Zoran Music, Biografía

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Zoran Music

BiografĂ­a

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el latido de la máquina Título original: Biographie La versión en francés de este texto se publicó por primera vez en La Nouvelle Revue Française, núm. 340, mayo, 1981, pp. 159-162.

Zoran Music Miguel Ángel Leal Nodal, por la traducción El latido de la máquina, 2015 Diseño: El latido de la máquina

Este libro se publicó sin ningún apoyo institucional. Se autoriza su reproducción total o parcial. Cualquier reclamación escribir a: ellatidodelamaquina@gmail.com Impreso en México / Printed in Mexico / Imprimé au Mexique

@Latido Máquina El latido de la máquina


Zoran Music

Biografía Introducción y traducción

Miguel Ángel Leal Nodal Edición bilingüe ..



Biografía



No sabía que volvería a pintar cadáveres. Es un tema que resurge cada vez que otro se vuelve imposible. Zoran Music



Zoran Music: lección de tinieblas en Dachau Digo paisaje para expresar algo terrible. Si digo paisaje, pienso en cadáveres. Zoran Music

Todos los sobrevivientes de los campos de concentración nazis portan como una herida infecta el recuerdo de la aniquilación. Cualquier palabra, cualquier sonido, cualquier imagen, cualquier sueño, hace surgir de nuevo la deportación, la cámara de gas o el horno crematorio. La serie “No somos los últimos”, del pintor de origen italo-esloveno Zoran Anton Music, es el recuerdo indeleble de los “paisajes de cadáveres” que, en los años del Tercer Reich, cubrieron casi todos los puntos de Europa. Tras ser detenido y torturado por la Gestapo, Zoran Music fue deportado a Dachau en noviembre de 1944 a la edad de 35 años por sos-

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pecha de pertenecer a la Resistencia y negarse a colaborar con las Waffen-SS. Allí, en Dachau, su primera impresión es la de la vastedad de la muerte, la cotidianeidad de la aniquilación, un mundo alucinante que se había vuelto real: cadáveres que, como montones de árboles caídos y hojas secas, dominaban el paisaje antes de ser incinerados. Sin embargo, a pesar del horror, Music no deja de privilegiar la mirada del pintor sobre la mirada del testigo. Antes que el testimonio, está la necesidad que impone su propia pintura, la “exigencia de la obra”: ninguna cámara de gas fue dibujada por Zoran Music. Su pintura y sus dibujos no pretenden “ilustrar” el horror. Tal como se conoce ahora, “No somos los últimos”, conformada por dibujos y pinturas, comienza a ver la luz en la década de los setenta. Music, en estos años, impulsado por la gran corriente del arte abstracto, intenta pintar conforme a este movimiento, pero el campo de exterminio impone sus leyes, penetra los cuerpos, domina los sueños: el recuerdo de los cadáveres apilados comienza a surgir como si las fosas comunes se desbordaran de nuevo. La pintura de Zoran Music se

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encuentra a sí misma en la devastadora experiencia de la deportación, la “vivencia de la muerte”, tal como llama el escritor y sobreviviente Jorge Semprun: “En torno a mí, sólo se hablaba de pintura abstracta. Comencé a sentirme inútil y débil al lado de esa gran corriente a la que pertenecían todos los artistas conocidos y críticos importantes. Entonces comencé a desviarme de mi camino. Intenté a mi manera hacer pintura abstracta. Y en esa tentativa perdí totalmente mi verdad personal. Es lo peor que le puede pasar a un artista, ya que sin ella dejará de existir. De esa confusión, de esa frustración, volvieron a surgir los cadáveres…”. Quizás algunas de las palabras más desconcertantes pronunciadas por un artista en torno a la creación de su obra hayan sido enunciadas por Zoran Music, palabras de un sobreviviente: “Me acuerdo de que fingía estar muerto, acostado entre los cadáveres que dibujaba. En todas partes había SS que vigilaban. Fingía estar muerto, inmóvil, para no perturbar el silencio y la calma del paisaje”. Durante su cautiverio, Music “organiza” aquí y allá papel para obedecer a un impulso absoluto: dibujar los mil detalles que vislumbra en

