1 minute read

La destrucción de la verdad

res. Un instrumento que es útil para la difusión del conocimiento se ha convertido en propagador de bulos y parafraseando de nuevo a Umberto Eco: la voz para legiones de idiotas.

De un plumazo, Tucídides acabó con la tradición ateniense respecto al asesinato de Hiparco -hijo de Pisístrato- como tirano de la Polis, desencadenándose así el nacimiento del sistema democrático que caracterizó al siglo de Perícles. En realidad, el tirano era Hipia, el mayor de los pisistrátidas; no obstante, cuando el “legislador de la historia” -como llamaba Luciano de Samósata a Tucidides- investigó y aclaró esta cuestión en el siglo V antes de Cristo, demostró que en un corto periodo de tiempo puede perderse muchísima información e incluso distorsionarse la historia.

Advertisement

La dicotomía entre narrativa histórica y el relato objetivo de eventos en sí, es uno de los entuertos últimos que enfrentan los académicos; nuestra convulsa época donde las post-verdades han pasado a sustituir la objetividad a causa de las redes sociales, han hecho de falsarios y demagogos inductores de opinión solo por métricas de seguido-

Los conspiranoicos ultraconservadores se han instalado en las derechas de las democracias occidentales; el pensamiento mágico como disparador de los temores tribales que milenios atrás tuvieron nuestros ancestros, prepotentemente se presenta en el inicio del milenio, donde ahora la inteligencia artificial convive en una relación anacrónica con neopentecostales que en los desayunos de oración evocan costumbres y tradiciones antediluviananas.

El conservadurismo xenófobo, proteccionista y religioso busca prevalecer como la constante en el espectro político -cuando siempre fue tomado como una marginal excepción-; es decir, los extremistas intolerantes que eran un conglomerado vergonzoso para los conservatives ahora quieren ser el mainstream de un menjurje neofascista/ultracatólico/neopentecostal que tiene en una sola canasta la más variopinta fauna de especímenes que otrora causaban sonrojo a las dirigencias.

Si la novela histórica impresa fue un ante litteram para la reinterpretación de personajes y eventos, ahora tal proceso está a la orden del día en las distintas plataformas digitales.

This article is from: