Poemas contra la violencia de género

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POEMAS CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

BIBLIOTECA DEL IES MIGUEL ROMERO ESTEO Curso 2020/2021



LA MALTRATADA, de Luis Alberto de Cuenca Tengo Sed. Me has quitado las praderas del norte, regadas por arroyos de respeto y cariño. Tengo frío. Te has ido con el sur de mi alcoba, dejándome las huellas de tu hielo en mi cuerpo. No sé qué hacer. La vida me parece una tumba donde me has enterrado viva, una oscuridad irrespirable, un túnel sin salida, una muerte prolongada, el vacío, la ausencia, el desamparo. Me siento tan vencida por tu odio, tan débil, tan aterrorizada y tan inexistente, que no puedo llorar, ni llamar por teléfono a mis padres (que acaso me dirían: “Aguanta, que por algo naciste mujer”), ni hacerle señas a la vecina desde la ventana. Me quedo acurrucada en un rincón del dormitorio, esperando que vuelvas y sigas arrasando con gestos de desprecio, con golpes y con gritos aquel campo de amor que cultivamos juntos.


AMOR MÍO, de Juana Castro Antonia buena chica ingresó ya cadáver. Carmen muy educada vaqueros blusa beis y Raquel silenciosa es el amor. Amor de amoratarse amor que es amoldar y amancillar. Amor de amenazar amor de amurallar amor de amartillar y de amasijo. Amor de amortajar. Rosa Lola María Inés Luisa mi amor. Compañero mi amigo mi enemigo. Rafael veinte años arma blanca su novia en una calle. José Pablo dos hijos divorciado y Raúl empresario gran sonrisa el amor. Es el amor que amengua que amuralla que amortece y amarra. Amor de amuñecar amor que es amputar amor de amilanar y de ambulancia. Amor de amordazar. Manuel Félix Cristóbal Jaime Isidro mi amor. Mi señora mi dueña mi rehén. Amo mío mi amor. El anillo no sabe no sabía. El anillo.


PRISIONERA DE MÍ, de Rosa G. Perea ¿Qué luz se pierde entre mis manos que nada encuentro si no es ella? Y me lleva a cada rincón de esta celda a buscar la verdad de mis quebrantos. Bailando no encuentro el consuelo pero me ayudo a contar los pasos, y me llena el corazón de notas que se parecen al latido que pierdo. Prisionera de mi propia celda. Soy yo quien guarda la llave de esta cárcel. Soy yo quien ciega las ventanas. Quien se interpone entre la luz y mis manos. Quien me niega el pan y la sal. Soy yo. Y sin embargo, sigo caminando en círculos. Orientándome en la oscuridad, obcecada en encontrar la salida que yo misma me negué en la entrada.


LAS MUJERES COMO YO, de Maram al-Masri

Las mujeres como yo no saben hablar. La palabra se les clava en la garganta como una espina, y prefieren tragársela. Las mujeres como yo sólo saben llorar, su remiso llanto de repente mana como una vena cortada. Las mujeres como yo reciben las bofetadas sin atreverse a devolverlas. Tiemblan de cólera contenida. Leonas enjauladas, las mujeres como yo sueñan... con la libertad.


ME DISUELVO EN LAS MUJERES, de Maram al-Masri

Me disuelvo en las mujeres desaparezco para ser cada una de ellas veo mi mirada en esta mi risa en los labios de aquella mis lĂĄgrimas asoman a sus ojos y por sus cuerpos circula mi alma se parecen a mĂ­ y yo a ellas en ellas me reconozco en ellas me completo y me divido.


TÚ ME QUIERES BLANCA, de Alfonsina Estorni Tú me quieres alba, me quieres de espumas, me quieres de nácar. Que sea azucena sobre todas, casta. De perfume tenue, corola cerrada. Ni un rayo de luna filtrado me haya. Ni una margarita se diga mi hermana. Tú me quieres nívea, tú me quieres blanca, tú me quieres alba. Tú que hubiste todas las copas a mano, de frutos y mieles los labios morados. Tú que en el banquete cubierto de pámpanos dejaste las carnes festejando a Baco. Tú que en los jardines negros del Engaño vestido de rojo corriste al Estrago. Tú que el esqueleto conservas intacto


no sé todavía por cuáles milagros, me pretendes blanca (Dios te lo perdone), me pretendes casta (Dios te lo perdone), ¡me pretendes alba! Huye hacia los bosques, vete a la montaña; límpiate la boca; vive en las cabañas; toca con las manos la tierra mojada; alimenta el cuerpo con raíz amarga; bebe de las rocas; duerme sobre escarcha; renueva tejidos con salitre y agua; habla con los pájaros y lévate al alba. Y cuando las carnes te sean tornadas, y cuando hayas puesto en ellas el alma que por las alcobas se quedó enredada, entonces, buen hombre, preténdeme blanca, preténdeme nívea, preténdeme casta.


CONFESIONES, de María Luisa Viu Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros hermanos que he pecado mucho de pensamiento, al imaginar que mi cuerpo era una soga y que con él jugábamos al ahorcado, pero siempre faltaba una letra y me salvaba por casualidad. De palabra, al hablar de cultura, de buenas intenciones, de perdón que no de pendón, de sentirme mujer y reivindicar mis derechos, de decir amor y no sí mi amo y de no excavar en la cama mi tumba. Confieso que he pecado de omisión por no llamar al 016, ni al 091, por no llamar a nadie, para qué, no habría servido ni llamar a Dios, la línea siempre comunica. Por mi culpa, por tu culpa, por su gran culpa. Por eso ruego a la justicia siempre ciega, a los jueces, a los gobernantes y a vosotros compañeros que no se frivolice más en la tele, menos anuncio y más leyes y que intercedáis por mí ante el Dios de la palabra y la poesía. Como la excomunión la tengo asegurada. Tened misericordia de mí, perdonad mi pecado y deseadme una vida plena y sin anuncios de famosos que no saben lo que hacen. Así sea.


