquitectónicas más notables del Waterfront es el Centro Watershed, establecido en un antiguo galpón de almacenamiento pesquero, con salas de conferencia, cines, cafés y bares de copas, donde lugareños y visitantes pueden disfrutar de una buena cerveza en la comodidad de los sofás dispuestos frente a la otrora dársena pesquera.