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La distinción entre la verdad y la mentira se tornó irrelevante
En el segundo caso que abrió en mi contra la siniestra fiscal de la FECI, Edelimira Monterroso, con malicia la poderosa alianza Fundaterror-MP, filtró información confusa a la opinión pública: que se trataba de una acusación de lavado de dinero por 702 mil 896 quetzales, por medio de siete cheques y como con desdén, también por conspiración para la obstrucción de justicia. A Prensa Libre le dijeron que el caso se debía al “ocultamiento”-delito que no existe- de 702 mil 896 quetzales. Jamás fui notificado del caso y lo poco que supe me lo dijo mi familia, mis abogados, quienes a raíz de las publicaciones de prensa, fueron todos los días a la FECI para pedir, como lo establece la ley los medios de prueba y las imputaciones, que reiteradamente los negaron.
Nunca me notificaron la fecha de la audiencia de primera declaración de este segundo caso y apenas la noche anterior, pasadas las nueve y media de la noche, fui avisado por el sistema penitenciario que tenía una audiencia el día siguiente y que debía estar listo a las seis de la mañana para mi traslado a tribunales.
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Con perversidad, tal y como lo hizo en la audiencia de primera declaración del primer caso, sin que tuviéramos idea de que se trataba, querían sorprendernos y apalearnos a “mata coche”, sin posibilidad de defensa alguna.
Apelamos ante el juez, y no obstante el berrinche sin sustento de la maliciosa fiscal, con educación el juez procedió a postergar por cuatro días la audiencia y la susodicha se vio forzada a entregar los medios de prueba.
La fiscal no pudo realizar el montaje escénico de la primera audiencia del primer caso, cuando destruyó mi presunción de inocencia y la posibilidad objetiva de averiguar o “reconstruir” la verdad.
Mi preocupación fundamental fue la supuesta imputación de lavado de dinero de 702 mil 896 quetzales y no obstante las enormes dificultades de conseguir información, estando aislado y virtualmente incomunicado, pude establecer que se refería a las operaciones siguientes:
1. Una inversión en publicidad del grupo Bases, S.A., en diciembre de 2013, que pagó con un cheque no negociable” Bantrab, número 04001100, a nombre de Aldea Global, S.A., que a su vez lo depositó en el GYT Continental, en su cuenta 1 5025643-8.
2. La compra de una suscripción de elPeriódico del Grupo Bases, S.A., en 2012, por Q500, que fue renovada sucesivamente por Q599 hasta 2016. Todos los pagos con cheques provenientes de la cuenta 101035915-3, del grupo Bases en el Bantrab, depositado en las cuentas de Aldea Global y/o elPeriódico.
3. Un préstamo personal documentado con pagaré de la entidad Estrategia e Inversiones Arca, S.A. (EIASA), por Q200 mil, por medio de un cheque del BAM “no negociable”, número 98900152, en 2013, que fue depositado en mi cuenta personal de depósitos monetarios en el GYT Continental. Es decir, todas las transacciones fueron bancarizadas y no existió lavado de dinero.
Muchas personas -yo entre ellas- e instituciones realizamos transacciones de buena fe con estas entidades.
No fue sino hasta 2019 que la CICIG inhabilitó las operaciones de EIASA, en tanto el grupo Bases, S.A., que era la entidad financiera que captara recursos a plazos más largos, incluso del IGSS, la USAC, las portuarias y el Colegio de Abogados, entre otros, esto muy recientemente.
En 2023, se emprendió el proceso de investigación del Grupo Bases, S.A., pues se estableció que al igual que EIASA, resulta que no forman parte del Grupo Financiero Bantrab, y presuntamente son propiedad de Ronald García Navarijo y Sergio Hernández, entre otros socios. Sin embargo el proceso de investigación apenas está comenzando y no existen conclusiones todavía.
En consecuencia, mi tortuosa investigación desde mi fría bartolina careció de sentido y lo utilizaron para distraerme, pues en este segundo caso fui imputado de conspiración para la obstrucción de justicia y jamás de lavado de dinero, como la diabólica alianza entre Fundaterror y el MP hicieron llegar al público a través de la maquinaria de propaganda y desinformación, para seguir aniquilando y destruyendo mi presunción de inocencia y estigmatizar como lavador de dinero.
Fundaterror, al fin hija putativa del Ejército, utiliza sus conocidas estrategias de lavado de cerebro y de acoso y represión sicológica preventiva, respetadas a escala hemisférica: un mensaje corto, coherente, simple, repetido hasta el cansancio, hasta que la gente lo asocie automáticamente, sin parar de pensar.
En el proceso de lavado de cerebro, la nueva convicción es resultado de una invasión de información, para que se convierta en percepción y la percepción en verdad: Jose Rubén Zamora lava dinero.
La primera audiencia del primer caso fue la plataforma perfecta:
A pesar de estar aislados e incomunicados, no nos dieron acceso a los medios de prueba, argumentando reserva del caso.
Sin embargo, planificaron cada detalle de la escena teatral: A pedido de la fiscal siniestra, el Juez, quien más parecía el macho alfa de una jauría hambrienta de hienas, levantó la reserva y con vehemencia, con rabia y odio, exhibió los medios de prueba como si fueran verdades incontrovertibles, mientras, juntos, la fiscal y el “juez”, tergiversaron, ocultaron y retorcieron los hechos y evidencias y coaccionaron a co-imputados y testigos de la defensa y dejaron de lado la averiguación de la verdad.
Fue un teatro de terror, un espectáculo a la mejor semejanza de las ejecuciones de antaño, saturadas de violencia verbal, descalificación y descrédito para los imputados.
Somos culpables y debemos probar nuestra inocencia. El arresto fue una conspiración. La verdadera historia es el montaje escénico y los casos los han ido armando y parchando en el camino.
En los días previos y durante la primera audiencia del primero y el segundo caso, más que cualquier otro propósito, la alianza diabólica, fundamentalmente se dedicó a martillar que lavó dinero.
Como dice Jore Volpi: “Si la posverdad existe, tendríamos que imaginarla no como el ámbito donde los poderosos mienten, y ni siquiera de modo sistemático, sino aquel donde sus mentiras ya no incomodan a nadie y la distinción entre la verdad y la mentira se torna irrelevante”.