El Creacionista #40

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EL CREACIONISTA

Artes, Cultura y Literatura FEBRERO 2022

ISSN: 2683-2283

OPEN YOUR MIND POESÍA

NARRATIVA

COLUMNA

FILOSOFÍA

CULTURA


EL CREACIONISTA, año 3. No. 40, Febrero 2022, es una publicación electrónica mensual, editada por Alma A. C. Carbajal Guzmán, calle 42 Poniente. Tel. (222) 9455332, Puebla, Puebla, México, https://issuu.com/elcreacionistarevista/docs/el_cr eacionista, elcreacionista_@hotmail.com. Editor responsable: Alma A. C. Carbajal Guzmán. Reserva de Derechos: En trámite. ISSN: 26832283. Autor. Responsable de la última actualización de este Número, EL CREACIONISTA, Alma A. C. Carbajal Guzmán. Fecha de última modificación, 3 Diciembre 2020. El contenido y las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación, citando invariablemente la fuente sin alteración del contenido y dando los créditos autorales. El propósito de esta publicación es contribuir a la divulgación efectiva de las nuevas incursiones de la literatura y escritores contemporáneos de México y de otros países de habla hispana. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos o imágenes de la publicación sin previa autorización del autor y editora Alma A. C. Carbajal Guzmán.


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Si buscas compartir de forma literaria o artística puedes mandarnos un correo y estaremos gustosos de sumar tu trabajo a nuestra versión digital, así como en nuestro sitio web Ante todo queremos que artistas e inquietos literarios, busquen crear, imaginar y que se dejen llevar por todo aquello que las letras pueden ofrecer. El Creacionista extiende esta invitación a todas las artes. Si buscan otro espacio para darse a conocer y compartir información no dejen de escribirnos a: elcreacionista_@hotmail.com No aparentes, tienes mucho por escribir. Coordinador Editorial Responsable: Alma A.C. Carbajal Guzmán


CONTENIDO Nota del Editor

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EL AMOR PUEDE ILUMINAR EL DESTINO DE UNA PERSONA; EL AMOR POR LA LITERATURA NOS GUÍA EN CADA PASO DE LA EXISTENCIA, NOS PERMITE VIVIR LA VIDA DESDE LA CLARIDAD DE LAS SENSACIONES HASTA LA MISMA PALIDEZ DEL DESAMOR, ENTORNANDO LUZ Y SOMBRA EN EL AMPLIO SENDERO DE NUESTRAS PRIMERAS EXPERIENCIAS.

Valeria Puc

COREOGRAFÍA

Rolando López

ALÉJATE

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Victoria Ramírez

PÁJARO ASUSTADO

.

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Javier Alfredo Vázquez

FRASE DE DESPEDIDA

Agustín Avila Rodríguez

MANOS AL PECHO

Lorena Aviña

INTERVALO

Florencia Rodríguez

LIBRE

.

19

20 22 25


Antonio Ramírez C.

POESÍA: DIGO TU NOMBRE.

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LAS AMISTADES.

Parraguirre

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NEANDERTHAL ENAMORADO

Jorge Padillah

CREÉME

Jesús Azael P. Pérez

34

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CIUDAD DE CANTERA

María Susana López

LOS AMANTES

.

39


Geral Stivens Galán G.

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DESEO ROJO

Martín Aguirre

DESNUDA

Maury Federico Rodríguez

EL ÚLTIMO DÍA

Javier Alberto Ruiz R.

AMOR

.

65

68 76


Dilan Chino Sandoval

ELLA

Fabiola Morales G.

EL CORAZÓN ÍCARO

Javier A. Mendoza G.

BAJO LA LUNA DE PARÍS

Homero Baeza Arroyo.

ABANDONO

Lorena Avelar

PUNTO ESCARLATA: AMOR

.

.

80 82 85

89 92


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Liliana Flores

PIENSA EN EL AMOR

Mariángel Gasca P.

SI TUVIERAS TIEMPO

Ángela Aldama

ESCULTURAS

100 Eduardo Honey

97

102

ENTRE SUEÑOS ROTOS

Gerardo González

A PRIMERA VISTA

.

106

Juan Carlos Pérez Castro

EROS INCONCLUSO

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DEL EDITOR El amor puede iluminar el destino de una persona; el amor por la literatura nos guía en cada paso de la existencia, nos permite vivir la vida desde la claridad de las sensaciones hasta la misma palidez del desamor, entornando luz y sombra en el amplio sendero de nuestras primeras experiencias. El alma, el corazón han sido tan enunciados en historias, poesías y tratados que la fuerza del amor sigue teniendo otras letras, otros rostros pero al final permaneciendo y cantándose hasta el final de nuestros días; la filosofía nos ofrece el encanto de un amor más sublime, el amor por la sabiduría el cual nunca se vaporiza, nunca cesa y nos mantiene con el amor más cercano y certero, el amor desinteresado por el otro, la amistad.

ALMA A. C. CARBAJAL GUZMÁN.


COREOGRAFÍA ESCRITO POR: VALERIA PUC

Nos enamoramos bailando, en tu cuarto, encapsulé tus manos ante los movimientos, la primera vez, no sabía de la existencia de la magia en cada rincón de tu cuerpo, fuimos en cada paso derritiendo el deseo, él mismo me rompió el corazón.

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Recuerdo el sonido de tu voz corrigiendo mis posturas, fallidos los cambios que hicimos, al mover la letra de las canciones a la intimidad del alma, todo cambio, porque ahora recuerdo el sabor de tus labios y los sutiles aromas que carga mi alma.


