El Creacionista #24

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N ú m e ro 24 . O c t . 2 0 2 0

ISSN: 2683-2283

EL CREACIONISTA Rev i s t a l i t e ra r i a d i g i t a l

ADÁN ECHEVERRÍA LORENA AVELAR

MIGUEL SANCHÉZ

LALO VÁZQUEZ G.

MISHEL ANDREÉ LUNA DIANA ALE. ABOYTES. J. CARLOS PÉREZ CASTRO.


ELCREACIONISTA, año 2. No. 24, Octubre 2020, es una publicación electrónica mensual, editada por Alma A. C. Carbajal Guzmán, calle 42 Poniente , Tel. (222) 9455332, Puebla, Puebla, México, https://issuu.com/elcreacionistarevista/docs/el_creacionista, elcreacionista_@hotmail.com. Editor responsable: Alma A. C. Carbajal Guzmán. Reserva de Derechos: En trámite. ISSN: 2683-2283. Autor. Responsable de la última actualización de este Número, EL CREACIONISTA, Alma A. C. Carbajal Guzmán. Fecha de última modificación, 3 Diciembre 2020. El contenido y las opiniones expresadas por los autores no necesariamente ref lejan la postura del editor de la publicación, citando invariablemente la fuente sin alteración del contenido y dando los créditos autorales. El propósito de esta publicación es contribuir a la divulgación efectiva de las nuevas incursiones de la literatura y escritores contemporáneos de México y de otros países de habla hispana. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos o imágenes de la publicación sin previa autorización del autor y editora Alma A. C. Carbajal Guzmán.

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Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de El Creacionista. Al igual que licenciado bajo una Creative Commons AtribuciónNoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional que permite a otros compartir el trabajo con un reconocimiento de la autoría. Portada: (© Patricia García). 2020

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Si buscas compartir de forma literaria o artística puedes mandarnos un correo y estaremos gustosos de sumar tu trabajo a nuestra versión digital, así como en nuestro sitio web Ante todo queremos que artistas e inquietos literarios, busquen crear, imaginar y que se dejen llevar por todo aquello que las letras pueden ofrecer. El Creacionista extiende esta invitación a todas las artes. Si buscan otro espacio para darse a conocer y compartir información no dejen de escribirnos a: elcreacionista_@hotmail.com No aparentes, tienes mucho por escribir. Coordinador Editorial Responsable: Alma A.C. Carbajal Guzmán

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NOTA DEL EDITOR El miedo es uno de los sentimientos que nos acompaña a lo largo de la vida, así como nos ayuda a conservar nuestra vida, ayuda al creador a generar emociones diversas para que el lector quede al filo de la página, asombrado por la acción de los personajes que recorre párrafo con párrafo. La creación abre las puertas del inframundo del autor, para dejar correr todo lo que la imaginación oscura ofrece, el producto de un antiguo pasado o de la ensombrecida angustia de un futuro incierto. ALMA A. C. CARBAJAL GUZMÁN.

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CONTENIDO: 5 NOTA DEL EDITOR

7 ADÁN ECHEVERRÍA.

14 MIGUEL SANCHÉZ MTNEZ.

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LORENA AVELAR

LALO VÁZQUEZ G.

MISHEL ANDREÉ LUNA

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DIANA ALE. ABOYTES MARTÍNEZ

J. CARLOS PÉREZ CASTRO

43 MICROFICTION DROPS


La inocente infancia llega a su término. Comentarios sobre La pieza oscura de Enrique Lihn. Adán Echeverría. Con un libro de 60 páginas exactas, el poeta Enrique Lihn nos ha dejado un monumento al deseo de vivir. Una reflexión por las etapas de la vida, como pocas pueden encontrarse dentro de la poesía. Sin escatimar la recreación del deseo erótico del ser humano, mitad hombre, mitad mujer, el planteamiento de Lihn se vuelve imperecedero para las contemporáneas teorías feministas, de género, las abortistas, e incluso sobre el amor romántico al presentar desde la voz de sus hablantes líricos sus posturas ante las relaciones de pareja, el disfrute del amor y el sexo, de la pareja, la relación con la carne latente en esta vida. Los hablantes líricos que cantan estas letras, nos muestran con su voluntad el comportamiento de las sociedades humanas, tal cuales deben ser vividas para el adecuado respeto que nos debemos los unos a los otro

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“La pieza oscura”, es el magnífico poema con el que abre el poemario, y que le da nombre. En él podemos encontrar a cuatro adolescentes que descubren en la travesura, en los olores, en los juegos de manos, el apetito de la carne, el deseo de posesión de la sensualidad que brota de la carne y la sangre de sus compañeros. Dos chicos y dos chicas son los protagonistas de este poema, mitad canto, mitad filosofía, que lo mismo se carga de conceptos como planea en la musicalidad y en el poder de los símbolos: “la nariz sucia, símbolo de inocencia y de precocidad”, “Y así empezó a girar la vieja rueda –símbolo de la vida–”, “rodábamos de dos en dos, con las orejas rojas –símbolo del pudor que saborea su ofensa– rabiosamente tiernos”, “con alas de gorriones –símbolos del salvaje orden libre– con todo él como único objeto desbordante / y la vida –símbolo de la rueda se adelantaba a pasar”, cierra el círculo con el que el poeta enmarca las imágenes del despertar sexual que ocurre dentro del poema: “Y yo mordí, largamente en el cuello a mi prima Isabel, / en un abrir y cerrar del ojo del que todo lo ve, como en una edad anterior al pecado”. Nada que pueda quedarnos en la metáfora, dado que el simbolismo del concepto anunciado se descubre al mismo tiempo que cuando se presenta. La libertad del vivir, del reconocerse vivo, del pensar en que se saborea esa posibilidad de la entrega, y se aleja del condicionamiento del pecado, ya que ese vendrá después, a favor de la educación moral, y no en la naturaleza del infante que sigue sorprendiéndose.

