ETERNITY 6 REVISTA LITERARIA

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Revista Literaria Eternity

NĂşmero 6

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DIRECTOR GENERAL:

EDITORIAL

Pedro Altamirano

Para el equipo de escritores independientes del poder de las letras es un honor presentarles a nuestros lectores la ETERNIT Y sexta edición de la revista digital ETERNITY. Un proyecto Es una publicación esclusiva que se inicia con mucho entusiasmo. Dentro de esta de la página de escritores El poder de las letras. Las obras revista podrás encontrar diversos temas relacionados literarias presentadas en esta con la literatura, como relatos,poesías, y muchas publicación son propiedad de más secciones que poco a poco iremos incluyendo. cada autor mencionado. Agradecedemos a todos los lectores de nuestra página web y también agradecer las colaboraciones ©2019. Todos los derechos de muchas personas que colaboran con nosotros reservados. y que han puesto su granito de arena que esta hecha con mucho cariño para todos los públicos.

¿Quienes

Somos? Publicación mensual

Eternity es una revista literaria cultural de todos los componentes de la página de escritores El poder de las letras y varios colaboradores. Todos los derechos reservados.

DIRECTOR Pedro Altamirano

Contacto: elpoderdelasletras@elpoderdelasletras.com

REDACTORA JEFE Maríjose Luque

Contacto: marijoseluquefernandez@gmail.com

REDACTORES Ana Centellas

Contacto: anacentellas.escritora@gmail.com

Gustavo García

Contacto: gusali_@hotmail.com

Carla Duque

Contacto: carlanotepases@gmail.com

Marina collado

Contacto: marinacolladoprieto@gmail.com

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SUMARIO EN PORTADA Fiestas Tradicionales de España

Sección especial dedicada a las fiestas tanto patronales como mayores de los pueblos de España.

SECCIONES Entrevista a Lorena Galdame Entrevista a Lorena esta artista del arte.

Unos cuantos Relatos y Micorrelatos Relajate y disfruta de nuestros relatos y micros

Unas pocas Poesías

Endulzate con unas poesías de nuestros autores.

Un relato del libro solidario

Un relato de nuestro libro Universo de esperanza lucha por la vida.

elpoderdelasletras@elpoderdelasletras.com

@poderdlasletras

https://www.facebook.com/elpoderdelasletras2016/

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Entrevista a Lorena Galdame “NO CREO EN QUE UN ARTISTA SOLO DEBA DEDICARSE A UNA ÚNICA DISCIPLINA, UNO DEBE EXPLORAR TODA EXPRESIÓN ARTÍSTICA QUE LO ESTIMULE PARA LA REALIZACIÓN

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Sobre la artista y su vinculación con el arte. Lorena, que en realidad quería ser arquitecta o diseñadora, terminó de definir su dedicación al arte, puliendo ese deseo cuando dejó Neuquén, la ciudad que la vio crecer, con el objeto de estudiar Diseño Gráfico para luego cambiarse a la carrera de Diseño Industrial. Comenzó a relacionarse con gente del arte y es ahí cuando se presentó al ingreso de la escuela nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, obteniendo un buen puntaje. Allí es donde se le generó la disyuntiva, habiendo ingresado a la escuela en paralelo a la carrera de Diseño Industrial; decidiéndose al fin por la escuela de arte orientada a la escultura considerándolo más afín con el Diseño Industrial debido al diseño de objetos y la realización de esculturas y objetos. Asegura que nunca vio al arte como un hobby y desde que comenzó en la escuela de Bellas Artes, supo que no quería ser docente ya que para estudiar y concluir una carrera artística uno debía serlo. De hecho su dificultad más grande durante la carrera fue rendir las prácticas docentes. Paradójicamente, en uno de sus momentos más difíciles, personalmente hablando, es cuando se ve realizado su primer gran sueño y gana el primer concurso de escultura. ¿Qué significa para vos ser artista independiente? Hay una frase de Bob Dylan que me la dijo un amigo hace poco, “Un hombre es un éxito si se levanta por la mañana, se va a dormir por la noche y en ese lapso hace lo que quiere hacer.” Creo que hacer lo que uno desee te convierte en independiente. ¿Cuáles son tus mayores influencias artísticas? Si podés nombrar alguno en particular y porqué?. Cuando estaba en la escuela de Bellas Artes tenía un Maestro de Escultura, Aroldo Lewy, que siempre nos decía una frase de Brancusi, escultor Húngaro padre de la escultura abstracta: “Crear como un Dios, Gobernarse como un rey y trabajar como un esclavo”, no sé si Brancusi fue un inspirador en lo que posteriormente serían mis realizaciones, pero esa frase definía lo dura que podía ser la vida de un artista y con lo que uno debía luchar para obtener algo que deseaba mucho. ¿Cómo manejás la inspiración y el tiempo de trabajo? ¿Tenés un horario y un ritual o te dejás llevar naturalmente cuando te sentís inspirada? Es muy complicado cuando se dispone de muy poco tiempo para la realización, a veces uno no tiene tiempo y tiene mucho deseo de producir y en otras ocasiones dispone de tiempo y a veces no surge “inspiración“, como vos decís, para poder ponerse a realizar. Lo cierto es que, si uno toma la frase de Brancusi como lema de vida, debería tener un orden tal en el cual uno puede lograr su deseo a través de la creación y de la constancia en el trabajo.

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¿Te ves reflejada en alguna de tus obras? (Contame si tenés alguna que sea autorreferencial). Cada una de la obras tiene algo mío, no creo que tenga una obra en la cual me veo reflejada, si te puedo decir que cuando gané mi primer concurso de escultura llevar a cabo la realización de la obra fue casi como parir un hijo, fue una época muy dura: había perdido el trabajo, tuve que volver a Neuquén. Y al regresar a Buenos Aires debía conseguir trabajo, lugar donde vivir, prepararme para presentarme en los concursos porque deseaba Mucho ser una artista, de hecho en toda esa situación negativa es donde gano el concurso de escultura. ¿Qué buscás transmitir con tus obras? Intento con mis obras dejar pensando al espectador sea cual fuera la temática tratada, creo que debe existir una intercomunicación obra-espectador, un diálogo, si me preguntás por intención clara hacia el espectador -como artista- puedo analizar, teorizar, crear razonado, pero en definitiva es el espectador quien termina de darle la connotación final y cada cual tendrá su interpretación de lo que visualiza. ¿A qué otra cosa te dedicás además de realizar tus esculturas? No creo en que un artista solo deba dedicarse a una única disciplina, uno debe explorar toda expresión artística que lo estimule para la realización. Si bien soy escultora, me dedico a otras disciplinas como la pintura o el grabado. En este momento estoy utilizando técnicas mixtas, tales como collage mezclando técnicas de pinturas, dibujo y hasta incluso grabado; utilizando diferentes soportes no tradicionales generalmente reciclados con distintos formatos. Charlando acerca de su nuevo proyecto, Lorena nos comentó que está a punto de abrir una nueva muestra de arte, muy amplia, con el grupo de arte “Miradas”. Éste es un colectivo de artistas con el que comenzaron siendo mujeres de las artes plásticas y últimamente se sumaron otros artistas, tanto hombres como mujeres, de otras disciplinas también, como las letras y la actuación. La muestra se verá proyectada en el Teatro Brilla Cordelia, en pleno corazón de la ciudad de Buenos Aires, inaugurada el 27 de Septiembre para finalizar el 15 de octubre y pudiendo ser visitada de lunes a viernes de 18 a 22 hs.

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LA BAILARINA. Había llegado en una tarde de primavera, donde el sol asomaba tímidamente y sin comentarios, era una caja de zapatos, nada nuevo contendría que la ropa nueva de las despedidas del Año Viejo. Como una joya estaba allí un par de zapatos brillantes, olorosas a nueva, eran sin dudarlo unas zapatillas de ballet. Eliza practicaba las posturas en su casa, no tenía tiempo para otra cosa cuando llegaba de la escuela: Hacía sus tareas y luego trabajaba sin descanso en aquellas posturas que le había enseñado sus nuevas amigas de clases, todas ellas acudían al ballet, era el tiempo de las cenizas, donde todo era costoso y la vida cara hacía que los sueños no se realizaran, estaban muy lejos los sueños, en aquella Ciudad donde solo habían casas muertas, casas llenas de añoranzas y despertares de pan dulce. Eliza, no sabía que sus padres la habían inscrito en el ballet se regocijó de ver aquellas zapatillas deslumbrantes para acudir a sus clases que había deseado desde algún tiempo. Se rio, saltó y besó a sus padres con la tierna alegría que producen la edad de seis años. En aquella tarde estaba lista para ir a sus clases de ballet. Eliza resaltó por encima de todas las niñas de clases y fue seleccionada para cumplir la noble tarea de realizar “El cascanueces”. Le preguntó a su mamá: _ ¿Mamá como iré a la obra de ballet?_ Con tierna preocupación le preguntó la niña, quien se había dado cuenta de los devaneos que hacían sus padres para llevarla al colegio y realizar sus tareas extracurriculares. _Nada hija, tranquila de esas cosas no debes preocuparte_ Le respondió un tanto preocupada la madre por la madurez de su hija. Eliza se presentó en “El cascanueces” y fue la bailarina más prodigiosa de su clase. Deseaba ser bailarina. A su tierna edad, ya sabía lo que quería hacer con su vida.

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LA VELA Con su llama humeante había prendido velas a los santos que tanto adoraba, rezó y rezó, pidiendo la prosperidad que le había sido negada, la llama, salió corriendo posándose en cada santo a la que le había pedido el milagro. El Sol, le dijo a la llama de la vela: _ No temas velita, que sus peticiones han sido escuchadas, con voz ronca el Sol, empezó a salir con más fuerza de lo normal El pastel que hacía la mamá de Lucía y sus besitos de coco se vendían más en un día normal que en un día lluvioso. Lucia recorrió con alegría toda la casa, porque al fin podría regresar a la escuela, su mamá con la venta de pastel y besitos de coco, podía comprar unas medias de lana para el frío, unos cuadernos y unos lápices. Suficiente para regresar a clases de nuevo.

