Esperanza para un mundo en crisis

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Esperanza para un mundo en crisis © 2010 Enrique Martorell e Israel Martorell La versión española de la Biblia utilizada en este análisis es la Reina-Valera Revisión de 1960 © 1960 por Sociedades Bíblicas Unidas. Diseño y maquetación: Israel Martorell / imvisual.es Corrección ortográfica: Sonia M. Aguilera Foto portada: © serjoe • Diseño cubierta: imvisual.es Fotografías interiores: Banco de Imágenes Imvisual Impreso en Publicep Libros Digitales S.L. Depósito Legal: Publicaciones EMI se reserva todos los derechos. No se permite reproducir, almacenar en sistemas de recuperación ni transmitir alguna parte de esta publicación, en cualquiera que sea el medio empleado; electrónico, mecánico, fotocopia, grabación, etc., sin el permiso previo del editor.


Índice Dedicatorias............................................................... Los autores................................................................. Prólogo...................................................................... Prefacio...................................................................... Introducción..............................................................

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Primera parte Entendiendo el contexto del Apocalipsis.....................

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Autor.......................................................................... Fecha.......................................................................... Numerología apocalíptica........................................... Métodos de interpretación.......................................... Literatura apocalíptica................................................ La unidad del Apocalipsis........................................... Propósito del libro...................................................... Mapa.......................................................................... Mensaje y estructura de las cartas...............................

pág. pág. pág. pág. pág. pág. pág. pág. pág.

21 23 27 32 37 41 41 43 43

Segunda parte El mensaje a las siete iglesias.......................................

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Éfeso.......................................................................... Esmirna...................................................................... Pérgamo..................................................................... Tiatira........................................................................ Sardis......................................................................... Filadelfia.................................................................... Laodicea.....................................................................

pág. 49 pág. 69 pág. 81 pág. 95 pág. 109 pág. 121 pág. 133

Bibliografía.................................................................

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El mensaje de las siete iglesias del Apocalipsis para la Iglesia de hoy

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Dedicatorias A mi hermana Aurelia con cari単o, deseando que este libro te ayude en tus dolores y pruebas. Enrique

A Luis y Roxana por seguir creyendo en la Iglesia y por su amistad de valor incalculable en medio de la espera... Israel

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El mensaje de las siete iglesias del Apocalipsis para la Iglesia de hoy

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Los autores

Se graduó en Biblia en la Escuela de Estudios Bíblicos de White’s Ferry Road, en West Monroe, Luisiana. Obtuvo el Bachillerato y el Máster en Teología por el American Christian Bible College de West Monroe, Luisiana, y recibió el Doctorado en Educación Cristiana en The Theological University of America. Martorell ha sido profesor de griego del Nuevo Testamento en el Centro Cristiano de Formación de Líderes en Madrid, España, durante los años 1984 a 1990, y profesor de griego y teología en el Instituto Bíblico Alfa y Omega de Little Rock, Arkansas, durante los años 2005 a 2008. Actualmente es profesor de Educación Cristiana en la Universidad Teológica de América y profesor de distintas materias a través de videoconferencia, enseñando en institutos bíblicos de Norteamérica, Centroamérica y Sudamérica. Ha impartido seminarios de arqueología bíblica, evidencias cristianas y teología del Nuevo Testamento en Chicago, Los Ángeles, Dallas y en otras ciudades de los Estados Unidos. Imparte un seminario anual de teología en el Instituto Bíblico de la Habana, Cuba, y ha dado conferencias en Europa, Norteamérica, Centroamérica y el Caribe. Está casado con Nohemí Alonso. El matrimonio tiene tres hijos: Israel, Priscila e Iván. 7


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Israel Martorell es coordinador del ministerio Juventud para Cristo (JPC) en Madrid (España). Durante más de una década ha trabajado como líder de adolescentes y jóvenes en el contexto de su iglesia local. Además, ha dirigido multitud de campamentos, retiros y eventos colaborando con varias entidades cristianas. Actualmente es responsable del departamento de publicaciones de JPC además de impartir clases para líderes, padres y educadores. También está involucrado en el nacimiento de la Escuela de Formación Intensiva de Liderazgo Juvenil (EFIL), en la creación y mantenimiento de varias webs de contenidos bíblicos: www.jpclips.net y www. bibliaycine.com y en la predicación en las iglesias en España. Es diseñador y publicista profesional, diplomado en estudios teológicos por el Foro de Liderazgo y director de ocio y tiempo libre. Actualmente cursando el Grado en Pedagogía por la UNED. Nació en Terrassa (Barcelona) en 1975 y está casado con Sonia Aguilera. Es un apasionado del cine, el diseño gráfico y los videojuegos, y sueña con comunicar la Palabra de Dios a los jóvenes de forma relevante. La web personal de Israel es www.imvisual.es y su cuenta de Twitter @israelmartorell

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Prólogo

A pesar de la fuente esencial de su contenido, el libro que el lector tiene en sus manos no es un estudio sobre el Apocalipsis, aunque encontrará una introducción histórica y exegética del libro bíblico. Tampoco es una exposición de las doctrinas escatológicas que tan en boga están en ciertos círculos religiosos, derivadas de dicho libro. Por supuesto, tampoco es un análisis en clave esotérica para conocer el futuro, inmediato o lejano. Quienes busquen estos u otros tópicos parecidos, se han equivocado de libro. Las palabras claves del contenido de este libro están perfectamente recogidas en su título: mundo, crisis y esperanza. Si bien es cierto, como dijo Albert Einstein, que en las crisis nacen “la inventiva y los descubrimientos”, también es verdad que bajo la presión que supone toda crisis, cualquiera que sea su naturaleza, se esconde el miedo y la parálisis en la acción; sobre todo, para los más vulnerables y débiles. Para estos últimos, además, el desconcierto y la desesperanza. El siglo XXI ha hecho acto de presencia con el poderoso arsenal de las nuevas tecnologías, sorprendiendo a jóvenes 9


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y a viejos, a estos últimos más. Ha encendido las antorchas de la euforia en todas las clases sociales. Vivimos con la noción de que nada hay imposible, pues la ciencia, con todas sus complicadas y sofisticadas disciplinas, nos ofrecerá la respuesta adecuada a cada uno de nuestros problemas. No obstante, como paradoja a esta apreciación casi objetiva, vivimos subjetivamente como si ninguno de esos logros de la ciencia tuviera la respuesta precisa a nuestra situación particular. Disponemos, sí, de medicinas que curan las enfermedades somáticas, pero no llegan hasta las profundas raíces de nuestro ser donde radica la causa de los temores y, a veces, incluso de la desesperación; si acaso, sólo las mitiga temporalmente. Disfrutamos, sí, de los artilugios tecnológicos que nos hacen la vida más fácil y placentera, pero no tienen en sí mismo el remedio para responder a nuestras necesidades más básicas: el cariño, la empatía y el afecto humano. Algo está fallando en nuestra sofisticada sociedad, que no acaba de hallar las claves vitales de la felicidad del ser humano; o, al menos, encontrar los incentivos que le permitan vivir con un mínimo de optimismo. Sin embargo, esta experiencia sombría no es nueva. Ya lo dijo el autor del libro de Eclesiastés: “Nada hay nuevo bajo el sol”. Vivimos sumergidos en la última innovación social, en los últimos avances tecnológicos, pero en el fondo somos exactamente iguales a nuestros antepasados, cuando cada mañana despertaban con la natural ansiedad de qué podrían cazar para subsistir, él o ella, la prole o la tribu. Hemos heredado sus miedos aun cuando no vivamos en su mismo hostil entorno; encaramos nuestro día a día con la sensación de que nuestro prójimo, más que un potencial rival, es un seguro enemigo. Y tras esta lucha por la subsistencia inmediata, la percepción de lo ignoto, lo trascendente. En efecto, éste es otro tema importante, quizás el más importante, el que está en la génesis de todos los demás, el tema de la trascendencia. El hombre posmoderno cree haber solu10


cionado este problema simplemente obviándolo; o peor aún: negándolo. Pero la antropología nos enseña que todos los pueblos, cualquiera que haya sido su cultura o la tradición de sus antepasados, todos, han vivido condicionados por el sentimiento de lo trascendente. Considerar el comportamiento de dichas culturas como algo “primitivo” por socializar sus miedos y sus ritos ante lo desconocido, especialmente a su propia trascendencia, y creer que fue una etapa ya superada, no se corresponde con la realidad. El hombre posmoderno, que ridiculiza aquellas actitudes lejanas en el tiempo, propias de los antepasados “primitivos”, cree no obstante en los mismos tótems y practican los mismos ritos que ellos. Tótem con otra fisonomía, ritos con otras jergas, pero tótem y ritos al fin y al cabo. No, el hombre del siglo XXI no ha solucionado este problema. El hombre posmoderno simplemente reinventa los dioses sin los cuales no sabe dar sentido a su vida ni sabe eliminar sus miedos. Cuando cree haberse liberado de ellos, cualquiera que sea su naturaleza, se convierte él mismo en su propio dios, lo cual es muchísimo peor. El análisis y las subsiguientes consideraciones que los autores de este libro, Enrique e Israel Martorell (padre e hijo) desarrollan en él, parten de esta dimensión trascendente del ser humano, no para hablar del “más allá”, sino precisamente del “más acá”; porque es aquí y ahora cuando y donde necesitamos realizarnos, vivir en plenitud, con el propósito que el Creador tuvo desde el principio. Si el verdadero origen del hombre es Dios, su Creador, entonces no existe posibilidad de alguna realización fuera y al margen de él. Dios es la referencia de dónde venimos, qué hacemos aquí y hacia dónde nos dirigimos. Es el epicentro de la existencia humana. Sin embargo, contar con él en la realización de nuestra vida no significa la ausencia de adversidad en dicha realización, pero sí encontrar el sentido de las cosas a la luz de la esperanza que supone la fe en él. Los autores de este libro han enfocado su trabajo a partir del mensaje que encontramos en las siete cartas dirigidas a las siete 11


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comunidades cristianas históricas del tiempo de la época apostólica, ubicadas en: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Independientemente de la contextualización exegética de estas cartas del libro de Apocalipsis, su mensaje está vigente para todas las épocas. Cada comunidad representada en las cartas vivía una situación concreta y particular, que puede ser igual o diferente a la nuestra, pero las exhortaciones y las promesas dirigidas a ellas siguen siendo actuales y válidas para nosotros; no sólo a nivel colectivo, como comunidad, sino a título personal también. La realidad de una comunidad que vive una misma fe y una misma esperanza se concretiza en la vivencia personal de cada uno de sus miembros. Enrique e Israel se han propuesto nada menos que actualizar el mensaje a las siete iglesias del Apocalipsis para el hombre y la mujer de hoy. Sus aportaciones, sin embargo, no son “varitas mágicas” que solucionarán todos los problemas de todas las personas, pero sí intentan dejar un incentivo para que cada lector enfrente su propia realidad con el mensaje divino, el cual tiene como fin inmediato fortalecer la fe y fundamentar la experiencia que supone vivir en la esperanza de las promesas del Cristo resucitado: “Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia…” (Apocalipsis 2.19). Si creemos esto, todo puede ser diferente.

Emilio Lospitao

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Prefacio

El Apocalipsis sigue siendo un mensaje actual. Fue un don de Dios ofrecido a las iglesias para darles fuerza, valor y luz en los momentos de la prueba. Este libro ha fascinado a los seres humanos de todas las épocas, pero está lejos de ser una colección de misterios indescifrables. Precisamente la palabra “apocalipsis” significa manifestación con interpretación. Así, en sus páginas hay un mensaje diáfano: “Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá”. Tras las persecuciones, las amenazas de muerte y los martirios, Dios nos espera con los brazos abiertos. Un rollo cerrado con siete sellos, un dragón con siete cabezas y diez cuernos, una mujer vestida de sol, un cordero degollado, una piedrecita blanca, veinticuatro ancianos, un nombre nuevo. El lenguaje simbólico del Apocalipsis es, a primera vista, desconcertante. Para poder asimilarlo y entenderlo debemos comprender dos cosas. La primera: el lenguaje apocalíptico tiene su fundamento en el lenguaje profético del Antiguo Testamento. La segunda: debemos situar el libro en su contexto histórico y cultural. Si aceptamos que la redacción del libro tuvo lugar hacia el año 69 d.C. (como probaremos en la introducción y a lo largo del libro) y que la persecución feroz contra los cristianos comienza en el año 64 d.C. con la promulgación del “Decreto Neroniano” impuesto por Nerón (un edicto contra los cristianos en todo el Imperio; solo por el hecho de ser cristiano estaba castigado con la pena capital). Por ello, el objetivo principal del libro es dar un mensaje de esperanza, de ánimo y de fortaleza a las comunidades cristianas 13


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del primer siglo, las cuales atravesaban grandes dificultades y con el consiguiente peligro de abandonar la fe. El lenguaje simbólico que utiliza el Apocalipsis era bien conocido por los lectores del libro, como no podía ser de otro modo. Dios no puede enviar un mensaje que no se puede comprender. Es verdad que algunas partes no son fáciles de entender, son complicadas, pero no imposibles. Las pruebas que recibirán los cristianos y los castigos que vienen sobre el mundo pagano son oportunidades que Dios ofrece para la conversión. El Apocalipsis es la última revelación profética de Dios; es una revelación de destrucción y muerte; pero es, a la vez, una revelación de esperanza y vida. La vida eterna que nos ofrece el Cristo resucitado. Por ello, las últimas palabras del Apocalipsis contienen una promesa y una súplica: “Sí, estoy a punto de llegar. ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!” Enrique Martorell, Olías del Rey, Toledo, España. Primavera de 2010

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Introducción

Cuando hablamos de Iglesia no solemos darnos por aludidos, pensamos en la Iglesia como un “ente”, una organización o incluso un lugar. Pocas veces nos acordamos de que Iglesia somos aquellos que hemos aceptado a Jesús como nuestro Salvador y Señor, que hemos entendido el mensaje de redención que nos presentan las Escrituras. Así que este libro no habla a organizaciones, habla a cada uno de nosotros; no podemos escapar a su mensaje. Mi padre (Enrique Martorell) es un entusiasta del griego bíblico; su búsqueda de la verdad es algo que siempre le ha caracterizado. Durante años ha realizado estudios y escrito libros sobre el Apocalipsis desde una perspectiva de estudio bíblico profundo, teológico y analizando el texto original para sacar a la luz las verdades que contiene. Desde hace un tiempo le he estado animando a acercar algunos de sus estudios a cada uno de nosotros, haciendo que el texto fuera fácilmente asimilable para aquellos que no tienen tantos conocimientos del griego bíblico. Porque el Apocalipsis no es un texto sólo para doctores o maestros sino que es un mensaje para todos, para la Iglesia. Cuando me presentó el primer borrador del proyecto quedé realmente impactado. El trabajo de estudio y análisis del texto y contexto era realmente bueno, creo que casi único. Le propuse retocar algo los textos para hacerlos todavía más cercanos a todos los creyentes y añadir algunos capítulos que profundizaran en las aplicaciones prácticas que podemos sacar del mensaje a las siete iglesias contenido en el Apocalipsis. Esas son las partes en las que yo he colaborado, aunque el mérito principal de la obra debemos atribuírselo a Enrique. Es un placer escribir una obra junto con tu padre, sabiendo además que puede contribuir al crecimiento espiritual de los creyentes. 15


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En tus manos tienes el resultado. Deseamos que realmente entiendas que este trabajo, estos textos, son para ti. Creemos en la urgencia de este mensaje, creemos que es un mensaje de esperanza para cada uno de nosotros, para cada uno de los que hacemos y somos Iglesia. Como veremos en la primera parte, el mensaje de las siete iglesias no es solamente unas palabras dirigidas a las iglesias locales de hace 2000 años, sino que es un mensaje global y universal, para todas las épocas y momentos, es un mensaje en el que todos nos podemos sentir identificados, que, además, tiene una relevancia especial, pues son palabras del propio Jesucristo, como vemos en la introducción del libro escrito por Juan. Son las palabras de nuestro Señor para cada uno de nosotros, son las palabras de esperanza para ti y para mí, palabras de ánimo, de consuelo en medio de las dificultades. Nuestro mundo occidental está en crisis. No por sus problemas económicos precisamente, sino por haber dado la espalda a ese Jesús que nos habla de forma personal, por haber permitido que el pecado sea muchas veces las vergüenza de nuestra sociedad, por no seguir la voluntad de Dios, que desea amarnos y tener una relación personal con nosotros, con su iglesia. El mensaje del Apocalipsis es agua fresca para una iglesia que se ha dejado influenciar por unos valores totalmente alejados del evangelio y los propósitos de Dios; es un auténtico refrigerio para un mundo en crisis y desalentado; es un mensaje para mí. Una iglesia que no está bebiendo de esos manantiales gratuitos de agua (Ap. 21.6; 22.17) que vienen de nuestra relación íntima con Dios, sino que bebe del agua embotellada de la religión, de los ritos y de las tradiciones, incluso con la etiqueta de “cristianas”; esa agua que no es gratuita y que no permite a la iglesia, en muchas ocasiones, cumplir su cometido, que hace que cada uno de los creyentes no pueda crecer en su relación con Dios, en su conocimiento de la verdad y en su aplicación práctica a la vida cotidiana.

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Finalmente, decir que las palabras de Jesús en el Apocalipsis para la Iglesia de hoy son una clara advertencia de que no podemos vivir como cristianos sin iglesia, y chocan frontalmente con todos esos movimientos e ideas que proclaman que se puede vivir la fe sin tener relación con una congregación. Sabemos que la Iglesia no es perfecta, que está formada por seres humanos; pero Jesús nos da un mensaje de esperanza y de aliento que nos anima a seguir en la lucha, porque por medio de su muerte en la cruz la Iglesia puede presentarse limpia de sus pecados ante Dios, solamente por pura gracia. Con amor en Cristo,

Israel Martorell Madrid Primavera de 2010

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Primera parte

Entendiendo el contexto del Apocalipsis

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Introducción general al Apocalipsis

AUTOR El autor se llama a sí mismo Juan. A diferencia del evangelio y las cartas donde no aparece su nombre, aquí lo hace varias veces (1.1, 4, 9; 22.8). Se presenta como siervo de Jesucristo, hermano de los cristianos en Asia y partícipe de las mismas tribulaciones que ellos. Describe su situación, a la hora de escribir, como la de un exiliado a la isla de Patmos por causa de la predicación de la Palabra de Dios, y nos asegura que vio y oyó las cosas escritas en el libro. El hecho de que el autor se presente escuetamente con su nombre, Juan, sin calificativos, es suficiente como para pensar que el nombre asigna implícitamente al apóstol Juan. Sólo una persona de la categoría de Juan apóstol podía presentarse con su nombre. Además, era el único que estuvo estrechamente vinculado a las iglesias de Asia Menor. Nadie podría suponer que Juan, el autor de Apocalipsis, no fuera otro que el apóstol. En los primeros 350 años de cristianismo no hubo ninguna duda sobre la autoría del Apocalipsis, pero a partir de entonces, y especialmente en los dos últimos siglos, han sido frecuentes los ataques al autor del libro. Los que no aceptan la autoría de Juan, el apóstol, nos dicen que el libro presenta deficiencias en palabras y expresiones. La conjunción “si”, que es común en el evangelio, no aparece en Apocalipsis tan frecuentemente, y cuando lo hace, va acompañada de otras palabras, como “si no” y “si alguien”, etc. Por otra parte, la palabra “fuerte”, que aparece siete veces en Apocalipsis, no aparece 21


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ninguna en el evangelio. Se culpa a Juan de cometer errores gramaticales, pero debemos pensar en las palabras que nos dice Lucas acerca de la cultura de los Apóstoles: “...y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban...” (Hechos 4.13). La sugerencia que Westcott hace en relación a este punto es importante. Las posibles faltas o pobreza lingüística se deberían a que Apocalipsis fue la primera obra literaria de Juan, luego le siguieron el evangelio y, por último, las cartas. Por ello las últimas (evangelio y cartas) contienen un griego más pulido, mejor compuesto. Además, debemos tener en cuenta que el propósito del evangelio difiere mucho del propósito del Apocalipsis. El primero nos presenta a Jesús “en los días de su carne”, por tanto, es una recopilación de datos, con cierta prosa, de los discursos de Jesús, mientras que el Apocalipsis es un libro profético, compuesto de forma poética y simbólica con imágenes que nos recuerdan a los profetas del Antiguo Testamento, en especial a Daniel y Ezequiel. Las evidencias externas certificadas por los “padres apostólicos” son múltiples. Justino Mártir (103-165 d.C.), que tenía ideas milenialistas, escribiendo de ellas y defendiendo su posición dice: “Uno de entre nosotros, cuyo nombre es Juan, uno de los apóstoles de Cristo, en la Revelación que se le transmite a él, ha profetizado que los creyentes en Cristo vivirán mil años en Jerusalén; y después de esto ocurrirá la resurrección general y el juicio de todos los hombres”. Ireneo (202 d.C.), que en su juventud fue oyente de Policarpo (156 d.C.) y discípulo de Papías II, en sus escritos menciona la obra de Policarpo que fue contemporáneo de Juan y dice de ellos: “El Apocalipsis o Revelación es a menudo citado por él (Policarpo) como la Revelación de Juan, el discípulo del Señor. Que tuvo lugar no hace mucho tiempo, en nuestra generación, al final del reinado de Domiciano”. Melito, obispo de Sardis (170 d.C.), una de las iglesias que recibe una carta personalizada, decía que el Apocalipsis lo había escrito el apóstol Juan. 22


Clemente de Alejandría (215 d.C.), en sus escritos, menciona varias veces el libro de Apocalipsis. En uno de ellos dice, hablando del honor de Cristo: “aunque aquí en la tierra no tuvo el honor de ocupar el primer lugar, en el cielo está sentado en medio de los veinticuatro tronos juzgando a la gente, como Juan nos dice en el libro de Apocalipsis” (con referencia a Apocalipsis 4.1-4). Es tan numerosa la evidencia que es difícil creer que todos los testimonios cometieran el error de asignar al apóstol Juan como autor del Apocalipsis. Es todo lo contrario. Aglutinando las pruebas internas y externas se otorga a Juan, el apóstol del Señor, la autoría de este fantástico libro.

FECHA En relación a la fecha del Apocalipsis, dos son las posibilidades más fiables. La primera y tradicional es la del año 94-95 d.C., por tanto, deberíamos situar también a Juan en Patmos por las mismas fechas. El testimonio que se aporta para admitir estos años es el de Ireneo; escribiendo acerca del Apocalipsis dice: “La revelación de Juan, el discípulo del Señor, tuvo lugar no hace mucho tiempo, en nuestra generación, al final del reinado de Domiciano”. Sin embargo, Alfred Wikenhauser en su comentario sobre el Apocalipsis, nos dice: “La expresión en nuestra generación no parece original en la pluma de Ireneo, dado que éste escribe a 90 años de distancia de la muerte de Domiciano”. Clemente de Alejandría también está a favor del 94-95 d.C., Él escribe: “Juan volvió de la isla de Patmos después de la muerte del tirano”. Y Eusebio identifica al tirano con Domiciano. Pero el tirano bien podía ser Nerón. Otros argumentos a favor de la fecha tardía son los que nos presentan a las iglesias como teniendo una gran madurez, y se nos dice que para ello ha debido de pasar presumiblemente mucho tiempo. Se presenta la persecución de Nerón contra los creyentes como prueba para el origen de Apocalipsis en el año 94-95 d.C., y se 23


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nos dice que dicha persecución estuvo centralizada en Roma y, por tanto, no pudo haber exilio de creyentes de otras provincias. Clemente de Roma, en su carta a los Corintios, hace referencia a los sufrimientos que padeció la comunidad de Roma durante los últimos años del emperador Domiciano. Por los documentos que tenemos, podemos afirmar que la persecución de Domiciano se subscribe a la ciudad de Roma, mientras que la persecución de Nerón, a todo el Imperio. El “Decreto Neroniano”, impuesto por Nerón, era un edicto contra los cristianos en todo el Imperio; solo por el hecho de ser cristiano se estaba castigado con la pena capital. Así lo manifiesta Tertuliano: “Somos atormentados al confesar nuestra fe, somos castigados si perseveramos. Porque se combate por el nombre de Cristiano”. Otra razón para fechar el libro durante el reinado de Domiciano es la idea de que la práctica de adoración al Emperador comenzó en esa época, lo que parece coincidir con pasajes como Apocalipsis 13.4 y 12, etc. Con referencia a este hecho, León Morris nos dice: “No sería rigurosamente cierto decir que sólo Domiciano demandó ser adorado como un dios. Julio César ya fue adorado como un dios a lo largo de su vida”. En Éfeso se construyó un templo en su memoria con una inscripción que se leía: “A la diosa Roma y al divino Julio”. Augusto también promulgó la construcción de templos en su honor en muchas provincias. Tiberio reprochó esta práctica, pero Calígula se fue al otro extremo, colocando estatuas de su persona y exigiendo su adoración. El Dr. Hort nos dice: “En Asia Menor, el lugar por excelencia donde se daba culto al Emperador, no tenemos el derecho de asumir que fue solo durante el reinado de Domiciano que los cristianos se vieron forzados a adorar el busto del Emperador”.

