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El Faro de Ortiguera

Corría el año 1975 y el pueblo de Noreña consciente de lo importante que habían sido unos campamentos que se habían hecho en Covadonga en Semana Santa ( en el 72 en Poo de Llanes, en el 73 en Mohías y otra vez en el 74 en Poo), compró una casa llamada Villa Arbosa en el Concejo de Coaña. El pueblo se llamaba Ortiguera, era pequeño, con puerto de mar abrigado y una playa no muy buena. Todos los vecinos colaboraron para que los niños y no tan niños tuvieran unas vacaciones dignas y alegres. Sin ánimo de ser exhaustivos los hechos son los siguientes: ca tuve duda alguna, pero he de decir que teniendo una mayoría absoluta y con todos los vientos a su favor, no esperaba que cometieran errores de tan grueso calibre. A principio del mandato anunciaron a bombo y platillo la inminente firma del convenio con los trabajadores municipales, desgraciadamente casi cuatro años después sigue sin firmarse.

Primero: el párroco de Noreña por esas fechas y los padres compraron la casa.

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Segundo: cada familia puso lo que podía y cuando quedaba una parte un padre puso el resto y se le devolvió.

Tercero: casi todos los vecinos nacidos del 50 al 70 pasaron por la casa.

Cuarto: Fueron años de felicidad, alegría y compañerismo.

Quinto: los domingos bajábamos a Navia y eran tiempos de Holiday, Tifons y Triciclo. Sexto: de aquellos campamentos salieron muchos noviazgos, incluso matrimonios.

Séptimo: había un jefe de campamento que ponía orden y disciplina.

Octavo: a su cargo estaban los educadores, que dirigían a las escuadras.

La gestión del personal laboral es un perfecto ejemplo de lo que no debe hacer una institución del estado. No solo desde un punto de vista ético, también desde la deseable eficacia de los servicios.

Poco después estalla el “affaire” que costó la dimisión de un teniente de alcalde y llenó la prensa de torpes y alucinantes defensas de lo indefendible, por parte de los miembros más significativos de IPÑ. No voy a entrar en la gestión de la pandemia, por ser

EL PERIÓDICU DE NOREÑA un tema demasiado doloroso para demasiada gente y aún sin resolver del todo. Siguieron actuaciones compatibles con el nepotismo que empujaron a un funcionario de la oficina técnica a pedir amparo y un rosario de pleitos en los juzgados de lo social, principalmente por la incapacidad y talante prepotente de algunos miembros del gobierno municipal. La infame gestión política e informativa llevada tras el fallecimiento de un trabajador del Plan de Empleo, así como la realizada en la “crisis pirolítica” parecían difíciles de superar. Sin embargo, lo escuchado en el Pleno de febrero al concejal de Obras, Urbanismo y Seguridad Ciudadana, don Pelayo Suárez Colunga, deja meridianamente clara la necesidad que IPÑ tiene de un equipo de comunicación, pero que lo tengamos que pagar entre todos

Edita: Editorial La Semeya (Mancomafer S.L.)

Imprime: Impresa Norte - Henneo Print

Director: Antonio Martínez Fernández

Depósitu Llegal: AS 03122-2019 los ciudadanos, me parece un poco feo además de nada ético. Para doña Amparo, don Pelayo, doña Ana y demás “popes” de IPÑ, la privatización del servicio de agua no es una privatización, niegan la existencia de un servicio municipal de agua y además, los concejales en la oposición somos todos estúpidos y muy, muy mentirosos.

Después de casi cuatro años formando parte de la actual Corporación Municipal, solo puedo comprender el comportamiento de este equipo de gobierno tirando de la física cuántica. Cada vez que “comunican” algo, pueden afirmar una cosa y la contraria al mismo tiempo. Vamos, que el puñetero gato de Schrödinger parece un miembro más de Independientes por Noreña.

Javier Ardura Suárez

Colaboradores fotográficos: Álvaro Fuente, Karmen Foto Alministración y Redacción: LA SEMEYA. Cai Justo Rodríguez,5, baxu NOREÑA.

Noveno: de los participantes en esos campamentos salieron, médicos, químicos y grandes empresarios.

Décimo: en el año 1987 se realizó el último no por falta de personas sino por el mal estado de la casa.

No estaría de más, ahora que muy pronto va haber elecciones, que los partidos de la villa recapacitaran y tuvieran a bien pensar que se podía hacer con esa casa. Bien es verdad que hay un conglomerado de personas y puede ser complicado, pero poniendo todos de una parte estoy seguro que habría un arreglo. Ortiguera para los noreñenses es como nuestra segunda casa. y esta tiene demasiada historia, aventuras y felicidad y podría volver a dársela. Mejor que unas vacas pastiando fijo.

Tenemos que volver a poner la pancarta con 160 a tope.

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