El Viejo Topo | Número 434 | Marzo 2024

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Portada: Manifestante en contra del golpe del Tatmadaw. Rangún, 2021

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Ola de violencia en el país de la línea imaginaria POR LUIS ANDRÉS GONZÁLEZ

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Repensar las luchas de clases: “comunidad” y “propiedad” POR GENÍS PLANA

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La hoguera birmana POR HIGINIO POLO

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Hay que defender la sociedad salarial Entrevista a Robert Castel POR JUAN TABARES

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Los humanos, culpables del cambio climático. ¿Seguro? POR JUAN JAVIER SÁNCHEZ CARRIÓN

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Cine: Un fresco de la anarquía del poder: Salò o los 120 días de Sodoma POR JAVIER ENRÍQUEZ ROMÁN

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Filosofa, que algo queda Militia est vita hominis POR MIGUEL CANDEL

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Libros

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Dossier: El colapso ecológico en discusión 24 Para un ecosocialismo pragmático Entrevista a Emilio Santiago Muiño POR SALVADOR LÓPEZ ARNAL 30 Construir comunidades, desear ecotopías Entrevista a Luis González Reyes POR SALVADOR LÓPEZ ARNAL

EL VIEJO TOPO, revista mensual. FUNDADORES: Primera época, Claudi Montañá (†), Miguel Riera, Josep Sarret. Segunda época, Elisa Nuria Cabot, Jordi Dauder (†), Ernesto Fontecilla, Enrique Helguera, Esther Mañé, Santiago Palacios, Miguel Riera, José Sanchis Sinisterra. DIRECTOR: Miguel Riera. REDACCIÓN: Genís Plana DISEÑO: Elisa Nuria Cabot. Edita: Ediciones de Intervención Cultural, S.L. (Barcelona). Imprime: Gráficas Gómez Boj. ISSN 0210-2706, Depósito Legal B-40.61676. Impreso en España. El Viejo Topo no retribuye las colaboraciones. La redacción no devuelve los originales no solicitados, ni mantiene correspondencia sobre los mismos. Los colaboradores aceptan que sus aportaciones aparezcan tanto en soporte impreso como en digital. La revista no comparte necesariamente las opiniones firmadas de sus colaboradores. Esta revista ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. El VIEJO TOPO, c/Juan de la Cierva, 6, 08339 Vilassar de Dalt (Barcelona). Tel. Administración, redacción, publicidad y suscripciones (93)755-08-32, e-mail: pedidos @edic.com, info@elviejotopo.com.

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Militares patrullan las calles del Ecuador

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Ola de violencia en el país de la línea imaginaria por Luis Andrés González

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a República del Ecuador ha vivido un episodio de violencia extrema por parte de bandas armadas vinculadas al narcotráfico. Hace menos de diez años era uno de los países más seguros de la región… ¿Qué ha pasado desde entonces?

En las siguientes líneas trataremos de abordar una problemática presente en la actual República del Ecuador: La violencia provocada por el crimen organizado. Aunque dicha problemática se explica por los males crónicos que aquejan a las naciones hispanoamericanas (la violencia estructural, un Estado históricamente endeble y una sociedad fracturada), es cierto que la proliferación de bandas criminales se ha originado en los últimos años. Estas bandas criminales han sembrado terror en la sociedad ecuatoriana, acostumbrada a convivir y desarrollarse en un medio relativamente pacífico hasta hace muy poco. Las noticias que Ecuador ha entregado al mundo en las últimas semanas han sido de gran magnitud mediática y han tenido eco en gran parte de la prensa internacional. No es para menos. Antecedentes Para empezar, cabría exponer algunas de las causas principales por las que el país sudamericano se encuentra sumido en una crisis sin precedentes en su historia. Ecuador ha sido una nación acostumbrada únicamente a ser “observadora” de los crímenes que las bandas delincuenciales y el narcotráfico cometen en otras latitudes (Colombia o México, por citar los ejemplos más característicos), y hoy se mira con preocupación y muy de cerca el dolor, la muerte y la fractura moral, espiritual y material que grandes capas de su sociedad están experimentando. Para mucha gente de fuera esto ha sido una verdadera sorpresa: ¿Cómo es posible que el segundo país más seguro de América Latina, hasta hace muy poco, se haya convertido en

un sitio donde reina la violencia? Esta es una pregunta que tiene varias respuestas. En primer lugar, durante la presidencia de Rafael Correa (2007-2017) se implementaron políticas cruciales que condujeron a la paulatina desaparición de círculos de violencia dentro del territorio nacional. Correa, por medio de su plan de gobierno, adoptó políticas de tintes desarrollistas, políticas keynesianas con una fuerte inversión social en los ámbitos de seguridad, pero también en salud y educación. Se podría decir que se produjo una mejora en las condiciones de vida de los ecuatorianos. Mucha población salió de la pobreza, llegando a niveles históricos en la disminución del porcentaje en dicho rubro; y también se empezó a fortalecer una incipiente pero entusiasta clase media. Aunque evidentemente quedó mucho por hacer, se estaba dando una dirección más o menos correcta para la consecución de una pequeña experiencia de Estado de Bienestar en Sudamérica. Ecuador es un país en vías de desarrollo; y, además, es un territorio demasiado expuesto al negocio del narcotráfico y a sus lógicas. Por esta razón, precisamente, la doctrina de un “Estado presente” es la que mantenía el equilibrio social en el país, impidiendo que se encallase cual barco en una tempestad. Ecuador siguió a flote hasta la llegada a la presidencia de Lenin Moreno, quién cambió drásticamente el rumbo seguido durante los últimos años. Las políticas adoptadas por Correa se suspendieron, dando paso a las recetas pro-mercado y a la gradual reducción de la capacidad estatal para atender los problemas más urgentes, entre ellos la seguridad. Durante el gobierno de Lenin Moreno (2017-2021) se toma-

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ron decisiones antipopulares y desacertadas, una de las más Rafael Correa (actualmente asilado político en Bélgica) y la de llamativas fue la eliminación del Ministerio de Justicia, que los cuadros de su movimiento político. Se trata de una especie actuaba como una institución fundamental en la gestión de la de campaña sucia en contra del “correísmo” que se ha centraseguridad. Cabe decir que Moreno llegó al poder mediante el do en desprestigiar al movimiento de la Revolución Ciudamovimiento político de su predecesor Correa, pero que, una dana, y a sus simpatizantes, con el fin de destruir la única vez alcanzado el poder, traicionó la voluntad popular de seguir opción política real ubicada dentro del espectro de la izquiercon sus programas políticos, y se volcó hacia las derechas que da. Todo esto ha sido posible porque el Estado de Derecho ha han acabado por saquear el país. Asimismo, el Estado perdió el entrado en una crisis profunda. control de los centros carcelarios, como le ocurrió a Brasil en la La realidad es que Ecuador muestra una inmadurez institudécada de los 2000. Esto último fue el caldo de cultivo perfecto cional profunda. Con el propósito de no someterse a un juicio para el desarrollo del crimen organizado y las político por malversación de fondos públicos, El Estado perdió bandas ligadas al narcotráfico. La receta neolibeel presidente Guillermo Lasso disolvió el Parral de política de “Estado mínimo” ha sido una de lamento en mayo de 2023 y evitó ser destituido. el control de las principales causas para que el país viva esta Unos meses después, en octubre de 2023, se los centros crisis de violencia. celebró la segunda vuelta de las elecciones precarcelarios y de Después de la presidencia de Moreno, las elecsidenciales, dando el triunfo a Daniel Noboa, los puertos ciones del año 2021 fueron ganadas por el banlíder de la coalición Acción Democrática Naquero Guillermo Lasso, quien siguió con la cional. En la actualidad, la sociedad ecuatoriamisma línea de políticas de austeridad y de ajusna está empobrecida a niveles alarmantes, más te, dictadas por el Fondo Monetario Internaciodel 30% de personas viven por debajo del umnal, y aupadas por los medios de comunicación tradicionales, bral de la pobreza y esto es producto de una serie de políticas defensores históricos de las clases dominantes en el país. Otra desacertadas que han llevado a cabo sus gobernantes, princicuestión no menos importante es que, con Guillermo Lasso, el palmente en el último lustro. Estado ecuatoriano va a perder el control sobre sus puertos, donde los grupos vinculados al narco van a aprovechar y desaSituación actual rrollar su negocio de forma muy sencilla, en vista de que las “Estado fallido” es una categoría muy implementada en la autoridades portuarias, al igual que las carcelarias, fueron fápolítica y los estudios internacionales para designar a entidacilmente compradas con dinero del narco. La corrupción es des estatales que han perdido el monopolio del ejercicio de la endémica, y es el peor de los males. fuerza. Además, que no han resuelto la idea del bien común y Como ya se ha mencionado, los mass media tradicionales de la convivencia en bienestar para sus connacionales. Todo han jugado un rol fundamental en la defensa de las autoridaesto sigue siendo tarea pendiente. des que gobiernan el país y que son las causantes principales Daniel Noboa, el actual presidente de la República del de esta debacle. La función de esos mass media ha consistido Ecuador, pertenece a una de las familias más adineradas del en que los planteamientos de la minoría ruidosa que se oponía país. Es un político joven, sin experiencia alguna para afrontar a las políticas de Rafael Correa se generalizasen y acabasen por condicionar el conjunto de la opinión pública. No obstante, debe tenerse en cuenta que, pese a esa fehaciente oposición al “correísmo”, el movimiento político de Correa sigue siendo una opción muy popular dentro del electorado nacional, quizá porque su “Revolución Ciudadana” fue un proceso que, aunque no exento de contradicciones, garantizaba el crecimiento del bienestar para una sociedad ecuatoriana que venía muy golpeada por la crisis de 1999 y la posterior dolarización del año 2000. Al tiempo que las autoridades se han despreocupado de los verdaderos problemas que existen en el país, los cuales no han dejado de agravarse, el ejercicio del poder se ha volcado en ataComunicado leído por “Los Lobos”. car y desterrar, mediante artimañas judiciales, la figura de

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esta situación, que llegó al poder precisamente por “votos con la vecina Colombia, que ha sido especialmente golpeada prestados” de otras fuerzas políticas con la intención de evipor el narco. De hecho, en esta provincia limítrofe es donde la tar el triunfo de la candidata del movimiento de Rafael realidad resulta ser mucho más cruel, ya que es una de las Correa, Luisa González. regiones más empobrecidas y Noboa ha heredado un país olvidadas por el Estado ecuatoen decadencia como conriano, y en donde la juventud secuencia de las políticas precarizada es más propensa a de sus dos predecesores en caer en las garras del narcotráel cargo: Lenin Moreno y fico y los grupos criminales. Guillermo Lasso. A raíz de los lamentables heHoy Ecuador vive una drachos ocurridos en el mes de mática realidad. El nuevo enero en los que las bandas cripresidente se mostró disminales se enfrentaron a las puesto a combatir a los grufuerzas de seguridad, se produpos delincuenciales, y éstos jeron saqueos, explosiones y 'Fito', líder de ''Los choneros'', actualmente fugado de la cárcel han respondido extremando secuestros, y hubo el ya referila violencia como forma de do asalto al canal de televisión, chantajear al gobierno: no el presidente Noboa se ha enquieren ser perseguidos, sicargado de señalar mediante no que quieren seguir acdecreto ejecutivo como “orgatuando en impunidad. Así se nizaciones terroristas” a los explican los hechos lamengrupos de delincuencia orgatables que sucedieron en nizada. También como conseenero de 2024, cuando, entre cuencia de la escalada de viootras acciones, hubo un lencia, el gobierno decretó el asalto por parte de un grupo “estado de excepción” ante un delincuencial a un canal de “conflicto armado interno”, lo televisión que estaba trasmique comporta toque de queda tiendo en vivo para una auy militares en las calles. Asalto al plató de TC Televisión diencia numerosa, siendo que los asaltantes armados tomaron como rehenes a un grupo GDOs: Grupos de Delincuencia Organizada de trabajadores. Fueron días de zozobra e incertidumbre en un Ahora bien ¿Quiénes son los que han creado el horror y la país acostumbrado a la paz durante gran parte de su historia violencia en el país? Las principales bandas que operan en el reciente. territorio nacional son “los choneros” y “los lobos”, aunque hay Hay que detenerse en la ciudad de Guayaquil y en las promuchas más que son subsidiarias de estas dos. Tanto “los chovincias que se encuentran a su alrededor para percibir la realineros” como “los lobos” están fuertemente vinculados a los dad del crimen organizado. Dicha ciudad, cárteles mexicanos y a la mafia albanesa que tamGuayaquil, es la segunda más importante del bién opera en el país. Esta última inclusive ha La situación país después de la capital Quito, y es uno de los tenido contactos con la política con personalidaapesta a puertos más importantes del Pacífico. Ciudad des del entorno del expresidente Guillermo Lasso, complicidad por comercial por excelencia, ha sido víctima prinalgo que deberá esclarecerse en el futuro. cipal de la barbarie y de la violencia, con un Ahora bien, es menester señalar que los líderes parte de los aumento significativo de la criminalidad. Hay de las dos bandas antes mencionadas fueron dos últimos barrios enteros de esta ciudad que están tomaapresados durante el gobierno de Rafael Correa y gobiernos dos por los grupos delincuenciales. La gran puestos en libertad cuando Correa dejó el poder, mayoría de estas bandas criminales tiene su esto es, durante los gobiernos inmediatos de Mobase ahí, aunque también en provincias aledareno y Lasso, ¿Qué motivó para que, desde instanñas. Una de esas provincias cercanas es Esmeraldas, fronteriza cias institucionales, se haya posibilitado que estos narcotrafi-

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cantes, ya fuera de la cárcel, pudieran operar impunemente y referirse a múltiples factores, la ola de violencia tiene algunas acabaran adquiriendo tanto poder? Claramente esto apesta a causas concretas, y es necesario denunciarlas. complicidad por parte de los dos últimos gobiernos neoliberaEsta experiencia demuestra el fracaso de los defensores del les. Y basta con ver que nunca actuaron de ma“Estado mínimo”, que en la práctica es un Estado nera efectiva durante los amotinamientos y las vendido a las grandes corporaciones internacionaLa sociedad masacres carcelarias promovidas por miemles y, por tanto, un estado que pierde su soberanía. ecuatoriana está bros de estas organizaciones. El Estado se convierte entonces en un ente incapaz empobrecida Hoy, en Ecuador, somos uno de los países de dar soluciones reales al narcotráfico, una proa niveles más violentos de América Latina, hoy el Estado blemática que, cierto es, tiene un enfoque transnaalarmantes ha sido paulatinamente desmantelado, hoy las cional. La batalla contra el narco debe ser coordiclases dominantes, agroexportadores y bannada y tener un enfoque regional. Pero necesita del queros dominan la política nacional, cuando Estado. Y la “reducción del Estado” se ha mostrado otrora Correa les disputó precisamente ese poder político. Hoy inútil para afrontar los desafíos de la política actual. las bandas criminales tienen presencia en todas las provincias Las masas de trabajadores precarizados y el lumpenproletadel país, pero evidentemente donde más ejercen su influencia riado son susceptibles de ser seducidos por corrientes políticas

Intervención del ejército ante un montón de presos y acción es en las provincias de la costa, donde están los puertos y desde donde salen los cargamentos de droga. Con todo esto, la clase trabajadora ecuatoriana está siendo especialmente afectada, y muchas familias han tomado la decisión de emigrar para poder encontrar seguridad y trabajo, algo que en el país escasea. La criminalidad aumentó de forma alarmante, las cifras no mienten, es un cáncer a extirpar. Algunas reflexiones finales Aunque para explicar la situación actual en Ecuador hay que

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que acusan al Estado de ser el causante de los males sociales. Un ejemplo reciente sería la Argentina de Milei. Pero cuando llegan al poder quienes defienden estos planteamientos acaban empobreciendo más a la mayor parte de la población. Para el futuro, Ecuador deberá apostar por un proyecto político que se centre en fortalecer la institucionalidad, que invierta en seguridad, trabajo y educación, y que, además, castigue a los verdaderos responsables, por acción u omisión, que han llevado al país de la mitad del mundo a una de sus noches más oscuras■


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La hoguera birmana por Higinio Polo

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ontrolado por una Junta Militar sin legitimidad a la que desafían múltiples grupos armados, actualmente Myanmar es un país inestable, bajo la mirada de potencias extranjeras, que se encuentra entre la guerra civil y la lucha revolucionaria…

Tres años después del golpe de Estado protagonizado por el ejército, el Tatmadaw, en Birmania, ocurrido tras la victoria electoral de la Liga Nacional Democrática (LND) de Aung San Suu Kyi, que permanece en arresto domiciliario y debe cumplir todavía más de veinte años confinada, los enfrentamientos armados no se detienen y la inestabilidad amenaza el futuro birmano. La dictadura de la Junta Militar responde a los intereses de los mandos del ejército y de los empresarios asociados, que actúan a través de la Corporación Económica de Myanmar (CEM) y del Conglomerado Económico de Myanmar Ltd. (CEML) y poseen bancos, explotan recursos naturales, hoteles, redes de telefonía y empresas en todos los sectores. Una parte de los empresarios está ligada al poder de la Junta, pero otra conecta con la LND y querría impulsar sus negocios con empresas japonesas y occidentales arrebatando a los militares su poder económico. El hombre fuerte de la Junta, el general Min Aung Hlaing, verdugo de los rohinyás musulmanes, es un ultraderechista que mantuvo buenas relaciones con el feroz expresidente filipino Rodrigo Duterte y ahora con el presidente indio Narendra Modi. El abanico de fuerzas políticas birmanas opuestas a los militares abarca desde los sectores liberales partidarios de un acercamiento a Estados Unidos, hasta la izquierda y el Partido Comunista, pasando por los numerosos grupos armados de las minorías étnicas. La Junta Militar dispone del Partido de la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo (USDP), de extrema derecha, que fundaron en 2010 y es el heredero de la histórica Asociación de la dictadura militar que ostentaba el mismo nombre. La LND de Aung San Suu Kyi (un partido liberal con-

servador, ligado a la Internacional socialista y próximo a Estados Unidos, donde mantiene una oficina de representación) es el principal partido de la oposición, y creó tras el golpe de Estado el National Unity Consultative Council (NUCC), un órgano que asesora al gobierno en el exilio, NUG, que preside Duwa Lashi La, e incluye a grupos guerrilleros y organizaciones ciudadanas y que recibe el apoyo de Estados Unidos y de Malasia. El NUG cuenta con su propia organización armada, las Fuerzas de Defensa Popular (PDF, por People Defence Force, creadas tras el golpe de Estado de 2021), y en su deseo de atraer a las minorías del país postula una república federal, y una economía de corte capitalista. Las inclinaciones del NUG son evidentes: Aung Myo Min, ministro de Derechos Humanos en ese gobierno quiere aproximarse a la Unión Europea y a Estados Unidos, y considera que “Rusia no solo está invadiendo Ucrania, también está apoyando al régimen militar de Myanmar”. A principios de enero de 2024, el NUG expresó públicamente su “profunda gratitud” a Estados Unidos y a Antony Blinken por su apoyo, aunque al mismo tiempo suscribe el principio de “una sola China” en un difícil equilibrio por la enorme influencia de Pekín en la región, e hizo pública una declaración donde se compromete a cooperar con el gobierno chino en asuntos de seguridad y a perseguir en territorio birmano los delitos y las estafas en Internet, el tráfico de drogas y la trata de personas, asuntos que afectan a ciudadanos chinos y preocupan al gobierno de Pekín. La petición hecha a Estados Unidos por las PDF para que le suministre más armamento ha sido recibida con cautela por el Pentágono. La izquierda está muy debilitada. Po Sangchung, portavoz

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del Partido Comunista de Birmania, declaró que participan en sus hogares, además de un millón de rohinyás que malviven los combates para derrocar a la Junta Militar y que los comuen los campos de refugiados de Bangladesh, donde su situanistas pretenden reforzar los lazos unitarios entre los distintos ción es muy precaria: la Junta birmana impide que llegue grupos opositores, aunque la definición del futuro del país que ayuda humanitaria y el ex secretario de Relaciones Exteriores hace la oposición no va más allá de derribar a la Junta Militar. de Bangladesh, Touhid Hossain, aseguró a la prensa que su El Partido Comunista, perseguido con saña durante décadas país no debe permitir que más refugiados crucen la frontera, por la dictadura, que tiene claras simpatías históricas hacia “pase lo que pase en Myanmar”, mientras el jefe de la Guardia Mao Zedong y China, dispone del Ejército Popular de Fronteriza bengalí, el general AKM Nazmul Hasan, inspecLiberación, aunque sus fuerzas son más limitadas que otros cionaba la frontera con Birmania y los campos de refugiados grupos armados, y mantiene reservas hacia el NUCC y el en Cox’s Bazar. También en el Estado birmano de Rajine malgobierno del NUG en el exilio y quiere abolir la viven en campos provisionales más de cien mil Constitución de 2008 redactada por el ejército rohinyás. Miles de personas se han dirigido a que asegura una situación de privilegio para los la India tras huir del Estado Chin, centenares La represión y los militares. de birmanos rohinyás intentan alcanzar Indoenfrentamientos han La Junta Militar prometió tras el golpe celebrar nesia o Malasia, se dirigen hacia el golfo de causado miles de elecciones en 2023, que se han pospuesto hasta Bengala y la India en inseguras embarcacio2024 o 2025, aunque no hay ninguna seguridad nes; contingentes de otras minorías se han remuertos en su convocatoria. En septiembre de 2023 delefugiado en China, y los combates han llevado a gados de la Comisión Electoral birmana visitaron unos cien mil birmanos a huir a Thailandia. La Rusia para asesorarse y documentar el proceso. precariedad económica en el país y la pobreza Desde la asonada, la represión y los enfrentamientos han caudel campesinado ha hecho aumentar la producción de opio, sado miles de muertos: según estimaciones de la Asociación de hasta el punto de que en 2023 Birmania ha sustituido a Asistencia a Presos Políticos (AAPP) de Birmania, hasta enero de Afganistán como el mayor productor del mundo de adormi2024 habían muerto 4.423 civiles en el país. La dictadura milidera, según un informe publicado por la Oficina de Naciones tar recurre a la tortura, que ha causado la muerte a centenares Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) en diciembre de de detenidos, y a bombardeos indiscriminados como el que 2023. Se produce sobre todo en los Estados Shan y Kachin y mató en 2023 a un centenar de personas en Pazigyi, en la regien Sagaing, tanto en territorios controlados por el Tatmadaw ón de Sagaing que controla el NUG. como por grupos guerrilleros, aunque los beneficios más Se desconoce el número de combatientes muertos, tanto en importantes los consiguen redes criminales y militares de la el ejército como en las guerrillas. El Tatmadaw niega con freJunta. La gravedad de la situación económica ha llevado al cuencia la detención de personas, aunque así les conste a sus NUG a hacer, al inicio de 2024, un llamamiento internacional familiares, y se realizan severos patrullajes de las fuerzas del para que los países donantes envíen urgente ayuda humanirégimen por barrios y poblaciones y muchos detenidos afrontaria para hacer frente a la crisis. tan juicios sumarísimos ante tribunales militares, sin garantías La falta de legitimidad de la Junta Militar es patente. Birpara los procesados. La Junta militar ha bombardeado a la mania mantiene miles de presos políticos, aunque en enero de población en los estados de Chin (junto a Bangladesh e India), 2024 la Junta Militar anunció una amnistía para 9.766 presos, Rajine (fronterizo con Bangladesh y donde la guerrilla capturó entre ellos un centenar de ciudadanos extranjeros. Tras el golpe comisarías de policía en la antigua capital del Estado, Mraukde Estado, el Consejo de Seguridad de la ONU pidió que fuesen U, una ciudad de doscientos mil habitantes), Kachin (en el puestos en libertad los presos políticos y reclamó el fin de la norte, limítrofe con China) y Kayah (sur del país, junto a Thaiviolencia, que pese a la demanda no se ha detenido. Estados landia y habitado por los karen) y en regiones como Sagaing y Unidos, China y la India siguen atentamente la situación, que Magwae, en operaciones de castigo a las minorías étnicas, y ha puede derivar en una fragmentación del país, donde existen organizado milicias armadas que colaboran con el Tatmadaw. numerosos grupos guerrilleros armados, milicias cómplices de Los combates inquietan a los países vecinos: India, Banglala Junta Militar, frecuentes cambios de bandera de jefes guedesh, Thailandia, Laos y China. También se suceden las huelrrilleros e intervención de servicios secretos de Estados Unidos gas, como las que tuvieron lugar en enero de 2024 en las ciuy la India: el Pentágono ha enviado a militares estadounidenses dades de Monywa y Magwae, en el centro del país. (temporalmente fuera del ejército) a Birmania para adiestrar a Más de un millón de personas han tenido que abandonar grupos opositores. La organización Free Burma Rangers, dedi-