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El poeta evidencia cómo el despertar sexual del infante termina el ciclo mismo de la infancia, al abrirse paso el erotismo hecho ya primer recuerdo: “Yo solté a mi cautiva y caí de rodillas, como si hubiera envejecido de golpe”. Surge la retórica pregunta para poder aclararnos con él: “¿Qué será de los niños que fuimos?” Y esta pregunta aún late en nuestra mente, para recordarnos los infantes que fuimos, a nuestros padres, amigos, primos, familiares con los que fuimos creciendo en la travesura, el estudio, los regaños, aquellos pequeños logros que iban formándonos el carácter, y hasta evidenciar nuestro propio despertar al erotismo, y la sensualidad; con esa pregunta entramos a la parte final del poema, en el que los adultos se hacen presentes frente a los ‘pequeños’: “Alguien se precipitó a encender la luz, más rápido que el pensamiento de las personas mayores”, porque se les estaba buscando y ellos se encontraban escondidos en “la pieza oscura como el claro de un bosque”. El difícil mundo de los adolescentes en el que han dejado de estar al cuidado de los mayores, pero se les seguirá vigilando en su comportamiento hasta hacerse mayores de edad, con una vigilancia que enmarca en muchas ocasiones hasta la opresión, la burla, el sometimiento de sus libertades, sin mayores explicaciones. Enrique Lihn lo deja claro al llamar a los adultos: “siempre hubo tiempo para ganárselo a los sempiternos cazadores de niños. Cuando entraron al comedor, allí estábamos los ángeles sentados a la mesa”. El recuerdo de aquella infancia continuamente viene a nuestra mente, como una añoranza de lo que fuimos, extrañamos esa libertad de pensamiento y de actuar en la que no se necesitaba ser responsable de gran cosa, ya que los actos de nuestra vida no ponían en peligro casi nunca, la economía familiar.

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Nuestras preocupaciones podían ser menores a menos que nuestra infancia se haya roto a mucha más temprana edad. El poeta narra en el poema esos espacios para la remembranza de aquel despertar a la sensualidad, los escarceos amorosos, y el calor de las carnes por el erotismo infantil que tuvieron que volverlo adulto, alejándose de esos espacios del tiempo en los cuales no había mayor responsabilidad que la misma sensación, detrás de ella el paso del tiempo: “nos dispersamos para siempre, al igual que los restos de un mismo naufragio”. Pero el autor, y algunos de sus lectores podemos asumir el resistirnos a esa madurez, y la buscamos en cada relación: “Nada es bastante real para un fantasma. Soy en parte ese niño que cae de rodillas / dulcemente abrumado de imposibles presagios / y no he cumplido aún toda mi edad”.

“La pieza oscura”, es un poema necesario no sólo hermoso. Su lectura sigue reverberando en nuestros ojos, en nuestra mente, en los oídos durante horas, transformando los nombres de los personajes que ahí aparecen: Isabel, Ángel, Paulina, en los nombres de las personas de nuestra infancia. El primer chico con el que tuvimos nuestras primicias de la carne, aquella amiga que en la primaria nos atrevimos a besar en los labios, aquella primera erección, aquella primera sensación de humedad en las pantaletas. Los ojos, las miradas, los pudores, todo sigue dando vueltas en nuestra cabeza, porque el fin de la inocencia ocurre cuando escala el deseo dentro de nuestra cabeza.

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El poemario continúa y nos encontramos enseguida con otra joya poética, de nombre: “Monólogo del padre con su hijo de meses” que nos recuerda muchos de los fragmentos del libro Proverbios presente en la Biblia. Consejos para nuestros jóvenes. Lihn nos sitúa mirando al padre hablarle a su pequeño de apenas meses de edad, y arranca con un monumento: “Nada se pierde con vivir, ensaya; / aquí tienes un cuerpo a tu medida”. El poema se vuelve una admonición, un legado, una herencia con la que el padre quiere recuperar la confianza en la sociedad. Cierto es que el espíritu bíblico y neo cristiano radica en la Promesa hecha a los hombres: “Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra”; y es que todo recién nacido es aquel arco iris del que hablan las escrituras. Porque cada infante es el recuerdo de que la humanidad tiene una nueva oportunidad. Así lo entiendo al escuchar el canto del padre a su hijo de meses en el poema de Enrique Lihn, el padre que le hace al hijo una relatoría de lo hermoso que es la vida; pero este padre no habla por sí mismo, habla incluso desde el inicio en plural, evidenciando la presencia de la madre del hijo al que le habla, y le dice que el cuerpo que te dimos: “Lo hemos hecho en sombra / por amor a las artes de la carne”. El poeta, creador al fin, renuncia a la presencia creadora de algún ente superior, de algún dios, y revela: “Eres tu cuerpo, tómalo, haznos ver que te gusta / como a nosotros este doble regalo / que te hemos hecho y que nos hemos hecho”. La pareja creadora madre-padre dadores de vida, le hablan del bien y del mal, de lo trágico y la alegría, del daño del que se es capaz, de la maldad que reside en todos, y que es algo que se puede gozar en su naturaleza misma, sin aspavientos y sin dobles morales: “Pero vive y verás / el monstruo que eres con benevolencia”; el poeta reconoce esa dualidad maldad-bondad, que ocurre en todos los seres humanos.

