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BALANCE DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE 2011
Y SU PAPEL EN LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ1
Diego Isaac Álvarez Beltrán
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1. Esta reflexión se da en el marco de los esfuerzos investigativos actualmente realizados a partir del convenio entre la Universidad Nacional de Colombia y la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV).
Introducción
El propósito del presente artículo es realizar un balance general sobre algunos de los trabajos más relevantes, escritos en los últimos años, con respecto al movimiento estudiantil del 2011, mientras se articula con una reflexión sobre el papel desempeñado por el movimiento estudiantil de la MANE, en la visibilizacion de la paz como demanda política. Para ello, se proponen tres momentos:
Primero, se revisarán los principales trabajos de la presente década sobre el movimiento estudiantil de 2011. Segundo, con base en algunos de los textos clásicos sobre el movimiento estudiantil de la segunda mitad del siglo XX, se señalará cómo se identifica negativamente la articulación entre lo gremial y lo político, propia de las experiencias de movilización estudiantil de los años sesenta y setenta. Finalmente, se propondrá una interpretación alternativa, donde la articulación entre lo gremial y lo político sea positiva pues permitió que la MANE, entre otras cosas, posicionará la paz como una demanda política legítima de cara a la sociedad.
El movimiento estudiantil en el siglo XXI
Tal vez el primer trabajo realizado sobre el movimiento estudiantil de 20112 está contenido en el artículo de Edwin Cruz, La MANE y el paro nacional universitario de 2011 en Colombia. Aquí, Cruz se propone analizar el ciclo de protestas de 2011, a partir de tres variables fundamentales: una referida a las estructuras sociales de carácter nacional e internacional, que configuraron condiciones de posibilidad, favorables para la emergencia de la movilización estudiantil, entre las cuales están el movimiento estudiantil chileno y los diversos sectores sociales, los cuales se sumaron favorablemente a la movilización estudiantil universitaria (familias, sindicatos, estudiantes de secundaria, etc.); otra variable organizativa dada por la estructuración de la MANE, como plataforma consolidada a nivel regional y nacional, la cual logra aglutinar las principales organizaciones políticas estudiantiles de izquierda y estudiantes no organizados. La última variable subjetiva, se refiere a la creación de una identidad política a través de
2. Meses antes de la publicación del artículo de Edwin Cruz, el artículo de Mauricio Archila (2012), “El movimiento estudiantil en
Colombia, una mirada histórica” hace referencia al movimiento estudiantil de 2011, ubicándolo en el periodo de crisis y recomposición comprendido entre 1991 y 2011. la demanda de la educación como derecho y no como mercancía (2012, p. 142).
Posteriormente, en la tesis de maestría de Yudy Alejandra Guarín (2015), ella se propone responder la pregunta: “¿Cómo se configuran las subjetividades políticas de los integrantes de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE) a partir de sus acciones en el periodo 2011-2015?” (p. 125), identificando el papel central de las trayectorias de vida de algunos activistas estudiantiles de varias organizaciones políticas; la apropiación de los problemas sociales del país, por parte del estudiantado en general; el cambio de repertorios de movilización, y la reafirmación, de cara a la sociedad, de una identidad política contestataria en los estudiantes universitarios, como dimensiones pertinentes para entender el sujeto social que se despliega, tanto en el proceso de movilización de 2011, como en el momento posterior a la construcción programática emprendido por la MANE hasta el año 2015.
Un año después, el artículo Participación y acción colectiva del movimiento estudiantil (2016) escrito por estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia3 , describe los mecanismos programáticos, organizativos y comunicativos de la MANE, con el fin de rescatar de esta experiencia elementos o insumos, en función de propiciar la participación de la sociedad en el marco de los diálogos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el gobierno colombiano. Ese mismo año, se publicó el artículo de Sandra Patricia Díaz (2016), quien explora, desde una metodología de análisis del discurso, lo que se denomina como la producción discursiva de la MANE, entendida como un caso empírico a través del cual se reconstruye la categoría de ‘discurso contestatario’ (p. 234).