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Charles Ludwig, en su libro “Rulers of New Testament Times” (Gobernantes en los tiempos del Nuevo Testamento), escribiendo sobre Calígula nos dice: “Al comienzo de su espectacular carrera, Calígula proclamó que era un dios, igual en todo a Júpiter. Ordenó, después, quitar todas las cabezas de dioses repartidas por el Imperio y colocar en su lugar su propia cabeza esculpida. Los judíos y cristianos rechazaron adorar la cabeza de Calígula, por lo que sufrieron gran persecución”. Jean Marie Engel, en su libro “El Imperio Romano”, hablándonos de Nerón y su visita a Grecia, nos comenta: “Una vez de regreso a Roma en la primavera del 68 d.C., celebró un triunfo apoliniano, el del artista al cual es imposible imitar, que debía dominar el mundo a través de la veneración. Afectado de megalomanía, perdió el sentido de lo real y se encontró más o menos al mismo nivel que el estado mental de Calígula, obsesionado como él por fastuosidades orientales”. Qué se podía esperar de un hombre que asesinó a su madre en el año 59 d.C., y a pesar de que su muerte fue bien acogida por el pueblo, ya que Agripina no gozaba de gran popularidad, nadie creía que un hijo podría llegar al matricidio. Otro hecho que conmocionó a la opinión pública de su tiempo fue el asesinato de su esposa Octavia para casarse con Popea Sabina. Esto ocurría en el año 62 d.C. ¿Qué podían esperar de esta bestia los creyentes? Tácito el historiador romano nos dice: “Envió a la muerte a los cristianos con exquisita crueldad. Echándolos a los leones del circo; untándolos con grasa de animales y empalándolos en postes de madera, les prendía fuego para alumbrar la ciudad de noche”. La segunda fecha que se nos sugiere es la del año 69 d.C., durante el reinado de Vespasiano; ésta tiene para mí más solidez, tanto a nivel histórico como de análisis textual. En primer lugar, debemos coincidir por las referencias históricas que todos, o casi todos los emperadores a excepción de Tiberio, Vespasiano y Tito, demandaron que se les adorara 25


El mensaje de las siete iglesias del Apocalipsis para la Iglesia de hoy

como dioses. En segundo lugar, y tal como nos comenta Wikenhauser: “Históricamente sólo podría tomarse en cuenta los años 68 y 69 d.C. como fecha de origen. Habiendo sido Nerón el primer perseguidor de los cristianos, en el 64 d.C., el destierro de Juan a Patmos podría haber tenido lugar durante su mandato”. Los grandes teólogos de la Universidad de Cambridge creen que el Apocalipsis se escribió un año después de la muerte de Nerón. Lightfoot cree poder aceptar que la redacción del Apocalipsis se efectuó meses después de la muerte de Nerón. Westcott nos dice que es casi seguro que Juan escribió el Apocalipsis antes de la destrucción de Jerusalén y Hort nos dice que hay suficientes razones para aceptar que el Apocalipsis se escribió no mucho después de la muerte de Nerón. Otro argumento que sugiere esta fecha es la interpretación del número 666 en Apocalipsis 13:18. “La solución más comúnmente aceptada hoy es que el número 666 corresponde al César Nerón” (Mouce). Esto se hace tomando el valor numérico de su nombre en letras hebreas y nos da como resultado el número de la bestia: el 666. La instrucción dada en el capítulo 11.1-2 fortalece la hipótesis de la fecha del año 69 d.C. Cuando se manda medir el templo, aunque es una figura simbólica, debería permanecer en pie para que el medidor tuviese una referencia exacta. Además, Zahn sostiene que el 11.8 nos habla de la caída de Jerusalén, asociándola con Sodoma. Esto se ubica perfectamente y cronológicamente con la historia, ya que el hecho ocurrió un año después. Por último, el punto más importante a favor del año 69 d.C. nos lo ofrece el análisis textual del capítulo 17.10-11. “Y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; (Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón), uno es, (Vespasiano) y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo. (Tito, 79-81 d.C.). La bestia que era, y no es, es también el octavo; (Domiciano) y es de entre los siete, y va a la perdición”. 26


El llamado trío de Cambridge, Westcott, Lightfoot y Hort, que mencioné anteriormente, es unánime en asignar la fecha del Apocalipsis en el año 69 d.C. Además, Westcott aporta en su defensa estas palabras en su introducción al evangelio de Juan: “De los dos libros, el Apocalipsis se escribió primero; se nota en su redacción una menor evolución, tanto en el pensamiento como en el estilo”. El Apocalipsis está escrito en un griego más pobre, lingüísticamente hablando, que el que podemos ver en el cuarto evangelio. Por lo que parece probable un desarrollo cultural y lingüístico del autor a través de los años. Todos estos puntos coincidentes me llevan a pensar que el libro de Apocalipsis fue escrito por el apóstol Juan a la muerte de Nerón, o si se prefiere, al principio del reinado de Vespasiano.

Numerología apocalíptica Hay toda una ciencia alrededor de los números en la Biblia. Baldinger, en su artículo “La aritmética del Apocalipsis”, señala que era práctica común de los escritores religiosos de Oriente presentar verdades morales y espirituales bajo el símbolo de los números. En tiempos más antiguos, cuando el idioma era limitado y el vocabulario insuficiente, el hombre recurría al uso de los números para expresar sus ideas. El número UNO representa, a nivel universal, la idea de unidad, y en la Biblia es considerado como el signo de la unidad divina y su supremacía absoluta: “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20.3), lo que es único, independiente y autoexistente. Dios es uno. Sin embargo, este número no aparece simbólicamente en el Apocalipsis. El número DOS significa compañerismo, renovación, valor y fuerza. En tiempos en los que el hombre vivía continuamente expuesto a peligros, hallaba aliento en la amistad. 27


El mensaje de las siete iglesias del Apocalipsis para la Iglesia de hoy

“Dos testigos confirman una verdad”, “Dos son más fuertes que uno”, “Mejor es dos que uno; …porque si cayeren, el uno levantará a su compañero” (Eclesiastés 4.9-10). En el Apocalipsis, la verdad de Dios es atestada por dos grandes testigos (11.3-12). En el capítulo 13 hay dos bestias que se apoyan mutuamente. El número dos significa renovado valor, poder y testimonio. El número TRES puede considerarse como un número divino. Es el número de unión, aprobación y consumación. Las Escrituras, compuestas por la Ley, Profetas y los Salmos, dan testimonio de Cristo (Lucas 24.44). Los elementos de la vida cristiana en esta escena son la fe, la esperanza y el amor. “Un cordón de tres dobleces no se rompe pronto” (Eclesiastés 4.12) y se corresponde con la perfección en el testimonio. Dios se manifiesta en la Biblia como un Dios trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El número TRES Y MEDIO se da también mucho en Apocalipsis. Si siete es el número de la perfección como veremos más adelante, tres y medio, la mitad de siete, es por tanto símbolo de imperfección, de algo incompleto. El siete roto es símbolo de interrupción del divino orden de las cosas por los manejos de Satanás y la malicia de los hombres. Esperanzas frustradas, ilusiones rotas no realizadas, aspiraciones truncadas... esto representa el tres y medio. Los dos grandes testigos darán testimonio durante tres años y medio (11.3); los atrios externos del templo serán hollados por los impíos por tres años y medio (11.2); sus cuerpos muertos yacen en las calles por tres días y medio (11.11); los santos de Dios son perseguidos tres años y medio (13.5); la Iglesia está en el desierto tres años y medio (12.6; 12.14). Siempre el tres y medio equivale a falta de reposo, insatisfacción, algo incompleto. Podemos resumir que tres y medio es la mitad del período de aquello que es sagradamente completo. El número CUATRO es cósmico. Corresponde al concepto que tenía del mundo el hombre antiguo. El mundo era para él algo 28


plano con cuatro lados, como su propia casa. Así, el cuatro llegó a ser el símbolo del mundo en que vivía. Hay cuatro estaciones: primavera, verano, otoño, invierno. En la parábola del sembrador hay cuatro tipos de tierra: la tierra junto al camino, la de muchas piedras, la de espinos y la tierra buena (Mateo 13). Hay cuatro evangelios que narran la vida de nuestro Señor en la tierra: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. En el Apocalipsis hay cuatro criaturas vivientes representando a toda la naturaleza, toda la creación. Cuatro ángeles a los cuatro extremos de la tierra, controlando los vientos. Cuatro ángeles esperan en el Éufrates el momento de la terrible masacre sobre toda la tierra. Hay cuatro jinetes representando las fuerzas que mueven la historia. El número cuatro es, pues, sinónimo de la creación visible. El número SEIS viene a representar la imperfección (una unidad menos que el número perfecto, el siete). El número seis es el número del hombre, demuestra el estado triste de lo incompleto del ser humano. En el sexto día fue creado el hombre. El hombre tenía que trabajar seis días a la semana. Salomón tenía seis gradas que ascendían a su gran trono (1 Reyes 10.19); no fue lo suficientemente elevado para preservarlo de la idolatría. Seiscientos sesenta y seis talentos de oro era lo que recibía cada año (1 Reyes 10.14), y sin embargo tuvo que confesar que todo era vanidad y aflicción de espíritu. Los judíos en Caná tenían seis tinajas de agua para la purificación (Juan 2.6), pero expresaban lo insuficiente de las ordenanzas para suplir necesidades del hombre. El número de la bestia imperial será seiscientos sesenta y seis (13.18), imperfección en todos los aspectos. El número SIETE es el predominante en el Apocalipsis; aparece 54 veces. Es una combinación de los números 4 y 3. El hombre aprendió pronto a añadir, tomó el 3, el número divino, y le añadió el 4, el número cósmico. El resultado fue el 7, símbolo de la 29


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perfección. El número siete denota la plenitud, la perfección y lo completo de Dios. Es uno de los números perfectos que deriva de una palabra hebrea que significa “estar pleno” o “estar satisfecho”. Aún en el Antiguo Testamento la cifra siete jugó un papel muy importante, significando plenitud o conclusión de algo. Se entiende que no se trata de una plenitud aritmética, sino que es la plenitud “divino – profética”. El mundo fue creado en siete días, así también el castigo del mundo en el juicio final se llevará a cabo bajo la ley de la cifra siete. La causa del significado particular de la cifra siete radica en los siete Espíritus de Dios. Son estas siete raíces o siete fuentes que originan todos los fenómenos mundiales. Veamos algunos ejemplos: Así lo consideraban ya los babilonios. Los sumerios igualaron el 7 con la expresión todo. La torre de siete pisos de Babilonia representando todo el Universo. El libro se dirige a las siete iglesias, es decir: a toda la Iglesia universal, representada por siete candeleros y cuyos siete ángeles son siete estrellas. Hay siete espíritus de Dios. El libro en las manos de Dios está sellado con siete sellos. El Cordero, en el trono, tiene siete ojos y siete cuernos. Hay siete ángeles con siete trompetas, y otros siete ángeles derraman las plagas. Una y otra vez aparece el siete: 1.- Siete iglesias (1.4). La Iglesia es la plenitud de Cristo (Efesios 1.22-23). 2.- Siete espíritus (1.4). Es el símbolo de la plenitud del Espíritu de Dios que todo lo llena (Salmos 139.7; Hechos 2.4; 1 Corintios 2.10). 3.- Siete candeleros (1.12). Es el símbolo de la plenitud de luz de la Iglesia en este mundo (Mateo 5.14-16; Filipenses 2.15). 30


4.- Siete estrellas (1:16). Las estrellas simbolizan a los ángeles de la iglesia (Ap. 1:20; Dan. 12.3). 5.- Siete sellos (5.1). Es la plenitud del misterio divino (Daniel 12.9). 6.- Siete cuernos de un cordero (5.6). Es la plenitud del poder de Cristo (Salmos 89.18; Miqueas 4.13). 7.- Siete ojos (5.6). Es la plenitud del que todo lo ve (Juan 2.24-25). 8.- Siete trompetas (8.2). Es la plenitud del castigo del mundo (Levítico 26.28). 9.- Siete truenos (10.3). Es la plenitud de acción (Éxodo 19.16, 20.18-19, 1 Samuel 7.10). 10.- Siete cabezas del dragón (12.3). Es la plenitud de la sabiduría satánica (Ezequiel 28.13). 10.- Siete copas llenas de la ira de Dios (14.19; Zacarías 7.12). El juicio y la justicia completa de parte de Dios. De todas estas cifras podemos ver que la cifra siete en la Biblia significa realmente plenitud de aquel evento en relación al cual está. Por lo tanto, las siete iglesias también ilustran la historia plena del cristianismo, de todos los tiempos y en todos los lugares. En Hebreos hay siete cosas mejores. Jesús hizo siete declaraciones en la cruz. Dios descansó el séptimo día. Hemos de perdonar setenta veces siete. El número DIEZ es uno de los favoritos del Apocalipsis. En tiempos remotos había hombres que, bien en un accidente o 31


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en la guerra, perdían uno o más dedos de las manos o de los pies. Eran hombres incompletos. El hombre que tenía todos los dedos era completo. Así, el número de los cinco dedos de cada mano, vino a simbolizar al hombre completo. Faraón fue visitado por diez plagas (Éxodo 7.12). Todo el deber del hombre completo se resume en Los Diez Mandamientos (Éxodo 34.28). Abraham dio el diezmo del botín a Melquisedec (Génesis 14.20), los israelitas daban una décima parte a los levitas, y ellos daban una décima a los sacerdotes (Números 18.21-26). Diez vírgenes fueron a encontrar al esposo (Mateo 25); eran diez los siervos a los que se les confiaron las minas (Lucas 19.13). En Apocalipsis, el dragón y la bestia (12-13) tienen cada uno diez cuernos; también la bestia escarlata (17), cuyos cuernos se interpretan como reyes. Los diez cuernos son símbolo de poder completo en el gobierno. Como múltiplo, el número 10 aparece en muchas otras cifras más altas del libro. El hombre primitivo también solía coger el 10, con su sugerencia de humanidad completa y sus múltiplos; así tenía el 1000, para expresar el concepto de aquello que está completo en grado sumo y último. Mil años, el Milenio que se cita únicamente en un solo texto altamente simbólico (12) y en ninguna otra parte de la Biblia, no ha de ser leído con exactitud matemática. No quiere decir mil veces 365 días. Interpretarlo con exactitud matemática es violar toda la ley de simbolismos con la cual escribió el apóstol Juan el Apocalipsis. Mil, significa algo que está completo, en plenitud; en último y máximo grado significa un período de tiempo que va más allá de todo cálculo; para algunos el tiempo transcurrido entre la primera y la segunda venida de Cristo. El número DOCE sigue al siete en frecuencia de citas. Doce equivale a 4 multiplicado por 3. Es el símbolo de la religión organizada en el mundo. El Antiguo Testamento tenía doce tribus de Israel y el Nuevo Testamento doce apóstoles. Doce 32


estrellas coronan a aquella que da luz a Cristo. La Ciudad Santa tiene doce puertas. La Nueva Jerusalén tiene doce fundamentos, sobre los cuales están escritos los nombres de los doce apóstoles. El árbol de la vida lleva doce frutos. Entender la numerología del Apocalipsis es importante porque nos permite hacer una interpretación ajustada a la realidad de lo que el mensaje pretende transmitir. Esta numerología debe apoyarse en una hermenéutica que comprende a toda la Palabra de Dios. Es por ese motivo que no podemos olvidarnos a la hora de interpretar los significados de los números de los pasajes proféticos y de literatura apocaliptica del Antiguo Testamento, así como de otros textos que hemos citado en las descripciones. Para una mejor comprensión de esto vamos a ver los diferentes métodos de interpretación.

MÉTODOS DE INTERPRETACIÓN En más de una ocasión, el libro de Apocalipsis reclama nuestra atención a ser intuitivos, imaginativos y a forzar nuestra capacidad intelectual para comprender el mensaje que nos presenta. “Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento...” (Apocalipsis 13.18). “Esto, para la mente que tenga sabiduría...” (Apocalipsis 17.9). El desafío fue asumido desde el principio por los cristianos. “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas” (1 Juan 2.20). El poder del Espíritu Santo les proporcionaba el pleno conocimiento de la voluntad de Dios. También hoy necesitamos “la unción del Santo” para la interpretación de un libro como el Apocalipsis. Además, deberíamos considerar, por medio del Espíritu, otros factores que tienen que ver con la interpretación, como son: el carácter literario, el propósito del libro, los destinatarios, la fecha y el análisis textual. Muchas veces por no ser consecuentes con estas premisas se cometen infinidad de errores en la interpretación, que si bien 33


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no son fundamentales para la salvación, sí son un obstáculo para aprovechar las grandes riquezas de bendición que contiene el libro. Futurista Este método es uno de los que pierden las grandes bienaventuranzas del Apocalipsis. Interpreta casi la totalidad del libro de forma escatológica. Los eventos tendrán lugar al final de los tiempos, hacia el fin del mundo. Las profecías están sin cumplir. La mayoría de las personas que eligen este método son literalistas y pre-milenialistas. El dispensacionalismo adoptó esta metodología en el siglo XIX y desde entonces ha sido ampliamente expuesta y difundida por la Biblia de Scofield, lo que la ha hecho popular entre los protestantes. Hay unas objeciones válidas para esta metodología interpretativa. En la frase “las cosas que deben suceder pronto”, “deben”, en griego, significa necesidad moral. Ver el contexto de Mateo 16.21: “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer...”. También 1 Timoteo 3.2: “Pero es necesario que el obispo sea irreprensible...”. Además, “pronto” significa rápido, algo que debe cumplirse de inmediato; 2 Timoteo 4.9: “Procura venir pronto a verme”. Por tanto, la visión debía cumplirse en un futuro inmediato. Histórico-contínuo Otro de los métodos que no disfruta del espíritu del Apocalipsis. Interpreta el libro en ciclos históricos de la iglesia, dando especial énfasis a la apostasía de la Iglesia Católica. Algunos ejemplos que Barnes menciona en su comentario son los siguientes: el primer sello (Apocalipsis 6) hace referencia al período del Imperio Romano desde el año 96 al 180 d.C. El quinto sello nos indica la persecución de Diocleciano de los años 284 al 304 d.C. El sexto sello, la invasión Bárbara del 365 d.C. La tercera trompeta (Apocalipsis 8) nos habla de la invasión de Atila, del 433 al 453 d.C. 34


La medición del templo (Apocalipsis 11) nos presenta a la verdadera iglesia en el tiempo de la Reforma, etc. Las objeciones a este método se ven a simple vista. Coloca al libro fuera del entorno histórico de los cristianos a los cuales iba dirigido. Además, pone un énfasis exagerado en la apostasía de la Iglesia Católica y coloca hipotéticamente, y de forma arbitraria, las fechas históricas y los textos bíblicos. Preterista Este método es el opuesto al futurista. Todas las visiones del Apocalipsis se han cumplido ya. Esta interpretación debe su existencia al jesuita Alcázar, quien en el 1.614 d.C. afirmó que Apocalipsis se cumplió totalmente en el tiempo de Constantino, a mediados del siglo IV de nuestra era. En términos generales es la interpretación que siguen hoy la mayoría de autores católicos. Tiene muchos puntos positivos, puesto que encuadra el contexto histórico con la realidad de las iglesias del primer siglo. Lo más positivo de esta hermenéutica es que nos permite entender mucho del vocabulario y del fondo histórico del que se sirvió Juan al escribir el libro. La objeción más grave que podemos contemplar en este método es que no deja ningún mensaje para el cristiano de hoy. Sin embargo, el mismo libro afirma que es profecía, y al menos, algunas de sus predicciones, contemplan su cumplimiento en el futuro, como por ejemplo los capítulos 21 y 22. Histórico-Profético La metodología de estudio que a nuestro juicio aprovecha todas las riquezas espirituales del Apocalipsis se encuentra en la línea histórico-profética. Y esto es así, porque el método tiene en cuenta en primer lugar al autor y su mensaje. El autor del libro proclama ser un profeta inspirado por Dios, y lo hace tanto al principio como al final de su mensaje: “Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro” (Apocalipsis 1.3 y 22.7). 35


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Será por tanto, en base a este concepto, que debemos interpretar el Apocalipsis. Es un libro con las características de los profetas del Antiguo Testamento, en especial Isaías, Ezequiel y Daniel. La influencia profética del viejo testamento es tan fuerte que de los 404 versículos que contiene el libro de Apocalipsis, 278 hacen mención en todo o en parte al Antiguo Testamento. Cuando nos acercamos al libro debemos hacerlo considerando el lenguaje y pensamiento de los profetas del Antiguo Testamento. El mensaje divino es proyectado en la mente de Juan como lo fue en la de Daniel o Ezequiel. Visiones, símbolos y formas de lenguaje aparecen ante sus ojos como si se tratara de diapositivas. En esa fotografía deberíamos buscar el mensaje que nos quiere transmitir, no parándonos en los detalles sino viendo las imágenes como un todo: “...Ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada” (2 Pedro 1.20). La mayoría de las veces, la misma Escritura, por medio del Espíritu de Dios, nos da la interpretación. Jeremías 1.11-15 nos habla de la visión de una vara de almendro y su significado: la diligencia de Dios para cumplir su palabra. Nos habla también de la visión de una olla hirviendo y su significado: juicio contra Jerusalén. En el Apocalipsis, el autor nos describe al Hijo del Hombre en medio de siete candeleros de oro, llevando en su diestra siete estrellas, y el mismo Jesús nos revela el misterio de esta imagen (Apocalipsis 1.20). Cuando el significado de la visión sea conocido, él mismo nos dará la interpretación. Cuando su significado no sea conocido, se realizará una investigación en la propia Escritura para encontrar visiones similares que nos ayudarán a la interpretación correcta de la visión que no conocemos. En este contexto es interesante comparar Ezequiel 9.1-4 con 36


Apocalipsis 7.1-4; y Ezequiel 2.8-3:3 con Apocalipsis 10.511. Las visiones son similares, por tanto, la interpretación debe ser la misma o parecida. Cuando seguimos estas sencillas directrices podemos encontrar mucho sentido y riqueza en la revelación de Dios, además nos ayuda a no utilizar los textos como metáforas o alegorías para la interpretación de nuestras propias ideas u opiniones. Un punto importante en la interpretación del Apocalipsis es el propósito que tiene el libro dentro del marco histórico de su origen. No debemos perder de vista la situación en la que se encuentran las iglesias locales del primer siglo. En el momento de recibir el libro, la presión política y religiosa de Roma era terrible. El emperador estaba considerado como una divinidad. En la adoración a la esfinge del César se ponía gran énfasis, había un cuerpo de guardia en cada ciudad para que la orden de venerar al emperador se cumpliese. La condición religiosa del Imperio se desenvolvía entre el temor, la superstición y el ceremonial. En ese contexto histórico el libro del Apocalipsis tiene sentido. Como nos dice Kümmel: “El Apocalipsis es un libro de época, escrito en su entorno y para su propio tiempo, no está escrito para futuras generaciones distantes en el tiempo, ni aún para el final de los tiempos. Está escrito para la ocasión del momento, así como lo están las epístolas del Nuevo Testamento. El libro debe encuadrarse en este contexto como principio, para ser entendido en relación a los acontecimientos históricos de su tiempo”. El tercer punto importante, dentro de esta metodología, es el análisis textual. Haciendo una valoración lógica y de doctrina sana podemos ver, en primer lugar, algo sorprendente. Daniel recibe la visión en el año 550 a.C. (Daniel 8.1), que se cumplió en el año 164/5 a.C. (Daniel 8.13-14), y sin embargo el Señor le dice:” La visión de las tardes y mañanas que se ha referido es verdadera; y tú guarda la visión, porque es para muchos días”. 37


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Después de que Daniel hubiera recibido todas las visiones, al final de su libro el Señor le dice: “...estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin” (Daniel 12.9). Estas visiones de Daniel se cumplieron 600 años después, como muy tarde. El mismo Jesús nos dice: “Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan” (Mateo 11.13). Ahora nos vamos al Apocalipsis y el mismo Señor quiere manifestar a sus siervos “las cosas que deben suceder pronto” (1.1). Además nos advierte de que “el tiempo está cerca” (1.3). Al igual que Daniel, el autor del Apocalipsis, cuando ya finaliza el libro, recibe estos consejos del Señor: “Estas palabras son fieles y verdaderas (...) ha enviado a su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto” (22.6). “Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca” (22.10). Antes ya vimos el significado de la palabra “pronto”; veamos también el de “cerca”: “Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos” (Mateo 26.18). Como podemos observar, indica brevedad, inminencia, algo próximo. A Daniel le dice que selle la profecía y pasan 600 años; a Juan le dice que no selle la profecía. ¿Cuánto tiempo supones que iba a transcurrir? “El autor no está mirando más allá de la realidad de su época, pero puesto que sus visiones son expresiones de la verdad, de que toda la historia de la humanidad está en manos de Dios; estas visiones, de hecho, se cumplen muchas veces a lo largo de la historia” (Clogg). La profecía siempre debemos mirarla en un doble sentido, entendiendo aquello que podía significar para sus receptores originales y siendo capaces, además, de ver qué significa para nosotros hoy. Ésa es la tarea que nos hemos propuesto, y esperamos poder ir descubriendo el mensaje de las siete iglesias para nosotros. Para ello necesitamos saber también algo sobre la literatura apocalíptica, que veremos a continuación.