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En el corazón de la montaña habita la vida, en su cima, emociones y sentidos, corazón y mente que regulan el caminar sereno de la vida. Son etapas de la vida durante las que las experiencias y el aprendizaje se acumulan y toma forma el camino del ahora en que vivimos. No pienses que el ayer no fue ahora, pues viviste momentos que la vida te regalo, unas veces más intensos, otras menos, algunos tal vez tristes. No pienses que en el ahora de mañana no tienen sentido esos ahora, fueron parte de tu vida, crecíste, adquiristes conocimientos, amaste. caíste y te levantas-te para ese ahora de mañana, en el que tal vez los sueños creados durante, esos ahora se hagan realidad. Somos un todo y un nada, luz y vida, latido y fortaleza, sonrisa y lágrima, error y acierto. Y de repente un día te duermes para siempre y los ahora son vacíos llenos de silencios Y los rostros que se acercan a nosotros son sombras y el tiempo eterno e igual. Dejamos de soñar, de vivir, ya no somos personas. Nos dejamos llevar por la inercia de lo que nos hacen. Nos proporcionan los cuidados elementales para que sigamos vivos, el corazón latiendo. A veces, las neuronas de nuestro cerebro nos mandan un mensaje, un rostro, una voz, un olor, una caricia, nos estimula por un breve momento y una sonrisa se prende en nuestro rostro. Quizás, ya nunca recordemos nada. Es la triste realidad de esta enfermedad que muchos hemos sufrido cercanamente en la familia o algún amigo. Ya hace unos años escribi un artículo sobre esta enfermedad, por que habían conseguido detectar uno de los génes que influía en su desarrollo, pues aunque a veces, no se cumple, si existe la tendencia a la genética. En estos momentos, cuatro años después, he podido hablar con un investigador sobre los avances conseguidos y me trasmitió experanza por que hay posibilidades de que pueda erradicarse la enfermedad en un futuro con la elección genética en los embriones humanos. Lógicamente hay una serie de medicamentos que se han ido desarrollando, aquellos que recibem el nombre de medicamentos huerfanos que ayudan a paliar ciertos problemas. Comentar que son muchas las terapias que hoy día se pueden aplicar, algunas muy curiosas que les ayuda en determinados momentos, cuando aun la enfermedad no esta en su etapa más grave, a poder saber por si mismos, si se han quedado anclados en un momento en el pasado y poder volver al presente y recordar ciertas cosas, personas, momentos. Hoy día, también se ha avanzado mucho en la preocupación por la salud del cuidador, algo que aunque todos sabiamos, se había obviado hasta el momento.

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Victor.- Mama, hoy ha venido al colegio una doctora y nos ha estado hablando de una enfermedad que algunos de nuestros abuelos pueden tener. !Mira mama! La abuela de Gemma mi compañera tiene esa enfermedad. Mamá.- Victor, han estado hablando sobre el Azheitmer ¿Verdad? Victor.- Si, ¿Tu sabias que la abuela de Gemma estaba enferma? Mamá, Es por eso que a veces, nos miraba raro, cuando ibamos a jugar a su casa. No sabía quienes eramos. Mamá.- Si cariño. Y el abuelo de Juan también esta enfermo. A veces les ocurre como si estuvieran perdidos en un bosque sin encontrar la salida. Victor.- Mama ¿La abuela esta enferma? Mamá.- ¡No! Victor, no lo esta, pero eso no significa que no pueda pasarle dentro de unos años. Victor.- Mamá, tenemos que preparar una caja de recuerdos, nos ha dicho la doctora que es muy importante tenerla y todos los días abrirla con ellos y hablarles sobre todas esas coas, como si fueran los cuentos que ellos nos contaban cuando eramos pequeños. Asi lo tenemos, por si acaso, aunque yo no quiero mama que eso pase. No quiero que la abuela me mire y no sepa que soy su nieto más pequeño, que se olvide, de que le metía la ropa limpia otra vez en la lavadora y que la engañaba contando los bizcochos que se había comido cada uno. Mamá, ¿Tu que le recordarías a la abuela? Mama- Victor, ven aquí conmigo. Sientate entre mis piernas. Victor, tu recuerdas que yo te he contado muchas veces que cuando estabas dentro de mi tripita, te hablaba, te contaba cuentos y te ponía música. Recuerdas que te dije que cuando naciste, al día siguiente, me escuchaste hablar y giraste la cabeza buscandome. Si a mi me pasara lo mismo que a la abuela de Gemma, yo le contaría esto, por qué ella sonreía mucho cuando me lo contaba de chiquita y me abrazaba muy fuerte. Si Victor, vamos a merendar y a estudiar y después si quieres empezamos a hacer una caja de recuerdos, con calma, sin prisa. ¿Sabes Victor? Será una caja para todos y la abriremos de vez en cuando para recordar que somos una familia, que entre nosotros hay mucho cariño pero también muchas cosas que segun van pasando los años, nos mantienen unidos.

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Hemos viajado, tenido pesadillas, estudiado las primeras letras, llenado de arena en la playa, hemos estado enfermos, hemos crecido, hemos hecho nuevos amigos... Victor, mi niño hay tantas cosas que nos unen, a la familia, con los abuelos, con los amigos. Son cosas que aunque sean de ayer, ya se fueron y a veces solo recordamos un poquito, nunca deberiamos olvidar, ni chicos ni grandes. Sabes que a veces los mayores también se olvidan de muchas cosas. Recuerda mi niño, decir siempre “TE QUIERO” “GRACIAS” y ABRAZAR MUCHO. Victor.-¿Mamá? Por qué abrazar mucho. Mamá.- Por que te hace sentir muy bien. No recuerdas cuando estabas malito y te abrazaba. Recuerdas cuando algo te salia mal y te enfadabas, el abrazo de mama te hacia sentir bien ¿Verdad? Mi niño, no olvides nunca, amar a las personas y a la vida. Recuerda siempre cuidar todo y de todos lo que puedas. y si a mamá algún día le llegará esa enfermedad, recuerda hablarme siempre y contarme cuentos y comprarme para comer algún día, aquello que más me gusta y sobre todo, abrazame muchas veces. Victor.- Mamá, eso no va a pasar. Mamá.- ¿Por qué? Victor.- Por que nos ha dicho la doctora que están investigando mucho y dentro de pocos años, ya no existirá esa enfermedad tan triste. Mama.- seguro que asi será. Ahora vamos a merendar

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En el silencio que amamantas esencia para nos perdida las inclemencias del tiempo que dominas en el paisaje de la vida colocadas En las ausencias pĂŠrdidas encuentras sin sabores llenos de alegrĂ­a algunos no saben que no discrimina que las letras traspasan las murallas Se convierte el agua en vino adormilando los sentidos se apagan las brasas de lo vivido AĂąoro en tu sonrisa letras llenas de gozo en el que soltar de las sombras alaridos que en su pecho quedan prendidos.

@Marijose.13


He oído hablar de ti Te amo, entre muchas palabras Te amo, entre silencios mudos Te amo, entre susurros recuerdos Te amo, entre deliciosos besos Es suficiente para ti?. Sígueme si quieres descubrir descubrir un mundo maravilloso maravilloso, el poder amarte amarte es lo que anhelo. Donde está mi corazón herido herido por rechazar un abrazo abrazarte un placer escondido escondido estoy para poder verte. Decora mi ser con tu amor tus secretos, tus errores los perdono solo quiero recorrer tu mirada he oído hablar de ti y tu no sabes de que existo.

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La noche En aquella esquina, las sombras pisotean las ilusiones que corrían entre los pasos de la muchedumbre. Se acrecienta el ensordecedor tranco de la noche, ahuyenta el destello póstumo de las risas… Casi no queda vida de lo que fue un nuevo día, todas las esperanzas de acariciar los arreboles se desvanecen en la oscuridad que acecha… Ya pronto abrazará mi cuerpo esta vil noche y me quedaré con las ansias de hacerte eterno con mis palabras y de romper el hechizo traicionero que ha empañado tu mirada, desgarrando lentamente tu alma. Concilia el sueño, ya vendrá el nuevo amanecer.

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“MI CANTO” Ayer cantó mi guitarra, con arpegios dulces de principiante y rasgueos tímidos en DO y en RE, como pájaro pichón que se larga al vuelo libre. * Ayer cantó alegre con sus cuerdas pacientes entre la torpeza habitual de mi inexperiencia repartida en las manos. * Ayer soñó con melodías mi compañera de madera, las mismas que yo he soñado; ayer soñó su canto junto al mío en una comunión entre su alma de árbol y la mía de miel. * Ayer la música tocó mi esencia peinando mi aura, entre sonidos de ensueño brotados de las fibras del alma mía.

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“MI CANTO” Hoy esas canciones permanecen en reposo aguardando su momento para relucir el arte que se esconde misterioso floreciendo en calma. * Hoy mi voz repasa esas melodías con las que bailo repleta de los colores que me pintan la alegría y la emoción. * Hoy mi interior comulga con todas esas letras que el papel requiere, vistiendo el blanco con suaves vibraciones que incendian de luz la palabra por decir, la voz por hablar.

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Andaduras de locuras Árdeme, Abrazándome como si esta noche Se fuera a caer el sol. Muérdeme Con suave y sutil caricia Si quieres que te arrulle. Átame, Con la luz de tu mirada Para que vuelva a perder El sentido de la vida…. A mi lado, poquito a poco Quiéreme, Envuelveme En suave gasa de seda Cuando calces la armadura quiéreme, Cuando salga a campear Y a lucir cabalgadura Como Sancho a Don Quijote en su locura Llevando a Dulcinea en sus batallas Ondeando banderas Con su nombre En esa locura suya De amor y de caballeros.

