El Creacionista #44

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EL CREACIONISTA

Artes, Cultura y Literatura JUNIO 2022

ISSN: 2683-2283

OPEN YOUR MIND POESÍA

NARRATIVA

COLUMNA

FILOSOFÍA

CULTURA


EL CREACIONISTA, año 3. No. 44, Junio 2022, es una publicación electrónica mensual, editada por Alma A. C. Carbajal Guzmán, calle 42 Poniente. Tel. (222) 9455332, Puebla, Puebla, México, https://issuu.com/elcreacionistarevista/docs/el_cr eacionista, elcreacionista_@hotmail.com. Editor responsable: Alma A. C. Carbajal Guzmán. Reserva de Derechos: En trámite. ISSN: 26832283. Autor. Responsable de la última actualización de este Número, EL CREACIONISTA, Alma A. C. Carbajal Guzmán. Fecha de última modificación, 3 Diciembre 2020. El contenido y las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación, citando invariablemente la fuente sin alteración del contenido y dando los créditos autorales. El propósito de esta publicación es contribuir a la divulgación efectiva de las nuevas incursiones de la literatura y escritores contemporáneos de México y de otros países de habla hispana. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos o imágenes de la publicación sin previa autorización del autor y editora Alma A. C. Carbajal Guzmán.


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CONTENIDO Nota del Editor

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EL ALIENTO NECESARIO PARA CREAR, LA REACCIÓN IDÓNEA DE LOS PERSONAJES, EL MOMENTO – CUASI ROMÁNTICO – PARA EJERCITAR LA ESCRITURA, TODAS ELLAS, SON IMÁGENES QUE POR UN MOMENTO COMO CREADORES LAS TENEMOS AL ALCANCE, QUIZÁ PARA INSPIRARNOS, QUIZÁ PARA ILUSIONARNOS...

Adán Echeverría

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LAS SOMBRAS DE FABÍAN

Ámbar Téllez CARTAS DE UNA LECTORA QUE SE PERDIÓ, (Y NO, NO EN UN LIBRERO)

Caroline Cruz DONDE NACEN LAS MARIPOSAS

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Rusvelt Julián LOS LABRIEGOS

Lorena Avelar PUNTO ESCARLATA: EL DÍA DE SANJUAN

Juan Carlos Pérez Castro CULTURA Y EDUCACIÓN

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DEL EDITOR

El aliento necesario para crear, la reacción idónea de los personajes, el momento – cuasi romántico – para ejercitar la escritura, todas ellas, son imágenes que por un momento como creadores las tenemos al alcance, quizá para inspirarnos, quizá para ilusionarnos con esa escena que la pantalla grande a alimentado, cuando en la historia de la película se presenta un escritor; lo mismo sucede con los estereotipos, el escrito alcoholizado o intoxicado, y esta por demás decir el escritor con una inclinación hacia la muerte y el suicidio, tan encantadora, que alguno de nosotros nos preguntamos: ¿Sera parte del proceso, de su magnificencia al escribir? Dejando de lado todas estas figuras, que igualmente pueden funcionar dentro de un relato, una novela – pero que están más sujetos al script de una serie de Netflix – el escritor tiene una responsabilidad con la obra, con la disciplina que siempre debe descansar poco y alimentarse más de las motivaciones del autor. Es por esa razón que, si escribes, no esperes el momento propicio, las musas no se columpian entre escarcha de rosas, simplemente escribe y enfoca tus anhelos y fortalezas en ellos, la inspiración es importante, pero mucho más que pongas manos a la “obra”.

ALMA A. C. CARBAJAL GUZMÁN


LAS SOMBRAS DE FABÍAN ESCRITO POR: ADÁN ECHEVERRÍA

para niños de hasta 8 años Premio de Literatura Infantil Elvia Rodríguez Cirerol (2011)

Los padres de Fabián lo habían mandado a su cuarto como castigo por tanta mala nota que le dejaban los maestros: “Su hijo cerró las puertas del baño”. “Su hijo no terminó a tiempo la tarea de matemáticas”. “Este niño no puede permanecer sentado en su mesabanco”. “Se la pasa siempre fuera de su lugar, buscando plática con los demás niños”. — ¿Y cómo le va en las materias?, se atrevió a preguntar el cabizbajo padre. —Bien, en las materias va muy bien, sólo que es muy travieso. EL CREACIONISTA | PÁGINA 8

Por eso, al llegar a casa, luego de almorzar, y una vez terminada la tarea bajo los enojados ojos de papá, Fabián se fue solo para su cuarto: sin X-Box, ni juguetes, ni rompecabezas. Tenía que meditar su comportamiento.


