El Creacionista #45

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EL CREACIONISTA Artes, Cultura y Literatura JULIO 2022

ISSN: 2683-2283

OPEN YOUR MIND POESÍA

NARRATIVA

COLUMNA

FILOSOFÍA

CULTURA


EL CREACIONISTA, año 3. No. 45, Julio 2022, es una publicación electrónica mensual, editada por Alma A. C. Carbajal Guzmán, calle 42 Poniente. Tel. (222) 9455332, Puebla, Puebla, México, https://issuu.com/elcreacionistarevista/docs/el_cr eacionista, elcreacionista_@hotmail.com. Editor responsable: Alma A. C. Carbajal Guzmán. Reserva de Derechos: En trámite. ISSN: 26832283. Autor. Responsable de la última actualización de este Número, EL CREACIONISTA, Alma A. C. Carbajal Guzmán. Fecha de última modificación, 3 Diciembre 2020. El contenido y las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación, citando invariablemente la fuente sin alteración del contenido y dando los créditos autorales. El propósito de esta publicación es contribuir a la divulgación efectiva de las nuevas incursiones de la literatura y escritores contemporáneos de México y de otros países de habla hispana. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos o imágenes de la publicación sin previa autorización del autor y editora Alma A. C. Carbajal Guzmán.


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CONTENIDO Nota del Editor

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EL MOMENTO CREADOR LLEGA A PRINCIPIOS O A MITAD DEL AÑO, PERO SIEMPRE CON LA CONSECUENCIA DE QUE LA MUSA VENDRÁ AUGURANDO BUENA SIEMBRA Y BUENAS COSECHAS, CUANDO EL TIEMPO AGONIZA, O RENACE EN LA ESCARCHA Y OSCURIDAD DE LO OCULTO.

Adán Echeverría LA TODA TEORÍA QUE SUELE PREDECIR LA VERDAD

Afrobolada BANDERA ROJA

Rodrigo Miguel Quintero EL TALLER LITERARIO

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Alma A. C. Carbajal G. ARTE: RE - FIGURACION: LA OBRA DE KARLOS IBARRA

Lorena Avelar PUNTO ESCARLATA: EL RIESGO

Javier Alberto R. Ramírez ARRÁNCAME LA VIDA

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DEL EDITOR

La mitad del año parece indisoluble; la fecha prometida llega, se cierran ciclos para dar comienzo a otra brecha de la vida, y las alianzas con lo que queda de nuestros días, se vuelven casi excesivas. El momento creador llega a principios o a mitad del año, pero siempre con la consecuencia de que la musa vendrá augurando buena siembra y buenas cosechas, cuando el tiempo agoniza, o renace en la escarcha y oscuridad de lo oculto. Escritores, artistas, a todos aquellos que trabajan con la creación y en pos de esta, recapitulen en esta mitad del año, reconfiguren todos los anhelos que al inicio tenían un aliento diferente – puede ser que hayan perdido un poco el aire, pero no el paso – continuar fieles a los ideales de los cuales se componen sus obras; no teman al fracaso de los días, es necesario para elevar la magnificencia de la palabra o la figura, para que tras los numerosos ensayos de vuelo, pueda extender las alas con toda la libertad que representa.

ALMA A. C. CARBAJAL GUZMÁN


LA TODA TEORÍA QUE SUELE PREDECIR LA VERDAD ESCRITO POR: ADÁN ECHEVERRÍA

Nos atrevemos a la negación y en Teoría todo debe ser posible el desprecio hacia los ídolos las leyes y los monumentos infames del destino Que cada uno amarre sus barcas las hunda las incendie y no se deje claudicar a los océanos

Lo posible viene después al abrirse el agujero y sacar de él la negra magia sostenerla en el puño con esa risa indolente como un letrero blanco de: Aquí yace la Felicidad

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No podemos embriagarnos al menos no siempre por inexactas causas suposiciones y el dogma de fe resulta innecesario para nuestras dolorosas espaldas Porque un día cualquiera de lluvia o sol en el espacio abierto lo luminoso azul de la bahía de toda playa picada por bañistas nos acabará por entregar lo más reciente de aquellas postales pardas con su horizonte rojo cubriendo el escenario

Pedazos de toda tradición quedan esparcidos por el tiempo: corrientes teóricas inspiradas en la sociología la filosofía la historia la filología y la lingüística para el asombro de la humanidad que ha abandonado la caverna