Cariño, sé que no me extrañas, pero dile por favor que tú me amas. En los días felices seguramente tus pensamientos se inclinan a mi, a nuestro recuerdo, solo me queda decirte: recuerda cada uno de los pasos que nos llevaron a perdernos.

Valeria Valentina Puc Chan.

Género literario : Poesía (Kinchil, Yucatán, 2001) Escritor de

poesía, cuentos y obras de teatro regionales.La presentación de diversas obras en escena. Estudiante de la Lic. Literatura latinoamericana. Como Integrante del Grupo Moots Prepa 2: Participó en la VIII edición de la FILEY, la celebración de lenguas maternas UADY, edición 2018 y 2019 . Miembro del Comité, del Congreso Interuniversitario de Estudios Literarios y Lingüísticos (CIELL). Delegado de Yucatán, en la Red Nacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura (REDNELL) Obras Publicadas: Somos el ser, viviendo y Para ti en el FIP, Palabras Sharlot y Recuerdos en el Muestrario Nacional Homenaje a la literatura Contemporánea, editorial Ave Azul. Reconocimientos: “Orgullo Prepa 2” 2019 por promover y difundir la Cultura Maya a través del grupo Moots en la Escuela Preparatoria Dos UADY. Mención Honorífica y acreedor del tercer lugar en el debate Juvenil del Estado de Yucatán 2021

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a poesía antología colectiva 1, de la Asociación Literaria y cultural de Yucatán. Querida


ALÉJATE ESCRITO POR: ROLANDO LÓPEZ

Vete, basta de soñar, mírame bien, soy un idiota, de papel en papel, de poema en poema. Mírame, ni siquiera soy un recuerdo, no quieras algo así para tu vida; golpea los espejos, rompe esa imagen mía que ves en las mañanas, ponme en tu ayer insatisfecho:

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No me necesitas.

Puedes volar tan alto como el cielo permita, cruzar las intersecciones a toda velocidad, inscribirte en la oscuridad más negra, estar presente cuando el mundo llegue a su final, volverte loca con el primero que pase, convertirte en dolor, sufrimiento … destrucción: ¡nunca esperanza!


Alejarte no es errar, errar es permanecer bajo esta lluvia, sentir que eres capaz de dar la vida por mí, creer que mi amor es lo mejor que pueda suceder contigo; errar es estar cerca de mi cuerpo, imaginar que puede hacerte feliz, ignorar a los peregrinos y vivir convencida que mis brazos son parte del bosque sagrado del bien,

ROLANDO REYES LÓPEZ (Matanzas, Cuba). Graduado de Bachiller. Actualmente es jubilado por Baja Visión. Numeroso relatos breves y poemas mios han sido publicados en revistas y antologías de varios países de Europa y Latinoamérica.

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la quitanza y la liberación.


PÁJARO ASUSTADO ESCRITO POR: VICTORIA DE LOS ÁNGELES.

No pude regalarte el grito de los pájaros asustados porque se desplomaron al ver pasar mi herida. No pude darte el vuelo que coronaba las migraciones porque la libertad se despeñó en mis manos.

No pude honrar el peso con que tus huellas fueron hacia el pozo donde tiembla mi sangre. EL CREACIONISTA | PÁGINA 16

No pude traer conmigo ese rumor de alas con que los pájaros huyen de la muerte.


Porque la muerte bordó lápidas en mi piel y trenzó flores con mis cabellos y usó mi lengua para deshacerse en la quemante angustia de no ser y forjó con astillas de mis huesos las veredas por donde peregrinan los retazos de la felicidad. Porque la muerte enhebró en sus agujas la memoria donde los pájaros cantan su vieja melodía indescifrable su canción de luna secreta la que me ancla como un charco

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a este terrible lado de la noche.


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Victoria de los Ángeles ( Santiago, 1982). Periodista y editora, con estudios en Literatura y Gestión editorial. Coautora del poemario Juntas y Revueltas (2014); autora de Desarraigo y María Monvel, los lirios muertos de la faz y La jaula se ha vuelto pájaro, versos de invocación a Alejandra Pizarnik (2021).


FRASE DE DESPEDIDA ESCRITO POR: JAVIER VÁZQUEZ

La conocí en un bar de rock. Me llamó la atención su palidez, su vestimenta extravagante, su cuerpo y rostro perfectos. Cruzamos pocas palabras. Hubo una química instantánea. Terminé, no sé cómo, en el baño, experimentando el mejor sexo que jamás haya tenido. Se tuvo que ir. Recuerdo con claridad su misteriosa frase de despedida: -Quería que tuvieras el mejor recuerdo antes de mudarte a mi barrio. Estaba atontado. No le pregunté cómo se le ocurrió que me mudaría a su barrio, que no sabía cuál era. No me dejó acompañarla. La vi irse desde el ventanal del bar. Cruzó la cuadra. Se perdió en las sombras de un largo paredón que hay cerca. Nunca la olvidaré.

Javier Vázquez nació en Buenos Aires en 1970. Profesor de enseñanza primaria. Técnico en administración y conducción educativa. Especialista en interculturalidad y enseñanza de español como lengua segunda y extranjera (IELSE). Colaboró con la revista “Futuro Sustentable” (Premio ADEPA). Co-condujo el programa radial “Voces Cruzadas” en FM La Boca. Panelista de Radio-club Luciérnaga. Actualmente es Director de Escuela Primaria en CABA.