La tarde afuera era preciosa. Un cálido sol de mayo daba lengüetazos sobre el pavimento y se paseaba, poderoso, entre gritos y algarabía de todos los otros niños que se divertían a sus anchas jugando en la calle. Fabián en su ventana se aburría y meditaba, buscando en qué forma entretener sus alientos de niño de apenas 9 años. El sol atravesó la ventana de su cuarto y proyectó su sombra sobre la pared. Al darse cuenta del efecto que hacía su cuerpo interponiéndose en el camino de la luz, Fabián formó, entrelazando sus dedos, la imagen de un perrito:

Fabián hizo la sombra de una mariposa, y al desdoblar las manos, el lepidóptero voló perseguido por el can, alcanzando incluso el techo y dando vueltas por la habitación. Entonces Fabián hizo la sombra de un conejo, y el conejo corrió a jugar por las paredes con las otras sombras.

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—Cómo me gustaría tener una mascota como tú…, —y al desdoblar las manos, la sombra del cachorro corrió por las paredes.


Esa tarde Fabián no dejó de divertirse, por lo que ya no quería salir del cuarto ni aunque lo llamarán a cenar. Cuando la noche fue cayendo, las sombras le pidieron que dejara un poco de luz porque la noche se come las sombras y ellas necesitaban esos pocos de luz para seguir jugando con él al día siguiente. Fue la luz del despertador electrónico la que mantuvo vivas a las sombras de Fabián. Los padres se dieron cuenta del cambio que atravesaba su hijo. Pues apenas llegaba del colegio, corría y se encerraba en su cuarto. Y las quejas sobre su conducta habían por fin cesado. —¿Por qué te pasas el día encerrado? Le preguntó su padre. —Leo, leo y leo mucho papá, ¿te molesta?

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—Claro que no, solo que a veces te escuchamos conversar, ¿con quién conversas? —Es que me gusta leer algunos diálogos en voz alta, y hacer voces chistosas, ¿te molesta?


—Claro que no, pero no tienes que quedarte encerrado todo el día, sal a jugar con tus amiguitos de vez en cuando. Al escuchar aquello las tres sombras se pusieron tristes porque Fabián ya no iba a jugar con ellas. Pero Fabián les aseguró todo lo contrario. Ahora pasaría más y más tiempo con ellas. Fabián pegó su rostro y cuerpo a la pared, y las sombras se acercaron para poder tocarlo y abrazarlo. —¿Por qué no vives con nosotras en las paredes de la casa? —dijeron las sombras— Verás cómo nos divertiríamos. —Sí, papá. — Podrías correr con nosotras por el techo, seguirnos por las paredes y el suelo hacia otras casas otros edificios. —No creo que pueda hacer eso, —les respondió Fabián. —Claro que sí. Cuando tu sombra crezca sobre las paredes, nosotras la jalamos, tú solo tienes que desearlo, Y así lo hizo. Fabián lo deseó con todo su corazón.

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Esa tarde la madre de Fabián gritó aterrada al ver el cuerpo de su hijo en la cama como si estuviera muerto en vida, con los ojos abiertos. Los padres intentaron reanimarlo, metieron el cuerpo al agua, pero nada cambió. Llamaron al médico y este dijo: Fabián está en coma.


El tiempo como sombra es diferente al tiempo como persona. Uno nunca deja de jugar sin darse cuenta del paso de las horas hasta que se hace de noche y hay que buscar refugio en los vestigios de luz para el siguiente día jugar de nuevo. El tiempo había girado sin que Fabián lo notara. Sólo pudo darse cuenta cuando empezó a extrañar a sus padres y decidió regresar a su casa para verlos. Regresó por las paredes hasta su cuarto y al mirar su cama, acostado tapadito, vio el cuerpo sin luz de un niño que ahora tendría 12 años, una envejecida mujer le iba limpiando el sudor y no cesaba de leerle historias y cuentos para intentar, al menos, mantenerlo entretenido. —Quiero volver con mi familia dijo Fabián. —No puedes, le contestó una de las tres sombras. Tú sigues siendo niño y aquel, es el cuerpo de un niño mayor.