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Luego el poeta nos evidencia su credo: “no hay loco más feliz que un niño cuerdo / ni acierta el sabio como un niño loco”. Porque los niños tienen que ser niños, y la infancia y su tatuaje de inocencia debe ser lo permisible, para el sano descubrimiento del todo que asombra y resplandece, y eso deben ser lo niños, traviesos y terribles, curiosos y sin miedo. El miedo será ya una imposición desde el mundo de los adultos, desde el término de la inocencia que finaliza la infancia. “Todo lo que vivimos lo vivimos / ya a los diez años más intensamente”. Luego la adultez se trata de la repetición, de olvidarnos de encarar la vida con la misma alegría del infante, temerosos de la sociedad que nos lastima, o que permitimos que nos denigre: la oficina, el sueldo, la persecución de aquel término conocido como “calidad de vida”. En la infancia en cambio: “los deseos entonces / se dormían los unos en los otros”.

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Hasta volverse adolescente y “Bajas del monte como Zaratustra”, y uno tiene que recordar aquel maravilloso grito intelectual de renacimiento que nos legó Nietzsche: “¡Será posible! ¡Este viejo santo en su bosque no ha oído todavía nada de que Dios ha muerto!”, y del cual el poeta se cuelga para evidenciarnos la lucha que en el crecimiento tendrá que sostener el joven al ingresar a la sociedad donde todo será: “el hombre contra el hombre / grave misión que nadie te encomienda”. Esa conciencia de nodios, no autoridad, no al deseo, no a la pareja, con la sensualidad en la punta de cada célula: “hay algunos que se matan / porque no pueden soportar la muerte, / quienes se entregan a una causa injusta / en su sed sanguinaria de justicia”. Luego llegará la edad adulta: “Hay que felicitarte: / eres por fin, un hombre entre los hombres”, el poeta se conduele, pero sabe que de esa etapa te salvará la vejez: “Y así llegas a viejo / como quien vuelve a su país de origen”, “Se te ve en todas partes dando vueltas / en torno a cualquier cosa como en éxtasis”. Así se cierra el ciclo de cada uno de nosotros. Pero ni por toda la advertencia que aquel padre le hace a su hijo, en ese discurrir del tiempo, el impulso seguirá siendo: “Nada se pierde con vivir, ensaya”. Enrique Lihn. 1963. La pieza oscura 1955-1962. Editorial Universitaria. Santiago de Chile. 60 pp

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PREPAREN, APUNTEN ¡FUEGO! Miguel Sánchez Martínez. Jorge, de seis años de edad, sonreía al mirar por la ventana. Afuera, en el campo, un niño corría. Llevaba en lo alto la mano izquierda, con la cual empuñaba el cordel de un papalote. En las milpas del lado derecho de la vereda, una parvada de garcillas había detenido su vuelo sobre éstas, apenas levantándose del suelo. Se oían los cantos de aves sobre los pinos. Jorge, tras la ventana cerrada, estiraba el cuello para identificar a los causantes de aquellos trinos. Era común el transitar de los jinetes. El pequeño seguía, maravillado, cada paso de los cuadrúpedos. Una liebre salió de una orilla del camino. Se detuvo para oler algo. Franky, el perro de los vecinos del niño, se abalanzó hacia la orejona saltarina. Pero cometió el error de avisarle con sus ladridos. El silvestre animal no dudó un instante en emprender la fuga. Se internó en las milpas. El infante seguía con excitación la cacería. Perdió de vista al conejo. Franky constantemente paraba la carrera y bajaba el hocico. El niño presentía con temor que el perro levantaría la cabeza con la liebre entre los dientes, sin embargo, al poco rato retornó con resultados nulos.

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El pequeño pegó su nariz contra el cristal de la ventana, durante el paso de un rebaño de cabras. Un chivo café parecía ser el más grande, no obstante, al final venía uno de mayor altura. Unas chivitas trataban, con paso torpe, no quedarse muy atrás. Una parvada decoró el cielo azul, con puntos negros. El infante se preguntaba cuál sería el destino de esas aves. Unas imperativas frases le distrajeron de su absorción en la naturaleza. —¡Pelotón! —¡Preparen! –alguien entró con alboroto en la habitación. —¡Apunten! Palabras que inundaron el ambiente sin oírse. Y al grito de «¡fuego!» Un dedo sin vacilaciones presionó el botón de encendido del televisor. Jorge corrió las cortinas, sirvieron de mortaja al paisaje.

