El Creacionista #10

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2019. Ago.

El Creacionista

Narrativa: Micro cciones prolongadas. Meduza: Bernabé De Vinsenci

Relato con aproximaciones navideñas: Bola de Cristal

No. 10

Eliza Nicola Capponi

Fabiola Morales Gasca

Photo by Victoria Strukovskaya

EROTISMO Y CREACIÓN

El erotismo en la literatura es sin duda uno de los elementos más enriquecedores tanto en la poesía como en el relato, quizá aún más en este último género ya que a través de este acto narrativo, el escritor puede llevar al lector a la estimulación inteligente de los sentidos, de las emociones y de la psique. En la riqueza de las imágenes y la ilación del contenido – sin llegar a ser vulgar – el escritor puede despertar en la memoria, todos los anhelos del lector que dormitaban ya sea en la experiencia o en la fantasía, pero siempre este erotismo creativo sin duda se fundamenta en el ansia de los placeres del alma conjuntos a los del cuerpo.

Alma Carbajal


Meduza: Bernabé De Vinsenci

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No se necesita suficiente destreza para apoyar una taza de café sobre una mesa de pino y olvidarla humeando. De tales instrucciones se sirvió Henry para hacerlo. Con un caramelo de limón cubría su paladar, y entre tanto desplazaba las papilas gustativas para verificar la presencia del deleite. El café de hoy no era casual, diariamente solía tomar tres o en ocasiones cuatro. Siendo las tres de la tarde se vio coaccionado a preparar uno pese a la visita que lo aguardaba. —Entonces usted afirma que desconoce sobre el caso de la señorita Diana. — Claro, hombre—aseguró Henry—como es habitual ese viernes me encontraba jugando a las bochas—seguidamente de la interrogación llevó su mano al pocillo, y bebió un trago de café. Fileto clavó la mirada en Henry. Los policías suelen buscar a los sospechoso a través de los ojos volviéndolos paranoicos hasta que ellos al fin se delaten culpables.

Photo by Viktor Talashuk


El caso de la jovencita había alarmado a toda la ciudad. En los vecindarios no dejaba de llamar la atención el caso atroz. Más allá del hallazgo macabro, la policía ahora buscaba encontrar la cabeza de la mujer. El victimario al parecer se llevó —continuó Fileto— Henry no respondió sentía deseos de querer cortarle la lengua con una tijera para que se callase de una vez. Pero no se quedaría viéndolo desangrar; luego, la condimentaría para comérsela. — ¿Qué le pasa? —Nada—respondió Henry—solamente me quedé pensando el caso. —Si usted sabe algo infórmenos. —Por supuesto los mantendré al tanto. El policía se paró dirigiéndose hacia la puerta, y Henry lo siguió por detrás. —Disculpe las molestias— No, por favor. No es ninguna molestia —Dijo Henry jubilosamente y cerró la puerta.


Para los hombres que saben asesinar no significa un misterio que a una mujer la encuentren decapitada y sin cabeza. Esa labor es para hombres prodigiosos, casi médicos. Hombres que realizan cortaduras con sumo cuidado sin dejar rastros. ¿De qué vale mi trabajo—pensaba Henry—matar a alguien; dejar a una familia entera de luto y compromiso a policías e investigadores? Es verdad soy un hombre sin moral o ética como quieran nombrarlo, pero al menos la cabeza de esta muchacha me es útil. Ya la he colgado a un costado del atril, y mañana la pintaré sobre el lienzo. Es una medusa perfecta. Pasaron varias décadas y Henry no volvería a prender más un cigarro después de que le detectaron cáncer de pulmón. Al morir la casa fue hipotecada, y en uno de los cuartos, entre libros, y pinturas la medusa fue hallada. Henry vivió libre, la única cadena perpetua fue su cáncer.

Photo by Roi Dimor


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BOLA DE CRISTAL Fabiola Morales Gasca

Photo by Aaron Burden

En un principio, el mundo se condensaba en una gran bola de nieve. Todo era blanco. Energía y materia uían felizmente en un vaivén que hacía girar a la bola de nieve en un éxtasis de comunión perfecta. Pero como todo lo perfecto algún día se tiene que romper, la bola de nieve que contenía al mundo blanco se deshizo para dar paso a la más exquisita combinación de colores y vidas, que jamás se ha visto. Rojo, azul y amarillo, mutaron para dar forma a nuevos mundos en donde los colores daban vida a seres que habitaban en esos nuevos mundos; no comprendían que pertenecían a un orden superior y algunos de ellos, cuando volteaban a ver el trozo de bóveda celeste, que les correspondía en ese espacio in nito, se preguntaban ―a veces calladamente, a veces en voz alta― si había vida en las estrellas lejanas.