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—¿Para qué quieres volver si te gusta divertirte acá con nosotras? Fabián se percató de que las sombras ya no eran sus amigas sino sus carceleras. Fabián logró de nuevo medir el paso del tiempo y no pudo contener su creciente tristeza dejó de divertirse con las sombras. Y sus deseos de volver al mundo real crecieron sin control. Así fue como se dedicó a vigilar, el paso de las horas buscaba percatarse del momento en que la luz del día se apaga para ceder paso a la oscuridad. Como siempre, con las otras sombras, corría hacia los callejones a los postes de alumbrado público, a despertadores electrónicos, lámparas encendidas, hacia cualquier chispa de energía lumínica que les conservara la existencia por las noches.


“La noche se come a las sombras” le decían todo el tiempo. Y una noche Fabián decidió regresar. Valía la pena intentarlo, o perder la vida devorado por la oscuridad nocturna que seguir sufriendo de tristeza al mirar l rostro deshecho de su madre. —¿Ya no te gusta jugar con nosotras? —era la pregunta que siempre repetían las sombras, pero Fabián hizo oídos sordos y no se conmovió ante la fingida tristeza de aquellas sombras que lo habían retenido jugando, siempre jugando. Al caer la noche, la oscuridad comenzó a arrastrarse por la casa de Fabián, y él en vez de correr hacia el resguardo de la luz, se enfrentó a ella. Cerrando los ojos, aterrado, corrió por las paredes hasta llegar a la cama de su habitación y entonces brincó sobre su cuerpo. Sintió como la noche iba atrapándolo y… el niño de 12 años despertó: —¡Madre! —llamó, con una tenue voz aflautada, en un susurro falto de fuerzas. Su madre se había quedado dormida mientras le leía algún cuento; al escuchar la voz de su niño se despabiló de prisa acercándose a él sin contener su alegría.

Todo el cuerpo de Fabián vibró al sentir la dulce mirada con que sus padres lo cubrían: —¡Has despertado, amor, has despertado! —gritaban alegres mientras lo abrazaban y besaban.

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A gritos llamó a su esposo quien no tardó en aparecer cayendo de rodillas junto a la cama.


Su padre encendió la luz de la habitación para poder mirar mejor el rostro de su pequeño. Fabián pudo ver como las tres sombras le hacían muecas de enfado, pero esta vez ya no les tuvo miedo, estaba en casa y ahora todo marcharía bien.

—————— FIN ——————— .

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CARTAS DE UNA LECTORA QUE SE PERDIÓ, (Y NO, NO EN UN LIBRERO) ESCRITO POR: ÁMBAR TÉLLEZ

Mis manos me duelen, porque soy una mujer de letras, de cartas. Le escribí una carta a Joana Marcus, para ver si podría escribirme una historia con un final al estilo “después de diciembre”, le escribí a Elizabet Benavent, para preguntarle ¿qué hago si yo también me siento tan perdida que quiero salir corriendo?, porque yo si quiero un cuento perfecto. Le escribí una carta de suplicas a J.K Rowling porque sé que en algún momento perdí la magia, y no sé exactamente en donde, y por más que busque en cartas, fotos o rincones, libreros, o en la alacena debajo de las escaleras, no la encuentro. Le escribí a jojo moyes porque también estoy asustada de salir de mi zona de confort y ver el mundo con mis medias de abejita, le escribí una carta a Suzanne Collins, para ver si podía hacerme tan valiente como para ofrecerme como voluntaria si lo eligen en los juegos.

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Una carta de suplicas a Louisa May para que me diga cómo ser un personaje que se elige primero a sí mismo, una carta a jane austen para informarle que yo solita intento “hechizarme en cuerpo y alma”. Escribirle a Jenny Han para saber si ella sabe ¿por qué todavía no me llega una carta de amor?, a William Shakespeare para preguntarle ¿cómo carajos se alimenta el amor en las miradas? ¿y por qué no me pasa a mí?, y una carta de reclamo a Kafka, por meterme el miedo de un día despertar y mirarme en el espejo y darme cuenta que ya no soy lo que solía ser.


