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DE CAMINO Visiones de un secuestro

Pocos años antes de morir, el filósofo Karl R. Popper escribió un texto contra la incapacidad del Estado por controlar el influjo de la televisión en las nuevas generaciones. Popper –quien no conoció las redes sociales--veía la pequeña pantalla como una amenaza directa a la democracia, a la ciudadanía y a la paz.

tiempo tiene más información, pero está más desinformada que nunca. Hoy la ignorancia campea en nuestro mundo.

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El informe Digital 2022 We Are Social, indica que hay 4,950 millones de usuarios de internet. El asunto es que las relaciones crecen de manera exponencial. Supongamos que tres personas entran en contacto en las redes, se darían tres relaciones, si se suma una cuarta, serían seis, con una quinta serían nueve y así sucesivamente. Noticias formales e informales nos han hecho perder nuestro asombro ante tragedias que se van sustituyendo a una alta velocidad de respuesta, también para sembrar cizaña a la misma velocidad.

La Lucidez De Berkley

Las calamidades no son nuevas. George Berkley (1685-1753) obispo y filósofo irlandés en 1713 planteaba las objeciones del ateísmo contra la intervención inmediata de Dios ante la producción natural lenta de las cosas, los nacimientos prematuros o los frutos agostados a una flor, o las lluvias que caen sin provecho en desiertos, o las calamidades naturales. Afirma, ante estas imperfecciones de la naturaleza, que “aunque Dios se esconda a los ojos del hombre perezoso y sensual que quizás en nada quiere emplear su pensamiento, para una mente atenta e imparcial nada es tan claramente visible como la presencia de un Espíritu omnisciente que modela, regula y sustenta el conjunto de todos los seres.”

Sorprende su lucidez para explicar estos prejuicios del hombre del Renacimiento, que hoy siguen vigentes, pero con el fenómeno de las redes, el célebre sacerdote Berckley debiese tener más seguidores. La disputa de la conciencia de las pantallas de los smartphones ha invadido la convivencia, pero también las fronteras morales.

El artículo de Popper, incluido en La televisión es mala maestra, lleva un título interesante: “Una patente para producir televisión”. En efecto: ¿quién pone un examen a los que tienen en sus manos millones de conciencias? ¿Qué tipo de trabas encuentra un publicista que quiere mentir haciendo pasar gato por liebre; cubeta por súper lavadora automática; perfume con baño de seducción; tienda departamental con señal de identidad?

Dicho de otra manera: ¿qué restricción hay para un conductor de noticias que falsee la realidad a favor de sus propios intereses, o los de su empresa, o los de su tío el presidente de quién sabe qué grupo financiero? Nadie, ninguno, no existe, serían las respuestas que daríamos nosotros, tras una muy breve reflexión. Lo mismo pasa con las redes sociales e Internet. A la mayor parte de las profesionistas –médicos, contadores, ingenieros, abogados, etcétera—se les da una patente para ejercer su oficio. ¿Por qué los que producen televisión (o internet, o material para las redes sociales, o videojuegos) no están sometidos a control alguno, salvo el bastante difuso de no ofender, fracturar, lesionar “la moral y la paz pública”?

“En Alemania –concluía Popper—no había televisión bajo Hitler, aún cuando su propaganda se construyó sistemáticamente casi con la potencia de la televisión. Creo que un nuevo Hitler, con la televisión, adquiriría un poder infinito”. Él no era creyente. Pedimos a Dios (y trabajemos por ello) que el poder infinito quede en sus manos y no en las de los mercaderes de la conciencia.

Por Raúl Espinosa Aguilera

NOTA: En el número anterior de El Observador, el maestro Raúl Espinoza tocó el tema de la fidelidad en el matrimonio, la familia numerosa, el “invierno demográfico” que enfrenta el mundo “civilizado” y las predicciones del “crecimiento cero” de muchos años atrás. La segunda parte de este artículo se publica ahora.

¿PERO QUÉ ES UNA FAMILIA?

COMO AFIRMA EL ESPECIALISTA

ÁNGEL RODRÍGUEZ LUÑO: La familia es una sociedad estable que tiene por objeto la propagación de la especie humana, y en la que sus miembros, por medio de la comunidad de vida y de amor, hacen frente a las necesidades materiales y morales de la vida cotidiana.

Dedicarse a la crianza de los hijos, alimentarlos, quererlos, educarlos en sus diversas etapas, es una tarea que exige plena dedicación a los pequeños y luego adolescentes.

”El fin primario del matrimonio es la generación y educación de los hijos” afirma Santo Tomás de Aquino. Los esposos se ayudan en el camino de sus vidas a sobrellevar penas, enfermedades y dificultades y, ante todo, son fieles compañeros de viaje.

Actualmente los padres se dividen esas tareas y funciones. Se ha roto el viejo tabú en el sentido que los hombres no podrían entrar a la cocina para preparar alimentos.