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LITERATURA APOCALÍPTICA Se clasifica con el término “Literatura Apocalíptica” a los libros que utilizan símbolos, visiones e imágenes para desarrollar el tema que presentan. Esta modalidad literaria tuvo su mayor incidencia en el judaísmo tardío, entre el 200 a.C. y el 100 d.C. Los autores de esta forma de expresión se niegan deliberadamente a escribir los acontecimientos con palabras claras e inteligibles, emplean imágenes, símbolos y alegorías, como colores, números, estrellas, animales, etc. Un elemento sobresaliente en esta literatura es el énfasis puesto en el catastrofismo. Hay una serie de libros, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, que se catalogan dentro de los escritos de “Literatura Apocalíptica”, así como los libros no canónicos, denominados “Apócrifa Apocalíptica”. En cuanto a los libros que contienen nuestras biblias y en relación al Antiguo Testamento, tendríamos como ejemplo a los profetas, en especial a Isaías, Ezequiel, Daniel, Joel y Zacarías. En el Nuevo Testamento sólo podemos encontrar parte de este tipo de literatura en Mateo 24, Marcos 13 y en Lucas 17 y 21; junto con todo el libro de Apocalipsis. Aunque más que una “Literatura Apocalíptica” yo la llamaría “Literatura Profética”, puesto que esto es lo que se desprende de la intención y carácter de los escritos. La Enciclopedia Hispánica describe al simbolismo literario de esta forma: “La búsqueda de un nuevo lenguaje: el de la “sugerencia”, el no decir las cosas con claridad definitoria, sino dejarlas entrever, creando una atmósfera anímica que permitiera al lector sensible comprender la alusión y vivir el mundo simbólico que le ofrecía el poeta”. El simbolismo bíblico emplea el lenguaje de las figuras, las imágenes y los elementos que son reales y comprensibles (como 39


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los árboles, los huesos, los candeleros); para representar una cosa distinta al significado real de la palabra. Veamos algunos ejemplos: En el Antiguo Testamento, el símbolo de “Jehová en la nube” es indicativo de visitación y destrucción: “Profecía sobre Egipto. He aquí que Jehová monta sobre una nube, y entrará en Egipto; y los ídolos de Egipto temblarán delante de él, y desfallecerá el corazón de los egipcios dentro de ellos. Levantaré egipcios contra egipcios, y cada uno peleará contra su hermano, cada uno contra su prójimo; ciudad contra ciudad, y reino contra reino” (Isaías 19.1-2). Éste es el lenguaje profético. Isaías, para hablarnos de la presencia de Dios en el castigo contra Egipto, utiliza la imagen del “Señor en una nube” y la frase “reino contra reino”. En el Nuevo Testamento tenemos las mismas imágenes cuando el autor nos habla de la visitación del Señor en relación a la destrucción de Jerusalén: “Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino... y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo” (Mateo 24.7 y 30). La misma imagen que encontramos en Apocalipsis 1.7: “...viene con las nubes”. El lenguaje simbólico de “las estrellas, el sol y la luna” nos indica el castigo terrible que se avecina: “Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor” (Isaías 13.10). ¿Está hablando Isaías del fin del mundo? ¡No!, está hablando del castigo terrible que recibiría Babilonia. “Profecía sobre Babilonia...” (Isaías 13.1). El profeta Ezequiel (32.7-8), escribe: “Y cuando te haya extinguido, cubriré los cielos, y haré entenebrecer las estrellas; el sol cubriré con nublado, y la luna no hará resplandecer su luz. Haré entenebrecer todos los astros brillantes del cielo por ti, y pondré 40


tinieblas sobre la tierra, dice Jehová el Señor”. ¿Está hablando el profeta del fin del mundo? ¡No!, está hablando del castigo que recibiría Egipto. “Hijo de hombre, levanta endechas sobre Faraón rey de Egipto...” (Ezequiel 32.2). La misma simbología de castigo aterrador aparece en el Nuevo Testamento: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas” (Mateo 24.29). ¿Está hablando Jesús del fin del mundo? ¡No!, nos está comentando el terrible castigo que sería la destrucción de Jerusalén. La misma imagen simbólica nos es presentada por el autor del libro de Apocalipsis: “Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como la tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento” (Apocalipsis 6.12-13). ¿Está Juan hablando del fin del mundo? Si seguimos la misma hermenéutica, debemos decir: ¡No!, aquí está hablando del castigo que recibiría el Imperio Romano. El simbolismo que encierra la sentencia “el día del Señor” está relacionada con juicio, castigo y salvación: “He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad...” (Isaías 13.9). “...el día del Señor; vendrá como asolamiento del Todopoderoso” (Isaías 13.6). Las dos citas anteriores hacen referencia a las profecías sobre Babilonia (ver el contexto en el capítulo 13 de Isaías). “El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que venga el día grande y espantoso de Jehová. Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sión y en Jerusalén habrá salvación” (Joel 2.31-32). Comparando el pasaje anterior con el de Hechos 2.16-21, podemos observar aquí que “el día del Señor” habla acerca de la salvación por medio del establecimiento de 41


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la Iglesia y del juicio por medio de la destrucción Jerusalén. “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible” (Malaquías 4.5). “Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir” (Mateo 11.13-14). Malaquías y Jesús no están hablando del fin del mundo, están hablando de un acontecimiento contemporáneo de Cristo: la salvación y el juicio de Dios hacia su pueblo, simbolizados por el derramamiento del Espíritu Santo en pentecostés y la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. La frase del Apocalipsis “vengo pronto” tiene la misma idea de juicio y salvación. “Ciertamente vengo en breve” Lit. “vengo en seguida” (Apocalipsis 22.20). Los pasajes siguientes apoyan este punto de vista: Apocalipsis 2.16; 3.11; 22.7 y 12. Además, comparar con Romanos 9.9. En todos los textos nos da la misma idea, la presencia espiritual del Señor para traer juicio y salvación, en contraste con la presencia física y real del Señor en su segunda venida y de la que nos habla Pablo en sus cartas a los Tesalonicenses. Él siempre emplea la misma palabra para describir la presencia real del Señor: Parusía, presencia o venida, en contraste con el autor de Apocalipsis que utiliza el verbo venir, con la idea de presentarse para ejecutar juicio o traer la salvación. El simbolismo de las imágenes nos propone una sensibilidad para captarlas, pero al mismo tiempo, la abundancia de ellas en distintos contextos y la ayuda indescriptible del Espíritu nos proporcionan la claridad necesaria para enfocarlas en la realidad más auténtica.

LA UNIDAD DEL APOCALIPSIS Si examinamos con detenimiento el libro de Apocalipsis podemos observar que el autor tiene un plan de la obra. El libro 42


ha sido compuesto por un solo autor. El primero y el último capítulo del Apocalipsis muestran que han sido escritos por la misma persona (Apocalipsis 1.4,9 y 22.8). Podemos comprobar que los primeros capítulos y los últimos del libro han sido escritos por la misma mano con el ejercicio de poner los textos en columnas paralelas. La unidad de lenguaje recorre todo el libro como una mancha inconfundible. Como ejemplo, las figuras simbólicas de la Bestia, del Cordero, del Hades y de la Muerte y muchas otras palabras que no son corrientes en otros libros, en el Apocalipsis fluyen con especial fijación. Los sellos y las trompetas también forman una unidad literaria muy interesante. El autor del Apocalipsis hace mención de pasajes apocalípticos del Antiguo Testamento. De Daniel usa más de cuarenta referencias. También cita muchas veces a Isaías, Ezequiel y Zacarías. El autor usa la metodología de citar para su propósito el Antiguo Testamento como característica importante del libro.

PROPÓSITO DEL LIBRO La revelación de Jesús, por medio de Juan, es la carta de un profeta exiliado a las congregaciones que, en algún tiempo, estuvo ministrando. El mensaje que recibe del Maestro le viene a través de visiones que como profeta, está obligado a transmitir a los creyentes, por lo que se convierte en una carta universal. El hecho de que el libro tenga carácter universal viene fortalecido por las circunstancias históricas y por el lenguaje. En primer lugar en Asia, y en concreto en aquella zona, como vimos anteriormente, había más de siete iglesias. El siete es un número simbólico, como el resto de números que aparecen en el libro. El siete significa completo, por tanto el mensaje va dirigido a la totalidad de los creyentes. Además este hecho certifica el uso del plural cuando el mensaje se dirige a una iglesia local. “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias...” (Apocalipsis 2.7). 43


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“Yo, Jesús, he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias...” (Apocalipsis 22.16). Por tanto, el deseo del autor es que “LA IGLESIA” reciba el mensaje profético que tanto necesita, y lo hace teniendo en mente varios motivos: El primero y principal es el de confortar a la iglesia en medio de la lucha contra las fuerzas del mal y mantener el incentivo de ser “fieles hasta la muerte”. Esta fuerza incentivadora viene de saber con plena certeza que Dios ve las lágrimas de los fieles (Apocalipsis 7.17 y 21.4), que sus oraciones suben a la presencia de Dios (Apocalipsis 8.3-4), que las pruebas y aún la muerte de sus hijos son preciosas a los ojos del Creador (Apocalipsis 14.13), que la sangre de los creyentes será vengada por Aquél que es todo justicia (Apocalipsis 6.10; 18.20), que la victoria final es segura para los fieles (Apocalipsis 15.2.), y, sobre todo, que Cristo vive y reina para siempre. Él gobierna el mundo en interés de su iglesia (Apocalipsis 5.7-9). “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de la ley” (Deuteronomio 29.29). Dios quiere mostrarnos a través de la revelación de su Hijo la victoria del reino de Cristo sobre todos los reinos de la tierra, y como resultado la victoria del creyente sobre todos los poderes del mundo. El Apocalipsis era una profecía de esperanza bienaventurada para los primeros cristianos y es el mensaje bienaventurado que más necesita la iglesia del Siglo XXI, especialmente aquella que vive en el mundo occidental.

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Mensaje de las cartas El mensaje del Apocalipsis es un mensaje de esperanza para la iglesia de todos los tiempos. Algunos han sido críticos con este libro diciendo que es difícil de entender. Se ha llegado a decir que contiene más enigmas que palabras, y por tanto, habrá que dejarlo a los especialistas. Sin embargo, otros nos animan a su lectura y a su meditación. Alguien dijo en una ocasión: “Sin el Apocalipsis, el Nuevo Testamento quedaría incompleto”. Dostoievski decía: “Leed el Apocalipsis”. El teólogo Brutsch nos dice: “El Apocalipsis es uno de los libros más consoladores de la Biblia”. El Apocalipsis es el libro que más ayuda a mantener la esperanza en los tiempos difíciles. Es esencialmente pastoral y tiene como finalidad hacer fuertes a los seguidores de Jesús de Nazaret. 45


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El apóstol Juan es una autoridad en la Iglesia. Conoce bien a sus hermanos y ha recibido de Dios el encargo de escribir lo que vea y de enviarlo a las siete iglesias. Les esperan tiempos difíciles y quiere darles fortaleza y esperanza. Llamará dichoso “al que lee, y a los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas” (Apocalipsis 1.3). “Nada hay más importante en la vida cristiana que la forma en que tratamos a la Biblia y la forma en que la leemos. Es nuestro texto, nuestra única fuente, nuestra única autoridad. Nada sabemos de Dios y de la vida cristiana en un sentido verdadero sin la Biblia. Es bueno leer la Biblia a diario, pero puede ser infructuoso si no lo hacemos como algo que es de importancia vital” (Martyn Lloyd Jones). Las palabras que tenemos aquí son palabras que nos hacen felices, son palabras de esperanza, de victoria. Por tanto, son palabras que podemos comprender. ¡Aleluya al Cordero que nos revela, nos muestra; abre nuestros ojos al entendimiento de la profecía para poder ser felices! Ningún libro del Nuevo Testamento se presenta a sí mismo como Escritura inspirada por Dios con la fuerza y convicción con que lo hace el Apocalipsis. Juan se encuentra desterrado en la isla de Patmos y un domingo recibe del Señor una visión: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el ultimo. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea” (Apocalipsis 1.10-11). Estructura Las cartas presentan todas una misma estructura. Empiezan invariablemente con la fórmula introductoria tan apreciada de 46


los antiguos habitantes de Asia: “Esto dice el Señor”, y que los profetas solían emplear cuando tenían un mensaje divino que anunciar al pueblo, vemos un ejemplo en el “así dice Jehová” de Jeremías 2.2. También existen cartas de la antigüedad en las que se emplea la misma fórmula, que no es de uso exclusivo bíblico, sino de toda el Asia anterior. En esta fórmula Cristo no se presenta con nombre propio, sino atribuyéndose una cualidad o una función en que se halla expresa su excelencia divina y su poder de redentor y de juez. Los títulos con que se presenta en las primeras seis cartas se encuentran sustancialmente en la visión introductoria. El cuerpo de las cartas contiene alabanzas y censuras, advertencias y exhortaciones; suele comenzar con las palabras “conozco tus obras”, para recordar que a la mirada penetrante del Señor glorificado no se oculta nada que se relacione con la situación de las iglesias. Cuando el conjunto de la vida de la iglesia marcha en orden, se tiene ante todo la alabanza y el reconocimiento y sólo en segundo lugar vienen los reproches que sean necesarios hacer. Sólo dos iglesias, Esmirna y Filadelfia, reciben únicamente elogios; Laodicea, en cambio, no recibe más que reproches. Para Sardis son más los reproches que los elogios, por eso empieza con aquellos. Las cartas terminan con una invitación, siempre igual, a escuchar el mensaje, y con una promesa para los vencedores expresada en diferentes formas simbólicas.

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Segunda parte

El mensaje a las siete iglesias

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Éfeso

Carta a Éfeso: Apocalipsis 2.1-7

Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.

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Introducción Cristo habla a una iglesia en la que los miembros se han planteado el cristianismo con seriedad, aunque debido a las presiones políticas viven en circunstancias difíciles. Nerón se ha constituido como un dios y demanda de sus conciudadanos adoración al César, obligando a la idolatría imperial. Los cristianos están en contra del culto al hombre, pues sólo Dios merece ser adorado. Así, se presenta ante ellos una disyuntiva muy difícil de acomodar. Asimismo, hay problemas internos: hay hermanos que parecen no estar satisfechos con el mensaje cristiano y acuden a otras religiones buscando otra doctrina, por lo que se han alejado del camino. Existe otro problema añadido: aquellos que se consideran fuertes y se han comprometido con el trabajo de la iglesia, empiezan a dudar. Ante este panorama, el Señor debe enviar un mensaje de atención a la iglesia de Éfeso.

Su historia Éfeso era uno de los centros de población y comercio más importantes del oriente romano y se distinguía particularmente por su religiosidad. Al igual que ocurre con muchos puertos de Asia Menor, Éfeso, que está situada en el fondo de un golfo no lejos de la desembocadura del Caistro, ha tenido que desplazarse a medida que los aluviones del río han ido rellenando el golfo. Ciudad muy antigua y de gran tradición intelectual, conserva el recuerdo del filósofo Heráclito y del célebre pintor Parrasio, ambos nacidos en Éfeso. Se encuentra en la costa occidental de Asia Menor, lo que hoy es Turquía, cerca de una población que actualmente se llama Kusadasi. Era una de las ciudades más populosas y brillantes 52


del Imperio; se cree que su población podía llegar a 250 mil personas. Era la capital de la provincia del Asia proconsular. Tenía un puerto comercial de gran importancia, el segundo después del de Alejandría. Se le llamaba “la luz de Asia Menor” (Plinio). En Éfeso vivían griegos, judíos, fenicios, persas y romanos. Sus ruinas aun hoy son impresionantes. Estaba rodeada de una muralla de doce kilómetros, que construida en época helenística aun se conservaba en el siglo I d.C. Destaca el cardo máximos o gran calle porticada de once metros de anchura, que conducía desde el teatro hasta el puerto, donde arribaba bajo un arco triunfal. El teatro tenía capacidad para veinticinco mil espectadores. En sus inmediaciones se encuentra el Ágora y al sur de ella la gran biblioteca de Celso. Detrás del teatro está la residencia del procónsul, y más lejos, hacia el sur, el mercado público. Cuando Pablo fue a residir en ella en su tercer viaje misionero, hacía tiempo que el mar se había retirado lejos de la acrópolis arcaica, que dominaba la llanura cantada por Homero. No obstante, al pie de esta acrópolis se levantaba intacto el templo de la diosa Diana (Artemisa), reconstruido en el mismo lugar que el templo arcaico que un incendio había destruido en el año 356 a.C. la misma noche del nacimiento de Alejandro Magno. El general, cuando visitó Éfeso y conoció lo que había sucedido la noche de su nacimiento, mandó reconstruir con grandiosidad el templo, el cual fue visto por el apóstol. El templo de la diosa Diana, ubicado en la ciudad, era cuatro veces mayor que el Partenón de Atenas. Este templo con una extraordinaria decoración esculpida y una elegancia de proporciones tal que merecía figurar entre las siete maravillas del mundo, estaba consagrado a la diosa Artemisa. Su fama traspasó las fronteras de Asia y los peregrinos acudían en masa de todas partes del mundo griego y del Asia Menor. Artemisa, de “múltiples senos”, diosa de la fecundidad, se la creía bajada del cielo. Tenía más de mil prostitutas sagradas. 53


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La fundación de la iglesia por parte de Pablo se produce durante su estancia, que comenzó en la primavera del año 53 d.C. y se prolongó hasta la primavera del 56 d.C. Durante ese tiempo se hospedó en la casa de Priscila y Aquila y comerciaban en el mercado público de la ciudad. Pablo desarrolló un trabajo misionero de tres años en los cuales se fundan infinidad de iglesias en la zona, Sardis, Laodicea, Filadelfia, Colosas, Hierápolis y Ninfas (Colosenses 4.12-16). La lectura de Colosenses nos aporta la clave para comprender que en Asia había más de siete iglesias en aquel tiempo, y por tanto, el siete simboliza a la iglesia universal. Tal afirmación nos viene corroborada por el hecho de que el verso siete de esta misma carta emplea el plural con referencia a la iglesia de Éfeso. Después de la destrucción de Jerusalén (70 d.C) Éfeso se convirtió en el centro del cristianismo. Vivió allí como líder del la iglesia Timoteo (1 Timoteo 1.3). La tradición nos dice que allí vivió también sus últimos días María, la madre de Jesús, y Juan, el autor de Apocalipsis. Allí murieron y allí están enterrados. Israel, uno de los autores de este libro, ha tenido la oportunidad de visitar Éfeso. Es una ciudad con ruinas impresionantes, así que hemos colocado aquí algunas fotografías para entender la importancia de la ciudad en su momento histórico. Aunque es pura especulación, la pregunta siempre me viene al mente: ¿por qué aparece la primera en las cartas? Tal vez porque Éfeso fue la comunidad cristiana más importante del momento. Desde luego sí fue una de las más influyentes y podríamos decir que cumplió el importante propósito de expandir el cristianismo hacia occidente. Allí vivió Juan el apóstol sus últimos años, Timoteo, la madre de Jesús, María, Pablo, Priscila, Aquila...

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Una vista del impresionante anfiteatro.

Al frente la biblioteca, a la derecha, la entrada a la plaza del mercado donde Priscila, Aquila y Pablo vendĂ­an las tiendas.

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Desde que se inició la persecución de Nerón, los cristianos necesitaban tener precaución, en ese clima comenzaron a desarrollar un lenguaje muy particular, mediante el cual se identificaban entre ellos y les permitía dejar su huella allí por donde pasaban, se trataba de un lenguaje de signos. Aunque hoy está en desuso, era muy apreciado en la antigüedad. En los primeros años del cristianismo la cruz no fue el símbolo que les identificaba, y cuando lo hacían se empleaba de manera disfrazada para no ser descubiertos. Aquí vemos a Israel junto a un Crismón muy sencillo compuesto por dos letras griegas superpuestas: I ( Jesús) y X (Cristo), dentro de un círculo. Éfeso está lleno de estos símbolos, se cree que los cristianos se ponían alrrededor de los mismos simulando jugar a un juego pero que en realidad era para designar los lugares de reunión clandestina.

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Arriba, una imagen de la diosa Nike, la adoraci贸n a diosas femeninas era frecuente y amplia en Asia menor. A la derecha, una nueva vista de la Biblioteca, los detalles de los esculpidos la convierten en una de las maravillas de la 茅poca.

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En una de las iglesias primivitas de Éfeso podemos observar un bautisterio para realizar los bautismos por inmersión.

A la izquierda, la entrada a la plaza del mercado, a la derecha, una panorámica de la calle que llega hasta la Biblioteca.

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Análisis textual: 1. Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: el que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Escribe. Debemos notar la gran destreza y habilidad del autor. Juan escribe sabiendo que las cartas van a ser inspeccionadas por los soldados romanos del emperador Nerón. Si escribe algo que no proceda según ellos, requisarán las cartas. De ahí que tenga que acudir al género apocalíptico con simbología de animales o imágenes incoherentes, aparentemente inocentes, pero que llevan un mensaje concreto, en clave cifrada, como diríamos hoy. Es por ello que sólo podían ser entendidas por los receptores usando las referencias que tenían ya en las escrituras del Antiguo Testamento, como hemos reflejado en la introducción. Las siete estrellas en su diestra. Juan describe a Cristo con rasgos tomados de la primera visión (1.16). De nuevo el número siete, que nos habla de algo completo. El verso 20 nos da la interpretación de las siete estrellas, son los siete ángeles de las iglesias. Algunos interpretan en esta simbología al Espíritu que mueve a las iglesias; otros, que pueden ser los pastores o ancianos de las iglesias; pero esta idea no se sostiene ni por tradición, ni por doctrina, pues las iglesias tenían ancianos, en plural, y aquí nos habla de ángel, en singular. Deberíamos darnos cuenta de que un símbolo no puede representar a otro símbolo. Además, Jesucristo mismo nos desvela el misterio y nos dice que son “los ángeles de las siete iglesias”. Otro punto a tener en cuenta es el hecho de que aceptamos la interpretación de los siete candeleros como las siete iglesias. ¿Por qué no aceptar la interpretación de las siete estrellas? En el Apocalipsis la palabra ángel es usada alrededor de 60 veces, algunas seguida de la palabra “iglesia”, siempre hablándonos de seres sobrenaturales al servicio de Dios. Por tanto, 59


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el contexto fortalece la idea de que debe tratarse de ángeles, el mismo sentido que nos presenta el libro en todos sus capítulos. Anda. Aquí, Juan añade el hecho de que Cristo se pasea entre los candeleros de oro, es decir, la Iglesia. Cristo camina y actúa en las comunidades cristianas con autoridad, pues él es la cabeza. Es una realidad para la Iglesia en toda su historia. En medio de los siete candeleros de oro. Jesús anda en medio de su pueblo, figura que nos llega a nosotros a través del Levítico (26.12). El misterio de estas figuras se nos revela en el 1.20. El espíritu de la Palabra, como la vida de la Iglesia, están bajo su control aunque muchas veces creamos lo contrario. Jesucristo conoce todos nuestros pasos, está al tanto de nuestras decisiones, de nuestras acciones, de nuestros aciertos y fallos. Es por ello que tiene autoridad para juzgarlo.

2. Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; Yo conozco tus obras. El verbo “conozco” viene expresado por la palabra griega (oída) y no por (ginosko), con significado de presente: tener sabido, estoy conociendo ahora y continuamente todo lo que haces. Expresa una ciencia absoluta, un conocimiento total, como si dijésemos coloquialmente: “te conozco de arriba a abajo”. Sin embargo, el verbo “ginosko” hace referencia a un conocimiento obtenido por la experiencia. Jesús viene a decir a la iglesia de Éfeso que la conoce perfectamente. Las obras que Cristo conoce son la conducta global de la iglesia. Entre otros se da especial relieve a dos rasgos significativos:

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Arduo trabajo. El estilo de vida de la iglesia se caracterizaba por el trabajo. Por tanto, eran conocidos por el Señor, por su dedicación a la obra. Dedicación en su lucha contra los malos y en desenmascarar a los falsos profetas, y la constancia en las tribulaciones que la iglesia debe soportar. La paciencia. O perseverancia, como en Lucas 21.19. Allí tiene sentido de tolerancia; saber administrar las fuerzas espirituales para mantenerse fieles al Señor. Cuando surge una persecución implacable, no basta la bondad, es preciso saber cómo aguantar. La paciencia es fundamental para crecer cuando hay dificultades. Cristo alaba dos veces a Éfeso por su paciencia. Además de mantenerse fiel en la doctrina, la mayoría ha sabido resistir activamente en el sufrimiento. Nada les ha hecho ir hacia atrás. No puedes. Los falsos maestros se han infiltrado en la comunidad. Las cartas a Timoteo hablan de falsas doctrinas (1 Timoteo 4.3-40). Ignacio de Antioquía, a finales del siglo I, alaba a la iglesia de Éfeso por haber cerrado los oídos a los falsos maestros. Soportar. Rechazo a los que producen el mal, a los que son malos para con Dios y con sus hermanos; así como el rechazo a los falsos apóstoles. Has probado. Éfeso ha tenido fuerza para soportar la persecución y luz para discernir a los verdaderos de los falsos profetas. Has hallado. ¿Cómo se las arreglarían para discernir lo verdadero de lo falso? La Didaché (enseñanza con instrucciones para las comunidades cristianas que citan algunos padres apostólicos) nos da el si61


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guiente criterio: “si quieres saber si uno es autentico cristiano, compara su vida con la de Cristo”. ¿Cómo está nuestra vida? ¿Podríamos hacer esta comparación sin asustarnos? La verdad es que resulta díficil pero es una tarea a lo que todos somos llamados.

3. y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Has sufrido. Detrás de este verbo descubrimos la situación angustiosa por la que tuvo que pasar la iglesia de Éfeso, pero aguantaron cristianamente y salieron victoriosos. No has desmayado. El Señor reconoce que la iglesia de Éfeso no tolera a los malvados, es decir, que corrige a los miembros indignos y ve en ellos motivos de alabanza; reconoce, además, que se halla informada de los predicadores ambulantes de doctrinas heréticas de la época que solían presentarse como apóstoles, es decir, como enviados y heraldos del Evangelio. A veces nuestra iglesia de hoy necesita esa determinación para corregir las falsas doctrinas que se predican. Ya Pablo ponía en guardia a los ancianos de Éfeso en Hechos 20 contra los herejes que saldrían de en medio de ellos. Años después, Ignacio de Antioquía elogia a los efesios por haber cerrado los oídos a los falsos maestros.

4. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Tengo contra ti. Lo secundario puede tolerarse, pero es necesario tener lo fundamental. Por eso, el ángel del Señor. El Señor mismo recrimina a la iglesia de Éfeso, por haber olvidado algo tan fundamental como el primer amor. 62


Has dejado. La iglesia de Éfeso debe recibir un severo reproche por haber decaído de su amor primitivo. Estamos hablando del amor profundo, incondicional y generoso a Cristo y a los hermanos en la fe, que en los primeros tiempos llegó a destacarla de otras comunidades cristianas. Se ha comprobado un enfriamiento en el amor fraternal que es la característica del cristiano. Este enfriamiento en el amor es lo que amenaza a la iglesia de Éfeso. Se ha perdido el primer amor; la comunidad no da el mismo testimonio de amor recíproco que daba años atrás. El mandamiento del Señor, Juan 15.12; 2 Juan verso 5, es muy claro. Los efesios tenían celo por la sana doctrina, pero habían olvidado el amor al hermano. La ortodoxia y el servicio no son suficientes. La gente sabrá que somos de Jesús, no por la doctrina, sino por el amor (Juan 13.35). Cristo quiere el corazón de los creyentes.

5. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Recuerda. “Recordad los días en los que el amor era vuestro sello”. A veces los recuerdos pueden ser motivo de reflexión y cambio. Dios continuamente nos llama a hacer una parada y ver nuestro caminar con él a lo largo del tiempo. Has caído. Es una acuciante invitación a pararse, a hacer un STOP en la vida, a mirar lo que les ha sucedido y a volver a lo que eran antes. Arrepiéntete. El término “arrepiéntete” es una palabra clave en el Apocalipsis. De las doce veces que aparece, ocho están en estas cartas. 63


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Arrepentirse es cambiar de opinión. Cambiar de forma de pensar es cambiar de vida. Volver a los primeros frutos de la vida cristiana. El arrepentimiento es una acción. La iglesia hoy necesita un cambio, un arrepentimiento sincero. Vendré. Con la idea de manifestarse en juicio o salvación. No está hablando de su presencia física; ésta viene determinada, como ya vimos en la introducción, por la palabra parusía (presencia). El espíritu de Cristo está en la Iglesia, pero puede dejar de estar.

6. Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. Aborreces. Jesús detesta las “obras”, no a las personas. Estos “nicolaítas” eran gnósticos sincretistas, es decir, los que decían que no bastaba Jesucristo. Nicolaítas. Nicolás es un nombre compuesto por la palabra griega “nikao” (conquistar) y “laos” (gente): Conquistador de gentes. Nicolás era prosélito de Antioquía. Form ó parte de los siete diáconos elegidos en Hechos 6. Más tarde se separó de la Iglesia y fundó una secta gnóstica, proclamando el abandono total del cuerpo a todos los vicios. Querían ser cristianos y, al mismo tiempo, admitir otras religiones con mensaje no cristiano. Eran espirituales y carnales a la vez. “Lo que cuenta es el espíritu” –decían–; lo del cuerpo y lo que le pueda pasar a éste no nos atañe. Con frecuencia repetimos esta misma equivocación, pensamos que cumplir con una serie de requisitos ya nos hace espirituales. Sin embargo nuestros hechos nos delatan, pues no se corresponden con la voluntad de Dios. El cambio que Dios nos pide no afecta únicamente a nuestra vida espiritual, sino que es un cambio integral que transforma mente, valores y hechos. 64


Aborrezco. Concluye con un elogio, motivado esta vez por la actitud de rechazo que ha mantenido hacia los nicolaítas.

7. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios. El que tiene oído. Es una invitación formal a tomar en serio las exhortaciones y advertencias del libro. Dirigida a todos los lectores del Apocalipsis, muestra claramente que el escrito tiene por destinatario a la Iglesia universal (“las iglesias”) como hemos indicado en la introducción; lo que dice a una comunidad merece que todas lo escuchen y lo pongan en práctica. Oiga. No sabemos si eran pocos los que sabían leer, pero todos podían oír. Las cartas se comunicaban públicamente en las asambleas. El Espíritu se dirige personalmente a cada uno, para que escuche lo que él dice a todas las iglesias. Al que venciere. El verbo “vencer” aparece ocho veces en las cartas. Escrito en un momento de severa persecución, la gran tarea del cristiano es salir vencedor en las dificultades. La vida cristiana es una lucha diaria en la que también los débiles pueden vencer. El creyente está llamado a vencer personalmente, a pesar de sus debilidades y las debilidades de la comunidad. Del árbol de la vida. En Éfeso existía un árbol sagrado, de Artemisa. Sin embargo, y en contraste con aquel, el Señor nos habla del árbol de la vida. El cristiano podrá alimentarse del árbol de la vida, entrar en intimidad con Dios y participar ya de la plenitud de la vida eterna. 65


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Paraíso de Dios. La inmortalidad perdida en el Edén (Génesis 2.9) pues el pecado privó al hombre/mujer de la posibilidad de comer del árbol de la vida, que le habría preservado de la muerte; mas por medio de Cristo se le abre de nuevo la entrada al paraíso escatológico (Apocalipsis 22.2). Teniendo, entonces, la comunión perfecta con Dios y la relación personal con Jesucristo.

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Esperanza para la iglesia de hoy:

Éfeso La iglesia de Éfeso se caracterizaba por su fidelidad al mensaje del Evangelio. La doctrina era seguida con esfuerzo, rechazando toda idea que no provenía de Dios, sino de los hombres. Muchas iglesias hoy, muchos creyentes tienen esa fidelidad, muchos de nosotros somos fieles a esa Palabra de Dios, a ese mensaje. El problema de fondo de Éfeso creo que es común a cada uno de los creyentes: perdemos el sentido de fidelidad al Señor con el paso del tiempo. Pensamos que la fidelidad a Dios consiste en cumplir una serie de requisitos como ir el domingo al culto, asistir a algunas actividades de estudio y oración y llevar más o menos una vida de integridad moral, cuando somos capaces de hacerlo. Defendemos con ardor y con celo nuestra doctrina y nos olvidamos de lo fundamental: amar a mis hermanos y amar a Dios por encima de todo. No sé por qué hemos llegado a este punto. Puede ser que el valor de la fidelidad esté tan menospreciado que no sabemos qué significa. Hay varios aspectos que tienen que ver con la fidelidad y, usando el ejemplo gráfico del matrimonio, tal vez podamos entenderlo mejor. Por un lado, la fidelidad tiene un sentido relacionado con la renuncia y el compromiso. Cuando yo me caso con mi mujer decido renunciar al resto de mujeres y decido, sobre todo, renunciar a mis propios placeres. Ahora lo que procuro es darle a mi esposa toda la seguridad, cuidado, apoyo, placer y consuelo que necesite, aunque implique una renuncia a mis propios deseos. Toda renuncia tiene que ver con un compromiso adquirido que sellamos el día que nos hicimos nuestras promesas delante de Dios. Lo que ocurre es que este sentido de renuncia no está bien visto hoy lo vemos con un 67


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sentido negativo, pensamos que renunciar es perder parte de lo que tenemos, pensamos que la renuncia es perder parte de nuestros “derechos”. Sin embargo, olvidamos que la fidelidad tiene también un sentido positivo relacionado con abrir caminos para que el otro me ame. La fidelidad no tiene que ver únicamente con nuestro sentido de adoración a Dios; nuestra fidelidad se demuestra en el amor hacia aquellos que son mis hermanos. Si vemos pasajes como los de 1 Juan 2 podemos hacernos una idea concreta de lo que Dios nos pide. La Iglesia demuestra su fidelidad a Dios no solamente dándole una buena adoración, que es mucho más que cantar unas canciones cada domingo o dedicar un tiempo devocional cada día, se demuestra en nuestra práctica diaria de amor hacia el prójimo y de un amor especial hacia mis hermanos en la fe. ¿Cómo podemos vivir y ser Iglesia si sólo nos vemos cinco minutos tras acabar el culto dominical? ¿Cómo podemos ser fieles a Dios si no compartimos su mensaje con nuestros amigos, vecinos y familiares? La carta a Éfeso nos habla del amor que se demuestra con el esfuerzo y la lucha contra las dificultades. Nos habla de la necesidad de guardar la doctrina (lo cual hacían bien) pero sin abandonarse, sin descuidarse, sin dejar de estar enamorados de Jesús; un amor que se demuestra amándonos unos a otros. Con frecuencia en nuestro matrimonio nos ocurre lo mismo que en nuestra relación con Dios, hemos perdido la capacidad de abrir esos caminos para que el otro nos ame. Ya no nos cuidamos tanto como al principio, ya no pensamos tanto en cómo debería vernos nuestra pareja, ya no nos ponemos colonia para estar perfumados. A veces nos presentamos delante de Dios con todo nuestro pecado olvidando ese principio. Nuestra resistencia a la dificultad se ha vuelto pequeña porque amamos más a otros “dioses” como son el bienestar, la comodidad, los bienes materiales, etc. Hemos perdido nuestra fidelidad. 68


Así que Jesús nos invita al único camino que nos queda, que no es otro que el arrepentimiento sincero y volver a tomar el celo de las primeras obras. ¿Cúales son esas primeras obras? ¿Recuerdas cuando comenzabas tu relación con Jesús? ¿Acaso no teníamos un deseo ferviente de estar con los hermanos? ¿De compartir todo aquello que nos sucedía y de hablar a otros del gran tesoro de la salvación que habíamos encontrado? Ésa es la misión de la Iglesia hoy: vivir nuestra fe junto con otros creyentes y compartirla con las almas perdidas. La lucha tenaz contra las dificultades no sólo se realiza procurando guardar la verdad de la doctrina, manteniéndonos fieles a su pureza, sino que también se sustenta en el amor. Un amor que está impulsado porque sentimos en lo más profundo de cada uno de nosotros que somos vencedores. La victoria sobre la muerte por medio de Jesús. Tenemos que saber resistir de forma activa en todo momento. Debemos estar alertas, manteniendo el primer amor, ir hacia atrás es nuestro peligro. Qué esperanza tenemos hoy si nuestra iglesia, si nosotros como creyentes, hemos perdido ese celo por las primeras obras, por el amor genuino hacia los demás y el deseo de compartir el Evangelio. La esperanza es que Dios nos ofrece la oportunidad de arrepentirnos y volver a empezar. Dios es un Dios que desea que su pueblo sea vencedor, pues Cristo venció. Es una esperanza futura de que estaremos en su presencia, pero también es una esperanza presente que podemos saborear aquí en la tierra. La inmortalidad perdida por el pecado fue recuperada por la obra de Cristo. Hoy podemos afirmar gozosos que es posible entrar en intimidad con Dios y participar ya de la plenitud de la vida eterna. ¡Qué grande privilegio del cual muchas veces no somos conscientes! Todos tenemos la sensación profunda de que este mundo está seriamente fuera de control, de que nuestra sociedad está en crisis. Algo dentro de nosotros nos dice que las cosas no te69


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nían que haber sido así. Es curioso observar que el Apocalipsis hace un cierre sobre lo que ocurrió en el Génesis, en el origen. Habíamos perdido la inmortalidad a causa de nuestro pecado y el dolor comenzaría a formar parte de nuestra vivencia. En ese relato de los orígenes nos habla de cómo Dios había creado todo lo que vemos, incluido al ser humano, y nos da algunos detalles sobre ello. Al ser humano le da una tarea significativa haciéndole partícipe de la misma creación. Dice Dios que colocó al hombre en medio de un lugar llamado “paraíso” y que en ese jardin había un árbol. Cuando nos acercamos al Apocalipsis vemos que la figura de ese árbol vuelve aparecer en diferentes pasajes. Como hemos indicado antes, tiene un sentido escatológico, es decir, que aparece en esa nueva tierra y nuevos cielos que Dios presenta al final. Pero no podemos perder de vista que Jesús ya hizo la obra. El mensaje de Jesús viene para enseñarnos a vivir en la realidad de Dios hoy, aquí y ahora. Ahora podemos disfrutar de ese “paraíso”. Como dice Rob Bell en uno de sus famosos vídeos: “Vivimos en medio de los árboles, en un mundo empapado de Dios. Pensamos, muchas veces, en medio del sufrimiento: ¿Dónde está Dios? Cuando nuestra pregunta debería ser: ¿Dónde no está Dios?’’. Otro de los mensajes de esperanza que nos ofrece la carta a Éfeso para la Iglesia es que hoy es posible vivir la realidad de Dios tal y como él quería que la viviéramos. Es nuestra decisión, como ocurrió en el Génesis, tenemos la libertad de escoger. La pregunta entonces es: ¿Qué elegimos?

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Para el estudio personal y en grupos pequeños Éfeso ¿Cómo esta tu iglesia local? ¿Está tu iglesia local atravesando los mismos problemas que la iglesia en Éfeso? ¿Qué puntos puedes ver en la iglesia en Éfeso que afectan a mi vida de iglesia? ¿En qué debemos ser tolerantes hoy? ¿Qué criterios de discernimiento poseemos hoy para saber discernir entre lo verdadero y lo falso? ¿Quiénes son los que relativizan la doctrina de Cristo y van en pos de otras religiones? ¿Estoy mejor o peor que el año pasado en mi vida espiritual? En relación al amor fraternal, cada día que pasa, ¿siento que amo más a mis hermanos/as? ¿Cómo vivo mi vida de testimonio cristiano? ¿Vivo con entusiasmo la vida cristiana?

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Esmirna

Carta a Esmirna: Apocalipsis 2.8-11 Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.

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El mensaje de las siete iglesias del Apocalipsis para la Iglesia de hoy

Introducción La carta a la iglesia de Esmirna es la más breve de todas las cartas. Esmirna es una comunidad cristiana en pleno apogeo. Económicamente es pobre y vive en una ciudad muy rica. La carta sólo contiene elogios. Sufren persecución y desprecios por parte de los judíos. La iglesia sufre las calumnias con entereza, sin presiones, sabiendo resistir. Van a sufrir pruebas muy fuertes, pero saldrán vencedores. El cristiano fiel tiene la victoria segura.

Su historia La ciudad de Esmirna se halla al norte de Éfeso. con ésta y con Pérgamo se disputaba el título de primera ciudad de Asia. Después de abandonar deliberadamente el emplazamiento de la ciudad arcaica destruida en el siglo VI a.C., Antígono, uno de los sucesores de Alejandro, hizo construir a principios de la época helenística una nueva ciudad al pie de la colina de Pago. Su situación incomparable, la bella disposición de su diseño y la elegancia de sus columnas hacían de Esmirna, según la opinión del antiguo geógrafo Estrabón, una de las ciudades más hermosas del Asia romana. Es la única ciudad que ha permanecido en pie hasta nuestros días. Tenía y tiene, aún hoy, una excelente biblioteca y un magnífico puerto. Era famosa por sus juegos, por lo que poseía un extraordinario estadio olímpico, así como un teatro público. Las monedas de uso diario tenían la siguiente inscripción: “La primera ciudad de Asia en belleza y grandeza” Pero la ciudad tenía dos características que la hacían complicada para el desarrollo del cristianismo. Por una parte, fue la primera en levantar un templo a la diosa Roma y, desde el año 74


23 d.C., tenía un templo dedicado al emperador Tiberio, por lo que se la denominaba con el título de νεωκόpοϛ, guardiana del templo (como en Hechos 19.35). Se adoraba a Isis, diosa de la fertilidad y de la maternidad, y a Cibeles (la gran madre de los dioses), que aparece en las monedas con su corona y la proa de la nave. En segundo lugar, los judíos formaban una gran colonia que ofrecía gran influencia sobre los gobernantes a quienes informaban de las actividades de los creyentes.

Esmirna en la actualidad. Tiene el segundo puerto más importante de Turquía.

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Análisis textual: 8. Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: El primero y el postrero. A Cristo se le presenta como “el primero y el último”. Este título aparece tres veces en el Apocalipsis (1.17; 2.8; 22.13) y en los tres textos se designa a Cristo, expresión que en el Antiguo Testamento se atribuía exclusivamente a Jehová (Isaías 44.6; 48.12). Si hay un primero es él, y si hay un último, es él. Él controla la historia desde el principio hasta el final. Estuvo muerto. Jesús da un mensaje de esperanza a la pobre y humilde iglesia de Esmirna, difamada y perseguida. Se presenta como el que tiene plenos poderes en el cielo y en la tierra. Con su muerte sucumbió aparentemente, pero en la resurrección triunfó para siempre. Vivió. El Mensajero es uno que ha vencido a la muerte. La iglesia necesita seguridad y confianza; así como él resucitó, así también sus mártires triunfarán sobre la muerte.

9. Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. Yo conozco. Cristo lo sabe todo, del griego (oída) (ver explicación en la carta a Éfeso, Ap. 2.2), y por ello conoce el estado de angustia y de pobreza en el que se encuentra la iglesia de Esmirna. Tribulación. Presiones sociales. La iglesia ha soportado una persecución que le ha traído como consecuencia una pobreza material 76


importante debido, entre otras cosas, a los procesos judiciales de los que salía perdedora y también a los saqueos por parte de los paganos y judíos. Hoy las presiones sociales son de otro tipo, pero igualmente traen pobreza a nuestra iglesia, no tanto en lo material, sino en la mediocridad que se instaura entre las personas que la conformamos. Pobreza. Esmirna sufre su pobreza con una actitud positiva muy cristiana. “El despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo...” pero eres rico “sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos” (Hebreos 10.34). Blasfemia. En relación a los judíos que se infiltraban en las reuniones de los creyentes y después los traicionaban ante el gobernador. Los judíos y los cristianos, en un ambiente hostil y pagano, debían haberse unido más unos y otros, haciéndose fuertes para caminar juntos, pero los judíos optaron por otro camino: el de la calumnia. Sinagoga de Satanás. Los judíos juraban contra Cristo, como sucedió en tiempos de Pablo (Hechos 13.45). Las calumnias van contra el Señor, por eso provienen de la “sinagoga de Satanás”. Según Cristo, estos judíos no son auténticos, y han pasado al campo del enemigo. Los judíos se autoproclamaban “sinagoga de Dios”, pero aquí Dios les da el nombre de “sinagoga de Satanás”.

10. No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. No temas en nada. Las pruebas traen miedo e incertidumbre. El sufrimiento es ley de vida en nuestra espiritualidad. 77


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El diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel. Tendrán un gran acoso político; algunos serán encarcelados y esto constituirá una prueba para toda la iglesia. Aunque Satanás cribe a los cristianos, la duración de la prueba tiene sus límites, puestos por Dios. Diez días. La prueba durará diez días. El diez nos sugiere algo completo pero a la vez de tiempo limitado. Ver el contexto en Génesis 24.55 “Espere la doncella con nosotros a lo menos diez días”, también en Daniel 1.12, 14 “y probó con ellos diez días”. Las pruebas y las tribulaciones vendrán pero “las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera” (Romanos 8.18). Sé fiel hasta la muerte. No sólo hasta que te llegue la muerte, sino sé fiel aún si esto te causa la muerte. Todas estas tribulaciones harán de la iglesia de Esmirna una iglesia ejemplar, firme y fuerte. La corona de la vida. En oposición a la corona de laurel que recibían los ganadores en los juegos olímpicos y que con el tiempo se marchitaba, Cristo promete una que no se marchita, la corona de victoria de los fieles en Cristo. Es la victoria de la resurrección para todos los creyentes (como en Santiago 1.12).

11. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte. Oiga. Fiel como Esmirna, o menos fiel como Éfeso, todos son invitados a escuchar lo que el Espíritu Santo dice a cada iglesia.

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Venciere. Cristo es el vencedor, y unidos a Cristo somos vencedores. Cristo es el vencedor no sólo de la primera muerte (la muerte corporal), sino también de la muerte segunda (muerte espiritual); las dos muertes se diferencia mucho entre sí. Los cristianos no podrán escapar a la primera muerte, pero sí a la segunda, es decir, a la reprobación por parte del Señor. La segunda muerte. No sufrirá el destierro de la presencia de Dios por toda la eternidad. La historia nos habla de la fidelidad de Policarpo, obispo de Esmirna, hacia el 156 d.C.. Le obligaron a manifestar públicamente que César era dios, o de lo contrario moriría consumido por el fuego de la hoguera, a lo que Policarpo respondió: “Ochenta y seis años he servido a Cristo y nunca me ha defraudado el Señor. ¿Cómo puedo ahora blasfemar el nombre de mi Rey y Salvador? No tengo miedo al fuego, éste sólo arderá por un tiempo, pero yo estaré con mi Señor para siempre”.