Escribirle a Amalia Andrade para darle las gracias por desenmascarar cada miedo , y por armarme de nuevo con cada página, con cada libro, como si fuera una caja de legos para niños de 9 años en adelante, por decirme que es todo aquello que pienso cuando me muerdo las uñas. Una carta de agradecimiento a paco Ignacio taibo II, por hacerme escritora en México, como si eso fuera cosa fácil, escribirle a walter tevis para pedirle un “Benny” talla lectora con estabilidad emocional (solo a veces), y escribirle a Alice Oseman para preguntarle ¿por qué a mí nadie me ve como Charlie mira a Nick? Escribí demasiadas cartas de ayuda, porque me perdí, y no exactamente en un librero, solo fue una parada, no encuentro el camino de regreso, y cada vez que creo que ya llegué, no me gusta lo que veo a mi alrededor. A veces no sé si en realidad quiero encontrarme, porque me perdí desde hace mucho tiempo, y me asusta que no me guste lo que encuentre. “ ¿Será que yo no sostengo en libro, el me sostiene a mí?”, alguna vez lo escuche por ahí… porque me canse de ver a mi alrededor, así que vi dentro de un libro. Pero ahora ya no sé cómo ver afuera, sin tener ganas de correr. Soy una mujer de letras, de cartas, así que hice lo único que sé, escribir cartas que suplican ayuda a lo único que conozco, y espero ansiosa una respuesta.

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DONDE NACEN LAS MARIPOSAS

ESCRITO POR: CAROLINE CRUZ.

Negación Mi menstruación llegó por primera vez a mis 13 años. Ya sabía de qué se trataba, y cuando vi mi ropa íntima manchada con sangre, exclamé un “¡oh no!” mientras algunas lágrimas salían de mis ojos. Con el calzón a la altura de las rodillas, busqué a mi madre. - ¡Mira, mamá! – Ella bajó la mirada y subió la sonrisa; primero sonrió con los ojos, después mostró los dientes. - ¡Te convertiste en mujer, Carol!” Al menos alguien estaba feliz…

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El día siguiente a mi menarca fue melancólico. Tan frío y nublado que hasta parecía que la noche había sido parida de forma prematura, a las dos de la tarde. De alguna forma sabía que mi estado de ánimo tenía que ver con la sangre que salía por mi vagina. No pude procesarlo rápidamente y, para ser honesta, aún estoy procesando todo… Parecía no haber estudiado lo suficiente para saber qué tenía que hacer desde entonces. Trece años.


Después de poco tiempo, el cuerpo metamorfoseó y, lo que empezó como una transformación gradual y suave, luego se convirtió en un tsunami que llegaba desde el horizonte y no podía ser detenido. Entonces me rendí; cedí espacio al cuerpo que exigía cambios. Ira. Tampoco bastó mucho tiempo para que hombres mucho mayores que yo empezaran a mirarme de una manera que dialogaba con un lugar de miedo primitivo e instintivo. No solo por la forma, sino también porque les gustaba exhibir aquellos ojos. No era sutil. Un día, un amigo de la familia, que tenía la edad para ser mi padre, comentó que “ya era hora de empezar a jugar…” con una sonrisa maliciosa estampada en su rostro. En aquel momento entendí la urgencia que todos parecían tener al preguntar si yo ya había menstruado o no. La sangre era la prueba de que yo ya no era una niña y ahora ellos tenían pase libre para intimidar mi cuerpo como bien quisieran. Cómodos. Ellos depredadores, yo caza; comencé a evitarles.

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Una red de apoyo se abrió para mí en el liceo. No sé si existía previamente, pero era, a lo menos, imperceptible para las que aún no habían menstruado. Era como un club secreto donde solo entraba quien tenía la contraseña: “amiga, puedes ver si estoy manchada?” Los comentarios eran siempre cargados de vergüenza, como si no fuera una temática que mereciera naturalidad. Las toallas higiénicas eran traficadas como paquetes de cocaína. En un día soleado, y me acuerdo porque no había una sola alma con un abrigo en la escuela, menstrué. El chorro de sangre fue expelido después de estornudar y pasaron apenas segundos para que sintiera mi calzón mojado en contacto con mi piel. Esta misma sensación pasó y va a pasar muchas veces durante mi vida, pero como cualquier primera vez, entré en pánico.