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India; y en el noreste, en Kachin, se producen constantes enfrentamientos armados y las diferentes guerrillas han conquistado importantes ciudades. En el norte del país actúa el Ejército para la Independencia Kachin (KIA), que colabora con la Alianza de Hermandad, así como el Ejército de Liberación Bamar, las fuerzas Karen e incluso las Fuerzas de Defensa Popular (PDF) del NUG. Duwa Lashi La, presidente interino del NUG, trabaja para unir a los distintos grupos armados étnicos con las PDF, tarea complicada porque muchas de las minorías se enfrentaron al gobierno de Aung San Suu Kyi, y la Junta Militar intenta atraerse a algunos de ellas, con diferente fortuna, hasta el punto de que tras el golpe de 2021 los militares consideraron la eventualidad de avanzar hacia el federalismo en el país para terminar con sus enfrentamientos con las minorías étnicas. Al mismo tiempo, el Tatmadaw crea grupos y milicias armadas y compra a otros destacamentos a través de la captación de jefes guerrilleros. Además, algunos grupos étniAung San Suu Kyi, acompañada de Obama y Clinton cos minoritarios mantienen una posición neutral: aunque se oponen a la Junta militar, no participan en las operaciones cada supuestamente a proporcionar ayuda médica y defender armadas. La endiablada complejidad birmana tiene aspectos los derechos humanos, es la cobertura de militares de los serde guerra civil, pero también atisbos de lucha revolucionaria. vicios especiales estadounidenses que actúan en el interior de Grupos guerrilleros como el Ejército para la Independencia Birmania desde la frontera con Thailandia y también en Iraq y Kachin, la Unión Nacional Karen, el Partido Nacional ProgreSudán. Por su parte, Delhi, proveedor de armamento al Tatmasista Karenni (KNPP), y el Frente Nacional Chin (CNF) se opodaw, quiere, como China, asegurar la estabilinen a la Junta Militar y forman parte de la coalidad en su frontera y evitar que Birmania sea ción del NUG de Aung San Suu Kyi, mientras que base de acción de grupos armados que se infilla Alianza de Hermandad mantiene una cierta Estados Unidos utiliza tran en la India. distancia porque quieren asegurar el dominio a Suu Kyi para ligar La Operación 1027, lanzada el 27 de octubre en sus territorios al margen de quien gobierne de 2023 por la Alianza de Hermandad de tres en Naipyidó. Otras organizaciones mantienen la el futuro birmano grupos guerrilleros, tomó por sorpresa a la cautela a la espera de ver quien consigue la vica sus intereses dictadura al apoderarse de varias ciudades en el toria en los enfrentamientos armados. Entre norte y de algunas bases militares, y afirmó que estos se encuentra el Ejército de la Alianza Desu acción se dirigía también contras las mafias mocrática Nacional (MNDAA) y el Ejército Unidelincuentes. Esa coalición está compuesta por el Ejército de la do del Estado Wa (UWSA), estado que actúa en la práctica Alianza Democrática Nacional de Myanmar (MNDAA), el como un pequeño país independiente. Ejército de Liberación Nacional Ta’ang (TNLA) y el Ejército de El 3 de enero un proyectil lanzado desde Birmania alcanzó la Arakan, y tienen claras simpatías hacia China. En el norte del región china de Yunnan causando varios heridos. Al día sipaís, y en el centro, en Sagaing, cerca de Mandalay, también guiente, Sun Weidong, viceministro de Asuntos Exteriores chiparticipan en los combates fuerzas del Ejército Popular de Lino, viajó a Birmania para entrevistarse con Min Aung Hlaing y beración, que ha sido reconstruido y es la organización armaexigir seguridad en la frontera, y el ministro de Seguridad chida del Partido Comunista de Birmania. En abril de 2023, el ejérno, Wang Xiaohong, habló con el ministro del Interior birmano cito birmano llevó a cabo una matanza en Sagaing, asesinando para asegurar la paz en los límites comunes. China tiene más a casi doscientas personas, niños entre ellas, y los enfrentade dos mil quinientos kilómetros de frontera con Birmania y mientos armados han llevado a decenas de miles de personas Laos, en una difícil geografía donde la policía china ha descua desplazarse a otras regiones del país. En el este birmano, en bierto misiones espías occidentales operando desde el lado Shan; en la región de Mandalay; en el estado de Chin, donde la birmano, lo que llevó al ministerio de Seguridad chino a lanzar guerrilla de apoderó de Rikhawdar, junto a la frontera con la una plataforma (www.12339.gov.cn) para la denuncia de ope-

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raciones delictivas y de espionaje: solamente en 2023, la policía tar, según publicó el diario The Irrawaddy. En Laukkai, Kokang, china resolvió en esa región fronteriza 29.000 casos criminales, en el Estado Shan, cerca de la frontera con China, operan grusobre todo fraudes por Internet pero también secuestros y asepos delincuentes que se enriquecen con las drogas, la prostitusinatos, según declaró Jia Junqiang, portavoz ción, la trata de personas y las estafas. Allí se conchino, cuyo ministerio ha dictado además órcentran burdeles, casinos y oficinas para organiMás de un millón denes de detención contra los jefes de grupos zar robos a través de las redes de Internet, a veces de personas han delincuentes de Laukkai, entre ellos Bai Suocon la complicidad de grupos guerrilleros y de micheng (principal sospechoso en el entramado tenido que abandonar litares birmanos, en una compleja ecuación donde delitos cibernéticos, fundador de la Guardia de se mezclan guerrilleros, militares y delincuensus hogares Fronteriza birmana en Kokang, antiguo presites, y donde el trasiego de lealtades es frecuente: dente administrativo de la región de Kokang y Bai Suocheng fue también subcomandante de la aliado del general Min Aung Hlaing, el hombre guerrilla del Ejército de la Alianza Democrática fuerte de la Junta Militar birmana), y contra el comandante de Nacional de Myanmar (MNDAA), y traficante de armas y drola Guardia Fronteriza, Wei San, también ligado a la Junta miligas. La actuación de la policía china ha conseguido reducir notablemente los delitos: Pekín quiere estabilidad en sus fronteras, proteger el oleoducto China-Birmania, y presiona a las partes para seguir impulsando negociaciones y pacificar la zona. A mediados de enero de 2024, gracias a la mediación de China, delegados del Tatmadaw y de la guerrilla birmana se reunieron en la ciudad china de Kunming para firmar un alto el fuego entre el ejército y esos tres grupos armados étnicos en el norte de Myanmar. Previamente, la guerrilla había conquistado esa región de Kokang, que limita con China. Pocos días después, el TNLA, Ejército de Liberación Nacional Ta’ang, acusaba al Tatmadaw de haber roto el acuerdo. La mediación china busca abrir una nueva dinámica y proteger a sus ciudadanos que viven en cerca de la frontera birmana, mientras presiona a la Junta militar para que ponga fin a la delincuencia. Birmania tiene en China su principal socio comerFuerzas de Defensa Popular, perteneciente al NUG cial. Pekín redujo aranceles a sus importaciones birmanas y las empresas chinas han desarrollado proyectos para la generación de energía, la investigación agrícola, transportes y protección de la naturaleza, también bajo el mandato de Aung San Suu Kyi, y el gobierno de Pekín, que paralizó los contactos con Naipyidó tras el golpe de Estado, evita intervenir en los asuntos internos birmanos y mucho menos en las operaciones militares de los combatientes, y defiende que el alto el fuego es beneficioso para el país, atenazado por la pobreza y la parcial paralización de la economía: con su Corredor China-Myanmar y la participación común en la Asociación Económica Integral Regional (RCEP) Pekín pretende impulsar la cooperación económica entre los dos países y abrir una nueva dinámica en la región, objetivo similar al Campamento en el estado de Kayin para desplazados

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que plantea en otras regiones conflictivas de Asia. La ASEAN elaboró en abril de 2021 un plan para Birmania (denominado “consenso de cinco puntos” de Yakarta) articulado por un mediador de la organización, que contemplaba el cese inmediato de los enfrentamientos armados entre el ejérci-

occidentales persiguen los recursos petroleros birmanos y son una pieza más del engranaje estadounidense que persigue limitar la influencia económica de China en Birmania y en todo el sudeste asiático. Al mismo tiempo, en un plan que mezcla sofisticadas operaciones políticas y burdas acusaciones, Estados Unidos y sus aliados europeos acusan a Pekín de complacencia con la Junta militar y de apostar por la inestabilidad en el país para apoderarse de los recursos naturales birmanos, acusaciones falsas a todas luces: la Junta del corrupto general golpista Min Aung Hlaing tiene una profunda animadversión hacia China, aunque no puede ignorar a su gigantesco vecino. A principios de noviembre de 2023 desfiló en Rangún una manifestación que contaba con el sostén de la Junta Militar y que acusaba a China de apoyar a la Alianza de Hermandad que inició la Operación 1027, y aunque Pekín no apoya a la Junta Militar y defiende la transición a un gobierno elegido por la población, Estados Unidos intenta promover entre la población birmana resentimiento hacia China con la acusación de que aprovecha en benefiRefugiados rohinya se dirigen a Indonesia cio propio los recursos birmanos. Así, la propaganda to y la oposición, la apertura del diálogo entre las partes y el occidental acusa a Pekín, al mismo tiempo, de connivencia con envío de ayuda humanitaria para la población. China apoya la Junta y de haber auspiciado la Operación 1027 de la guerrilla esa mediación de la ASEAN y el plan, que hasta ahora no se ha basándose en declaraciones de dirigentes guerilleros de la podido aplicar. A mediados de enero de 2024, con Laos ejerAlianza de Hermandad que afirmaban colaborar con China ciendo la presidencia rotatoria de la ASEAN, la organización para acabar con los grupos delincuentes de estafas por Interenvió al diplomático laosiano Alounkeo Kittikhoun, que se reunet; acusaciones contradictorias desmentidas además por la nió en Naipyidó con el primer ministro de la Junta Militar, inmediata mediación china para conseguir un alto el fuego tras general Min Aung Hlaing y asistió a un encuentro entre el el inicio en octubre pasado de la Operación 1027. De hecho, ya Tatmadaw y algunos grupos guerrilleros. Laos, con un sistema en abril de 2023 un enviado especial chino propuso a la Junta socialista y gobernado por el comunista Partido Popular iniciar negociaciones de paz para detener los combates con las Revolucionario, es un aliado de China. minorías étnicas. Esas acusaciones estadonidenses se enmarEl futuro de Birmania afecta directamente a can en la campaña contra China que desarrolla El NUG postula una los equilibrios en el sudeste asiático y en el Washington en distintos escenarios del planeta. mundo. En octubre de 2023, el Pentágono publiChina mantuvo buenas relaciones con el gorepública federal, có un informe donde mantiene que el principal bierno de Aung San Suu Kyi, y tiene como prioriy una economía peligro para Estados Unidos es China y su dad asegurar la estabilidad en el país y el desaEjército Popular de Liberación, EPL, afirmando rrollo de sus proyectos económicos ligados a la capitalista que Pekín dispone ya de más de quinientas nueva ruta de la seda. Birmania asegura una cabezas nucleares. El informe acusaba a China conexión desde la región china de Yunnan (que de buscar bases para apoyo logístico del EPL, y especulaba con cuenta con más de cincuenta millones de habitantes) con el la supuesta intención de Pekín de establecerlas en casi veinte océano Índico, evitando el cuello de botella del estrecho de países, entre los que se encuentran Birmania y Thailandia, Malaca, uno de los puntos débiles de las rutas marítimas chiaunque no existan indicios de ello. Además, Estados Unidos nas, y Pekín quiere desarrollar las infraestructuras portuarias permite que su aliado Israel suministre armamento a la Junta en el Estado de Rajine, en el golfo de Bengala, para asegurar Militar birmana, y Shell, ENI, Total, Chevron y otras compañías otra ruta comercial sin el recorrido por las costas de la penín-

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Aung San Suu Kyi, elogiada por Hillary Clinton y apoyada por Estados Unidos hasta el punto de que la convirtió con una exitosa campaña en una figura mundial, está lejos de ser la esperanza para Birmania: transigió con los militares birmanos, justificó las matanzas, la “limpieza étnica” y la persecución de los rohinyás, y aunque mantiene un importante apoyo popular es la pieza que utiliza Estados Unidos para ligar el futuro birmano a su dispositivo militar en Asia contra China, sin desdeñar la evolución de la Junta Militar, como hizo Obama. La Junta Militar tiene un precario dominio sobre el país e intenta buscar una solución a su naufragio a través de negociaciones con los grupos armados y con las principales potencias, China, Estados Unidos y la India, junto con la intervención de la Min Aung Hlaing, líder de la Junta Militar ASEAN. Birmania se enfrenta al riesgo de la desintegración y al aumento del número de refugiados a sula de Malaca. El Corredor económico China-Myanmar dispocausa de los combates, en una situación que puede desestane ya del puerto de Kyaukpyu (en la isla Ramree, en ese Estado bilizar a los países vecinos y al sudeste asiático y convertirRajine), una terminal petrolera en la cercana isla Maday, y una se en otro escenario del enfrentamiento global entre China zona industrial y la línea ferroviaria de alta velocidad entre la y Estados Unidos, mientras la población birmana padece la ciudad china de Kunming y Mandalay, además del oleoducto y represión militar, sobrelleva el espejismo de la LND de Aung el gasoducto que enlazan la costa birmana con la Aung San Suu Kyi, y soporta la debilidad de la Las elecciones región china de Yunnan. China importa también izquierda. de Birmania tierras raras, que han adquirido una A Washington no le preocupa la represión ni de 2023 se han importancia estratégica para todas las grandes las matanzas en Birmania: le inquieta que Chipospuesto potencias. na amplie su influencia en el sudeste asiático. hasta El gobierno chino quiere evitar la desestabiOtras piezas encajan en los objetivos de la Casa lización del sudeste asiático y la extensión de Blanca y del Departamento de Estado, como 2024 o 2025 la guerra civil birmana que convierta al país en en Thailandia (un aliado tradicional de Estaun estado fallido, e impedir el aumento de la dos Unidos donde los militares que dieron el Birmania es ahora influencia de Estados Unidos y de la India. Vigolpe de Estado de 2014 quieren mantener, gilando todos los flancos, Washington no ha por criterios económicos, una cierta equidisel mayor productor impuesto sanciones a las empresas de los militancia entre Washington y Pekín), donde el godel mundo de tares birmanos y contemporiza con sus aliados bierno estadounidense favorece a Pita Limadormidera Singapur y Thailandia que siguen suscribiendo jaroenrat y su partido Avanzar, que tiene bueacuerdos con la Junta Militar. A su vez, la Unión nas relaciones con Taiwán y recela de China, Europea, aunque es un actor secundario en el aunque también apoya al gobierno de Srettha país, aplicó sanciones a Naipyidó, y sigue imThavisin surgido del pacto entre los militares portando productos birmanos. Martin Thümmel, el diplogolpistas del general Prayuth Chan-o-cha y el Puea Thai de la mático alemán que se ocupa del sudeste asiático en Berlín, familia Shinawatra. A Estados Unidos tampoco le preocupa el recibió a finales de enero a Zaw Wai Soe, ministro del NUG, siniestro y anticomunista monarca thailandés Maha Vajirapara concertar la ayuda alemana. Por su parte, Bangkok longkorn: pone huevos en todas las cestas con los ojos puesmantiene discretas negociaciones con la dictadura birmana, tos en China, y en la hoguera birmana no quiere arriesgar una con conocimiento de Estados Unidos, y no olvida su gratiderrota estratégica en el sudeste asiático si no consigue tud: el Tatmadaw apoyó el golpe de Estado del general Praatraerse a los nuevos gobernantes que surjan tras la desapariyuth Chan-o-cha en 2014 en Thailandia. ción de la Junta Militar ■

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Los humanos, culpables del cambio climático. ¿Seguro? por Juan Javier Sánchez Carrión

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os medios de comunicación difunden un hallazgo sobre el que existiría consenso científico. Ahora bien, ¿esto es realmente así? Este artículo aborda un caso de manipulación de la opinión pública basado en una engañosa apelación a la ciencia.

Introducción El título de este artículo refiere a una noticia aparecida en el diario La Vanguardia, cuyo titular afirma: “Más del 99,9% de los estudios coinciden: los humanos, culpables del cambio climático”1. La misma noticia apareció en muchos diarios, además de en cadenas de radio y televisión, del mundo (del mundo occidental). Por ejemplo, el periódico británico The Guardian afirmaba “Case closed: 99.9% of scientists agree climate emergency caused by humans”2; El Universal de México titulaba “99.9% de los estudios científicos de los últimos ocho años responsabilizan al humano por el cambio climático”3; según la revista estadounidense Newsweek, “Scientific Consensus Is Clear Humans Cause Climate Change Ahead of COP26 Summit”4; y la corporación australiana de servicios informativos ABC nos informaba, a través de su titular, de que el “99.9% of scientists agree humans caused the climate emergency”5. Todas estas noticias (que son la misma noticia reproducida por distintos medios) se basan en los resultados de un estudio en el que, tras analizar una muestra de 3.000 artículos científicos sobre el cambio climático, se llega a la conclusión de que el 99,9% de ellos atribuye este fenómeno a las actividades humanas. Las implicaciones de esta conclusión son muy importantes porque, a partir de su publicación, y ante su rotundidad, toda persona que haya dicho lo contrario a lo que este

mensaje dice queda justificadamente etiquetada como negacionista. Ya no hay derecho expresarse sobre el tema si se tiene una posición distinta, por más que esa persona esté cualificada en el tema, sufriendo así una degradación de su estatus científico si persiste en el empeño6. La definición de lo que convencionalmente se entiende por ciencia remite a la producción de conocimientos provisionales, abiertos a la discusión para eventualmente seguir avanzando en el conocimiento. Por lo que dar por cerrado un debate científico carece de justificación, máxime si tiene las graves implicaciones que se derivan de atribuir a los humanos el supuesto calentamiento del planeta, pues toda la política, la economía… actuales y venideras están basadas en este supuesto. Pero más grave sería si, además, el resultado que se comunica no fuera cierto, y estuviera basado en una mala (injustificada) interpretación de los datos del estudio, hecha por sus autores y divulgada por los medios. Pues bien, justamente eso es lo que ha ocurrido en este caso, tal como explicamos a continuación. La investigación Todas esas noticias a las que nos hemos referido anteriormente remiten a una misma fuente periodística, un artículo titulado “Greater than 99% consensus on human caused climate change in the peer-reviewed scientific literature”, publicado en la revista científica Environmental Research Letters, y firma-

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do por Mark Lynas, Benjamin Z. Houlton y Simon Perry7. Al respecto de la metodología, los propios autores afirman lo siguiente: «Buscamos en Web of Science “artículos” en inglés agregados entre las fechas de 2012 y noviembre de 2020 con las palabras clave “cambio climático”, “cambio climático global” y “calentamiento global”». Encontraron 88.125 artículos, de los que analizaron una muestra aleatoria de 3.000. A partir del análisis del título y de la parte visible del Abstract (resumen) de cada artículo, uno de los autores los clasificó manualmente en una serie de categorías. Estas categorías estaban basadas en el nivel de aprobación (consenso) que mostraban con respecto a la responsabilidad de los hombres en el cambio climático: 1) el artículo aprueba esta responsabilidad, o 2) el artículo la rechaza (con o sin cuantificación del efecto humano), y, a modo de tercera posibilidad, 3) el artículo no se posiciona al respecto. Cabe decir que cada una de estas tres categorías cuenta con subcategorías, que para esta discusión pueden ser obviadas. Veamos en el Cuadro 1, elaborado a partir de la Tabla 3 del artículo citado, los resultados a los que se llega:

¿clasificarían los artículos de igual manera?9. Por cierto, tal

como hemos dicho anteriormente, la clasificación de los artículos en las distintas categorías fue hecha manualmente por un único miembro del equipo, con los sesgos que ello puede introducir en los resultados en función de cuál sea su opinión sobre lo que se está estudiando. En cualquier caso, obviando los problemas metodológicos de los que adolece este estudio, muy importantes dada su trascendencia, nos centramos en los datos del Cuadro 1, que ya en sí mismo tienen suficiente interés. Si nos fijamos en el porcentaje de no posicionados (ni aprueban ni rechazan que el hombre sea responsable del cambio climático) vemos que el 68,76% de los artículos adopta esta posición (siendo, por tanto, mayoritaria). Por el contrario, solo el 15,05% expresa una aprobación explícita de la responsabilidad humana (prácticamente todos sin cuantificarla) y 15,34% lo hace implícitamente (por tanto, según el juicio del clasificador). Y, por último, es despreciable el porcentaje de los artículos que rechazan la responsabilidad humana en el cambio climático. A la vista de los datos anteriores, el lector se preguntará… ¿De dónde sale que el 99,9% de los artículos coincide en decir que los humanos son los responsables del cambio climático, tal como dicen los investigadores y repiten todos los medios, si solo hay un 31,09% de Cuadro 1 Número de artículos clasificados en cada una de las categorías del análisis artículos que se clasifican en esta opción? Muy sencillo: de sumar los no posicionados con los que Nivel de aprobación n % aprueban la responsabilidad humana. Con ese propósito, los autores utilizan la estraAprobación explícita con cuantificación 19 0,70 tegia de incluir como parte del consenso científico (sobre la responsabilidad humana en el camAprobación explícita sin cuantificación 409 15,05 bio climático) a aquellos artículos donde hay una Aprobación implícita 417 15,34 «falta de objeción a una posición o visión del mundo predominante» (consensus as lack of obNo posicionado 1.869 68,76 jection to a prevailing position or worldview). Y Rechazo implícito 2 0,07 puesto que, según los autores del artículo en cuestión, la posición dominante es estar de acuerRechazo explícito sin cuantificación 1 0,04 do con el hecho de que los humanos son responsables (importante: justo lo que se supone que Rechazo explícito con cuantificación 1 0,04 habría que demostrar con la investigación), enTOTAL 2.7188 100,00 tonces todos los artículos que no rechazan esta propuesta (como es el caso de los no posicionados) pasan a clasificarse en el grupo de los que la aprueban. Es decir, no posicionarse es posicionarse a favor de Un problema metodológico muy importante en un análisis la influencia humana en el cambio climático. Y de ahí el 99,9%. de contenido como éste, que cuantifica al decimal sus conclusiones (más del 99,9%...), es la medida de su fiabilidad a la hora Conflictos de interés de clasificar los artículos en las categorías utilizadas: por ejemEn la sección de Agradecimientos, los autores dejan intuir plo, si se repitiese el estudio, o si lo hicieran otras personas, que la investigación que dio lugar al artículo fue financiada por

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la Alliance for Science (AFS), orgacambio climático y denunciar a nización que admite recibir el quien dice lo contrario); y esa apoyo de la Fundación Bill & Meinvestigación no solo no es cueslinda Gates. De hecho, la Univertionada (algo que parece obvio sidad de Cornell, a la que pertenepara cualquiera que se moleste en cen dos de los autores, es la sede leer su artículo), sino que sus resulde la AFS, organización para la que tados se publican urbi et orbi para trabaja el tercero de los autores de (voluntaria o involuntariamente) la investigación. desacreditar y haer callar a todo ¿Y a qué se dedica la AFS? Aparte aquel que esté en desacuerdo con de defender los alimentos genétilos mismos. camente modificados (GMOs, por Y el problema no es solo de los sus siglas en inglés), la AFS tiene como objetivo la utilización autores que hacen la investigación y de los medios que difunde la ciencia para luchar contra la falta de información (misinden sus resultados sin analizarlos (y que consciente o inconsformation) y la desinformación (disinformation), particularcientemente se prestan a esta manipulación), pues el problemente en los campos de la alimentación (los GMOs), las vacuma alcanza a la propia Alliance for Science (financiada por la nas y el cambio climático. Es decir, coincide Fundación Bill & Melinda Gates), que parece el interés de la AFS por denunciar la falsa estar detrás de esta investigación (y, a pesar La investigación ciencia sobre el cambio climático con el de que es obligación declarar quién ha finanestudio de los autores y sus conclusiones10. está hecha por investigadores ciado la investigación, en este caso los autoDe esa conexión con la AFS quizá provenres dejan el tema en una clara nebulosa). ¿Es con conflictos ga la decisión de clasificar a todos los estueste el tipo de ciencia defendido por Alliance de interés dios que no se posicionan sobre el origen for Science (traducido al español: Alianza por humano del cambio climático como estula Ciencia)? ¿Este tipo de actuaciones aciendios que sí están de acuerdo con este origen. Y también, protíficas van a contribuir a conocer verdaderamente los procesos bablemente, algo tenga que ver la importancia e influencia de asociados al clima? ¿Están las demás publicaciones de la revisla AFS en que el artículo, con las limitaciones metodológicas de ta científica Environmental Research Letters en la misma línea las que estamos dando cuenta en de la que aquí ha sido comentada? este documento, se haya divulgado por todo el mundo. Nota sobre la dificultad de ser científico Conclusiones Imagínese el lector que es un Aunque suene fuerte al decirlo, científico relacionado con el clima todo apunta a que estamos en pre(o cualquier otra área estratégica sencia de un caso de manipulacomo, por ejemplo, la sanidad), ción de la opinión pública, ahora cuya carrera profesional depende sobre el cambio climático como en de lo que publique (hay un dicho otras ocasiones ha podido ocurrir en inglés según el cual publish or con la COVID-19. ¿Por qué maniperish; es decir, publica o perece); pulación? lo que a su vez depende, en primer Unos investigadores con conlugar, de que obtenga financiación flictos de interés evidentes hacen para investigar aquello que evenuna investigación, criticable metotualmente luego será publicado. dológicamente, en la que concluEntonces… yen aquello que sus propios datos ¿Cómo le resultaría más fácil no dicen pero que está de acuerdo obtener ayudas a la investigación? con los fines de su patrocinador ¿Y cómo le resultaría más fácil que (divulgar el efecto humano en el luego le publiquen los resultados?

