FRANÇOIS HOUTART. Amigo de los pueblos y tejedor de sueños i Por Nicolás A. Herrera F. colectivofrenteunido@gmail.com Houtart fue un militante internacionalista y altermundialista comprometido en las luchas revolucionarias por la liberación de los pueblos oprimidos de todos los continentes. Conocida es la afirmación del comediógrafo romano Publio Terencio: “Ser humano soy. Nada humano me es ajeno”. Remendando a Terencio, Houtart bien podría decir: “Revolucionario soy. Ninguna revolución me es ajena”. Juan José Tamayo
François Houtart nació el 7 de marzo de 1925 en Bruselas (Bélgica) en el seno de una familia aristocrática cuyos antepasados tuvieron gran notoriedad desde el siglo XIV en la vida política, cultural y económica de Bélgica. Fue educado en una estricta disciplina familiar de profundos valores católicos, fue el mayor de más de una decena de hijos, y desarrolló su infancia y adolescencia entre el movimiento scout y la instrucción jesuita. Cumplidos los 10 años comienza a sentirse inclinado por la vida misionera de la Compañía de Jesús y la Congregación de San Vicente de Paul, a la que pertenecía su madre. Terminados sus estudios secundarios en 1943 decidió formarse en la vida religiosa y, aunque su interés era vincularse a la Societé Auxiliaire des Missions (SAM), donde los misioneros se ponían al servicio de obispos indígenas, en tiempos en que se consagraron los primeros obispos chinos, terminó ingresando al Seminario de Malinas (Bélgica) para evitar conflictos familiares, por sugerencia de un primo de su madre, Monseñor Étienne Carton de Wiart. A causa de la II Guerra en Europa, la vida cotidiana del Seminario fue suspendida tan sólo cinco días después de su ingreso. Tras el anuncio de los nazis de reclutar a todos los seminaristas para trabajar en las fábricas, en reemplazo de los soldados que iban al frente de guerra, las autoridades decidieron que los seminaristas debían dispersarse y tomar clases dos o tres veces por semana en diferentes lugares: hospitales católicos y escuelas secundarias. Houtart pasó los primeros meses en casa de sus abuelos paternos y luego volvió a la casa de sus padres. En este tiempo, François se vinculó al movimiento de resistencia belga, que hacía frente a la ocupación nazi desde 1940, adelantando tareas militares ofensivas en contra del ejército hitleriano. En septiembre de 1944, liberada Bélgica, retornó al Seminario, aún en medio de bombardeos y ataques aéreos alemanes. Desde su tiempo de seminarista se vinculó a la Juventud Obrera Católica (JOC) y se sintió particularmente atraído por el método desarrollado por ella que sigue tres pasos: Ver, juzgar y actuar, que consistía en ver y analizar las situaciones, hacer un juicio social ético y después actuar en consecuencia ii. Su experiencia en la JOC le permitió descubrir la situación de los obreros y mineros de primera mano y le ayudó a superar “la imagen del socialista como un demonio” (Tablada, 2010, p. 25). A través de la JOC Houtart fue descubriendo la utilidad social de su sacerdocio.