Y DIOS ME HIZO MUJER, de Gioconda Belli Y Dios me hizo mujer, de pelo largo, ojos, nariz y boca de mujer. Con curvas y pliegues y suaves hondonadas y me cavó por dentro, me hizo un taller de seres humanos. Tejió delicadamente mis nervios y balanceó con cuidado el número de mis hormonas. Compuso mi sangre y me inyectó con ella para que irrigara todo mi cuerpo; nacieron así las ideas, los sueños, el instinto. Todo lo que creó suavemente a martillazos de soplidos y taladrazos de amor, las mil y una cosas que me hacen mujer [todos los días por las que me levanto orgullosa todas las mañanas y bendigo mi sexo.


REGLAS DEL JUEGO PARA HOMBRES QUE QUIERAN AMAR A MUJERES, de Gioconda Belli I El hombre que me ame deberá saber descorrer las cortinas de la piel, encontrar la profundidad de mis ojos y conocer lo que anida en mí, la golondrina transparente de la ternura. II El hombre que me ame no querrá poseerme como una mercancía, ni exhibirme como un trofeo de caza, sabrá estar a mi lado con el mismo amor con que yo estaré al lado suyo. III El amor del hombre que me ame será fuerte como los árboles de ceibo, protector y seguro como ellos, limpio como una mañana de diciembre. IV El hombre que me ame no dudará de mi sonrisa ni temerá la abundancia de mi pelo respetará la tristeza, el silencio y con caricias tocará mi vientre como guitarra para que brote música y alegría


V El hombre que me ame podrá encontrar en mí la hamaca para descansar el pesado fardo de sus preocupaciones la amiga con quien compartir sus íntimos secretos, el lago donde flotar sin miedo de que el ancla del compromiso le impida volar cuando se le ocurra ser pájaro. VI El hombre que me ame hará poesía con su vida, construyendo cada día con la mirada puesta en el futuro. VII Por sobre todas las cosas, el hombre que me ame deberá amar al pueblo no como una abstracta palabra sacada de la manga, sino como algo real, concreto, ante quien rendir homenaje con acciones y dar la vida si es necesario. VIII El hombre que me ame reconocerá mi rostro en la trinchera rodilla en tierra me amará mientras los dos disparamos juntos contra el enemigo.


IX El amor de mi hombre no conocerá el miedo a la entrega, ni temerá descubrirse ante la magia del enamoramiento en una plaza pública llena de multitudes. Podrá gritar —te quiero— o hacer rótulos en lo alto de los edificios proclamando su derecho a sentir el más hermoso y humano de los sentimientos. X El amor de mi hombre no le huirá a las cocinas ni a los pañales del hijo, será como un viento fresco llevándose entre nubes de sueño y de pasado las debilidades que, por siglos, nos mantuvieron [separados como seres de distinta estatura. XI El amor de mi hombre no querrá rotularme o etiquetarme, me dará aire, espacio, alimento para crecer y ser mejor, como una Revolución que hace de cada día el comienzo de una nueva victoria.


SI DIOS FUERA MUJER, de Mario Benedetti ¿Y si Dios fuera mujer? pregunta Juan sin inmutarse, vaya, vaya, si Dios fuera mujer es posible que agnósticos y ateos no dijéramos no con la cabeza y dijéramos sí con las entrañas. Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez para besar sus pies no de bronce, su pubis no de piedra, sus pechos no de mármol, sus labios no de yeso. Si Dios fuera mujer la abrazaríamos para arrancarla de su lontananza y no habría que jurar hasta que la muerte nos separe ya que sería inmortal por antonomasia y en vez de transmitirnos SIDA o pánico nos contagiaría su inmortalidad. Si Dios fuera mujer no se instalaría lejana en el reino de los cielos, sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno, con sus brazos no cerrados, su rosa no de plástico y su amor no de ángeles. Ay Dios mío, Dios mío si hasta siempre y desde siempre fueras una mujer qué lindo escándalo sería, qué venturosa, espléndida, imposible, prodigiosa blasfemia.


LIBRE TE QUIERO, de Agustín García Calvo Libre te quiero, como arroyo que brinca de peña en peña. Pero no mía. Grande te quiero, como monte preñado de primavera. Pero no mía. Buena te quiero, como pan que no sabe su masa buena. Pero no mía. Alta te quiero, como chopo que en el cielo se despereza. Pero no mía. Blanca te quiero, como flor de azahares sobre la tierra. Pero no mía. Pero no mía ni de Dios ni de nadie ni tuya siquiera.


Este cuadernillo se confeccionó el 25 de noviembre de 2020 con motivo del Día Internacional contra la violencia de género.


La antología Poemas contra la violencia de género aparece como nº 15 de la colección Publicaciones BE/CREA para ser difundida entre el profesorado y el alumnado del IES Miguel Romero Esteo el 25 de noviembre, Día internacional contra la violencia de género. Selección de textos y maquetación: Emilio Lobato Montes.




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