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¿Si muestra consenso con la visión dominante o si la cuestiona? Y estas preguntas deben ser formuladas considerando un entorno en el que dudar de la visión oficial (ahora llamada comunidad científica) es hacerse merecedor del calificativo de negacionista, lo que comporta la degradación del estatus científico adquirido. Quizá esta circunstancia explique (al menos parte) el mayoritario número de artículos en los que sus autores no toman posición sobre la influencia de la actividad humana en el cambio climático (el 68,76% del total de los analizados), pues de lo contrario quizá podrían ver su carrera seriamente perjudicada: ni recibirían

ayudas para investigar (dificultad rayando con la imposibilidad), ni publicarían los resultados de lo investigado (dificultad también rayando con la imposibilidad, salvo que se trate de publicaciones de escaso impacto). Y también explicaría que solo haya cuatro artículos que se atrevan a cometer lo que cada vez se parece más a un sacrilegio: dudar de la Verdad sobre la causa del cambio climático (como de cualquier otro tema central para el mantenimiento del orden social), convirtiéndose los que así actúan en los herejes de una actualizada Inquisición, ahora de naturaleza pseudocientífica ■

Notas 1. Joaquim Elcacho. La Vanguardia 19 de enero de 2021. 2. Jonathan Watts. The Guardian. 19 de octubre de 2021. 3. Redacción. El Universal. 19 de octubre de 2021. 4. Robert Lea. Newsweek. 20 de octubre de 2021. 5. Luke Siddham Dundon. ABC. 20 de octubre de 2021. 6. Según Mark Lynas, uno de los tres autores del artículo que comentamos, el consenso sobre el cambio climático es tal que el debate «ahora queda relegado casi enteramente a los lunáticos» (lunatic fringe). Véase: Alliance for Science Writter. “Climate misinformation in the media is ‘dead,’ new Alliance for Science study finds”. Alliance for Science. 5 de septiembre de 2023. 7. Mark Lynas et al. Environmental Research Letters, 16 (2021) 114005. Se puede consultar en iopscience.iop.org 8. 282 artículos de los 3000 seleccionados finalmente no estaban relacionados con el clima, de ahí el total de 2718 artículos analizados. 9. Juan Javier Sánchez Carrión. “Técnicas de análisis de los textos mediante codificación manual”. Revista Internacional de Sociología, nº 1, pp. 89-118, 1985. 10.En 2023 Mark Lynas realizó otra investigación sobre cambio climático, Climate misinformation in the media, cuya presentación por parte de la Alliance for Science (AFS), junto a las actividades que esta organización realiza sobre esta temática, aparece en Alliance for Science Writter. Op cit. También es de interés visitar el canal de Youtube de la AFS para conocer sus actividades.

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EL COLAPSO ECOLÓGICO EN DISCUSIÓN ¿Es un mito o no es un mito hablar de colapso ecológico en la actualidad? Entrevistamos a dos ecologistas con posiciones diferentes:

Emilio Santiago Muiño considera que sí es un mito, pues “el colapsismo es una creencia distorsionada, exagerada o errónea”. Por el contrario, Luis González Reyes afirma que “no es un mito hablar de colapso ecológico”, pues se respalda en “un altísimo grado de consenso científico”. Y esta discrepancia inicial posee múltiples consecuencias derivadas. Así, mientras que Luis afirma que “ya estamos viviendo las primeras etapas de ese colapso”, Emilio nos propone “rebajar la dosis de alarmismo”. El propósito de Emilio es no caer en el “derrotismo político” a fin de mantener la “capacidad transformadora de la política”. Pero el discurso de Luis no pretende suscitar desánimo o inacción. Simplemente considera que las alternativas no se encuentran en la política institucional, sino en la construcción de “comunalismos viables en el tiempo”. Esta último cuestión remite a una discrepancia central: el papel del Estado al momento de revertir el proceso de degradación medioambiental y/o crisis ecológica. Mientras que Luis piensa que el Estado “no puede ser el motor de esa transformación”, Emilio sí estima que es necesario “disputar el Estado”. Por otra parte, aunque ambos son conscientes de los riesgos del llamado “capitalismo verde”, disienten en las posibilidades que ofrece un Green New Deal. En cualquier caso, no todo son discrepancias. También existen puntos de encuentro entre ambos ecologistas. Tanto Luis como Emilio son conscientes de que por sí misma la verdad es insuficiente, por lo que es necesario apelar a los deseos… ¿Pero deseos de qué? De decrecimiento. Porque el decrecimiento es, según ambos estudiosos, el objetivo al cual debe orientarse una práctica ecologista. Y esta es también una cuestión sobre la que ambos se expresan: cómo llevar a cabo una transformación económica y social que propicie ese decrecimiento.

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Para un ecosocialismo pragmático Entrevista a Emilio Santiago Muiño Por Salvador López Arnal

Emilio Santiago Muiño es doctor en Antropología y científico titular del CSIC. Tiene una amplia experiencia en la gestión de proyectos desde los movimientos sociales, y es unos de los fundadores del colectivo de investigación y transformación social Rompe el Círculo. Autor de numerosas publicaciones sobre crisis y transición ecológica, centramos nuestra conversación en su último libro, publicado en Arpa Ed., Contra el mito del colapso ecológico.

logía (mi crítica al colapsismo también, por supuesto), pero tiene una base científica seria. Y más que de creencia falsa, lo catalogaría de creencia distorsionada, exagerada o errónea. —Como el ser aristotélico, podríamos aceptar que el colapsismo se dice de muchas maneras. ¿Tienen algo en común, en su opinión, esos diversos colapsismos y los autores que las representan? ¿El fracaso regulatorio del Estado, el Estado fallido al que usted hace referencia en el libro? —Lo esencialmente común a las posturas colapsistas es un diagnóstico de colapso seguro o muy probable que condiciona las estrategias del presente. De fondo, lo que suele operar es una supeditación de la dimensión política de la vida social a realidades extrasociales (un materialismo vulgarizado en un reduccionismo naturalista, que en el caso del Estado español ha tomado, mayoritariamente, un formato energético).

—¿Por qué un libro sobre el mito del colapso ecológico en estos momentos? —Porque lo que llamo colapsismo es una posición ideológica que ha ganado mucho peso en el ecologismo transformador (anticapitalista, para entendernos). Y aunque en pequeñas dosis es un aporte necesario, su creciente monopolio compromete para mal la capacidad del ecologismo transformador para intervenir en un momento histórico decisivo.

—¿Es partidario del Green New Deal? ¿Es por eso que es crítico del colapsismo? —Soy partidario de un Green New Deal de orientación ecosocialista, pero eso es independiente de las críticas al colapsismo. Mis críticas se fundamentan, esencialmente, en una lectura menos pesimista del diagnóstico científico y en dos posiciones teóricas e ideológicas que beben del desarrollo del pensamiento gramsciano: un materialismo histórico revisado para introducir “la autonomía de lo político” en las relaciones socio-metabólicas y una concepción constructivista de la articulación de los sujetos colectivos transformadores.

—¿Decir que el colapsismo ecológico es un mito equivale a decir que es una falsa creencia, una conjetura no justificada, una ideología anticientífica? —De las opciones planteadas, la que se ajusta mejor es una conjetura o una hipótesis no justificada. El colapsismo es ideo-

—Por cierto, ser defensor del Green New Deal, ¿es equivalente a ser partidario del capitalismo verde? —En absoluto. El Green New Deal es un proyecto en disputa. Para muchos el Green New Deal es una herramienta pragmática para avanzar, aquí y ahora, hacia una transición ecosocialis-

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—Para muchos el Green New Deal es eso que señala. ¿Y para los restantes entre los que, entiendo, usted no estaría incluido? —Hay una parte importante del ecologismo transformador que ha entendido el Green New Deal como la marca o el paraguas de un nuevo capitalismo verde, que ciertas élites aspiran a desplegar en la era de la crisis climática, dando lugar a un nuevo ciclo histórico de acumulación por desfosilización. Sin duda esta agenda de capitalismo verde existe, y que el giro estratégico en esa dirección que ha impulsado la Unión Europea a partir del 2019 lleve por nombre European Green Deal ha ayudado mucho a esta recepción confusa. Pero en primer lugar no se debe olvidar nunca que la idea original de Green New Deal va unida a un fuerte componente socializador y

redistributivo, a una recuperación de poder por parte del mundo del trabajo y las clases populares que es antagónica con el modelo neoliberal. Algo que no está, en absoluto, en la agenda del capitalismo verde. Y, en segundo lugar, nosotros partimos de una concepción del cambio social que pasa por disputar los significados más aglutinantes, no por entregarlos al enemigo a la mínima que éste intenta apropiarse de ellos. —¿Ser crítico del colapsismo implica no ser partidario del decrecentismo? —Tampoco. Como expreso en el libro, el decrecimiento es la estrella polar del ecologismo transformador. Soy decrecentista, pero pragmático. Y para que el decrecimiento dé el salto de la teoría a los hechos creo que es necesario un enfoque que no quede atrapado en la aporía de una impugnación revolucionaria absoluta del sistema capitalista, un escenario que ni siquiera se dio en las grandes revoluciones del siglo XX (y que además estamos a años luz de protagonizar). Si algún día decrecemos,

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ta y decrecentista en ese marco estratégico que Olin Wright denominaba “desmontar el capitalismo” (un anticapitalismo compatible con procesos de transformación en democracias pluralistas representativas).

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­ será a través de una especie de NEP [Nueva Política Económica] parcial, contradictoria y en la que el ecosocialismo será más una brújula orientativa frágil que un nuevo sistema socioeconómico completo y coherente. —Una crítica suya de calado: “El colapsimo es contraproducente para cualquier tipo de acción transformadora constructiva”.

mentado, tanto en los estudios de comunicación política climática como en las escasas aproximaciones a los movimientos colapsistas desde las ciencias sociales. Ahora bien, esas citas que señalas deben complementarse con el reconocimiento de que un discurso de alarma que nos señale la gravedad de la crisis ecosocial sigue siendo un ingrediente necesario. Lo importante es la dosis. Lo que propongo es rebajar la dosis de alarmismo, no eliminarla. Creo que de este modo la valoración del papel que hago de la ideología colapsista se equilibra. —En el primer capítulo del libro señala que “las páginas que siguen profundizarán en la siguiente tesis: la dicotomía que opone colapso y normalidad es falsa.” ¿Por qué es falsa? —Porque la “normalidad” surgida tras la segunda posguerra mundial se ha ido para siempre. El Antropoceno nos arroja un momento de caos sistémico estructural (Arrighi), una suerte de desorden o crisis orgánica crónica. Pero este escenario de inestabilidad estructural permanente no necesariamente devendrá en un colapso civilizatorio si usamos el término colapso con rigor.

Otra muy cercana: “Movilizar a los movilizados, desmovilizar a los desmovilizados. Ese es, en el mejor de los casos, el efecto mayoritario del colapsismo”. Una tercera: “El colapsismo es una ideología que, de manera involuntaria, pero no por ello menos grave, retroalimenta el clima de despolitización del que surge.” ¿No es muy crítico, radicalmente crítico dirán algunos, en sus comentarios? —El efecto desmovilizador del colapsismo en las grandes mayorías sociales es un fenómeno relativamente bien docu-

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—Sostiene que existen datos y motivos sólidos para no dejarse llevar por el pánico, que su libro profundiza en ellos discutiendo específicamente “con los compañeros ecologistas que han convertido el Antropoceno en un meteorito que ya ha impactado y del que seríamos dinosaurios civilizatorios disfrutando de un tiempo de descuento”. Añade: “Una forma bienintencionada y comprensible de confusión ideológica cuyos efectos involuntarios, en este momento crítico, rozan la negligencia política.” ¿A qué compañeros ecologistas se refiere? ¿“Negligencia política” es expresión ajustada? —“Negligencia política” puede sonar muy duro, pero algunas formas de intervenir en coyunturas políticas concretas, inspiradas en posiciones colapsistas, creo que están extremadamente mal orientadas. Y llevan al ecologismo a cometer errores que no nos podemos permitir. En el libro se ponen algunos ejemplos (la lucha popular por la climatización de los colegios, una oposición a las macro-renovables que no distingue entre buenas y malas prácticas…). Se podrían señalar otros, como los posicionamientos profundamente desafortunados de una parte del ecologismo cercano a planteamientos colapsistas durante los primeros meses de la pandemia, muy poco sensible al enorme trauma humano que se estaba viviendo. Respecto a los compañeros a los que me refiero, creo que es mejor discutir con ideas que con personas, pues así es más fácil que las personas cambiemos de ideas. No obstante, sin esquivar la pregunta, en el libro discuto tanto con una corriente ideológica internacional fraguada por nombres como Scranton,


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Duncan, Servigne, Rees, Bendell, Tverberg… pero también nidades y ciencias naturales, que proponía Paco Fernández mantengo un debate más cercano con personas que son “comBuey. pañeros” en sentido estricto, como Jorge Riechmann, Luis González Reyes o Adrián Almazán a quienes conozco, de los —La ceguera ante la dimensión social, histórica y cultural de los que aprendo, por las que siento un profundo respeto intelecimpactos ecológicos, afirma, no es exclusiva del colapsismo, es tual y político, y con las que además vicio común del pensamiento ecologisestoy llamado a compartir luchas ta. ¿No es el suyo también pensamienEl colapsismo tiene un efecto más allá de las discrepancias. to ecologista, ecosocialista? desmovilizador —Precisamente, lo que el ecosocialis—Sostiene que el colapsismo es un mo aporta al ecologismo (y es aún ecologismo que ha abandonado eso una corriente minoritaria dentro del que hizo al socialismo grande históriecologismo político) es historia, políNecesitamos más análisis en clave camente, el instinto de rebelión. Pero tica, conflicto, poder. Dimensiones de economía política si pienso en autores (algunos de ellos, todavía muy poco trabajadas en el amigos y maestros comunes como ecologismo no socialista. Como afirJorge Riechmann) que se autodefinen maba con acierto Martín Lallana en como colapsistas, la ausencia de rebeTwitter, en el ecologismo necesitamos lión no encaja en absoluto. ¿Encaja en su opinión? menos análisis de la tasa de retorno energético y más análisis —Jorge Riechmann es una de las personas por la que siento en clave de economía política. mayor admiración intelectual y moral, y además es un gran amigo. Sin embargo, y aunque en sus actos jamás ha dejado de —La idea de que el universo activista es la punta de lanza de un ser un activista ejemplarmente comprometido, que hasta ha proceso vital que va a ir generando una contrasociedad alternapuesto en juego su libertad personal mediante la desobedientiva que terminará royendo por dentro el viejo mundo hasta cia civil, sus últimos escritos están enunciados desde un fortíextinguirlo, sin pasar por la disputa del poder político, es para simo derrotismo político. En Simbioética afirma explícitamenusted un tipo de ensueño (semejante a los que en su momento te que el siglo XXI está perdido y que debemos trabajar para el criticó Marx). ¿Esa concepción que critica representa al colapsissiglo XXII o XXIII. Es una afirmación que a mí, que me consimo? ¿Los colapsistas no quieren disputar el poder político? dero su discípulo, me ha impresionado mucho, pues condensa —No solo al colapsismo. En buena medida afecta al conjunto esa pérdida de instinto de rebelión que me parece un rasgo del ecologismo y a una parte no pequeña de la izquierda transesencial del colapsismo. Solo si eliminas de la ecuación la posiformadora. Tras el doble shock ideológico post-1989 (el debilidad de la rebeldía política organizada puedes afirmar algo rrumbe del socialismo real y la integración completa de la así en el año 2023. Después Jorge, en su praxis personal, sigue socialdemocracia en las coordenadas hegemónicas del neolisiendo un luchador incansable. Pero sus ideas creo que sí que beralismo), vivimos todavía bajo el influjo de una sensibilidad participan, junto a otros muchos autores, de esa depreciación criptolibertaria, que floreció casi por descarte de las otras dos de la capacidad transformadora de la política que está en la vías, y que prefiguró muy bien Holloway en su libro Cambiar el base de lo que llamo colapsismo. mundo sin tomar el poder (y de la que el zapatismo a partir de 1994 nos ofreció el icono de referencia). Esta coyuntura histó—¿Para usted las ciencias naturales y las ciencias sociales, por rica ha educado a una generación como la mía, a la que no le dentro, no tienen nada que ver? ¿Otra confusión del colapsismo? ha quedado más remedio que hacer de la necesidad virtud, y —Creo que son dos campos científicos sustancialmente difecombinar el no saber disputar el poder político con no querer rentes, sí. En las ciencias sociales el “objeto” de estudio no es hacerlo, en una pescadilla ideológica que se muerde la cola. El un “objeto”, sino sujetos con los que se interacciona de un mejor ejemplo es una actividad política transformadora como modo y a una escala en la que la propia investigación modifica la predominante hasta hace más bien poco, en la que se pasatanto al investigador como lo investigado. Las implicaciones ba de lo local (municipalismo, acción directa) a lo global (foros metodológicas y éticas son muy distintas. Y más que un error mundiales) pero siempre se obviaba lo que hay en medio: el del colapsismo, es al revés: el colapsismo es una expresión o un Estado. Esta disposición está empezando a cambiar en muchos síntoma de una sociedad que no ha sabido construir institufrentes. De una manera minúscula, el libro forma parte de un cionalmente esa Tercera Cultura, ese diálogo fértil entre humamovimiento ideológico que busca hacerse cargo de la dimen-

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sión “disputa del Estado” para el ecologismo transformador. Lo que lleva necesariamente a confrontar con las posiciones colapsistas dominantes, que en alguna de sus voces dan al Estado-nación el carácter de una institución termodinámicamente perdida y condenada a quebrar. —Cita en varias ocasiones a Ernst Bloch. ¿Es usted un esperancista? Si fuera el caso, ¿qué significa serlo? —No sé si soy esperancista porque no sé qué significa esa categoría. Pero sí que Bloch es una de las lecturas que más me han marcado intelectualmente en toda mi vida. Y comparto con él que la esperanza organizada es más que una disposición psicológica: para un marxista (y aunque heterodoxo y abierto a otras influencias teóricas, me sigo identificando con esta categoría), que parte del carácter procesual, abierto y activo de lo real, la esperanza es un prerrequisito ontológico y epistemológico. El afecto propio e inherente de una cosmovisión en la que el mundo solo se termina de “comprender” luchando por hacerlo devenir en algo mejor.

dad “es la creencia de que a cada información le sigue necesariamente una sola interpretación con un efecto social concreto”. Pero, ¿quién sostiene a día de hoy una idea tan poco fundamentada y tantas veces falseada? —Es efectivamente una idea poco fundamentada y muchas veces falseada. Pero el ecologismo es un animal que ama tropezar mil veces con esta piedra. Seguramente tiene que ver con sus orígenes como denuncia científica. Piénsese que la reivindicación número uno de Extinction Rebellion (que por otro lado es un movimiento que ha realizado aportes muy interesantes) es que los gobiernos del mundo “digan la verdad”. Esto es literal. Un discurso así solo se explica porque en el fondo se cree que la verdad de la extralimitación lleva consigo el efecto social concreto y unívoco de la autocontención. Como si la verdad de la extralimitación no pudiera justificar un refuerzo de las lógicas depredatorias de un posfascismo que apueste por el darwinismo social y el acaparamiento de espacio vital ecológico. Dicho de modo muy simple: el gran error del ecologismo con la cuestión de la verdad es pensar que el negacionismo climático es un fenómeno provocado por la ignorancia.

—El ecologismo, en su opinión, necesita disputar el deseo y no revelar la verdad. El arte de la política, desde su punto de vista, —Señala que el ecologismo debe ser estratégicamente ecléctico, no consiste en decir la verdad. Tal vez haya acuerdo sobre el plural, sincrético, sociodiverso. ¿No lo es en estos momentos, no asunto del deseo, pero… ¿la verdad no es revolucionaria es su es plural, no es sociodiverso? opinión? —Lo es, pero no se valora lo suficiente ni se asume como un —La verdad es un ingrediente imprescindible de una política horizonte explícitamente positivo. Esa afirmación es una adverrevolucionaria, que necesita el mejor conocimiento del mundo tencia, que vale para todo el mundo, incluido para mí, de no posible para promover su transformación. Pero dista de ser confundir cooperación entre los ecologismos con unanimidad. suficiente: la climatología de las pasiones políticas es un juego Todos los debates ecologistas deberían tenerse partiendo de la de expectativas, no de datos; las grandes irrupciones plebeyas premisa de que casi todo suma y casi nada resta, y además nadie tienen que ver mucho más con la detonación política coyuntutiene garantías de que su apuesta sea la mejor. No existen balas ral de afectos como el agravio, la rabia o la esperanza que del de plata ni recetas integrales. El cambio será el efecto combinaacceso a información; la constitución de grandes mayorías torio (e imposible de planificar) de una multiplicidad de iniciatisociales depende mucho más de una vas, muchas de ellas contradictorias y victoria moral que de una victoria en conflicto. Lo que no es incompatiLa agenda de capitalismo verde existe cognitiva o pedagógica. Esta no es ble con que cada una de estas iniciatisolo una crítica a los postulados ecovas trata de ser lo más influyente posilogistas, sino a los de toda aquella ble, y tengamos debates intelectualSoy decrecentista, pero pragmático rama del marxismo que estuvo errómente exigentes. Pero en los que cierneamente obsesionada con la “falsa ta idea de fraternidad compartida, a conciencia” como elemento bloqueapesar de la pluralidad y su competidor de la victoria socialista. Y que hoy ción inherente, debe ser un regulador tiene sus epígonos en esa izquierda que pone el acento en la ético que influya, al menos, en las formas y los tonos. manipulación de los medios de comunicación como factor omniexplicativo de todas nuestras derrotas. —¿No son a veces duras, muy duras, con graves descalificaciones, las discusiones en el ámbito ecologista? ¿Por qué? ¿La —Concretando más su crítica, afirma que la primera falacia de pasión e interés con la que se defienden las posiciones lo justila estrategia ecologista obsesionada con la revelación de la verficaría?

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de una marca personal, lo que hace que el disenso siempre corra el riesgo de interpretarse como un ataque que devalúa tu capital simbólico, desnaturalizando las discusiones de ideas. No es menor el hecho de que, a mayor influencia social real, con su coste de oportunidad asociado, más agrias se vuelven siempre las disputas de ideas. Y en cada caso concreto, intervienen aspectos propios del carácter de las personas involucradas. En la medida de lo posible, al menos en los textos escritos en frío, yo he procurado mantenerme lejos de esta espiral de descalificación mutua. Pero reconozco que en caliente es fácil contribuir a esa espiral de “zascas” y caricaturas mutuas. Y ahí todos tenemos que hacer autocrítica.