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Te pienso Te pienso, te respiro, te siento, te imagino, te amo, te vibro y en mi sentir viva tu imagen se mantiene. Tanta es la intensidad de este, mi sentir, que no puedo por menos que creer en la posible realidad que mi ser percibe en su latir. Una lenta letanía se hace eco de este amor que a través del tiempo y el espacio viaja. Te llega, me llegas, te acercas, me acerco, nos encontramos atravesando murallas, nos envolvemos entre nebulosas donde se inicia una seductora danza. Juntos laten nuestros corazones, juntas palpitan nuestras almas que en su memoria retuvieron por siempre el amor que se profesan desde la noche de todos los tiempos. Te pienso y te recreo en mi mente y de nuevo la sensación del no transcurrir del tiempo se abre paso en mi pensamiento, el espacio se expande ante la obra de amor que esculpo en mi sueño. Te pienso y te amo, te amo y te siento en mí sin que la distancia sea un obstáculo, sin necesidad de presencia. Te pienso, cuando camino, te siento cuando quedo en silencio. Tu fragancia llega desde lugares indefinidos y prendida queda en mi ser, se instala y se adhiere a mi sentir formando parte de mi esencia. Te pienso, te intuyo, te percibo más allá de las dudas y las certezas, Te apoderas de mis sueños, te introduces de forma permanente. En mis sueños te quedaste y en mis sueños vivirás por siempre. 19


Un verano cualquiera 20


Después de la noche de San Juan como cada año nos íbamos a nuestra casita en la montaña, en plena naturaleza era como otro mundo, allí no había horarios, ni normas, ni leyes que seguir, podíamos estar hasta bien entrada la noche solos y no pasaba nada, impensable en plena ciudad y con solo 12 años. Recuerdo el largo viaje en coche se hacía interminable sobre todo para mi padre que es quien conducía, una vez allí soltamos las maletas y lo primero que hacíamos mi hermano y yo era coger nuestra bicicleta e ir a buscar a nuestros primos y amigos por todo el pueblo. Esa misma noche después de cenar quedamos en la plaza de la iglesia todos juntos para planear nuestra primera aventura de las vacaciones, era tradición cada año subir la montaña “arrebatacapas” así la llamaban nuestros abuelos, pero esta vez había que llegar al otro lado. Al día siguiente después de un buen desayuno cogimos las bicis y una mochila que nos había preparado mama y nos dirigimos al punto de encuentro donde estaban todos esperando para partir. Empezamos a pedalear como si no hubiera un mañana, cantando y riendo pero poco a poco las fuerzas iban disminuyendo y la subida se hacía mucho más pesada. Pasaron una horas hasta que realmente estuvimos en la cima de la montaña, paramos a descansar y recuperar fuerzas así nos contamos como nos había ido el año a cada uno de nosotros, A “Uje” el más mayor del grupo le han quedado 7 asignaturas, es un poco bruto pero muy buen amigo, “Pichu” salvó a unos caballos llamando a emergencias cuando se produjo un fuego en el pueblo, “Machote” decía que se había enamorado de una niña de su clase, Y los “Catas” que eramos nosotros ganamos el segundo premio regional de una carrera de ciclismo de competición. Nos pusimos en marcha de nuevo pero ya era más llevadero porque era de bajada cuando llegamos a un campo de cultivo donde había unos olivos y más adelante viñas y luego otra montaña, estábamos atravesando el campo cuando de repente de escuchó un grito…. AHHHHHHH!!!!!!!! gritaba sin parar Uje -Que te pasa dijo mi hermano.-Me ha picado una avispa y me duele mucho, – contestó gritando. -Escuchar bajaros y mear en la tierra para hacer barro eso le calmara el dolor.dije yo. -Que asco!! exclamó Uje, eso no me lo pondréis a mi no? -Pues claro que si ya verás como va bien, confía en nosotros.

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Cuando ya le pusimos ese mejunje nos quedamos sentados en las bicis mirando la colina como embobados o cansados no se yo, de repente Pichu dijó: -Mirar chicos, cervatillos bajando por la colina.-Que bonitos, replicó mi hermano -Conforme se fueron acercando no me parecían a mi cervatillos, creo que eran tres pedazos de perros grandiosos que venían directos a por nosotros, entonces grité… -Correr,correr,correr que no son cervatillos, que son tres perros que vienen a por nosotros. -Salimos derrapando rueda por el campo de cultivo, el sitio era estrecho y mi hermano iba el último pedaleaba más deprisa que nunca. – déjame pasar Tete!!, me dijo.– Si hombre para que me coman a mi, le contesté. Mirábamos hacía atrás y cada vez estaban más cerca con unos grandes dientes, cuando pasamos por un torreón que estaba construido todo de piedra y destruido por el paso del tiempo pero aun conservaba la estructura y la entrada, entramos dentro y lo que hicimos fue poner todas las bicicletas apiladas a modo de barricada en la entrada para que no pudieran entrar los perros, cada vez los ladridos estaban más cerca hasta que llegaron, mordían las bicis, intentaban saltar por encima. estaban como locos. estuvimos allí como una hora sin poder salir y con los perros intentando entrar hasta que de pronto se fueron, había oscurecido ya, esperamos un rato antes de ir retirando las bicicletas de la entrada y asomarnos a ver si estaban todavía por allí, vimos que no estaban y salimos pitando de vuelta a casa, cuando llegamos nuestros padres estaban preocupados buscándonos, una vez más teníamos otra anécdota que contar a los demás y de como nuestras bicicletas nos habían salvado de ser comidos por unos perros rabiosos.

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VIAJERAS Dejaré que sean mis letras libres como el mismo aire, que viajen a donde les plazca, que vuelen y que naveguen, que salgan por la ventana del cuarto donde las alumbro como dulces palomitas de maíz, y se vuelvan letras viajeras, caminantes sin camino de algún sueño por cumplir, perseguidoras de estrellas en un firmamento infinito. Las pariré con el alma, con el corazón y con el nudo en el estómago que me atenaza la paz como con cruel mordaza. Las dotaré del derecho a ejercer su libre albedrío y dejaré que recorran suspirando los inhóspitos caminos hasta que encuentren su hogar y construyan su propio nido, allí donde se hallen cómodas, donde las sepan querer igual que yo las he querido. Serán letras mensajeras que volarán cual palomas, con su misiva anudada entre los renglones de mi alma, sujeta por el hilo rojo de mi pluma desmadejada, invisible en ocasiones, para no perder su rastro cuando recalen en un corazón extraño. Las lanzaré como aviones que viajen en vuelo libre, sin motor, sin paracaídas, sin el más mínimo arnés, pues sé que caerán en mullido, que serán bien acogidas, cuidadas con igual cariño que el que mis dedos imprimieron en el trazo suave y firme bajo la luz de un albor. Repartirán mis sentires, mis inquietudes y miedos, mis alegrías y triunfos, mis pesares y caídas. Y volarán donde quieran, revoltosas, juguetonas, correteando a la escondida, robando con cada trazo y cada vuelta de pluma un pedacito de mí. Letras ladronas de vida, bandidas de sentimientos, cleptómanas de mis sueños, exploradoras sin agua en busca de un nuevo sol. Así viajaré con ellas hasta aquellos corazones que gocen con su lectura y mi alma perdurará siempre en aquel lugar del mundo en que haya encontrado un remanso sereno al que llamar nuevo hogar.

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QUISE SER SIRENA Yo quise ser sirena, mujer del mar, surcar las añiles aguas que se volvieron salobres con mis lágrimas de sal. Quise ser del océano princesa, una dama subrepticia que nadase entre las olas, soberana de su vida y patrona marinera de las corrientes que nunca dejaban nada al azar. Quise ser una amazona salvaje de los océanos, camarada de los peces, señora de los abismos, que juega con los corales embadurnada de brea. Quise llevar en la testa con orgullo una corona, ser la heredera más digna del mismísimo Neptuno, ganarme a pulso el título de guerrera de mi mar. Quise ser la voz que embruja con su dulce melodía a todos los navegantes que osan cruzar sin visado mi inmenso territorio añil. Quise hacerme escuchar por encima del sonido majestuoso del oleaje, ser la música más bella que llegase a tus oídos y que incluso mis susurros recorrieran con el viento las distancias más extremas y transitarlas en vuelo hasta llegar a una región en la que solo se oiga el mar. Yo quise ser la más bella que hubiesen visto tus ojos, cepillar con un peine de nácar mis suaves cabellos de sal. Quise vestir mi cuerpo con las más vistosas conchas para atraer tu mirada al compás de los latidos que marcan el paso alegre de tu propio corazón. Saltar junto a los delfines, cabalgar en hipocampos y que a tus pupilas lleguen los más brillantes destellos que eclipsen hasta el reflejo de la luna sobre el mar. Yo quise ser sirena, reunir en una persona las más poderosas virtudes que puedan enamorarte con solo verme pasar. Mas solo soy una niña, soy una mujer sin nombre que no cuenta con más armas que las que da la humildad. Tendrás que mirarme adentro, buscar entre mis fantasmas y, cuanto más me conozcas, más te vas a enamorar.

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SOY CULPABLE Querida te escribo esta nota porque me siento culpable… Jamás pensé que pudiese hacer aquello. Cuándo creí que nadie me veía tomé aquel cuchillo ahora ensangrentado. Allí mismo en la cocina lo abrí en canal. De su interior salía la sangre que ensució la herramienta carnicera. Tendrás que perdonarme amor, pero no lo pude hacer mejor. Después me ensañe con él, no sabía cómo hacer para no dañarla y le quité la piel. Sé que me vas a odiar, pero no quiero que así sea. Espero solucionar este desastre que hice con la pieza de carne que me dejaste para la cena. Cuando venga de cervecear me pondré a limpiar la cocina. Posdata: Está en el horno. ¡¡Qué no se queme, cariño!!.

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EL BOLÍGRAFO VERDE

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Mi vida cambió por completo el día en que me regalaron un bolígrafo de color verde. Sí, sí, como lo oís, no penséis que exagero. He aquí una prueba más de que la cosa más insignificante puede suponer un cambio muy grande. Una especie de «efecto mariposa» en plan casero. En mi caso, todo comenzó por un bolígrafo de tinta verde. La cuestión es que yo sabía de la existencia de estos bolígrafos, obviamente, así como de muchos otros colores, pero nunca había utilizado ninguno. Y he de decir que, cuando estudiaba, mis apuntes estaban impecables con los tres colores clásicos: azul, negro y rojo. Utilizaba el color rojo para los títulos de los temas, el negro para los subtítulos y el azul para el contenido. No necesitaba más. Después de eso, en mi vida laboral, el uso de bolígrafos quedó limitado casi en exclusiva a los colores negro y azul. Mi predilecto siempre ha sido el negro, pero para las firmas de documentos siempre he utilizado el azul, por aquello de que se notase a simple vista que eran originales y no vulgares fotocopias. Cierto día, uno que estaba siendo particularmente duro, una reunión con un cliente fue la que me cambió la vida. Así de sencillo. Yo andaba con un humor de perros y, como ya habíamos forjado cierta confianza entre nosotros, decidió echarme una mano y contarme su secreto. Él es una persona tranquila, a la que jamás he visto alterada, por muy dura que hubiese sido la situación. —¡Vaya! Parece que estás teniendo un mal día hoy, ¿no es cierto? —me comentó, como quien no quiere la cosa, después de que yo hubiese soltado una larga ristra de tacos tras una inoportuna llamada telefónica. —No me hables, no me hables… —le contesté, mientras le ofrecía un café. —¿Sabes qué? Te iba a contar una cosa, pero seguro que no me vas a creer, así que… —me dijo, interesante. Sabía de sobra la rabia que me da que me pongan el caramelo en los labios para luego no contar nada. —¡Ah, no! Ahora me lo cuentas… Con el día que llevo, no me dejes así o soy capaz de morderte —le hice un gesto imitando a un mordisco, para enfatizar mi respuesta.

