El Creacionista #31

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EL CREACIONISTA

Artes, Cultura y Literatura MAYO 2021

ISSN: 2683-2283

OPEN YOUR EYES POESÍA NARRATIVA COLUMNA FILOSOFÍA CULTURA


EL CREACIONISTA, año 2. No. 31, Mayo 2021, es una publicación electrónica mensual, editada por Alma A. C. Carbajal Guzmán, calle 42 Poniente. Tel. (222) 9455332, Puebla, Puebla, México, https://issuu.com/elcreacionistarevista/docs/el_cr eacionista, elcreacionista_@hotmail.com. Editor responsable: Alma A. C. Carbajal Guzmán. Reserva de Derechos: En trámite. ISSN: 26832283. Autor. Responsable de la última actualización de este Número, EL CREACIONISTA, Alma A. C. Carbajal Guzmán. Fecha de última modificación, 3 Diciembre 2020. El contenido y las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación, citando invariablemente la fuente sin alteración del contenido y dando los créditos autorales. El propósito de esta publicación es contribuir a la divulgación efectiva de las nuevas incursiones de la literatura y escritores contemporáneos de México y de otros países de habla hispana. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos o imágenes de la publicación sin previa autorización del autor y editora Alma A. C. Carbajal Guzmán.


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Si buscas compartir de forma literaria o artística puedes mandarnos un correo y estaremos gustosos de sumar tu trabajo a nuestra versión digital, así como en nuestro sitio web Ante todo queremos que artistas e inquietos literarios, busquen crear, imaginar y que se dejen llevar por todo aquello que las letras pueden ofrecer. El Creacionista extiende esta invitación a todas las artes. Si buscan otro espacio para darse a conocer y compartir información no dejen de escribirnos a: elcreacionista_@hotmail.com No aparentes, tienes mucho por escribir. Coordinador Editorial Responsable: Alma A.C. Carbajal Guzmán


CONTENIDO Nota del Editor

7

LA CREACIÓN TAL VEZ ESTA ESTACIONADA ENTRE LA MASCARILLA, LA RUTINA DEL GEL, LAS COSTUMBRES PANDÉMICAS NOS ABSORBEN LENTAMENTE.

Lalo Vázquez

8

CUANTO TIEMPO PASO, NO LO SÉ, HASTA QUE EN SUEÑOS SENTÍ JUNTO A MÍ LA PRESENCIA DE ALGUIEN QUE ME TOCABA EL PECHO...

Adán Echeberría

14

DERECHOS DEL LECTOR 1. EL LECTOR PUEDE LEER LO QUE LE DÉ LA GANA. 2. EL LECTOR PUEDE ABANDONAR UN LIBRO SI LO DESEA...

19

Ivonne Vira

AMORFO.

ESTA ES LA CUARTA VEZ QUE TOMA EL TELÉFONO, PERO NO SE ATREVE A MARCAR EL NÚMERO. SE MUEVE DE UN LADO A OTRO DE LA HABITACIÓN, ESTÁ NERVIOSO, SE SIENTE INSEGURO...

23

César Romero

FUE HACE TIEMPO, ANTES DE UNA JORNADA EN QUE ME VI OBLIGADO A LEVANTARME POR LA MADRUGADA...

26

Daniel Bencomo . POETRY

LA HOSTIA QUE LO BORRA EL TIGRE YA NO ESTÁ, SORDO CANAL DE NEGRA MIEL LO ABATE. SE ABRE EL NO EXISTIR DENTRO DE SÍ...


Juan Marcos Chávez C.

ACÉRCATE HERMOSO EFEBO.

Lorena Avelar

UNTO ESCARLATA: LOS CONFINES DEL TIEMPO. ESTAR AQUÍ O ALLÁ DA SIEMPRE LO MISMO, NO HAY UN LUGAR EN EL MUNDO QUE NO SEA HERMOSO...

Juan Carlos Pérez Castro

EL DOLOR DE LO EXTRAÑO.

NUESTROS TIEMPOS SE HAN CARACTERIZADO POR UNA TREMENDA DESHUMANIZACIÓN, LA CUAL, SE MUESTRA EN CADA FACETA DE LO HUMANO...