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Pasaron unos meses. Hoy la entendí al escuchar a esos señores. Dicen que los más cercanos pasen a despedirse porque van a cerrar.


MANOS AL PECHO ESCRITO POR: AGUSTÍN AVILA RODRÍGUEZ. (La Habana, Cuba).

Cuando pones tus manos junto al pecho, se te hunden buscando lo profundo, te desgarras las vísceras de un todo, y te dejan tan herido y moribundo. Ellas quieren sacar lo que no quieres, sentimientos que te viven a escondidas, develar lo que hay detrás de las mamparas, entregar si lentejuelas en tu vida. Cuando pones tus manos junto al pecho, se te asoma la lágrima en los ojos, ya te hiere demasiado sostenerlo, es tan fuerte el fluir de sus antojos.

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Cuando pones tus manos junto al pecho, te conviertes y no puedes detenerte. ellas sacan al fin lo que esta oculto, y te obligan negociar con lo que sientes. ©


AROMA Y PALOMA

Cuando estoy mirando que pasas por la esquina, con la camisa abierta y tu colonia fina. Ese aroma que embriaga me devuelve a la vida, Se me despierta el alma queriendo ir a tu encuentro, Que me vuelvo paloma aleteandote un beso. Cuando te estoy mirando que tú cruzas mi esquina, Yo quiero estar muy cerca, cerquita de esa esquina. Soltar mi pelo al aire, sentir cómo me miras. Y puedo encontrar tu mirada encendida, a tu camisa abierta, ese olor que domina. Cuando te voy mirando, mirando que me miras. Yo siento ser paloma aleteandote encima, y arranco ese botón que queda en tu camisa. Que me empapo las alas arrullada en tu pecho, de tu aroma a colonia de canela y romero. Que se adueña del aire, el aire que respiro, y me poso en su alma,

Que me vuelvo paloma, y me quedo perdida, en su camisa abierta y su colonia fina. Cuando te estoy mirando y siento que me miras, yo vuelo tras de ti. Si pasas por mi esquina. ©

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en su magia me encanto.


INTÉRVALO ESCRITO POR: LORENA AVIÑA

En la opacidad de tus manos encuentro mi refugio. No es tu culpa tanta soledad, tanto peso muerto sobre mis hombros.

Te siento distante, agolpado en los rincones de cada desfogue que hemos sido.

Contraída, recuerdo los primeros minutos que fueron ver tus pliegos. Te recuerdo abrasante, acelerando el tiempo, EL CREACIONISTA | PÁGINA 22

apresurando tus pasos. Luego, sucedió el golpe, y no fuiste más que una sombra de ti mismo.


Me duelen los nervios y las ansias de saberte conmigo, a la par, en el mismo amor.

Te espero aquí donde tu humo no me toca, donde tus miedos pueden mi alcance.

Te espero mas mi vehemencia caduca, y al tiempo, tus ojos se vuelven impermeables a mis súplicas.

Te espero hasta que se me rompan acartonadas las mejillas, y mis pies necesiten descanso eterno para tus infinitas pausas. EL CREACIONISTA | PÁGINA 23


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Lorena Aviña (Guadalajara, 1996): Egresada de la licenciatura en Letras Hispánicas por la Universidad de Guadalajara. Actualmente es editora asistente de la Revista Carta Económica Regional y es miembra fundadora del Taller de Poesía en voz alta Conticinio. Ha trabajado como docente de literatura, español e inglés desde el año 2017, además de impartir 3 talleres para la Revista Luvina en las preparatorias 20, 9 y 13 de la Universidad de Guadalajara. Ha participado en congresos nacionales como el CONELL 2020, Congreso de Historia y Sociedad Contemporánea 2020 de la UNAM y el Congreso Nacional de Investigación Delfín 2020. Su obra está publicada en 2 Antologías poéticas de Editorial Afrodita y en revistas nacionales e internacionales como Revista Proemio, Periódico poético, Revista Palabrerías, Revista Trotamundos, Revista Estrépito, Editorial Tulipes, Revista Sophispana y Revista Poetómanos.


LIBRE ESCRITO POR: FLORENCIA RODRÍGUEZ. (Concepción Uruguay, Entre Ríos, Argentina).

Gritaré a los cuatro vientos que soy libre, mientras mis brazos se extienden por los aires húmedos de la noche. Dejaré que mi rostro se vuelva brisa y abriré mi mente a todo lo que se avecina. No me resistiré al cambio, mientras destierro mis anhelos más profundos. Seré tan audaz como la vida lo permita y no cederé ante las presiones que me agobian. Dejaré que mi ser flote armoniosamente por los aires, mientras el mundo se desmorona.

Seré libre, aunque no quieras, porque mis alas han madurado y aletean con fuerza buscando el ocaso. Me iré tan lejos como pueda, el sol será mi guía y la luna mi fiel compañera.

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Me camuflaré entre las aves, imitaré su vuelo y volaré tan alto como pueda.


POETRY ESCRITO POR: ANTONIO RAMÍREZ CÓRDOVA (Puerto Rico).

Digo tu nombre y sientes en tu cuerpo desnudo la pertinaz belleza de la luna. Tal es la maravilla que aparece en tu piel con olores de lluvia donde ronda mi voz, donde la vida es también fragancia de trébol o misterio del aire. © Derechos Reservados 2022

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La amistad es trino de ruiseñor que asciende en su cántaro. Un pájaro en el aire. Una puesta de sol donde salen abrazos de torre transparente. No la ensombrece el tiempo ni la distancia. © Derechos Reservados 2022

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NEANDERTHAL ENAMORADO ESCRITO POR: CONRADO PARRAGUIRRE.