Mi intento por esconder la mancha fue en vano y, aquella tarde, todos los cabros me gritaban palabras de odio por dejar la sangre a la vista. Las chicas armaron algún tipo de defensa, pero la hostilidad era tanta que todas nos silenciamos después de un rato. Mi enojo por todo este asunto fue ganando proporciones significativas. Recién había empezado y ya quería la menopausia. Tanto odio en mi pecho me hizo pensar en todas las posibilidades de acabar con el asunto. No quería menstruar más y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para conseguir mi objetivo. Hice lo que cualquier adolescente haría… Llegué a mi casa en un estado de trance absoluto, encontré un cuchillo puntiagudo y afilado y me metí en el baño. Lloraba mucho. Delante del espejo, pequeño y redondo, corté las puntas de mis dedos y repetí, “ven, llévate mi sangre y te doy mi alma a cambio” por siete veces. Era un ritual de invocación. La gota de sangre corría por mi dedo índice y tan pronto hizo contacto con la superficie del lavamanos, entendí que la invocación había finalizado. Me veía en el espejo, pero sabía que estaba delante de él, aunque viera mi propia imagen en el reflejo.

Mi voz hizo eco en el espacio: ¿Estás segura de que quieres esto? Le señalé que sí y escuché un “está bien”, seguido de una risa burlona que no me hizo sentir miedo, ya que salía de mi propia boca.

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Dejé de menstruar. El pacto con Lucifer había funcionado y yo estaba condenada a residir eternamente en el infierno, pero disfrutaría de toda una vida sin menstruar.


El primer mes fue de puro alivio, pues no tenía ninguna fe de que el pacto hubiera surtido efecto. Me sentía tan libre que vivía, irónicamente, como si estuviera en un comercial de toallas higiénicas. El segundo mes fue más complejo, empecé a digerir la idea de pasar toda la eternidad quemándome en el fuego del infierno y, obviamente, el miedo de morir me poseyó. No podía darme el lujo de fallecer. El cuerpo comenzó a reaccionar al pacto y mi cara se convirtió en un campo minado de espinillas, los pechos super hinchados y la sospecha de que estaba embarazada surgió cuando dejé de pedir toallas a mi madre. Mamita lidiaría bien con una hija vendida al Demonio, pero con un embarazo en la adolescencia, ¡no!

Al final del tercer mes, ya no dormía. Escuchaba la risa burlona siempre que intentaba descansar. El Capeta estaba disfrutando con mi sufrimiento. Negociación Exhausta, en el mismo espejo en que la vendí, fui a reivindicar mi alma de vuelta. Oré y pedí para que alguien, un adulto, preferentemente, interviniera a mi favor. Aquella noche soñé que caminaba por un valle oscuro, con lama y muy nebuloso. Perdida, anduve por horas con un cuchillo enterrado en mi cuerpo a la altura del útero. No dolía, pero no lograba quitarlo. Entonces, me encontré con un lago y el agua era roja como sangre. Allí me incliné y vi a alguien en mi propio reflejo: Jesucristo. EL CREACIONISTA | PÁGINA 20

“¿Por qué?” me preguntó.


“No aguanto más...” contesté. “¿Será siempre así?” Él se rió y dijo que yo aún no había descubierto el misterio pero que, en algún momento, este se revelaría. Sacó el cuchillo de mi guata y susurró “Vete y no peques…”

Depresión

Desperté menstruadísima; sangre por todos lados, como si aquel lago rojo hubiera sido transportado a las sábanas blancas de mi cama. Nunca hice las paces con el asunto; la menstruación me quitó espacio, apretó y sofocó. Significó mucha pérdida y a la vez me deprimí.

Aceptación Conversando con una amiga, sin saber muy bien cómo terminar este texto, le pregunté: ¿hay algo positivo en menstruar? Ella pensó por mucho rato y luego dijo un seco y muy chistoso “nada”. Completó su raciocinio y, sin percibir, dio un lindo discurso sobre la aceptación.

Yo me acepto.” La manera en la que dijo todo eso fue como si revelara un gran misterio.