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—Lo son. Que conste que yo prefiero las descalificaciones, —¿Qué significa para usted el exitoso resultado del referéndum aunque sean duras, que otras formas de gestión de la discreecuatoriano del pasado 20 de agosto? ¡Yasuní no se toca! pancia que fueron comunes en un movimiento transformador —Un hito y un ejemplo, así como una victoria para el concomo el socialista, que tiene una canjunto de la humanidad. Una enorme tidad no pequeña de mártires asesiconquista en la guerra de posicioEl colapsismo no quiere disputar nados por ser considerados “enemines ecosocialista, que ojalá se congos internos”. En comparación históvierta en un referente que se pueda el poder político rica, si se me permite una broma, replicar en muchas geografías más frente a recuerdos como el de Trotsky, pronto que tarde, respetando las paRoque Dalton o los sucesos de Mayo del 37 en Barcelona, los rticularidades políticas e históricas de cada país o territorio. insultos ecologistas son el sumum de los cuidados mutuos. Por Dejar combustibles fósiles en el subsuelo es, exactamente, la lo que convendría desdramatizar. Dicho esto, es cierto que en tarea más emancipadora para los que nos ha tocado transalgunos casos se está llegando a puntos tóxicos que dificultan formar el mundo en la primera mitad del siglo XXI. Ahora el día a día de las organizaciones ecologistas. toca ver si el nuevo gobierno de Ecuador acata el mandato Creo que esta degeneración del debate en parte responde a democrático, u obliga a redoblar esfuerzos de movilización las dinámicas de las redes sociales, donde se ha mal canalizado popular. Y esto es parte de la tragedia de la transformación una parte de la discusión. Otra parte tiene que ver con la falta social. Por la desigualdad estructural de partida, a los de de estructuras orgánicas comunes que nos comprometan a abajo no nos queda más remedio que luchar de forma reitetodos en normas y responsabilidades compartidas. También rada. En el bando popular casi nunca conocemos victorias influye el vivir en una sociedad neoliberal atroz donde el diáloirreversibles porque la realidad está hecha a medida de los go público se confunde espontáneamente con la generación intereses del enemigo ■

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Construir comunidades, desear ecotopías Entrevista a Luis González Reyes Por Salvador López Arnal Luis González Reyes trabaja en temas relacionados con el ecologismo, la economía y la pedagogía. Es socio de Garúa, miembro de Ecologistas en Acción y responsable de educación ecosocial en FUHEM. Participa en varias experiencias justas y resilientes como Entrepatios (vivienda), El Arenero (crianza) y Las Carolinas (alimentación). Recientemente ha publicado en Ed. Icaria, junto a Adrián Almazán, Decrecimiento: del qué al cómo, libro sobre el que centramos nuestra conversación.

—¿Qué debemos entender por decrecimiento? —Nuestra propuesta decrecentista se basa en un puñado de ideas fuerza. En primer lugar, como resulta evidente por el término, la reducción del consumo material y energético hasta los marcos ecológicamente viables. Pero la reducción de la esfera material de la economía no implica una reducción de toda la economía. Es más, la economía que cuida los ecosistemas y las personas tendría que crecer en volumen y complejidad. La segunda idea es relocalizar y diversificar la economía. No existe ningún sustituto del petróleo que permita mantener el actual modelo de transporte masivo, a largas distancias y en tiempos breves, de personas, mercancías e información. Esta relocalización implica la necesidad de diversificar las actividades económicas para poder satisfacer las necesidades humanas en cercanía.

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La tercera propuesta es la integración del metabolismo social dentro del ecosistémico. Si los ecosistemas centran su esfuerzo no en el crecimiento, sino en el cierre de ciclos usando energía solar, maximizando la diversidad y con altas tasas de cooperación, tendría lógica que las economías humanas traten de hacer lo mismo. Lo anterior significa que las sociedades humanas dediquen el grueso de su esfuerzo productivo al sector primario bajo el paradigma agroecológico, pues ni el sector secundario ni el terciario son capaces de satisfacer este imprescindible cierre de ciclos. En cuarto lugar, sugerimos la integración de la producción y la reproducción en una sola unidad económica. No se deben desligar unos trabajos de otros, ya que ambos se encuentran indisociablemente unidos. Es más, el trabajo de reproducción es la condición de posibilidad de todo trabajo de producción y de la vida en general. La penúltima propuesta es la redistribución fuerte de la riqueza inter e intra territorios con criterios de justicia global. Esto implicaría medidas como expropiaciones a los grandes patrimonios, implantación de una renta básica, políticas impositivas fuertemente redistributivas, reparto del empleo, etc. En el plano internacional hablaríamos de restitución de las deudas ecológicas o coloniales, por ejemplo. Es decir, que los colectivos sociales que deben decrecer en mayor medida son las élites. Finamente, pero no menos importante: aumentar la autonomía económica de las personas. Para conseguir las transformaciones expuestas no basta con reasignar trabajos, es además necesario terminar con el trabajo asalariado como el eje fundamental de organización de las relaciones sociales. Para ello es imprescindible avanzar en el control social de los medios de producción en un proceso de desalarización y sustraer del mercado cada vez más actividades desmercantilizando nuestras vidas. Eso requiere defender y reconstruir bienes comunes. —Dedicáis un primer apartado del libro a la situación en la que


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Fotos de María José Esteso Poves

fósiles. Tampoco si degrada los ecosistemas hasta hacerlos inservibles para la necesidad de expansión del capital, como está sucediendo. —Pero, ¿qué significa colapsar? —Entiendo por colapso social el desmoronamiento del orden político, económico y cultural que da paso a una situación abierta en la que surgen múltiples órdenes nuevos. Este desmoronamiento no tiene que ser total. Por ejemplo, el colapso del capitalismo global puede no implicar el fin del Estado, pero sí una transformación profunda de éste. Un elemento central de este desmoronamiento es que se produzca una pérdida rápida en términos históricos, pero lenta en vitales, de la complejidad social. Un colapso social no es una crisis, que sería una situación de la que el sistema saldría con características esenciales parecidas a como empezó y no habría una pérdida de complejidad importante. El colapso no es una suerte de determinismo energético, material o ecológico. El contexto que se abre es el de una bios-

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estamos. En vuestra opinión, ¿estamos viviendo el colapso de la civilización industrial y del capitalismo global? ¿Es un mito hablar del colapso ecológico? —Los colapsos ecológicos están sobradamente documentados en la historia de la Tierra. También tiene un altísimo grado de consenso científico que estamos viviendo una de las grandes pérdidas de biodiversidad de la historia de la vida y un cambio climático muy importante. No es un mito hablar de colapso ecológico. Decir que es un mito es negacionismo. Pero no solo son reales los colapsos ecológicos, sino que también lo son los sociales, como ha mostrado con profusión la historia humana. Si nos tomamos en serio el hecho de que todo proceso económico descansa sobre una serie de requerimientos materiales y energéticos y, además, toda sociedad es ecodependiente; lo que parece evidente es que ningún orden social, tampoco el capitalismo industrial globalizado, puede mantenerse si requiere más cantidad de energía y materiales, y con unas determinadas cualidades, de la que se encuentra a su disposición. Simplemente es imposible sostener la Globalización y la sociedad industrial sin el concurso masivo de combustibles

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­ fera dañada, un clima más inhóspito y una menor disponibilidad energética y material. El colapso tampoco es un episodio puntual a partir del cual todo lo que hemos conocido se hunde. Es un proceso desigual en el tiempo y en el espacio. Habrá momentos y territorios de cambio más rápido, otros más lentos, e incluso periodos de recuperación temporal del orden pretérito. Así, el escenario más probable al que nos enfrentamos son deterioros severos pero progresivos (probablemente siguiendo una dinámica de crisis sucesivas) de algunos de los elementos claves para el mantenimiento del sistema (agroalimentario, financiero, red global de extracción y distribución de la energía, etc.), que tendrán efectos sensibles pero indeterminados en el marco de las profundas desigualdades. Estos deterioros no se limitarían al ámbito físico-ecológico, afectarían también las estructuras sociopolíticas existentes y, por tanto, darían lugar a procesos con efectos muy diversos y dependientes de las correlaciones de fuerza existentes.

—No, no lo somos desde luego. —Relacionado con esta limitación, está el hecho de que los inventos más fáciles de abordar se llevan a cabo en primer lugar y los más difíciles, después. Esto implica que los requerimientos energéticos, materiales, intelectuales y financieros necesarios crecen exponencialmente conforme avanza el conocimiento. Esto se refleja en un descenso de la tasa de innovación y la productividad de la investigación. Por eso es cada vez más improbable que inventemos justo lo que necesitamos, justo en el momento que lo necesitamos, y que se pueda extender de manera económicamente viable por todo el planeta. Otro problema de primer orden es el temporal. El descenso energético y material, la activación de los bucles de realimentación positiva climáticos y la desestabilización de los ecosistemas están sucediendo ya. Sin embargo, entre la invención y la difusión masiva de los cambios tecnológicos pasan décadas.

—Aunque os centráis en la economía, transformar la sociedad —¿Por qué pensáis que la tecnología no permitirá esquivar el en el sentido que vosotros proponéis implica cambiar de raíz la colapso? Bien usada, bien pensada, no en clave única, ¿no puede política, la cultura y la economía. ¿Es posible ese cambio cultuser una aliada? ral y de valores de raíz al que hacéis referencia cuando el tiempo —En primer lugar, el trabajo científico se sigue realizando no sobra, cuando las tareas transformadoras son urgentes? mayoritariamente bajo marcos mecanicistas, reduccionistas e —Siempre es posible cambiar los órdenes políticos, culturales incluso, en ocasiones, deterministas. Este modelo no es el más y económicos. La historia de la humanidad muestra que las adecuado para entender la vida en la Tierra, que funciona sociedades humanas son muy plásticas y que han existido como un sistema orgánico en el que las propiedades no son la múltiples formas de organización social. Es más, hoy siguen suma de las partes y el funcionamiento es no lineal e indeterexistiendo muchos formatos de convivencia, incluyendo órdeminista. nes justos, democráticos y sostenibles. Además, la capacidad Además, la mayoría de los avances tecnológicos en realidad de cambio social es mucho más rápida que la de transformason aumentos de la cantidad de energía utilizada o de la efición ecosistémica. ciencia en que ésta es trasladada hasta el lugar donde el trabaPero esto no quiere decir que estemos a tiempo de esquivar jo se realizaba. Esto apunta a que la el colapso y realizar una transición tecnología no es más que energía, pilotada. Primero, porque probableLa tecnología no puede resolver materia y conocimiento colectivo mente ya estamos viviendo las prilos problemas de fondo sedimentados. En concreto, un determeras etapas de ese colapso. Seminado tipo de energía y materiales gundo, porque, aunque los cambios no renovables. Es más, en el marco sociales pueden ser más rápidos que de una economía desigual y extractilos ecosistémicos, tienen inercias va, la tecnología es también tiempo, poderosas que implican retrasos y Vivir con menos bienes no guarda energía y materiales embebidos de resistencias fuertes al cambio. Y terrelación con vivir peor forma injusta, una suerte de imperiacero porque nuestras capacidades de lismo concentrado. La tecnología no dirigir los sistemas son menores de lo puede generar energía ni materiales, que solemos creer. De este modo, lo por lo que no puede resolver los problemas de fondo que vieque planteamos en el libro no son propuestas de transición nen asociados a su agotamiento progresivo. pilotada, sino de cómo improvisar mientras bajamos los rápiA esto se suma que el ser humano no es ni omnisciente ni dos de un río turbulento para no chocar con las piedras más omnipotente. grandes.

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En los casos en los que se han producido reformas estructurales a través del Estado, como el del Chile de Allende o el New Deal estadounidense, en realidad éstas hubieran sido imposibles sin un fuerte movimiento social que no solo había ya transformado el espacio imaginario de lo posible, sino que en la mayoría de los casos había comenzado a construir ese otro mundo y se lo había impuesto a un Estado, que fue a rebufo. La transformación social no la impuso el Estado a la sociedad, sino más bien al revés.

El Estado no es una herramienta neutral. No existe ningún ejemplo en la historia de la humanidad de un Estado que haya alumbrado sociedades justas, democráticas y sostenibles. Su creación y desarrollo están al servicio del sostenimiento de las jerarquías, por más que haya Estados menos indeseables que otros. Sin excepción, los intentos históricos de instrumentalizar al Estado con fines emancipatorios han creado nuevas élites.

—Queremos o no, nos guste o no, ¿decrecer va a implicar vivir peor, con menos medios, con menos mercancías, con menos comodidades, viajando menos? —Decrecer efectivamente implica vivir con menos bienes materiales y viajar menos de lo que lo hace la mayoría de la población española, pero eso no guarda relación con vivir peor. Vivimos en el momento histórico en el que el consumo está más exacerbado y, a la vez, probablemente hay más infelices que nunca. Eso no es vivir bien. Vivir bien es satisfacer las necesidades humanas, no solo la de subsistencia, sino también otras como las de entendimiento, participación, libertad o protección. La historia de la humanidad demuestra que esto se puede realizar de formas muy distintas y con un consumo frugal. No caigamos en el relato de que todo el pasado preindustrial fue el de una vida miserable, porque es falso. Vamos a reducir nuestro consumo material y energético, pero que esto se plasme en mejores o peores formas de vida no depende de esa reducción, sino de las luchas sociales que alumbren unas formas u otras de satisfacer nuestras necesidades. —¿A qué llamáis energías R3E? —Son energías realmente renovables, y además emancipadoras. Las R3E tienen las siguientes características: Son energías solares en sus múltiples derivadas (radiación, hidráulica, eólica, biomasa) que se aprovechan con máquinas construidas con materiales renovables (biomasa, recursos abundantes, fácilmente reciclables) y que se pueden obtener con energías renovables (como el hierro). La segunda característica es que realizan trabajo directo o producen calor, no solo generan electricidad. Es decir, que bombean agua del subsuelo, muelen grano o calientan a las personas. En tercer lugar, se integran y se apoyan en el funcionamiento de los ecosistemas. Un ejemplo es la navegación a vela, que usa los vientos marinos, más regulares que los terrestres. Otro, la permacultura, que se basa en los equilibrios ecosistémicos para alimentar a las personas. En cuarto lugar, se basen en el principio de “cosecha hono-

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—Habláis de reducir el espacio que actualmente ocupan el Estado y el mercado. El Estado en manos de fuerzas políticas populares con sensibilidad ecológica e igualitaria, ¿no puede ser un aliado? —Un Estado de esas características podría ser una ayuda coyuntural que catalice los procesos de transformación que sugerimos, pero la clave estratégica es que el Estado no puede ser el motor de esa transformación, sino que dicho impulso solo puede venir de la sociedad organizada.

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colapso ­ rable”. Este es un concepto de las poblaciones indígenas norte—De manera muy simplificada: perseguimos la satisfacción de americanas que persigue dejar para el resto de seres vivos. Y nuestras necesidades. Y las emociones, los sentimientos y los busca favorecer la expansión de la vida (por ejemplo, tomando estados de ánimo provendrían de la gestión de las necesidades: leña del bosque mediante una entresaca que estimule la regemiedo (falta de seguridad), amor (cobertura de la necesidad de neración ecosistémica). afecto) o curiosidad (búsqueda de La última característica es su conentendimiento). De este modo, las Ya estamos viviendo las primeras etapas trol comunitario sobre el uso y las heemociones, conectadas con las necerramientas. Esto implica tecnologías sidades, son lo que nos activan. del colapso sencillas. —¿Cómo se crean deseos decrecen—El turismo, sostenéis, debe sufrir un protistas? El Green New Deal se centra en algunos ceso de reducción importante. ¿Cómo se —Necesitamos construir un horidesafíos, pero obvia otros consigue una reducción así? ¿No puede zonte de deseo basado en el reparcaerse en el autoritarismo, en la imposito del trabajo y de la riqueza, la ción de medidas por razonables y urgentes que estas puedan ser? sencillez, la lentitud, el placer derivado de tejidos sociales —La industria turística española no solo tiene fuertes impacdensos, el encuentro con la naturaleza o la autonomía. Este tos ambientales, como los relacionados con el desarrollo urdeseo permitiría materializar una transformación decrebanístico, y sociales, como los procesos de gentrificación que centista. generan un incremento de las desigualdades. Es que además El deseo decrecentista existe en la sociedad probablemenes insostenible en el tiempo. Se basa en la disponibilidad te más de lo que parece, pero se encuentra escondido, poco masiva de petróleo para traer a millones de personas, algo articulado o entrelazado con otros deseos contradictorios. que está tocando a su fin; en que no suba el nivel del mar Es el que impulsa a quienes anhelan prejubilarse o reducir para preservar las playas, lo que está sucediendo por la su jornada laboral, a quienes emplean sus vacaciones en peemergencia climática... regrinar y no en consumir monumentos o a quienes antepoEl turismo se va a reducir de manera drástica mediante polínen los cuidados a su carrera profesional. Construir moticas puestas en marcha con algún criterio de justicia social o vimientos sociales que extiendan estos deseos (como la como consecuencia de crisis repetidas que terminen llevándojornada laboral de 30 horas) y los sitúen junto a otros más se por delante el actual modelo. Digamos que la “imposición” “difíciles” (por ejemplo, la frugalidad), podría ser una bue de las medidas va a ocurrir de una forma u otra, pero es mucha na fórmula. mejor opción que sean con impulso social. La construcción social de deseos es un proceso poliédrico en el que intervienen múltiples actores y medios. Uno de ellos son —¿Por qué es insuficiente la verdad? ¿La verdad ya no es revolulos relatos. cionaria? —En varias de sus corrientes, el ecologismo realiza una apues—¿Relatos? ta fuerte por comunicar “la verdad” como piedra de toque de la —El ser humano construye con ellos sus deseos. Necesitamos acción política. La idea es que una vez expuesta a “la verdad”, que el sector cultural proyecte ecotopías. Muchas y variadas la población se convencerá de la necesidad de un cambio y ecotopías que sean a un tiempo factibles y deseables. hará lo posible por materializarlo. Esta estrategia deja tras de sí Estas ecotopías necesitan proyectar sueños ambiciosos, décadas de fracasos en sus objetivos últimos y radicales. Dicho pues los desafíos que tenemos por delante son muy grandes. de otro modo: la razón no mueve a actuar. Pero la imaginación humana no “vuela libre”, sino que se consEsto no quiere decir que “la verdad” no sea necesaria. Por truye a partir de las experiencias vividas. Por eso, concebir ecoejemplo, requerimos del mejor conocimiento para saber qué topías requiere materializar previamente pequeñas maquetas caminos tomar, aunque ese conocimiento no nos pone, en de ellas. Otras formas de tener una vivienda, acceder a los aligeneral, en camino. mentos o educar a nuestras criaturas. Experiencias que, aunque pequeñas e imperfectas catapulten nuestra imaginación. —Entonces, ¿qué pone en marcha las transformaciones sociales? Finalmente, es necesario romper los deseos de omnipoten¿Qué papel juegan o deben jugar las emociones en el proceso de camcia, consumo, crecimiento o egocentrismo. Para ello, necesitabio? ríamos articular un sistema de valores que canalice el deseo de

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He dicho tres, pero en realidad habría más divergencias, como el papel del Estado, la construcción de hegemonía o las ciudades, pero esas tres son suficientemente representativas.

—Habláis del progresismo modo verde, que bascula, precisáis, desde el liberalismo de propuestas como las de Macron hasta posiciones neokeynesianas como las de los Green New Deal de Ocasio-Cortez en EEUU, que no cuestiona sino que solo modula las políticas neoliberales y la estructura geopolítica mundial, y que no puede funcionar sin hacer que la desigualdad aumente cada vez más. ¿Cuáles son vuestras principales críticas a los “greennewdealistas”? —Se pueden resumir en tres. La primera es que sostener una sociedad global industrial con energías renovables no es factible o, como poco, alberga fuertes dudas, lo que nos debería llevar a actuar de acuerdo con el principio de precaución y no presuponer su viabilidad. La segunda es que el Green New Deal se centra en algunos de los desafíos que tenemos por delante, como el energético o el climático, pero obvia o no da suficiente importancia a otros, como el material o el ecosistémico. Esto implica que muchas de sus propuestas, como el coche eléctrico o las energías renovables hipertecnológicas, redundan en incrementar esas crisis materiales y ecosistémicas. La tercera consiste en que proponen soluciones que no son universalizables. Es más, que se basan en el mantenimiento de las desigualdades, sobre todo las territoriales. Mantienen una articulación colonial del poder.

—¿Qué significa para ti el exitoso resultado del referéndum ecuatoriano del pasado 20 de agosto? ¡Yasuní no se toca! —Varias cosas importantes. La primera es que las luchas climáticas más exitosas del momento no tienen su corazón en el plano institucional ni en el empresarial, sino en los movimientos sociales. La victoria del “sí” es el resultado de, al menos, 10 años de luchas. La segunda idea es que la población es capaz de afrontar la emergencia climática y ecosistémica de manera bastante más responsable y valiente que las élites. Además, que la democracia no es un problema, sino un aliado en el proceso de cambio. La tercera es que los procesos democráticos no solo requieren de fuerza previa que los imponga (esos años de lucha que decía), sino también de fuerza posterior que permita que se ejecuten. La preservación del Yasuní no será un resultado inmediato del referéndum, sino que será una realidad si la lucha se perpetúa en el tiempo forzando a que se ejecute la decisión popular ■

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experiencias intensas no en volar a la otra punta del planeta, sino en juegos en cercanía desafiantes; o el de omnipotencia, no en el sistema industrial, sino en la narrativa o la creación artística.

—¿Cómo se construyen los comunalismos en sociedades, en ocasiones, tan individualistas como las nuestras? ¿No es más un sueño, una utopía que deseáis real? —El ser humano es profundamente social. Solo en colectivo conseguimos satisfacer nuestras necesidades y tener vidas felices, pues las relaciones densas y fructíferas son una fuente de bienestar indispensable. Esto implica que la construcción de comunidades es un continuo a lo largo de la historia de la humanidad. Así que yo más bien veo el tema al revés de cómo se ha formulado en la pregunta: a pesar de que el capitalismo fomenta con una fuerza que no tiene parangón el individualismo y se construye a partir de la destrucción de los comunalismos, estos sobreviven, pues surgen de manera espontánea. Esto no quiere decir que construir comunalismos viables en el tiempo sea sencillo, pues requiere de toda una serie de habilidades de convivencia y trabajo en equipo que no son innatas ni sencillas de aprender. Y que han sido erosionadas por el capitalismo.

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Marcha de las mujeres en Versalles

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Repensar las luchas de clases: «comunidad» y «propiedad» por Genís Plana

¿S

on la «comunidad» y la «propiedad» dos referencias centrales en la organización de una sociedad política? Siendo así, quizá podríamos pensar los conflictos políticos e ideológicos como la lucha por imponer un sentido de «comunidad» y de «propiedad».