Estrecho de Bering Alguno de mis ancestros cruzó el estrecho de Bering en busca de hermosas tierras; y después de miles de años el suceso me parece claro tras haber localizado la tersa geografía de su piel. Ahora debo honrar al Neanderthal que me ha acercado a este momento; lo único que me resta por hacer es atravesar el océano de mis temores. EL CREACIONISTA | PÁGINA 28

Y siendo así, pasar caminando de un continente a otro parecía más sencillo.


Fuego

por un instante.

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Como cavernícola grabo sobre una piedra: "tú me agradas", a mi alrededor se escucha el canto de mis coetáneos quienes repiten "la vida no vale nada, no vale nada la vida". Un cometa surca el cielo, mientras el ruido de la noche y el crepitar del fuego se suspenden


Mamut He decidido formar un corazón con los colmillos de un mamut para manifestarle mi amor a aquella alegría mía. La llanura espera, me oculto tras el follaje de plantas –que no sé cómo nombrar–; de pronto el animal aparece, y sin pensarlo me arrojo a la caza. Los ojos llenos de terror de aquel mastodonte me dejan aterido; entonces me pregunto: ¿es esto necesario? el momento se va lo suficiente, para que el animal huya. El cavernícola que soy EL CREACIONISTA | PÁGINA 30

toma su lanza –con su piedra afilada– y surca el suelo para sembrar lagrimas con la esperanza de que germinen en algo.


Cinco mil millones de años El rumor del tiempo me ha dicho que el sol quizás solo viva cinco mil millones de años ¿te imaginas? La vida como la conocemos no será más; y mi pretensión por atesorar tus hermosos

no tendrán ningún significado. En menos de un parpadeo todo esto habrá terminado ¿te das cuenta?

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grandes ojos; tu bella amplia sonrisa; y tu ágil figura espigada en un poema,


Altamira Para hacer narrativa gráfica uno siempre debe practicar y las cavernas generalmente sirven de refugio a artistas anónimos; la clandestinidad las buhardillas el ocultamiento y la marginalidad son parte de nuestro mito. Que no te sorprendan aquellas figuras pintadas en cuevas,

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las he hecho en tu honor; además tienen un discurso oculto: el animalito pintado


Conrado Parraguirre (Chetumal, Quintana Roo) ha publicado algunos textos y cartones en revistas y fanzines como: Áspera,

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Revista Almadraba, El Chamuco y los hijos del averno, Ojopineal. Cine y pensamiento, Kosmonauta, Los No Letrados, Revista Sputnik, Collhibrí, Estoy aquí, entre otras. Algunos de sus poemas fueron seleccionados para las antologías: Versos para el recreo (Puebla, 2011), Pinos Alados: Una selección (Mexicali, 2020) y Las distancias (Tijuana, quizás algún día aparezca). Actualmente ejerce su derecho a estar errado.


CRÉEME ESCRITO POR: JORGE PADILLA HÉRRAN. (Cuba).

Créeme cuando te digo que todo lo he dejado por andar contigo. Que el sueño se ha expandido y despierto sueño ante tí rendido. Céeme ¡No miento si te digo siempre que no me arrepiento!

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Y si alguna vez de amarme dejaras... no sé, sin sentido mi vida acabaras. Créeme cuando te digo que todo lo he dejado por estar contigo.


FINAL Se secó la rosa, del jardín robada. Se murió el deseo de verte otra vez. Se truncó el camino que andar, tanto ansiaba; se acabó el perfume y el beso de miel. Se extravió el poema que vibró en mi pecho; se enfrió la llama que vivo nos vió. Se fueron los trinos y las fantasías... ¡Qué pena tan grande! ¡Murió nuestro amor!

PELIGRO!!

Jorge Padilla Herrán. (Cuba). Escritor de literaturas para niños y jóvenes del Taller literario "Roberto Alcántara" de Perico-Matanzas. Cuba. Maestro Pimario (Licenciado). Ha publicado en revistas, semanarios y libros colectivos. Ha obtenido premios y menciones.

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Si muere el amor, muere la vida; la ilusión, la esperanza, la fantasía, los sueños... ¡¿Qué queda entonces hombre de probeta?


CIUDAD DE CANTERA ESCRITO POR: JESÚS AZAEL PÁMANES P.

En una bella tarde de invierno. el cielo estaba cubierto de bronce y los rayos del sol iluminaban a la ciudad de cantera. La alegría inundaba mi cuerpo y bajo las campanadas de la iglesia, con ansia esperaba tu llegada. Los minutos de espera parecían eternos, la desesperación se hacía más fuerte hasta que, a lo lejos… ¡puede ver tu rostro! En un abrir y cerrar de ojos mi mirar contemplaban tu ser,

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…un abrazo cálido me diste y empezaste a alabar el olor de mi perfume.


Las palabras empezaron a fluir de nuestros labios y entre sonrisas y miradas coquetas mi corazón se había prendado. Las horas pasaron y el cielo se llenó de estrellas anunciando la llegada de una encantadora noche invernal. Tras una larga plática nuestras miradas se cruzaron y sin pedirlo, un beso a mi boca robaste.

¡Qué bello preámbulo para una historia de amor! que tendría como testiga fiel a una ciudad de cantera.

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A QUIEN MÁS AMÉ Tantas cartas he escrito a quien más amé que no encuentro lugar para guardarlas. Entregarlas es imposible pues, el destinatario abandonó este mundo. Trato de resguardar los recuerdos a través de las palabras que fueron escritas en las cartas, pero el rostro de quien más amé pierde claridad en el duelo que enfrenta mi alma.