La música del cielo avanza avanzan sus ciclos sus esferas la Luz que nos permite contemplar en tan grande número el avance de la polución sobre los polos del planeta la tímida naturaleza respirando calma los divertidos plumajes de cada fénix que atraviesan la noche con su tulipán dorado en el pico como meteoritos o correrías de muchachos por el arenal de iluminados rostros jovencitas atravesando la ensenada en plena libertad de incendio a mediodía cuántos peces en el mar cuántas aves por los árboles cuántas estrellas resplandecen tantas jóvenes hermosas sobre pieles y camastros

No hay más Suena el despertador y vamos a enfrentar de nuevo el tedio la comezón en la cuenca de los ojos permanece: ¡¿Vas a desayunar?! enciendes la tv con las noticias y en Teoría hay que ir a trabajar conquistar el pulso a la academia o mendigar el dinero de la beca o el salario los mejores estudiantes abandonan sus materias para dedicarse a diversas actitudes Saben que ahora es el momento de lamernos las heridas sobre las láminas cual gato que ha perdido el equilibrio por tanto desvelarse haciendo los deberes y quedamos sucios de ideales como las tristes palomas grises y habitando las cornisas

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Ahora las madres los miran mientras toman café junto a la fogata detenidas en antiguos lamentos: Seremos las desconocidas una vez fuimos jóvenes de ojos almendrados y nuestra vista planeaba sobre fosforescentes oleajes que no podían abarcarlo todo


La música del cielo no ha podido bendecir las luchadas horas de flaqueza humana y en este pueblo mío vamos con la camisa de fuerza bien ajustada en el grillete del tacto Una luna en cada fantasma sacude olvidadas plegarias Los perros por toda la ciudad La neblina de la tolerancia La poca paga y el terror que nos regala la sequía ya tan débil en esta guerra por el agua que ha dejado el deshielo

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En esos cerros sigo desgajándome y Tú ardiendo de nuevo en calenturas tan cerca de mi corazón aterida a los calendarios del amor la tristeza la continua desesperación por lograrlo por ser de aquellos marcados con la estaca del éxito en los pectorales en los labios la nuca los omóplatos imaginarlo y definirlo Colocada en su sitio la antorcha del conocimiento ondea en la zozobra indispensable de la desconfianza: déjale sacar lo más nuevo lo espectacular lo que hasta ahora resultó Inaudito

Vamos a levantarnos tras el despertador a beber el agua amarillenta del amanecer En Teoría habrá que desayunar y caminar las anchas calles esperar por el camión como todo mundo como todo chico que en Teoría vigila la esperanza de mochilas y guarda cuadernos avergonzados de la literatura y de las ciencias naturales por aquel futuro de sexo inoperante: Arriba Abajo Demos la Media Vuelta a los cabellos del sombrío lago hasta transmutar en garza blanca de la ciénaga


Habrá que seguir obedeciendo Conquistar las academias y si te retrasas… Tendrás que empezar de nuevo Pedir permiso Ofrecer disculpas a los resentidos juristas del canon occidental que nos sitian Las bolsas de cannabis caen de los cuerpos y los besos se entremezclan unos sobre otros abordan el transporte público con sus caras metálicas de la sorpresa: ¿esto somos? ¿la mano derecha con la trompeta de oro levantada? ¿el pobre género humano que ya no quisiera rebelarse? Somos la ecuación del golpe El fenómeno transportado en el lenguaje que viaja sobre la montaña a través del litoral del ojo En la distancia el mar nos llama hacia lo unicelular que una vez fuimos y cuajados en el caldo primitivo de todos los desagües seguimos hacia la ruina en esta playa donde se nos ha prohibido nadar por el mercurio y sobre estos oleajes de fuego y tinta china que desencadena la contracultura donde se despliega el rostro de unos pocos atrevidos que se alejaron de aquellas madres solitarias que beben café a la luz de las fogatas recordando sus prohibidos triunfos

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Pocos serán los escogidos (lo han dicho tantas veces) por la empresa o el amante o la esclavitud que siempre está al acecho en la conciencia humana Pero hoy los jóvenes continúan atravesando el sueño suben el cerro como pequeños estudiantes van en filas apretadas de hormigas tras el profesor y las autoridades que todo lo han logrado que los esperan en la cumbre de su inoperancia como elfos desiguales que no pueden controlar su angustia


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Elfos-Profesores que separan a los estudiantes etiquetándolos: Obedientes y Calamidad luego los saludan desde sus carros y sus trajes sastre y en Teoría tal vez más adelante aquellos jóvenes seamos quienes transitemos subidos en las camionetas para escupir la miseria mirada sobre otros transeúntes nuevos estudiantes como ejércitos de inquietudes prisioneros siempre de la falta de lenguaje puestos en la certeza del fracaso y la ignominia que seguirán subiendo tras el sueño año tras año hasta que el hielo de los polos no resista más y en Teoría todos disfrutemos de la inundación y de esa agua que tendrían que beber los muertos olvidando el pudor de rostros antiguos y voces y gritos y formas y gestos donde no se deje claudicar a los océanos: que cada quien amarre sus barcas las hunda las incendie en el desprecio por los ídolos las leyes y los monumentos infames del destino porque de nuevo nos atrevemos a la negación y en Teoría todo debe ser posible


BANDERA ROJA ESCRITO POR: AFROBOLADA

Primera parte

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En nuestra primera cita, Juan me lanzó una mirada que hizo a mi sexo reaccionar, palpitar… Una palpitación aguda bien en el medio de mi… buceta. Era la primera vez que lo notaba y concluí que le salió natural, como parte de la excitación de conocer a alguien y de la calentura acumulada por meses de reclusión por la pandemia. Pero me encaró de la misma forma cuando nos juntamos la segunda vez y ahí no me quedaron dudas: era una técnica y él sabía exactamente lo que estaba haciendo. En algún momento inesperado de la noche, él tenía sus ojos semicerrados y transmitía el mensaje sin siquiera abrir la boca: “llegará el momento de follarnos y cuando eso pase… tú lo vas a disfrutar.” No tengo idea de cómo o dónde ha aprendido a hacer tal truque, pero funcionaba; me masturbé por una hora cuando llegué a casa después de la primera cita y lo mismo pasó la segunda y tercera vez que nos vimos. Aquella cara me excitaba en demasía, a pesar de que, algo tímida, siempre buscaba refugio en cualquier otro rincón que no fuera sus ojos cuando todo ocurría.


Al final follamos solamente la quinta vez que nos juntamos y, como un viejo político que promete mucho mientras está en campaña, pero que no cumple ni el 10% del proyecto de gobierno una vez que fue electo, Juan decepcionó. Trigger Warning: violencia sexual, violencia de género. Acordamos de estar en su casa alrededor de las 20 h. Cuando me abrió la puerta, el olor a alcohol llegó antes… ¿Estaría borracho? – Borracho, no… alegre… – dijo al corregirme – Bebí algunas copas de gin con amigos cuando salimos del trabajo… pero estoy bien. Algo me hizo pensar que la noche no terminaría bien. Red Flag.

Mientras cocinaba, noté los detalles de su casa: DOS Biblias distribuidas por el escenario, el santo en la pared y el cuadro de Bob Marley fumándose un caño arriba de la TV. Intenso. Abrimos un vino y se me ocurrió tomar rápido para que quedáramos en la misma sintonía, pero fue imposible alcanzarlo, ya que siguió tomando. Dos botellas más, o mejor dicho, una y media; él dejó caer parte del contenido de la segunda… al suelo.

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Cuando finalmente empezamos a besarnos, el hombre reveló un cuerpo milimétricamente trabajado. Desde los brazos al abdomen, los muslos y las pantorrillas: no existía un solo miligramo de grasa en ninguna parte y me intimidé. El peso de la presión estética vino galopando con una antorcha en llamas en las manos, preparado para hacerme dudar que él pudiera sentirse atraído por mi cuerpo, pero me acordé de aquella mirada sexy y alejé los pensamientos como si fueran moscas. Aquella era una noche que ya esperaba hacía casi un mes y no iba a permitir que mis inseguridades acabaran con ella. Él acomodó su cuerpo sobre el mío cuando yo recién me había quitado el calzón. Existió alguna interacción preliminar hecha muy por debajo de cualquier expectativa, por protocolo y, aunque no estuviera completamente erecto, ya me iba penetrando sin condón. Hasta aquel punto, todas las otras banderas rojas parecían menores, pero a partir del momento en que tuve que alertarlo sobre el preservativo, ya sabía que él me entregaría un sexo sin sentido, machista y que me decepcionaría de muchas maneras. Aun así, seguí. Creo que contando con lo que habíamos vivido hasta entonces y también con la esperanza de que yo pudiera conducir aquel sexo hacía un final feliz. Él se levantó, sacó el condón del armario y volvió para penetrarme. Empujó aquel espagueti mal pasado dentro de mi cuerpo y, al percatarse de mi falta de lubricación, lo sacó nuevamente, lamió las puntas de sus dedos lo suficiente, rasgueó mi vagina y volvió a penetrarme.

caderas parecen un martillo hidráulico… no es posible que esté disfrutando esta metedura a la xvideos.” –

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“¿Por qué no le digo a este desgraciado que no es así que se folla? Sus


Juan hacía ruidos y performaba como un actor porno. Ahí, en el medio del acto, me lanzó aquella misma mirada que antes me hacía sentir excitada, pero ya no surtía el mismo efecto, sino todo lo contrario: me dejaba más seca que el desierto de Atacama y ojo que se trata del desierto más árido del mundo. “¿Dónde estos weones aprenden a follar?” – Cambiemos un rato… – intenté. Ahora yo estaba arriba de aquel pico medio erecto, medio cansado, pero tan pronto noté que nada sacaba a mi clítoris de la más profunda omisión, desistí. No funcionaba y no había química.