Tras la caída del Muro de Berlín y el desmantelamiento de la Unión Soviética, ciertos pensadores marxistas pasaron de la defensa desacomplejada de la dictadura del proletariado a una apuesta teórica por la democratización radical de la sociedad. Parecía que el militante ejemplar o el hombre nuevo formaban parte de un momento histórico ya caduco, y ahora regresaba una figura política nominalmente contemplada por las democracias liberal-parlamentarias: el «ciudadano». Ocurre que, entendido republicanamente, el «ciudadano» podía volverse en contra de esos mismos sistemas liberal-parlamentarios. Y eso es algo que parece percibir Étienne Balibar (1942), cuyo despliegue filosófico puede resultar de utilidad al momento de pensar los conflictos políticos e ideológicos del presente. Así, en el inicio de ese nuevo escenario –tanto histórico como teórico– surgido con el ocaso del socialismo realmente existente, Balibar observó la importancia de apoyarse en el «ciudadano» para dar la batalla política. Y es por eso por lo que se entrega a la tarea de desarrollar una filosofía política centrada en la «ciudadanía». Por consiguiente, en las teorizaciones que Balibar ha realizado a lo largo de las últimas décadas, el sujeto político deja de ser pensado en términos de proletariado o de movimiento obrero, pues su cometido consiste en recordarnos el potencial político del «ciudadano». Sin embargo, el ciudadano balibariano no queda desacoplado de las clásicas preocupaciones marxistas. Y tal vez la más central de esas cuestiones es la «lucha de clases». Ante lo cual, que quede claro que este artículo no abordará el pensamiento balibariano sobre la «ciudadanía», sino que pretende contribuir a pensar las «luchas de clases» a partir de cier-

tas contribuciones balibarianas que son relativamente secundarias dentro de su arsenal conceptual. De hecho, los planteamientos que aquí se expresan no han sido formulados por Balibar, sino que suponen un recorrido posible, aún impreciso, por el que podemos transitar en el caso de querer inspirarnos en el itinerario intelectual realizado por el filósofo francés. De lo que se trata es de advertir que, en el sustrato de las luchas ideológicas y políticas (aquellas a las que podemos considerar «luchas de clases»), se encuentra una determinada manera de entender dos conceptos que no deberían pasar desapercibidos. Esos conceptos son la «comunidad» y la «propiedad». Lucha de clases No creo que sea una lectura equivocada de Balibar decir que, a su entender, la «lucha de clases» es una simplificación de los antagonismos sociales que se produce cuando estos antagonismos son llevados a un grado tal de intensificación que una parte se reconoce como la antítesis de la otra («nosotros / ellos»), de manera que la conciliación de los intereses no puede ser permanente, tan sólo coyuntural y, por ende, inestable. El propio Balibar sugiere cierta relación de equivalencia entre la «lucha de clases» y, el que sería uno de sus conceptos fundamentales, la «democracia conflictual». Tanto en un caso como en otro, las formas institucionales del poder pueden ser subvertidas por la insurrección de las masas. La «lucha de clases» no supondría un eje de verdad atemporal incrustado en una suerte de ley social universal. Antes bien, su aparición viene definida por las múltiples vicisitudes en que

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se desarrollan los conflictos sociales, donde, en última instancia, se disputa una determinada forma de entender la «propiedad» (emparentada con la noción de «trabajo») y una determinada forma de entender la «comunidad» (que remite a la noción de «identidad»). Y en ese último punto está lo relevante del asunto: la «lucha de clases» supone una controversia al respecto de una manera concreta de entender la «comunidad» (dentro de la cual encontramos cierta idea de «identidad»), pero también una concepción de «propiedad» (en cuyo interior se vislumbra una idea de «trabajo»); y la forma de resolver ese conflicto es en sí misma la lucha de clases. Por consiguiente, la manera en que se impone una concepción de «comunidad» y de «propiedad» no debe atribuirse al natural desarrollo histórico ni al consenso social, sino que es producto de la conflictividad de clases. Comunidad y propiedad Tomando como referencia cierto planteamiento que Balibar realiza en un momento dado, podríamos considerar que la «comunidad» y la «propiedad» actúan como elementos o mecanismos conceptuales que permiten configurar una u otra ideología, y a partir de los cuales es posible implementar uno u otro sistema sociopolítico. Como ha sido dicho, la «comunidad» se encontraría unida a una determinada idea de «identidad», mientras que la «propiedad» comportaría una idea de «trabajo». Así, para pensar en la «comunidad» hay que recurrir al concepto de «identidad», mientras que la «propiedad» se encuentra en consonancia con una concepción de «trabajo». Hasta aquí el asunto resulta fácil de comprender. La cosa se complica cuando notamos que tanto la «comunidad» como la «propiedad» pueden entenderse de múltiples maneras. De modo que, pongamos por caso, la «comunidad» puede ser nacional o popular, étnica o religiosa, al tiempo que la «propiedad» puede referirse a la propiedad sobre el capital o a la propiedad sobre el resultado de la fuerza de trabajo. Pero hay formas más precisas de declinar la «comunidad» y la «propiedad». Veamos algunos ejemplos… Pensar la «comunidad» en clave mutualista y autogestionada nos conduce al anarcosindicalismo; pero si, por el contrario, pensamos la «comunidad» fuertemente institucionalizada y corporativista, entonces nos acercamos a la visión que de ella tiene el fascismo. La «comunidad» puede ser un pueblo definido por rasgos étnicos, puede ser un grupo social que aspira a la

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consecución o ampliación de determinados derechos, puede ser una ciudadanía que haga de la igualdad de todos la condición de posibilidad de la libertad de cada cual, o puede ser… podríamos seguir aludiendo a múltiples formas de entender la «comunidad». Y algunas mucho más acá de la política en mayúsculas, como la así llamada comunidad cibernética: entre los más jóvenes se le llama «comunidad» a los seguidores de un youtuber, instagramer o, en general, influencer; y estas «comunidades de seguidores», que se construyen desde las redes digitales, serían una confluencia entre otros tipos de comunidades como son la tribu urbana, el grupo de opinión y la comunidad de consumidores. También son diversas las formas en que podemos concebir la «propiedad». La «propiedad» puede ser exclusiva y excluyente tal y como nos plantea el liberalismo; o puede ser resultado de un trabajo inalienable como en el socialismo. También según el liberalismo la propiedad puede ser el resultado de una

La toma de la Bastilla

herencia personal, mientras que en el socialismo es un derecho colectivo. La propiedad se relaciona, como no podría ser de otro modo, con la producción y distribución de la riqueza. La propiedad no puede (tampoco la propiedad privada) desacoplarse de una estructura de derechos de mayor alcance, por lo que una determinada apuesta por la propiedad es, aunque indirectamente, un compromiso con respecto a esos otros derechos. Y del mismo modo que una concepción u otra de propiedad no puede abstraerse de las condiciones en que se legisla como derecho, ni de su implicación sobre otros dere-


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chos colindantes, tampoco puede desentenderse de los procesos históricos que la legitiman socialmente ni de las consecuencias socioeconómicas que genera. No se trata sólo de considerar las limitaciones que puedan recaer sobre la propiedad, sino de establecer a qué tipo de apropiación, y por parte de quiénes, autoriza la propiedad. Ideología La realidad social y su inherente conflictividad pueden ser conceptualmente condensadas a partir de dos categorías («comunidad» y «propiedad») que, declinándose y combinándose de múltiples formas, constituirían el núcleo de una ideología. Pero si esas categorías («comunidad» y «propiedad») se insertan en el interior de una narrativa ideológica es porque logran extrapolarse –y, por ende, se hacen coextensivas– a esos ideales de vocación universal que se anuncian en forma de libertad, igualdad, democracia, comunismo, nacionalismo, etcétera.

La ejecución de Luis XVI El caso es que estos ideales o trascendentales a los que apelan las ideologías sólo pueden ser resolutivos si se asientan sobre una tipología de «comunidad» y de «propiedad» que aspira a ser políticamente implantada. Porque son esos dos pilares (la «comunidad» y la «propiedad») aquello que permite anclar grandes ideas o principios (bien sea la libertad, la igualdad o la justicia, o lo que queremos que sea noble y loable como la nación, el comunismo, nuestra religión o la democracia) en las luchas específicas y en las experiencias particulares de un determinado grupo social.

Así, si la ideología logra convertir las posiciones políticas particulares en aspiraciones universales es revistiendo la «comunidad» y la «propiedad» de grandes ideales o de valores trascendentales. Pero, al margen de esos ideales, fundamentos metafísicos o significados trascendentales presentes en el campo semántico de cualquier ideología, aquello que a la ideología le dotaría de contenido preciso es una determinada concepción de «comunidad» y una determinada concepción de «propiedad», y la manera en que ambas concepciones se articulan entre sí. Ahí radicaría el fundamento de las ideologías políticas. Por tanto, la cuestión está en entender que una determinada modulación de «comunidad» y de «propiedad», así como una determinada combinación entre ambas modulaciones, quedaría incorporada en los lineamientos políticos que proyecta, y en los que aspira a materializarse, una ideología (cualquiera que sea). De manera que la toma de posición política implica, consciente o inconscientemente, la apuesta por una determinada concepción de «comunidad» y por una determinada forma de entender la «propiedad». A la postre, «la lucha de clases» sería la lucha por imponer políticamente una determinada concepción de «comunidad» y de «propiedad». Pero esto nos lleva a un planteamiento controvertido (que por ahora dejaremos aparcado) que sugiere que podrían conceptualizarse tantas «clases sociales» como agrupaciones definidas por una envestida política en la que se encuentre involucrada una determinada configuración de «propiedad» y «comunidad». Qué hay del secesionismo de los ricos Ha sido dicho que la conceptualización activa –la apuesta política– de una determinada forma, dimensión o composición de «comunidad» y de «propiedad» es aquello que contornea e impele un determinado discurso ideológico, siempre y cuando se presente por medio de un principio o ideal (libertad, igualdad, raza, democracia…) trascendental. Pensemos ahora en algunos ejemplos de actualidad… Para empezar, situémonos en Cataluña. El independentismo

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catalán suele apelar a la libertad y a la democracia (o a una expresión que se quiere equivalente: el derecho a decidir). Pero ¿y qué pasa si entendemos su proyecto político desde la lógica de la «comunidad» y de la «propiedad»? En el independentismo catalán (así como en cualquier otro movimiento secesionista o de liberación nacional) está en juego una determinada concepción de «comunidad». Se trata de una comunidad diferencial con rasLa «lucha de clases» gos idiosincráticos propios. refiere a una Aquí se pone de manifiesto que controversia sobre lo que subyace a la idea de «cola «comunidad» y munidad» es la idea de «identila «propiedad» dad»: una cultura, una lengua, así como unas tradiciones y unas instituciones específicas. Por lo que si a esos grandes ide«Comunidad» y ales de libertad y democracia (o «propiedad» se a la reivindicación del derecho a declinan y combinan decidir) los vemos desde la perspectiva de la «comunidad», ende múltiples tonces lo que observamos es, ni formas más ni menos, que una cuestión identitaria. Pasemos ahora al lado de la «propiedad» y notemos que los movimientos secesionistas de Europa occidental corresponden al de aquellas regiones relativamente ricas (que concentran más recursos que la media) dentro de sus respectivas demarcaciones estatales. Se trata de un patrón en el que Cataluña encaja. Y atender a ello permite vislumbrar una determinada concepción de «propiedad» sobre los impuestos recaudados (esto es, sobre la capacidad fiscal que se genera en la región), que es la que convertiría el déficit fiscal del Estado con Cataluña en una situación de agravio o injusticia que autorizaría la reivindicación independentista. Aquí la magnitud del «trabajo» se concibe por medio de una balanza fiscal entre instituciones. En resumidas cuentas, para que exista el independentismo deben imbricarse una determinada concepción de «comunidad» (y, por lo tanto, de «identidad») y una determinada concepción de «propiedad» (y, por lo tanto, de «trabajo»). Así vistas las cosas, al disponer de una «identidad» singular es que Cataluña debe ser, para quienes somos catalanes, la «comunidad» de referencia, y ello no nos autoriza a pasar por alto que a los catalanes se nos sustrae o roba parte de nuestra «propiedad» en tanto en cuanto los impuestos que pagamos, resultado del «trabajo» que suponen los hechos imponibles que generan obli-

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gaciones tributarias, no se adecúan a la inversión o financiación estatal que recibimos. La República Independiente de tu Casa También podríamos pensar en el reciente auge de las posiciones liberal-libertarias (o anarcocapitalistas). Pero ello exige referirnos, aunque sea brevemente, a ciertos presupuestos antropológicos, pues los planteamientos liberal-libertarios parten de la conceptualización del sujeto como un individuo autodeterminado, siendo que esta metafísica consideración nos facilita entender su particular concepción de «comunidad» y de «propiedad». Por lo que respecta a la «comunidad», ésta no puede ser otra que una agrupación conformada por individuos que deciden asociarse en provecho de sus intereses particulares. Se trata de una «comunidad» incierta, o en cualquier caso circunstancial, porque está supeditada al individuo, y a su voluntad de relacionarse a conveniencia propia con otros individuos. De resultas a lo cual, la «comunidad» sólo puedo concebirse como una asociación, resultante de pactos privados, cuya «identidad» viene dada por unos estatutos que han sido previamente negociados. A diferencia de las comunidades orgánicas o de las comunidades históricas, que son agrupaciones humanas no electivas, el modelo liberal-libertario de «comunidad» es el de una contingencia resultante de la voluntad expresada por los individuos que la conforman, quienes se asociarían y se desasociarían libremente en función de maximizar sus intereses particulares. Por otro lado, la autonomía o autodeterminación del individuo descansaría en la idea de que éste es propietario de sí mismo. A partir de ahí puede entenderse que el individuo tenga plena facultad para suscribir los contratos que desee, lo cual debe prevalecer sobre los reglamentos jurídicos y otros códigos normativos, sean legales o morales. Con independencia del contexto material, de la existencia o no de circunstancias de necesidad o de coacción, la mera declaración de voluntad sería válida para que un individuo vendiese su cuerpo o alienase su libertad. Aquí la «propiedad» no surge de ese «trabajo» sobre la naturaleza circundante que permitiría la apropiación del entorno, pues la propiedad de sí mismo sería anterior, y le permitiría al individuo ponerse a trabajar, es decir, movilizar sus capacidades como factor productivo supeditado a su propia iniciativa empresarial. Observamos así que la libertad asociativa como principio generador de una «comunidad» es algo que en el liberalismolibertario encuentra su correlato en la libertad contractual como principio resultante de su concepción de «propiedad». Y ello se traduce en ese conocido eslogan publicitario de la mul-


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tinacional sueca que fabrica y vende mobiliario y productos para el hogar: «Bienvenidos a la República Independiente de tu Casa». Tu casa es tu cuerpo, una república en la que tú eres el soberano, y sobre la cual el Estado ni ninguna otra entidad debería poseer jurisdicción o facultad alguna de intervención. Pero, puesto que la política se empeña en existir por fuera del individuo libertario, sus acciones acaban siendo demasiado prosaicas… explorar y profundizar en vías que permitan aumentar los dígitos de la cuenta bancaria («propiedad») y pasar prolongados retiros en Andorra («comunidad») a fin de establecer ahí la residencia fiscal. Del gueto de Varsovia a la Tierra Prometida Habiendo ya dejado muy atrás al Balibar con que nos guiamos inicialmente, pensemos algunos casos peliagudos, otros proyectos ideológicos y políticos donde se pondría de manifiesto que la «comunidad» nunca logra desentenderse de la «propiedad», y que la «propiedad» no puede abstraerse de la «comunidad». Durante el Tercer Reich los judíos eran desposeídos de sus propiedades, así como, en la actualidad, los palestinos son desposeídos de sus tierras en Israel. En ambos casos, la «comunidad» dominada (sean los judíos centroeuropeos durante el Holocausto o los palestinos afectados por el expansionismo israelí) es aquella cuya «propiedad» resulta confiscada. Y a la inversa: está inscrito en la «identidad» de la «comunidad» dominante (los nazis de ayer, los sionistas de hoy) la superioridad racial o el derecho divino que les legitima para disponer de los bienes pertenecientes a los pueblos dominados. Asimismo, podríamos citar otras muchas «comunidades», «etnias» o «grupos de población», a los que podemos caracterizar por una «identidad» singular, que ocupan puestos laborales peor retribuidos, son expuestos a procesos de explotación intensiva, y en ocasiones directamente expoliados. También quienes disponen y ambicionan mayores bienes suelen concebirse como una «comunidad» definida por unos rasgos distintivos, pero éstos conciben, y son capaces de imponer, un determinado marco social, político y/o jurídico en el que la apropiación de esos bienes por su parte es algo que resulta legitimado a través de una determinada concepción de «propiedad». Hemos mencionado el conflicto israelí-palestino. Regresemos a ello: Si hacemos una lectura del conflicto según la «comunidad», diríamos que enfrenta a árabes y a judíos; mientras que, si hacemos una lectura según la «propiedad», afirmaríamos que el conflicto se entiende según la anexión o apropiación de tierras palestinas por parte de los sionistas (o, desde una posición sionista, se podría afirmar que el conflicto se

debe a la incapacidad de los palestinos por aceptar que a los judíos se les debe restituir sus territorios ancestrales, los pertenecientes a la Judea histórica). Probablemente las dos formas de interpretar el conflicto, tanto en clave comunitaria como en clave propietaria, tengan parte de verdad. Y probablemente sea más útil integrar ambas formas que, por el contrario, quedarnos únicamente con una y despreciar por completo la otra, pues las explicaciones monocausales suelen ser insuficientes. Las clases sociales Las «clases sociales» remiten a realidades objetivas, y éstas asumen significado a través de la experiencia de los miembros que componen la clase social en particular. Esa experiencia transita principalmente a través de esos dos vectores de significación que son la «comunidad» y la «propiedad». Por consiguiente, se podría pensar que las clases sociales se asientan sobre modelos distintos de «comunidad» y de «propiedad» que confrontan entre sí. La lucha por imponer una determinada formulación de «comunidad» y de «propiedad» politiza aquello que forma parte del ordinario discurrir de las relaciones y actividades sociales. «Nous sommes à Versailles pour demander du pain et en même temps pour punir les garLa «clase social» des du corps qui ont insulté la cono puede existir carde patriotique», exclamó Stanislas-Marie Maillard, el capitán por fuera de una de los Voluntarios de la Bastilla, identidad el 5 de octubre de 1789 en el concolectiva texto de la Marcha sobre Versalles. Es decir, el pueblo francés, la clase desposeída de aquello que no fuera su capacidad de trabaLa lucha por la jar, acudió al palacio real para «comunidad» y «exigir pan [«propiedad»] y al la «propiedad» mismo tiempo pedir el castigo de politiza las los guardaespaldas reales que relaciones han insultado la escarapela patriótica [«comunidad»]». sociales Tanto la «comunidad» como la «propiedad» serían las coordenadas desde las que orientar aquellas prácticas que se dirigen hacia uno u otro horizonte político: el acicate de una práctica insurreccional que aspire a refundar el orden social, o bien el precedente para una aceptación de las jerarquías legitimadoras de las cadenas de mando y obediencia existentes. Apelando a la «comunidad» y a la «propiedad» se puede propi-

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ciar una estructura sociopolítica tendente al equilibrio o, acaso, una situación inestable que desemboque en una dictadura comisarial como, pongamos por caso, la dictadura del proletariado. De resultas a lo cual, la «clase social» no vendría únicamente definida por la posición que ocupa un determinado agregado social en relación con los medios de producción. Por supuesto que ser o no propietarios de los medios de producción, que a su vez determinan una división social del trabajo, es una cuestión fundamental. Pero, según el planteamiento propuesto, la «clase social» asumiría un sentido más amplio, pues, además de la «propiedad», se encontraría condicionada por ese otro nodo estructurante de relaciones sociales al que denominamos «comunidad». Sin comunidad no hay clase social Ambos polos de significación («propiedad» y «comunidad»), que contribuirían de manera decisiva a organizar el entramado interno de cualquier formación social, también serían prerrequisitos constitutivos de las «clases sociales». Significa esto que la «clase social» no puede existir por fuera de contenedores humanos relativamente delimitados por una identidad colectiva: sin ese vínculo de pertenencia al que remite la «comunidad» sería inviable la operatividad de una «clase social». En otras palabras, la «comunidad» sería el «para sí» de la clase social. Si no existe una «clase social» que al mismo tiempo no sea una «comunidad», podríamos preguntarnos cuál es la «comunidad» de esa «oligarquía económica» que, operando a escala supranacional, se nos presenta desterritorializada, vaporosa e inasible. En respuesta a ello podríamos decir que, aunque su ámbito sea propensamente global y sus formas pretendidamente cosmopolitas, los miembros de esta «clase social» logran coordinarse mediante consorcios, sociedades de cartera, fondos de inversión, conglomerados empresariales, grupos de presión… sin descuidar foros y cenáculos, que suscitan sinergias, propician vínculos compartidos y producen acciones mancomunadas. Tampoco son menores las implicaciones de que la «clase obrera» deba constituirse como parte de una «comunidad» para actuar como una fuerza social activa: la exigencia de unos sólidos vínculos identitarios es contraria a la idea de una Humanidad en genérico, así como la exigencia de una densidad comunitaria desacredita la posibilidad de un proletariado en abstracto susceptible de realizar una revolución mundial. Sólo existirían «clases sociales» ahí donde hay comprometidas «comunidades» concretas, independientemente de si coinciden o no con esas comunidades política-

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mente consolidadas a las que denominamos naciones. Tal vez el modelo social multicultural («melting pot») que se está extendiendo por el área de influencia angloamericana contribuya a descomponer los agregados sociales (y, por tanto, a desactivar los impulsos políticos) con capacidad de disputar un modelo de sociedad alternativo. Porque en los entornos humanos caracterizados por nuestro posmoderno crisol de culturas resulta cada vez más complicada la apelación a una «comunidad» concreta y específica con capacidad política: los sistemas de valores y creencias difieren entre sí, y ninguno de ellos parece por sí mismo capaz de generar vínculos de pertenencia ni aglutinar o condensar un amplio agregado social susceptible de operar como una clase en lucha. Que no haya «clase social» sin «comunidad» significa que no la hay sin «identidad». De hecho, ¿se puede hacer «política» sin apelar a una «identidad»? Incluso una ciudadanía fundada sobre resortes cívicos (que no étnicos) requiere de identidad: la «civilidad» remite a unas prácticas e ideas que, por un lado, se condensan culturalmente y, por otro, crean un sentido compartido de colectividad. Entonces, si no es posible prescindir de una identidad al momento de actuar políticamente, la cuestión pasa por dirimir cuál es esa identidad que debe ser reivindicada. Algunas consideraciones epistemológicas Tener como referencia tanto la «comunidad» como la «propiedad», y no descuidar ninguna de las dos, nos permite no quedar atrapados en análisis puramente económicos o economicistas, pero tampoco bascular demasiado hacia el lado opuesto, que sería el del ideologicismo o idealismo. Incurriríamos en análisis economicistas si, al momento de pensar las luchas sociales o los conflictos políticos, lo que hiciéramos fuera apostarlo todo a la disputa por la «propiedad». En ese caso, sólo observaríamos conflictos que pivotan en torno a las relaciones sociales de producción, conflictos derivados de procesos de acumulación por desposesión, etcétera. Por el contrario, resbalaríamos sobre conceptualizaciones idealistas o ideologicistas si interpretamos los fenómenos o las luchas solamente a partir de aspectos comunitarios e identitarios. En ese entonces, acentuaríamos o sobredimensionaríamos los aspectos simbólicos o retóricos, tal y como suele hacer un pensamiento posmoderno que acaba impregnado de subjetivismo. Así pues, considerar tanto la «comunidad» como la «propiedad» al momento de analizar fenómenos y conflictos es lo que nos permite escapar del economicismo, por un lado, y del idealismo, por otro. Y ello nos evita tener que posicionarnos ante esa dicotomía, que el marxismo vulgar nos pre-


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sentaba, entre infraestructura y superestructura. De hecho, al combinar «comunidad» y «propiedad» lo que se está haciendo es yuxtaponer de manera más o menos ecléctica enfoques diversos que son complementarios. De ahí que, para comprender –pongamos por caso– el desarrollo del Estadonación debamos atender tanto a aspectos de corte económico como otros que caen del lado simbólico-ideacional. Y siguiendo el sendero que se abre con esta última consideración podríamos pensar en ese debate filosófico-político al que se lo denominó «redistribución» vs. «reconocimiento».

Caricatura de la sociedad estamental

El «reconocimiento» pretendería elevar el estatus de las identidades de los colectivos minoritarios y de los colectivos históricamente discriminados, cosa que en la práctica se concretaría en derechos diferenciales y políticas de discriminación positiva. Por otro lado, la «redistribución» pretendería atenuar las asimetrías socioeconómicas, reducir los efectos de la explotación laboral o, incluso, propiciar una distribución equitativa de la riqueza existente por medio de la socialización de los medios de producción.

Así, por medio de un ejercicio especulativo podríamos relacionar, por un lado, el «reconocimiento» con la «comunidad», y, por otro lado, la «redistribución» con la «propiedad». Y, de este modo, proponer dos ejes: 1) «Comunidad – Dominación – Reconocimiento – Libertad» (es decir, las comunidades dominadas requieren políticas de reconocimiento para alcanzar la libertad); y 2) «Propiedad – Explotación – Redistribución – Igualdad» (es decir, la igualdad, negada por la explotación, se lograría redistribuyendo la propiedad). Pero si entendemos que un proyecto político-ideológico presupone la simultaneidad de una concepción de la «comunidad» y de una concepción de la «propiedad», entonces resultaría inadecuada cualquier pretensión de establecer una dicotomía entre «redistribución» y «reconocimiento». Significa esto que el nexo entre la «comunidad» y la «propiedad» permite establecer una relación de reciprocidad entre la «libertad» (ausencia de «dominación») y la «igualdad» (ausencia de «explotación»). Conclusiones Según los planteamientos expresados, es una determinada forma de conceptualizar y dimensionar la «comunidad» y la «propiedad» (y, por lo tanto, es una determinada forma de conceptualizar y dimensionar la «identidad» y el «trabajo») aquello que sostiene un marco ideológico y que permite implementar un proyecto político ambicioso. En consecuencia, una sociedad política resultaría condicionada por aquella visión ideológica (concepción de «comunidad» y de «propiedad») que logre imponerse como resultado de la «lucha de clases». La «lucha de clases» haría palanca sobre una determinada manera de comprender la «comunidad» y la «propiedad». De hecho, la «lucha de clases» se entendería como una simplificación de los antagonismos sociales en torno a concepciones diferentes de «comunidad» y de «propiedad» que resultan irreconciliables. Tener en consideración los diferentes modelos de «comunidad» y de «propiedad» en disputa es algo que puede enriquecer el análisis de las ideologías políticas y propiciar la conformación de un espectro político que supere el ya desvirtuado eje izquierda-derecha. En resumidas cuentas, detrás de las ideologías políticas y de los proyectos políticos se encontraría una concepción de «comunidad» y de «propiedad» que se apoya en reivindicaciones concretas, históricamente determinadas, y con capacidad de materializarse políticamente. Afirmar despotismos y privilegios o, por el contrario, reglamentar constitucionalmente un régimen político orientado a la igual libertad de los ciudadanos, sería algo que dependería de las formas en que se imponen y relacionan la «propiedad» y la «comunidad» ■

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Hay que defender la sociedad salarial Entrevista a Robert Castel por Juan Tabares

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e ha cumplido ya una década de la desaparición del sociólogo Robert Castel que, junto con Michel Foucault, Jacques Donzelot y Pierre Bourdieu, fue uno de los grandes renovadores de la sociología crítica francesa a partir de los años 1960. Sus trabajos confluyeron particularmente con los dos primeros, con quienes además compartió proyectos intelectuales y espacios institucionales. Robert Castel forma ya parte de los clásicos de la sociología con libros emblemáticos como, por ejemplo, El Psicoanalismo, El Orden psiquiátrico, Las Metamorfosis de la cuestión social, La discriminación negativa, y otros. El libro de entrevistas, Conversaciones con Robert Castel, editado en Ediciones Morata por Julia Varela y Fernando Álvarez Uría, introductores y editores de su obra en nuestro país, ofrece un panorama general de su pensamiento, a la vez que es de fácil acceso. Dicho libro fue reseñado en estas mismas paginas del Viejo Topo.