28 29 31


DEL EDITOR La manifestación activa de las personas, la voz que soslaya los silencios en lo alto y bajo de las calles, son expresiones revolucionarias de un cambio futuro. La escritura de igual forma es una manifestación, elaborada desde la purificación de la palabra, donde se contienen más de cien voces, o veces solo una, de cualquier modo, es una chispa infalible que danza en la interpretación de quien lee, reflexione y concluye. Las letras son puertas que se abren y se cierran, esperando el fallo definitivo del tiempo,

para

ofrecer

alivio

a

los

que

agonizan

de

justicia,

comprensión, de amor y sobre todo de entendimiento humano.

ALMA A. C. CARBAJAL GUZMÁN

de


ME DORMÍ O ME MORÍ ESCRITO POR LALO VÁZQUEZ.

Eran casi las 11.40 de la noche, entre a mi recámara y el cansancio apenas me dejaba mover, entre bostezos, saque del buro mi ropa de dormir y como si fuera un gran sacrificio me cambie, destendí la cama y acomode la almohada con unos golpecitos para hacerla más cómoda y me metí entre las cobijas, intentando leer un poco del libro de poemas de Herminio Martínez llamado “Animales de Amor”, pero mi cansancio era terrible, yo creo como nunca había sido, una pesadez exagerada, como jamás en la vida la había tenido. Solamente leí un pequeño párrafo del libro y mis fuerzas y parpados ya no dieron más, cerré el libro, apagué la lámpara y todo se volvió oscuro.

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Cuanto tiempo paso, no lo sé, hasta que en sueños sentí junto a mí la presencia de alguien que me tocaba el pecho con un estetoscopio, supuse que era un doctor que les decía a los que estaban con él, ̶ que ya no había nada quehacer ̶ . Me quedé muy sorprendido pero yo no podía hacer nada, ni siquiera moverme, después todo se oscureció, seguí dormido profundamente.


Tiempo más tarde escuche el sonido de unos tacones, en un lugar donde se hacía eco y se percibía un aroma a flores, tal vez serían como a Nardos o Crisantemos, lo más raro de todo es que yo no tenía control de mí, ni sentía mi cuerpo, ni siquiera tenía fuerzas para abrir mis

parpados mal cerrados,

tampoco cerrarlos bien, solo escuchaba todo lo que pasaba por el lugar, el ruido de algún automóvil o una motocicleta y después silencio total, se escuchaba el murmullo de algunas personas hablando y otra vez silencio total. La mujer de los tacones se acercó hasta donde yo estaba y logre escuchar el sollozo de su llanto y algo decía, pero no logre escucharla bien, ahí me di cuenta que estaba como en una caja, pensé que tal vez era una caja de muerto, siguió el llanto y en poco tiempo el sueño, invadió todo mi ser. ̶ ¿Cuánto tiempo paso?

Mi oído captó un canto, con mucha atención me pareció reconocerla voz de algún amigo, que al final de su canción se acercó y casi gritándole oí decir: ̶ Descansa en paz amigo nunca te voy a olvidar.

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No lo sé.


Este maldito cansancio no me dejaba reaccionar ni hacer nada y con mucha aflicción me preguntaba. me dormí o me morí?

̶ ¿Con una chingada,

¿Cómo saber? ¿Quién me podría decir? ̶ . Sentí una inmensa desesperación de no poder gritar, ni moverme o retorcerme para que supieran que no estoy muerto, mi cuerpo parecía de palo, sin ningún movimiento, una vez más me invadió ese letargo y todo se volvió oscuro. Hasta que un murmullo de voces me hizo reaccionar otra vez y escuche que era mi hijo y mi hermano que estaban parados frente al ataúd y mi hermano le preguntaba:

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̶ ¿Pues qué paso? ̶ Se fue a dormir como alas doce ̶ contesto mi hijo ̶ cuando entre a su cuarto para sacar la chamarra que olvide, lo vi muy raro y no respiraba, le llame por teléfono lo más rápido que pude al doctor, y se vino lo más pronto que pudo, lo reviso y se dio cuenta que estaba muerto, que según esto le dio un paro cardiaco, él medico nos dio un papel para entregarlo a la funeraria y nos venimos para acá.