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Punto escarlata: El culto a la muerte Lorena Avelar Aparecen las primeras imágenes de la tarde, el ímpetu del espíritu y de las exageraciones de la muerte hacen su presencia en cada rinconcito de nuestra tierra, con hedor a copal, cempasúchil y a vinagre. Se reconoce el culto merecido a la metamorfosis de la carne; se aprende a vivir para merecer morir cuando se apague la flama o se derrame hasta la última gota de sangre. Sueños, quimeras, pesadillas, personajes fantásticos y alucinantes, forman parte de nuestras coloridas tradiciones en los primeros días de noviembre. Es una efusión en la que se funde la tristeza y la alegría en un mismo símbolo. El significado se convierte en una fragua ardiente. El cuerpo, ahora es un gusano que escarba dentro de la tierra. El culto a la muerte palpita, relumbra como una luz eterna, alaridos que semejan un trueno, brotan en las tumbas de los olvidados cementerios. Los sensibles necesitan también destruirse dentro del abismo de los remolinos. Por eso, muchos descienden hasta los lechos oscuros. Las almas difunden zumbidos, los rezos crecen en ecos diminutos por los camposantos repletos de colores y olores de flores de ornato. La imagen cadavérica se asoma y deja un escalofrío repentino entre el sol que se encubre en la superficie, y en las profundidades, con su silencio negro.

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Todos acomodan las imágenes de sus seres queridos en algún sitio. Las fotografías de las personas amadas se veneran en un improvisado altar del recuerdo. La ciudad destila énfasis de fiesta. Afuera muere el sol, algunos cerros reciben en sus laderas las sombras errantes de las nubes. Un cielo plomizo, en el centro arden los cirios y después se repite la mortal polifonía: la columna de fuego, la grieta, la cascada incontenible, la agonía lenta, el parsimonioso descenso hacia el cementerio sumergido. Todos los difuntos, en la lápida, otean la distancia. Pero, en realidad, recuerdan las últimas escenas antes de partir.

Los abrazos y besos, los deseos de volver, de reunirse nuevamente con la madre, la hija, la novia, el hermano y el padre. En lo irreal imaginan jardines que devoran la soledad; bellos huertos donde se desvanecen sus espectros. El lírico lienzo del ocaso hipnotiza a los espíritus cansados. Las almas flotan en la cúspide de los cipreses y en la hojarasca que revolotea dentro de la nube que humedece la tierra, donde se dibujan las huellas de la gente que se aproxima a alumbrar, a velar, a llorar y rezar a sus muertos. Las voces cantan himnos pacíficos. Todos caminan entre las tumbas, la noche vive el crujido de las lápidas. La humedad empapa los retratos, y los tiernos besos sellan con un Punto escarlata los recuerdos.

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EL MOSCO Lalo Vázquez G. Abrí mis ojitos pizpiretos un domingo muy temprano, a las diez y media de la mañana. Con algo de hueva, me calcé mis pantuflas de garras de dinosaurio. Cómo sabía que me encontraba solo en mi casa, bajé en tanga de catarinas, a prender el boiler. Abrí la puerta del patio y de inmediato se metió un mosquito. Yo, rascándome mis bolitas, me le quede viendo que entraba el mendigo, como si estuviera en su casa. Salí, y en lo que el boiler encendía, me quedé pensando: "que los moscos, son los que transmiten; la malaria, la fiebre amarilla (que la verdad no sé ni que chingaos es eso) el Zika (que igual no sé qué es, pero que se dio en África y que trae pendejos a los negritos) el dengue, ¡Ah! Y el maldito chikungunya, (que tampoco sé que pedo) y no sé qué tantas enfermedades más". Y en serio que hasta los pelos se me pararon y pensé: "y qué tal, que ese pinche mosco que se acaba de meter, es portador de alguna cosa de esas. Ni madres mi Lalo, tienes que eliminarlo". De inmediato mi actitud de hombre bonachón y tranquilo cambio por una actitud agresiva, de soldado de Vietnam, algo así como Rambo. Subí a mi cuarto corriendo y me puse un pantalón camuflajeado, mis botas de soldado, y sin camisa me amarre un paliacate en la cabeza. Saqué la cera líquida para zapatos color negro, marca el oso y me pinté una raya en los cachetes. Acto seguido, agarré con mi mano derecha, el H24 casa y jardín, que es muy seguro para mi familia y salí en busca del enemigo. Quité la tapa anaranjada del bote y con el dedo índice en el botón de disparo, camine despacio, como cazador.

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Después de una minuciosa búsqueda por todos los muebles, cuadros y paredes, por fin di con el nocivo insecto y al intentar aplicar el H24, salió solo aire, estaba vacío el maldito bote, el aire lo espantó y voló para perderse una vez más. A toda prisa, salí corriendo a la farmacia Guadalajara, que queda a cinco cuadras de mi casa. Entré al establecimiento bastante agitado por la carrera. Las cajeras muy asustadas, cerraron de inmediato las puertas del negocio – acto que me pasó desapercibido – me fui al estante de los insecticidas y vi el H24 para cucarachas y creí que ese daría mejores resultados. Al acercarme a la caja, me di cuenta que me salí de la casa; sin dinero, sin llaves, sin teléfono, así que devolví el bote a su estante y al pedir que me abrieran la puerta para salir, extrañado, vi que afuera estaba lleno de policías, soldados de la Marina y montones de patrullas, todos portando armas largas y chalecos antibalas. Al poner un pie fuera de la farmacia un soldado con altavoz gritó: — ¡¡¡No te muevas, tírate al piso, rápido, rápido!!!

;A chingao, pensé:” estos güeyes qué traen. La bronca seré yo o qué". Entonces levanté mi mano izquierda y les pregunté: — ¿Es conmigo o qué? — ¡Si el pedo es contigo, tírate al suelo güey y no te muevas!