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Dije que paráramos unos minutos; ¿Por qué? Preguntó con un tono de voz que me pareció irritado. ¡Porque quiero, mierda! Porque esta mierda de metesaca sin sentido ya me va doliendo y porque follas como si quisieras abrir un agujero en mi útero… fue lo que hubiera querido contestarle, pero apenas le dije “porque me duele”. Él se acostó a mi lado, suspiró frustrado y retiró el condón lanzándolo al suelo cerca de la cama. Hizo cuestión de dejar claro que estaba molesto con mi rechazo, o resistencia, en seguir teniendo sexo. Intenté hablarle sobre asuntos diversos, pero en ningún momento él subió a bordo y generaba así un silencio incómodo en el ambiente. Yo ya sabía que aquella actitud estaba mal, que era egoísta, infantil y machista, pero seguí allí, acostada a su lado en silencio. Después de un rato, besé su rostro suavemente, y Juan interpretó mi gesto de afecto como una invitación para un segundo round, entonces saltó arriba mío con prisa de nuevo. Sacó otro condón y, en cuestión de segundos, ya estábamos follando otra vez.


¡No estaba bien! No había demostrado yo ningún interés en tirar; ya le había pedido un tiempo, la verdad… pero no le dije nada y, aunque sintiera dolor, soporté algunos segundos más de aquel mismo sexo incómodo. Empecé a sentirme acosada y pasada a llevar. Mientras él seguía, mi mente posó en una conversación que tuve con mis mejores amigas muchos años antes. Confiábamos episodios de insistencia de nuestros parceros, que estaban tan normalizados que ninguna de nosotras pensaba que el nombre real de esta acción es… violación. – ¡Ah, Tatiana! ¿Quieres decirme que en años de relación tú nunca lo hiciste sin ganas? ¿… que siempre que Uds. follan… estás siempre 100% horny? Tati sonrió sin gracia. La negación salió un poco tímida. Era parte de nuestro “rol social”: abrir las piernas, fingir que se siente placer, hacer ruidos, poner caras y esperar a que él acabara lo más pronto posible para entonces respirar y dormir en paz. Pasó con pololos, hombres con los que tuve apenas un encuentro casual y ahora pasaba con Juan.

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Mi cuerpo trató de rechazarlo como si quisiera expulsarlo de mí y con una voz firme le dije: PARE. Él se detuvo molesto nuevamente y preguntó “¿Qué pasó ahora?”, pero yo ya no permitiría que siguiera lastimándome y le dije con todas las letras: – Te dije para que paráramos. ¡Te dije que no quiero tener sexo ahora! – Okay. Okay. – refunfuñó y se quitó de encima lanzando otro condón al suelo. Lo que pasó después de ese momento fue una serie de intentos de un hombre desesperado por penetrar a toda costa. Salió del baño en algún momento y simplemente puso su sexo en mi cara forzando un 69 sin contexto. ¡Para!, le dije. ¡Disculpa!, pidió y luego, después de cinco minutos, intentó penetrarme por detrás con violencia. ¡Para!, ¡Disculpa!, y seguía insistiendo… él no iba a parar; ya había ultrapasado el área gris, aquel límite sutil que muchos hombres transgreden haciéndose los que no entienden; el rol de ingenuos para obtener lo que quieren y como quieren. La mirada, que antes me hacía sentir placer, ahora me daba miedo. Me vestí. Al sentarme a su lado en la cama, Juan dijo que no entendía lo que estaba pasando o por qué lo estaba tratando de manera tan… hostil. Me confundía. ¿Será que él realmente no ve problema en lo que está haciendo? EL CREACIONISTA | PÁGINA 18