Todo esto lo alcance a escuchar porque la caja la tenían abierta y solo me separaba el vidrio y con mis ojos entreabiertos, muy apenas logre ver que era mi hermano y mi hijo. Se persignaron y se fueron. Minutos más tarde, comenzaron a rezar, una voz de mujer rezaba el rosario, no se me hizo conocida y los que respondían el rezo, se escuchaba que eran bastantes personas, pero no pude reconocer las voces. Yo sentía que iba a explotar de la impotencia de no poder hacer nada, y como hacerles saber que no estoy muerto, no podía gritar. Lo que me di cuenta era, que cada vez queme desesperaba me ganaba el sueño y el cansancio, así sin querer volvía perder la noción del tiempo.

Entre sueños escuche que un mariachi tocaba la canción de las golondrinas, sentía el movimiento de la caja y de pronto todo se detuvo. Por el movimiento deduzco que cargaron el ataúd, porque la parte de mis pies lo levantaron más y casi quedo con la cabeza hacia abajo, lo pusieron como en una carretilla y empezó a rodar, de pronto me imaginé que estábamos entrando aun templo, luego todo se calmó y no hubo más movimiento, solo me quede escuchando, todo era silencio. En cuestión de unos minutos el padre empezó a hablar.

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Lo que alcance a escuchar que hablaba de mí, decía que yo era un buen ciudadano y un padre ejemplo, que mi vida no había sido sencilla por la responsabilidad que tuve de quedarme solo con mis hijos, que era un buen católico y siguió hablando.

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La misa continuaba y yo desesperado no podía rendirme, ya no soportaba más, porque no tenía la manera de comunicarme, así que intente lo que más podía, con todas las ganas de mi alma, intente moverme y fue inútil, intente gritar y también fue inútil y con un esfuerzo enorme en el momento preciso que estaba sonando la campana para que todo el mundo se arrodille, con toda el alma me esforcé y abrí los ojos, con gran sorpresa me di cuenta que estaba en mi cama, en mi habitación y el sonido del reloj sonaba marcando las 6.00 de la tarde; yo siempre lo pongo a las 6 de la mañana, pensé que alguien lo había movido y el reloj sonó 12 horas después. Apague el reloj y me quede sentado al borde de la cama pensando.


Que sueño tan horrible, sentía una angustia muy grande y ganas de llorar, inmediatamente me vestí, me salí de mi cuarto a buscar a quien fuera, para platicarle lo que había soñado, los busque por toda la casa, me extraño mucho que no hubiera nadie, sobre todo a esa hora. Maldito sueño lo seguía recordando. Después ya un poco más tranquilo al sentirme otra vez de regreso a la vida, me fui a la sala, prendí la televisión, me senté en el sofá y en ese momento regresaba la familia completa, no sé de donde, los vi entrar llorando, todos venían vestidos de negro, me pare frente a ellos y mi hija la mayor les dijo; - ¿Quién dejo la televisión prendida? - Si mi papá estuviera vivo, nos pondría una buena regañada.

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DERECHOS DEL LECTOR

ADÁN ECHEVERRÍA G.

1. El lector puede leer lo que le dé la gana. 2. El lector puede abandonar un libro si lo desea. 3. El lector puede decir lo que piense o sienta del libro que ha leído. 4. El lector puede comprar o adquirir todos los libros que desea leer, aunque no tenga tiempo de leerlos todos.

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5. El lector puede no leer los prólogos ni las introducciones, ni siquiera las notas al pie. 6. El lector leerá libros, discos, audios, cine, cómics, folletos y hasta cajas de cereal.


7. El lector puede decidir no opinar sobre un libro que haya leído. 8. El lector puede decidir no leer los libros que están de moda y menos los libros que los grandes críticos recomienden. 9. El lector es el único que le puede quitar las ínfulas de dios a un escritor. 10. El lector no tiene que sentirse escritor, ni tiene que ser académico. El lector es lector y punto.