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Esperanza para la iglesia de hoy:

Esmirna El sufrimiento es ley de vida en nuestra espiritualidad. Vivimos en una sociedad posmoderna que aunque no sepamos definirla, todos somos partícipes de ella. Si hay algo que caracteriza a nuestra sociedad occidental es el hedonismo, ese estilo de vida caracterizado por una búsqueda constante del placer y una huída de todo lo que pueda producir dolor, sufrimiento o incomodidad. Todo el mundo busca el placer y escapar del dolor, dando valor y convirtiendo casi en dioses a las personas o cosas según el placer que nos otorgan. Aquello que no produce placer es desechado o nos volvemos indiferentes a ello. Nuestra perspectiva del sufrimiento es que es un enemigo que debemos odiar, despreciar, en definitiva, expulsar de nuestra vida. Porque cuando el dolor y el sufrimiento aparecen en la vida, la felicidad se quiebra, y surge la desesperación. Como Iglesia hemos perdido nuestra capacidad de lucha. Al igual que este mundo que quiere olvidar el dolor, nos hemos vuelto débiles, siendo incapaces de ver cualquier aspecto positivo en el sufrimiento. Nuestra huída es una huída sin victoria. Es una huída puesta en nuestras propias fuerzas, una fe depositada en la medicina, la ciencia, en los parches del cuidado paliativo. Nuestro dolor no es sólo físico; sobre todo es emocional, y en muchos casos, hasta espiritual. Nuestra pobreza se refleja en la consecuencia más nefasta del pecado, que es que el dolor y el sufrimiento son una realidad de la experiencia humana que no podemos evitar. Esto choca frontalmente cada día con la idea hedonista de nuestra sociedad. 80


La buena noticia, la esperanza que Jesús nos ofrece a través del mensaje de Esmirna, es que la realidad del dolor y el sufrimiento no es eterna. Podemos huir del dolor o ignorarlo; tal vez durante un tiempo logremos tener éxito, pero siempre volverá, estará presente. Nuestra ilusión será quebrada; sin embargo, cuando nuestros ojos están puestos en la corona de la vida prometida, el sufrimiento cobra sentido. Somos conscientes de la necesidad de dependencia que tenemos de ser rescatados por nuestro Dios, de restaurar esa relación perdida, de ser curados por el mismo Creador. La Biblia está repleta de ejemplos de seguidores fieles de Dios que sufrieron. No encontramos, para ser sinceros, una explicación que satisfaga nuestro entendimiento del dolor, pero sí encontramos esperanza, sabiendo que no es algo que durará para siempre. Si sufrimos, también reinaremos con él (2 Timoteo 2.12). Un signo característico de la verdadera Iglesia es su persecución. Siempre tendremos personas entre nosotros que nos calumniarán, personas que muchas veces se infiltran en la propia Iglesia. Siempre habrá alguien que nos haga daño, siempre el dolor estará presente. La Iglesia es perseguida hoy en muchos sitios de la tierra. Sin embargo, sabemos que no es eterno, que reinaremos junto con nuestro Señor. Podemos decir a viva voz: “No temas en nada lo que vas a padecer” Otra aplicación práctica de la carta a Esmirna para la iglesia de hoy es la necesidad imperante de volvernos ricos en la pobreza. Sin embargo, esto choca con la realidad de la iglesia occidental, pensando en sus grandes locales, en su búsqueda de derechos tan politizados y en su riqueza material que les convierte en creyentes débiles ante el sufrimiento. Es curioso observar cómo el cristianismo, en las últimas décadas, crece en los países más pobres; por el contrario el laicismo se impone en los países ricos. El ejemplo de los creyentes del tercer mundo es la vergüenza de las naciones “desarrolladas” o ricas. Una riqueza en parte impulsada por los valores del cristianis81


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mo hace siglos, pero que no sirve para mejorar nuestra relación con Dios hoy. La herencia material que hemos recibido nos ha apartado del propósito de Dios; nuestra relación con Jesús tiene un muro de separación provocado por el interés material, político, el hedonismo, la comodidad, la búsqueda de ese placer antes descrito. Ser ricos en la pobreza es nuestra esperanza para seguir siendo Iglesia. La prioridad de la iglesia hoy será buscar esos tesoros espirituales que seguirán con nosotros por la eternidad, porque todos venimos al mundo sin nada y sin nada nos iremos. Cuando nuestra prioridad está puesta en la relación con Jesús lo demás carece de valor, no hay comparación. No podemos seguir discutiendo sobre el color de las flores del púlpito mientras las almas se pierden. Hoy hay nuevas cárceles para los creyentes occidentales, la cárcel del silencio y la indiferencia, la prueba que hace que nos callemos ante la injusticia y el pecado. Nuestras conciencias parecen haber sido encarceladas. Hoy callamos para no perder nuestra comodidad, para no sufrir, para no ser perseguidos, a veces simplemente por no pasar vergüenza o perder nuestro “honorable” estatus ante los demás. Aunque, sabemos que la tribulación será breve, porque hay muchos cristianos que tienen puesta su prioridad en ser fieles hasta la muerte. Existe una persecución física a la Iglesia en muchos países, pero también hay una prueba grande para la iglesia en nuestra sociedad occidental. Es el reto de no diluir nuestro mensaje, de ser fieles hasta la muerte, de seguir mirando hacia arriba olvidando lo que está abajo. Nuestra esperanza hoy es que el dolor no es eterno, que la fidelidad a Dios ya ha sido premiada con la corona de la vida. Ahora queda nuestra decisión: ¿Seguiremos callados en nuestra celda? ¿Seguiremos luchando contra el dolor con nuestras propias fuerzas? ¿Queremos comodidad o sufrimiento? O por el contrario, nos mostraremos victoriosos y gozosos, descansando en la plena seguridad de que la muerte ya no tiene potestad sobre nosotros. Cristo venció a la muerte, por eso, como Iglesia, podemos repetir las palabras de Pablo: “Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganacia”. 82


Para el estudio personal y en grupos pequeños Esmirna ¿Crees que Dios cuida de los pobres? ¿Tienes miedo de las pruebas? ¿Estás convencido de que Dios cuidará de ti? ¿Qué piensas de la consigna “sé fiel hasta la muerte”? ¿Qué piensas de la riqueza de la pobreza? Leer Santiago 2.5. ¿Cómo podemos afrontar las calumnias de la gente? Teniendo en cuenta el mensaje a Esmirna, ¿qué necesita nuestra iglesia para ser rica? ¿Cómo afrontas el sufrimiento en tu vida? ¿Es la oración eficaz en tiempos de crisis? ¿De qué experiencia personal has salido victorioso/a?

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Pérgamo

Carta a Pérgamo: Apocalipsis 2.12-17 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto: Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.

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Introducción La comunidad cristiana de Pérgamo es una comunidad formada por gente buena que quiere ser sincera con Dios y que, además, se siente fuerte en las adversidades. Pero… descuida un punto: la autenticidad de la doctrina según la Palabra de Dios; no presta mucha atención a ello, admitiendo en su seno cualquier tipo de creencia. Cristo se presenta a esta iglesia en actitud seria, porque están pasando cosas que no se deben tolerar. Le reprocha el no haberse preocupado del mal que le aqueja. ¡Hay que desarmar a los que quieren adulterar la verdad! Esto es urgente e importante. Hay que confrontar el pecado desde el amor más sincero y genuino, pero no podemos vivir un evangelio mediocre donde lo único que encontramos en nuestra comunidad es amor. El amor se puede encontrar en muchos sitios. Aunque vimos, por medio de la carta a Éfeso, que ése será el signo distintivo del cristiano, no podemos olvidar cuál es la razón de ser de la Iglesia, que no es otra que reflejar la gloria de Dios aquí en la tierra como embajadores suyos.

Su historia Se encuentra a 70 km al norte de Esmirna. Es una de las ciudades más importantes del mundo antiguo desde el punto de vista religioso. Espléndidos templos coronaban la ciudadela, que alcanzaba la altura de trescientos metros. Entre los años 180-160 a.C. el rey Eumenes II había construido el imponente altar a Zeus, en mármol blanquísimo y adornado con el célebre friso de la derrota de los gigantes, que ahora se conserva en el museo de Berlín, en Alemania. Eumenes II también quiso establecer en Pérgamo una biblioteca para superar a la biblioteca de su rival Ptolomeo en Alejandría. Más tarde, el emperador Antonio ofreció esta fabulosa biblioteca a Cleopatra de Egipto. En el año 29 a.C. la asamblea de la provincia hizo erigir en la parte más alta de la ciudad un templo dedicado a Augusto y a Roma, inaugurando así el culto imperial en Asia Menor. 86


Fue la capital de Asia hasta el año 130 d.C. (Ramsey). Plinio la nombra como “la más distinguida ciudad de Asia”. Su importancia era tal que el Imperio Romano había establecido que todas las funciones del gobierno en Asia tuvieran lugar en ésta ciudad. Asimismo se consideraba a la cuidad como centro cultural de Asia; su biblioteca con más de 200 mil volúmenes sólo era superada por la de Alejandría. Se dice también que fue aquí donde se principió a escribir en pergamino, tomando el nombre de la ciudad. Se dieron cita en Pérgamo la cultura y la religión, la justicia y la medicina. Tenía un anfiteatro de 60 mil localidades y numerosos lugares de culto y de peregrinación. Pérgamo tenía que ser más que las demás ciudades, construyendo templos, columnatas, bibliotecas y era universalmente conocida por la talla imponente y el número de sus santuarios. Se podía admirar el templo de Atenea, diosa de la sabiduría, el templo de Baco, dios de las festividades, y sobre todo, el templo de Esculapio, el dios serpiente de la salud, que hizo de Pérgamo el lugar de encuentro de muchos peregrinos que iban en busca de la curación.

Arriba, una muestra del altar de Pérgamo en el museo de Berlín, en Alemania. A la derecha, un detalle del mismo.

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Análisis textual: 12. Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto: La espada aguda de dos filos. En esta carta encontramos la más sencilla descripción de Cristo de todas las cartas, con un solo elemento: “la espada aguda de dos filos”, que era un símbolo de la justicia romana y de su poder. Jesús se presenta en actitud seria y exigente. La expresión “espada aguda” está tomada de 1.16 y aparece ya en Isaías 49.2. En Hebreos 4.12 se nos dice que “la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos”, siendo la espada símbolo de la autoridad del Señor como juez. En Apocalipsis 19.15 se dice que “de la boca de Jesús sale una espada aguda para herir con ella a los paganos”. Tal vez Jesús lleve este título aquí en la carta a Pérgamo porque el procónsul romano de la provincia residía en esta ciudad y el símbolo de su poder sobre toda la Asia proconsular era la espada.

13. Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas, mi testigo fiel, fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. Donde está el trono de Satanás. Esta frase nos sugiere la corrupción que imperaba en la ciudad. Sus habitantes, siguiendo sus deseos paganos, se dedicaron a la lujuria y a toda clase de vicios, así como a la idolatría. Se dice que era la ciudad con más ídolos de Asia. Muchos comentaristas ven aquí una alusión al templo de Augusto, porque una de las causas principales de las persecuciones desatada contra los cristianos en Asia Menor habría sido precisamente su resistencia a aceptar el culto al emperador. 88


La iglesia vive en un lugar peligroso y el Señor sabe cuán difícil es ser auténtico en tales circunstancias. No fue tarea fácil ser cristiano en semejante ambiente. Así y todo, Cristo los anima. Pero retienes mi nombre. Significa que la iglesia no había renunciado a la persona de Jesús, a pesar de estar bajo la presión de la idolatría. Para ellos Jesús sigue siendo su Señor y Maestro. La fidelidad al nombre de Jesús era todo un desafío al culto del emperador. No has negado mi fe. Los cristianos de Pérgamo nunca se echaron atrás, ni siquiera en los momentos extremadamente difíciles. Los que disfrutamos el cristianismo en países democráticos donde se nos concede todo tipo de libertades para el testimonio cristiano no podemos entender lo que ocurre en Pérgamo; como no podemos entender lo que ocurre con nuestros hermanos en países donde no gozan de libertad. Antipas. La única vez que aparece este nombre en el Nuevo Testamento. No sabemos nada de él, si era viejo o joven, rico o pobre... lo único que se ha encontrado ha sido una inscripción del siglo III donde aparece este nombre y Tertuliano, que también lo menciona en sus escritos. Pero una cosa sabemos segura, y es que llegado el momento de las pruebas, se mantuvo firme en el Señor, y escribió su testimonio con sangre. Con este hecho real acaecido, Juan nos pone sobre aviso de uno de sus constantes mensajes: no puede haber acuerdo posible entre un Estado político y un cristianismo auténtico. Sin embargo, hoy la Iglesia se preocupa demasiadas veces de alcanzar “derechos” del Estado. No decimos que no haya que luchar por la libertad de expresión, sino que la prioridad debe estar puesta en seguir con fidelidad el mensaje de Jesús; si nuestros acuerdos con el Estado suponen silenciar nuestro mensaje, nos hemos equivocado de camino. El seguimiento a Jesús implica asumir los valores contenidos en su 89


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revelación, la Palabra de Dios en general, y suelen estar en oposición a los valores que promulga cualquier estado político.

14. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. Tienes. La iglesia no puede aceptar que vengan personas de fuera con enseñanzas contrarias a la doctrina de Cristo. Todavía menos puede tolerar que esas falsas enseñanzas se den y se permitan dentro de la iglesia. Poner tropiezo, promover la idolatría y cometer fornicación, (de la raíz de la palabra griega viene pornografía) era el hábito de algunos creyentes en Pérgamo. La iglesia no debía tolerar tales desmanes (1 Corintios 6.1-6). Retienen. Cuando hoy toleramos cualquier error en la iglesia, cuando aceptamos a personas que ponen tropiezo a los hermanos o aplaudimos el pecado de alguno, el Señor está en contra de la iglesia. Nuestro trabajo debe ir encaminado a preservar la pureza de la Iglesia en doctrina y práctica. No basta con ser fiel hacia fuera, hay que serlo también hacia dentro y no claudicar. Balaam. Leer el contexto de Números 25.1-3; 31.16 y 2 Pedro 2.15. Quería inducir a los israelitas, a través de Balac, a mezclarse con otros pueblos, sobre todo en sus ritos religiosos consistentes en comer carne en grandes fiestas dedicadas a los ídolos y después seguir la fiesta cometiendo actos impíos en orgías sexuales. La comida y bebida ante el ídolo era el preámbulo a la fornicación.

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15. Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. La doctrina de los nicolaítas ha sido comentada en el 2.6. Como en la iglesia de Éfeso, también en Pérgamo hay algunos nicolaítas. En la carta, el término “nicolaítas” viene asociado al término “Balaam”. Pérgamo no tiene el mismo comportamiento con los nicolaítas que tienen los cristianos de Éfeso. En Éfeso detestan su manera de proceder y son felicitados por el Señor; en Pérgamo, no los detestan, antes bien, son condescendientes con ellos; por lo tanto, existe un serio peligro interno. Pablo nos dirá: “No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios” (1ª Corintios 10.21).

16. Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. Arrepiéntete. Literalmente “cambiar de mente”. Un cambio en nuestros pensamientos nos llevará a un cambio de vida. Cristo exige un cambio radical en esa postura intransigente. La iglesia de Pérgamo, en su totalidad, está llamada a tomar conciencia de esa realidad y a arrepentirse de su condescendencia. Vendré a ti pronto. Literalmente “estoy viniendo a ti de inmediato”. Recordemos estas dos palabras que se repiten: “Venir” y “pronto”, de inmediato. Debía tratarse de gente entregada a especulaciones judío-gnósticas, como aquellas que ya Pablo había tenido que combatir en las cartas a los Colosenses y a los Efesios. Cristo exige a la iglesia que no tolere por más tiempo ese desorden; de lo contrario, vendrá pronto en persona, con la fuerza irresistible de 91


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la palabra de Dios, los arrojará de la iglesia y los entregará a la condenación eterna. La Iglesia hoy tiene que buscar la fidelidad al mensaje de la Biblia. Demasiadas veces las “tradiciones” de los hombres se cuelan en nuestra fe convirtiéndose en tropiezo para el crecimiento de nuestra relación con Dios. 17. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe. Venciere. La recompensa siempre es para el vencedor. Se suele comentar que todo el mundo se acuerda de quien ganó tal pelea, pero nadie se acuerda del que la perdió. El vencedor es aquel que ha puesto el esfuerzo máximo, que se ha preparado, que ha dado todo lo que tenía para salir campeón. En la carrera espiritual, el Señor exige lo máximo del creyente. Daré a comer del maná escondido. Al vencedor se le promete una doble recompensa: El maná escondido. Era el que se encontraba en el Arca de la Alianza (Hebreos 9.4), la cual estaba en la presencia de Dios. Por tanto, aquí simboliza estar alimentados con el pan espiritual en la presencia de Dios. Le daré una piedrecita blanca. Las piedras blancas se daban por distintos conceptos: Al esclavo, en señal de libertad. Al conquistador de nuevas tierras, en señal de heroísmo. Al vencedor de los juegos, en señal de victoria. A los pobres por el emperador, para asegurarles la comida diaria (Suetonio). 92


Todos estos títulos son aplicables al cristiano. Cuando el Señor coloque su piedrecita en nuestras manos será porque hemos sido liberados, victoriosos, heroicos y estaremos seguros en su presencia. Pero la aplicación de la piedrecita va más allá. La palabra griega aparece en Hechos 26.10; allí se traduce por voto. Pablo, como otros, dieron su “voto”, su visto bueno para matar a los creyentes. Ahora el Señor restaura la injusticia, los vencedores reciben la piedra con una inscripción, un nombre nuevo: Jesús. El que ha recibido el voto del Señor, sabe que es de él. Escrito un nombre nuevo. El nombre nuevo es símbolo del carácter personal, significa la naturaleza misma de algo. Seremos personas nuevas con un carácter a la medida de Dios. El cambio será indescriptible y digno del Reino de los Cielos. Ninguno conoce. La transformación será única e individual; sólo la conocerá la persona que la disfruta. Algo maravilloso nos espera más allá de las nubes. Agustín decía: “Si conozco a Cristo, poco importa que desconozca lo demás; si desconozco a Cristo, poco vale que conozca lo demás”.

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Esperanza para la iglesia de hoy:

Pérgamo Hoy, la Iglesia se encuentra sumida en una crisis parecida a la que sufría la iglesia de Pérgamo. Mantenemos la fe pero nos hemos dejado “paganizar”, o más bien podríamos decir, “mundanalizar”. Las doctrinas erróneas, provenientes de nuestra cultura laicista y sin valores, se han colado entre nosotros de forma sutil; nos hemos vuelto esclavos sin saberlo. Sin embargo, la advertencia del Señor es que no tolera a los que ponen obstáculos a la iglesia y alteran su doctrina. Además, nos hace responsables de lo que ocurre en nuestro seno. De nuestras conversaciones han desaparecido los temas doctrinales. Lo peor no es eso, es que ya no se habla de nuestra vivencia de fe, cómo nos afecta, cómo trata Dios el pecado con cada uno de nosotros... eso pertenece a la esfera privada del individuo. Los líderes prefieren callar para no tener enfrentamiento, para no pasar un mal rato, para poder decir que el “amor une” pero la “doctrina separa”; algo demasiado frecuente para no profundizar en el propósito de Dios, no vaya a ocurrir que algunos “miembros se nos enfaden”. Sin embargo, olvidamos que el amor descrito en la Palabra incluye el respeto a la verdad revelada. ¿Queremos una iglesia fuerte o preferimos una iglesia débil, indiferente ante el pecado? ¿Queremos cumplir la voluntad de Dios? ¿Queremos crecer y estar firmes? ¿O preferimos ser niños fluctuantes (Efesios 4.14)? Para defender la doctrina hay que conocer las Escrituras más allá de nuestra lectura devocional. Con demasiada frecuencia desplazamos la Palabra para dar más importancia a otros elementos; incluso en nuestras reuniones parece que lo que im94


porta es pasar un buen tiempo. La Palabra es subestimada, ya no tiene la autoridad que debería tener sobre nuestras vidas. Es curioso el paralelismo entre el pasaje de Hebreos 4.12 y el título otorgado a Jesús en esta carta. Jesús desea que nos miremos ante el espejo de su persona, ante el espejo de su revelación, ¿o hemos olvidado que la Palabra de Dios es la Palabra de Jesucristo dada a los hombres? Cristo purga a la Iglesia y corta lo que le pertenece, y su Palabra es la fuente de toda autoridad para hacerlo. El Señor exige siempre fidelidad, pero más cuando las cosas están mal. Y siempre será más importante escuchar lo que nos tiene que decir a través de su Palabra que lo que nosotros tengamos que decirle a él. No estamos para endulzar el mensaje, la Iglesia está para ser luz al mundo que le rodea. No estamos aquí para renegar de la fe, bajo ninguna circunstancia, sino que debemos salir vencedores siempre. La iglesia no está para entretener a sus miembros, está para reflejar la gloria de Dios, la victoria de Dios. Hemos diluido el efecto devastador del pecado. Pensamos que lo único importante es nuestra fe o el amor. Preferimos agradar antes que hablar de lo que se necesita. Necesitamos más integridad, necesitamos más santidad, necesitamos más arrepentimiento, necesitamos que Cristo vuelva pronto. Sin embargo, estos temas no se hablan, no son agradables porque reflejan nuestra pobreza, porque nos hacen ver que nuestro cristianismo se ha vuelto “light”. Nuestra fe se ha vuelto superficial. Con veinte minutos de predicación dominical nos alimentamos para una semana. No hablamos de caer en el legalismo, pero no puede ser que aquellos que viven a nuestro lado no puedan ver ninguna diferencia entre nosotros y los no creyentes. Es absolutamente imprescindible vivir en comunión interna, como lo enseñó el Señor. Si tenemos la sensación de que nuestra iglesia se ha convertido en un buen “club social”, entonces nuestro problema es demasiado parecido al de la iglesia de Pérgamo. Si nuestras conversaciones con otros sólo se limitan a temas vanales, tal vez 95


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lo único que vivimos es el evangelio de la “gracia barata”. Creo que podemos transmitir la radicalidad del mensaje y podemos hacerlo, además, con creatividad, con arte y con naturalidad. Necesitamos la Palabra de Dios y podemos transmitirla sin ser aburridos, o ¿acaso la aventura de nuestra relación con Dios es aburrida? Si el Evangelio es poder de Dios ¿por qué la gente no escucha el mensaje? O deberíamos decir más bien que no lo entiende por nuestra torpeza al transmitirlo. ¿Por qué nos empeñamos en usar lenguaje del siglo XVI? ¿Por qué creamos una jerga que no entiende nadie y no aprendemos a expresar nuestra fe con naturalidad? ¿No será que sólo hemos aprendido un montón de conceptos y frases hechas pero que no las vivimos, no las integramos en nuestro ser, no hacemos que sean parte inseparable de quienes somos y esto nos hace torpes al transmitir un mensaje que no es una realidad en nuestras vidas? Necesitamos con urgencia interiorizar los valores del Evangelio, necesitamos con urgencia “encarnar” el mensaje. Si somos seguidores de Cristo, si queremos ser como Jesús ¿acaso su misión principal no fue otra que mostrar cómo se vive la revelación como seres humanos? Aún ante este panorama, hay esperanza, porque aquel que permanece fiel a la Palabra, en medio de una iglesia que se ha dejado influenciar por los valores del mundo, tendrá varias recompensas. También hay recompensa para los que se arrepienten de haber abandonado la Palabra, porque la misericordia de Dios no tiene fin. Esos vencedores reciben el maná escondido. Siempre que pensamos en el maná, rápidamente nos acordamos del alimento que recibían los judíos en medio del desierto durante el éxodo. Alimento que provenía de Dios mismo. Sin embargo el maná escondido, para nosotros es Jesucristo. Él afirma que es el verdadero maná venido del cielo, que él es pan que sacia nuestra hambre (Juan 6.25-59). Nuestra misión hoy es descubrir ese Jesús oculto por las tradiciones de los hombres, por la idolatría de nuestra sociedad puesta en tantas cosas que no son valores bíblicos, por las tra96


diciones de las iglesias que no son ni siquiera doctrina, pues no tienen fundamento bíblico, no siguen el propósito de Dios. Sí, es necesario recuperar los fundamentos del Evangelio, pero sin olvidar la carta a la iglesia de Éfeso, es decir, sin olvidar el amor; que la gracia esté por encima del juicio, que la misericordia esté por encima del sacrificio. Porque si guardamos la doctrina y le quitamos el amor, nos volvemos igual que aquellos fariseos a los que Jesús siempre confrontó. Porque la “ley” sin amor se convierte en fanatismo y rechazo para aquellos que no conocen a Dios. Podemos predicar un evangelio radical y al mismo tiempo ser genuinos. Es un difícil equilibrio, pero es el deseo de Dios y como tarea difícil que es, por eso necesitamos comer de ese pan que es Jesús, por eso necesitamos ese “maná escondido”, esa relación auténtica con Jesucristo que se da en la intimidad, que ocurre en el rincón de nuestra habitación, en el balcón de nuestro hogar, en la sencillez de un paseo, en la sonrisa que damos al decaído, en la intimidad de cada uno de nosotros, en la comunión interna, en aquella que sólo Jesús conoce, que sólo Dios ve. Sólo si comemos de ese “maná escondido” podremos saciar el hambre de aquellos que nos rodean. Sólo el vencedor recibe la piedrecita blanca, que ya hemos descrito. Son aquellos cristianos que han sabido vivir el Evangelio con integridad, sin dejar de tener misericordia por todos los demás. Son aquellos que sienten la auténtica libertad que nos da Jesús sobre el pecado, la victoria sobre el mal. Son héroes que Dios ha puesto aquí, personas que viven en total dependencia de Dios y reciben su pan diario, están en su presencia cada día y comen de ese auténtico “maná escondido”. Hay esperanza... porque Dios puede ser vivido, disfrutado; se revela, se conoce, deja de estar oculto...