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—Vale, pero me tienes que prometer que no te reirás, ¿de acuerdo? Y, sobre todo que, por ridículo que te parezca, lo probarás. —Venga… cuenta… —le contesté. Ya estaba empezando a impacientarme y eso no era nada bueno ni para él ni para nuestro negocio. —Verás. ¿Sabías que algo tan sencillo como el color del bolígrafo que utilizamos puede cambiar nuestro estado de ánimo? —Jajajajaja, ¿me lo estás diciendo en serio? —Me has prometido que no te ibas a reír… —Es cierto, llevas razón. Continúa, por favor —le solicité, mientras trataba de esconder una sonrisilla burlona. —Apuesto a que utilizas bolígrafos de color negro, ¿me equivoco? Como ya os lo he contado antes, ya sabréis que no, no se equivocaba. Ya me había picado un poco la curiosidad, así que asentí para que continuase. —Verás, es muy sencillo. Si solemos escribir con bolígrafo azul, nuestra vida nunca tendrá nada de especial. Eres una persona tradicional, no proclive a realizar cambios, que se encuentra demasiado a gusto en su zona de confort. Si el que utilizamos habitualmente es el negro, nuestra vida será propensa a ser de ese color. ¿Lo entiendes? Aunque no confiaba mucho en esa descabellada teoría de los colores, asentí y le insté a que continuase. Quería saber a dónde llevaba todo aquello. —El rojo siempre se ha asociado al color de las correcciones y los fallos. No te lo recomiendo, tu vida será un desastre. Tu cerebro interpretará que todo lo que escribes es erróneo y nunca tendrás la suficiente seguridad en ti mismo. ¿Así que aquello tenía que ver con la interpretación que tu cerebro hiciera? Ya que había entrado al trapo de aquella manera, decidí que lo mejor sería dejarlo continuar. —Como sabrás, podemos utilizar bolígrafos de todos los colores posibles, pero yo te recomiendo, en tu situación, que comiences a utilizar el verde. —¿El verde? ¿Por qué el verde? —pregunté, extrañado. Nunca me había parecido que fuera un color muy agraciado. —El verde es el color por antonomasia de la esperanza. Es el color de los prados, de

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la naturaleza. Es positivo y relajante. Pruébalo. Ya verás cómo lo notas —y sacó de su maletín un bolígrafo de gel verde, que me entregó. Sé que suena extraño, pero no tenía nada que perder, ¿no? Desde aquel día comencé a utilizar el bolígrafo verde que me regaló mi cliente. Y después de ese han venido muchos más. Todo, absolutamente todo escrito que tengo que hacer lo redacto en color verde, incluso las firmas de los documentos. ¡Ya son famosas mis firmas verdes en los pagarés! He de reconocer que, desde que utilizo este color, la vida ha cambiado para mejor. Tengo mucha más paciencia, soy más positivo y creo que podría decir que me siento incluso más feliz. Los malos días de ánimo malhumorado son cosa del pasado y disfruto más de cada día. Lo podéis creer o no, pero es así. Quizá sea solo psicológico… o puede que el color de la tinta con la que escribimos pueda afectar en realidad a nuestro estado de ánimo. No lo sé con seguridad. Y vosotros, ¿os pasáis al verde?

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-FraganciasSiguió la huella que le marcaba aquel rastro de embriagadores aromas, se dejó llevar como sumida bajo los efectos de algún narcótico y se internó en la frondosidad del bosque sin pensar. En su interior había una idea prefijada y no podía eludir su objetivo ni mantener la atención en nada más que no fuera el rastro de aquella fragancia que el aire fuera dispersando. Su olfato se agudizó y su ser quedó impregnado de todos los aromas, esencias desconocidas que se incrustaron en su piel y transpiraban al mismo tiempo sus poros. Fluido mágico que de entre la vegetación manaba, aromas que conformaban una extraña combinación de distintos materiales sin poder descifrar con certeza su origen y formas, textura o sabor, aunque tampoco le importaba demasiado averiguarlo, todo eso era irrelevante. Se encontraba en un estado de embeleso total y su único interés se hallaba en seguir la estela de aquella fragancia y entregarse a la danza de sensaciones que suscitaban a su alma. La belleza del bosque era inenarrable, lanzó un gemido maravillada a modo de exclamación al contemplar lo que la rodeaba, flores de múltiples colores, campanillas, margaritas, toda una gama de salvaje vegetación como jamás imaginara que existir pudiera. Hierbas aromáticas, romero, tomillo, salvia, hierbabuena, infinita variedad que no sabía identificar, comunión de colores y esencias. Sentía la sensación de haber entrado en otro estado de conciencia, que había sido transportada a otra dimensión, a un paraíso de idílica belleza. Suspiró emocionada, henchido su corazón por el puro y limpio aire que allí se respiraba. Observó las cristalinas aguas del río que calmo transcurría. Se acercó a su orilla y en el nítido espejo con asombró observó la imagen que le devolvía. Contempló su cuerpo que brillaba con luz dorada, destellos que su cuerpo envolvían haciendo que pareciera un dama de cuento de hadas. Fue tal la emoción que la embargaba que en una oración pidió al Universo un deseo. Quiso ser parte de la vegetación, quiso formar un todo con la luz radiante que el paisaje componía, quiso sumergirse en las aguas del río y ser habitante de su fondo, quiso ser aire puro con el que limpiar los males que asolaban el mundo, quiso ser una fragancia más de la frondosa vegetación de aquel paraíso. Se dio cuenta inmediatamente que eran muchos los deseos que solicitaba. Tantas cosas quería ser para formar parte del paraíso en el que se hallaba que el Universo le pidió que unificara sus deseos. Resumió la solicitud y pidió con gran fervor formar parte de las aguas del río para ser nutrición y alimento de la vegetación, ser aire al mismo tiempo y expandir la gama de fragancias por todos los planetas. La luz que su cuerpo irradiaba se desdoblo al instante de la petición formulada, una parte se sumergió en las cristalinas aguas y la otra parte se fusionó con el aire convirtiéndose en portadora de bellas fragancias.

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-DUERMEVELACae la noche y una suave duermevela se apodera de la ciudad inquieta, cansada tras la pesada carga del manto de adrenalina y tensión que lleva arrastrando durante otro día más en el calendario infame de la cotidianidad. Poco a poco, se van apagando las luces en las ventanas anónimas habitadas por las almas translúcidas de unos cuerpos indiferentes. Solo algunas permanecerán encendidas unas horas más, las de aquellos espíritus nocturnos que logran mantener el nivel de sagacidad por encima de lo considerado como un límite razonable. Escasos vehículos circulan ya por las calles vacías, silenciosas y sombrías. Al contemplarlas de esta manera, resultaría casi inconcebible que apenas unas horas antes hubiesen albergado en su interior un torrente de vida circulando a velocidades de vértigo. Algún que otro animal se pasea incauto por las vacías callejuelas y avenidas. Algún perro, o gato, rebusca en los cubos de basura el tan anhelado alimento entre los desperdicios de los que, hace tan solo unos instantes, los consideraron inservibles. Sus gañidos reverberan en el silencio insondable de la noche, prestando atención al punto del que proviene el maullido sensual y excitante de alguna gata en celo recluida en una terraza sin flores. Se lanzan también al silencio abisal de la nocturnidad los gemidos de los amantes aleatorios y también de los acostumbrados, que intentan rasgar a la vida unos instantes de placer efímero, que les permitan desaparecer, entre suspiros anhelantes y fluidos corporales, de la cruel realidad. Gemidos guturales que salen a la noche edulcorados con palabras de amor y envoltorio de caramelo sin azúcar, mientras el vecino del piso de arriba escucha con excitación, perdido en los pasillos asépticos de su ardiente imaginación. Los bares comienzan a bajar sus cierres herméticos y metálicos después de arrojar a la calle los despojos maltrechos de sus feligreses más solitarios. Ahogados en alcohol de dudosa calidad, salen despotricando sus pensamientos en voz alta, cantando con voces enturbiadas por los efluvios o llorando como ánimas en pena sus aflicciones pasadas y futuras, desperdiciando de manera onerosa el presente. Son voces que provocan el escondite raudo de la gata en celo, para pesar de sus admiradores, y que se van convirtiendo en murmullos hasta sumirse en el sueño colectivo de la ciudad al amparo del abrigo silencioso de algún portal sin numerar. Antes de que los primeros albores del día asomen su cara al mundo silente y traigan consigo la vuelta a la vida de una sociedad muerta con prematura, cuando la ciudad aún permanece sometida a ese dulce duermevela que la acuna como a un bebé al que acaban de quitar el chupete, ese es mi instante. Es el instante que hice mío, bohemio incauto, soñador de azoteas repletas de plantas ilícitas, desde el infausto día en que mis días y mis noches dejaron de verse honrados con el placer de tu presencia. En ese instante, yo te pienso.

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A continuación os dejamos con un relato del libro solidario Universo de esperanza lucha por la vida escrito por escritores independientes que se han unido para formar este libro.

No me llames diferente Hola a todos, me llamo Álex y quería contaros un poquito de mi historia. Solo tengo cinco años, pero en tan poco tiempo he sido capaz de vivir tantas cosas que me parece que debería contároslas, para que sepáis cómo es la vida de un niño como yo. Yo soy un niño normal, diría yo. Vivo feliz con mi familia en un piso muy bonito. Tengo un papá y una mamá que me quieren con locura, están todo el día mimándome. También tengo una hermana mayor. Ella se divierte mucho haciéndome de rabiar, pero sé que también me quiere muchísimo. Vivo rodeado de cariño por todos lados y lo cierto es que no me puedo quejar. Lo único que me tiene un poco preocupado es cómo me miran los demás. Quizá solo sean paranoias mías, pero tengo la sensación de que los demás me miran de manera extraña, como no lo hacen con otros niños. Y, la verdad, es que todavía no entiendo por qué. Por ejemplo, hace unos días llegaron unos vecinos nuevos al edificio, un matrimonio joven que estaba esperando un bebé. La mujer, muy cariñosa, vino a nuestra casa con un bizcocho recién hecho. Sí, como en las películas americanas. Quería conocer a sus vecinos y por eso había hecho aquel bizcocho con tanto cariño. Viven en la puerta que hay junto a la nuestra y, por ello, la primera visita que hizo fue a nuestra casa. Yo estaba en mi habitación, jugando en el suelo con mis cosas, inventando aventuras. Oía perfectamente cómo mi mamá y aquella señora hablaban, su tono de voz era muy elevado, y aquello me molestaba. Estuvieron un rato conversando y llegó un momento en que mi madre le dijo que yo estaba en mi habitación, que la siguiese para poder conocerme. No se me borrará de la mente la cara que puso aquella buena mujer cuando me vio. La bonita sonrisa con la que entró en mi cuarto se borró casi de inmediato, dando paso a un gesto que casi no puedo interpretar bien. Era como una mezcla de sorpresa, pena y… ¿Cómo lo podría explicar? Rechazo. Eso es. Se comenzó a acariciar su abultado vientre con mucha ternura, mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos. Mi madre la sacó de mi cuarto enseguida. La verdad es que no entiendo por qué me miró de aquella manera. Es la misma manera con la que me miran muchas más personas, ya me he dado cuenta de ello. Y, por mucho que lo pienso, no logro comprenderlo. Es cierto que no soy como los demás niños, no soy tonto. Eso ya lo sé. Pero se me escapan los motivos de esas miradas, no soy capaz de comprenderlo. Y os puedo asegurar que lo he intentado comprender muchas veces; en realidad, cada vez que me miran de esa manera. Escuché cómo mi mamá se despedía de ella de manera muy cortés, pero me di cuenta de que en realidad la estaba echando de casa. No quería volver a saber de ella, también se había dado cuenta de la mueca de su rostro.