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Me tiré al suelo y ya no me moví, muy rápido me agarraron como cien manos, entre todos me agarraron como puerco y me treparon a una camioneta blanca cerrada de policía. Llegamos a no sé dónde y me bajaron con la cabeza tapada a una cárcel de algún lugar. Me quitaron las agujetas de las botas y el paliacate de la cabeza. Lo único que hay en el lugar es una banca larga de cemento donde todos se la pasan sentados o dormidos, una taza de baño y muchos, muchos moscos, y yo que andaba huyendo de ellos. Como no traía ni identificaciones, ni celular, ni nada, debo de estar incomunicado según esto por terrorista. Ya tengo tres días aquí encerrado y no me he podido comunicar con nadie y no me acuerdo si prendí o no el boiler. Maldito mosco.

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LA REPORTERA

En una casa de arrabal, donde vivía un gato experto en cazar ratones. Una rata reportera entró a escondidas para intentar entrevistarlo; sintió mucho miedo al ver a aquél majestuoso felino atigrado de ojos amarillos y largos bigotes, con el cuerpo enroscado, acostado en una cama especial para él, con un cojín abullonado color gris que le hacía resaltar su belleza. Sigilosa caminó hasta él y con voz tartamuda se dirigió al minino: —Ho, ho, hola, se, seño, señor ga, ga, gato. Me mandan, me mandan del pe, pe, periódico El Ratón del Bajío, para ver si es posible que me diera una entrevista acerca de ¿por qué se come a los ratones? —La respuesta es muy sencilla mi querida rata, ¿Cómo dices que te llamas? —No, no, no le he dicho cómo me llamo, me llamo Rita, Rita la rata, pero mis amigos me dicen Ratita.

Lalo Vázquez G. Narrative

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—Ja, ja, ja! - carcajeó el gato -. Ese nombre sí que es chistoso, parece trabalenguas, la rata Rita del Ratón del Bajío que le dicen Ratita. La Ratita del ratón del Bajío es la rata Rita, je je, que divertido. —Pues mira tú rata o Rita o como te digan, comer ratas además de ser deliciosas, es por instinto felino, todos los felinos contamos con ese instinto. Además las ratas creen que son más astutas que nosotros, creen que pueden huir de un gato y si no sabías el gato es primo hermano del león, recuerda que el león es el rey de la selva. Hace como cinco millones de generaciones antes que yo, existió un bello ejemplar llamado Don Gato, del cual me siento orgulloso por tener lazos consanguíneos. Ese pariente mío lo tenían encerrado en una jaula por agresivo, sin comida y sin agua en un calabozo infestado de ratas pulguientas como tú.

Lalo Vázquez G. Narrative

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—Era tanta la desesperación y el hambre que un día aprovecho un descuido de su celador, brincó de la jaula directo a corretear a las ratas y se comió veinticinco en un lapso corto de tiempo, comió tanto que ya no pudo moverse, así fue que ese gato se convirtió en Don Gato por ser un maravilloso cazador, y de ahí viene la tradición, ¿Si comprendes? Cómo legado de ese acontecimiento todos los gatos tenemos la consigna de exterminar a todas las ratas del mundo.

El gato se levantó de su cojín, estiró sus patas frontales y levantó su cola arqueada, que en partes parecía un zeta y en tramos no tenía pelo. La punta de sus patas era de color blanco, dando la apariencia de traer guantes. Se sentó en su cola y mostró sus afiladas uñas.

Lalo Vázquez G. Narrative

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La reportera temblando de miedo no sabía que preguntar, y dijo: — ¿Y a que saben?

El gato sin quitarle los ojos de encima, sacó un mantel, acomodo en su mesa un plato extendido, sus cubiertos y una copa de vino. De su cava, tomó una botella de vino tinto cosecha 1985 Y le contestó: —Las Ratas por excelencia son muy ricas, sin duda es el mejor manjar que hay en la tierra, no hay nada comparado a su sabor, lo que tal vez pudiera acercarse un poco a su exquisito sabor, son las deliciosas cucarachas, sobre todo ese líquido blancuzco que les sale cuando muerdes ese cuerpecito crocante, que ya en conjunto te da esa maravillosa explosión de sabores. Caminó alrededor de la reportera sin quitarle la vista de encima y acercó su nariz para olfatearla. —Hueles a alcantarilla de mercado. ¡Ah! Delicioso aroma y magnífico lugar, ahí encuentras de todo. El gato siguió caminando a una distancia prudente y le preguntó a Rita: — ¿Tú crees realmente que ustedes asquerosas ratas son más astutas y rápidas que un gato?

Lalo Vázquez G. Narrative

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La rata Rita con los ojos saltados y el corazón latiendo a mil por segundo, viendo la distancia del gato y la oportunidad de escapar le contestó: —Yo creo que no todas somos así, pero la mayoría sí. —¿Y tú te sientes muy capaz? —Si. — Inténtalo. De inmediato se dio vuelta para salir lo más rápido que corrieran sus patas, y el gato desde el lugar donde estaba pegó un brinco cayendo exactamente en el lugar que impedía el paso a la ratita. Le puso sus afiladas uñas en la panza y con el hocico medio mordió su cabeza para no lastimarla. La rata del susto se hizo popo y él le preguntó: — ¿Todavía crees que eres más astuta y rápida que un gato? — ¡Claro que sí! Y corriendo se le volvió a escapar para esconderse detrás de un viejo libro. —¿Tú crees tener la paciencia de un felino? —Si. —Pues veamos.