– No entiendo. ¿Por qué me tratas así? ¿Por qué actúas así? No esperaba esto de ti… – ¡Me estás violando! – la frase salió destapando un llanto que tan pronto llegó a la garganta, retornó al estómago. Él se ofendió, ahora parecía ver la gravedad de la situación. – ¿Qué? ¿Violándote? ¿Estás loca? – ¡Loca no! Te pedí que pararas y sigues insistiendo en un sexo que no quiero tener… ¡Es violación! – ¿Me estás llamando violador? ¿Violador? – Entonces, ¿qué palabra debería usar? ¿Cuál es la palabra que se debe ocupar cuando alguien te fuerza a tener sexo? ¿Sin su consentimiento? Me encaró por mucho tiempo en silencio. Después agachó la cabeza y ahí todo se puso mucho más confuso. Empezó a esconder su sexo entre sus muslos; sentía vergüenza, pedía disculpas, pero a la vez me seguía mirando de la misma manera que en aquel punto ya me hacía sentir asco. Juan decía que estaba arrepentido , pero, en el fondo, esperaba que, de la nada, yo pudiera sentir ganas para volver a tener sexo con él. – ¡No me mires así! – grité mientras buscaba mis cosas que estaban en su living. – ¿Así cómo?

– Me intimidas… – susurró. – ¿Qué? – Si, me intimidas… – repitió intentando pasar las manos por la parte interna de mi muslo. ¡Suficiente! Fui por mis zapatos, saqué un helado que había llevado como postre y salí por su puerta con una mezcla entre enojo y tristeza. Abusaba de mi buena voluntad para hacer valer su deseo y yo ya no podía ignorar lo que sentía.

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– ¡Tú sabes exactamente cómo!


Mientras bajaba en el ascensor, un sentimiento antiguo y bien conocido invadió mi pecho: culpa. ¿Tal vez esté exagerando? Creo que estoy exagerando. Pero realmente me duele… mi vagina duele, fue violento. ¿Pero, será para tanto? Definitivamente, no había imaginado acabar la noche chupando un helado de chocolate entre lágrimas mientras esperaba a que mi Uber llegara al hall de su predio. Algunas personas me miraban con curiosidad, pero ninguna se acercó para saber si realmente estaba bien. Nunca más va a querer salir conmigo de nuevo. Lloré. Al entrar al auto, me di cuenta de otra serie de desgracias: estaba sin mis llaves, mi celular ya no tenía batería y yo pretendía pagar en efectivo, pero lo que tenía no alcanzaba. Lloré. El conductor se enojó y con toda razón. En casa, tuve que tocar el timbre de un vecino para que me abriera la reja. Lloré. Logré prender mi celular por un minuto, el tiempo justo para lo que necesitaba hablar con la roomie que, a pesar del sueño pesado, despertó y me abrió la puerta. – ¿Estás bien? – Sí, todo bien… – contesté tragando el llanto.

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Entré a la ducha y me sentí aliviada y segura por estar en mi casa, pero en un estado de confusión gigantesca: no sabía separar la culpa del enojo y el enojo del miedo. Por horas me acordé de todos los parceros que insistieron, algunos con violencia, otros más sutiles, y no podía parar de llorar. La actitud de Juan trajo recuerdos de todos aquellos hombres que se rehusaron a ocupar condón y de los que, cobardemente, sacaron la protección en medio del sexo sin que yo lo notara; además de los que insistían en prácticas que a mí no me gustaba hacer.


Me acordé incluso de todas las veces en que me dijeron: “… pero así son los hombres”. Sin embargo, aquella noche, envié un mensaje a Juan pidiéndole disculpas por lo ocurrido. En mi cabeza, yo había arruinado todo. Había desechado la oportunidad de conocer a una persona interesante por cuenta de heridas antiguas. En la mañana siguiente, Maca, mi roomie, pidió que la actualizara sobre mi noche. Las expectativas eran altas, ya que yo había encontrado a alguien que parecía bacán y cariñoso. – Hubo un drama… – Hm… ¿qué pasó? Percibí tu cara rara cuando abrí la puerta anoche, por eso te pregunté si estaba todo bien y me dijiste que sí… en fin, ¿qué pasó? – Sí, por supuesto… gracias por abrir la puerta, salí sin mis llaves, mi celular se descargó y no tenía plata para pedir un Uber… – ¡Caos!