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Enseguida apareció por la puerta de la habitación, risueña como siempre, se sentó en el suelo y ambos jugamos juntos durante horas. Hasta que llegó mi hermana del instituto y me robó un poquito de atención, pero no me importa. Me gusta mucho que haya venido. Llevo cerca de dos años de mi vida intentado comprender esta situación. Se ha convertido en un reto personal para mí. Yo solo quiero que me miren como lo que soy, un niño feliz que solo quiere jugar. Por eso quiero contaros mi historia, a ver si vosotros, que sois adultos, lo comprendéis. A ver si vosotros, entre los que seguro habrá muchos que me miren de esa manera, podéis explicármelo, porque de verdad que no lo entiendo. Sé que mi familia también sufre mucho, como yo, con ello, por eso ante ellos finjo que no me doy cuenta. Y siempre me muestro igual de feliz, quiero me vean feliz, porque lo soy. Por lo que he podido llegar a entender en estos años, ya que nadie me ha contado nada, cuando nací lo hice con una enfermedad de esas que llaman “raras” porque hay muy poquitos niños en el mundo que la tengan. Y sé que el nombre de mi enfermedad se llama “Síndrome de Angelman”. He perdido la cuenta de la cantidad de médicos por los que he pasado a consecuencia de esto. Al principio, cuando conocieron la noticia, mamá y papá lloraron mucho. Aquello les había caído como un jarro de agua fría cuando, por fin, habían conseguido traer al mundo a aquel bebé tan deseado, que era yo, después de diez años de haber nacido mi hermana mayor, Elisa. Parece que solo uno de cada veinticinco mil niños y niñas nacemos con esta enfermedad. ¡Yo soy ese uno de cada veinticinco mil! Permitidme que os diga una cosa, hasta donde llega mi conocimiento, no soy un niño con una enfermedad rara, soy especial. Muy, muy especial. Y quien no lo crea, que le pregunte a papá y mamá. A mi hermana Elisa mejor no le preguntéis, porque ella seguro que os dice cualquier tontería. ¡Menuda es! Mis papás comenzaron a notar que algo no iba del todo bien cuando yo tenía un añito, más o menos. Dicen que me pasa esto porque se rompió un pedazo de uno de los cromosomas que heredé de mi mamá. Ella se ha sentido tantas veces culpable por eso… Pero yo sé que ella no tiene ninguna culpa, así que siempre intento consolarla todo lo que puedo cuando la veo así. Entonces, ella me dice que soy su pequeño ángel y yo me siento aún más especial si cabe. He oído hablar mucho sobre el Síndrome de Angelman en mis pocos años de vida. Demasiado, quizás. De todas formas, he escuchado lo suficiente para saber que es un trastorno neurológico crónico, que produce un grave retraso mental. No sé qué será eso de “trastorno neurológico crónico”, ni tampoco qué significa eso de “retraso mental”. Yo vivo feliz. Punto. ¿Por qué hay gente que no lo entiende? Por suerte, en mi familia lo han entendido a la perfección. Sé que siempre podré contar con ellos. Al principio les parecía muy extraño que yo estuviera siempre tan feliz, por eso consultaron a los médicos. Les dijeron que era uno de los síntomas de este síndrome que, al parecer, padezco. Según dijeron, los niños como yo tenemos siempre una sonrisa y una apariencia feliz, somos hiperactivos y con déficit de atención.

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No sé si será cierto o no, porque no conozco a ningún otro niño al que le pase lo mismo. Pero yo os puedo decir una cosa, yo no tengo una apariencia feliz, lo que ocurre es que yo ¡soy feliz! Así, sin más, no entiendo qué necesidad hay de tener que explicarlo todo. Pero imagino que esta felicidad tan plena que vivo no es el motivo por el que algunas personas me miran de esa manera tan extraña por la calle. Es una mirada que yo he terminado por calificar como “de bicho raro”. Bichos raros, ellos, por supuesto, porque yo no tengo nada de bicho raro. Ellos, que se pasan todo el día estresados, corriendo de acá para allá, inventando una apariencia que no es la verdadera, con esas caras tan ajadas, tan ausentes de expresión, sin un ápice de sentimientos. Ellos sí que son bichos raros. Yo, desde luego que no. No puedo expresarme bien con palabras, y ese es otro de los síntomas de mi enfermedad. Pero si os digo la verdad, no me hacen ninguna falta. Cuando quiero comunicarme con papá o mamá, siempre, siempre, siempre, nos entendemos. Porque esto es amor verdadero y el verdadero amor no necesita de palabras. ¿Será por eso que la gente me mira como si fuera un bicho raro? No lo creo, pues ellos no me escuchan hablar ni son conscientes de si no hablo porque no quiero, porque soy antisocial, o porque tengo una enfermedad que me limita el aprendizaje del lenguaje. Entonces, tiene que ser otro el motivo, pero, ¿cuál será? Con eso que la gente llama motricidad, me pasa otro tanto de lo mismo. Por lo que he podido deducir, la motricidad es la capacidad para moverse. ¡Pero si yo me muevo un montón! Vale, reconozco que aún no sé caminar bien, como el resto de niños de mi edad que veo en el parque. Porque mi mamá es tan buena, que todas las tardes me baja al parque que tenemos en casa. Y yo lo paso muy bien, gateo, me arrastro, incluso nado en la piscina durante el verano, con manguitos, eso sí. Me encantan mis manguitos. Son preciosos, y son así porque me los regaló papá. Mis padres son el mejor regalo que me ha podido dar la vida. Mi mamá, que antes trabajaba fuera de casa, dejó de hacerlo en cuanto supo de la existencia de mi enfermedad. Pasa casi todo el tiempo conmigo, pero de vez en cuando también encuentra un ratito para pasarlo junto a mi hermana mayor, que es una quejica. Se queja de que no la atienden tanto como a mí. Normal, si es que ella ya es mayor. Pero no se da cuenta. Ahora, decidme, ¿soy yo acaso el que tiene retraso mental? Creo que, si lo tuviese, no me daría cuenta de todas estas cosas, aunque nadie sabe que lo hago. La cuestión es que, a mi enfermedad, como nos afecta a tan poquitos niños “especiales”, se le ha denominado “enfermedad rara” y no se le da la importancia que merece. Parece que a eso que llaman “Estado”, que no tengo ni idea de lo que es, la verdad, pero que he intuido que es quien manda en España, no le merece la pena gastar dinero en investigar este tipo de enfermedades. Total, como somos tan poquitos a los que nos pasa…

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Así que no hay medios para tratarlas y, por supuesto, no tienen una cura. A lo mejor, si se dedicasen un poquito más a entendernos, a estudiar estas enfermedades, a buscarles una solución, yo ahora mismo podría ser un niño de esos que llamáis “normales”. Lo que está claro es que si no investigan jamás habrá una cura. A lo mejor pensáis que soy demasiado pequeño para entenderlo, y lleváis toda la razón, pero lo cierto es que, sin saber lo que es el Estado ni entender a qué se dedica, no he podido evitar cogerle cierta manía. Podéis preguntarle a mi mamá, si queréis, pero es escuchar esa palabra y me altero irremediablemente. Eso sí, sin perder la sonrisa, que esa no me la quita nadie. Como es el Estado el que invierte en Sanidad, y mi enfermedad no está contemplada, pues no hay gasto de Sanidad para los niños como yo, más allá de las cosas comunes, claro. Así que todo este gasto está recayendo sobre mi familia. Como ya os he contado, mi mamá dejó de trabajar para dedicarse a mí en cuerpo y alma, así que imaginaos, un sueldo que ya no entra en casa. Mi papá se tiene que esforzar el doble con su trabajo y le veo muy poquito tiempo. Yo hubiese preferido poder ver a mi papá más tiempo. Pero lo que no sabéis es que necesito muchas terapias. Muchas, muchas, muchas. Porque, aunque el Estado no invierta en mí, mis papás sí lo hacen. Ya sé que mi enfermedad no tiene cura, pero mis papás hacen todo lo que está en sus manos y más para que pueda disfrutar de una vida mejor. Voy a muchas actividades, cada día de la semana, a una distinta. Y disfruto muchísimo con todas ellas, no os vayáis a creer que no. Por ejemplo, los lunes vamos a terapia de la conducta. Hay una chica muy guapa y simpática, llamada Celia, que trabaja conmigo durante casi dos horas. Ella pretende ayudarme a superar mi hiperactividad y el déficit de atención. Tiene una paciencia conmigo increíble, porque sí tengo que reconocer que me despisto muchísimo. Cuando estoy con Celia, intento prestarle toda la atención que me pide, pero es que pasa una mosca volando cerca de mí y ya me voy a por ella, no lo puedo evitar. Hay veces que está trabajando conmigo y yo estoy pensando en cualquier cosa, así que no me entero bien de lo que me dice. Por no hablar de lo que me cuesta quedarme quieto, porque no andaré muy bien, pero a mí quieto no me deja nadie. Mamá siempre dice que Celia tiene el cielo ganado, por toda la paciencia que tiene conmigo. Los martes vamos al logopeda. Es un señor muy serio que se llama Luis. Si queréis que os cuente un pequeño secreto, no me gusta nada Luis. Se pasa más de una hora todas las semanas intentado que pronuncie palabras que para mí son impensables de pronunciar. Si apenas digo papá y mamá. Pero parece no importarle, sigue y sigue, con su rollo, como si yo no estuviese al mío. No es tan agradable como Celia, Luis se enfada un poco conmigo de vez en cuando, además, Celia es guapa y Luis no. Prefiero los lunes, porque voy a ver a Celia en lugar de a Luis. Mamá siempre dice que Luis también se tiene el cielo ganado, pero no entiendo por qué, con lo antipático que es. Demasiado estricto para mi mente inquieta. Y, aunque he ido avanzando y ya sé pronunciar algunas otras cosas sencillas, como mesa, agua… sigo diciendo que no me cae bien. Lo siento, Luis. Y, aun así, siempre le regalo una sonrisa.