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Jesús Azael Pámanes Pérez, (04 de octubre del 2000). Originario del municipio de Juan Aldama, Zacatecas. Estudia la licenciatura en filosofía, tiene un poemario titulado “De regreso al jardín”, además participado en el Segundo Festival Internacional de Poesía y Declamación Huarichaca, el Segundo Festival Internacional de poesía Vida y Esperanza IPIALES 2021 y en la Feria Virtual

del

Libro.

Colaboró

con

poemas

en

las

revistas:

Melancolía

Desenchufada, revista Soles, revista Zona de Promesas y revista Cisne.


LOS AMANTES ESCRITO POR: MARÍA SUSANA LÓPEZ.

Ellos coloridos como flor de ceibo juegan cual niños viajan por la vereda a cualquier galaxia a contar secretos debajo de la cama. Ellos coloridos como flor de ceibo pasean con un pasaje de ida entre sueños con el cansancio borrando memoria. Ellos coloridos como flor de ceibo fantasean sus vidas espumosas como semillas de palo borracho en otoño un viaje en las curvas de sus cuerpos. EL CREACIONISTA | PÁGINA 39

Ellos coloridos como flor de ceibo rugosos como los años transcurridos rugosas las sabanas después de una noche colorida.


Ellos coloridos como flor de ceibo queman emociones entre dulces besos entre sexo y poesía entre selva y carnaval huelen el nuevo día alimonadas sus pieles como azahares primaveral.

MARIA SUSANA LOPEZ. BUENOS AIRES- ARGENTINA.Profesora de Ciencias Naturales y Enseñanza Primaria, artista plástica, ceramista, escritora amateur.


DESEO ROJO ESCRITO POR: GERAL STIVENS GALÁN GARCÍA. (Bogota, D.C).

El preceptor aún recordaba su aroma, la calidez de sus fluidos, su frialdad en medio de la lujuria. El desdichado se había acostumbrado tanto a sus golpes físicos y psicológicos, que anhelaba no solo la sangre de ella, de su entrepierna escurriendo fortuitamente sobre su gastado cuerpo, sino que también deseaba morir en una explosión de placer, el placer que le generaría sentir sus cuchillos clavados en el pecho y garganta, el placer que le generaría sentirse morir dentro de ella regodeándose de su cuerpo hasta el último segundo de su miserable existencia. Extrañaba a su arpía, desde que esta se retiró por la obsesión que la dominaba, la búsqueda de las respuestas a los hechos de un pasado. Desde que se fue, él pensaba en ella daca día con mayor intensidad, se veía a sí mismo en los lugares que frecuentaban, podía ver lo que ocurrió y lo que pudo ocurrir. EL CREACIONISTA | PÁGINA 41


Un día de aquella primavera del 2010 vio a una niña diferente a cualquier otra, se quedó mirándolo, desprendiendo repentinamente una sonrisa de su pequeño rostro. Él, sorprendido se congelo, pues los rasgos faciales eran muy parecidos a los de su amada en los cortos momentos de aparente alegría. Al descongelarse el tiempo, él, expulsándose de su propio éxtasis, simplemente respondió con la sonrisa de su rostro arrugado, continuando su camino en la frialdad del alba y la soledad de la niebla.

Hubo un tiempo en que sentía rabia por sus mentiras y desilusión por sus maltratos, hasta que simplemente su insatisfacción se fue, dando lugar únicamente a las fantasías que un delicado y perfecto cuerpo de batalla le podía dar. Las alucinaciones causadas por su propio dolor y el éxtasis de los gemidos sonrientes de aquella hermosa, a veces dulces, pero la mayoría de las veces, crueles. Era manipuladora, sabía que había más como él, igual o mejor de afortunados, pero su ira se desahogaba empujando con fuerza las caderas de aquella maldita usada y privilegiada por la fuerza policial. Su ira se marchaba con su vitalidad dentro de las entrañas de la muerte.

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Fue una relación complementaria. Mientras ella lo usaba para torturarlo y darse placer desahogando sus desaciertos, controlándolo como a otros idiotas a cambio de poder. El preceptor desahogaba su creciente obsesión por ella. La quería solo a ella, para que estuviera allí cada vez que él la necesitara, pero las locuras que ocurrían en el mundo la empujaban a cumplir con sus misiones, esto era algo que obstaculizaba la satisfacción de su fijación.


Sabía que, por su experiencia y su sed de poder, jamás podría ser completamente suya, su esclava. Tendría que cambiar sus decisiones anteriores para que dé un determinístico giro de la vida pudiera encontrarla, manipularla y hacerla su permanente trofeo. Moralmente correcto o no, solo debía realizar la construcción adecuada. Cambiar el pasado de una niña asustada

Durante el paso de las semanas cambió los tablados finos y las paredes extravagantes de su palacio opulento, a agrietados trozos de madera y muros agujereados por donde cruzaban tuberías de metal parcialmente oxidado y cables de gran grosor. Pasó de ser un lugar casi insonoro, a ser la gran máquina, todo lo que podría ser. Su mayor triunfo, su mayor perversión.