Lalo Vázquez G. Narrative

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El gato se tiró en el suelo se enroscó con la mirada al lugar donde tendría que salir la rata. La rata viendo al gato, parecía como si de un momento a otro se fuera a quedar dormido y aprovecho un cansado parpadeo para salir corriendo con tan mala suerte que cayó en las garras del minino, él de dos cachetadas la puso fuera de órbita y un tanto molesto la mordió de la cabeza y la coloco en su plato. La ratita ya no recobro el conocimiento. El morrongo abrió su botella de vino, se sirvió y comenzó a degustar sus sagrados alimentos de pronto sintió morder algo que lastimó sus dientes, se lo saco de la boca y era un gafete que decía, Rita reportera de El Ratón del Bajío.

Lalo Vázquez G. Narrative

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Pompeya Mishel Andreé Luna.

"El que hace una bestia de sí mismo se deshace del dolor de ser hombre." Samuel Johnson Para los que siempre han estado ahí, en el oscuro azul profundo de las circunstancias mismas, sin ojos ni boca, solo a merced de las bestias y han salido vivos con solo rasguños. Las luces escarlata se refractaban en el horizonte Eran imperceptibles a la vista ya había pasado antes, hace algunos años atrás hace algunos infiernos atrás en esa tarde de julio donde el calor era insoportable donde las horas eran deleznables y tediosas el bucle de ardentía se iba colando dentro de mí como Napoleón en los Balcanes me deje perder, el fuego del volcán siempre estuvo ahí en mi pecho, en mis ojos, en mi desdén a la rutina eso acababa hoy en la ceniza de un nuevo amanecer.

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Día 33

Pez durmiente, soñador, ¿De qué están hechos tus sueños? ¿Acaso sueñas? Si me dejaras asomarme un poco, tan sólo un poco, a tu mundo, a tus lugares sagrados, a las profundidades y me mostraras el tesoro que escondes, si me hablaras ... juro que guardaría tus secretos hasta la muerte. Pez de seda, cadáver pueril, llévame lejos hasta perderme, hasta que se borren de mí los fantasmas, hasta que no quede nada mío entre la gente. Y después, cuando se hayan consumido hasta el último fuego, guárdame dentro como otra basura feliz En tus desdichadas escamas de podredumbre.

Mishel Andreé Luna - Poetry

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Cáncer

Los cangrejos son seres complejos creo que no tienen alma todo se pudre dentro de esa coraza pero aquello los vuelve un rompecabezas, no actúan por instinto si no con razón frívola y benévola van contra su naturaleza la última forma de libertad, sus tenazas son instrumentos finos de maniobra pero esos ojos negros y pequeños huecos con un pequeño brillo solo reflejan. Quizá yo también quiera una coraza.

Mishel Andreé Luna - Poetry

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Flammula Vuelven ledos cisnes a las calles fatuas enternecen con crespas sonrisas a mezquinos insalubres que caminan con pereza por las avenidas principales brillantes y hedientas de acre chocando con la argamasa de las fachadas viejas su plumaje refleja la tarde en crisol rayos de cera impacientes nacidos del llanto de Dédalo y las suplicas de Minos solo queda en nosotros la sombra del fuego el humo del deseo primigenio…

Mishel Andreé Luna - Poetry

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FILOSOFÍA ACTIVA CLASES SOBRE FILOSOFÍA A PARTIR DE CONCEPTOS CULTURALES. HORARIO: DE 19:00 A 20:00 HRS, DE LUNES A JUEVES. COSTOS: $75 POR SESIÓN O $150 POR TODA LA SEMANA.

INFORMES: JUAN CARLOS PÉREZ CASTRO: ryuten9@gmail.com


LA CHICA DE PELO ROJO Diana Alejandra Aboytes Martínez Las calles vacías de la media noche y una chica de pelo rojo sueña... En su utopía aprende con él lenguajes paralelos. Siempre maestro, le enseña la geometría de su cuerpo. Invasión de muslos y brazos. Caricia y danza suave donde uno pesa sobre el otro. Una boca busca la otra estremecida. Tonalidad de rosa y bronce en el ambiente. Marimba como música de fondo y un vago aroma a tabaco que desprende el puro que descansa sobre el buró.

Diana Alejandra Aboytes Martínez. Poetry

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MUJER, TIERRA Y SEMILLA No sólo de maíz y frijol vive una mujer... también de chile. El ave huichol busca su nido. Venga lo guarezca. El capullo está brotando. La mariposa rosada abrió sus alas. Esparce el aroma de la flor húmeda. Necesita el canto del pájaro de cuello rojo.

LLUVIA DULCE Inició la llovizna. La humedad fue regando los espacios. De entre ellos asomaba un capullo en flor. Las gotas resbalaban por sus pétalos. Ella, ansiosa, lo tomó con las manos. Sus hojas abiertas parecían ofrecerse al tacto, así que deslizó con suavidad los dedos entre ellos. La caricia les vino bien, pues parecían crecerse ante esto… Al cabo de un rato sucedió la tormenta. Después, densa calma. La chica cerró la ventana. Afuera comenzaba a llover.

Diana Alejandra Aboytes Martínez. Poetry

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LA RESPONSABILIDAD DE SIMISMO. UNA REFLEXIÓN A PARTIR DE LA “FILOSOFÍA DEL DERECHO” DE HEGEL, Y LA SOCIEDAD DISCIPLINARIA DE FOUCAULT. Juan Carlos Pérez Castro.