Una vez que hemos enumerado cuáles son los derechos como el acto lector es un acto para nosotros mismos. la capacidad de poder que contiene nuestro

lenguaje. Hemos aprendido a leer y a escribir; alguien nos ayudó en ese aprendizaje, y deberíamos estar por siempre agradecidos

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lector, hay que dejar muy claro que: egoísta, es algo que compartimos Tenemos un gran poder, que es decodificar los signos escritos


Leer es un acto de rebeldía. Leer es un acto de amor. Leer es un acto de libertad total. Nadie debe querer quitarte el derecho de decir lo que piensas acerca de una lectura que has realizado. Vendrán los falsos escritores, los malos escritores, a decirte que No le entendiste, que No tienes las herramientas suficientes para entender sus maravillosas obras. ¡No te arredres! ¡No permitas que nadie quiera limitarte o empequeñecerte con sus inseguridades! Leer, y hablar de lo leído es lo que hace a la humanidad avanzar. Si todos tuviéramos esa oportunidad de educarnos, de decir lo que pensamos de una lectura, de un libro, de una historia, de un poema, de una antología, seríamos un mejor país. Podríamos encarar incluso a los tiranos.

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Queremos volvernos un país de lectores, pero enseguida limitamos le lectura del otro: No entendiste. Me tienes ojeriza. Sólo buscas dañarme. “No eres gay no puedes hablar de literatura escrita por gays”. “No vives en Ciudad de México, no puedes entender una obra escrita por un autor de Ciudad de México”. “No eres mujer, no puedes hablar sobre una obra escrita por mujeres”.


El solo hecho de elaborar las anteriores sentencias es ya un equívoco. No podemos ser nosotros, los escritores, los promotores de lectura, los antologadores, quienes decidamos cómo puede hablar el otro, el que nos lee. Pero continuamente lo hacemos. Le exigimos callar. Si tenemos una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, entonces creemos que ya todo lo hemos logrado, y estamos cubiertos de un material en el que todo aquel que no le guste mi trabajo es porque es un envidioso o peor aún, un mal lector. Así con los ganadores de premios literarios. No, queridos escritores. El gusto de tres jurados no hace poeta a nadie. El gusto de un Comité que otorga una beca de

propio trabajo. Y, sobre todo, mejorar cada día. Abandonemos el papel de víctima en el ropero de la antigüedad.

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literatura no hace escritor a nadie. Para ser escritor hay que escribir, y escribir bien. Para hacer antologías hay que documentarse y hacerlo bien. Dejar de poner pretextos. Dejar de acusar las lecturas del otro, y mirar con ojo crítico tu


Respetemos los derechos de los lectores. Aceptemos o No Aceptemos su crítica, pero no queramos callarlos. Ni busquemos fantasmas donde no los hay. Escribir lleva tiempo y es un Oficio loable por el que los escritores merecerían ganar dinero. Leer también implica tiempo de lectura, tiempo del lector dedicado a una obra. Un lector que trabaja todos los días y devenga un sueldo. Utiliza su dinero para hacerse de una obra, e invierte tiempo en leer dicha obra. No vas a venir tú, escritor, a burlarte de su tiempo y a no respetar las horas que ha invertido. Si la obra (producto mercantil, al fin) no fue de su agrado, el lector tiene derecho a destrozarla. Es muy

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simple de entender. Pero en la escritura como en la lectura hace falta algo que se ha perdido: Humilde honestidad.


AMORFO ESCRITO POR IVONNE VIRA

So please, please, please, let me, let me, let me let me get what i want this time. The Smiths <<Please Please Please Let Me Get What I Want>>

Esta es la cuarta vez que toma el teléfono, pero no se atreve a marcar el número. Se mueve de un lado a otro de la habitación, está nervioso, se siente inseguro. No sabe cómo decirle, no encuentra las palabras adecuadas, como si a estas alturas las palabras se pudieran clasificar, como si de verdad su peso no importara. Ya

no

quiere

nada.

Lleva

toda

la

semana

evitando

recrear

la

conversación, puede recordarlo todo y le duele. Maldice su suerte, su necesitar, debe borrarlo todo. Vacía la vitrina, acaba con todas la botellas, con los restos de las botellas del fin de semana pasado, pero no consigue nada, ahí está el tacto, los susurros, y siente que se arrepentirá para siempre.