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en los frescos vientos del campo, turbios con los ensordecedores gruñidos de una criatura de ojos almendrados que dejaba la huella del dolor a su paso. Cambiar el destino de una humilde familia, para desencadenar una serie de decisiones totalmente inversas a las tomadas por ella, solo para al final conseguir a su maldita arpía transformada en una chica “normal” que pudiera cumplir con todos sus enfermos deseos. El preceptor, reconocido en las academias más prestigiosas y un poco menos en los templos ocultos ante la vulgar muchedumbre. Era alguien que lo tenía todo, dinero, influencias en varias instituciones, podría agregar lo que quisiera a su vasta colección de objetos extraños, tenía un gran palacio, rodeado de lo poco que a la naturaleza aún se le podía admirar en el mundo. Privilegios, productos de una vida solitaria dedicada a la ciencia y en parte a las artes negras. No eran suficientes pues él quería aquello que la vida le negó durante décadas, no cualquier mujer, aun sabiendo que podía comprar los insípidos placeres de una furcia por un puñado de billetes, él quería a aquella maldita que se atrevió a usarlo por información, por lujos, por descargar su miseria sobre él en la forma que solo una arpía como ella lo hacía.


Formas talladas en piedras extrañas y fundidas en metales poco comunes, hacían parte de una maquinaria, conformando construcciones indescriptibles y otras más familiares. Había un mecanismo principal impulsado por un gran motor que consumía grandes cantidades de combustible, generaba ruidos ensordecedores de cilindros impulsados por explosiones. Era un gran bloque que hacía temblar el cobijo de la extravagancia al impulsar un gran eje que conectaba a varios engranajes, los cardanes hacían girar piezas pesadas y desbalanceadas a gran velocidad. Los pequeños objetos que conformaban la decoración del lugar flotaban en el aire tan pronto como la máquina tomaba fuerza, eran gradualmente arrastrados a la ubicación de su eje, hasta que se quemaban por las descargas eléctricas despedidas por una gran punta que señalaba a una pared de material irrompible, el material más resistente sobre la faz del planeta. Esta máquina también consumía electricidad y era necesario alimentarla con dos generadores fabricados con la tecnología más EL CREACIONISTA | PÁGINA 44

avanzada que pudiera existir, los cuales hacían del sol, la humedad y los furiosos aires nocturnos, recursos que eran amplificados miles de veces. Finalizaban en un hilo dorado que se tensaba hasta la pared irrompible, generando una grieta, un atajo al espacio de algún lugar. Esta grieta era cubierta por un campo de energía que impedía que todo fuera consumido por este drenaje hacia lo desconocido.


El plan estaba funcionando, pero no por mucho. La herida en el muro irrompible se cerraba al poco tiempo de haber sido abierta, agotando todos los recursos. El preceptor concluyó que era necesario más poder, de una fuente ilimitada, era necesario trascender los límites de la ciencia conocida y aliarla con las artes ocultas, oscuras. El arte de la irreemplazable sangre y la gran voluntad de los caídos en esta tierra. El obsesionado viejo por una maldita con sabores profundos y embriagantes, no sabía que recurrir a estas fuentes de poder podría traer consecuencias. Abrir las puertas de este mundo podría traer nuevos peligros, pero el mundo como tal era lo que menos le importaba al envejecido genio, ya que su maldición, su obsesión, su placer eran prioridad. Esta realidad según él no podía ser más negativa, pues los de su alta clase habían consumido durante siglos de la tierra, su carne. Se equivocaba. Repentinamente su yo interno, diferente al yo que podía parpadear sus ojos, parecía controlarlo susurrándole al oído con una voz baja, aguda, rasgada y seductora. El preceptor busco sus viejos registros con ansia, al revisarlos los recordó con gran detalle. Antiguas construcciones geométricas, antiguos símbolos, lenguajes, registros de civilizaciones perdidas, adoradoras de las

magia negra y la hizo esclava de su máquina, esclava de sus propósitos. La pared indestructible la esculpió con los residuos que aún quedaban en su molde, en ella talló una grieta con forma estelar de ocho dagas, donde cada punta tenía grabado el símbolo, el código específico en una lengua muerta que representaba un ancla, uno de los elementos comunes entre este plano y los demás.

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entidades dominantes de la tierra y sus bestias, que anunciaban la llegada de los destructores que descenderían desde las estrellas. Él susurró su nombre INFINITUSS, en una epifanía dominó la


Las palabras muertas, códigos susurrados, serian el inicio del fervor, el estado más puro y peligroso del ser, que tras poner en marcha la gran construcción, culminaría con un agonizante dolor, transformador del hilo dorado y la puerta hacia lo desconocido, en el hilo de luz negra y enceguecedora, que desgarraría el espacio a profundidad como un puñal que abre el hueso y la carne. Desde cada punta estelar, el anciano había marcado simétricamente una línea poligonal carmesí que se prolongaba hasta cada rincón del palacio donde culminaban con unos altares. Secuencias de segmentos que señalaban jeroglíficamente el eje principal. Una obra de arte abstracto coagulado, que en la frialdad de cada rincón situaba candelabros de huesos verticalmente enterrados con algunos residuos de tejido humano, parecían enaltecer a aquella máquina de centro metálico con la carga telequinética residual de dos mujeres sin inmundicias en sus cuerpos más que las de aquel viejo y las de aquellos ideales colectivos que daban por incuestionable una deidad falsa, proveedora de miseria para cualquier especie. Las esposas del trascendental inexistente poseían una carga que durante años de meditación se acumulaba en sus tejidos. Sus muertes como tal tornaron el ambiente tenso, constructo y dejándolo listo.

lúgubre,

fortaleciendo

el

gran

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Las ahora meretrices entre los planos desconocidos habían sido hurtadas de sus encierros voluntarios y justificados por un bien colectivo tan real como la frialdad del sol, para después ser simétricamente cortadas. Fueron instrumentos para acceder a la fuente inagotable que alimentaba el gran motor con sus líquidos, sus sólidos y su intangible dolor final. La agonía que supondría evidenciar en sus últimos momentos de vida que todas sus construcciones mentales eran irreales, el incurable vacío eterno de poder ver nada en su estado post muerte.