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“Sabes... estoy cansada de luchar contra la menstruación. Entonces, estoy aprendiendo a amarme con ella, a gustarme con la menstruación porque será parte de mí durante mucho tiempo… ¡es así! Ya conozco las herramientas que necesito para lidiar con ella y lo hago desde un lugar más empático conmigo misma. No voy a echarme la sangre en la cara, hacer máscaras… o ponerla en las plantas, no… pero he aprendido a gustarme, aunque esté menstruada… Ya basta de todo el odio direccionado a mi cuerpo que proviene desde afuera, de la historia… Estoy cansada de odiarme; entonces... acepto.


LOS LABRIEGOS

ESCRITO POR: RUSVELT JULIÁN

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Había guerra en el monte. Sólo se escuchaban las balaceras. Los combates infundían terror en la región. Para lo peor, un campesino estaba desesperado. Vivía a solas con su hijo y los dos no tenían que comer. Hace eso de unas noches, les asaltaron su finca. El robo pasó de un modo inesperado. Unos bandoleros; irrumpieron en los huertos, saltaron los alambres con chuzos, luego se cargaron consigo las cosechas. Por lo pasado, este padre atormentado no supo cómo hacer para jornalear y así poder alimentar a su niño.


Aparte, diferentes pueblerinos culparon al campechano de ser traidor, por ser amigo de los guerrilleros. Tanto, que hasta le gritaban soplón desde las veredas. A causa de ello, nadie auxilió a este hombre desamparado, cuando estuvo sin comida. Ni si quiera su compadre, fue capaz de visitarlo. De locura, los enemigos de su misma patria hasta casi lo acribillan. Cierta tarde gris; ellos arribaron a su aldea, disfrazados de negro. Sin mente; lo atraparon y lo laceraron contra un palo, feroces cortaron su sangre, reventaron sus venas. En dolor, el señor se sintió desterrado, humillado por ser pobre.

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Así de mal, creció su atroz miseria. Fue una crueldad, que padeció por la exigencia de unos milicianos infames. A su vez se supo todo abandonado. Y nomás, que por la providencia, siguió existiendo con coraje, se salvó en esencia del cuerpo.


Con furor entonces; se erguió levantando la cabeza, recompuso sus sentidos. Sobre la ansiedad, comenzó a caminar hasta su cuarto. Apenas llegó al recinto, cogió los corotos que tuvo a la mano. Acto seguido, armó su mochila y una vez terminó, se vendó las heridas. De otras lágrimas, subió a su hijo a los hombros con cuidado. De paso, ambos se fueron yendo de sus tierras exuberantes. No hubo otra alternativa para ellos. Era irse o fenecer sin piedad. Así que veloces, cogieron por unos arrozales según como los canarios

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chillaban. El padre por su posición, fue sesgando la maleza a punta de machete, para abrir trecho. Progresaron ya con agilidad, sin mirar atrás ni por error. Al cabo de los secos crepúsculos; ellos lograron desenterrarse, huyeron a la capital calentana.


PUNTO ESCARLATA: EL DÍA DE SAN JUAN ESCRITO POR: LORENA AVELAR.

La ciudad a quedado quieta y distraída después del festejo. Se ensució el semblante con polvo de pólvora que ha explotado por la quema de tanto recuerdo viejo. La ciudad se ha callado en inerme maleficio y respeto. Ha soltado la incógnita de saber que sucede fuera y dentro. Aquí, en la médula del prototipo que no deja de tejer emociones con la sorpresas de cada momento. Podría escribir hoy estas líneas sin un sentido fijo, pero el cerebro me exige escupir emociones en cada punto y coma del texto.

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El día de San Juan ha soltado sortilegios, ha plagado su embriaguez coloquial y milenaria en cada rincón del pueblo. La gente celebra la tradición con cenas familiares semillas y frutos secos.

La

fogata

mundana

baila

compases

inciertos.