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Los miércoles toca sesión de fisioterapia y rehabilitación. Esa sí que la disfruto. Estoy siempre con un chico joven, Carlos, con el que me lo paso muy bien. Me ayuda mucho y me divierto un montón. Hacemos todo tipo de ejercicios, subir por una colchoneta en rampa, bajar escaleras, andar sobre diversas superficies… Carlos siempre está a mi lado, no se separa de mí ni un segundo. Además, siempre me está gastando bromas que me hacen reír, tiene un humor buenísimo. Papá dice que no entiende cómo puede tener tan buen humor después de todo lo que tiene que ver cada día, y yo siempre pienso que, si ve a chicos como yo, ¿por qué no tendría que estar de buen humor? Lo que más me gusta de estas sesiones, que duran casi toda la mañana, son los masajes que me da al final. Sobre todo, los que me da en las piernas, creo que es la única forma que han encontrado para que me esté quieto y relajado. Claro, si a vosotros os diese Carlos los masajes que me da a mí, tampoco os moveríais del sitio. Ojalá durasen para siempre. Podríamos cambiar la sesión con Luis por dos sesiones con Carlos. Eso sí que me gustaría de verdad. Como veis, ya hemos llegado a la mitad de la semana y ni mi mamá ni yo hemos parado un solo segundo. No hay ningún día que no tenga actividades que estimulen mi desarrollo, salvo los fines de semana, en los que puedo disfrutar plenamente de mi casa, de mi habitación, de mis juguetes… El resto de los días, todos los tenemos ocupados. Los jueves mamá me lleva a natación. No sé nadar y tengo que llevar manguitos, pero me encanta el agua. Es verdadera pasión la que siento por el agua. Ahora que lo pienso, no sé qué me gusta más, si las largas y divertidas sesiones de terapia con Carlos o mi hora de natación con Merche de los jueves. Como siempre estoy en movimiento, dentro del agua tampoco paro, pero es todo tan diferente. Me encanta esa sensación de flotar, de poder mover las piernas con libertad sin que haya un suelo debajo de mí. De hecho, cuando estoy en mi clase de natación es cuando me piden que me mueva. Y eso sí que lo sé hacer muy bien. Estoy en mi salsa, qué queréis que os diga. Por último, los viernes son un día super especial. Los dedicamos a la equitación. Es una experiencia maravillosa, os lo aseguro. Me encanta montarme encima de los caballos, acariciarlos y girar por el patio del recinto. Dicen que el contacto con los animales es muy bueno para mí y que montar a caballo es una de las mejores terapias que puedo tener. Yo, desde luego, estoy encantado. Tenemos una monitora, Inma, que es un cielo. Siempre ríe conmigo y lo pasamos genial. Los fines de semana los pasamos en casa. Mis papás me bajan al parque que hay en la urbanización y me vuelvo loco enredando con la arena. Mi hermana, en lugar de meterse conmigo, como hace durante toda la semana, cuida mucho de mí, sobre todo cuando papá y mamá tienen que ir a algún sitio, por ejemplo, a hacer la compra o cosas así. La verdad es que la quiero mucho, aunque haya veces que se vuelva un poco estúpida, pero, como dice mamá, son cosas de la edad. Por lo que parece, está en algo llamado adolescencia. No sé si será alguna asociación o grupo de amigos o algo así, porque todos sus amigos son iguales. Me pregunto si yo algún día me volveré como ella cuando entre en ese sitio llamado adolescencia.

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Hace unos meses, mis papás me regalaron una silla de ruedas nueva, especial, adaptada para mí. Fue un regalo muy caro, pero ellos no pararon hasta que lo consiguieron. Como os podéis imaginar, todas estas terapias que realizamos cada día de la semana cuestan mucho dinero y mi familia no lo tiene, más aún si sumamos la carísima silla de ruedas que me han tenido que comprar. La verdad es que es un gran problema, hasta ahí lo comprendo bien. Como no se realiza gasto para la investigación en este tipo de enfermedades, las terapias son algo extraoficiales y no están incluidas por ningún seguro médico. Todo son gastos para nuestra casa y, además, recordad que mamá dejó de trabajar cuando supo de todos los cuidados que yo necesitaría. Así que dependemos del sueldo de papá para todo. Y el pobre, por mucho que se esfuerza, no llega a todo. No nos alcanza para todo y mi hermana mayor tendrá que ir a la universidad dentro de unos pocos años. Me parece que eso también es un gasto muy importante. Entre gastos y gastos, aprendí que el dinero se hacía indispensable en la vida si quieres estar más o menos cómodo. Más incluso cuando se tratan cuestiones de salud, como la mía, que a mis papás no les cuesta poner todo el dinero que haga falta para que yo haga todas esas cosas que tan beneficiosas pueden ser para mí. Alguna vez me he llegado a sentir algo culpable por la falta de dinero de mi familia, pero no se lo hago saber, siempre tengo dispuesta la mejor de mis sonrisas para ellos. Por suerte, mi mamá es una persona muy activa, que no para quieta, y siempre está ideando nuevas formas para conseguir dinero. Como aquella vez que organizó un concierto en un cole del barrio, o la vez que vendió pulseras, o aquella otra que organizó una gymkana solidaria. Siempre está pensando en nuevas formas de organizar actividades que nos permitan conseguir algo de dinero para sufragar los gastos. Además, es muy activa en las redes sociales y siempre está haciendo llegar a los demás el problema que tenemos. Gracias a ella, que organiza todo este tipo de eventos moviendo cielo y tierra para que se puedan realizar, podemos llevar una vida más o menos digna. Incluso abrió una cuenta bancaria para que las demás personas pudiesen hacer donativos cuando quisieran. Estoy muy orgulloso de ella, es capaz de estar conmigo las veinticuatro horas, llevarme a todas las actividades, organizar la casa, atender a mi hermana la adolescente rabiosa y hacer las compras necesarias, todo ello sin perder ni un ápice de su sonrisa. Es como yo, con una sonrisa siempre dibujada en el rostro. Yo la llamo super mamá, aunque siempre me sale una mezcla rara de palabras y suelo decir supezma ma. Pero ella siempre me entiende. La cuestión es que la gente que me acompaña en todas las actividades que tengo programadas me trata como si fuese un niño normal y corriente. Jamás he visto en ellos un solo gesto que me dijese lo contrario. . Igual ocurre con todas las personas que participan en los eventos que organiza mamá. Todo es muy natural y nos divertimos un montón. Por eso no entiendo por qué todavía queda gente que, al verme pasar por la calle, con mi super silla de ruedas recién estrenada, me miran como si fuera alienígena.

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. Yo siempre les respondo con una sonrisa. No porque me venga condicionada por mi enfermedad, como he escuchado por ahí, sino, simplemente porque soy feliz. Tengo una familia estupenda y un montón de amigos, míos y de mis papás, que son extraordinarios. ¿Cómo no habría de ser feliz? Algunas veces me quedo un buen rato mirándome al espejo. Me observo de todas las formas posibles, de pie, tumbado, de lado, gateando… y la verdad es que no encuentro nada que me diferencie de los demás. Vale, puede que a lo mejor tenga la cabeza un poco más pequeña en relación a mi cuerpo que el resto de los niños, pero ¿Es eso motivo para que me miren de esa manera? En el peor de los casos, reconozco que mi boca no es pequeña y que mis dientes están algo separados, pero ¿En serio es ese motivo para que me miren así? De verdad que no lo comprendo. Otros me miran con pena, los noto en sus miradas, como si llevase sobre mí el peor de los males posibles. Y estoy de acuerdo con que no soy como el resto de los niños, pero estoy seguro de que hay muchos niños en peores situaciones que en la que yo me encuentro. Los he visto en la tele, están muy delgados y no tienen nada para comer, ni siquiera agua potable para beber. Así que, por favor, cuando me veas por la calle solo te pido una cosa. Empatiza un poquito conmigo, no te fijes en mis características externas, sino en las internas, y aprende un poco de esa sonrisa que siempre llevo pintada en la cara. Aunque no es pintada, es real. Y por favor, no me llames diferente, no me hagas sentir diferente. Solo soy un niño que quiere jugar, como los demás. No soy discapacitado ni nada por el estilo. Y mucho menos raro. Solo soy un niño que necesita algunos cuidados especiales.

Quiéreme como tal.

Por Ana Centellas

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FIESTA DE LOS PATIOS (CÓRDOBA)

La Fiesta de los Patios se celebra en Córdoba (España) normalmente en las semanas centrales de mayo, cuando la primavera alcanza su máxima expresión. Consiste en un concurso en el que los propietarios de los patios abren, de modo gratuito, sus casas patios para que puedan ser visitados en el horario establecido por el concurso. Durante estas dos semanas (aprox.), los barrios más antiguos del Casco Histórico de la ciudad muestran a los visitantes sus patios mas hermosos, que ese año se hayan presentado al concurso, en un momento en que la profusión floral los convierte en auténticos jardines domésticos.

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Como esta fiesta es algo vivo en la ciudad, el concurso se articula en dos categorías, para que junto al patio tradicional también pueda competir aquél que pertenece a una construcción moderna. Al recorrerlos se comprueba que lo que ha sido una forma de vida tradicional sigue viva en las generaciones actuales, cuyas viviendas modernas se adaptan a este elemento arquitectónico que es característico de Córdoba. Córdoba es famosa por sus patios, y esto hace que su fama crezca en el exterior de nuestras fronteras y mas aún de ser nombrados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en el año 2012. La Fiesta de los Patios de Córdoba promueve la función del patio como lugar de encuentro intercultural y fomenta un modo de vida colectivo sostenible, basado en el establecimiento de vínculos sociales sólidos y de redes de solidaridad e intercambios entre vecinos, estimulando al mismo tiempo la adquisición de conocimientos y el respeto por la naturaleza. La colección de los patios es tan amplia que abarca desde el Patio de Los Naranjos de La Mezquita-Catedral, hasta los patios más minúsculos. Los límites podrían estar marcados por sus diferentes designaciones: de corral. Patinete o patio de luces, huerto, parque o jardín, etc. Tratando de establecer una tipología, existen dos tipos claros de patios: Un primero de casa unifamiliar donde las estancias se distribuyen alrededor de este. Suele estar enclaustrado y el suelo es enlosado o de mosaico empedrado. Un segundo, de casa de vecinos, hoy en día menos populares, desde donde se accede a las viviendas. Suele tener dos plantas, con lo que el patio se enriquece con balcones corridos, escalera y tejadillo. Los suelos suelen ser empedrados. Es frecuente el pozo en lugar de la fuente y lavadero común. Hay patios desde el siglo X al XX, la mayoría son privados o particulares; otros colectivos, corralas o casas de vecinos, otros son patios de edificios públicos, palaciegos o conventuales, compases, patios de recibo y hasta plazoletas que parecen patios; hay recintos que siguen siendo patios aunque se llamen cines de verano.