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estúpida mente que le va dejando notas para no olvidar. Mas que


No le ha dicho la verdad. Tiene miedo de romper la barrera que los separa o peor aún de intensificar la que los une. Él sabe que no es difícil, basta con tomar el teléfono y llamarla, decirle que se arrepintió, que ha retrasado el viaje, pero eso ¿qué significa? ¿Qué significa para él, para ese cuerpo sin rumbo, sin forma? Él que siempre ha sido tan fácil de llevar, de perderse en cualquier mente, siempre está en busca de algo, de alguien, de ella, de todo y nada. No fueron las cosas que dijo las que le preocupan, sino las que le hicieron falta escuchar, pero no sabe cómo reclamarlas, cómo exigirlas. Ante ella es difícil hacer preguntas sin terminar con más dudas. Ir de un punto a otro y estancarse en el sinsentido ¿Cómo sentirse una bestia a su lado? Ella que siempre ha sido dueña de todas las palabras ¿Cómo ignorar todos los sentimientos acumulados? ¿Cómo moverse sin provocar caos? Él no niega, afirma su etérea presencia, esas dos rendijas que lo invaden y le piden que se entregue, que ignore todo y que se pierda junto a ella.

No se quiere sentar en el sillón y ultrajar los recuerdos. El cuerpo le tiembla sólo con estar cerca, la oscuridad lo llena, le susurra que ya va siendo hora de tomar una decisión, pero ella no llama. Él sabe que ella no llamará, se convenció de eso en cuanto se despido de él. Sabía que comenzaría a lamentarse en cuanto cruzara el umbral.

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—Son sus manos lo que necesito —se repite.


Son sus manos el cobijo que necesita. Pobre diablo, antes de la fiesta, antes del encuentro, él ya estaba perdido. Su alma había sido masacrada por una fuerza desconocida. Él, al que nada le importaba, aún seguía temblando, hablando solo, rogándole al vacío que la traiga, pidiéndole que le conceda una ronda más. Ha perdido la cordura y la determinación. Se detiene a pesar de los temblores, respira, trata de componerse pero la maleta sigue ahí, espera por él, sabe que debe darle tiempo, que ya casi está listo para partir. Prende un cigarro, le da el prime golpe y por fin se sumerge en el sillón. —¡Qué bien se mueve! ¡Con que maestría se comunica! —se repite. Pasan horas, minutos necesarios, al final se duerme. Por primera vez desde el último abrazo no hay pesadillas ni sueños, sólo descansa. Se sumerge en la oscuridad, por un rato deja descansar la imagen, la estampa a la que tanto le ha rezado. La luz y las aves están ahí, igual que aquel lejano amanecer junto a ella, como el día en que descubrió que era posible carecer de estructura. Ese era el efecto que ella le provocaba, la oferta de una posibilidad única, la unión del todo y la nada. ¿En qué momento entró? ¿Cuándo se convirtió en el único eje? Desconocía la respuesta, él sólo sabía que la necesitaba, que ya no era posible seguir.

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¿Para qué irse si podía tenerla, para qué poseerla cuando ya se estaba marchando?


Las manos le tiemblan. Desear ya no es suficiente, recorrer los bordes sólo lo martirizan, ya no es necesario imaginarla, ella está ahí, y por eso no puede tomar una decisión. No sabe si irse como lo había planeado o quedarse con ella. Él sabe que si no hubiera sido por su partida nunca habría estado entre sus brazos. Ni una palabra los hubiera tocado.

Era casi el mediodía cuando se decidió y llamó al taxi. Todo estaba tan iluminado que casi cegaba. Antes de salir de la casa marcó, pero ella no contestó.

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–Mañana, siempre será mañana—se dijo, tomó la maleta y se marchó.


EL PRIMER DÍA ESCRITO POR CÉSAR ROMERO

Fue hace tiempo, antes de una jornada en que me vi obligado a levantarme por la madrugada. Estaba esperando la llegada de Marcos, un compañero de la constructora, para irnos a trabajar en las reparaciones de la autopista, cuando el panorama atrajo mi atención.