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– Caos… Con Juan… lo que pasó fue que le pedí que paráramos de tener sexo en un momento y siguió insistiendo. Ignoraba completamente el hecho de que no quería seguir… Entonces lo acusé de violarme… Creo que exageré; él reaccionó mal… En fin, una mierda…


– ¡Maldito sea! – dijo decidida. – No sé, pero eso ya me ha pasado tantas veces que… creo que exageré. Fue como un trigger, ¿sabes? Algo que me desencadenó cosas del pasado. Lo acusé… Fui directa. Cuando vi que no íbamos a entendernos, salí. Lo dejé ahí solo porque ya sentía mucho miedo. Él parecía no poder controlarse… llegué a la casa en lágrimas. – Amiga, todo lo que se hace más allá de lo consentido y acordado es violación. Punto. Sí, tú tienes toda la razón. Un no significa NO. Si tú no querías, él no tenía que estar insistiendo. Las palabras surgieron como la mano amiga que necesitaba para sacarme de las sombras y entonces me sentí segura sobre estar en lo correcto en relación con lo que había pasado. –Incluso, lo único positivo de todo eso fue justamente que tú te levantaste y te fuiste… ¿Sabes? Cuantas veces nosotras ignoramos… Cedemos ante la insistencia… fingimos que no está doliendo o que a una le gusta lo que pasa… Me parece extremamente justo que tú te hayas levantado y lo hayas dejado allá.

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– Me fui, pero exagerando…

me

sentía

muy

confundida,

creía

que

estaba

– Sí, porque nosotras somos moldeadas para sentirnos culpables. Nuestros cuerpos deben estar siempre a disposición de estos weones… si no, ellos buscan en otro lugar. Cuanto más hablábamos, más veía que los lazos afectivos que había construido con Juan me hicieron bajarle el perfil al nivel de violencia de lo ocurrido, pero los hechos no mentían. ¿Si no me hubiera levantado y salido, quién sabe lo que hubiera ocurrido en aquel departamento?


Maca sentía odio. El odio que apenas imaginamos o somos testigos de otra mujer sufriendo violencia, porque a veces es difícil medir la gravedad de la situación cuando nosotras mismas las protagonizamos, especialmente, cuando estamos involucradas afectivamente con alguien, pero muy fácil de entender lo que no está bien si ponemos a otra mujer en nuestros zapatos. Una amiga, hermana, una prima, colega, jefa, vecina… Mientras hablaba con Maca, imaginé a mi hermana menor pasando por exactamente la misma situación que yo y sentí un odio bruto que no necesitaba ser lapidado.

Solo entonces entendí que dicho sentimiento de culpa era ridículo y me sentí una gran idiota por haber llegado a casa y, a pesar de todo, haberle enviado unas disculpas. Pero eso no quedaría así por mucho tiempo… Juan contestó aquel mensaje muchas horas después y en ningún momento me pareció verdaderamente preocupado por mi estado de ánimo, pese a haberle dicho que había pasado la noche llorando.

entonces, le di un discurso. Esta vez, y con razón, segura de que en aquella historia, de principio a fin , el equivocado era él. Aún así intentó manipularme dos veces, con la certeza de que vacilaría, cedería y pediría disculpas por restregar en su cara que él no tenía permiso para ni siquiera tocarme sin mi consentimiento.

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– Lo siento… Siento que hice algo mal… – fue lo que me escribió y


– No esperaba eso de ti… Pero yo estaba afilada, acompañada y cierta. – ¿Eso qué, Juan? ¿Acaso fui yo quién siguió insistiendo en hacer algo que tú no querías? Juan jugaba con el cariño que, en pocas semanas, desarrollé por él,

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y ante la imposibilidad de hacer uso de la manipulación, desistió. Me pidió disculpas, dijo que nunca había pasado por algo parecido con nadie y que no lo había hecho con la intención de dañarme. Sugirió que saliéramos otro día para conversar, pero mi interés en seguir conociéndolo ya no existía.


EL TALLER LITERARIO ESCRITO POR: RODRIGO MIGUEL QUINTERO

De adolescente solía ir a un grupo literario de mi ciudad. No importa su nombre. Lo importante fue el bochorno. Sí, leyeron bien: el bochorno. Se reunían todos los sábados a las 3 de la tarde en casa de Clarita desde que nos echaron de la biblioteca municipal sin motivo. El rumor que corría era que el pelado Ortíz se había manoteado un par de libros y nunca más volvieron. Tampoco nosotros. En fin, Clarita abrió las puertas de su hogar para recibirnos a todos el sábado. En aquel entonces, mi madre tenía su clase de yoga y su sesión de psicólogo los jueves. Siempre ponía en práctica los consejos de su psico los sábados. Día en el que nos encontrábamos todos en casa. EL CREACIONISTA | PÁGINA 25