Cuando el gran eclipse anunciado para aquella medianoche comenzó, el palacio carmesí estuvo listo para ser activado, sólo podía ser iniciado por la disposición, el deseo de morir. Entre la pared y el aguijón de la máquina, se había situado un gran poso que contenía la agresividad, la frialdad del bosque y sus agonizantes ríos. Los desgastados pies de aquella mente aferrada a su único propósito, al único objeto que irónicamente lo hacía sentir vivo, se humedecieron, tal como si colocara un cañón en su cien, el viejo preceptor rasguño la piel de su espalda con el aguijón y en su último suspiro volvió a rasgar la voz pronunciando lo impronunciable. “perpetuam constructione tenebris ad infinitam ignota ianuam vacuum locum perducere frigore sanguis astra” Las palabras sobrevivientes a la injusticia de las cruzadas terrenales hicieron efecto, la luna se tornó sangrienta y por primera vez, después de muchos siglos, el longevo dominio que marchita la esperanza y fortalece las criaturas putrefactas,

quedaban, desesperadas, levitando las entrañas humanas y encendiendo la máquina. Su poder atravesaba el cuerpo del preceptor con un único rayo interminable, que abrió a través de él, un portal entre planos y tiempos mientras los candelabros y las líneas carmesí ardían con flamas negras inobservables emanando la esencia del espacio.

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revivió. Él logro percibir la fuerza que emergía desde lo más recóndito de la tierra, haciendo crecer las raíces y las ramas de los árboles, electrificando los líquidos, haciendo hostil la oscuridad con los rugidos de las pocas criaturas que aún


El dominio controlado por un mecanismo y un sistema, lo evaporo, lo hizo arder, tornando el palacio tan insonoro como solía ser. De pronto con su gran voluntad menciono su nombre completo “¡Infinituss Kaesar!” reconstruyéndose a sí mismo, renaciendo en alguien menos longevo, en alguien recargado con energía oscura pero cegadora. En ese momento el auto nombrado Infinituss Kaesar se sitúo delante de los controles del portal y al verlo abierto, se sintió muy cercano a la meta que se había propuesto, pero después de la muerte solo quedaría la locura más intensa.

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El ingeniero del gran mecanismo, que quiso combatir todas sus probabilidades de fracaso, quien hizo posible esta amalgama, comenzó a sentirse decepcionado. Los drones manipulados interdimensionalmente, alteraban hechos que debían desencadenar cambios desde el pasado hasta la actualidad, pero nada en su mundo circundante y externo cambiaba. Lo intentó hasta el cansancio, de todas las formas imaginables, rescató a la familia de su amada, futuro juguete, e incluso trató de interceptar a aquel monstruo que se supone, mató la inocencia en el pasado, pero nada resultó. Con una gran frustración lo admitió y concluyó que cada decisión forjaba la actualidad y las acciones contrarias forjaban otras realidades, pero también cada estado en el tiempo generaba una nueva realidad. El ingeniero admiró con gran desencanto la expansión del espacio estelar con cada evento y cada momento haciéndolo crecer exponencialmente. La alteración en la acción pasada no destruía futuros, generaba otros mundos, la alteración en la acción pasada no regeneraba las heridas del presente.


Un

hombre

renacido,

marchito

por

el

infinito

en

todo

su

esplendor, por el peso de su fracaso, el que jamás había experimentado más que con las mujeres. Sintió que lo interminable estaba en su contra, por lo que, con un sentido de perseverancia, se prometió encontrar la fuente que hacía posible crecer inmediblemente el espacio.

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A pesar del lastre que supuso trabajar aparentemente para nada, él sabía que era un mal perdedor. Infinituss sabía que, tras esta construcción inagotable del tiempo y el espacio, debía haber una unidad inimaginablemente grande, que sería el origen de esta locura estelar. Llegar a la fuente del crecimiento exponencial, entenderla, manipularla, supondría su victoria en todas las realidades en cada estado del tiempo. Pero para lograrlo, debía pensar cómo usar la energía oscura que fluía por cada poro de su reconstruido cuerpo, debía canalizarla, debía amplificarla, debía manipular las estrellas y destruir las que fueran necesarias para crear un único acceso a la gran fuente. Debía crear una nave interdimensional y un regulador espaciotemporal que le permitiera hacer lo pequeño excesivamente grande y lo incomprensiblemente enorme, del tamaño de su palma en un único y perceptible periodo de tiempo.


Con la ansiedad, el cansancio estaba haciéndose presente a pesar de sus nuevas habilidades, y con este, imágenes de criaturas de piel azulada, que rondaban en las sombras de los crecientes árboles. Lo observaban a través de las grietas de las paredes y las ventanas, seres intangibles que no definían su propósito. Sea como estuvieran ocurriendo las cosas a su alrededor, él no podía

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detenerse, no hasta conseguir su deseo sin importar el costo. Escuchaba susurrar a aquellas bestias en una lengua diferente a las que dominaba, lo poco que podía descifrar era alusivo a su invención, pero esto solo era un motivo más para continuar, pues ellos eran una amenaza si lo que trataban de hacer era atemorizarlo para que no pudiera continuar. Sus rugidos eran ensordecedores y los ataques hechos con la energía oscura que emanaba de sus palmas, parecía no hacerles suficiente daño, era una situación desesperante. Pero su calma volvía cuando daba por sentado que muy seguramente su mente le estaba jugando una mala pasada. Una autobroma que seguramente tomó como base la imagen que se clavó en su mente la primera vez que vio las representaciones gráficas hechas por los antiguos nigromantes, sobre los seres que vivían fuera de este mundo, muchos años atrás cuando aceptó que las fuerzas más allá de la ciencia eran manipulables.