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Gracias a mi posición privilegiada en una de las esquinas del zócalo (aquella ciudad podría ser cualquiera) fui testigo del florecimiento de la mañana. En el cielo pude apreciar un conjunto de nubes peculiares: por un lado se veían densas y oscuras, no obstante por otro los primeros rayos del sol penetraban con libertad, descubriendo la blancura de unos finos velos que avanzaban temerosos y terminaban por acariciar el azul índigo del horizonte. Hacia todo esto las ramas de los árboles se alargaban con evidente alegría, parecían muy abundantes, era difícil imaginar la cantidad de pájaros que allí dormían y que ya iniciaban el griterío confuso que es común en esa hora. El aire estaba frio y húmedo pues había llovido toda la noche, sin embargo yo miraba enternecido todo esto. En ese momento una voz susurro desde algún sitio de mi mente: "Así debió ser el primer día, cuando el mundo era nuevo". Cuando el mundo era nuevo, repetí en voz baja, y recordé una escena, la había visto en un documental acerca del pasado de la humanidad, las imágenes consistían en un grupo de hombres reunidos en un lugar alto y rocoso frente a una densa jungla, llevaban la típica vestimenta primitiva: sendas pieles enredadas en la cintura y en el torso. Aquellas reuniones seguramente acostumbradas por generaciones enteras de homínidos debían ser no solo para planear una excursión de caza, recolección de frutos o lo que fuera necesario, sino para contemplar la majestuosidad de la naturaleza.


Seguí observando, más allá de las nubes alcancé a ver el pico de una montaña todavía oscurecida pero con toda seguridad cubierta de nieve. En la secuencia un miembro del grupo se maravillaba con las formas que el cielo y la tierra le ofrecían, del mismo modo en que a mí se me veía en ese instante. Quise volver en el tiempo, en un plano real acompañar a esos hombres.

Guardé silencio y cerré los ojos, el pasado tendió un puente hacia mí, la maleza de la jungla lo cubrió todo en un segundo. Abría los ojos fascinado cuando un alarido de furia surgió de entre los árboles, los cabellos de la nuca se me erizaron, el ruido de las aves y de otras criaturas extrañas se hizo más intenso, estuve a punto de taparme los oídos y gritar pero afirmé los pies en el suelo, tensé la cara, no podía dejarme dominar por el miedo, así descubrí a mis compañeros, ahora estaban junto a mí, eran altos, peludos y de facciones toscas. Los vi contestar el alarido, gritaban con las mandíbulas muy abiertas. Con los miembros tensos y poderosos, empuñando sus pesadas armas los hombres corrieron en dirección a los arboles, parecían decididos a todo, uno de ellos levantó el puño y los demás le siguieron. "Esto que vez es el primer día de la tierra" la voz dentro de mi habló de nueva cuenta, “en aquellos tiempos ni siquiera yo existía”. Una fuerte emoción me creció en el pecho.

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Iba a empezar a correr para tomar mi lugar cuando alguien me lamio el dorso de la mano. Entonces la luz se apoderó del lugar, se irguieron las altas murallas de la parroquia, al mismo tiempo en que un motor arrancó detrás de mí. Las losas, las bancas y las jardineras del zócalo retomaron su lugar, dándole la bienvenida a un nuevo día. El perro callejero que había lamido mi mano se acostó pesadamente a mi lado, la voz que ahora sé, no se trataba más que de mi triste conciencia, trató de balbucir algo pero eligió callar y agazaparse en su acostumbrado rincón. Por unos segundos no salí del éxtasis que me había dejado la visión, hasta que las palabras de mi compañero Marcos me trajeron del todo de vuelta: ¡Hey!, ¿estás bien?, ¿no me oyes?, apúrate cabrón, vamos a subir al camión que ya se va.

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POETRY ESCRITO POR DANIEL BENCOMO

La hostia que lo borra

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El tigre ya no está, sordo canal de negra miel lo abate. Se abre el no existir dentro de sí, fragmento del monzón sin equilibrio. la nube su reflejo sostiene: máquina de aceite sin volver al camino, filón de precipicio. Lo carcome algo mayor: allá de sus pupilas, hecho mar en brama su canino, adentro a lo Jonás le escurre vida. Otro espectro, huella múltiple, despliegue del desastre. Caminan sobre él, bajo él, entre la luz arañada que ceñía su cuerpo, por el ácido coloquio de su celo. Alteran su muerte, lo desnudan de materia, el tigre ya no está y la hostia que lo borra es un dragón de hormigas. La gente en Bombay acelera los laudes, lame el hueco del estío y en la televisión naufraga. El tigre ya no está: su muerte eriza la espalda de los ríos, mientras lo llevan silencioso a la panza de la nada. Del libro Lugar de residencia, 2010, Fondo Editorial Tierra Adentro