Los

recuerdos luchan con las ausencias en una batalla de sombras esperando que la Luna protagonice el término del día más largo del año. Huele a humo, a vacío de los muros, a ingenuos que sueñan caminos difíciles, pidiendo deseos en un pulsar de emociones y precipicios cercanos al cielo. Redescubro la soledad del corredor, el traqueteo de las fantasías disfrazadas de arena y brisas, que se disipan en las caricias de las palabras calladas. El nuevo día busca arterias de flujos por donde airear la vida y nadie recuerda lo de ayer o lo que nos espera mañana. Sólo nos queda el retumbar de tambores y los silencios aclamados para el disfrute parsimonioso de los poetas del corazón expuesto. Sólo quedan repiqueteos de campanas, lumbres de salitre y cieno en la iniciación de la huída que, con Punto escarlata se EL CREACIONISTA | PÁGINA 26

marca el solsticio sorprendente, místico e inquieto.


La escritura no es producto de la magia, sino

Richard North Patterson

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de la perseverancia.


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CULTURA Y EDUCACIÓN

JUAN CARLOS PÉREZ CASTRO

Pensar

en

la

cultura

nos

lleva,

indudablemente, a pensar en la educación. Sin embargo, seria un grave error suponer que estos dos conceptos son sinónimos o símiles, pues cada uno de ellos engloba aspectos que, en definitiva, son distintos o incluso antitéticos. Esto nos lleva a la necesidad de pensar críticamente, por medio de la filosofía, ambas posiciones, ya que

la

repensar

filosofía estas

nos

ideas

puede a

partir

permitir de

las

condiciones que se nos presentan allende a todo prejuicio.


Por esta razón, pensar en la cultura y la educación se vuelve un menester significativo en nuestro tiempo actual, pero para ello es necesario reflexionar estos aspectos desde y con la filosofía, lo cual significa que debemos atrevernos a filosofar, tal cual diría Gramsci.

Cultura y alteridad. Cuando hablamos de cultura, pienso que debemos comenzar por comprender que hemos idealizado el termino, pues consideramos por cultura lo mejor que puede dar una sociedad, sin embargo, y como casi todos los aspectos humanos, contiene un aspecto dual que debe ser comprendido, a saber: la cultura es discriminadora. Y menciono que la cultura es discriminadora en el sentido de que crea normas de convivencia, modos y maneras de pensar, de creer y de crear, con lo cual niega la condición otra que se puede manifestar como distinta, profundamente diferente e independiente de lo que una sociedad o grupo de personas han considerado como correcto. EL CREACIONISTA | PÁGINA 30


Ante esto, lo que tenemos es un profundo problema que se sumerge en el aparato de control del poder, por ello la cultura crea lenguas y lenguajes, modalidades del habla cuya función es la de coaccionar al “otro” extranjero de las normatividades que ha dispuesto como adecuadas, con lo cual crea una topografía de lo idéntico, de lo comunal, de lo bueno; y una extratopografía de lo distinto, en donde deposita todos los despojos fétidos y nauseabundos de la excrecencia de-sícultural, es decir, todo aquello que ha determinado como bárbaro,

como

extraño,

como

indigno

de

su

condición

únicamente por no aceptar su dominio.

esto nos lleva al deseo de poder del otro, de sometimiento del otro para no reconocer la ignorancia propia y que el otro no encuentre nuestras fallas, lo cual muestra el claro signo de nuestros tiempos, miedo, hiperegoísmo y simulacro, triada funesta de la incapacidad por reconocer al otro.

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Ahora bien, la pregunta que deberíamos realizar es la siguiente, ¿por qué se determina que algo es bueno o malo tan solo por la ignorancia? Esta pregunta encubre algo mucho más profundo, pues deberíamos comenzar por plantear que la ignorancia tiene un doble sentido, pues, por un lado, al ser reconocida se convierte en condición de posibilidad de conocimiento, por que al aceptar nuestra ignorancia podemos abrirnos a la posibilidad del saber y del conocimiento; por otro lado, la ignorancia al no ser reconocida nos lleva a instaurarnos en una condición de enemistad, pues nos hace patentes lo pequeños que somos y


Entonces, lo que nos queda es reconocer los peores signos de las culturas para encontrar un posible camino, el cual, por medio de la crítica filosófica nos permita comprender que el otro no es un enemigo, si no un vecino en cuya alteridad descansa el dolor compartido de la existencia, y que el reconocimiento de sus diferencias nos puede permitir observar el mundo con otros ojos, ojos quizá dispuestos a entender que no vivimos en un mundo solipsista, más bien, que coexistimos en mundo en constante cambio y transformación, pero que permite que el substrato

permanezca

como

proyección

hacia

el

otro

sin

intención de coacción, pro-yecto de comprensión de la alteridad del otro. EL CREACIONISTA | PÁGINA 32


Educación filosófica como medio de emancipación.