Los años del 68 y la genealogía del poder —En un primer periodo, en los años 1960, 1970 y hasta comienzos de los 80, realizó usted unos análisis que cuestionaban la red de poderes institucionales (la escuela, el presidio, el cuartel, el hospital psiquiátrico, etc.) que, junto con el aparato de Estado, participan del sistema de gubernamentalidad de la época. A partir de las situaciones de marginación y de exclusión institucional, Michel Foucault, Jacques Donzelot y usted mismo criticaban las formas de dominación y las desigualdades sociales. En esa época desarrolló una sociología inédita del campo de la salud mental. En el actual contexto neoliberal su crítica se centra también en las formas de gestión institucionales de la nueva cuestión social. ¿Continúan teniendo actualidad sus analisis? ¿Como valora hoy aquel trabajo? —Es posible que tengan vigencia, pero hace diez o quince años que no me ocupo de este tipo de cuestiones y me costaría precisar sus implicaciones en la actualidad. Al principio, a mitad de los años sesenta, hacía 1966, no había, al menos en Francia, una sociología del campo psiquiátrico, y me interesaba en la

medida en que era una temática bastante marginal y poco desarrollada. En el fondo mi proyecto se podría decir que era bastante "académico". Fue con posterioridad al 68, hacía 1970, cuando este tipo de analisis, que al mismo tiempo eran muy críticos con el funcionamiento bastante discutible de las instituciones, adquirieron una dimensión política. Es lo que sucedió, por ejemplo, con el libro de Foucault La historia de la locura, publicado en 1961. Inicialmente fue acogido fundamentalmente como un análisis histórico-filosófico, por lo demás muy bello. Pero tras mayo del 68 su relectura cobró una significación política, produciéndose un encuentro con lo que, un poco esquemáticamente, se ha denominado "antipsiquiatría". Pero lo cierto es que estos textos iban más allá de la ideología antirrepresiva que florecía entonces. En aquella época, a comienzos de los años 60 y 70, el analisis de este tipo de prácticas, instituciones y dispositivos tenía una significación bastante especifica. Si estos temas fueron abordados por Foucault, por mí mismo, y por algunos otros, es porque nos parecía que eran sintomáticos de una suerte de contradic-

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ción de la sociedad democrática, una La mayor parte de los usos actuales sociedad que hacía gala de ideales del término exclusión, me parece que Los movimientos sociales democráticos, que se desarrollaba, en son ilegítimos. Cuando se trata, por actuales son producto de la el sentido de un cierto progreso social, ejemplo, de la situación de un parado, o pero que, al mismo tiempo, dejaba de un joven del suburbio, se habla de un individualización subsistir en su seno núcleos arcaicos, y excluido. Se hace un uso abusivo del hasta se podría decir que totalitarios, lenguaje. No es que estas situaciones si consideramos las formas de poder a través de las q u e s e sean confortables, no es que no haya que denunciarlas, pero desplegaban. Había pues una contradicción y nos parecía, al para dar cuenta de la especificidad de las formas nuevas del menos a mí, que a través del análisis de estas formas particuproblema es necesario analizarlas de otra manera y no repilares de institucionalización, de relaciones de poder, se detiendo machaconamente, como se hace ahora, el esquema nunciaba una forma de gubernamentalidad que subsistía estereotipado de la exclusión. Por eso los análisis en términos bajo las proclamaciones de liberalismo y democracia. Por ello de precarizacion o desafiliación me parecen más adecuados creo que este tipo de analisis ha tenido un rendimiento simpara dar cuenta de la realidad. Sin duda pueden subsistir situabólico bastante fuerte, lo cual puede sorprender bastante. ciones de exclusión en nuestras sociedades en la actualidad, pero no se puede calificar de exclusión, como se viene haciendo, toda situación de no integración social.

La exclusión —Se podría decir que los analisis de Alain Touraine de principios de los años 90 están en el origen de la exitosa y omnipresente problemática de la exclusión en los últimos años. Según el planteamiento de este sociólogo francés hemos pasado de una sociedad industrial piramidal en la que una mayoría explotada soporta el peso de las elites, a otra horizontal, en red, en la que unos están dentro del sistema, de la sociedad, los in, mientras que otros, que ni siquiera están explotados, están fuera, los out. Usted ha sido muy crítico con esta manera de platear la nueva cuestión social y la exclusión. ¿Podría ampliar un poco esta crítica? —Podría ampliarla, pero a la vez criticarla. En todo caso habría que comenzar por cuestionar la inflación de usos del término exclusión que se prodiga hoy en día. Ciertamente se pude hablar con propiedad de exclusión cuando se trata del hospital psiquiátrico, o de la prisión, o casos semejantes. La exclusión es un acto contundente de separación de la sociedad, y si nos remontamos en la historia se puede hablar de exclusión, por ejemplo, en el caso de la expulsión de los judíos a finales del siglo XVI, y de otras situaciones y procesos similares. Son actos claros de exclusión. Una parte importante de la obra de Foucault ha consistido en analizar y denunciar estas formas, que pueden ser diversas, pero que tienen en común su radicalidad y también, dicho entre comillas, su “legalidad”. La exclusión no es nunca arbitraria; por ejemplo, no se mete a cualquiera en la cárcel. Aunque ciertamente pueden existir algunos casos arbitrarios, pero, en general, se aplica la ley. Y lo mismo se pude decir, por ejemplo, de la quema de herejes, que ha sido precedida de un proceso. Cuando se mete a alguien en el manicomio se cumple una ley, que en Francia es la ley de 1838.

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La nueva cuestión social —Según analiza, a partir de los años 80 vivimos una nueva cuestión social caracterizada por un proceso de precarización o de desafiliación que afecta al conjunto de los trabajadores. Así no están por un lado los incluidos, y por otro los excluidos, según el planteamiento de Touraine, pues tanto unos como otros están afectados por el mismo proceso de desestabilización social. En consecuencia, junto a la persistencia de las desigualdades asistimos a un gran crecimiento de la inseguridad, la vulnerabilidad y el vivir al día producido por la corrosión del Estado social, por la globalización neoliberal. En respuesta a esta nueva forma de la cuestión social, muestra que el Estado social, sin ser un Estado socialista, significó una respuesta positiva a la vieja cuestión social, puesto que, con su promoción de los derechos laborales y las protecciones, impulsó el proceso de integración y la superación de la secular indignidad social del proletariado. Así las cosas, en la actual coyuntura, plantea que habría que redesesplegar una nueva forma del Estado social adaptado a la situación actual. ¿Podría extenderse sobre este nuevo enfoque del análisis? —Respecto a esta cuestión, con razón o sin ella, he cambiado de punto de vista, pero no soy el único y además me parece justificable. Se hacían, y lo digo en plural porqué éramos más gente, críticas bastante radicales, en particular del Estado y de ciertas interpretaciones radicales del control social evocadas antes, porque podía pensarse que había una alternativa mejor. Me parece que en la situación actual, y desgraciadamente, no creo que me equivoque, no se ve en qué podría consistir, cuál podría ser esa alternativa, en cualquier caso no sería la revolu-


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de regulaciones en el orden del trabajo y de las protecciones? Sin duda la sociedad civil es importante, su papel no es desdeñable, pero también es egoísta, y defiende a menudo intereses particulares, locales, etc. El Estado debe ser el garante de los principios de regulación general bajo formas no necesariamente iguales a las de épocas pasadas.

La defensa del Estado social —Según sus análisis, con el Estado social se habría producido una importante repatriación de las clases populares. Dicho modelo de Estado es el resultado de un pacto entre el capital y el trabajo, y su esencia son las reformas, algo que no pueden hacer los Estados socialistas. El Estado social es la clave de bóveda de la sociedad salarial, que alcanza su cenit a mitad de los años 70. No es una sociedad igualitaria, pues en ella persiste la explotación y la dominación, sino una sociedad de individuos semejantes, porque todos sus miembros gozan de derechos y protecciones equiparables. Esto es lo que en términos políticos caracteriza a una democracia. Pero, en lugar del proletariado, ¿no han ción proletaria. Eso no significa que haya que resignarse, pero sido las clases medias las grandes beneficiadas del Estado sose podría razonar así, por ejemplo, en relación a lo que antes cial? Serían las clases medias que, según la crítica de los años 70, evocaba. La constitución de una estructura sólida de empleo a cuentan con el concurso de los funciarios públicos y los especiala cual están asociados derechos y protecciones, en el fondo es listas (por ejemplo, psiquiatras, pedagogos, trabajadores sociauna revolución bastante extraordinaria que no ha sido sufiles y otros) quienes habrían contribuido a la pacificación social. cientemente subrayada, seguramente porque se ha producido —En un sentido se podría decir que las clases medias han sido de forma silenciosa y porque ha tardado medio siglo en realimás favorecidas en la sociedad salarial, pero hay que decirlo zarse. Si se compara la situación del proletariado de comienzos con prudencia. Porque hay una representación del paso de la de la industrialización y la del asalariado de los años 70, se persociedad industrial a la sociedad salarial que es manifiestacibe un progreso, un progreso bastante fantástico. Tendríamos mente falsa: consiste en decir que ha supuesto la promoción derecho a decir que no habría que liquidarlo, ni conservarlo de la clase media. Hay mucha gente en los mismos años 70, exactamente en la misma forma, sino que habría que darle una como por ejemplo Jean Fourastié, que han defendido que la nueva dimensión, adaptarlo a la situación actual, y ese me conflictividad disminuyó, y que finalmente todo el mundo era parece que debería ser el objetivo político más justo. de clase media. Si se piensa sobre las condiciones que lo harían posible, no Para mí, sin embargo, la diferenciación, la idea de un contise puede evitar reflexionar sobre las funciones del Estado, nuum diferenciado de posiciones representa mejor la estrucotorgándole un papel central, sobre totura de la sociedad salarial. Todo el do si se considera que la relación de mundo, o casi todo el mundo, ha ganado fuerzas políticas y sociales existentes, Hacíamos críticas radicales porque con ella. aunque, sin duda, de manera por ejemplo, entre los sindicatos y la diferente. Y esto es cierto incluso si se pensábamos que la alternativa patronal, es desfavorable para los asaconsidera la base de la escala social. Al era mejor lariados. ¿Quién sino podría jugar un menos en Francia se sitúa ahí quién recirol efectivo de garantía de un mínimo be el salario mínimo interprofesional. Así

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pues, incluso el que se beneficia de dicho salario está a gran distancia del proletario de comienzos de la industrialización, e incluso en relación con el obrero de comienzos del siglo XX. Por ello hablo de un continuum: todas las categorías salariales se benefician de ventajas comunes, que son sobre todo del orden del derecho y de la protección social. En este marco hay diferencias enormes y sería un error interpretar la sociedad salarial como una sociedad igualitaria. Es cierto que en la sociedad salarial, en términos cuantitativos, quienes más han crecido ha sido la categoría de cuadros, cuadro medios en términos de estratificación social. Y así el salariado obrero ha sido sobrepasado por una multitud de nuevos estratos salariales, mientras que en la sociedad industrial el grueso del salariado lo representaba el salariado obrero, y de ahí tantos recelos, miedos y esperanzas, porque ocupaba verdaderamente el centro de la sociedad. Pero la conflictividad no desaparece, sino que se desplaza. La sociedad salarial, para bien o para mal, ha superado la bipolarización de la conflictividad social entre trabajo y capital, que era el corazón de la sociedad industrial. Esta conflictividad se ha desplazado, no ha dejado de existir, se despliega de nuevo, pero sobre la escala del salariado. —Lo que si es cierto es que las clases populares habrían sido las grandes perdedoras del desmoronamiento de la sociedad salarial. —Globalmente es verdad, pero hay que precisar. No hay más que observar, por ejemplo, las estadísticas del paro. Se aprecia que cuánto menos cualificada está la gente, mayor es el índice de paro, lo que acontece preferentemente en el seno de la clase obrera. Hay una correlación entre la tasa de paro, la precarización, y obreros subcualificados. Esta última categoría social ocupa sin duda la zona mas frágil, pero si se habla en términos de precarización, de desmoronamiento de la sociedad salarial, hay que comprender también que es un proceso que atraviesa al conjunto de las categorías, incluso si las golpea de manera desigual. Hay sin duda también cuadros en el paro, jóvenes diplomados, y hasta súper-diplomados, que no encuentran empleo. Por lo que es preciso matizar.

Intelectual específico —Usted defiende una concepción de la sociología como un saber socialmente comprometido, frente a aquellos profesionales que, amparándose en una supuesta neutralidad científica, realizan estudios de mercado o ponen la dis-

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ciplina al servicio de la administración. Su sociología está a la escucha de los problemas sociales y no permanece ajena a los antagonismos ni a la conflictividad social. Como intelectual especifico, independiente de los partidos políticos, y sin pretensiones hegemónicas tradicionales, ha bajado a la arena social y ha participado en los debates públicos y en los de las ciencias sociales. Un debate, este último, en el que siempre están en juego las apuestas político-sociales y los modelos de sociedad. Usted señala que el sociólogo debe tomar partido. ¿Podría retomar esta propuesta? —Hablando como sociólogo, el objetivo, por no decir el deber del sociólogo, es intentar hacer diagnósticos tan precisos como sea posible, es decir, lo más exactos posibles sobre la situación. Esto no significa que los diagnósticos sean neutrales, pues, naturalmente, tengo mis propias preferencias políticas. Es necesario por tanto partir de un diagnóstico, y ello porque los diagnósticos más ajustados a la situación pueden ayudar también a clarificar los retos que es preciso afrontar. Pienso, por ejemplo, en el debate que atravesó a la izquierda, por lo menos en Francia, y supongo que también en España, sobre el trabajo, sobre el discurso del fin del trabajo, que es un discurso políticamente perverso. No tengo tiempo ahora de abordar este problema, pero de entrada pienso que es sociológicamente falso. No creo que el trabajo pierda importancia en la vida de la gente. Si se restablecen estos datos, eso permite establecer las decisiones a tomar, pero eso no quiere decir que a nivel práctico y político pueda decirse qué es lo que se debería hacer. Puedo tener tales o cuales deseos, pero no tengo autoridad a este respecto.

El debate del trabajo alienado

—El marxismo ha sido crítico con la alienación laboral, y posteriormente también criticaba André Gorz el carácter heterónomo del trabajo. Sin embargo, según sus analisis, sin haber subvertido la sociedad y sin cambiar el modelo del Estado, con el Estado social, el trabajo se habría dignificado mediante los derechos y las protecciones. Y así fue como el trabajo habría llegado a convertirse en el elemento fundamental de la integración, y en el soporte de la ciudadanía social y política de las clases populares, en la medida en que garantizaba la independencia económica y social. —Es incontestable que el trabajo, al El objetivo es conservar el menos para la mayoría de la gente, no es sinónimo de felicidad, de placer o de vínculo entre libertad. La mayor parte de las formas el trabajo y las protecciones de trabajo, y el sistema mismo del salariado representan una relación de sub-


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motor económico, reivindica el papel del ordinación. Por ello se puede hatrabajo como fuerza productiva esencial, blar, y ciertamente Marx lo hizo, de La conflictividad no desaparece, pues, según señala, por el momento no se alineación del trabajo, de la misma sino que se desplaza ha encontrado otro medio para producir manera que Gorz se ha referido a la riqueza. Y si es cierto que el trabajo ha heteronomía de la relación laboral, perdido consistencia a causa de la precay globalmente es verdad. Sin emrización, no por ello ha perdido imporbargo, es necesario añadir que el tancia. A este respecto rechaza la renta básica porque desvincutrabajo había llegado a adquirir bajo la forma de empleo un la el trabajo de las protecciones, aunque, según sus defensores, estatuto social reconocido. Se habría convertido en una conspueda suponer una mayor libertad del trabajador. Como meditrucción, se podría decir, en una construcción histórica, de da para mitigar el problema del paro ha defendido, por ejemplo, modo que a esa relación de subordinación que no ha sido comel reparto del trabajo. ¿Podría referirse a ello? pletamente suprimida se le habrían vinculado fuertes com—Si, sin duda. Para mí el objetivo, el ideal, es conservar el vínpensaciones. Y ello en dos sentidos: Por una parte, desde la culo entre el trabajo y las protecciones, es decir, encontrar un perspectiva del salario, porque efectivamente para la mayoría compromiso entre, por un lado, las exigencias necesarias para de los trabajadores se ha superado el salario de supervivencia la producción de riqueza, por intermedio del mercado, cuya miserable, característico de los primeros tiempos de la indusimportancia no se puede negar, y, por otro, la protección y la trialización, posibilitando también el consumo de base. A seguridad mínima de la gente que produce. Esto no es incomveces los moralistas lo desprecian, pero creo que se equivocan, patible con el deseo y con las prácticas que van en el sentido de por que poder comprar un coche, un frigorífico, acceder al la reducción del tiempo de trabajo. He sido partidario efectivaocio, constituye una fuerte compensación, sobre todo si se mente de la reducción del tiempo de trabajo, incluso si esto aborda el tema desde la perspectiva histórica. Y, por otra parte, planteaba problemas, como ha ocurrido con la ley de las 35 otra fuerte compensación se pone de manifiesto, y esto es lo horas. más importante, si se considera el trabajo desde la perspectiva La idea que hay de trasfondo es que el pleno empleo es una del derecho y de las protecciones. Si el termino ciudadanía construcción histórica. Para los trabajadores manuales del social, del cual tanto se abusa hoy tiene un sentido, es aquí siglo XIX, por ejemplo, la semana laboral ha podido ser de 70 donde lo encuentra. El trabajador, sobre la base de su trabajo, horas o más, algo sin duda inhumano. Posteriormente se ha de su utilidad social, adquiere los derechos, o por lo menos los reducido a 30 o 40 horas, y podría ser, no quiero pecar de proderechos más importantes, al mismo tiempo que disfruta de feta, que se llegue a las 10 a 20 horas. Pero esto no cambiaría lo autonomía. más importante: sea cual sea el tiempo de trabajo –y tanto Es preciso no olvidar que la clase obrera, a través del procemejor si se reduce, si la gente no pierde la vida teniendo que so de consolidación del trabajo, se ha organizado como una ganarla–, tendría que haber pleno empleo, es decir el reconocifuerza con capacidad de resistencia, de contra-propuesta, y, de miento de la centralidad del trabajo. Y esto sucedería si el tiemuna cierta manera, ha conquistada un cierto numero de ventapo de trabajo fuese el necesario para asumir, por un lado, las jas, aunque no todas. Así pues, las dos cosas son ciertas. necesidades sociales, definidas de manera diferente en cada Existe una canción de Yves Montand que simboliza bien todo época, y por otro lado, si se acompaña de seguridad, del recoesto. Se refiere a un obrero que está en los grandes bulevares, un nocimiento mínimo de los trabajadores. metalúrgico, creo que joven, que ha trabajado todo el día, se ha aburrido, pero que está en la calle, se pasea, y está libre, siente una forma real de libertad. Y es que incluso en las condiciones Individuos por defecto de trabajo de tipo taylorista, que no son en absoluto idílicas, por —Vivimos en una sociedad de individuos, en una sociedad lo menos sindical y políticamente ha podido ser libre. No ha sometida a un creciente proceso de individuación, y si bien la estado completamente sumergido en el trabajo, ha podido sinindividualidad es un emblema de la modernidad, no todo el dicarse, hacer huelga, mandar al patrón a la mierda, lo que no mundo está en disposición de asumir dicha prerrogativa como ocurría en las formas anteriores del salariado. pretende el neoliberalismo. Con la propiedad social, análoga de la propiedad burguesa, también el proletariado había accedido La renta básica al estatuto de individuo, pero esta construcción se deshace hoy —Así las cosas, frente al énfasis neoliberal en la empresa como con las transformaciones en curso. Así, en la actualidad, según

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señala, nos encontramos con que hay individuos e individuos. Dichas observaciones se inscriben en un proyecto inédito de una sociología del individuo que por otra parte prolonga su anterior sociología del campo psiquiátrico y psicológico. —Lo primero que es necesario decir es que es mediante regulaciones colectivas como los trabajadores han salido, o en todo caso relativamente salido, de la situación anterior. Una situación, que se caracterizaba no sólo por la miseria material, sino también por la indignidad social. Se pueden citar historias, en particular de trabajadores manuales que no tenían, se diría hoy en día, ningún tipo de ciudadanía social. Se puede mostrar a la luz de la historia social que han salido de esta situación por su inscripción en los sistemas de derecho y de protección colectiva. Es la protección social y el derecho del trabajo un tipo de propiedad social, que ha servido de amortiguador a los no propietarios que solo tenían su fuerza de trabajo para vivir, y que vivían al día, en la precariedad y en la inseguridad social permanente. Habría que desarrollar más esta cuestión, pero lo cierto es que en la actualidad se asiste a la fractura, o en todo caso a un desmoronamiento de las regulaciones colectivas en lo relativo a la organización del trabajo, el derecho del trabajo, y también en lo que se refiere a la protección social. En este sentido se percibe cómo se desarrollan cada vez más medidas dirigidas a categorías particulares de población. Es lo que en EEUU se llamó, y también en Francia comienza a denominarse así, discriminación positiva. Creo que este paradigma de individuacion deviene cada vez más sistemático y hace recular el antiguo paradigma de la colectivización. No se puede decir que este movimiento sea malo en sí, serían ridículos los juicios de valor a este respecto, simplemente se puede afirmar con más exactitud que es ambiguo. Las regulaciones y las organizaciones colectivas podían tener un carácter constrictivo, por ejemplo, en la organización del trabajo taylorista. Lo menos que se puede decir es que no eran precisamente trabajos muy confortables. Con los cambios sobrevenidos algunos salen adelante, y pueden desarrollar mejor ciertas

estrategias personales, pero, y esto es una constatación evidente, esto no le sucedía a todo el mundo, e incluso era de temer que fuesen muy pocos los que lo lograsen. Para los otros, este proceso de descuelgue de las protecciones colectivas se traduce en una perdida de estatus, en aislamiento, y, en último término, en lo que algunos llaman equívocamente la exclusión. Así, las gentes que no está protegidas por regulaciones colectivas se convierten en individuos, pero en individuos que yo tendería a llamar por defecto. Esta muy bien ser un individuo. Hay un discurso liberal que exalta la autonomía personal, la iniciativa individual, pero el problema es que no todo el mundo pude ser un individuo así. El problema es que para poder ser un individuo positivamente es necesario disponer de recursos y de protecciones mínimas. De manera que, a través de este proceso de reindividualizacion, se ven aparecer nuevas formas de individuos problemáticos en nuestras sociedades, como, por ejemplo, los parados de larga duración. Sin duda no se les puede negar la condición de individuos, pero ser un individuo con pocos recursos se convierte en una pesada carga de incertidumbre en la que no se domina en absoluto el porvenir. No a todo el mundo le acontece, pero uno de los efectos del actual paradigma de individualización es también éste. —Ha criticado la focalización de la acción social en la llamada zona de exclusión, pues señala que habría que actuar también y de manera preventiva en la zona de precariedad, antes de que se produzca el descuelgue social. Y es que el problema comienza con el trabajo precario y con el debilitamiento de las protecciones sociales, de donde se deriva el debilitamiento de los vínculos y solidaridades familiares, de clase y comunitarias. Se produce así un proceso de desestructuración, desvinculación social o de desafiliación, que vemos agudizado como desenlace en el caso, por ejemplo, de “les banlieues”, donde al altísimo índice de paro, se unen el defit escolar, la pobreza de equipamientos, la degradación de la vivienda, las violencias urbanas, etc. Y ello a partir de la constatación del hecho de que la vida social y comunitaria en el mundo obrero se organizaba básicamente a partir de la relación laboral. ¿Podría retomar esta cuestión?