<<La ciencia filosófica del Derecho tiene por objeto la Idea del Derecho, o sea el concepto del Derecho y su realización >>. (Hegel W. F., “Filosofía del derecho”, p. 39, Ed. Claridad, Buenos Aires, 1968). Con esta frase, el autor alemán da apertura a su personal visión sobre la relación entre la filosofía y el derecho, donde Hegel intenta dar por sentado que la posibilidad de una ciencia del derecho, solo se puede dar desde la voluntad del sujeto de acción, por lo tanto, dirigida al constructo social del cual emana el individuo.

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Por supuesto, hay varias lecturas que se pueden realizar de este texto, sobre todo, pensando en una relación entre el concepto -de la manera en que lo entiende Hegel- y una posible analogía con los escritos de Platón, donde, el ateniense implica la necesidad de una disposición innata en el humano para distinguir entre el bien y el mal, de donde se llega a la conclusión de que el mal solo es ausencia de conocimiento del bien, es decir: ignorancia. Por supuesto, queda claro el hecho de no ser nada fácil el aproximamiento a la obra del oriundo de Stuttgart, sobre todo por el uso un tanto abstruso y redundante en sus traducciones, así como la utilización de composiciones lingüísticas en su idioma natural. Con todo, podemos decir del autor que tampoco ofrece grandes dificultades en su entendimiento, como podría pensarse debido a su fama. Pero, muy a pesar de lo anterior, si es menester tener cierto grado de conocimientos concretos en materia de filosofía, y, mi recomendación para aquellos que deseen profundizar con mayor esfuerzo en su obra, es la de tener un buen interprete, profesor y diccionario a la mano. Con todo esto, solo queda aclarar que el presente escrito no intenta ser una disertación o análisis de la obra de Hegel, pues esa empresa ya ha sido llevada a cabo en demasía por muchísimos expertos.

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Más bien, se intenta mostrar como el pensamiento de Hegel puede tener reestructuraciones en los planteamientos de nuestra época, y que, su contexto, muy a pesar de ser drásticamente distinto al nuestro, no impide la posibilidad de aplicarlo a nuestro acaecer existencial actual. EL DERECHO COMO CONDICIÓN FINAL DE LA SOCIEDAD. El concepto de derecho, en Hegel, intenta superar el imperativo categórico kantiano por medio de la convicción de que los actos del hombre, siempre al encontrarse destinados por una razón, le llevaran a someterse libremente al juicio de su moral para actuar correctamente. Pareciera que Hegel es muy bondadoso con el hombre, pero, en el fondo, esto entraña algo más terrible, a saber: que el régimen disciplinario se encuentra inmerso en la individualidad del sujeto mismo, y esto le impedirá obrar mal, pues, en su abstracción en cuanto que sujeto, se reconoce como parte de un todo social. Sin embargo, tal parece que comete el mismo error que Kant, al suponer que el hombre social busca el bien social, por lo cual se ha ganado muy bien la crítica de Schopenhauer, pues ha olvidado que el hombre obra motivado por sus impulsos de deseo y de placer, y no por algo tan quimérico como un bien social.

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¿Podríamos pensar, en nuestra actualidad, en una sociedad que no tuviera o que haya extinguido sus leyes? Por supuesto, desde una visión occidental del asunto, nos parece algo sumamente extravagante y fuera de lugar. Algo inconcebible y digno de una sociedad retrasada, pues, consideramos a las leyes como la única salvaguarda de nuestro bienestar. Sin embargo, la pregunta, como siempre, enmascara algo más profundo, pues, siguiendo el pensamiento de Michel Foucault, el discurso debe ser decodificado para encontrar aquello que esconde. En este caso lo que oculta el discurso de la ley, ergo, del derecho, es la ilusión de la buena convicción de los miembros de una sociedad de otorgar una parte de su libertad a quienes ejercen el derecho y las leyes, para mantener un orden. Lo cual nos lleva a pensar, nuevamente con Foucault, en las sociedades disciplinarias y el ejercicio del poder por medio de los discursos. Sin embargo, y a favor de Hegel, debemos aludir a la <<Hybris>> de la que nos habla Homero en la Ilíada, por ejemplo, donde encontramos que este término, hace alusión como contrario de la <<phronesis>> o prudencia; luego, la <<hybris>> es la desmesura, el exceso, la sinrazón. Y esta seria la razón que lleva a Platón, en voz de Sócrates, a edificar la republica gobernada por el <<filosofo rey>>, concepto que parece tomar prestado Hegel, solo que, implicándolo como una teleología de la razón, lo cual implica la necesidad de las personas de someterse a aquellos que, en teoría, son mejores en la disposición de la ley y son más justos en su discernimiento.

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Bien que lo anterior nos pueda parecer un tanto extraño, profundicemos un poco más en la cuestión, a saber: ¿qué es lo que lleva a una persona a someterse ante una ley, la cual no le fue consultada, para ser entonces sujeto jurídico? En primer lugar, podemos decir que su linaje y estatus socioeconómico. Idealmente, las leyes se han creado para mantener una equidad entre los miembros de una sociedad, con el fin de mantener un control en la procuración de justicia y que está no tenga distinciones por conceptos de raza, religión o estrato social. Sin embargo, sabemos muy bien que las cosas no funcionan de esta manera, por lo tanto, la pregunta que surge de esta contradicción o imposibilidad de la legalidad seria la siguiente: ¿Qué se busca, entonces, con la procuración de las leyes y con el estudio del derecho? Bien, pienso que la respuesta es sumamente evidente, a saber, el control. Pero, es tan evidente la respuesta, que debemos profundizar más en la cuestión. Más allá de una sociedad de control, lo que se busca es validar a los sujetos que ejercen el control por medio de ideales, de tal suerte que las personas aspiren en todo momento a ser parte de la dialéctica de amo-esclavo en sus relaciones interpersonales, validando, subconsciente e inconscientemente las normas establecidas por esta dialéctica, es decir, la superioridad y “derecho” de una clase -o, si se quiere, grupo de personas económicamente favorecidas- sobre los otros.