- Vos gordi andá al taller literario con tu hijo. Mi doctora me dijo que tenemos que crear vínculos con los chicos ahora que están creciendo. - A mí me espera Darío en el taller... y tengo que ver el auto... le falta hacer el service... y.... - dijo mi padre dando un manotazo de ahogado. - ¡Vos te vas con él! - gritó mi vieja con un acelere que espantaba. Yo estaba consternado. Era mi espacio. Nunca invitaba a nadie al taller y menos a mi viejo. No le interesaba. Era cualquiera. Odié a esa psicóloga. - Pero... mamá... eh... mejor no... en otro momento salimos nosotros... - dije suplicando que se arrepintiera. ¡¿Cómo iba hacer para sacármelo de encima?! - Hijo justamente es una buena idea. Dejalo que vaya y el otro sábado, él te lleva a vos - dijo ella muy contenta. - Mamá ehhh... - dije desesperado. - ¡Vos te lo llevás!. Van y vuelven juntos. - nos dijo mirándonos

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fijo a los dos. Mi cara quedó blanca. Estaba como el emoticón que se agarra la cara. Quería desaparecer. Este iba ser el suicidio social del siglo. Acepté, no me quedó otra.


-En el camino rezaba que justo ocurriera un imprevisto para no llegar, o, de última, que le ocurriera un imprevisto a mi viejo. Cualquiera.

Seguimos

camino

a

casa

de

Clarita.

Desgraciadamente, llegamos. -Dejo el auto acá y te paso a buscar después. Me voy al taller de Darío - dijo lo que ansiaba escuchar con toda el alma. Entonces, la puerta se abrió lento y chirreando... - ¡Hola Rodri! ¡Qué bueno que viniste! - dijo Clarita super feliz. - Hola soy el padre... mucho gusto. Ya me iba - dijo y le dio la mano. - Mucho gusto señor, bienvenido al grupo... - le dio un abrazo sorprendida - integrantes del grupo literario vino Rodri y su papá a escuchar las charlas de taller. ¡Pasen no se queden ahí! gritó Clarita empujándonos. Nos sentamos en la amplia mesa de la cocina salvo mi viejo que se tuvo que sentar en un sillón del fondo. Ahí estaban todos mirando al elemento nuevo. Estaban contentos y sorprendidos al EL CREACIONISTA | PÁGINA 27

mismo tiempo.


-¡Gente del grupo literario les voy a leer una poesía acerca del amor - dijo Clarita con tono solemne. Levantó el mentón e inclinó la cabeza. Todos escuchábamos. Luego venía la ronda de opiniones. - Me gustó mucho la metáfora - dijo uno. - Excelente uso de oximoron - dijo otra. - ¿Usted, papá de Rodrigo, qué opina? - le preguntaron con ansia de saber. - Lindo, me gusto, está bueno, sí, sí - dijo mi padre perdido como siempre. - Me alegro que le guste. Venga el próximo sábado - dijo Clara con tono maternal. - Yo por mi parte propongo leerles un cuento sobre divorcio dijo Pilar y empezó.

El cuento era largo, muy bueno y monótono. En medio de la lectura empezaron a sonar unos ronquidos que yo conocía demasiado bien. Subían de tono, bajaban, salían extasiados y de pronto, cesaban. Parecía una moto averiada ¡No podía creerlo!

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-Todos frenaron lo que estaban haciendo. Giraron la cabeza hacia el sillón del fondo y sonrieron como quien le sonríe a un niño. - ¡Pobre hombre está cansado! - dijo Clarita y los demás asintieron. - Déjenlo dormir. Sigamos leyendo... - dijo Pilar entusiasmada. ¿Por qué todo ésto me ocurría a mí? ¡Qué vida de mierda! Mi compañero Renzo alias el gringo, era fana del fútbol y el padre fundador del centro cultural de la ciudad. ¡Madre que lo parió! Al principio ibamos juntos. Al final terminé yendo yo. Ahora ésto. Tomamos el té con masas y facturas. Cuando abrieron los paquetes mi padre se despertó. Para eso tenía mucho olfato el muy furbo. Le sirvieron un poco de café y todos comimos. Lo pasamos muy bien. Clarita no dejaba de atender a mi padre.

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- Bueno, gente del grupo, los espero el sábado que viene. A todos, al papá de Rodrigo también. Lo vamos a sacar escritor como al hijo - dijo Clarita. - Sí, que venga - dijo Pilar. - De última, que duerma una siestita... - dijo socarrón el pelado Ortíz. - Sí, sí, el sábado que viene, vengo. Lindo, lindo - dijo mi padre. - ¡Chau, hasta el próximo sábado! - dije corriendo derecho al auto.

Breveando la cuestión: “padre y literatura no van juntos”.