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—Decía antes que soy crítico respecto a la noción de exclusión. Como he señalado, esta noción, desde la perspectiva del análisis teórico, es un concepto completamente impreciso que no sirve para gran cosa. Con relación a lo que plantea se puede añadir también que es una noción peligrosa, tanto práctica como políticamente, ya que hablar de forma exclusiva, o casi exclusivamente, en términos de exclusión, consiste en concentrar el analisis y eventualmente las acciones y prácticas sobre esta zona de la vida social, que sin duda no se puede soslayar, y cuyos problemas urge resolver. Pero esta zona esta ocupada por gente ya descolgada, descolgada del trabajo, y de las grandes misiones de una vida llamada normal. Por tanto, es necesario ocuparse y luchar contra la exclusión, pero es peligroso concentrarse exclusivamente en ella. Esto es algo más fácil de decir que de hacer. En todo caso por lo menos es importante no perder de vista, incluso si se habla de exclusión, que lo que decide la exclusión está en una zona previa. Es necesario por tanto remontarse más arriba de la denominada exclusión, para analizar el fenómeno –cómo se descuelga la gente– y también eventualmente, aunque no sea fácil, para poder intervenir de forma preventiva.

La centralidad del trabajo —Hoy los movimientos anti-institucionales y sociales, con la excepción de las luchas identitarias y del feminismo, han perdido vitalidad. Pero en la situación actual, con un proletariado fragmentado, atomizado, y debilitado como fuerza social y política, usted considera que el reformismo socialdemócrata es la única vía

creíble de cambio hacia el socialismo. A la vez retorna al planteamiento más clásico de defensa del trabajo, como frente de lucha fundamental. ¿Qué puede comentar con relación a esto? —Es una constatación sociológica la que puede hacerse: para la inmensa mayoría de nuestros contemporáneos la preocupación fundamental en la actualidad es el trabajo. Se tenga trabajo o no, sea sólido o esté amenazado, y posiblemente más aún cuando no se tiene como es el caso de los parados, o cuando se tiene miedo a perderlo, el trabajo está en el centro de nuestras preocupaciones. Por otra parte, un movimiento social tiene más posibilidades de arrastrar, de ser fuerte, cuanto más colectivo sea. La colectivización máxima debería ser el ideal o el objetivo principal. Esto genera por parte de alguna gente grandes resistencias hacia los movimientos sociales, que son en parte producto del proceso de individualización actual. Y es que desde el punto de vista de las reivindicaciones sociales o políticas las cosas se particularizan también, lo que me parece más un peligro de debilitamiento que algo positivo. —Ha comentado su nostalgia de la época en la que colaboraba con psiquiatras críticos, como, por ejemplo, Franco Basaglia. Era una época más viva, de fuertes movilizaciones, y de una estrecha relación entre teoría y practica. ¿En la actualidad ha podido colaborar y trabajar también con grupos como los sindicatos y otros? —Trabajar exactamente no, pero me han sucedido cosas a través de las cuales he aprendido mucho. Tras la publicación de Las metamorfosis de la cuestión social me han invitado en diversas ocasiones a comentar el libro, entre otros la Association Villermé. Resulta extraño en relación con lo que se pensaba hace veinte o veinticinco años. Se decía entonces que los inspectores de trabajo eran como los policías, y cosas por el estilo. Ahora, sin embargo, considero interesante que la gente haga, como hace esta Asociación, lo que pueda por defender, conservar, adaptar el derecho del trabajo, en lugar de dejar que éste se degrade. He tenido pues algunos encuentros con ellos, y también con sindicatos y otras asociaciones…■

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Salò o los 120 días de Sodoma

Un fresco de la anarquía del poder:

e n i C

Casi 50 años después, la película todavía es un escándalo

Salò, o le 120 giornate di Sodoma Reparto: Paolo Bonacelli (El Duque), Giorgio Cataldi (El Obispo), Aldo Valletti (El Presidente), Umberto P. Quintavalle (El juez), Caterina Boratto (Señora Castelli), Elsa de Giorgi (Señora Maggi), Hélène Surgère (Señora Vaccari). Ficha Técnica: Dirección: Pier Paolo Pasolini; Producción: Alberto Grimaldi; Guion: Sergio Citti y Pier Paolo Pasolini; Fotografía: Tonino Delli Colli; Montaje: Nino Baragli; Música: Ennio Morricone; Diseño de producción: Dante Ferretti.

Sinopsis: En la Italia fascista de 1944, unos jóvenes son encerrados en una mansión donde impera el reglamento de los señores. Esta ley faculta a los señores para disponer de la vida de sus prisioneros en cualquier momento y de cualquier modo, obligados a satisfacer sus oscuros deseos sexuales. Las transgresiones serán castigadas con la muerte.

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por Javier Enríquez Román

Nos encontramos a casi medio siglo del estreno de Salò o los 120 días de Sodoma (1975), la última película de Pier Paolo Pasolini, presentada en París pocas semanas después de su muerte. Se trata de uno de los trabajos más polémicos, incómodos y rompedores de la historia del cine. Pero lo que convirtió a la película en uno de los largometrajes más polémicos (y recordados) no fue sólo el asesinato de su autor, todavía sin resolver, sino la brutal fuerza de las imágenes, la historia y la metáfora visual que Pasolini se atrevió a filmar. La que iba a ser la primera parte de la Trilogía de la Muerte sigue siendo, hoy en día, una película inimitable, única, colosal, extrema que, casi 50 años después su estreno, todavía es un “escándalo”.

El “escándalo” de Salò o los 120 días de Sodoma se encuentra en la crudeza de sus imágenes. Aunque se trata de un trabajo de enorme valor simbólico, sus referencias son simples: en un lugar y momento histórico muy claro (la República de Salò en los últimos momentos del fascismo mussoliniano) donde se encuentran cuatro personificaciones del poder que oprime a la gente joven; un duque, un banquero, un obispo y un juez, es decir, el poder dinástico, económico, religioso y judicial. El poder fascista clásico, el burgués, el de las instituciones históricas italianas (las grandes familias, los industriales, el clero y los jueces) asfixia a los jóvenes antifascistas que no tienen ninguna posibilidad de rebelarse. Estos últimos desean morir, pero los cuatro opresores explican que no quieren matarlos de ninguna manera. Para los que tienen el poder Salò es placer, para los subyugados es puro dolor. Por un lado, está la crueldad de los fascistas ancianos, feos y bien vestidos, por el otro está la franqueza de los jóvenes, pobres y bellos. Salò o los 120 días de Sodoma cuenta la historia de un grupo de jerarcas fascistas en la República de Salò que, al final de la guerra, secuestran a un grupo de hombres y mujeres jóvenes y los llevan a un palacio. Se convierten en sus prisioneros y deben cumplir con un código de conducta establecido por los propios jerarcas. La película fue un escándalo, lo que comprometió su

distribución. Salò o los 120 días de Sodoma muestra una serie infinita de torturas, tormentos y violencia sexual; pero también una fealdad bastante renuente (el episodio de la coprofagia es famoso) que Pasolini representa explícitamente, sin censura alguna. Estas secuencias hacen que su visualización sea (casi) insoportable para cualquier espectador perteneciente a la moral más tradicional o, diríamos, conformista, un efecto buscado y llevado al extremo. Lo que hace que Salò o los 120 días de Sodoma sea una película indescriptible (para bien o para mal y más allá de su contenido explícito) son las imágenes que Pasolini y un grupo de actores (muchos de ellos jóvenes y desconocidos) tuvieron el coraje de filmar, mostrando de manera descarnada cómo el poder de los regímenes totalitarios ha oprimido a miles de hombres y mujeres. Pero, en esta ocasión, nadie se había atrevido a llevarlo tan lejos, con esta crudeza y sin ningún tipo de filtros o límites (quizá como el propio poder, que siempre es inmoral). La película es, por tanto, una historia en imágenes del poder cuando se muestra en su peor forma: la imposición a los demás con fines de placer. En Salò no hay redención alguna (ni siquiera para sus víctimas). La historia es simple y geométrica Los protagonistas son cuatro hombres de poder: el duque, el obispo, el presidente del Tribunal de Apelación y el presidente del Banco Central; estos quieren construir una pequeña comunidad en una villa de campo lejos de miradas indiscretas, donde poder liberar los impulsos sexuales más viles y atroces. Así, ordenan a algunos soldados, pertenecientes a las SS y al ejército de la República Social, que localicen y secuestren a niños y niñas de familias antifascistas que residen por la región. Todos los jóvenes capturados deben ser llevados ante las cuatro autoridades para ser cuidadosamente seleccionados. El duque, el obispo, el juez y el banquero llaman a cuatro brujas, cuatro viejas prostitutas que con sus historias deben guiar a los caballeros y niños capturados hacia la excitación sexual. Cada ronda se convierte en un ensayo sobre la perversión, una nueva enseñanza para aprender y poner en práctica. Incluso los señores se unen para siempre: intercambian a sus respectivas hijas y las toman como esposas, transformando a las jóvenes en esclavas. Idean un código legal: los señores, durante toda su estancia, podrán disponer libremente de las vidas y cuerpos de los jóvenes capturados. A los muchachos sólo les queda darles plena obediencia. No se les permite pedir perdón ni orar desesperadamente a ningún dios. El castigo es una muerte atroz. Pasolini nos lleva a un infierno de abusos sexuales, sexo y coprofagia, donde el mundo libre ya no es posible. La referencia a Dante también es clara, lo que provocó que la

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e Cin Sigue siendo

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Un fresco de la anarquía del poder:

una película inimitable, única, colosal, extrema… película se dividiera en cuatro Aunque las víctimas no son simpartes: primero un "antiinfierplemente reducidas a objetos, sino", luego un “círculo de delino menospreciadas, los jóvenes rios”, un “círculo de mierda” y un “círculo de sangre”. En logran resistirse (en cierta medida) a esta lógica. En el últila primera ronda los poderosos se emocionan con las hismo capítulo de la película, el llamado “círculo de sangre”, torias de las prostitutas, en la segunda las jóvenes víctialgunas secuencias revelan estas formas de resistencia. En mas son obligadas a comer primer lugar, una chica guarsus propias heces y la tercera da debajo de su almohada la ronda, la que concluye los 120 fotografía de un joven, un días, incluye la muerte de las chico del que supuestamenvíctimas tras varias torturas y te está enamorada. En el sehumillaciones. gundo, se descubre que dos chicas son amantes, mienDerecho a escandalizar (y a tras que en el último caso un resistir) chico, Ezio, tiene una avenSalò o los 120 días de Sodotura con uno de los sirvientes ma es la última película de Panegros de la villa. Por suLa peor cara del poder: la imposición a los demás por placer solini y representa la culminapuesto, todas estas formas ción de un período bastante de resistencia son descubieroscuro en la vida del autor itatas por un jerarca que rápiliano. La energía vital y la búsdamente amenaza con maqueda de una realidad altertar a las víctimas. Además, en nativa a través del medio cinelos dos primeros casos son matográfico, que había caraclas propias víctimas quieterizado pe lículas como El nes denuncian a sus comDecamerón (1971), Los cuenpañeros. Sin embargo, a petos de Canterbury (1972) y Las sar de las denuncias, de sus mil y una noches (1974), se vio cuerpos y de sus impulsos frustrada por lo que el autor sexuales, estos personajes se de Las cenizas de Gramsci rebelan contra la imposición A los muchachos sólo les queda darles plena obediencia (1957) entendió como la total determinista extre ma que derrota de la humanidad por quiere deformar su identiel sistema capitalista y su lódad. En estos casos, las vícgica consumista. timas utilizan el vínculo Sin embargo, entre la sansentimental (o en todo caso gre, las heces y los gritos de el acto sexual) como acto las víctimas de esta película, de expresión de su indiviPasolini no deja de incorpodualidad. Quieren afirmar rar en estos jóvenes torturasu cuerpo como algo "otro" dos la semilla de la resistenque no es el mero instrucia contra la lógica a la que mento de placer al servicio los jerarcas quisieran somede los jerarcas. Pero la seterlas. Y es fascinante obsercuencia (o muestra de revar que esta re sistencia sistencia) más hermosa en emerge a nivel material, pritoda la película es cuando mitivo si se quiere: en el proun joven, poco antes de ser pio cuerpo y en las pulsiones perseguido (y asesinado), Joven (Ezio Manni) con el puño en alto que en él se originan. levanta el brazo haciendo 54 / El Viejo Topo 434/ marzo 2024


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El mal es representado por el poder dinástico, económico, el saludo comunista. En el último Pasolini, a pesar del pesimismo y de la insostenible conciencia de la contradicción inherente a él mismo (como intelectual comunista perteneciente a la burguesía literaria), la resistencia no se detiene. El autor de Teorema (1968) ya no aspira a una existencia utópica “fuera” de la lógica capitalista. Con Salò o los 120 días de Sodoma aspira a una existencia consciente en ella, en un espacio donde algunas formas de comportamiento pueden socavar esta lógica desde dentro y difundir un espíritu crítico.

religioso y judicial

cebo”. Poco antes de finalizar el montaje, varios rollos de la película fueron robados y, posteriormente, ofrecidos a Pasolini a cambio de una fuerte cantidad de dinero. La playa de Ostia pudo haber sido el lugar elegido por los ladrones para el intercambio. Pelosi, su intermediario. Todo parece indicar que se trató de un elaborado plan para “sacar” a Pasolini de la bulliciosa Roma y poder acabar con su vida. “Una película violenta, aterradora, espantosa y repugnante”, “un largometraje al límite de lo soportable”, “la obra artística Los últimos días de Pasolini más horripilante de la historia”, Estrenada en el Festival de Cine son algunos de los calificativos de París el 22 de noviembre de 1975, (quizá ciertos) que ha recibido semanas después de su muerte, no Salò o los 120 días de Sodoma se proyectó en Italia hasta el 1976 y en estos casi 50 años. La pelícucon unas pocas semanas de exhibila es un descenso al infierno. La ción en las salas. La película fue representación del mal en estaretirada de los cines por varios litido puro. Pero no se trata de un La película fue retirada por obscenidad y corrupción de menores gios judiciales, incluyendo obscemal diabólico, esotérico, venido nidad y corrupción de menores, de fuera, magnificado por las siendo “retenida” por orden de un circunstancias. El fascismo, en juez durante casi un año. Habrá este caso, es sólo una oscura que esperar al 2000, en las celebraalegoría, un recurso narrativo ciones en memoria del 25º aniverpara mostrar las desviaciones sario de su muerte, cuando codel poder (“es un film no sólo menzó a proyectarse en algunas sobre el poder, sino sobre lo que retrospectivas y conmemoraciollamo “la anarquía del poder”. nes por todo el país. Nada es más anárquico que el Mucho se ha escrito y especulapoder. El poder hace lo que do sobre la influencia de la pelícuquiere y lo que quiere es totalEl presidente, el sacerdote y el duque celebrando la en la muerte de su autor. Aunmente arbitrario o dictado por que la versión oficial sobre el crisus necesidades económicas men indicó que fue un joven prostituto de 17 años, Giuseppe que escapan a la lógica común”, explicó Pasolini en una de sus Pelosi, quién asesinó brutalmente a Pasolini en la playa de últimas entrevistas). Por ello, y quizá Pasolini estaría de acuerOstia, a las afueras de Roma, posteriores investigaciones aclarado, este descenso al infierno que no es herencia de otros, sino ron, no sólo que los asesinos fueron que nos pertenece íntimamente, varios y pudieron tener una motivaes hija de cada uno de nosotros. ción política, sino que el robo de las Nosotros somos ese infierno, esa es la última película de Pasolini cintas originales de Salò o los 120 oscuridad (o podríamos llegar a días de Sodoma pudo haber sido “el serlo)■

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FilosoFa, que algo queda

La desesperación de Job, por William Blake

Querámoslo o no, el combate se encuentra presente en la vida humana. De manera que, por más pacifistas que seamos, a veces es necesario implicarnos en la milicia. Pero a veces no. Porque, así como hay combates necesarios, hay otros combates que carecen de sentido, y es hacia estos últimos combates que nos empujan nuestros gobernantes.

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FilosoFa, que algo queda

Militia est vita hominis por Miguel Candel

«Milicia es la vida del hombre sobre la tierra, y como días de mercenario son sus días» (Job VII: 1). Pocos momentos de la historia de la humanidad más idóneos que el actual para aplicarle esa sentencia bíblica. Y no precisamente en el sentido figurado o moral, del que enseguida hablaremos, como lucha del ser humano contra sí mismo, contra sus vicios y flaquezas, sino en un sentido, ay, perfectamente literal. Bien mirado, pese a toda la bienintencionada literatura irenista producida a lo largo de siglos (incluido el quinto mandamiento de la ley mosaica, perfectamente contradictorio, por cierto, con montones de otras sentencias atribuidas a su autor y devotamente obedecidas por muchos miles de discípulos de Moisés en Palestina, tanto la de antaño como la de hogaño), ¿qué otra cosa cabe esperar de la especie situada en la cima de la pirámide predatoria? Ideologías ha habido –y hay todavía, a menudo muy bien disfrazadas– que haciendo uso sin complejos de la falacia naturalista («lo que debe ser es lo que ya es») deducen de nuestro estado de naturaleza (más lobuna que ovina, según Hobbes) el derecho de los más fuertes a abusar de los débiles, siguiendo a pies juntillas las tesis expuestas por el sofista Calicles en el diálogo platónico Gorgias. Frente a esa ideología (que con el tiempo alcanzaría su más genuina plasmación práctica en el nazismo) se ha venido alzando una y otra vez (con escaso éxito, por cierto) la tesis socrático-platónica según la cual la naturaleza humana es pluridimensional y su núcleo central no es la pasión sino la razón. De modo que la lucha primordial que el ser humano debe librar en su vida no es la que lo enfrenta a otros humanos, sino la pugna interna de la razón con sus pasiones. (Obsérvese que a la razón no le aplicamos, como a las pasiones, un adjetivo posesivo. Y ello porque la razón no es estrictamente individual, sino transpersonal, común a múltiples individuos, que precisamente por eso son capaces de comunicarse entre sí. De ahí que los grandes filóso-

fos musulmanes Avicena y Averroes, para escándalo, ya en los siglos XII y XIII, de mentes imbuidas de nuestra individualista cultura «occidental», sostuvieran que el intelecto humano no está circunscrito a nuestras experiencias particulares, sino que es de alcance y validez universal.) Pues bien, esa escisión interna del ser humano es lo que explica que su ideal aspiración a un estado de armonía social general se vea continuamente contradicha por un insaciable apetito de dominio fielmente servido por frecuentes impulsos de agresión. De modo que, me temo, el ideal kantiano de la paz perpetua, aun siendo irrenunciable para todo ser racional (el ser humano, como hemos visto, lo es sólo a medias) está a años luz de plasmarse en la realidad, siquiera de manera aproximada. De Ucrania a Palestina, pasando por la mayor parte de eso que antes llamábamos Oriente Medio o Próximo Oriente y ahora está de moda llamar Asia Occidental, el rastro de sangre y destrucción es gigantesco y desolador. Ante eso, mucha gente reacciona sanamente abominando de la guerra en general. Algunos justifican esa actitud recurriendo al dicho evangélico de las dos mejillas. No es éste un mal consejo… siempre que no vayamos más allá de su literalidad y olvidemos que sólo tenemos dos mejillas. De modo que, siendo quizá de buen pacifista no reaccionar inmediatamente a la primera agresión, es, en cambio, de pánfilo insensato seguir sin reaccionar a la segunda. Experiencias históricas de lo nefasto de esa actitud hiperpacifista no faltan, especialmente en la Europa de entreguerras con su tardía reacción al rearme alemán y a las reiteradas intervenciones militares del régimen nazi (empezando por la guerra civil española, dicho sea de paso, en que el CTV italiano y la Legión Cóndor alemana masacraban civiles a destajo mientras el comité de no intervención se reunía tranquilamente a tomar el té).

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FilosoFa, que algo queda

Aterrizando en la actualidad, difícilmente negará nadie soras de la libertad de expresión… mientras sus gobiernos que no sea sionista confeso como Pilar Rahola que desde censuran los medios informativos del otro lado, convenien1948 ha sido ampliamente superado el número de dos mejitemente estigmatizados como medios de desinformación y llas abofeteadas entre los seculares habitantes de Palestina propaganda. (algunos de los cuales, por cierto, no se descarta que sean En efecto, el gobierno más progresista de la descendientes de judíos que, no habiéndose historia de España (en lo que va de lanzado a la diáspora tras las sucesivas semana), con la única voz discorNO ESTÁN guerras judeo-romanas de los sidante de miembros de Podeglos I y II, siglos más tarde se conmos, mientras entrena a militaLOS TIEMPOS PARA virtieron al Islam, religión, al fin y res ucranianos, acata disciplial cabo, tan monoteísta como la DISCURSOS «EQUIDISTANTES» nadamente todas las órdenes de sus padres). que emanan de Bruselas (tanto las Y tampoco el observador avisado y docuprocedentes del cuartel general de la mentado, si permanece milagrosamente inmune a la proOTAN como las de su filial, la UE), limitándose al pepaganda otanista, dejará de recordarnos los ocho años de queño guiño de espetarle alguna que otra verdad del barquemortales bofetadas a los ucranianos de cultura y ascendencia ro al carnicero jefe del gobierno sionista de Israel y a escarusa en el Este y el Sur de Ucrania (la llamada Nueva Rusia quearse discretamente de patrullar por el Mar Rojo. desde los tiempos de Catalina la Grande). Volviendo a los que escriben la partitura que nuestros goAsí que no están los tiempos para discursos «equidistantes» biernos interpretan, no parece sino un súbito redescubridel estilo de los que hacían responsables ex aequo de la primiento de la verdad de la frase con la que abrimos este texto mera guerra fría (ahora estamos en la segunda, también el hecho de que estén empezando a hablar insistentemente entreverada, como aquélla, de mortíferos «golpes de calor») a de la conveniencia de restablecer el servicio militar obligatolos primeros (y únicos hasta ahora) lanzadores de bombas rio. Porque, claro, después de haberse creído demasiado, a lo atómicas contra poblaciones civiles y a los que se limitaron a Fukuyama, el triunfo definitivo de Occidente en la primera construirlas para disuadir a los otros de volver a usarlas. guerra fría, ahora se dan cuenta de que la doctrina militar basada en una aplastante superioridad tecnológica, Otra cosa es el discurso que aboga por un sin «botas sobre el terreno», sólo sirve pacese de las hostilidades con garantías ra machacar a grupos insurgentes de permanencia (lo que implica EL IDEAL KANTIANO DE LA mal armados o países con armaacuerdos de paz que garanticen mento tecnológicamente muy la seguridad futura de las parPAZ PERPETUA ESTÁ A AÑOS inferior. Frente a potencias como tes). Pero no es ése el discurso Rusia, China o incluso Irán no que sale de boca del jefe de la diLUZ DE PLASMARSE bastan la marina y la aviación para plomacia(?) de la UE, Pepe «Jardines» ganar la guerra. Hace falta, como siemBorrell. Ni mucho menos el vomitado por el pre, la «fiel infantería» (el lema de los «marines», secretario general de la OTAN, el vikingo Jens Stoltenberg. Su los infantes de marina estadounidenses, es precisamente discurso es el de la solidaridad a muerte (nunca mejor diSemper Fidelis). Pues a buenas horas, mangas verdes: difícil cho), no con Ucrania, sino con su archicorrupto régimen truva a ser (casi tanto como lo está siendo últimamente en fado de neonazis, al que animan a seguir la lucha hasta el úlUcrania) arrastrar a las hedonistas jóvenes generaciones timo ucraniano… pobre (los no tan pobres se guardan mueuropeas por «senderos de gloria» previo pase por la «puta cho de ir al frente y prefieren vivir como turistas de lujo en mili» como preparación para la guerra, donde «se come mal y países de la UE). se duerme en la tierra» (como reza una tonadilla popular Eso por lo que hace a quienes se pronuncian abiertamenentre los reclutas de mi época). Porque si hay un santo o perte sobre esos terribles conflictos. Aquí, en el extremo surocsonaje bíblico cuya popularidad se encuentra hoy día en cidental de Europa, nos limitamos a tragarnos lo que nos horas bajas, ése es, con gran diferencia y a todos los efectos, cocinan las grandes agencias occidentales, ardientes defenel santo Job ■

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Libros HE AQUÍ UNA JOYA EL BOXEADOR Alfons Cervera Piel de Zapa, 2024, 150 pp.

