A la sabiduría desde el humor

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Sábado 17.02.18 EL NORTE DE CASTILLA

poema a la «blanca desnudez de Marilyn Monroe», en un contexto de perfección formal y hondura; de Carlos Aganzo, la reivindicación de la propia forma del soneto, con su homenaje a José Hierro en ‘Todo o nada’, y con estrofas como ésta: «A ti que no te gustan los sonetos / te quiero hoy escribir desde esta hoguera / litúrgica de abril, gastar entera / la noche desbrozando sus secretos». Citando de memoria, creo que ha sido Luis García Montero quien ha recordado que la poesía sirve para cortar la cabeza a un rey o seducir a una muchacha (o muchacho). No les sorprenderá que les sugiera la segunda vía. Es cierto, no es tan impactante como un tuit, ni tan explícita seducción como una audaz foto en instagram; se organiza con herramientas antiguas como el papel y la tinta. A cambio, señoras y señores, es una sinfonía de catorce líneas. Susurren sonetos: usted no sabe que le gustan.

los dibujos magníficos de Bunat, llenos de versatilidad narrativa, y un sentido de la composición prodigioso, el guion del físico Damour, nos conduce, de la mano de los científicos que iniciaron esta revolución, por el entramado maravilloso de la poco comprendida y muy mistificada física cuántica. Y les garantizo que al volver la última página, habrán pasado un rato muy agradable, y comprenderán mejor. Se equivocaba Bécquer, la poesía no está en el misterio, o no solo. También la hay en la comprensión del mundo. Se lo dice alguien ‘de letras’ de toda la vida.

UNA MONTAÑA CUALQUIERA Fran Pintadera y Txell Darné. Editorial Takatuka. 40 págs. 15 euros. Edad recomendada: a partir de 6 años.

bélico y algunas de sus inmediatas consecuencias, en una confrontación absurda (cómo había de ser si no), cuya aplastante ingenuidad es en sí misma su mejor denuncia. Despojado de toda

ANÍBAL ROSANEGRA O EL SIMPÁTICO VALENTÓN El escritor salmantino novela las peripecias de un personaje del siglo XVIII que promete saga JESÚS NIETO JURADO

L

a aventura en los libros tiene mala prensa y muchos lectores. Aparte del Capitán Alatriste, omnipresente en las infancias lectoras y más arriba, sí que existe un cierto rubor en seguir el sendero de Dumas. La razón de esto quizá resida en un prurito intelectual, o en que Pérez-Reverte haya renovado un modelo que reverdece cada cierto tiempo. Jairo Junciel (Salamanca, 1982) es sabedor de todos esos inconvenientes previos a la hora de abordar la narrativa «de capa y espada»; y sin embargo es capaz de enhebrar humor y y aventuras en su ‘El guardés del tabaco’ (III Premio de Novela Albert Jovell). En puridad, la novela abarca las hazañas de un valentón del siglo XVIII, Aníbal Rosanegra (nótese el apellido compuesto como homenaje diáfano al susodicho Alatriste), cuya evolución nos cuenta en carne viva mediante una prosa con el tono y la salmodia (sic) que asociaríamos hoy a la germanía de en-

puerilidad o complejidad tras la que ocultarse, el discurso construye un argumento directo y sin artificio, en el que los paralelismos realzan las semejanzas a pesar de las diferencias. Ajeno a todo escondrijo, este relato sin disfraces pero sin crudeza renuncia a las escaramuzas de la retórica, para plantear una situación desnuda y sin dramatismo innecesario: lisa y llanamente. Sin excusas. Al fondo, una montaña de argumentos para el diálogo y el encuentro, y un final abierto en el que había una vez dos pueblos en cada ladera que (también) pensaban que eran los mejores…

EL GUARDÉS DEL TABACO

tonces. Un protagonista nacido, como el Lazarillo, a orillas del Tormes, que crece y madura –y lo relata– en la España de la época. Hasta aquí el lector tendría la sensación de ‘déjà vu’, evidentemente, pero es un ‘déjà vu’ consciente de un novelista bisoño que hace buena la defensa de aquel adagio: «Lo que no es tradición es plagio». Porque en el caso de Jairo Junciel, el novel salmantino se sabe crisol de generaciones distintas, y no se amilana con la creación de un personaje que promete saga.