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Para el estudio personal y en grupos pequeños Pérgamo ¿Qué nos exige la fidelidad al Señor en un ambiente hostil? ¿Qué nos exige la fidelidad al Señor en cuanto a la doctrina? ¿A qué me compromete el mensaje a la iglesia de Pérgamo? ¿A qué me compromete la iglesia local? ¿Cómo salir vencedor en la prueba? ¿Estoy poniendo obstáculos a la comunión entre hermanos/as? ¿Cómo puedo fomentar las relaciones personales? ¿De qué debe arrepentirse la iglesia hoy? ¿Qué importancia le doy a las palabras del Señor? ¿Qué implicaciones tiene el tener un “nombre nuevo”?

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Tiatira

Carta a Tiatira: Apocalipsis 2.18-29 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto: Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras. Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga; pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga. Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, 99


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y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; y le daré la estrella de la mañana. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Introducción Hermer escribe: “La carta más larga y difícil de las siete, es dirigida a la más pequeña e insignificante de las ciudades”. Así es. Tiatira es la menos importante de las siete ciudades y la menos conocida, pero la carta escrita a la iglesia es la más larga de todas y una de las que más luz arroja para nuestro momento. Estamos ante una comunidad que vive grandes valores cristianos. Aunque dentro de ella viva una persona influyente que esté haciendo mucho daño y que, además, cuente con seguidores, la mayor parte de la comunidad se encuentra cada día mejor. El obstáculo grave y pernicioso que existe en esta iglesia no le ha hecho perder a la mayoría ni la luz ni la comunión entre los hermanos. La iglesia vive en un ambiente obrero; aún con el quiste interno negativo, es una comunidad ejemplar. Fiel en el amor mutuo, en la fe en el espíritu de servicio y en la paciencia, sus últimas obras aventajan a las primeras. Sólo tiene un descuido; que es tolerante con una mujer influyente, a quien le da el nombre de Jezabel, que ha conseguido adeptos para su causa y que está resultando muy negativa.

Su historia La ciudad de Tiatira se encuentra al norte de Lidia, sobre la vía que une Pérgamo con Sardis, exactamente a 70 km de Pérgamo. No tenía la importancia de Éfeso, Esmirna o 100


Pérgamo, pero poseía una industria floreciente que agrupaba a numerosos gremios de artesanos. La ciudad de Tiatira fue fundada por Seleuco I con soldados de Alejandro Magno. La raíz del nombre significa “Ciudad castillo de Tía”. En el 190 a.C. la ciudad cayó bajo el Imperio Romano. Durante el gobierno de Roma tuvo una gran expansión industrial y comercial hasta el punto de que sus productos de algodón, lino, cuero y alfarería eran conocidos en todo el mundo. Las técnicas de venta, lo que hoy llamamos “marketing”, ya eran aplicadas por los habitantes de Tiatira. En Hechos encontramos quizá la primera agente comercial en la historia bíblica: “Una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira” (Hechos 16.14). La ciudad, guardada por el dios Tyrimnos, identificado con el dios griego Apolo, estaba entregada a la idolatría y la fornicación. Durante las fiestas, en honor al dios pagano, se daban grandes banquetes y después de la carne y el vino, venía la orgía sexual como fin de la fiesta.

La ciudad de Akhisar, anteriormente conocida como Tiatira. En la foto vemos algunos de los restos romanos de la época. Hoy día, sus tintes para ropa siguen siendo famosos.

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Análisis textual: 18. Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: el Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto: El Hijo de Dios. Título que recibe Jesús; aparece únicamente aquí en todo el libro. Este título clarifica un poco más, si cabe, quién es el mensajero de las siete cartas. El que lo ve todo y penetra todo, el que tiene toda autoridad. Tiene ojos como llama de fuego. De nuevo la visión del personaje parece calcada del varón que se presenta a Daniel en el 10.5-6. Es la persona que tiene el poder y la fuerza en su mirada. Los antiguos pensaban que para tener una buena visión no era suficiente con la luz externa, sino que se precisaba una luz propia procedente de los mismos ojos. Jesús, el Hijo de Dios, cuyos ojos son “llama de fuego”, tiene una luz tan potente en los ojos que ve hasta lo íntimo del corazón; por eso no se le escapa nada de lo que sucede a la iglesia de Tiatira. La cualidad de Dios de examinar lo más íntimo del corazón tiene especial relevancia para entender el resto del pasaje, pues el reproche de Dios es su doble moral en muchas ocasiones, su máscara que intenta ocultar la realidad del pecado. Pies semejantes al bronce bruñido. Sin dejar la figura del varón de Daniel, ver también la misma en Ezequiel 1.7; 8.2. El símbolo nos sugiere fuerza y estabilidad. Por tanto, nos presenta a la persona con capacidad para juzgar. Puede simbolizar que Cristo quiebra a sus enemigos, incluso a los que nos parecen más fuertes. 19. Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras. 102


Los elogios a la iglesia de Tiatira son de los más extensos de todas las cartas. Tus obras. Las condiciones positivas de la iglesia son muchas, además, siguiendo la curva ascendente de la vida cristiana, las obras que comenzaron en el Señor las han multiplicado: “tus obras postreras son más que las primeras”. El amor. Lo más grande de la vida cristiana; no sólo no han dejado de practicarlo, sino que han ido creciendo en su desarrollo. La primera actitud cristiana debe ser su compromiso con el amor; es un amor que parte de Dios y se extiende a la comunidad. La fe. Implicando una continuidad en la confianza plena en Cristo. Podemos ver que hay una íntima relación entre amor y fe. Sólo el que cree en Jesús y en su Palabra será enseñado y guiado por el Espíritu Santo y, en consecuencia, será fiel. El que de alguna forma se obsesiona con Cristo sentirá la fuerza para serle fiel. El servicio. Dedicación progresiva. Es lo que espera el Maestro de sus siervos. Para los griegos paganos la noción de servicio era humillante. En Tiatira, sin embargo, los cristianos viven una auténtica vida dedicada a los demás, un auténtico servicio a la comunidad, la auténtica diaconía cristiana. La paciencia. Perseverancia, la dignidad de mantenerse firmes a pesar de las pruebas. Es la resistencia activa de los creyentes en las adversidades, que eran muchas, pero que, sin embargo, llenos de paciencia, podían superar con éxito.

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Tus obras postreras son más que las primeras. La iglesia ha vivido ya un tiempo de experiencia y puede hacer una revisión, comparar el presente con el pasado y ver que se encuentra mejor que antes. La lógica de cualquier comunidad es el crecimiento. Cuando esto no sucede, hay que parar y examinar las causas. Hay una antítesis respecto a lo que sucede en Tiatira y en Éfeso. En Éfeso se ha perdido el primer amor; aquí, en Tiatira, aquel amor no se ha perdido, sino que va en aumento. No sólo es fiel, sino que ha progresado en fidelidad. No sólo persevera, sino que progresa y, por ello, cada día está mejor.

20. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. Toleras a la mujer Jezabel. La mujer puede ser real, pero el nombre es simbólico. El simbolismo está tomado de la historia que encontramos en el Antiguo Testamento en relación al rey Acab y su esposa Jezabel. Ella es la impulsora de forzar a los israelitas a construir lugares de culto a dioses paganos como Baal, a practicar la magia y la fornicación (1 Reyes 16.29; 2 Reyes 9.37). Por tanto, el espíritu de Jezabel se ha introducido en la iglesia de Tiatira. La mujer tiene las mismas malas intenciones que aquella reina: está profetizando, enseñando y seduciendo a los creyentes hacia el espíritu de la inmoralidad y a participar en los cultos paganos, tanto en las comilonas que se ofrecían como en las orgías sexuales que le seguían.

21. Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. 104


Le he dado tiempo. A pesar de su maldad, Dios le da la oportunidad de cambiar, de volver en sí y arrepentirse, pero no quiere, y cuando esto ocurre, el Señor actúa, envía un castigo. Pero no quiere arrepentirse. Cristo quiere el arrepentimiento inmediato de esta mujer y le concede un tiempo. Pero ella no quiere arrepentirse, no quiere cambiar de conducta.

22. He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. La arrojo en cama. Una frase que tiene sentido de castigo inmediato. “Arrojo” es el presente continuo de tirar o arrojar, pero con intención de juicio: en la cama ha cometido actos impuros, allí estará con tribulación. También subyace la idea de que todo pecado tiene sus consecuencias. Recibirá un castigo, una enfermedad en el lecho del dolor. En el Antiguo Testamento Jezabel termina con una muerte desastrosa. Los que con ella adulteran. El adulterio esta en relación a coquetear con una religión contraria a la cristina. Los adúlteros quieren seguir a Cristo y a Jezabel, quieren servir a dos señores, pero esto es imposible para Jesús. Si no se arrepienten. Si la iglesia en Tiatira no se arrepiente de su pecado, terminará como Jezabel. Por ello, el Señor exige de nuevo un arrepentimiento sincero.

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23. Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras. A sus hijos heriré de muerte. Los hijos son los que hacen una causa común con la madre. Para ellos Jesús tiene una sentencia: “los heriré de muerte”. Los hijos son todos los que han aceptado plenamente la doctrina de la madre (Jezabel) y en los que no se percibe ninguna posibilidad de arrepentimiento. La frase nos sugiere una muerte lenta y terrible, posiblemente la peste. Cristo es radical en cuanto a la pureza de la doctrina y de la vida, y esto lo tienen que saber todas las iglesias. El que escudriña la mente y el corazón. Los sentimientos y los pensamientos. Por tanto, el Señor, que conoce nuestras vidas nos dará conforme a nuestros hechos (Jeremías 17.10; Mateo 16.27; Romanos 2.6). Daré a cada uno según vuestras obras En el Nuevo Testamento lo que cuenta son los hechos y no las teorías (ver Mateo 25.37-40; 1 Juan 3.18; Santiago 2.2-4). Cristo les dará lo que hayan merecido.

24. Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga; No tienen esa doctrina. Aquellos que no han sido contaminados con las enseñanzas de Jezabel. Está hablando de los cristianos que se han mantenido fieles a la doctrina de Cristo; aquellos cristianos de Tiatira que no fueron corrompidos por “las profundidades de Satanás”. No os impondré otra carga. Estas palabras del Señor hacen comprender la talla espiritual 106


de la mayoría de los integrantes de la comunidad de Tiatira. A pesar de la influencia de Jezabel, estos están bien arraigados en la doctrina de Cristo.

25. pero lo que tenéis, retenerlo hasta que yo venga. Retenerlo. El Señor les propone mantenerse fieles practicando todas las virtudes que tienen: el amor, la fe y la paciencia, sin dar ningún paso hacia atrás, nunca. Manteniendo con fuerza las virtudes antes mencionadas, síntesis de los que espera el Señor de ellos.

26. Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, Al que venciere. El vencedor en Tiatira, el que en medio de las dificultades se mantiene firme hasta el final, ése adquiere autoridad sobre las naciones. Aquellos que mantienen la fidelidad a Dios se ganan el respeto de todas las personas, incluso de los no creyentes.

27. y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; Las regirá con vara de hierro. Las oraciones de los santos gobiernan el mundo (Apocalipsis 8.3-5). Ver el contexto del Salmo 2.8. Los vencedores tendrán parte en la victoria final del Mesías. El paganismo camina hacia un fracaso final estrepitoso. El autor de Apocalipsis desea que tengamos presente constantemente el texto de Daniel 2, ya que todos los imperios de este mundo tienen los pies de arcilla. Es la idea constante de que el mal no prevalecerá. 107


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28. como yo también la he recibido de mi Padre; y le daré la estrella de la mañana. La estrella de la mañana. La plena comunión con Cristo (Apocalipsis 22.16). Ahora recibimos la luz de su estrella, después estaremos junto a la estrella, pues la mejor y más grata recompensa para el creyente es estar con su Señor.

29. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

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Esperanza para la iglesia de hoy:

Tiatira La iglesia es la responsable de no tolerar el pecado. La vivencia que caracteriza a un cristiano ha de ser un amor fraterno sincero, cimentado en una fe verdadera en Cristo. El amor fraternal bien entendido es la base de las demás virtudes cristianas, el servicio, la paciencia, las obras, etc. Todo esto es una realidad en la vida de muchos creyentes, sin embargo, también existe otra realidad que en muchas ocasiones se comparte con la otra y es la falta de una ética cristiana. Debemos tener un criterio a la hora de nuestra vivencia cristiana: confrontar nuestra vida con la vida de Jesús. No se puede servir a dos señores, no se puede vivir la vida cristiana sin coherencia. Los hechos más allá de las palabras son una necesidad imperante hoy, pues la falta de ética cristiana nos devalúa, nos resta autoridad moral y espiritual para presentar el Evangelio como agente de cambio. Dice Jesús que el que venciere recibirá autoridad sobre las naciones, es decir, sobre la gente, sobre las personas con poder de decisión. Permitimos que muchos valores morales alejados de los principios mostrados en la Palabra de Dios se cuelen en nuestras vidas. No confrontamos el pecado, como si no fuera con nosotros; preferimos decir “que cada uno aguante su vela”. Sin embargo, Jesús recrimina la “tolerancia”, la permisividad, el jugueteo con la inmoralidad, con el deseo de nuestra “vieja naturaleza” que cada día necesitamos hacer morir. ¿Por qué hablamos de que otros cambien, cuando nosotros no cambiamos? ¿Por qué hablamos de desigualdad cuando no nos preocupamos de que nuestras acciones no la permitan? ¿Por qué no hacemos un uso responsable de los recursos? ¿Por qué no buscamos un comercio justo donde todos ganan? La iglesia de Tiatira se caracteriza por 109


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el amor fraternal, el servicio, la paciencia, las obras, todo parecía perfecto en aquella comunidad; crecían en todos esos aspectos. Hoy hay muchas iglesias y creyentes así, pero han desasociado su vida espiritual de su ética personal. Podemos tener todo eso y no conmovernos por la falta de agua en algunos lugares del mundo, podemos ser creyentes en crecimiento y mirar hacia otro lado ante las injusticias que se producen en mi trabajo, en mi oficina, en mi escuela o universidad. ¿Acaso nuestra ética no debería empujarnos a denunciar el pecado? Cuando se hace vacío al compañero, cuando sabemos quién roba a nuestro jefe, cuando recibimos alabanzas por error quitando a otro el mérito, cuando utilizamos la mentira para aprobar nuestro examen, cuando engañamos para pagar menos impuestos... ¿no son todo ello muestras de que toleramos con facilidad el pecado cuando nos interesa para nuestro beneficio personal? No podemos hablar de un Dios de verdad, de que su palabra es la verdad, cuando usamos la mentira. No podemos hablar de un Dios de justicia cuando somos injustos. No podemos hablar de un Dios que se ha acercado a todas las personas cuando hacemos acepción de las mismas. No podemos, porque nosotros somos “las manos” de ese Dios en esta tierra y nuestra falta de integridad resta autoridad a nuestro mensaje. El cristianismo sin coherencia no va a ningún lado. Hablamos de pequeñas cosas o de detalles carentes de relevancia que, aunque parezcan no tener importancia, permiten que el pecado penetre en nuestra vida y alcance al ser humano en toda su dimensión. La tolerancia tiene un límite. Esa palabra que nos ha venido impuesta por todos los sitios, ese concepto que hemos desvirtuado hasta decir que debemos ser tolerantes con todas las ideas, con todos los valores. Poco a poco, sin darnos cuenta, nos hemos devaluado. No se puede servir a dos señores; a veces parece que el mensaje de Tiatira está lejos, pero no es así. Nuestra ética devalúa nuestro mensaje. No podemos permitir la inmoralidad sexual, no podemos permitir que se convierta en el motor que mueve nuestra sociedad hasta el punto de pensar que todo es relativo. Jesús no relativiza, al contrario, es bastante explícito. 110


Ahora, tampoco olvidemos el trato de Jesús sobre la falta de ética y de inmoralidad, él da tiempo, nos da tiempo, nos concede misericordia... pero eso se acaba. El problema no está lejos, muy al contrario, muchas veces está en nuestra comunidad, dentro de nuestro entorno, a veces el problema está en nosotros mismos. Hay que confrontar el pecado, hay que hacerlo sin miedo; con amor, pero sin temor. Nuestra esperanza es que estamos a tiempo de arrepentirnos de nuestros hechos, que podemos recuperar nuestra autoridad perdida delante de los hombres. Al que vive el amor, no se le imponen nuevas cargas, pues está cumpliendo la ley (Romanos 13.10), porque siempre hay remanente fiel, personas que deciden sacrificar parte de sus deseos para cumplir la voluntad de Dios. Por desgracia esa realidad sigue presente, la vemos en tantos casos de inmoralidad sexual que siguen minando nuestra autoridad como Iglesia: pederastia, adulterio, pornografía, abuso de poder, etc. Lo peor es que callamos para no descubrir nuestra vergüenza. ¿Somos pasivos ante la inmoralidad? ¿Seguiremos como testigos que se callan? ¿Acaso nuestras voces están amordazadas por los intereses? Hay que tomar la iniciativa, no sólo condenar los hechos, sino poner remedio a que los mismos no se sigan produciendo. No podemos mirar hacia otro lado. La vivencia cristiana es seria, muy seria. No se trata sólo de nuestras oraciones, no podemos acallar nuestra conciencia. No podemos convertirnos en cómplices a causa de nuestro silencio. Sigue habiendo esperanza. Dios nos da el tiempo para arrepentirnos; a veces sufrimos a causa de nuestra inmoralidad, pero nuestros errores se pueden convertir en un instrumento eficaz en la pedagogía de Dios. Vemos que, a pesar de nuestra inmoralidad, Dios usa nuestro dolor para hacernos ver su propósito. Tenemos que arrepentirnos hoy, ya, ahora. A pesar de las mil y una dificultades de la vida cristiana hay que salir vencedores. Hay que mirar más allá de todas esas 111


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cosas, pues Jesús sabe lo que hay dentro de nuestros pensamientos, dentro de nuestro corazón y promete que cada uno recibirá recompensa según sus hechos. El mal no prevalecerá, pues la justicia de Dios está ya presente aunque muchos deseen ignorarla. Sigamos teniendo esperanza, pues la misericordia de Dios nos sigue dando tiempo para el arrepentimiento sincero.

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Para el estudio personal y en grupos pequeños Tiatira A pesar de los problemas: ¿Qué vivencias se requieren de la iglesia para que cada día esté mejor? ¿Es el verso 19 un reflejo de tu vida? ¿En cuál de las virtudes cristianas del verso 19 debemos profundizar? ¿Hay alguna persona en mi iglesia que entorpece el crecimiento de la misma? ¿Cómo debería hablarle a la persona que está poniendo freno al crecimiento espiritual en la iglesia? ¿Existe en tu comunidad un problema parecido al de Tiatira? ¿Cómo ser fuertes en la iglesia si existe un problema de envergadura como en Tiatira? ¿Cuándo cumples la ley en tu vida cristiana? ¿Te sientes feliz con tu vida cristiana? ¿Cómo enfrentamos los problemas que llegan a nuestra vida cristiana? 113


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Sardis

Carta a Sardis: Apocalipsis 3.1-6 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

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Introducción El Señor escribe a una iglesia de “fachada”, que trabaja muy bien hacia afuera, con una organización impecable. El “que dirán” le es muy importante. Los creyentes de Sardis se han quedado a mitad de camino: les falta vida e ilusión, están desorientados. Una iglesia en esas condiciones puede ser sorprendida por cualquiera, así que, el Señor se presenta como juez exigente. La carta a Sardis es, tal vez, la más severa y dura de las siete. El tono de fuerte reproche por parte del Señor nos hace suponer que se han desviado mucho del camino de la verdad. Aparentemente parece que todo va bien. Las demás iglesias tienen en alto concepto a Sardis, hablan muy bien de ella, porque se fijan en lo que hacen. Es una comunidad con poca profundidad en el amor del Señor, pero con mucho trabajo hacia el exterior. Podemos sintetizar el mensaje a la iglesia de Sardis con dos palabras: viven mucho más el hacer que el ser, y esto en la vida cristiana puede traer consecuencias muy graves.

Su historia La ciudad de Sardis estaba situada a 80 km al este de Éfeso, en una llanura, alrededor de la cual el río Pactolo había abierto, por tres lados, una garganta profunda. No se podía acceder a la ciudad sino por un solo lado y, aun así, el acceso era difícil. Era una de las ciudades más antiguas de Asia Menor, capital del reino de Lidia y su historia se remonta al 560 a.C. La prosperidad tuvo lugar en sus primeros tiempos, especialmente bajo Creso, en que “Sardis” llegó a ser un vocablo sinónimo de “rico” o “próspero”. Esta riqueza venía, sobre todo, de las minas de oro que atraviesan en filones todo el subsuelo de la misma ciudad. 116


Ciudad comercial era por esta época un emporio del comercio de lana, a la que se llegaba por cinco rutas distintas, pero situada en un lugar único junto a una montaña. La ciudad estaba amurallada dando la sensación de inaccesible e impenetrable; una urbe rodeada de murallas al modo de ciudadela encima de un conjunto montañoso de difícil acceso. Su supremacía terminó con la conquista de Ciro, el conquistador persa, en el 546 a.C., que la convirtió en residencia de un gobernador de los persas. En el siglo IV fue conquistada por Alejandro Magno. Ambos generales usaron la misma estrategia atacaron la ciudad “como ladrón en la noche”. Más tarde los seléucidas, con Antioco III el Grande, rey de Siria, la incorporaron a su reino en el 214 a.C. Aunque no dejó de tener su importancia durante la dominación romana, ya nunca recobró su antiguo esplendor. En ella no se obligaba a la adoración del emperador, aunque tenían a la diosa Cibeles, la madre de todos los dioses. Los calificativos que recibían los habitantes de Sardis eran muy fuertes. Se les denominaba inmorales, pervertidos y decadentes. La ciudad sufrió un terremoto en el año 17 d.C., pero fue reconstruida gracias a la generosidad de Tiberio, según nos cuenta Tácito y Estrabón, “el Geógrafo”, quién describe a la ciudad con gran esplendor después de resurgir de sus cenizas.

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El área arqueológica de Sardis se recorre a través de la Vía Marmórea, calle de entrada a la ciudad. Al norte de esta vía, encontramos el gimnasio (en la foto), con una piscina que formaba parte del caldarium, y una sinagoga del siglo III d.C., construida sobre las ruinas de una basílica romana destruida por un terremoto. También se han conservado restos de una bodega de etapa bizantina y la denominada Casa de Bronce, del siglo IV a.C., llamada así porque custodiaba objetos de bronce. Cerca del río Pactolos se situaba el imponente templo de Artémides, nunca terminado, y una iglesia cristiana del siglo V d.C. También se pueden ver las trazas de lo que fueron el estadio y el teatro romano.