El proyecto educativo actual, que contempla la enseñanza de la “materia” de filosofía, no tiene por fin la enseñanza de un pensamiento critico y reflexivo que nos permita comprender el topos sufriente común ni la pro-yección a la alteridad del otro, más bien, se encuentra instaurada en un falso ideal educativo que sirve como elemento de invisibilización de la coacción sometida a la sociedad. Se nos hace pensar que somos libre pensadores, o que podemos alcanzar a serlo, sin embargo, olvidamos que se trabaja con preconcepciones que indican una sumisión a una academia o espacio docente para obtener una remuneración económica que, en el peor de los casos da para poder llevar el pan a la boca, o, en el otro lado, permite llevar una

vida

ostentosa

que

permite

la

simulación

del

buen

intelectual, que, como dice la canción de Evaristo, no da la cara ni por dios.

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En

ello

tenemos

la

situación

filosófica

actual,

que

antaño

permitía

fundamentar el quehacer humano manteniendo una constante critica a la realidad, desde las ciencias y el quehacer pensante, hasta la vida humana, pasando

por

sus

condiciones

económicas,

sociales,

psicológicas,

existenciales, emocionales etc. Lo que ahora tenemos es una filosofía estéril cuya potencia se ha decantado por pensar detrás del escritorio y dar cuenta por la realidad sin más. ¿Cómo podemos esperar una verdadera revolución de nuestra realidad cuando no podemos criticar y pensar más que lo que se nos pide que pensemos? ¿Cómo podemos hablar de una transformación si nuestro pensamiento esta cerrado a lo que se nos ha permitido pensar y decir sin ir más allá? No cabe duda que la coacción ha infectado incluso la nobleza de la filosofía y ahora la mantiene rehén del poder, encadenada bajo la amenaza de su extinción a un amo similar a Azzathot, el dios idiota de Lovecraft, cuyo poder radica en la devastación sin pensar en el presente, pasado o futuro. Por supuesto, la educación parte de una comprensión de las preguntas y de la manera en que podemos compartirlas a partir de un saber, pero cuya profundidad radica en hacer participe del conocimiento a otros con quienes se intenta alcanzar la verdad. La educación no radica en una metodología pedagógica que determine que indicadores pueden permitir la obtención de una calificación, no se trata únicamente de cualificar y cuantificar el saber adquirido, si no de volver en un pensante critico al alumno, permitirle emanciparse de la ignorancia que tome responsabilidad por su condición EL CREACIONISTA | PÁGINA 34

humana, reconociendo con ello que la libertad solo se alcanza al momento de reconocer al otro ser humano y renunciando al deseo de poder sobre el otro. En suma, la educación es instaurar las condiciones para que se dé la alteridad y la libertad, es renunciar al egoísmo con la intención de construir un mundo comunal, un mundo-otro.


Conclusiones.

Si bien es cierto que no es la razón del presente escrito el profundizar en los términos anteriormente mencionados, si lo es el mostrar como hemos pensado de manera inadecuada a estos aspectos, a saber: la cultura y la educación.

La cultura no se da en la unidad trascendental del conjunto de quehaceres humanos de grupos o subgrupos de personas. Como hemos visto, contiene de suyo un aspecto negado e invisibilizado con la intención de parvulizar a la sociedad, pues, una sociedad infantilizada es una sociedad que puede encontrarse en una mejor disposición para la sumisión. Por otro lado, educar no es solo un ejercicio de transmisión de datos e información, pues su intención debería ser la de reconocer el mundo tal cual se nos muestra y poder utilizar el conjunto de saberes en la construcción de una sociedad para todos, de reconocer la alteridad y la libertad del otro así como las propias, y permanecer en una constante critica con vías de construir un mundo-otro, distinto a lo que tenemos ahora. Por ello se vuelve menester repensar estos términos a la luz de lo que estos conceptos y con lo cual podemos adquirir un conocimiento que nos encamine a nuevas críticas para permitir la dinámica de transformación necesaria para entender a nuestros prójimos.

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no deseamos reconocer en ellos, pero son parte de la construcción total de


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