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los cuerpos moldeados por el agotamiento y el dolor, en los rostros de mirada implorante, en las manos y dedos que se aferran desesperadamente a la vida, en las venas azules, finísimas, que se perciben bajo la piel. La “exigencia de la obra”, en el pintor Zoran Music, es capturar la “belleza trágica” de los “paisajes de cadáveres” producidos por el genocidio, aprehender su “belleza” antes de que desaparezca y se pierda para siempre, en la fosa común o en el horno crematorio. La belleza como umbral de lo terrible. Music dibuja incansablemente allí, enmedio de la muerte, sin embargo no queda más que una mínima parte de sus dibujos. Al ser liberado el campo, la mayoría de los dibujos que habían sido escondidos entre la maquinaria de las fábricas desapareció cuando ésta fue incendiada por el ejercito norteamericano. “No somos los últimos” constituye una respuesta trágica y lúcida a la esperanza de que el genocidio nazi sea un hecho único e irrepetible. En los campos, las ejecuciones pretendían tener un carácter “didáctico” e intimidatorio ya que todos los prisioneros estaban obligados a presenciarlas. Poco antes de que el campo de Dachau

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fuera liberado, Music asistió al ahorcamiento de un prisionero acusado de sabotaje. Cuando la soga estaba a punto de desgarrar su garganta, el prisionero gritó a la multitud congregada: ¡Camaradas, yo soy el último! La respuesta de Zoran Music ha dado nombre a una de las obras paradójicamente más bellas e inquietantes de todo el siglo XX: “No, no somos los últimos”. La gran lección, una lección de tinieblas, trágica y dolorosa, que nos transmite Music, el detenido nº 128 231 de Dachau, es que el exterminio y la aniquilación seguirán cobrando su cuota de sangre: los muertos de Auschwitz, de Buchenwald, de Dachau, los muertos de cada uno de los campos engendrados por el nazismo, no serán los últimos ni los únicos, pues así lo han mostrado ya Siberia, Vietnam, Camboya, y un largo e infame etcétera… Contrariamente al incongruente “Nunca jamás” de las ceremonias conmemorativas, “No somos los últimos”, nos muestra que, aunque desgarradora, parece ser la única verdad lúcida y honesta frente a la memoria de estos muertos. Miguel Ángel Leal Nodal

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Biographie

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Biografía

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Aujourd’hui encore les yeux des moribonds m’accompagnent, des centaines de lueurs qui blessaient et qui me suivaient alors que je me frayais un chemin en passant par-dessus les corps : des yeux brillants qui, en silence, invoquaient le secours de qui pouvait encore marcher. C’étaient les dernières semaines au camp, et ces agonisants, les rescapés d’une longue marche à pied depuis d’autres camps lointains évacués : ceux que l‘on avait trainés jusqu-là et qui n’étaient pas tombés définitivement au bord de la route. Vers le soir, ceux qui étaient en train de mourir et ceux que l’on tenait déjà pour morts étaient entassés comme des pièces de bois, comme pour un bûcher, presque une tourelle. Petite tour hallucinante qui remuait, qui craquait, semblait-il, mais ces craquements n’étaient peut-être que les ultimes gémissements. La nuit, une neige légère se mit à tomber – nous étions en mars –, le lendemain matin la tourelle ne bougait plus.

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Aún hoy los ojos de los moribundos me acompañan, centenas de destellos que herían y que me seguían cuando me abría camino al pasar por encima de los cuerpos: ojos brillantes que, en silencio, imploraban ayuda a quien todavía podía andar. Eran las últimas semanas en el campo, y estos agonizantes eran los sobrevivientes de una larga marcha desde campos lejanos que habían sido evacuados: los que habían arrastrado hasta allí y que no habían caído irremediablemente en el camino. Al atardecer, los moribundos y los que ya daban por muertos eran apilados como pedazos de madera, como para una hoguera, casi una torrecilla. Parecía una pequeña torre alucinante que se movía, que crujía, pero quizás estos crujidos no eran sino los últimos gemidos. Por la noche, caía una ligera nieve –estábamos en marzo–, en la mañana del día siguiente la torrecilla ya no se movía.