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EL DERECHO COMO RESULTADO DE LA ALIENACIÓN. Si, como hemos manifestado supra, las leyes se encuentran en un doble juego: por un lado, su aspecto ideal y trascendente, como una especie de <<cosa-en-si>>, pues solo se determina fuera de la experiencia misma; y, por el otro, su aplicación directa a la sociedad, donde la emergencia del dinero y el poder pueden doblar a su voluntad las leyes. Así, el derecho, a su vez, tiene un doble sentido: por una parte, se remite a la condición inmanente e inalienable que cada sujeto posee dentro de la sociedad a la cual pertenece, y que lo convierte en sujeto jurídico, pues tiene responsabilidades que, si quebranta o no puede cumplir, se pueda ejercer acción punitiva contra él; por otra parte, la coacción realizada hacia las decisiones individuales, pues estas ya se encuentran determinadas desde antes de su realización, lo que implica una imposibilidad de movilidad en nuestras acciones.

Entonces, el derecho actual solo es el resultado de los procesos de ejercicio de dominación, los cuales se han metamorfoseado por medio de los discursos para manifestarse y visualizarse como la única posibilidad que permita una cohesión social. Esto, por supuesto, nos determina a pensar al derecho como un producto de la alienación, un resultado de la de desvinculación con el constructo social y de la pérdida de identidad, la cual se genera por medio de la intersubjetividad. 39


EL DERECHO COMO RESULTADO DE LA ALIENACIÓN.

Entonces, el derecho actual solo es el resultado de los procesos de ejercicio de dominación, los cuales se han metamorfoseado por medio de los discursos para manifestarse y visualizarse como la única posibilidad que permita una cohesión social. Esto, por supuesto, nos determina a pensar al derecho como un producto de la alienación, un resultado de la de desvinculación con el constructo social y de la pérdida de identidad, la cual se genera por medio de la intersubjetividad.

El elemento tan común de hoy, el hiperindividualismo, ha construido terribles monumentos a la erosión social, y ha proclamado la reivindicación del derecho individual sobre el colectivo. Hegel, por supuesto, implicaría que la razón debería conducir a todos los sujetos al bien social, pues este es el telos especifico de cualquier nación, pero, como se comento supra, olvido por completo la realidad del sujeto y su condición de ser deseante eterno, como diría Lacan.

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Conclusiones. Por supuesto, podemos pensar que nuestra actualidad nada tiene en común con la época de Hegel. Que el autor alemán ha descrito una filosofía que intenta fundamentar al derecho como conducta primaria del ser de la sociedad, en pocas palabras, que la razón humana determina esta convicción de buscar el beneficio social antes que el individual de manera innata, inmanente si se quiere. Sin embargo, sabemos muy bien que esto difícilmente se puede deducir como una convicción natural de nuestra especie. Hegel piensa que la moralidad, la ética y el interés publico son, cada uno, derechos peculiares, por ser <<determinación y existencia de la libertad>>. Sin embargo, el aparato idiosincrático, el fetichismo de la mercancía y el endiosamiento de la libertad son aspectos que Hegel, ya sea por buena voluntad, un exceso de confianza o inocencia en y sobre el humano, así como un deseo por configurar y determinar el mundo bajo su sistema, donde intenta dar una justificación y explicación del mandato de los poderosos, a cegado una visión realista de la figura humana, ergo, del derecho. Podemos pensar al ser humano como malo por naturaleza, y al modo de Maquiavelo, decir <<¿Qué se le puede hacer?>>. E intentar conocer al humano en sus imperfecciones de una buena vez y para siempre con la intención de dominar su existencia.

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Sin embargo, el ser humano, como menciona Heidegger, es un ser que proyecta al futuro -a la muerte, si se quierepero que, como hace mención Sartre, en sus elecciones le va su libertad, y esto únicamente cuando se vuelve responsable de ellas.

En suma, el derecho hegeliano es inapelable en un marco vivencial y concreto, pero puede servir como un faro que nos ilumine a un mejor porvenir. Porvenir donde podamos edificar un mundo-otro y un ser-humano-otro. Siempre con la posibilidad de mejorar todo sistema construido por nosotros, desde la filosofía, hasta las ciencias, y ello, por supuesto, implica a las ciencias jurídicas y lo que entendemos por derecho.

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MICROFICTION DROPS

Ella nunca estuvo consciente, nunca se dio cuenta de la fecha. El espíritu de Halloween hizo de las suyas. Se preparó esa tarde para conmemorar una noche especial; sin darse cuenta se quedó dormida entre envolturas de dulces y el sonido de una película clásica de terror. En una especie de letargo caminó, despedazó, y diseño entre risitas traviesas la mejor calabaza del año. A la mañana siguiente se despertó con el aroma de las velas derretidas, casi recién apagadas, con la sensación de haber creado una obra maestra. La que creyó que era su calabaza recién cortada anoche, era en realidad la cabeza de su marido, que destilaba sangre, e iluminaba levemente el alfeizar de la ventana.

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