Vaya por delante que quien firma estas líneas ha gozado de una larga amistad con el autor de esta excepcional novela. Juzgue el lector que se anime a adentrarse en las páginas de El boxeador si esa amistad es lo que motiva los calificativos que más adelante se expondrán, si son exagerados o simple estrategia publicitaria. No sería la primera vez que por razones de amistad o puramente comerciales un crítico –incluidos los de postín– nos da gato por liebre o banalidad por obra maestra. Júzguese pues si esta reseña es timo o atinada. O, por el contrario, encuentra el lector que –como pienso yo– estamos ante un autor de talla excepcional. Así que no ocultaré mi admiración por la escritura, el talento y la conciencia de este escritor valenciano que no ha sido excesivamente laureado en estos lares, y que ha obtenido más reconocimiento más allá de nuestras fronteras que aquí, en casa. Es más, me resulta incomprensible que, siendo como creo que es, uno de los más grandes escritores de nuestro tiempo en lengua castellana, no haya recibido galardones, homenajes y un contundente respaldo crítico en los principales cenáculos literarios y medios de información y cultura. Aunque, conociéndolo, no creo que eso vaya a importarle demasiado. Así pues, el lector de esta reseña tiene mis cartas destapadas sobre la mesa. ¿Exagero? Sea como sea, lo que sigue es exactamente lo que pienso.

El boxeador es una obra maestra que recoge y de algún modo resume una serie de novelas de Cervera que componen un ciclo, que se ha venido denominando “de la memoria”. Y lo hace con esa prosa exquisita característica de su autor. Una prosa que no debe ser leída deprisa, porque es un gozo detenerse en cada frase, saborearla, dejarse llevar, asombrarse (en mi caso) de cómo se puede contar algo tan triste con tanta belleza. Porque El boxeador no es una novela para pasar el rato, aunque su brevedad –algo más de cien páginas– hace que un lector ávido de zambullirse en la trama hasta hallar el desenlace pueda despacharla en unas pocas horas. Pero no es para pasar el rato, insisto, sino para dejarse llevar por esa prosa cristalina, prosa que una y otra vez consigue emocionarnos. Emoción: qué difícil es encontrarla en la literatura de hoy… Yo, querido lector, leyéndola me he sentido no pocas veces conmovido. Tal vez porque se sitúa en un momento histórico –la posguerra– que yo mismo he vivido; tal vez porque la novela clama contra la injusticia; tal vez porque sé que lo que cuenta es cierto, y duele… Tal vez porque la novela emplaza al lector y le exige que deje de mirar para otro lado… Sea como sea, a mí me ha conmovido, y también me ha dado fuerzas para seguir soportando y combatiendo los chispazos fascistoides que crecen por doquier. Pero, ¿de qué va esta novela? El escenario es ya conocido en la obra de Cervera: Los Yesares, un pueblo pequeño en la serranía valenciana. La época: recién acabada la guerra, cuando se inicia la

Alfons Cervera

represión, cuando abundan las fosas comunes, los fusilamientos y las palizas, y algunos se echan al monte a combatir a los victoriosos fascistas o huyen a Francia. El tema: el dolor. El desgarro. La impotencia. La tragedia. El crimen. Los personajes: Sunta, la memoria. Ojos Azules, el maquis que acabaría muerto; Royopellejas y su cueva; Esteban Ventura, el boxeador; Guadalupe, la rapada; Rosario, muerta por la guardia civil cuando bajaba del monte… y muchos otros. Léala el lector despacio. Entreténgase en cada frase. Escuche las múltiples voces que se alzan desde El boxeador. Deténgase en sus historias… Haga eso, y si no se conmueve, preocúpese. Y juzgue si le he dado gato por liebre o está de acuerdo conmigo en que Alfons Cervera es uno de los más grandes escritores de nuestro tiempo.

Miguel Riera

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NÚMEROS, NÚMEROS, MÁS NÚMEROS POR FAVOR... HISTORIA DE LOS NÚMEROS. EL CERO, EL UNO, LOS NÚMEROS PRIMOS Y EL INFINITO

Enrique Gracián Arpa Ed. Barcelona, 2023, 272 pp.

Divulgación matemática apta para todos los públicos, sin restricciones. No se exigen conocimientos previos en teoría de números o disciplinas afines. “He dedicado una gran parte de mi vida a las matemáticas y, hasta ahora, no me había dado cuenta de la importancia absolutamente crucial que tienen los números en nuestra vida cotidiana y en nuestra organización social. No es algo que afecte a un tipo exclusivo de culturas o a un nivel de desarrollo tecnológico; los números y todo lo que estos involucraron atañen a la especie humana en su conjunto. Desde siempre”. Con esta interesante consideración filosófico-histórica abre Enrique Gracián las páginas de esta Historia de los números que no es propiamente una historia de los números (tarea humanamente inabarcable) sino un conjunto de historias de números (el primer nivel de abstracción en matemáticas según el autor), especialmente de los números primos (“Cualquier bobo puede plantear preguntas sobre los números primos a las que la persona más inteligente no puede responder”: G. H. Hardy). Una breve presentación del autor: Colaborador de La Vanguardia y El País, así como de revistas de divulgación científica, Enrique Gracián fue subdirector del programa Redes de TVE, creador del método SANGAKOO, un sistema innovador para la didáctica de las matemáticas (que desconozco) y del proyecto BOURBAKI, un método para el tratamiento de

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la información en organizaciones empresariales (que también desconozco). Ha biografiado a Von Neumann y Hooke, y entre sus libros de divulgación cabe citar Construir el mundo, Un descubrimiento sin fin y Los números primos, traducido este último a 14 idiomas. Componen estas historias sobre números el prólogo y 12 capítulos (no hay un apartado de conclusiones ni bibliografía). Entre los capítulos: “Los primeros números”; “Operaciones elementales”; “Los generadores de números”; “Contar, medir y pesar”; “¿Existen los números?”… El lector encontrará en las páginas 12-14 un

Enrique Gracián

resumen de los contenidos. Se echa en falta un índice analítico y un índice nominal que faciliten las búsquedas del lector. Al alcance de todos los públicos como decía, Gracián ha tenido el acierto de indicar mediante símbolos los apartados que pueden ofrecer alguna dificultad al lector medio, dificultad que en absoluto presentan los primeros capítulos, algunos de cuyos apartados son excesivamente elementales en mi opinión. Especialmente recomendable es el capí-

tulo 7: “El camino de los números primos”, al igual que el 8º: “Conjeturas”. Hubiera sido deseable un mayor desarrollo en el 12º, el dedicado a los “Números infinitos”. Sorprenden, eso sí, las erratas que presenta la edición. Pueden despistar a algunos lectores. Convendría corregir en futuras reediciones. Algunos ejemplos: 1. Página 37: 8 + 9 = 27. 2. Página 47: el 260 (por 280), de la columna de múltiplos de 70. 3. Página 53: la división entre 4.138 y 13 (4.138 debería ser 4.148). 4. Página 65: el exponente 99 del denominador de la primera fracción. 5. Página 72: apartado dedicado a los números 120 y 36 para encontrar la “unidad de medida común”. 6. Página 102: desarrollo del factorial de n: n. (n - 2) (n - 2)...) 7. Página 106: valor del cubo de i (-1 por -i). 8. Página 116: descomposición factorial del número 36 (4 por 3)... Hay más ejemplos. Una ilustración de la filosofía de la matemática defendida por el autor (que este lector no comparte en su totalidad): “Soltando todo tipo de lastres ideológicos, las matemáticas han ido conquistando su parcela de libertad, hasta el punto de que se puede afirmar que las matemáticas se lo deben todo a sí mismas y, en este sentido, se las puede considerar como uno de los mayores logros del pensamiento humano. Porque las matemáticas son eso, un invento. Una vez abandonada la denominación de origen, lo que nos ha quedado es el “control de calidad”, una etiqueta que es gestionada por las instituciones académicas”. Un control necesario, admite Gracián, pero que, en su opinión, ha mostrado en ocasiones, “una rigidez excesiva que ha actuado más como freno que como estímulo”. “Un matemático que no tiene alma de poeta no será nunca un matemático completo”. Con esta cita de Karl Weierstrass abre el autor el libro. El autor, sin duda, tiene alma de poeta.

Salvador López Arnal


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COLONIALISMO CRIMINAL Y HEROICA RESISTENCIA PALESTINA. CIEN AÑOS DE COLONIALISMO Y RESISTENCIA

Rashid Khalidi Capitán Swing. Madrid, 2022, 391 pp.

De la presentación (octubre de 2022) a la edición castellana del libro: “En el texto que sigue a continuación sostengo que este no es un “conflicto” entre dos partes equiparables”. No empezó, observa Khalidi, “con la ocupación del territorio palestino y de otros territorios árabes en la guerra de junio de 1967; ni siquiera con la guerra civil de 1948 que llevó a la expulsión de 750.000 palestinos de sus hogares al establecerse el Estado de Israel sobre las ruinas de su sociedad, en lo que los palestinos denominan la Nakba o ‘Catástrofe’”. Antes bien, y esta es una de sus consideraciones centrales, “pongo de relieve que esos episodios forman parte de una guerra sistemática –aunque intermitente– contra Palestina que se prolonga desde hace más de un siglo”. Esta guerra, cuyo objetivo es desposeer al pueblo palestino (“que ha demostrado una paciencia, una perseverancia y una firmeza inusuales en la defensa de sus derechos, lo que constituye la principal razón por la que su causa sigue viva”) y transformar su patria, toda ella, en un hogar nacional exclusivo para los judíos, no forma parte de una lucha sempiterna, “tiene su origen en el movimiento sionista (proyecto de ocupación colonial y nacionalista a la vez) a finales del siglo XIX”, movimiento surgido en respuesta a la virulencia del antiguo antisemitismo europeo. Libro escrito desde las entrañas de la historia y desde una perspectiva (crítica) palestina. En 1899, Yusuf Diya al-Khalidi, alcalde de Jerusalén, alarmado por el lla-

mamiento sionista a crear un hogar nacional judío en Palestina, escribió una carta dirigida a Theodor Herzl, el fundador de la Organización Sionista, en la que le señalaba que el país tenía un pueblo in dígena que no aceptaría fácilmente su propio desplazamiento, advirtiendo de los peligros que se avecinaban. “En nombre de Dios, que se deje a Palestina en paz” eran sus últimas palabras. Rashid Khalidi es el tataranieto del que fuera alcalde de Jerusalén a finales del siglo XIX. Componen esta documentada historia de Palestina el citado prólogo para la edición española, seis capítulos, agradecimientos y un apartado de conclusiones (“Un siglo de guerra contra los palestinos”). Faltan, en mi opinión, un índice nominal y una cronología detallada que hubiera sido muy útil para los lectores. Ensayo magníficamente escrito y muy documentado, hubiera exigido en ocasiones mayor concreción en algunas de sus afirmaciones, hubiera podido evitar algún adjetivo contundente contra Arafat, elogiar con menos generosidad a James Bayer, no conceder tanta importancia (siendo importante) al papel de la opinión pública usamericana y acaso no dar la sensación de que la única posición sensata, razonable, realista, ajustada a la correlación de fuerzas y con buen conocimiento de la situación es la que el autor defiende. La posición central de Khalidi, marcadamente académica en mi opinión a pesar de su experiencia política directa en la situación, puede quedar recogida en estas palabras: “En unas potenciales

Rashid Khalidi

negociaciones habría que reabrir todas aquellas cuestiones cruciales provocadas por la guerra de 1948 que en 1967 se saldaron a favor de Israel mediante la Resolución 242 del Consejo de Seguridad [nefasta para el pueblo palestino desde su punto de vista] de las Naciones Unidas: las fronteras de la partición establecidas en 1947 por la Resolución 181 de la Asamblea General y su propuesta de corpus separatum para Jerusalén; el regreso y la indemnización de los refugiados, y la cuestión de los derechos políticos, nacionales y civiles de los palestinos en el territorio de Israel”. Si se emprendiera una iniciativa diplomática y de relaciones públicas seria y sostenida por parte palestina en defensa de los nuevos términos destinados a lograr una paz justa y equitativa, “muchos países [que no cita] se avendrían a considerarlos”. Más aún: “incluso que estuvieran dispuestos a cuestionar el medio siglo de monopolio estadounidense sobre todas las negociaciones de paz, un monopolio que en realidad ha resultado crucial para impedir la paz en Palestina.”

Salvador López Arnal

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UN LLAMADO A CONTRAATACAR MANO DURA. EL ESTADO POLICIAL GLOBAL, LOS NUEVOS FASCISMOS Y EL CAPITALISMO DEL SIGLO XXI William I. Robinson Errata Naturae. Madrid, 2023, 267 pp.

Hablar del fascismo como un fenómeno que, lejos de quedar archivado en los libros de historia, ha recobrado nuevos bríos en tiempos recientes. No todos asumen el término, marcando una importante distancia entre lo que sucedió en Europa a partir de los años 20 y lo que está aconteciendo en nuestros días. Sea cual sea el nombre justo, lo cierto es que hay situaciones alarmantes que debieran hacer recapacitar y actuar en consecuencia a muchos ciudadanos del común y, por supuesto, a todos aquellos que ostentan responsabilidades civiles, políticas, económicas o culturales. William I. Robinson, periodista, activista y, actualmente, profesor de Sociología en la Universidad de California, es de los que está muy preocupado por esa situación y de los que lo llaman fascismo. Y piensa que para combatirlo es necesario un potente análisis marxista del capitalismo actual. En Mano dura, de hecho, pretende armar un estudio que aporte una explicación teórica del capitalismo global y de los procesos de transformación por los que, hoy día, está pasando el sistema. El propósito es claro: proponer una revitalizada crítica marxista de ese capitalismo global y de sus crisis que sirva de guía para llevar a cabo una política emancipatoria de los trabajadores, que se haga con las bases potenciales del nuevo fascismo y asiente la hegemonía de la clase trabajadora en la revolución. Cualquier análisis objetivo de la situación actual ofrece un resultado

poco optimista: la izquierda, hoy día, se muestra bastante alejada de su teórica base histórica, la clase trabajadora, seducida por los cantos de sirena de esos fascismos del siglo XXI que denuncia Robinson. De ahí la urgencia de forjar un marco organizativo global que suture esa disyunción entre el resurgimiento de los movimientos sociales de masas y la izquierda institucional, entregada a una “política folk”, cautiva de la fetichización de los espacios locales y deslumbrada por las diferencias y las identidades, absorta en su romantización de la “resistencia del día a día”. Robinson lo resume con exactitud: “Los relatos postmodernos y las políticas identitarias apartaron a toda una generación de jóvenes a finales del siglo XX y principios del XXI de abrazar una muy necesaria crítica marxista del capitalismo cuando este se globalizó”. Los coloridos sentimientos sustituyeron a las aburridas razones y la derrota fue abrumadora. Parecía, incluso, que uno de los contendientes ni se presentaba al partido. Había una lucha de clases, claro, y la estaba ganando la clase capitalista, con la inestimable contribución de una supuesta izquierda delirante encantada de sumarse a cualquier causa siempre que esa causa no fuera la de la clase trabajadora. Un olvido trágico, pues quien sí que se ha acordado son los nuevos fascismos. William I. Robinson ofrece en Mano dura un contundente análisis, plagado de cifras insoslayables y datos pavorosos, del capitalismo global y sus crisis, al que dedica el primer capítulo de la obra; a continuación nos habla de “Violentas desigualdades”, y del imperativo del control social. El tercer tramo se ocupa de la acumulación militarizada y la acumulación por represión, y el cuarto y último lo dedica el autor a los nuevos fascismos y la batalla por el futuro. El panorama que presenta Robinson, argumentado de forma impecable, no es

William I. Robinson

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alentador, y lo previsible es que empeore. La “humanidad excedente” aumenta cada año, y las relaciones de poder actuales no vaticinan un cambio de rumbo a corto plazo. Aún así, lo último que debiéramos hacer es hundirnos en el pesimismo o la neurastenia. Libros como el de Robinson, que, desde la crítica informada, alertan contra los dispositivos de control contemporáneos, indagando en la dinámica sistémica del capitalismo global, son necesarios y urgentes, y además, debieran ser útiles. El autor, en la estela de Samir Amin, se pregunta por la pertinencia de una Quinta Internacional, una nueva organización que no sea solo un foro o un movimiento, y que incorpore a partidos y organizaciones políticas de izquierda, y no solo a movimientos sociales. No parece un desatino. Urge tomar la iniciativa y contraatacar al Estado policial global, revertir la actual dinámica que ha alejado a los trabajadores de las organizaciones de izquierda y convertir, como demanda Robinson, la defensa estratégica del capital en nuestra ofensiva estratégica. Pero, ¿seremos capaces de hacerlo? William I. Robinson, cuando menos, nos ofrece un buen puñado de argumentos para convencernos.

Antonio García Vila

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Libros

UN LIBRO IMPRESCINDIBLE. PARA APRENDER Y PARA PENSAR L A DEMOCRACIA ATENIENSE EN LA ÉPOCA DE D EMÓSTENES Mogens H. Hansen Capitán Swing. Madrid, 2022, 622 pp.

Probablemente uno de los mejores libros de historia de la filosofía que se han publicado en nuestro país en muchos años. Apasionante de la primera a la última línea. Para académicos puestos y para personas interesadas (como el autor de esta injusta reseña por breve). Con palabras del prologuista, Andrés de Francisco: “No es un ensayo, ni un acercamiento personal, ni una reflexión más o menos profunda. Es un estudio científico –riguroso, sistemático, minucioso– animado por una única vocación: la búsqueda de la verdad. El pensamiento posmoderno rampante no cree en la verdad, pero al científico sui generis, como Hansen, le obsesiona.” Mogens H. Hansen es un filólogo clásico (Universidad de Copenhague), especialista en la polis y en la democracia ateniense. Ha sido profesor visitante en la Universidad de Melbourne y en el Green College de la Universidad de la Columbia Británica, y profesor invitado en Princeton y el Churchill College. Además de numerosas publicaciones académicas, ha publicado 12 monografías, 7 fascículos, 124 artículos y 8 artículos de revisión y reseñas. La síntesis de su estudio de las instituciones atenienses, así se señala en la solapa interior del libro, es La democracia ateniense en la época de Demóstenes (1991), traducido hasta ahora a cinco idiomas. Componen en libro un Prefacio a la 2ª edición, una abreviatura de fuentes clásicas, catorce capítulos de variada extensión, mapas y planos, bibliografía y un

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Mogens H. Hansen

glosario extraordinario. Falta un índice nominal, sin duda muy laborioso de elaborar. El objetivo (y la advertencia del autor): “Este libro pretende ser a la vez una descripción general y una síntesis de mis propias investigaciones durante las dos últimas décadas. El doble alcance del libro supone que las visiones tradicionales mantenidas durante siglos por todos los historiadores y las visiones controvertidas sobre las que todavía disienten los historiadores se presentan, unas al lado de las otras, con conclusiones novedosas basadas en mi propia investigación”. Algunas concepciones del autor han logrado amplia aceptación, otras, “inevitablemente, han sido cuestionadas y todavía están sub iudice”. Para abrir su apetito lector (que probablemente ya esté abierto): 1. Casi todo el mundo que escribe sobre democracia ateniense acepta la distinción entre democracia “directa” y democracia “indirecta” o “representativa”. Los que se centran en las instituciones a veces utilizan la oposición entre “democracia asamblearia” y “democracia parlamentaria”; pero la distinción es la misma: en una democracia directa el pueblo se gobierna realmente a sí mismo, esto

es, todos tienen el derecho a participar en la toma de decisiones, mientras que en el otro modelo la única decisión que todos tienen el derecho de tomar es elegir a los que toman decisiones.” (p. 43) 2. Hansen no comparte “la creencia de que la democracia ateniense de 403-322 era casi idéntica a la llamada democracia “radical” o “de Pericles” de 462-411 y 419-404”. Por el contrario, sostiene “(a) que la democracia restaurada en 403 era diferente de la democracia del siglo -V en muchos aspectos importantes, y (b) que la democracia sufrió muchos más cambios y reformas durante los años 403-322 de lo que habitualmente se supone.” (pp. 502-503) Un matiz: Hansen usa frecuentemente el término “filósofos” para designar un conjunto algo difuso y disjunto con él y sus investigaciones. Más allá de titulaciones académicas, incluso de métodos de investigación y lecturas, ¿hay alguna duda de que también Hansen es un filósofo de la cabeza (gran cabeza) a los pies? Hay además un regalo complementario, la extraordinaria introducción del traductor, Andrés de Francisco (el título de esta reseña bebe de su presentación). El libro acabó de imprimirse el 4/IV/2022. Los editores han añadido una nota (de Pericles) con toda intención: “El Estado democrático debe aplicarse a servir a la mayoría y procurar a todos la igualdad delante de la ley, debe al mismo tiempo protegerse contra el egoísmo y proteger al individuo contra la arbitrariedad del maldito Estado”. Finalizo yo también así y añado: ¡no se lo pierdan!

Salvador López Arnal


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LAS HEREDERAS DE EUTERPE. UNA HISTORIA DE LA MÚSICA EN CLAVE FEMENINA L AS HEREDERAS DE E UTERPE Joan M. Martí Ma non troppo. Barcelona, 2022, 228 pp.

Tras unos cuantos devaneos con aportaciones francamente decepcionantes como la Otra historia de la ópera de Fernando Saez Aldana, el sello barcelonés Redbook ha acertado con su última novedad bibliografía. En esta ocasión Las herederas de Euterpe. Una historia de la música en clave femenina de Joan M. Martí presenta mayor rigor y sustancia discursiva, gracias a que el autor no es un diletante como prueban su currículum y sus cuatro títulos bibliográficos anteriores para la misma editorial. Su propuesta puede inscribirse dentro de la “compensatory history” o historia contributiva más centrada en recuperar la faceta histórica de las mujeres en la música que en realizar un análisis en profundidad de las causas que llevaron a su invisibilidad. En este sentido participa de la historiografía por géneros, sociológica, lo que implica un concepto de evolución, de mejora y progreso algo darwiniano con el que se contribuye a integrar la musicología feminista desde un impulso reivindicativo contra el sesgo androcéntrico de la historiografía y de la actividad musical. Para ello establece puentes entre espacio, poder y conocimiento donde la mujer es concebida como objeto y sujeto de la historia; además de fortalecer la deconstrucción occidental de su historia musical –y cultural– apartándose del monólogo analítico en el que las mujeres han sido la otredad del otro y el otro de sí mismas como se ha escrito en ocasiones. La de Joan M. Martí es una síntesis de

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numerosas lecturas y contralecturas que transita de la información general a la concreta a partir de una ordenación cronológica dentro de cada bloque organizado temáticamente con la que agrupa a compositoras e intérpretes en bloques de una cierta lógica temática tan acertada como discutible por recaer en etiquetas ante las que puede alegarse aquello de ser todas las que están, pero no estar todas las que son. El autor las reparte entre las vinculadas a la educación, a conventos y monasterios, instrumentistas, en las orquestas, compositoras de óperas, con un último capítulo sobre pioneras y luchadoras. De este modo estructura un amplio abanico de nombres y personalidades desde la Antigüedad y la importancia de su reflejo en los relieves escultóricos y su vínculo con la religión hasta las escuelas para señoritas londinenses, los orfanatos venecianos o la Academia de Canto de Berlín inaugurada en 1790 por Carl Friedrich Christian Fasch; pasando por las esclavas cantoras en el islam; así como deteniéndose en las españolas de distintas épocas (siglos de Oro, XIX y XX). Todo ello con extractos de la prensa de la época; inserción de retratos, fotografías y otros recursos visuales. Su redacción resulta accesible, a veces demasiado directa, con párrafos desiguales y algo casinos por su afán enumerativo de periplos vitales y nombres de obras compuestas, pero que encajan con el estilo del sello editorial. Un sello que no parece contar con criterios de revisión dados los muchos desatinos en libros anteriores y unos pocos nada graves y fácilmente subsanables en este. Y es que no hay profundidad en la descripción musical que motive al lector a escuchar las composiciones a las que se refiere, más allá de presentar abundantes audiciones linkadas en códigos QR y una playlist en Spotify que redondean unas convincentes y actualizadas bases docu-

Euterpe, la Musa griega de la música

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mentales en cuanto a bibliografía y webgrafía. En general no aporta nada que no se haya escrito antes, pero condensa suficientemente muchos aspectos que lo convierten en un manual de consulta apropiado para estudiantes y melómanos curiosos, en la línea del ya casi ilocalizable Música, femení singular de Isabel Rosselló (Di7 Comunicació, 1997) y de Los sonidos del silencio. Aproximación a la historia de la creación musical de las mujeres de Anna Bofill Levi (Editorial Aresta, 2015). Como éstos, el primero de los cuales no aparece entre las fuentes de bibliografía aun siendo similar y de los más completos y primerizos publicados en España, la labor de Joan M. Martí supone una herramienta decente y fértil para un primer acercamiento sobre el tema pensado para el público en general y como fuente de consulta para carreras de Humanidades, Historia del arte y algunas asignaturas de Historia y ciencias de la música. Eso siempre que no se busque información sobre compositoras nacidas aproximadamente desde la segunda mitad del siglo XX en adelante: no hay ni rastro.

Albert Ferrer Flamarich




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