24 diciembre 2012

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TEMA CENTRAL

América Latina registra avances en el combate contra la pobreza. La brecha entre los más ricos y los más pobres comenzó ha cerrarse. El siguiente análisis describe un escenario totalmente distinto a lo acontecido en la década de los ochenta y los noventa. El espacio estratégico para mantener esa tendencia es el mercado laboral, enfocándose en los sectores menos favorecidos.

L

a pobreza en el Ecuador ha sido un fenómeno persistente, afectando a un alto porcentaje de la población y por ello ha sido declarada como prioridad por cada gobierno de turno. Al igual que en el resto de la región, la inequidad del ingreso ha sido una característica heredada desde la época de la conquista española, y dio inicio a una larga historia de exclusión económica y social. En Ecuador, la concentración de la tierra, la falta de reconocimiento de los derechos de las mujeres, indígenas y afrodescendientes, el modo de producción latifundista, y la represión de los movimientos sociales, exacerbaron la pobreza e inequidad. Recién, a partir de la década de los cincuenta, se implementaron ciertas políticas desarrollistas: reformas agrarias,

mayor inversión en salud y educación, proyectos de infraestructura a gran escala como efecto del boom bananero y petrolero. No obstante, el poder permaneció concentrado en las élites tradicionales, mientras que los grupos más vulnerables recibieron muy poco del auge económico registrado hasta fines de los setenta. Hubo una reducción de la desigualdad, pero no lo suficientemente profunda como para dejar atrás los altos índices de pobreza, indigencia y bajo nivel de ingresos. Procesos parecidos se observaron en toda la región y probablemente la forma en que se construyeron nuestras sociedades contribuyó, para hacer de América Latina una región tan inequitativa. A lo anterior debe añadirse también las precarias condiciones económicas que han caracterizado a Latinoamérica, siendo la causa la aplicación discrecional de varias políticas que perjudicaron el bienestar de la población. La crisis de la deuda externa, aparecida en 1983 y los diferentes planes de ajustes aplicados en la década de los noventa convirtió a la sociedad ecuatoriana en una de las más excluyentes de América Latina. El país desembocó en 1999 en una de las peores crisis de su historia: con el 52,18% de su población bajo la pobreza, el 20,10% en la indigencia y la mitad del sistema bancario quebrado. El país entró al nuevo siglo en un escenario de exclusión y con una realidad lacerante (más de

dos millones de ecuatorianos emigraron a otros países en busca de trabajo, causando la desintegración de la familia). Pero el nuevo milenio trajo consigo, para la región y el país, mejores condiciones económicas: altos precios de los productos de exportación (en el caso del Ecuador, el petróleo), un dólar débil y crisis en los países desarrollados. Este escenario, junto a políticas económicas progresistas, han permitido que la lucha contra la pobreza y la inequidad sea mucho más efectiva, manteniéndose en el tiempo y mejorando las condiciones de vida de la población. El estudio del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) llamado “Evolución del mercado laboral y pobreza” muestra la evolución de la extrema pobreza (o también llamada severidad de la pobreza o indigencia) nacional: en junio de 2012 representaba el 9,40% mientras que en diciembre de 2006 era de 16,89%; es decir, 7,49% menos que en la última encuesta (1). Una menor reducción se evidencia en el índice de pobreza, pues hay mayor dificultad para abandonar este segmento. El resultado del estudio para junio de 2012 de la extrema pobreza identifica en un rango de 17,1% - 32,2% a las provincias de la Amazonía, Chimborazo, Bolívar y Esmeralda, mientras que Carchi, Imbabura, Cotopaxi, Cañar y Loja se encuentran en el rango de 10,8% - 17%. El resto de provincias regis-


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