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On vivait dans un monde au-delà de tout ce que l’on peut imaginer. Un monde absurde, hallucinant, irréel. Sur une autre planète peutêtre. Avec des règles étranges, un ordre précis, cruel, à la limite du crédible. Tout détenteur du moindre pouvoir, aussi petit fût-il, pouvait t’écraser comme un ver. Et tu acceptais cette réalité comme s’il n’était nul autre ordre possible. Tu en arrivais même à redouter le monde extérieur – celui que l’on rencontrait tout juste hors du camp – encore plus hostile : nous nous en rendions compte rien qu’à voir ceux qui, rattrapés, étaient de retour. Je ne pensais plus avec les pensées de la vie ordinaire. Dans une attente apathique, je vivais dans un paysage de morts et de mourants. En quarantaine dans la journée, on ne pouvait demeurer à l’intérieur : nous pataugions dans la boue, livrés au froid… Partout, des cadavres amoncelés. A midi, la soupe et un squelette encore debout, étraignant sa gamelle entre ses mains, cherche autour de lui un coin où avaler sa soue. Il avise une place libre, sur la tète d’un cadavre, il s’y met pour absorber le liquide, guère nourrissant mais au moins chaud. Nul souci de l’endroit où

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Vivíamos en un mundo más allá de todo lo que se puede imaginar. Un mundo absurdo, alucinante, irreal. Quizás en otro planeta. Con reglas extrañas, un orden preciso, cruel, en el límite de lo creíble. Quien poseyera un mínimo poder, por pequeño que fuera, podía reventarte como a un gusano. Y aceptabas esta realidad como si no hubiera ningún otro orden posible. Incluso llegabas a temer el mundo exterior –que se encontraba justamente al salir del campo– aún más hostil: nos dábamos cuenta de ello sólo con ver a aquellos que, recapturados, estaban de vuelta. Ya no tenía los pensamientos de la vida ordinaria. En una espera apática, vivía en un paisaje de muertos y de moribundos. Durante la cuarentena del día, no podíamos permanecer en el interior: chapoteábamos en el barro, sometidos al frío... Por todas partes, cadáveres amontonados. Al mediodía, la sopa: y un esqueleto todavía en pie, apretando la escudilla entre sus manos, busca a su alrededor un rincón para tragarla. Divisa un lugar libre sobre la cabeza de un cadáver, donde se acomoda para sorber el líquido, apenas nutritivo pero caliente por lo menos. No le preocupa el lugar donde está sentado, donde pone su mendrugo de

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il s’est assis, où il pose son quignon de pain fait de sciure et de patates. Adossés au mur, collés comme des brebis, l’un à l’autre afin d’avoir un peu plus chaud, nous nous balancions sur un rythme lent : un mouvement à gauche, un mouvement à droite, en murmurant en cadence un refrain triste et monotone. Au réveil, tu comptes les morts autour de toi : un… deux… trois… dessous… sur le còté… Dans la pièce où on se débarbouillait, d’autres cadavres empilés le long des murs, car il est impossible de les brûler tout de suite. Pendant l’hiver, tout raides, comme congelés, ils te tiennent compagnie. Une couche de têtes sur le devant, et au-dessus, une couche de jambes qui dépassent. Ma pensée travaille, elle œuvre d’une manière nouvelle. Plus guère la moindre place pour quelque logique. Nul sentiment de pitié à l’égard de ces morts. Ils ne sont plus que des objets, demain nous serons à leur place. Cette cohabitation avec eux dédramatise le contact : tout devient normal. Une vie de tous les jours où, comme dans un brouillard, ombres et fantômes, bougent. J’agis ainsi qu’un som-

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pan hecho de sobras y papas. Apoyados sobre el muro, apretujados como ovejas, uno contra otro para tener un poco más de calor, nos balanceábamos con un ritmo lento: un movimiento a la izquierda, un movimiento a la derecha, susurrando con cadencia una canción triste y monótona. Al despertar, cuentas a los muertos a tu alrededor: uno... dos... tres... abajo... al lado... En la pieza donde nos lavábamos, más cadáveres apilados a lo largo de los muros ya que es imposible quemarlos enseguida. Durante el invierno, rígidos, como congelados, te hacen compañía. Una capa de cabezas hacia el frente y, por encima, una capa de piernas que sobrepasa. Mi mente trabaja, actúa de una nueva manera. Casi no hay cabida para la lógica. Ni sentimiento de piedad para estos muertos. Ya no son más que objetos, mañana estaremos en su lugar. Esta cohabitación desdramatiza el contacto: todo se vuelve normal. Una vida cotidiana en la que, como en una tormenta, se mueven sombras y fantasmas. Actúo como un sonámbulo, como un esclavo, como un autómata, aceptando este teatro irreal, esta absurdidad total, como una cosa ahora ineluctable.