Publicado anteriormente en: https://comunidadtusrelatos.wixsite.com/website/post/eltaller-literario https://relatosquevan.blogspot.com/2021/12/el-

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taller-literario.html


RE - FIGURACIÓN ESCRITO POR: ALMA A. C. CARBAJAL GUZMÁN.

Las nuevas representaciones artísticas de Karlos Ibarra nos muestran relatos alternativos, donde la subjetividad de la plástica toma otro sentido; el arte se fundamenta con el avance de la perspectiva verdadera (primeramente) la figuración. La obra está sujeta a la presencia libre del espectador, es ahí, que renace en propio ensayo del creador una doble subjetividad; el desafío del artista está en la práctica, pero también en las revelaciones que se presentan en las propias capacidades; la relación empírica (la armonía y la singularidad de la representación) se confronta en la absolución de la mirada y la interpretación.

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En el arte de Ibarra hay una constante, la evocación de los espacios, las constantes que se originan en el correlato de las intimidades, este aparece en forma de identificación, la reunificación de la expresión nos transmite limites pero a su vez los motivos que se comentan en el trayecto de las pinceladas, no es solo que los componentes presentados sean herramientas propias de la deconstrucción, sino que la

fronteras de su creación, y a su vez con la diversidad de las posibilidades plásticas; la simultaneidad de los intramuros e identificaciones personales del autor se manifiesta en la intemporalidad de su obra.

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intemporalidad de estos capítulos de lo entrañable, del contraste de la cotidianeidad, del retrato. La realidad, el significado se posicionan conjuntos a todas las intersecciones, para unir la experiencia, la asociación personal del artista con la interrelación selectiva de las


PUNTO ESCARLATA: EL RIESGO ESCRITO POR: LORENA AVELAR

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Abro los ojos en un día matinal como cualquiera. Todo está en su mismo lugar, todo es igual, con su mismo significado y circunstancia, hasta los más pequeños detalles. Nada ha cambiado en el mundo de las formas, este mundo es el mundo en el que yo he vivido hasta este instante. Cada acontecimiento cobra la máxima trascendencia, y todos y cada uno de ellos son testimonios íntimos, que dejan su huella particular en cada historia. El riesgo de estar vivo, ver y sentir la soledad de un corazón solitario, el riesgo de vivir las lágrimas de un amigo como propias, el riesgo de intentar ayudar al que está pasando por dificultades...el riesgo de la compasión. Es un riesgo que no todos están dispuestos a asumir, pero es un riesgo que merece la pena ser vivido si se quiere existir en los límites ciertos de lo continuo.


Lo incierto es querer o no querer correr el riesgo, de ir detrás de lo que se busca en el universo. Hay momentos y espacios prohibidos, que ponen una línea y fracción de silencios, de negros absurdos y blancos intocables, que no se pisan por miedo. Pero hay que correr el riesgo de pedir perdón, vivir la ilusión y proclamar los tiempos que queremos dar. Lo incierto es robarle segundos al tiempo, que corre sin regreso, escribir lo que siento, más allá del riesgo que implican las palabras cargadas de sueños. El peligro es más perverso, cuando el vacío hace estragos y debe llenar un profundo abismo bajo los recuerdos. La incertidumbre es más siniestra, cuando la pureza de las voces pretende atenuar verdades adversas. Lo incierto es salvar el espíritu de lo desconocido, pero, una y otra vez, corro el riesgo y sello con Punto Escarlata cada momento y cada verso.

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ARRÁNCAME LA VIDA ESCRITO POR: JAVIER ALBERTO RUIZ RAMÍREZ.

Por qué el amor es tan despiadado; me tiene preso entre soñoliento, reclama mi todo si quiero estar a tu lado, arrancándome la voluntad, dejándome sin aliento. Secuestras mis emociones a tu capricho, me has robado mis pensamientos que no dejan de imaginarte; en ese preciso momento por Cupido predicho, la flecha génesis de una historia para amarte.

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Arráncame la vida que es tuya, ten piedad de mí por amor. ¿Qué vida es ésta si no estás en ella o acaso no tienes el valor? El destino nos predestino sin planearlo, como si la ley de atracción nos buscará en el universo para que tú me arrancaras la vida sin contemplarlo; toma todo y no dejes nada con un beso.

¡Arráncame la vida aquí y ahora! Como si no hubiera mañana para nosotros o como si la eternidad no nos alcanzara para amarnos; porque una vida es insuficiente para nuestros encuentros. Si mañanas te vas, sé que te llevas todo,

así no me quedaré con remordimientos por tu éxodo, por este amor ágape, ¡arráncame la vida!

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y no nos quedamos con ganas de estar juntos ante tu partida,


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