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LA FLORA EN LOS PATIOS DE CORDOBA El Patio de Córdoba es popular y más moderno. Sea un patio burgués o popular y olvidándonos de la arquitectura, una de sus señas de identidad en la presencia de la flores en los patios de Córdoba es el frescor y heterocromía. Son las plantas las que permiten en Córdoba realizar su tipología, debiendo aclarar que nuestras razones son más que nada de tipo práctico. Su flora es, y no lo entiendan como menosprecio, pobre en elementos autóctonos, no podría ser de otra manera, las plantas autóctonas están a pocos kilómetros de la ciudad. Veámoslo con números. Existen en el mundo descritas unas 400.000 especies de plantas con flores, de las que solo se cultivan en Córdoba, incluyendo parques y jardines, unas 600 que pertenecen a unas 130 familias botánicas. Menos de la mitad se cultivan en nuestros patios. Es necesario señalar contundentemente que un patio no es un jardín botánico en miniatura, ni por su contenido, ni por su filosofía, pero sí una expresión de su flora ornamental. Solo unas pocas de las especies que se cultivan en ellos son propias de nuestros campos, una herencia romana o árabe, en las que el patio es una extensión de la huerta que nutre a los habitantes de la casa, ejemplo de ellas son el brusco (ruscusaculeatus), el acanto (acanthusmollis), o el boj (buxussempervirens).

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Los árabes enriquecieron la flora de los patios con bastantes especies provenientes de países exóticos, más de 20, alcea rosea, citrus aurinathium, c. lemon; nymphea alba, viola odorata, entre otras. Que nadie piense que fueron estos los que introdujeron las gitanillas en nuestros patios, nada más lejos de la realidad, el mal llamado geranio pertenece a un cluster de especies, variedades y formas hortícolas que se incluyen dentro del género pelargonium (del griego pelargo, “pico de cigüeña”, por sus frutos), originarias de la región de El Cabo, en Sudáfrica, y que según parece fueron introducidas en el jardín botánico de Leiden a comienzos del siglo XVII y traídas hasta Holanda a bordo de barcos que procedían del Cabo de Buena Esperanza. En 1631, el botánico Tradescant compró semillas de estas plantas a Morin en París y la introdujo en Inglaterra. Desde entonces, su cultivo se va extendiendo por toda Europa, no apareciendo en España hasta bien entrado el siglo XIX. Llama la atención el que, probablemente debido al auge de la literatura romántica, esta planta llegó, y aún lo es, a convertirse en el símbolo de los patios andaluces, una planta que comienza su expansión al mismo tiempo que el fenómeno patio popular comienza a establecerse, sin embargo, como se ha citado ya, primero fueron los patios y luego las gitanillas. Valga como ejemplo la utilización anacrónica de un elemento alóctono en la cultura ornamental andaluza como propio de ella, por afamados autores, que cometen el error de considerar a esta planta como algo inherente a la historia de Córdoba. Este es al caso de un escritor de novelas de éxito reciente, sacerdote por más señas y extremeño de nacimiento, que en una de sus obras cuya acción se desarrolla en la Córdoba del siglo X cuenta en uno de sus pasajes que “Tandil, el criado de la casa, regaba con una regadera atada a una caña las macetas de campanillas que se encontraban en la parte alta de la pared, en tanto que los geranios se encontraban en la parte baja de las columnas, pues exigían más cuido porque producían más hojas y flores secas”

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Los sitios más importantes para visitar son los siguientes: Mezquita – Catedral Alcázar de los Reyes Cristianos Baños del Alcázar Califal Sinagoga Torre de la Calahorra Conjunto Arqueológico Medina Azahara Capilla de San Bartolomé Mausoleos Romanos Puente Romano Templo Romano de Córdoba Museo Arqueolóqico y Etnológico Museo de Bellas Artes Real Jardín Botánico Museo de Julio Romero de Torres Museo Taurino Palacio de Viana Torre de la Malmuerta Alminar de San Juan Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso Molino de la Albolafia Los Sotos de la Albolafia Puerta del Puente Triunfo de San Rafael Murallas de la Ciudad Yacimiento Arqueológico de Cercadilla Plaza de la Corredera

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Receta de ajoblanco cordobés

El ajoblanco cordobés es una receta típica de Córdoba, al igual que el salmorejo cordobés con berenjenas. Es de esos platos que encantan a los amantes de la gastronomía tradicional, ya que su preparación es sencillísima y sin embargo, el resultado es exquisito. Este plato apetece especialmente en verano, ya que se sirve muy frío, pero lo cierto es que se trata de una receta tan deliciosa que en Andalucía se prepara en todas las estaciones del año. Se trata de una de las joyas de la gastronomía cordobesa. ¿Te animas a preparar este rico plato? En Unareceta.com te enseñamos la receta del ajoblanco cordobés, sin complicación y con un resultado que te encantará. ¿Comenzamos?

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Ingredientes 100 gr. de almendras peladas y crudas 2 dientes de ajo ¼ kg. de miga de pan 1 vaso de aceite de oliva ½ litro de agua Vinagre blanco al gusto Sal al gusto

Preparación del ajoblanco cordobés Lo primero que haremos será coger los dos dientes de ajo y pelarlos. Tomamos los dos ajos enteros y los ponemos en un recipiente para batir. Añadimos las almendras y un poco de sal al gusto. Te recomendamos empezar echando muy poca sal, ya que siempre se puede añadir más. Ponemos a batir los ingredientes. Tenemos que intentar triturarlos todo lo que podamos, impidiendo que se formen molestos grumitos que echarían a perder el plato. En un recipiente pondremos la miga de pan, con agua que la cubra. Debemos intentar batirlo todo suavemente, poniendo la batidora a la mínima velocidad. A medida que lo requiera, podemos añadir pequeñas cantidades de agua para que se remueva bien todo. A continuación añadimos la miga de pan y continuamos batiendo. Cuando veamos que hemos conseguido una textura ligeramente pastosa, añadiremos el aceite, el agua y el vinagre blanco. Cuando hayamos conseguido una mezcla consistente, podremos dejar de batir. Pasaremos la receta por el colador, para quitar posibles grumitos que se hayan colado en la receta. ¡Esto es todo! Ya tenemos hecho nuestro ajoblanco cordobés, que meteremos en el frigorífico para servirlo muy frío. Te aconsejamos que lo tapes bien cuando lo pongas a enfriar, porque no debe coger olores de otras cosas que tengas en la nevera. A la hora de servirlos, lo típico es hacerlo en pequeños recipientes de barro. ¡Esperamos que lo disfrutes!

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El repique de las campanas sonaba por última vez, ya sólo faltaba que tocaran “arrebato” para que abandonara la casa de su padre, en pos de la ceremonia religiosa a la que cada mañana asistía desde que se convirtieron al catolicismo. En los reinos taifas estaban especial y duramente perseguidos y castigados todos los judíos confesos que no asistían a estos servicios. Tomó su velo y se lo colocó por encima de la cabeza, dejando que descansara suavemente sobre sus hombros, abrió la puerta y recorrió el camino adoquinado hacia la puerta del jardín. Cerró tras de sí la cancela y se encaminó por la calleja ligeramente inclinada hacia arriba, hasta llegar a una pequeña plaza donde siempre contemplaba las palomas gorjeando al amanecer, aun medio despiertas, picoteando con ansia, ahuyentadas a su paso rápido aunque sereno. En el parque solía encontrarse con alguna parroquiana que como ella se dirigía a los oficios, pero ese día no se topó con nadie. Así es que atravesó la plaza y se adentró por el estrecho callejón que conducía a uno de los laterales de Santa María, su destino. La iglesia de Santa María era de estilo mudéjar, le traía recuerdos del pasado, cuando los judíos se aproximaban a sus alrededores para celebrar un mercadillo variopinto en el que le gustaba correr cuando era chiquilla con sus primos, entre los carritos con las especias y las telas, la carne adobada en las tinajas de aceite, y las multicolores frutas de todos los colores. El recuerdo de ese pasado le hacía siempre sonreír. Escuchó unos pasos tras ella y no quiso girar la cabeza, obviando así las recomendaciones de sus padres, que siempre le advertían que observara por el rabillo del ojo no fuera a ser que algún día le dieran un susto, pero era demasiado cabezota para hacer caso de los consejos de sus progenitores, tan temprano por la mañana no solía haber mucha gente en la calle, por tanto no temía nada, además ya que estaba casi en la escalinata de la entrada. El ruido de las bisagras de hierro forjado de la puerta le avisaron de quien quiera que fuera la persona se que parecía caminar tras ella, se había adentrado también en la iglesia. No eran muchos los feligreses que madrugaban, pero llenaban más de la mitad de los bancos, tomó asiento en el último de los bancos que estaba totalmente vacío. El ritual de la misa era algo mecánico para ella, que hacía poco profesaba esa nueva e impuesta religión. Levantarse, sentarse, volverse a levantar, arrodillarse, hacer la señal de la cruz, el credo, el Avemaría, el Padrenuestro le resultaba aun complicado, simulaba con el movimiento de sus labios saber todas esas oraciones, que eran bastante desconocidas para ella. Pero había en todo aquello algo agradable, le encantaba aquella talla de la Virgen con su cara tan blanca plagada de lágrimas, que lucía un manto negro, con bordados en blanco, esos bordados españoles que tanto le gustaban. Tan sólo observar la cara de aquella imagen le contagiaba una enorme paz, ya sólo por eso habría merecido la pena el madrugón.