Finalmente, la tesis de Yishar Mauricio Pérez (2017), donde se plantea un análisis político de la coyuntura de 2011, con miras a describir la articulación de los distintos actores y fuerzas políticas que en ella intervinieron. Esto, a partir de un marco teórico de corte gramsciano, el cual indaga sobre la dimensión política y moral (intelectual) del movimiento de 2011; en pocas palabras, se pretende:
[…] dimensionar el lugar político de las luchas estudiantiles, situarlas como aristas de disputa y de conformación de la intelectualidad y de sus formas, comprendiendo el lugar que a la intelectualidad y a la cultura le da Gramsci en las sociedades modernas. (2017, p.12)
3. Diego Álvarez, Lilly Bernal, Juan Forero, Jonathan Gutiérrez, Nicolás Martínez, Mario Moreno y Natalia Parra.
El movimiento estudiantil en el siglo XX La literatura sobre el movimiento estudiantil colombiano, por lo menos aquella referida a la segunda mitad del siglo XX es supremamente variada. No obstante, si se toman los estudios más clásicos referidos a este periodo (Le-Bot, 1984; Leal-Buitrago, 1981; Ruíz-Montealegre, 2002), todos ellos coinciden en señalar que, a partir de 1958, se pasa de un movimiento estudiantil ampliamente influenciado por el bipartidismo, sobre todo durante la dictadura de Rojas Pinilla, a un movimiento estudiantil que, luego de la instauración del Frente Nacional, adquiere un carácter antiestablishment, es decir, antagónico con respecto a las elites políticas liberales y conservadoras.
La politización del movimiento estudiantil luego de 1958, además de obedecer a factores geopolíticos, como la revolución cubana de 1959, encuentra en las organizaciones de izquierda, surgidas a partir de este momento, un espacio de potenciación. Tal hecho, no obstante, ha sido negativamente valorado en muchos casos, dado que, de cierta manera, supuso la absorción del movimiento estudiantil en una lógica externa a las reivindicaciones propias del estudiantado universitario como gremio, es decir, el movimiento estudiantil primero planteó la transformación de la sociedad, dejando de lado las disputas por la transformación del modelo de universidad. Tal articulación entre un movimiento estudiantil con demandas sociales de tipo gremial, y un movimiento estudiantil con demandas políticas de carácter revolucionario o progresista resulta problemática.
Siguiendo a Jorge Cote (2009), quien toma como caso de estudio el movimiento estudiantil y el programa mínimo de 1971, no puede desligarse lo social de lo político para entender al movimiento estudiantil, es decir, existe una estrecha relación entre movimiento estudiantil y organizaciones políticas de izquierda, y dicha relación no es de carácter negativo (como muchas veces es caracterizada por autores como Le-Bot o Leal-Buitrago). En palabras de Cote estos autores: “[…] culpan a esta politización de los procesos de fragmentación del movimiento […]” (p. 415). No obstante, el problema merece ser visto desde otra perspectiva:
[…] podría decirse que, por lo menos hasta la década del setenta, el movimiento estudiantil no se puede entender sin tener en cuenta la estrecha relación entre estudiantes y política. Dicho de otra manera, el surgimiento y evolución del movimiento estudiantil está íntimamente ligado a la política partidista de una época determinada (p. 415). Lo social y lo político en 2011
Puede plantearse que la tesis de Cote resulta acertada si se mira la manera en la que el movimiento estudiantil de 2011 se estructuró, en un primer momento, alrededor de las organizaciones estudiantiles de izquierda. Evento que se manifiesta en el hecho de que los estudiantes no se movilizaron únicamente en un horizonte de demandas sociales de tipo gremial, sino que dichas demandas fueron indisociables de las demandas políticas (estas dos dimensiones están contenidas en el programa mínimo de la MANE). Por ejemplo, el punto de la ‘relación universidad sociedad’ (sexto punto del programa), además de señalar la necesidad de un nuevo modelo pedagógico para la universidad pública, exhorta a buscar una salida política al conflicto armado: “El estudiantado exhorta la concreción de la solución política y dialogada al conflicto armado interno que vive el país.” (MANE, 2011). Tal reivindicación denota la profunda articulación entre las demandas gremiales y políticas en la MANE. Así mismo, el hecho de que la paz como demanda política cobre posteriormente amplio protagonismo en los distintos ciclos de movilización, dados durante la presente década, por diversos sectores sociales (campesinos y clases medias), permite ubicar, en el movimiento estudiantil de 2011, un precursor de la disputa política por la construcción de paz en nuestro país, o, en otras palabras: “Por una nueva educación para un país con Democracia, Soberanía y Paz”.
