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Peligroso panorama electoral

Estamos inmersos en el periodo de campaña electoral y escasos 50 días nos separan de la primera vuelta electoral. Salvo la contaminación visual de nuestras ciudades y municipios, no hay mayores indicios que se viva el ambiente previo al evento que decidirá el futuro político del país por los siguientes cuatro años. Al parecer no existen propuestas claras ni creíbles para que el electorado pueda decantarse por algún candidato, ya que ninguna logra conectar con el electorado. Llama la atención que pese a que la oferta electoral es más que abundante, más de 25 binomios, sus ofertas y propuestas se mantienen paupérrimas.

Si bien es cierto que la ley electoral aprobada en 2017 impide que las propuestas sean divulgadas con anterioridad y que los candidatos puedan posicionarse, los partidos han sido incapaces en este periodo de posicionarse y ganarse el corazón de los electores. Daría la impresión a simple vista que lo único que han logrado es ganarse las antipatías de los ciudadanos. Ante este escenario los electores demuestran poco entusiasmo para emitir el voto. Esto seguramente se verá reflejado con un alto nivel de abstencionismo.

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Los guatemaltecos han demostrado que tienen muy poca confianza en las instituciones públicas y privadas. Según sondeos recientes la percepción de las mismas se ha degradado a niveles más que preocupantes. Especialmente en todas las que tienen que ver en la vida política nacional. Este es el lógico resultado de años de malos manejos, abusos y privilegios. Lejos han quedado las esperanzas que se hicieran en la apertura democrática de 1985 y con la firma de los acuerdos de Paz en 1996.

Sumado a todo esto, el bochornoso papel que el Tribunal Supremo Electoral ha realizado en el manejo de todo el proceso electoral. Iniciando con la muy criticada compra de los programas informáticos, hasta la inscripción o descalificación, a todas luces antojadizas, de candidatos, enturbian las elecciones. Si esas son las vísperas todo apunta a que la fiesta electoral tendrá muy poco para celebrar.

En estas condiciones la responsabilidad que deben tener el TSE, los partidos Políticos y todos los involucrados en el actual proceso electoral debe ser mayúscula. El no cumplir rigurosamente con la madurez que les exigen las circunstancias podría acarrear consecuencias nefastas a la ya debilitada institucionalidad del país. Aún estamos a tiempo de evitar un catastrófico escenario que fácilmente podría volverse violento.

Jacqueline García

Solórzano de De León