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Siguió paso a paso toda la ceremonia y finalmente siempre hacía lo mismo, cada día. Cuando todo el mundo había abandonado la iglesia, ella se arrodillaba unos minutos ante aquella imagen que tanto la perturbaba y besando su manto, pedía por su padre con toda la fe que podía demostrar. Luego se levantaba cabizbaja y se dirigía a la salida. No pudo evitar abrir los ojos como platos, al contemplar aquella figura situada en el banco de atrás. Sin duda se trataba de un hombre muy alto. Una capa cubría su cuerpo por completo, apenas se vislumbraba bajo la capucha que llevaba puesta, una ráfaga de luz que atravesaba su cara, dejando entrever una mínima parte, sus ojos. Ambos se miraron, ella bajó de nuevo la mirada y continuó hacia la puerta. El permaneció hierático, siguiéndola sólo con la mirada. A ella se le erizó todo el bello de su cuerpo. Aquellos profundos ojos negros parecían tener demonios en la mirada. Sintió frío, miedo, escalofrío, pero continuó andando de vuelta a casa. La tensión de su cuerpo fue cediendo poco a poco conforme se alejaba de la iglesia, a pesar de que el recuerdo de aquella profunda mirada no abandonaba su pensamiento. Su caminar se fue haciendo cada vez más relajado al mezclarse con el gentío que, a aquellas horas, llenaba ya las calles del pueblo. En cualquier caso, no podía evitar echar la mirada atrás de vez en cuando para comprobar que nadie la seguía, aunque aquella sensación de la mañana ya había desaparecido. No fue hasta llegar a la altura del mercado cuando se permitió un pequeño respiro. De la iglesia de Santa María solo se divisaba ya la cúspide de la torre , que asomaba majestuosa dentro de su sencillez por encima de los tejados. Tomó una profunda bocanada de aire y se recreó durante unos instantes en contemplar la amalgama de colores que presentaba el mercado aquella mañana. El bullicio de los vendedores, que gritaban desde sus puestos pregonando su género, contribuyeron a hacer que todos los miedos que la habían atribulado desapareciesen por completo. Con la tranquilidad que otorga sentirse a salvo, reemprendió el camino a la casa de su padre. Tenía mucho trabajo por hacer antes de que este regresase y no quería que encontrara las tareas por hacer. Aquello le producía incluso más temor que aquella misteriosa mirada. A punto estaba de doblar la esquina de su calle, a unos diez metros escasos de su casa, cuando una mano en el hombro, agarrándola con una fuerza inusual, la sobresaltó. Antes incluso de que pudiese gritar, otra mano le cubrió la boca. Intentó liberarse, salir corriendo, pero no pudo hacer nada para zafarse de aquel agarre. En cualquier caso, hubiese sido una corrida inútil, pues aquel hombre la superaba con creces en envergadura, en fuerza y, con total seguridad, también en velocidad. Buscó con la mirada alguna persona que le pudiese prestar auxilio, pero aquel callejón estaba desierto y la topografía del pueblo, lleno de hondonadas, propició que nadie puediese ver nada de lo que estaba ocurriendo. A su mente vino la imagen de la virgen, tan bella, y, por primera vez en su vida, rezó. A los pocos segundos había perdido el conocimiento.

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Despertó en un lugar desconocido, amarrada de pies y manos a una silla. Una mordaza le impedía emitir algún sonido más que no fuesen simples gemidos de desesperación. Trató de escudriñar con la mirada todo lo que fuese posible y, entonces, le vio. En la habitación contigua, el hombre de negro parecía cerrar un trato con otra persona que no alcanzaba a divisar. Se oían unas fuertes risotadas que para nada encajaban con su estado de ánimo en aquellos momentos. Entre todas las voces, escuchó una que le devolvió la esperanza por unos instantes. ¡Su padre! ¡Era su padre! Estaba salvada, él no permitiría que le ocurriese algo malo, seguro que había ido a llevársela de allí. Alcanzó a ver un apretón de manos y un intercambio de billetes. La persona que los recibía se asomó a la puerta de la habitación en la que ella se encontraba y, con una sonrisa maliciosa, abandonó el lugar. Aquella mirada no la olvidaría jamás. Se había equivocado, era su padre quien tenía demonios en la mirada.

@carlaestasola @anacentellas

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En sus brazos la alzó, dirigiendo su rostro a la luz que desprendía la luna llena. El jefe de la tribu azteca se mostraba sereno, esperando el intercambio de dos almas. Ella vestía una túnica corta de color blanco intenso rematada por una cenefa de color azulado en el escote de la misma. Él portaba en la cabeza aquel penacho de plumas que impresionaba y en las piernas también, cubrían sus genitales trozos de piel, que con alguna herramienta habrían fabricado afilando los huesos de los animales cazados para que sirvieran de alimento a la tribu. Tras aquellas rocas, la luz se refractaba en una gigante pirámide que tras ellos estaba situada. Un fraile observaba desde una pequeña ventana ojival de una construcción que había sido alzada a las afueras del poblado para alojar a los frailes que junto a los soldados habían arribado a las costas de este hermoso país. Una suave luz de candil alumbraba aquella pequeña construcción de adobe y piedras. Solamente una vez cada 25 años se producía un milagro como el que solicitaba el Jefe. Y aún faltaban dos años para ese momento. El ambiente que se respiraba era húmedo, aún encontrándose en plena selva. De boca en boca, una profecía se extendía entre los indígenas; “El supremo elige a un pueblo durante un tiempo, lo mima de luz y lo envuelve en púrpura, sembrando en él el germen de grandes hazañas… Después convierte toda su gloria e cenizas, soplando un hálito divino” Ella antes de que la alborada llegará despertó y se envolvieron en el rito más hermoso de los seres humanos. Ella, le retiro el penacho mientras él la desvestía, una simple túnica era su segunda piel. La luna les bañaba de luz y el cielo se cubrió de hermosos colores verdes, purpuras y azules en conjunción con los astros y bajo el universo de estrellas que les servía de manto. Sobre la hierba e incluso las piedras se acomodaron y recorrieron cada uno de los pliegues de su piel, suavemente, con una sensualidad calma y serena. Con los ojos cerrados podían recorrer los valles y las montañas, las cordilleras y los ríos de esas geografías que solo ellos conocían a detalle. Su piel se erizaba al contacto de otra piel, al susurro al oído de deseos conjugados, a los jugos que comenzaban a lubricar sus más íntimos recovecos. En el ápice del amor, él pudo recordar las ofrendas de otra época. Cuando las viviera no había sido con ese cuerpo que ahora se agitaba y atronaba la tarde con espasmos. Ocupaba el cuerpo del sacerdote, aquel que había recogido la memoria de esas tardes donde el cielo se quemaba como papiros arrojados a la hoguera. Se vio a sí mismo y a la amada, aquella mujer que ahora se agitaba entre sus brazos. Se vio caminando con ella cargada hacia el mismo altar señalado por la columna ceremonial. Él era el sacerdote encargado de cumplir los designios del Dios. Podía ver la grieta roja en la mitad del cielo: como elegido, era capaz de extender el brazo derecho hasta alcanzar ese vientre púrpura que latía en los cielos. Esa entrada a los mares de sangre en los que aún nadaban los fundadores del pueblo, valientes, osados, que alguna vez tomaran el cielo por asalto. El invierno terminaba. La primavera no llegaría por sí misma. La mujer desnuda, hermosa palpitaba sobre la piedra. Desde niña las matronas la habían aleccionado. Su

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muerte era necesaria para prolongar la vida del pueblo. La sangre de la joven debía unirse a la sangre del firmamento para que el sol invicto vuelva a hender el cielo; para que las plantas y los jugos reverdezcan, florezcan y arranquen gritos a la tierra. El orgasmo se prolongaba. El hombre había escuchado las palabras de su mentor. El amor es fuente de conocimiento. El ápice del deseo lo convertía en una chispa, testigo de aquel momento: la misma mujer, la misma desnudez, sólo que ahora el cuchillo de piedra ferozmente afilado se levantaba sobre el blanco pecho. Debía clavarse en medio de los senos, levemente hacia la izquierda. El arma ritual entró con facilidad. Entrenado durante mucho tiempo el sacerdote metió las manos entre las costillas, y arrancó el corazón que siguió palpitando furioso. La mujer inmóvil, con los ojos entornados y la herida abierta en medio del pecho. Le bastó estirar la mano, alcanzar el firmamento y dejar en la grieta del amanecer el órgano furioso que seguía destilando chorros de sangre. El cielo se hizo más rojo, y un relámpago sutil brillo un instante. Aquello anunciaba que la primavera regresaría. El pueblo podía celebrar jubiloso: aquel año las primicias serían brillantes y claras como los ojos de la muchacha cuando aún vivía. El orgasmo lo condujo a los últimos espasmos. Senderos de verde oscuridad; una vena brillante y azul dirigida al firmamento y la eclosión de la piel increíblemente suave y tibia. Apoyó la cabeza en el pecho de la amada. Aquel corazón latía con fuerza en el pecho. No había tenido que arrancarlo para el sacrificio. A los nueve meses, de aquella unión nacería un niño. Con el paso del tiempo sería un valiente chaman que volvería a unir a los hombres con la eternidad de la tierra.

Gocho Versolari & Maríjose Luque

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Era tarde y el tren llegaba con retraso como de costumbre, estaba sentado y mirando a mi alrededor como su fuera mi última noche, había una pareja de enamorados exhibiendo todo su amor con besos.Delante de la estación de tren se encontraba la iglesia que era muy bonita con una campana enorme que era la atracción del pueblo, agaché la cabeza y empecé a pensar de porque diablos no le dije a la mujer de mi vida que se viniera conmigo mientras yo acababa mi doctorado en otro país, la deje escapar y eso no me lo perdono. Si, ahora regreso después dedos largos años, y cada día pensaba en ella de como paseábamos por la orilla dela playa mientras nos reíamos y éramos felices, de como le dije de muchas maneras que la amaba y ella me correspondía con una sonrisa. En cuanto llegue a mi casa pasaré por delante de la chocolatería donde nos conocimos y justo encima vive ella. Me invadía la luz regalada por las modernas lámparas Led que acababan de poner enla avenida y, parecía que me retaban ante su parpadeo -Díselo – Que te mire de frente y le puedas decir que la amas Había pasado tanto tiempo. Demasiado tiempo y mi corazón dudaba de cómo reaccionaría ella; pero avancé y me dirigí a su casa, andando en pesados pasos ante la duda de su respuesta. Respiré hondo al llegar a la dirección y descubrí con ventura que el portón estaba abierto: como si el destino, en un juego corrupto y premeditado hubiera preparado todo para volver a tenerla frente a mí. Un escalón, dos, tres; y sin sentirlo estaba frente al número 132 que me decía – tocaes tuya. Así que cruzando los dedos y con un remolino de mariposas dentro de mi estómago, toqué con la esperanza de verla salir y con el velado miedo de lo que pasaría si no salía, o si salía dijera no a mis plegarias. Sonó el cerrojo y finalmente aparecieron sus hermosos ojos ante mi mirada que le gritaba ya, cuánto la amo. -He vuelto. Por ti. Dime que . . . -No pude terminar la frase. Se abalanzó sobre mí conel más brioso impulso y con el beso más esperado las últimas horas.No vuelvas a irte sin mí -Nunca. prometido queda, a tu lado para siempre. Las luces led de las lámparas de la calle, ahora titilando, son cómplices de nuestro amor cada que avanzamos por las calles tomados de la mano, abrazados por la luna, mientras ensilencio nos juramos amor eterno. Amor para toda la vida.

Pedro Altamirano y Nora Arrieta 56


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