DANIEL BENCOMO

Locomoción En el Hindikush, en lo duro de niebla, un giro caprino. Veo mil rostros tallados en la piedra. No ninguno, no me ajusta alguno. Es puro corazón mi desajuste. Lama llana de tiempo, lama de olvidar una palabra, por ejemplo paranoia, por ejemplo bulldog. Hay un grifo tallado en los relieves, la historia, ¿quién lo ha hecho? ¿quién lo pace? Miles de millones de animales en celo, millones de muertes, negaciones del espíritu para llegar. Afganistán, Teotihuacán, la dinamita, trinitotrinidad: dioses por escáner, nubes en locomoción, jinetes en la esquina de todos los latidos. EL CREACIONISTA | PÁGINA 27

Del libro Espuma de bulldog , 2016, Luzzeta Editores.


ACÉRCATE HERMOSO EFEBO ESCRITO POR JUAN MARCOS CHÁVEZ C.

Acércate hermoso efebo heraldo tardío de mi vida ven, cántame mi nueva

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mientras lloro recostado en tu pecho


PUNTO ESCARLATA: LOS CONFINES DEL TIEMPO ESCRITO POR LORENA AVELAR .

Estar aquí o allá da siempre lo mismo, no hay un lugar en el mundo que no sea hermoso. Una higuera, un viejo arado enmohecido, un cañaveral, la tierra seca y sedienta. Todo, todo es hermoso en la vida, y no hay geografía que no entrañe si bien se la mira, algo de sagrado, o de mágico. Aquí o allá hay aire fresco, con fragancias, melodías celestiales cantadas como por seres angélicos, apenas audibles. Caras, rostros colgados sobre la cornisa; rodajas del tiempo que dañan la memoria. Todos somos rodajas del tiempo, navajas frías, cartón prensado, recuerdos estrangulados.

Aquí o allá hay puertas que golpear de diferentes modos. Hay estrellas que relucen en cielos tan oscuros que iluminan pantanos, y sonidos aterradores que convierten paraísos en lugares infernales. Hay ocasos que no amanecen y atardeceres interminables repletos de placeres, y así se pasa la vida, resistiéndose a la convicción de que adentro no habita nadie, que el corazón es solamente una bomba anatómica de sangre, sin conciencia ni deberes.

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Aquí o allá espero, llamo y vuelvo a llamar, con paciencia, con empecinamiento, con determinación. Y aunque me llegue la muerte, no me importa, pues he dignificado la tarea más importante de mi vida. La lógica del mundo externo ha de equilibrarse con la del mundo interior: lo espiritual. Queda pues sellar con Punto escarlata lo

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profundo; en la sabiduría, heredera de los eternos confines del tiempo.


EL DOLOR DE LO EXTRAÑO

ESCRITO POR: JUAN CARLOS PÉREZ CASTRO

Nuestros tiempos se han caracterizado por una tremenda deshumanización, la cual, se muestra en cada faceta de lo humano: desde lo económico en la explotación y la cosificación; en lo político, con la corrupción y el abuso de poder; en lo científico, con la falta de bioética y los excesos tecnológicos con fines de consumo capitalista; en lo académico, con una constante repetitiva por parte de las instituciones de educación superior y su modelo empresarial, en el que la educación queda en un segundo o tercer lugar, mientras se privilegia la ganancia y la producción de títulos como si se tratase de un producto de consumo; en la ecología, donde observamos una tremenda hecatombe derivada de la sobrexplotación de los recursos y la contaminación tan tremenda que ha sido originada por ese deseo simplista de hiperurbanizar y tecnificar todo espacio posible; y, por supuesto, la terrible condición humana de la negación al otro.Una negatividad que se observa, en su forma más extrema, en el repudio por las diferencias de cualquier orden, en la justificación por la muerte, destrucción del territorio y la explotación de nuestros semejantes.