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nambule, qu’un esclave, qu’un automate, en acceptant ce théâtre irréel, cette absurdité totale, comme une chose désormais inéluctable. L’esprit est plongé dans des brumes; si, aux appels, on te place à gauche ou on te place à droite, – d’un côté les fours crématoires, de l’autre quelques jours ou quelques semaines de sursis, tu ne te rends même plus compte si tu te trouves à gauche ou à droite – car plus rien ne t’importe… Je commence timidement à dessiner. Le moyen, peut-être, de m’en sortir. Dans ce danger, j’aurais peut-être une raison de resister. J’essaie d’abord en cachette, dans le tiroir de mon tour, des choses vues chemin faisant en me rendant à l’usine : l’arrivé d’un convoi, le wagon à bestiaux entrouvert et les cadavres qui débordent. Le voyage a duré un mois, davantage peut-être, sans aliments, sans boissons, tout hermetiquement bouclé. Quelques survivants devenus fous hurlent, les yeux exorbités. Tout cela dans des relents indescriptibles de pourriture et de saleté. Plus tard, je dessine au camp même. Les jours passent… Et me voilà bientôt saisi par une incroyable frénésie de dessiner. Dans les der-

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La mente se hunde en brumas; si, en la selección, te mandan a la izquierda o te mandan a la derecha, –de un lado los hornos crematorios, del otro algunos días o algunas semanas de prórroga–, ya ni siquiera te das cuenta de si estás a la izquierda o a la derecha porque ya nada te importa. Tímidamente comienzo a dibujar. Una forma, quizás, de librarla. Con este peligro, tendré quizás una razón para resistir. Empiezo a escondidas, en el cajón de mi torno, con cosas vistas de camino a la fábrica: la llegada de un convoy, el vagón de bestias entreabierto y los cadáveres que se desbordan. El viaje ha durado un mes, quizás más, sin alimentos, sin bebidas, todo herméticamente sellado. Algunos sobrevivientes han enloquecido y aúllan, con los ojos desorbitados. Todo eso en medio de hedores indescriptibles a podredumbre y suciedad. Más tarde, dibujo en el campo mismo. Pasan los días... Y pronto me sorprende un increíble frenesí por dibujar. Durante las últimas semanas en el campo, el peligro de ser descubierto ha disminuido un poco. Llego a descubrir papel y tinta en la fábrica.

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nières semaines du camp, le danger d’être découvert a un peu diminué. Je parviens à dénicher dans l’usine du papier et de l’encre. Je dessine comme en transe, m’accrochant morbidement à mes bouts de papier. J’étais comme aveuglé par la grandeur hallucinante de ces champs de cadavres. De loin, ils m’apparaissent comme des plaques de neige blanche, des reflets d’argent sur les montagnes, ou encore pareils à tout un vol de mouettes blanches posées sur la lagune, face au fond noir de la tempête au large. Tout en dessinant, je m’agrippais à mille détails. Quelle tragique élégance dans ces corps fragiles. Des détails si précis; ces mains, ces doigts minces, les pieds, les bouches entrouvertes dans la tentative extrême de happer encore un peu d’air. Et les os recouverts d’une peau blanche, à peine un peu bleuie. Et la hantise de ne point trahir ces formes amoindries, de parvenir à les restituer aussi précieuses que je les voyais, réduites à l’essentiel. Comme broyé par je ne sais quelle fièvre, dans le besoin irrésistible de dessiner afin que cette beauté grandiose et tragique ne m’échappe pas. Chaque jour, je n’étais en vie que pour la jour-

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Dibujo como en trance, aferrándome mórbidamente a mis trozos de papel. Estoy como cegado por la grandeza alucinante de estos campos de cadáveres. Desde lejos, se me figuran como placas de nieve blanca, reflejos de plata sobre las montañas o, incluso, semejantes a toda una parvada de gaviotas blancas posadas sobre la laguna, frente al gran fondo negro de la tempestad. Al dibujar, me aferraba a mil detalles. Qué trágica elegancia la de esos cuerpos frágiles. Los detalles tan precisos, esas manos, esos delgados dedos, los pies, las bocas entreabiertas en la tentativa extrema de atrapar todavía un poco de aire. Y los huesos recubiertos con una piel blanca, apenas un poco azulada. Y la obsesión por no traicionar esas formas disminuidas, por lograr restituirlas tan preciosas como las veía, reducidas a lo esencial. Como fulminado por no sé qué fiebre, con la necesidad irresistible de dibujar para que esa belleza grandiosa y trágica no se me escapara. Cada día, permanecía vivo sólo por esa jornada: mañana será demasiado tarde. La vida, la muerte, todo para mí quedaba suspendido en esas hojas de papel. Pero estos di-