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Análisis textual: 1.Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: el que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Los siete espíritus de Dios. Cristo se presenta a las iglesias de Sardis como autoridad, como lo hizo con Éfeso. La frase hace referencia al Espíritu Santo. No sólo las siete iglesias están en su mano, sino que el Espíritu que las sustenta depende de él. El Espíritu puede encender las lámparas si están apagadas. Cristo se presenta a esta iglesia como el que tiene el poder en el cielo y en la tierra. Tienes nombre de que vives. Materialmente con vida pero espiritualmente muertos, con mucho movimiento pero con poca vida. Eran como la higuera de Mateo 21.19, con mucha apariencia pero sin fruto. Buscaban más complacer a los hombres que a Dios. Una iglesia bien organizada y estructurada. Sus obras podían considerarse como excelentes desde el punto de vista humano, pero no así desde el punto de vista de Dios. Existía un contraste evidente entre la realidad espiritual que vivían y la fama que tenían. Era una iglesia sustentada en las apariencias externas. Estás muerto. Cristo conoce bien la realidad espiritual de los creyentes y sabe cómo se encuentran: ¡muertos! Hoy tenemos también algunas iglesias con mucho ruido pero vacías en el espíritu. Cuando la iglesia está más pendiente del ritual que de la vida espiritual, está a un paso de su muerte. Sardis está muerta, pero no abandonada. La carta es una invitación ardiente a la conversión. 119


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2. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Sé vigilante. Exhortación que apela a la historia de la ciudad, la cual cayó en manos del enemigo por falta de vigilancia. Fue conquistada por el rey persa Ciro en el 546 a.C.; este hecho histórico lo relata con todo detalle el historiador griego Heródoto. Más tarde, de nuevo fue conquistada por Alejandro Magno en el siglo IV a.C., y más tarde por Antíoco el Grande en el año 214 a.C. Si nuestras vidas no están en permanente alerta, el enemigo puede ganar la batalla. Dios hace un llamamiento continuo a su pueblo a no relajarse. Afirma. A pesar de todo, los creyentes tenían todavía la capacidad de recuperarse, de afirmar su fe y no morir espiritualmente. Implica que los creyentes comenzaron bien su vida espiritual, pero no sabemos qué les impidió continuar creciendo. Ahora tienen la oportunidad de mostrar su fe genuina confirmando el nombre de cristianos. Las otras cosas que están para morir. El imperfecto nos indica que la acción no está separada del tiempo de la escritura, por lo tanto, nos habla de las cosas que están a punto de morir. La iglesia de Sardis agonizaba y en esta prolongada agonía se le iban muriendo, se le desmoronaban, todas las dimensiones, todas las estructuras eclesiales, todas las verdades que dan a la iglesia su razón de ser y de estar en el mundo. La fidelidad de unos pocos no basta para que la balanza de la iglesia caiga en el lado positivo. No podemos conformarnos pensando aquello de que somos “pocos” pero buenos, no estamos llamados a ser unos pocos, Dios quiere reinar con poder y necesitamos recu120


perar nuestra autoridad. El mensaje a Sardis parece una continuación del mensaje a Tiatira. Aquí se centra más en la hipocresía, en Tiatira más en los hechos inmorales y el silencio ante el pecado.

3. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Acuérdate. Expresando una acción continuada, les dice que lo recuerden continuamente y no lo olviden. Jesús les abre la puerta a la posibilidad del arrepentimiento. Has recibido. Aquí nos habla de fijar la mente en lo que han recibido, de analizarlo y de cambiar. Nos habla de algo que hemos recibido y poseemos como nuestro. El mejor método es volver a la fidelidad primera, cuando se convirtieron plenamente al Señor, con ilusión y sinceridad. Arrepiéntete. A menos que se arrepienta, que despierte a la realidad de la condición en que se halla, que confiese su hipocresía y pida al Espíritu Santo que la vuelva a llenar, el Señor apagará el candelero. Vendré sobre ti como ladrón. No está hablando de la segunda venida, sino del castigo que puede venir por sorpresa contra Sardis. Así como el ladrón no avisa cuándo asaltará la casa, así también vendrá Jesús contra la iglesia de Sardis. La recomendación es a la vigilancia espiritual, a la necesidad de estar siempre en guardia constante, en vela continuada. Jesús volverá en su segunda venida aunque no estemos preparados, cuando menos lo esperemos el volverá. 121


El mensaje de las siete iglesias del Apocalipsis para la Iglesia de hoy

4. Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. No han manchado. Había creyentes que no habían sido arrastrados hacia la inmoralidad ni hacia la idolatría. Ellos han obtenido sus vestiduras blancas por medio de la perseverancia en medio de la prueba. La Mishná nos enseña que, cuando el Sanedrín examinaba a los sacerdotes, si los encontraba con alguna mancha, entonces los vestían de negro y nos les permitían servir.

5. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. El que venciere. Se requiere, por tanto, una perseverancia. Gracias a unos pocos hay todavía esperanza. Las iglesias moribundas sienten dificultades en admitir a los que están bien con Cristo. Vestiduras blancas. Las túnicas blancas no sólo representan pureza, sino que simbolizan fidelidad. Son también símbolo de victoria, los mártires victoriosos (6.1). Es símbolo de los que han alcanzado la resurrección con Cristo, símbolo de los han sido lavados en la sangre del Cordero (7.9, 13-14). Del libro de la vida La figura del libro de la vida aparece por primera vez en el Éxodo (32.32-33), más tarde en los Salmos (69.28) y también en Daniel (12.1). Nos habla de los que son ciudadanos del pueblo de Dios. En el Antiguo Testamento el pueblo de Israel y en el Nuevo la Iglesia.

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Tener el nombre escrito en el libro de la vida significaba tener derecho a participar de las promesas mesiánicas, es decir, de la salvación de Dios. No borrar implica ser parte de la comunidad cristiana y, por tanto, la salvación es segura. Confesaré. En relación a Mateo 10.32. La fidelidad en las tribulaciones será recompensada más allá de nuestra imaginación, en la nueva vida, la cual esperamos. La confesión es una promesa, un testimonio gozoso en el juicio final.

6. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

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El mensaje de las siete iglesias del Apocalipsis para la Iglesia de hoy

Esperanza para la iglesia de hoy:

Sardis Vivimos en la sociedad de las apariencias. El problema es que muchas veces la iglesia, es decir, cada uno de nosotros, nos convertimos en cristianos de fachada, de apariencias. Nos colocamos nuestra “máscara” de espirituales. Nos convertimos en verdaderos actores que representan un papel. La Iglesia hoy está muerta. Jesús insiste en la importancia de estar siempre alerta, porque la hipocresía es aquello que más detesta. Recordamos los episodios de Jesús con los fariseos y vemos que Dios busca seguidores genuinos. La hipocresía es un insulto a Dios, porque en definitiva es afirmar que él es culpable. Mantenemos nuestra agenda oculta, nuestras dobles intenciones, nuestro cristianismo de domingo, nuestro papel para seguir manteniendo las apareciencias. Cristo no es el problema, el problema somos los cristianos. El cristiano debe estar firme en la fe a pesar de estar reuniéndose en una iglesia de fachada. No podemos responsabilizar a los otros de nuestra pobreza espiritual; no es la sociedad, no son las dificultades, no es el sufrimiento, no es ni siquiera la propia iglesia la que nos aleja de Dios, es nuestra hipocresía de aparentar lo que no somos. Apariencias que se traducen en enseñar sin conocer las Escrituras, orar sin tener fe, hablar sin pensar, vacío interior que no llenamos con anhelo de Dios. Es fácil evitar enfrentar nuestros verdaderos sentimientos y fingir que todo está bien. Sin embargo, Jesús deja claro que espera nuestra honestidad y nuestra capacidad para enfrentar cada realidad que vivamos siendo sinceros con nuestros propios sentimientos y con la gente con la que nos relacionamos. No podemos seguir mintiendo, pues la mentira es el inicio del pecado en nuestras 124


vidas, es el inicio del pecado en la humanidad. ¿Recuerdas la historia de la caída? ¿Acaso no aparentaban Adán y Eva ante Dios que no ocurría nada? No podemos hacer lo que puede parecer más cómodo para así no tener que enfrentar problemas o situaciones complicadas. Coherencia y sinceridad. Los jóvenes huelen a distancia la hipocresía. ¿A quién pretendes engañar? ¿Crees que no tiene consecuencias? El cristianismo nominal será nuestra “piedra de tropiezo” en esta sociedad occidental, cristianos que sólo tienen nombre pero que no participan de la vida de iglesia, ni hacen real su fe ante las personas que las rodean. Cristianos que sólo cumplen con el bautismo, la boda o el entierro. Son personas que se consideran cristianas, y los demás las vemos así, sin embargo viven su fe sin convicción de que Jesús es Dios. La fe es algo más que una teoría intelectual que se acepta como un pensamiento de tipo filosófico, es mucho más que un sentimiento del momento; la fe es una relación genuina que se ve y expresa en cada uno de nuestros hechos. Los primeros cristianos ya luchaban con este tema como podemos ver en 2 Timoteo 3.5, donde nos advierte de que muchos se vestirán de piedad, mostrarán a los demás de que son cristianos con sus palabras y su “máscara”, pero en el fondo no creen en el poder de Jesucristo. Es una total contradicción, pues Dios nos conoce completamente, tanto nuestro exterior como nuestro interior. Pensemos un poco en ello. Puede darnos temor pero es una invitación de Dios para ser reales y auténticos cómo es él, no necesitamos fingir o aparentar ser algo que no somos. Nuestra honestidad no es una ofensa para Dios, incluso nuestras dudas sobre lo que Él es no le resultan extrañas cuando hay un corazón que busca relacionarse con él de forma auténtica. Dios nos acepta tal y como somos, no se sorprende de nuestra condición. ¡¡¡ Si él nos creó, sabe perfectamente cómo sentimos y somos!!! Ya nos conoce, lo que no le gusta es que seamos hipócritas y finjamos con él y con los demás. Tal vez sea el momento de reflexionar, de expresar lo que pensamos y sentimos; tal vez sea el momento de mostrar la realidad de nuestra condición y de 125


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ser más humildes, hacer morir nuestro “yo” para dejar que sea él quien viva en nosotros. Es el momento de sentir cada día la experiencia de nuestro primer encuentro con Jesús. Si conseguimos vencer nuestros “miedos” y “vergüenzas”, si conseguimos ser genuinos en nuestra relación con Dios, si no “tiramos la toalla”, si nos quitamos nuestra “máscara” de cristianos buenos, nuestra “chapa de espiritualidad” y reconocemos nuestra pobre condición, si nos arrepentimos de vivir como cristianos “nominales” entonces tenemos la promesa de que nuestro nombre está escrito en el libro de la vida. Es una esperanza viva, una esperanza real que hace que el cristianismo sea una auténtica aventura que merece ser experimentada y vivida de forma plena. Podemos seguir cumpliendo con nuestros “rituales” de domingo pero Dios quiere nuestro corazón, desea de forma ardiente una relación sincera. Hay esperanza para nosotros, porque es posible vivir de otra manera, es posible ser otra Iglesia, más cercana al modelo que Jesús quiere, una Iglesia que está dispuesta a confesar su pecado, a asumir sus errores, a buscar tener relación continua con el resto de los hermanos, a compartir nuestras vivencias, a ser transparentes en nuestro caminar. Necesitamos a nuestros hermanos para compartir nuestra debilidad, nuestras tentaciones y pecados, necesitamos esa relación que nos ayude a mejorar cada día, a ser mejores personas; lo necesitamos y eso no se consigue cumpliendo con nuestros “ritos”, nuestros “cultos” y nuestras “ofrendas”. Eso sólo es posible teniendo una relación sincera con Dios y con el resto de hermanos, es decir, con la Iglesia. Hay que seguir trabajando porque la recompensa merece la pena, hay que seguir luchando porque esa realidad se puede vivir hoy, ya, ahora.

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Para el estudio personal y en grupos pequeños Sardis ¿Cuándo una iglesia es pura fachada? ¿Se puede estar bien, según el Señor, en una iglesia que está muerta? En un tiempo la iglesia de Sardis estuvo bien, pero luego cayó. ¿Cómo esta nuestra iglesia? ¿Qué solución cristiana podemos ofrecer a una iglesia de estas características? ¿Qué personas son más importantes para mí: los hermanos/as de la iglesia o las personas de fuera? Como cristiano, ¿te gusta aparentar? Tu iglesia, ¿trabaja más hacia afuera que hacia adentro? ¿Cómo vives tu cristianismo, hacia adentro o hacia afuera? ¿Qué significó para ti el encuentro con el Señor? ¿Qué objetivo tienes en tu compromiso eclesial?

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El mensaje de las siete iglesias del Apocalipsis para la Iglesia de hoy

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Filadelfia

Carta a Filadelfia: Apocalipsis 3.7-13 Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado. Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

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El mensaje de las siete iglesias del Apocalipsis para la Iglesia de hoy

Introducción. La carta a la iglesia de Filadelfia es una carta espléndida. No contiene ningún reproche, y sí muchas promesas. Es la carta con más elogios de las siete. Está escrita a una comunidad cristiana pequeña que ha optado por no querer tener poder, por no figurar, que guarda la Palabra de Dios con fidelidad. Es un ejemplo magnífico para la iglesia de hoy, es una lección que merece la pena ser reflexionada. A su alrededor hay gente que la crítica, la calumnia, pero estos cristianos logran taparles la boca y convencerlos con su vida. Es una comunidad pequeña y económicamente pobre. Es un ejemplo real de cómo una pequeña comunidad puede dar luz en el lugar en el que se encuentra. El valor de las iglesias locales no está en su tamaño númerico, sino en su fidelidad al mensaje de Jesús. Juntamente con la carta a Laodicea es la que más referencias hace a la historia secular.

Su historia Filadelfia está a 45 km al suroeste de Sardis. Durante los 8 primeros siglos llevó otro nombre: Caletebus. Fue conquistada por Ciro el año 546 a.C. La ciudad de Filadelfia fue fundada por Átalas II Filadelfo, rey de Pérgamo, que vivió desde el 159-138 a.C. El nombre de la ciudad no sólo le viene por el apellido del conquistador sino también por la devoción que éste sentía por su hermano Eumenes II. Filadelfia significa “amor al hermano” (de φιλέω, amar y ἀδελφόϛ, hermano). La ciudad estaba situada en un lugar estratégico. Se la conocía como la puerta al Este, ya que confluían tres importantes rutas: Misia, Lidia y Frigia. Filadelfia era conocida por sus templos y sus festivales religiosos, hasta el punto de que en el siglo II se le llamó la pequeña Atenas. 130


Aunque no muy poblada, parece que contaba con una numerosa colonia judía. Plinio, Tácito y Estrabón, llamado “el Geógrafo”, nos hablan de los terremotos ocurridos en Asia, y en especial el del año 17 d.C., que destruyó diez ciudades importantes, entre ellas Filadelfia, pero más tarde fue reconstruida con la ayuda del Imperio Romano, debido, sobre todo, a la generosidad de Tiberio. Durante el reinado de Vespasiano (69-79 d.C.) Filadelfia adquirió otro título imperial, el de Flavia, y los dos nombres permanecieron y se pueden observar en algunas monedas del segundo y tercer siglo. Ruinas de la Iglesia de San Juan en Filadelfia, actualmente la ciudad se llama Alaşehir y sigue siendo pequeña con 40 mil habitantes aproximadamente.

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Análisis textual: 7. Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: El Santo. En la cultura judía “el Santo” era el título que se le otorgaba familiarmente a Dios (Habacuc 3.3). En este texto se aplica a Cristo. El Verdadero. El genuino; utilizado aquí para rechazar los comentarios judíos en relación a Cristo como un falso Mesías. Santo y Verdadero son atributos divinos, como podemos ver en el 6.10. Su uso aquí confirma la deidad de Jesús. De hecho, Isaías usa “Santo” casi exclusivamente para hablar de Jehová como el Santo de Israel. En el Apocalipsis nunca se aplica el atributo “Santo” a una persona humana; es atributo exclusivo de Dios. “Veraz” significa verdad garantizada, constante. El que tiene la llave de David. Expresión metafórica que indica o sugiere a la persona que tiene el control sobre el reino (ver Isaías 22.22). Jesús tiene el poder sobre la salvación y la condenación, por eso es perder el tiempo querer abrir la puerta que él ha cerrado, o cerrar las que él ha abierto. Jesús tiene el poder absoluto sobre el trono davídico como rey. Cristo es el soberano de los reyes de la tierra.

8. Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. 132


Una puerta abierta. Nos sugiere la idea de la oportunidad. Para evangelizar y para reconciliarnos con Dios. El Señor ha concedido a esta sencilla comunidad el privilegio de abrir la puerta de la evangelización. “La puerta abierta” son las circunstancias propicias que se le presentan a la iglesia de Filadelfia para un ministerio fecundo. Por otro lado, la sinagoga puede cerrarse, pero el acceso al reino nadie puede impedirlo, puesto que Cristo tiene las llaves. Él es el único que puede abrir y cerrar la entrada al reino, la Iglesia. Tienes poca fuerza. Las pequeñas iglesias pueden hacer grandes cosas. A pesar de ser una comunidad pequeña y con poco poder, Dios le garantiza la victoria. Jesús quiere que la fuerza de su iglesia esté en su debilidad, pero en una debilidad que “guarda su Palabra y que no reniega de su nombre”. Has guardado mi palabra. Esta iglesia de poco poder y poco prestigio es noble y fiel. No ha cambiado la palabra de Cristo por ninguna otra palabra que le viniera del exterior, por ningún alimento que pudiera resultar más agradable al paladar humano. No ha mezclado la ciencia de Cristo con la ciencia del mundo. Se trata de una iglesia pequeña que, no contenta con saber y conocer la Palabra, se compromete en cumplirla. Lo importante es actuar según Jesús. Seguirle es obedecerle.

9. He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado. La sinagoga de Satanás. La sinagoga que hay en la ciudad ya no es de Dios, ahora es de Satanás. Los judíos que allí se reúnen están persiguiendo a los 133


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cristianos, acusándolos delante del gobierno romano. Ignacio de Antioquía (uno de los Padres de la Iglesia) nos informa de que el conflicto entre los judíos y los cristianos en Filadelfia continuó hasta más allá del siglo II. La comunidad judía de Filadelfia proclamaba ser el verdadero Israel, pero en realidad ellos están mintiendo, puesto que no creen en Jesús el verdadero Mesías, y persiguen a aquellos que son fieles testigos de él. Según Josefo, los judíos en la zona del Asia Menor se habían convertido en amigos de Roma, no considerándolos verdaderos judíos, sino mentirosos. Así, la cláusula confirma que los judíos no creyentes no son el verdadero Israel.

10. Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. Te guardaré de la hora de la prueba. Aquí no está hablando del juicio final, sino de las pruebas que vendrán por medio de las tentaciones. Cuando ese día venga, el que esté firme en la fe será capaz de pasar la prueba y de obtener el premio a su fidelidad. La paciencia es la virtud que más se exige en Apocalipsis, porque es la que se precisa para luchar, para cuando se es perseguido, para cuando la oposición es brutal. La paciencia es la verdadera característica del apóstol (2 Corintios 12.12). Yo también te guardaré. Jesús nos dice que la fidelidad basada en la paciencia nos da seguridad en medio de las pruebas, aunque sean fuertes y difíciles. No es una seguridad que viene de la condición humana, sino la seguridad que nos viene de Dios. 134


Dios nos prueba a todos de muchas maneras, pero aunque las pruebas remuevan cielo y tierra, la fidelidad a la Palabra nos proporcionará la verdad que nos ayudará a resistir en los momentos más complicados. Necesitamos enraizar nuestra fe con verdaderos fundamentos. La paciencia y la oración serán dos elementos fundamentales para superar las pruebas.

11. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Vengo pronto. De nuevo no está hablando de la segunda venida, sino del juicio parcial que ocurre cuando abandonamos lo que tenemos del Señor, y el Señor viene cuando lo cree conveniente. La venida del Señor para cada individuo está siempre muy cercana, lo que hace que estemos alerta. Tome tu corona. Si no hay firmeza puede venir la derrota. Nadie puede quitar la corona de nuestra cabeza, sólo podría hacerlo nuestra propia infidelidad. Perder la corona implica no alcanzar la meta. La iglesia de Filadelfia sólo merece alabanzas. Cuando una iglesia ha llegado a tener una fuerte y genuina vivencia espiritual, no tiene que preocuparse por alcanzar otras metas, sino que, con los pies en la tierra, debe mantener con firmeza lo que tiene. El mensaje a Filadelfia es muy actual. Debemos guardar lo que tenemos. Cuando nos encontramos espiritualmente bien debemos trabajar para guardar lo que poseemos.

12. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el 135


El mensaje de las siete iglesias del Apocalipsis para la Iglesia de hoy

nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. Columna en el templo de mi Dios. Cuando un sacerdote moría en santidad y servicio, una columna se añadía al templo en su memoria. La columna tiene una función específica: sostener el edificio del cual forma parte. Los fieles son los que permanecen en el templo de Dios. Por tanto, nos habla de permanencia junto a Dios (1 Timoteo 3.15). Escribiré sobre él el nombre de mi Dios. Significa que llevan la marca de Dios y, por tanto, le pertenecen; esto encierra una gran responsabilidad de nuestra parte. Cuando la sociedad nos mira tiene que ver en nosotros que somos del Señor. Los vencedores, los cristianos fieles, son columnas en el templo de Dios. Se trata del sello definitivo que da Dios a los que son verdaderos seguidores de él. El nombre de la ciudad de mi Dios. Implica que son miembros de una ciudadanía especial, celestial (Hebreos 9.10; 12.22). Jesús grabará en él el nombre de la ciudad de su Dios. Esta Jerusalén es nueva y no es la prolongación de la Jerusalén de aquí abajo. Esta Jerusalén baja del cielo, de junto a Dios. Mi nombre nuevo. Se trata de un nombre nuevo que se da al vencedor. En este caso representa la nueva naturaleza que Dios otorga. Se trata de un nombre que se impondrá en la Jerusalén celestial.

13. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. 136


Esperanza para la iglesia de hoy:

Filadelfia ¡Ánimo, no importa que seamos pocos! No quiere decir esto que la iglesia local siempre deba ser pequeña, pero Jesús pone como ejemplo la vida de una pequeña comunidad para hacernos ver lo que realmente es importante para él. Nuestra Iglesia, tantas veces obsesionada con su marketing y su imagen, olvida que lo importante es mantenerse fiel al mensaje de la Biblia. Nadie puede cerrar lo que Dios abre; nadie puede abrir lo que Dios cierra. La invitación es simple: el que opta por ser humilde, sin aparentar, sin poder, tiene un puesto especial en el corazón de Dios. Somos llamados a seguir a Jesús sin importar las alabanzas de los hombres, somos llamados a la obediencia a pesar del “qué dirán”. No hay mayor sensación de placer que saber que estás dentro de la voluntad de Dios, que tu latido es el latido de Dios, que tu caminar tiene propósito y sentido. No lo hacemos por esa búsqueda de placer, lo hacemos porque amamos a Dios sin condiciones. Es increíble saber que no importa que nosotros consideremos nuestras acciones como pequeños gestos, Dios conoce nuestras obras. Él ve nuestro corazón, él sabe nuestras dificultades, nuestra falta de recursos, conocimiento o valor. Dios lo sabe todo y eso nos llena de esperanza, porque no quedarán en el olvido aquellas pequeñas cosas que hicimos para la obra de Dios. Dios se fija en aquellos que en silencio dan unas palabras de ánimo, consuelan a los que sufren, sirven sin ser vistos o reconocidos. Tenemos un puesto especial todos aquellos que buscamos la humildad. Aquellos que han decidido no aparentar porque comprenden que lo poco que somos, lo poco que podemos ofrecer es por la gracia de Dios, es por137


El mensaje de las siete iglesias del Apocalipsis para la Iglesia de hoy

que él nos alimenta, es porque Jesús es el “maná” que cada día comemos. En la sencillez está nuestra grandeza. Estamos invitados a ser una iglesia sin opulencia. El amor de los hermanos de Filadelfia también se ve reflejado en su maravillosa paciencia, es decir, en la resistencia activa; es la virtud esencial para cuando hay agresiones externas. La promesa de Dios es su protección fiel en la hora de la prueba. Su fortaleza se convierte en nuestra seguridad. Su Palabra, cuando es obedecida, cuando es encarnada en nuestras vidas, cuando tenemos la capacidad de llevarla a la sencillez de nuestra vida cotidiana, se convierte en un arma perfecta para combatir la dificultad. En ella encontramos refrigerio para el alma, esperanza en medio del sufrimiento, medicina para el dolor. No obstante, hay una advertencia: “no te relajes”. Mantenernos en guardia es una de nuestras misiones. Estar atentos a la voluntad de Dios es algo que necesitamos para que otros no vengan a quitarnos la fe que tenemos, destruyendo el camino recorrido. Hoy es tiempo de estar alerta. El mensaje “vengo pronto” nos lleva a estar siempre en guardia, y tenemos este deber porque sufrimos una persecución silenciosa. Hoy se quiere quitar todo atisbo de “religión” en el espacio público, es lo que se llama el “laicismo”. Sinceramente, no creo que esto sea lo peor. El final de la religión organizada no es lo peligroso; el auténtico temor es que perdamos nuestra identidad, el mensaje del Evangelio, es que “callemos” cuando las personas se pierden. Podemos callar las voces de los hombres pero no podemos luchar contra el mensaje de Jesucristo, contra su persona. Pueden quitarnos los símbolos externos pero nuestro deber es mantenernos fiel en nuestro modo de vivir. Nuestro amor debería hacer caer cualquier barrera. Nuestra fidelidad a Dios debería hacer ver que es imposible restringirlo a nuestra “área privada”. Dios no es algo que sólo se vive en las paredes de mi casa, Dios está presente en todos los lugares. Si estamos dispuestos a ser fieles no hay que tener temor a que nos arrebaten nada, la “corona”, nuestra salvación. Esa fidelidad es la 138


que hará sostener a la Iglesia; hay que aferrarse a la verdad, pero la verdad sólo se encuentra en la Palabra de Dios, no en las tradiciones de los hombres, no en su propia cultura. A veces nos olvidamos de que sólo veremos a Dios si somos capaces de ver a Jesús, y para ver a Jesús hay que comenzar y mantener una relación personal con él. Nuestra esperanza se deposita en que Jesús permitió, mediante su muerte y resurrección, que esa realidad puede ser vivida hoy. El cristiano fiel a Dios recibirá un nombre nuevo. Somos nuevas criaturas porque hemos sido adoptados como hijos suyos, nos pertenece esa “corona” porque Jesús la compró con su sacrificio. Hoy la Iglesia necesita volver a sus fundamentos más básicos, necesita vivir la fe en la cotidianidad, en los pequeños detalles, en comunidades a veces pequeñas pero que tienen fidelidad a la Palabra. Son esos fieles los que harán posible que la Iglesia siga firme. Esas personas humildes, íntegras, sin mucho nombre a los ojos de los hombres, se convierten en los pilares de la Iglesia de hoy, porque en ellos no vemos arrogancia, ni opulencia, no vemos inmoralidad, ni intereses ocultos. En esas personas vemos la paciencia y el amor de Dios; vemos su fidelidad al mensaje. Nuevamente la coherencia aparece como un sello para los verdaderos cristianos. Hay esperanza porque podemos afirmar que existe una Iglesia que sigue el modelo de la iglesia Filadelfia. Tenemos esperanza porque sabemos que Dios no se olvida de ninguno de ellos. Hay recompensa: un nuevo nombre, una nueva ciudadanía que será otorgada gracias a nuestra fidelidad. ¿Cuánto deseamos que Dios venga a nuestras vidas? ¿Qué nombre queremos que Dios nos ponga? Es mi deseo, cada día, que Dios me llamé por mi nuevo nombre. Hoy podemos “nacer de nuevo”.

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El mensaje de las siete iglesias del Apocalipsis para la Iglesia de hoy

Para el estudio personal y en grupos pequeños Filadelfia ¿Qué cambios ha de llevar a cabo nuestra iglesia si quiere ser como la iglesia de Filadelfia? ¿Qué temas debes revisar en tu vida que afectan a tu iglesia? ¿Quiere el Señor que sea alguien importante o que pase desapercibido? ¿Vives las prioridades del Señor o las tuyas? ¿En qué circunstancias de tu vida necesitas la paciencia? ¿Cómo está la fidelidad al compromiso cristiano de la iglesia local? ¿Cómo está mi compromiso de fidelidad con Dios? ¿Está la iglesia aprovechando todas las oportunidades para la evangelización? ¿Estás tu comprometido con la evangelización? ¿Qué no estás haciendo y que afecta a tu iglesia?

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Laodicea

Carta a Laodicea: Apocalipsis 3.14-22 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

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Introducción La carta a Laodicea es una carta severa escrita a una iglesia dormida espiritualmente. Es una comunidad con pocos fallos, pero también sin grandes virtudes. Viven en un estado de mediocridad galopante y ésta es una de las razones por las que se encuentra mal. En esta carta descubrimos, en una confrontación con el Señor, lo que Laodicea pensaba de sí misma y lo que en verdad era realmente. Los cristianos eran ricos económicamente, a veces vemos que el bienestar económico puede enfriar la fe. La iglesia de Laodicea es la que está más lejos de un arrepentimiento sincero, porque cree que no lo necesita. No recibe ningún elogio. Sin embargo, y a pesar de su tibieza, Cristo se le acerca con amor y corrige lo deficiente, con seriedad y severidad.

Su historia: La ciudad de Laodicea, junto al río Lico, se halla al oriente de Éfeso. Fue fundada por el rey de Siria Antioco II, en el año 250 a.C., dándole a la ciudad el nombre de su esposa. En el año 133 a.C. Laodicea vino a ser parte del Imperio Romano. Durante el período de dominación romana, Laodicea llegó a ser la ciudad más próspera de Frigia. Cicerón nos dejó escrito que Laodicea era una ciudad con un gran desarrollo comercial e industrial, produciendo un gran crecimiento económico y la implantación de prósperos bancos. Prueba de su importante incremento económico es el hecho de que después de la destrucción de toda la ciudad por el terremoto del 60 d.C. ésta se levantó de sus ruinas por sí misma, sin la ayuda financiera de Roma. El historiador romano Tácito, hablando de este hecho, escribe: “Laodicea se levantó de las ruinas por la fuerza de su propia economía, sin ayuda de nuestra parte”. También era conocida por su escuela de medicina donde se habían conseguido grandes éxitos en oftalmología y otorrino142


laringología. Muchos médicos famosos salieron de esta escuela. Ellos fueron los inventores del colirio para los ojos, colirio que era exportado a todo el Imperio Romano. Los laodicenses se sentían orgullosos de sí mismos; tenían un gran complejo de autosuficiencia y nunca aceptaron ayuda de nadie. La iglesia había sido fundada por Epafras de Colosas, durante el ministerio de Pablo en Éfeso. Cuando el apóstol Pablo escribe a los colosenses, saluda a los de Laodicea y les propone un intercambio de cartas. La carta de Colosas ha de ser leída en Laodicea y viceversa. Por desgracia, la carta escrita por Pablo a la iglesia de Laodicea se ha perdido.

Arriba, un grabado del siglo XIX de la ciudad de Laodicea, a la derecha vemos el teatro.

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Análisis textual: 14. Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: El Amén. El título es único en Juan. Nos habla “del Dios del amén”, de Isaías 65.16, el Dios de la afirmación, el Dios de verdad. Para el judaísmo “el amén” es el pre-conocimiento de lo que es verdadero, de lo que vale, de lo que permanece. Por tanto, Jesús es la afirmación de la verdad de Dios, él es el amén. El “amén” pronunciado por una comunidad conlleva un sentido vinculante; comprometía en lo que se había presenciado y oído. Sin embargo, la iglesia de Laodicea es la antítesis del “amén’, porque no es fiel en absoluto en lo prometido. El testigo fiel y verdadero. Está en contraste con la infidelidad de los creyentes en Laodicea. Cristo es el testigo fiel y veraz, no hay engaño en su boca, no puede defraudarnos, en quien todas las cosas de Dios son “sí” y “amén”, y en quien todo halla su principio, origen, y fin, dando así sentido a todas las cosas. La iglesia de Laodicea había perdido esta perspectiva, olvidando no sólo la razón que le dio vida sino la razón de su mismo existir: el testimonio, la veracidad, la finalidad de su estar y obrar en el mundo y la vocación suprema de incesante renovación que el Señor espera de su pueblo. El principio de la creación de Dios. No en relación a primero, sino a principio, a origen de la creación de donde principia todo, él es la base principal de todo el edificio de la creación (ver el contexto de Hebreos 12.2) donde nos habla del autor o causante de todo. Por tanto, Jesús es el creador de todo lo que existe, lo que llamaríamos principio causal, siendo la causa de todo lo que existe (también en Colosenses 1.15-20). 144


15. Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Ni eres frío ni caliente. Cristo no tolera la tibieza. El frío tiene más posibilidades que el tibio; el enemigo declarado (Saulo) puede convertirse en apóstol (Pablo), pero no así el indiferente. Hay más esperanza para el frío que para el indolente. Dios prefiere el rechazo o la aceptación genuina más que una actitud hipócrita. En el cristianismo no hay lugar para la neutralidad. Las personas o están con Jesús o están en contra de él.

16. Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Te vomitaré de mi boca. Hay un rechazo tajante de parte de Dios al mantenimiento de una actitud mezquina e hipócrita. La mediocridad le produce al Señor repugnancia, asco y ganas de vomitar. En este punto podríamos preguntar: ¿Quiénes son los mediocres, los tibios? El que dice ser cristiano y se olvida del amor al hermano/a. El que dice tener fe pero no tiene obras. El que hace acepción de personas. El que no es sensible a las necesidades de los demás. (Y podíamos seguir la lista). El mediocre no cae en la cuenta de la verdadera situación en la que vive, puede que se encuentre satisfecho de sí mismo, de su vida cristiana. Incluso piensa que todo va bien por el hecho de que los domingos asiste a los cultos de la iglesia. No ha calculado las consecuencias de su modo de vida, su mediocridad le produce ceguera. 145


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17. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Yo soy rico. La posición económica que disfrutaban los miembros de la iglesia les había convertido en unos pobres espirituales. Es interesante contrastar los puntos negativos expuestos con la situación de la sociedad y la iglesia en Laodicea: Ellos decían:

El Señor dice:

Soy rico

Eres pobre

Estoy seguro

Eres desventurado

Orgullo propio

Miserable

Escuelas de medicina

Ciego

Factoría de pieles

Desnudo

18. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Oro refinado en fuego. La riqueza nos llegará con la afirmación de la fe; la fe es más preciosa que el oro (1 Pedro 1.7). El amor es el oro probado por el fuego. Vestiduras blancas. La desnudez para el judío era símbolo de humillación (2 Samuel 10.4; Isaías 20.4). Estar vestido implica dignidad y honor (Daniel 5.29). Sólo con la limpieza de nuestras vidas podemos dar honor a Cristo. El blanco es símbolo de pureza y de victoria. 146


Unge tus ojos con colirio. La luz verdadera sólo puede venir del Espíritu del Señor (Juan 9.39). Los términos en los que se hace la recomendación se comprende mejor cuando se piensa que en Laodicea abundaban los bancos, que allí se fabricaban tejidos de color negro y se exportaba una crema para aplicar a los ojos, elaborada en forma de barritas blandas. La iglesia de Laodicea aún tiene remedio y posibilidad de solución. El remedio está en el arrepentimiento, en caer en la cuenta del mal estado en el que se encuentran y en el deseo y compromiso de volver a Cristo.

19. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. Arrepiéntete. Los creyentes en Laodicea deben comprender que las palabras de Jesús no son de castigo en juicio, sino de amor. Cristo los ama y por eso los corrige y exige de ellos el arrepentimiento. La disciplina es muchas veces necesaria para cambiar nuestra forma de ser. Por tanto, les deja una puerta al arrepentimiento, que cambien su forma de pensar en relación al pecado en sus vidas y tengan celo por las cosas de Dios.

20. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Cenaré con él, y él conmigo. Aunque la carta va dirigida a la iglesia, la responsabilidad es individual. Debemos notar que la llamada es al creyente que, el Señor desea una relación íntima con cada uno de nosotros. Cristo invita a los lectores a renovar la comunión con él. 147


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21. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. En mi trono. Victoria y trono sugieren que la vida cristiana es una ruta combativa, al final de la cual hay una corona. Cristo nos incorpora a su victoria y a su trono, pero no podemos olvidar que Cristo llegó a toda esta gloria por el camino de la cruz. El trono tiene el significado del honor real. Los reyes de España, para conmemorar su 25 aniversario de casados, invitaron a doce matrimonios elegidos al azar. Fue un honor para todos ellos estar cenando con los reyes. Estar con Cristo es el honor más grande que puede concebir el ser humano. Esto nos anima a la perseverancia, si él ha sido victorioso, nosotros, junto a él, también podremos serlo.

22. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

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Esperanza para la iglesia de hoy:

Laodicea Dios quiere que nos definamos, no que seamos cristianos “a medias”. La iglesia en los países más ricos se ha vuelto tibia. Nuestro cristianismo es un cristianismo cómodo que no molesta a nadie, nuestra tibieza hace que seamos indiferentes ante el mundo que nos rodea. Para Dios, esta forma de vivir la fe resulta totalmente inadmisible, es vomitiba. La tibieza o mediocridad le produce náuseas. Las palabras suenan fuertes, pero hay buenas razones detrás de ellas. Dios quiere movernos, quiere que tomemos decisiones, quiere que no seamos conformistas con la vida que tenemos. La gente de hoy está poco dispuesta al sacrificio, así nuestros modos de vida no corren peligro a pesar de nuestra fe. ¿Tenemos claro qué es entregar nuestra vida a Dios? Más bien podríamos decir que nuestra fe es una filosofía que hemos asumido, como un poema bonito, pero la vida sigue vacía. ¿Acaso la entrega es levantar la mano, arrodillarse o mostrar ciertos valores morales? “¡Ojalá seas frío o caliente!”, dice Jesús. Ojalá la iglesia de hoy supiera qué es ser discípulo de Cristo, que las Palabras de la iglesia a Laodicea nos empujasen a tomar partido. Los calificativos de Dios no están destinados a aquellos que no le conocen, sino que se los dice a los miembros de su iglesia que viven una tibia espiritualidad. Les indica que son pobres, miserables, que están desnudos. Con frecuencia decimos que, con el paso del tiempo, las cosas cambian, que los cristianos se apagan, que ya no viven ese primer amor, que los jóvenes tienen fuerza y vigor y son más apasionados. Sin embargo, nuestra relación personal con Jesús no tiene que ver con los años o la experiencia sino con nuestra pasión, nuestro amor genuino, 149


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con renovarnos cada día. Como se describe en la carta tiene que ver con reconocer nuestra condición, nuestra necesidad continua de Dios. Aquellas personas pensaban que no tenían nada de que arrepentirse. Hoy nos pasa igual, muchos cristianos piensan que pueden vivir de las rentas del pasado. Es cierto que cada uno de nosotros tenemos nuestras razones, nuestro trabajo, problemas familiares, debilidades y tentaciones, nuestro pecado, nuestras relaciones, nuestro dolor, sufrimiento, tensiones, presiones, etc… Sí, es cierto, pero Dios conoce nuestras obras, Dios sabe de nuestras dificultades, de nuestras razones, pero nos sigue diciendo: “¡Ojalá seas frío o caliente!” ¿En qué hemos fallado? ¿Qué hace que nuestro cristianismo sea tibio? ¿Qué hace que la iglesia no nos sepa a nada? ¿No será que nuestra relación personal con Jesús es mediocre, pequeña? ¿No será que no estamos dispuestos a pasar un ratito con Dios? ¿Cuánto tiempo le dedicamos a Dios? Seamos sinceros: siempre hay prioridades que están por encima. Prioridades muchas veces creadas por la sociedad del “bienestar” en la que nos encontramos. La base para no ser tibio, para encender nuestra pasión, es conocer a Dios, conocer su amor infinito, su gloria eterna. No conformarnos con el modelo de Dios que nos han contado, con una religión, con unas formas, con ciertos ritos que cumplir. Conocer a Dios requiere tiempo (igual que cualquier relación con una persona requiere convivencia). Requiere leer la Biblia, su revelación, conocer la Palabra, disfrutarla, saborearla, orar para que Dios siga dándonos sabiduría, necesitamos obedecer a Dios con todo nuestro corazón, nuestra mente, nuestro cuerpo. Hagamos un examen real y tomemos decisiones prácticas: leer la Biblia, orar cada día, quedar con otros creyentes para animarnos mutuamente a realizar estas cosas, recordemos esos mandamientos recíprocos: amarse unos a otros, confesarse unos a otros, perdonarse, servise, etc… 150


Nuestra tibieza no se resuelve sólo con conocer a Dios. Las palabras se tienen que traducir en hechos concretos. Con sacrificios, con renuncia a algo. ¿Estamos dispuestos a renunciar? Nuestra tibieza está en directa relación con nuestra capacidad de sacrificio y hoy el compromiso es pobre. Hemos decidido crear nuestra “iglesia a la carta”. Queremos, pedimos de ella, ahora no me pidas que me sacrifique por la misma. Quiero las cosas ya, no estoy dispuesto a esperar. Así vamos moldeando nuestra relación con Dios a nuestra voluntad; nuestros tiempos son los que importan, no los de Dios. Hemos reducido a Dios a un concepto, a una varita mágica para cuando tengo dificultades. ¿Es nuestra meta ser como Jesús? Pensemos seriamente, él murió en una cruz. ¿De verdad que es nuestro modelo? Hoy necesitamos morir a nosotros mismos cada día, entregarnos a la causa de Dios, sacrificarnos porque merece la pena. Nuestra historia como Iglesia está escrita con el sacrificio de muchas personas que decidieron abandonar su propio yo, su voluntad para cumplir con la voluntad de Dios, personas que decidieron encender su pasión cada día por Jesucristo. La indiferencia es ceguera y no nos permite ver con objetividad. La tibieza de nuestra iglesia se traduce en la poca capacidad para servir, para sacrificarnos por los demás. Ahora lo importante es ser “guay”, sentirnos cómodos, que nuestras acciones me sean agradables, me hagan sentir bien. Hemos construido la iglesia que alimenta nuestro ego pero que se olvida de su propósito, que no es otro que proclamar la verdad de Dios, con todo su amor, pero también con toda su radicalidad. Ser cristiano no es una vida fácil, no es un “camino de rosas”. No somos llamados a tener un buen local, a hacer unas actividades muy entretenidas o vistosas, en definitiva, a que la gente se sienta bien. Nadie conoce a Dios sin conocer su propio pecado, sin reconocer su condición y dejar que la misericordia venga a nosotros por medio de nuestro arrepentimiento. No estoy diciendo que las formas estén bien o mal, tenemos que

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trabajar para tender puentes entre nosotros y aquellos que no lo conocen, pero tenemos que tener una relación personal con Jesús que se convierte en el motor de nuestra vida. Lo interno tiene mucho más valor que lo externo. Y pensamos que el testimonio es suficiente, sin embargo, la fe viene por el oír, por conocer la Palabra de Dios. ¿Cuándo hemos cogido “vacaciones de Dios”? ¿Cuándo decidimos que era mejor vivir un cristianismo cómodo? ¿Cuándo perdimos el tren? ¿Cuándo dejamos que nuestro “yo” dictara el devenir de nuestra vida? ¿Qué nos ha convertido en lo que somos? La autosuficiencia puede ser perjudicial para nuestro desarrollo espiritual. La carta a Laodicea nos da algunas pistas de nuestro problema. El dinero, las riquezas, el consumismo y la sociedad “del bienestar”, nos alejan de Dios, hacen que pensemos que ya no lo necesitamos, porque tenemos mucho más de lo que merecemos y eso nos hace olvidar que todo le pertenece a él. Pensamos que no necesitamos a Dios para nuestros logros personales. Hacemos tesoros aquí en la tierra y nos olvidamos de lo que permanece, de lo que es trascendente, de lo que es eterno. ¿Qué le vamos a decir a nuestro Dios? ¿Que tenemos un buen coche? ¿Que tenemos un buen trabajo? ¿Qué estamos ofreciendo a Jesús, a aquel que nos salvó, al que nos amó con amor infinito, al que me eligió a pesar de ser como soy? ¿Qué hacemos con nuestra vida? La cuestión es: Si Dios viene, si Jesús se presenta ahora delante de ti, ¿qué tienes que ofrecerle? ¿Qué puedes decirle acerca de tus sacrificios? ¿A qué hemos renunciado por seguir a Jesús? ¿Qué hemos abandonado, qué conductas hemos cambiado, qué pensamiento se ha modificado, qué cosas físicas hemos entregado, qué dinero, qué tiempo…? La entrega a Dios es total desde el primer momento. Jesús no pidió a nadie seguirle a medias tintas. ¿Has pensado alguna vez en cómo llamó a los que le seguían, que les demandó? Todo. 152


Sabemos que la sociedad actual no ayuda, pero no es excusa, Dios quiere una Iglesia totalmente entregada a él. La esperanza es que hay posibilidad de arrepentirse, de comenzar de nuevo, de decir “ahora lo doy todo, ahora Dios puede decirme qué hago respecto a cada cosa que me afecta: mis relaciones, mis posesiones, mis pasiones, mi tiempo”. Tenemos que reconocer que una buena economía puede entorpecer nuestro crecimiento espiritual. Hay esperanza porque Dios nos ama. Cristo corrige con severidad al mediocre para que despierte y cambie. Es duro, pero su amor es incomparable, su entrega por nosotros es total. ¿Cómo es la nuestra? Porque la responsabilidad es individual. No son los demás los que fallan. La explicación no está fuera, está en asumir nuestra propia responsabilidad. Si hacemos esto, hay esperanza, esperanza para el cambio, esperanza para este mundo en crisis, esperanza para que la Iglesia hoy despierte.

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Para el estudio personal y en grupos pequeños Laodicea ¿Es tu iglesia local parecida a la de Laodicea? ¿Soy yo un miembro de la Iglesia de Laodicea? ¿Qué debemos cambiar para no ser como los de Laodicea? ¿Es mi vida espiritual mediocre? ¿Cómo puedes cambiar tu situación actual? ¿Estás avanzando hacia adelante o vas hacia atrás? ¿Cómo está tu congregación en relación a la vivencia cristiana? ¿Cómo nos encontramos en relación a la palabra “koinonia” (comunión)? ¿Cómo está nuestra vida de oración? ¿Estamos dispuestos al arrepentimiento si vemos que nuestra vida es mediocre?

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Un mensaje final de esperanza

Hemos hablado de todos nuestros errores. A veces suena duro, a veces nos duele. Pero nuestra esperanza está depositada en un Jesús resucitado que nos busca, que quiere tener un encuentro personal con nosotros, quiere amarnos, quiere seguir derramando su misericordia en nuestras vidas. Hay esperanza porque todavía estamos a tiempo de arrepentirnos. Las cartas del Apocalipsis son un llamamiento continuo al arrepentimiento, son una presentación constante del amor paciente de Dios. Sigue estando a la puerta esperando a que le abramos, sigue deseando tener una relación íntima con nosotros. Quiere comer con nosotros, quiere darnos agua viva que recorra nuestro interior, que no nos haga conformistas, que sigamos luchando por el cambio. Paciencia, fe, lucha y esperanza son pensamientos constantes en las cartas para decirnos que hemos vencido. Vivimos en victoria cuando nuestro cristianismo es real, cuando no son meras palabras, cuando se convierte en el motor de mi historia. Una victoria que comenzó en la cruz. Una victoria que hoy continúa. Hay esperanza porque Cristo resucitó. Hay esperanza porque su misericordia no tiene fin. Hay esperanza porque su Palabra sigue disciplinando a la Iglesia. Hay esperanza porque cada día el cambio se realiza en mi persona. Hay esperanza cuando hemos decidido entregarnos totalmente a su mensaje. Hay esperanza porque lo que vemos, lo que vivimos, no es el propósito completo de Dios. Hay esperanza porque hay nuevos cielos y nueva tierra, porque hay una eternidad que vivir con él, porque vamos a disfrutar de su gloria, de su presencia, de su intimidad junto al trono. Hay esperanza porque esa realidad la podemos comenzar a vivir hoy. Hay esperanza porque siempre habrá remanente fiel. Este mundo en crisis nos necesita, necesita este mensaje de esperanza, ¿a qué esperas para compartirlo? 155


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Pr贸ximos lanzamientos

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