Jairo Junciel. Almuzara, Córdoba. 2018. 272 páginas. 15,95 euros.

tos libros sea ya un mérito cuando se está libre de moralizar frente al folio en blanco. El fondo de la España de la época, el dibujo de las Españas invertebradas de la época, el fresco de la Sevilla que dejaba de ser Babilonia y las intrigas palatinas en la Corte de Felipe V son trabajo de una gran documentación de la que Junciel no hace ostentación, acaso por no interrumpir la amenidad y trufarla de contextualizaciones que poco aportan.

Enamoradizo y burlón En su caso, el bravo Aníbal Rosanegra nace ‘en el arroyo’ y se va haciendo hombre y antihéroe conformen transcurren su vida y el XVIII español. Allá cuando sobrevivir era un heroísmo inusitado; primero como guardés de la Real Fábrica de Tabacos, entre Sevilla y el resto de la península; y segundo como buscavidas tierno, enamoradizo y burlón. La supuesta épica del honor y del individualismo de libros similares es aquí desmontada por un protagonista/narrador asociado un pícaro vasco, Cucha, docto en eso de coleccionar lances y desventuras. Por el mismo precio, y con el tono fácil y creíble de lo que el lector medio puede tolerar de arcaísmos, Jairo Junciel nos lleva al fallido Sitio de Gibraltar en 1727, y nos une su vivir con el de Villarroel, fielmente dibujado en su obcecada diletancia. Que entre los enre-

Pálpito de los tiempos

El escritor salmantino Jairo Junciel. :: J. M. GARCIA-EFE dos de los protagonistas figuren el Duque de Alba, una camarera de la corte de Isabel de Farnesio o el propio Diego de Torres y Villarroel nos hablan, ya, de un autor que no reniega de su condición letraherida, incluso mitómana. Solo así se puede entender que la novela sorprenda por esa brillantez inma-

culada, incluso ingenua, de quien no tiene que pagar más peaje que el de su propia imaginación.

Intrigas palatinas Claro que, aparte estas virtudes, ‘El guardés del tabaco’ presenta cierta simplicidad en el psicologismo de los personajes, algo que quizá en es-

En ‘El guardés del tabaco’, en fin, hay que ponderar la asimilación del autor a un momento histórico y a un país –la España del siglo XVIII–: «País de vicios mantenidos con el oro de las Américas y permitidos por quienes deberían gobernar para todos, pero que solo se esforzaban en aumentar su miseria con más y más dinero. (...) Un país colérico y violento, pero feliz y despreocupado al aceptar ser sometido por la concupiscencia». Debemos agradecer a Jairo Junciel una escritura y un tono que evocan, hasta en el más ignaro, esa máxima ‘dorsiana’ de «captar el pálpito de los tiempos». El tal Rosanegra promete continuidad: quizá la propia industria editorial lo pervierta en el futuro, con los tópicos y los resabios del género.

DE MENÚ, COLORES Y RETAHÍLAS :: S. G. La cabra está harta de comer siempre hierba y plantas, así que atraviesa las páginas devorando todo lo que pilla a su paso: la comida del perro, la leche del gato, las pieles de patata de cerdo, la planta de la mujer del granjero, los zapatos de la hija del granjero, los calzoncillos del granjero... Pero hasta el estómago de una cabra tiene un límite. Por eso empieza a ponerse roja, azul, amarilla, verde… fatal. Con un hilo argumental que es un claro homenaje a ‘La peque-

ña oruga glotona’ de Eric Carlie, Petr Horáček plantea un recorrido visual y textual a través de la granja y sus personajes, esta vez agujereado metafóricamente por la voracidad de una cabra. Su autor, galardonado con el Best Children’s Book of the Year del Washington Post por ‘La Oca Boba’ o el Picture Book of the Year de Holanda por ‘Una casa a la medida’ (ambos en Editorial Juventud), da a luz en esta ocasión a un álbum cargado de humor y vibrantes ilustraciones, cuya

LA CABRA GLOTONA Petr Horáček. Editorial Juventud. 32 págs. 14 euros. Edad recomendada: a partir de 3 años.

solidez cromática refuerza el estilo directo del relato y su unidad espacio-temporal. El

álbum construye un andamiaje de ida y vuelta, estructura circular en la que retahílas y repeticiones hilvanan un tiempo marcado por el menú de su protagonista y toda una semana de indigestión. Como no podía ser menos, un final abierto y subversivo en el que bien podríamos volver a empezar, y un formato considerable donde la ilustración se hace presente entre oraciones breves, tipografía de gran tamaño y un texto claro y divertido, ideal para leer en voz alta a los más pequeños.


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