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née, –demain il sera trop tard. La vie, la mort, pour moi tout était suspendu à ces feuilles de papier. Mais ces dessins, les verra-t-on jamais ? Pourrai-je les montrer ? Sortirai-je vivant d’ici ? Nous savions qu’il avait été décidé d’anéantir ce camp, et nous dedans, avec les munitions incendiaires, dès la retraite de nos SS. Et je me demandais : pourquoi suis-je ici ? Est-ce que cela a un sens, un but, que de m’avoir fait vivre tout cela ? Cet univers du non-sens serait-il un purgatoire ? Et va-t-il m’amener à découvrir la vérité ? Réduit moi-même à l’essentiel, finirai-je par saisir à quel point était vain tout ce que j’avais vécu jusqu’alors ? J’ai appris à voir les choses d’une autre façon. Dans ma peinture même, plus tard, ce n’est pas que tout ait changé radicalement. Ce n’est nullement par réaction contre l’horreur que j’ai redécouvert la félicité de l’enfance. Petits chevaux, paysages de Dalmatie, femmes de Dalmatie, ils étaient là bien avant. Seulement, après, il m’a été donné de les voir autrement. Après la vision de ces cadavres dépouillés de toute marque extérieure, de tout superflu, débarrassés du masque de l’hypocrisie et des distinctions dont s’agré-

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bujos, ¿los verán algún día? ¿Podré mostrarlos? ¿Saldré vivo de aquí? Sabíamos que habían decidido destruir este campo con las bombas incendiarias, con todo y nosotros, en cuanto se retiraran nuestros SS. Y yo me preguntaba: ¿por qué estoy aquí? ¿Tendrá algún sentido, algún fin, hacerme vivir todo esto? Este universo de lo absurdo, ¿será un purgatorio? ¿Me llevará a descubrir la verdad? Reducido a lo esencial, ¿acabaré yo por comprender hasta qué punto es vano todo lo que he vivido hasta ahora? Aprendí a ver las cosas de otra forma. En mi propia pintura, más tarde, no es que todo haya cambiado radicalmente. De ningún modo fue por reacción contra el horror que redescubrí la felicidad de la infancia. Los pequeños caballos, los paisajes de Dalmacia, las mujeres de Dalmacia estaban ahí desde mucho antes. Solamente después me fue dado verlos de otra forma. Después de la visión de esos cadáveres despojados de toda marca exterior, de todo lo superfluo, desembarazados de toda máscara de la hipocresía y de las distinciones con las cuales se adornan los hombres y la sociedad, creo haber descubierto la ver-

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mentent les hommes et la société, je crois avoir découvert la vérité, la vérité terrible et tragique qu’il m’a été donné d’atteindre. Les paysages dalmates sont revenus, mais ont perdu tout ce qui y était en trop, et frivole. S’y sont ajoutés les paysages autour de Sienne, – et ce sont bien des cadavres nus, tourmentés par les intempéries. Mais, ne serait-ce que pour ma peinture, il me fallait cette grande leçon. Zoran Music

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dad, la verdad terrible y trágica que me ha sido dado alcanzar. Han vuelto los paisajes dálmatas, pero han perdido todo lo que había de excesivo, y de frívolo. Se han añadido los paisajes alrededor de Siena, –y ahí están los cadáveres desnudos, atormentados por las intemperies–. Pero, ¿no será que para mi pintura me era necesaria esta gran lección? Zoran Music

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Biografía de Zoran Music se terminó de imprimir en días animales y turbios, año de catástrofe. No a todos les será dado alcanzar la belleza: esta primera y única edición consta de 300 ejemplares. Cuidado de la edición: El latido de la máquina.

Núm. de ejemplar:


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Y yo me preguntaba: ¿por qué estoy aquí? ¿Tendrá algún sentido, algún fin, hacerme vivir todo esto? Este universo de lo absurdo, ¿será un purgatorio? ¿Me llevará a descubrir la verdad? Reducido a lo esencial, ¿acabaré yo por comprender hasta qué punto es vano todo lo que he vivido hasta ahora?

Zoran Music


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