BOLA DE CRISTAL Fabiola Morales Gasca

En esos mundos, entre tanta gente, en medio de la sierra y del canto de miles de grillos y cigarras; un niño de siete u ocho años, desde el patio de su humilde casa con paredes de madera y láminas viejas como techo, contemplaba las estrellas. Es Noche Buena, pero apenas si lo recuerda; se lo mencionaron desde la semana pasada en la iglesia, a la cual asiste cada domingo ―está a dos kilómetros de distancia, a él eso no le molesta, al contrario lo anima―. Da cada paso con alegría, sabe que llegando a la parroquia en sus manos tendrá uno de los pocos libros, que ha conocido en su vida. Grande, grueso, con letras tan bellas al inicio de cada capítulo. La Biblia―le dice el sacristán― contiene la palabra de Dios, el Ser creador del universo. El niño no parece entender bien esto, pero, lo que le parece maravilloso es que la palabra sea guardada. Imagina la cantidad de historias que los libros encierran. En los sagrados textos, algunos relatos se los ha contado el sacristán: un jardín y una expulsión, un diluvio y muchos animales; una guerra y un muro que cae al sonar unas trompetas, hombres que caminan por el desierto; muros con inscripciones, extrañas promesas a través de generación en generación, ángeles que bajan, un rey que nace en la pobreza con una gran estrella. ¿Acaso un rey puede conocer la pobreza? Si esto puede estar encerrado en ese libro, qué no contendrán los demás libros ¿Se puede obtener todo el conocimiento a través de ellos? ¿Y si ahora que termine de aprender a leer, lee todos esos libros? Ya está cansado de ver en sus manos pedazos de libros y todos esos recortes de revistas viejas.


BOLA DE CRISTAL Fabiola Morales Gasca

¡Ah…! si en sus manos tuviera un libro para él, ¡sólo para él! como aquellos libros viejos de la biblioteca de su escuela. Sueña, sueña en miles de historias que nunca en su cabeza terminarán. Hoy es Noche Buena, apenas si se acuerda. En el cielo tupido de diamantes alcanza a ver una estrella fugaz perdiéndose entre la sombra de la cordillera, pide un deseo, recuerda que aquel Rey que nació en la pobreza traía a su propia estrella. Pide fervientemente un deseo. Pierde toda su concentración, al grito de mamá― ¡Hijo, ven a cenar! ―y abre los ojos. Entra en su casa y un plato de frijoles negros está servido a un lado de las tortillas tibias envueltas en manta. Después, duerme sobre una cobija vieja y un pedazo de madera. El frío cala. Es Noche Buena y apenas si lo recuerda. Un Rey eligió nacer en la pobreza. Mañana es seguro que el libro que deseó no lo tendrá en las manos. Pero mañana, que es Navidad, el sacristán le prestará como siempre después de la misa, la Biblia.

Photo by Anthony Intraversato

En un principio, el mundo se condensaba en una bola de nieve. Todo era blanco. Energía y materia uían en una comunión perfecta, eterna. Hasta que un niño agitó la bola de cristal.


ELIZA

Hotel Rembrandt. 2:00 a.m. Habitación 23

Nicola Caponni

Estas lejos; huyes; mientes; te quedas absorta ante el catalejo de mis esperanzas, y sin embargo me rechazas. Ya no quieres estar cerca, simpleza de caracteres; te quedas quieta, sacudiéndote la falda azul, después de la maniobra del ciempiés humano que acabamos de cometer; me miras sobria, energética, pero regresas al estado perfecto de cuando inicie la escalada de la primera caricia. Luego lloraste; no había nada encerrado en mi suspiro, quizá un abrazo pero nada salió a la superficie. Acusaste a mi personalidad de ambigua, de superflua y yo no pude darte la razón, pero tampoco quise hacerle frente a mis imperfecciones; lenta y plausible te sentaste en la cama, en silencio, solo repasabas los caleidoscópicos colores del azulejo del piso con la mirada.

4

Di vuelta a la perilla, entre abrí; deje mis mudaciones afuera, cerrando la puerta, y en el umbral de mis aflicciones que se juntaron en el oleaje de las tuyas, te abrace.

Photo by Juan Gomez


Photo by Zou Meng

Poesí d últim minut Ventanas abiertas… sonrisas cerradas los labios… son el candado. Dos cuerpos… en pleno vuelo la luna… es el encantamiento.

Ojos…llenos de espejos el re ejo… es un retrato de ellos…

dos… dos.. uno.. ….tan sólo uno… una noche.

A.C.


El Creacionista 2019 Alma Carbajal ©


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