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“Incertidumbre” la palabra que identifica al proceso electoral

El calendario electoral anunciado en enero por el Tribunal Supremo Electoral contempla que ha arrancado formalmente desde ayer la campaña electoral con miras a las elecciones generales que tendrán lugar el 25dejunioyunaeventualsegundavueltapresidencial el 20 de agosto, mientras en el ambiente persiste un clima de incertidumbre, marcado por las arbitrarias decisiones y opacidad del Tribunal Supremo Electoral (TSE).

Oficialmente hay 21 binomios inscritos para participar, mientras que se ha rechazado la inscripción de otros tres, coincidentemente, todos opositores al sistema político imperante, aunque aún falta ver si logran sacar del camino a un cuarto binomio, un hecho inédito en este tipo de procesos electorales, en los que la ciudadanía solía mostrar su confianza en los magistrados del TSE.

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Sin embargo, en esta ocasión hay razones de sobra para dudar de la transparencia de las autoridades electorales, partiendo de la forma en que se integró, con dos de ellos accediendo a la magistratura por medio de documentos falsificados para presentar un currículum académico con inexistentes títulos de maestrías y/o doctorado.

El año pasado se dieron varias contrataciones o compras con absoluta falta de transparencia, lo que hizo que la frágil credibilidad institucional cayera más y brotaran dudas sobre la capacidad de los magistrados para encausar el proceso electoral por un sendero limpio.

Para el momento de la convocatoria la credibilidad de la institución estaba en niveles bajos. Atrás quedó el prestigio que una vez dieron magistrados impecables al TSE. Con los actuales, los analistas se preguntan: ¿Hay independencia del TSE de partidos políticos y del poder dominante? ¿Son personas probas que no permitirán el manoseo de las elecciones –antes, durante y después de las votaciones–? ¿Responden al interés del oficialismo y sus aliados? ¿Tienen compromiso con la democracia?

Los hechos muestran que a casi todas las interrogantes hay que responder de forma negativa: No hay independencia ni transparencia; No se actúa con probidad en los negocios millonarios –el último ejemplo es la compra de un sistema informático comprado a una empresa de dudosa reputación y a un precio Q34 millones más caro–; el manoseo del proceso ya se ha dado al impedir la participación de candidatos opositores y permitir que otros, incluso con impedimento constitucional, puedan correr, como es el caso de Zury Ríos Sosa (Valor-PU).

Elegir No Solo Es

DERECHO SINO UN DEBER.

El sufragio positivo o afirmativo es aquel que se emite en las elecciones en favor de uno de los candidatos a cargos de elección popular; por tanto, materializa una decisión ciudadana que discrimina y elige, que enfrenta la coyuntura con confianza y esperanza, con el compromiso y la convicción de que se está dispuesto a contribuir en la construcción de una sólida democracia liberal y de avanzar hacia un futuro promisorio de libertad, derecho, prosperidad y paz. “Cuando el sufragio es ley la revolución está en el sufragio”, afirmaba el patriota cubano José Martí.

Por el contrario, quien se abstiene o vota en blanco o nulo no ejerce su derecho de elegir y permite que otros elijan por él, lo que también supone perder la autoridad moral para controlar o auditar el desempeño de la autoridad.

Lamentablemente, vivimos tiempos convulsos en que los enemigos de la democracia están pretendiendo reinstalarse en el poder en todo el mundo y los defensores de la democracia y los derechos humanos están siendo humillados y avasallados. Esto ocurre en medio de un clima de polarización, enfado y descrédito de la institucionalidad democrática, debido fundamentalmente a su ineficacia en la solución de los graves problemas económicos y sociales en las distintas sociedades. En todo caso, debe reconocerse que muchos jóvenes, inconscientes, ingenuos y crédulos, están cayendo en las redes seductoras de los nuevos fascismos y socialismos, que se visten de populismos mesiánicos emocionantes, aunque en el fondo encarnan el autoritarismo, la intolerancia y la opresión.

Por tanto, elegir bien hoy día no solo es un derecho sino un deber. Inequívocamente, los ciudadanos, con conciencia democrática, deben votar en favor de la opción política que se adhiera genuinamente a los elementos y componentes esenciales de la democracia representativa, plasmados en la Carta Democrática Interamericana (OEA), a saber: Respeto de los derechos humanos y libertades fundamentales; acceso al poder y su ejercicio con sujeción al Estado de Derecho; celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; régimen plural de partidos y organizaciones políticas; separación e independencia de los poderes públicos; transparencia de las actividades gubernamentales; probidad y responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública; materialización de los derechos sociales; y libertad de expresión y prensa.