JUAN CARLOS PÉREZ CASTRO

¿Qué podemos pensar, entonces, cuando hablamos sobre nuestros tiempos como los que tienen el mayor reconocimiento de las otredades? La generación actual se jacta de tener mayor apertura a las condiciones del prójimo, cuando estas se remiten a situaciones de índole social inmediata, pero callamos cuando el horror de una guerra totalmente desigual se presenta ante nosotros. El dolor de nosotros, como mexicanos, cuando se inició una estúpida guerra contra el narco que nadie pidió, pero que sirvió para crear una pantomima de la realidad que se descubrió en un profundo y espectral trauma, a saber: las fosas clandestinas. Ese espacio subterráneo que mostraba lo peor de nuestra condición nos mostraba el dolor al cual terminamos por acostumbrarnos. Esta costumbre por el dolor parece ser el signo de nuestros tiempos. Pensar en el sufrimiento del otro siempre ha sido algo molesto, algo que se desea evitar a toda costa, pues nos manifiesta nuestro propio sufrimiento, del cual tratamos de huir. Sin embargo, ahora se ha convertido en un acto tan común que a nadie parece importarle, y eso es algo que deberíamos tener siempre en nuestra mente. Banalizar el dolor y el sufrimiento del otro es una manera de normalizar estas condiciones, y lo que tenemos hoy por hoy es una adecuación donde suponemos y pensamos que el otro no nos concierne.

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JUAN CARLOS PÉREZ CASTRO

Por ello, se vuelve necesario un planteamiento critico que nos permita entender las condiciones del lenguaje, el modo de hablar, de expresarnos y de entender al otro, con la intención de romper con la normalización de la violencia excesiva en la que vivimos, y de poder comprender las diferencias entre un mundo virtual, un mundo imaginario, un mundo en proyección y la manera en que compartimos nuestra vida con los prójimos que se nos muestran siempre como distintos. Entonces, esta distinción enriquece nuestro mundo, debido a que nos permite observar lo que se nos esconde tras un velo realizado e impulsado por nuestro ego. La dimensión de nuestra realidad nos pertenece solo a nosotros, pero se encuentra siempre en la búsqueda por el acceso de lo otro en la forma de deseo, el cual nos atemoriza al no poder controlarlo por no pertenecer al orden de nuestra particularidad.

La dimensión hiper-egoica de nuestra actualidad es un campo fértil para pensar al otro, la alteridad, la condición del ser sufriente que se encuentra frente a nosotros, pero que negamos para aparentar una supuesta fuerza, es la posibilidad de comprender-nos como seres construidos desde una dimensión narcisista, pero que puede eliminarse o cambiar si es que esta se acepta. Si este narcisismo se sigue

condiciones que llevan al individuo a cerrarse en si mismo, y en buscar un refugio del otro en el deseo de universalizar su manera en que ve y vive su vida. Sin embargo, esto último, al ser solo un síntoma del grave problema de reconocimiento de la alteridad y de lo distinto, solo delata una perturbación de origen psíquico-social, donde la sociedad ha sido parvulizada y sometida a una infancia mental.

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ocultando tras una mascara de aceptación social, lo que queda es una serie de


JUAN CARLOS PÉREZ CASTRO

En suma, lo que nos queda es tomar decisiones que nos permitan liberarnos del pensamiento comodino actual, y realizar la acción del pensamiento como medio de contradicción a la hecatombe actual. Normalizar la violencia en cualquier forma nunca es adecuado, mucho menos justificar guerras por motivos de odio, raza, religión etc., como se hace actualmente en Gaza por parte del Estado de Israel. Lo que nos queda, entonces, es preguntarnos ¿Cómo debemos encarar el sufrimiento ajeno, extranjero, otro, cuando nosotros mismos intentamos por cualquier medio evadir nuestro sufrimiento propio? En última instancia, el sufrimiento nos permite comprender la característica primordial de la esencia de la existencia, y nos permite comprender que nosotros, como acto de rebelión y de libertad, podemos elegir otro modo de vida, otra

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forma de observar y entender la alteridad y el sufrimiento.


EL CREACIONISTA

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