Conclusión
Esta breve revisión de la literatura sobre el movimiento estudiantil de la última década busca hacer resonancia de muchos trabajos investigativos, cuyas reflexiones críticas, muchas veces desconocidas, constituyen un valioso saber teórico-histórico, que bien podría alimentar los procesos actuales de lucha estudiantil que vienen dándose desde finales del año 2018. Igualmente, la reflexión sobre la relación entre lo gremial y lo político en la historia del movimiento estudiantil no es más que la expresión de una preocupación acerca del incierto horizonte político actual que experimentan muchos de los sectores sociales, entre ellos el de los estudiantes.
Referencias
Álvarez, D., Bernal, L., Forero, J., […] & Parra, N. (2016). Participación y acción colectiva del movimiento estudiantil. En: Currea-Lugo, V. de. (Ed.). Metiéndole pueblo a la paz. Para la participación de la sociedad en el proceso Gobierno-ELN (pp. 194-200). Bogotá: Ántropos Ltda. Archila, M. (2011). El movimiento Estudiantil en Colombia. Una mirada histórica. Revista Osal. Observatorio Social de América Latina, (31), 71-103. Cote, J. (2009). El movimiento estudiantil de 1971: entre la homogeneidad y la heterogeneidad. En: M. Archila (Ed.). Una historia inconclusa: izquierdas políticas y sociales en Colombia (pp. 413-462). Bogotá: Cinep, Colciencias y Programa por la Paz. Cruz, E. (2012). La MANE y el paro nacional universitario de 2011 en Colombia. Revista de Ciencia Política, 7(14), 140-193. Díaz, S. P. (2016). El discurso político de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil: dimensión polémica y ethos discursivo. En: G. Olave & E. Narvaja (Coords.). Discurso y política en Colombia: problemáticas actuales (pp. 233-260). Medellín: La Carreta Editores. Guarín, Y. A. (2015). Configuraciones de subjetividades políticas en los integrantes de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE): los jóvenes como protagonistas de acción (tesis de maestría). Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, Colombia. Recuperado de: http://bit.ly/38QwtRR Leal-Buitrago, F. (1981). La frustración política de una generación. La universidad colombiana y la formación de un movimiento estudiantil 1958-1967. Desarrollo y Sociedad, (6), 299-325. Le-Bot, I. (1984). El movimiento estudiantil durante el Frente Nacional: 1958-1974 En: Educación e ideología en Colombia (pp. 55-60). Medellín: La Carreta Editores. Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE). (2011, 02 de octubre). Programa Mínimo del Movimiento Estudiantil Universitario Colombiano. Recuperado de: http:// bit.ly/2Sje1v6 Pérez, Y. M. (2017). Semillas que nacen para vencer. Movimiento estudiantil en 2011. Estudiantes como forma intelectual, Universidad Nacional de Colombia (tesis de pregrado). Ruíz-Montealegre, M. (2002). Sueños y Realidades: Procesos de organización estudiantil 1954-1966. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.