Por un momento retomo aquellos días pasados, el viejo se preguntó ¿Por qué había tomado este camino en la vida?, ¿por qué había llegado hasta aquí? Perdió el interés por las personas, manipuladoras que sólo notaban su existencia cuando necesitaban de sus capacidades, de sus facilidades, hicieron que su atención se desviara hacia su propia satisfacción, convirtiéndolo en algo que alguna vez desprecio, alguien tan egoísta como ellos. Él solo quería que lo admiraran por quien era en el fondo, pero lo único que encontró en este mundo deprimente fue la combinación entre cariño falso y dolor placentero, perfecta conjugación que llenaba momentáneamente un cuerpo desgastado y ansioso. Cuando terminara con todo esto, el dolor se iría a su voluntad, llegaría sólo cuando él decidiera morir dentro de su húmedo ataúd joven y fértil. Es por esto por lo que no permitiría que su propia mente se interpusiera entre sus planes, menos cuando había logrado romper sus límites físicos y conceptuales.

lo que él quisiera, canalizando su propia energía de sangre ennegrecida. El gran preceptor una vez más utilizó el portal que había creado para obligar a su amada, a ser de su propiedad, dejando este mundo atrás. Tan pronto como inició su viaje hacia lo desconocido, la puerta en forma de estrella se cerró, dejando al descubierto una máquina apuntando a un cuadrilátero, una pared irrompible, tan impecable como la palidez de la luna. .

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El maestro, caprichoso, continuó con su trabajo pese al tormento detrás de los muros golpeados y rasguñados por sombras vivientes de ojos oscuros y almendrados. Después de varias pruebas y construcciones durante meses, Infinituss terminó su nueva fortaleza sofisticada que levitaba estando unida a un regulador espaciotemporal, el cual le permitiría viajar y manipular


Mucho tiempo después, la amada por quien dejó este plano de existencia quiso volver, su intuición le había indicado que algo inusual estaba ocurriendo. Después de un largo tiempo de viaje, Mónica Sepúlveda llegó en su motocicleta a los dominios de su viejo juguete. Había árboles, grandes extensiones de tierra verde, corrientes de agua en las grietas de aquel terreno donde las liebres habrían podido mojar sus pequeñas narices. Aun se podía

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admirar la puesta de sol coloreando las nubes de rojizos, violetas y finos bordes dorados. Todo estaba cubierto por una niebla que repentinamente se transformó en perros, gatos y otros animales extintos, se manifestaron tan hostiles como si hubiesen sido programados para destruir a todo aquel que se acercara a aquel pequeño pedazo de selva. Ella corrió hacia el interior, cuando llego a la puerta, sintió la pesadez del sitio, mientras escuchaba algunas ramas quebrarse rápidamente. Era casi como si el dolor mismo hubiera hecho presencia, pues los chillidos de aquellas alimañas se intensificaron cuando la bella de las fuerzas especiales puso el primer pie sobre los tablados finos hechos astillas de lo que realmente fue la antigua biblioteca de la ciudad. Aquel palacio se notaba algo tiznado, ensangrentado y maloliente. De algún modo la elegancia que caracterizaba el lugar se había ido y se había reemplazado por la prolongación de las ramas secas y la danza de los vientos que hacían golpear las puertas y ventanas contra sus desgastados marcos.


El rostro de quien se consideraba un deseo viviente para los hombres era opacado por sus propios gestos cambiantes que se disputaban entre la desconfianza, el asombro y el asco. Ella encontró aquellos objetos extraños y extravagantes que decoraban el lugar, colecciones degradadas, artículos únicos manchados con sangre seca y algunas sustancias viscosas. Encontró dentro, piezas de chatarra, cables, tuberías metálicas y un gran bloque de metal en lo que fue el gran auditorio. Por un instante la inusual, Mónica, la mujer de iris rojizos sintió curiosidad por verificar la habitación del propietario. Encontró un viejo armario de madera, donde el anciano solía depositar sus notas personales. Allí encontró algunas de sus inentendibles ideas, también sus anhelos más íntimos en forma de dibujos obscenos y recortes de revistas, sus fantasías más extravagantes, aquellas que ella le hacía realidad para obtener ciertos lujos, recordar esto la hacía sentir ansiosa, humedecía su ropa interior a pesar de que silenciosamente siempre repudió a aquel sujeto. De pronto encontró un sobre blanco parcialmente arrugado y empolvado. Cuando sus dedos rozaron el sobre escuchó algunos pasos, como los de un inexperto agente. Ella guardó el sobre y rápidamente sacó su arma, accionándola como si tratara de matar a su propia sombra. Al acercarse al lugar de impacto, pudo notar

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que tan solo pudo herir a la pared y la puerta de aquella descompuesta habitación en la que había vivido un mundo de sensaciones.


Lentamente ella retorno al auditorio esperando encontrar a quien la estaba siguiendo, pero solo encontró incertidumbre al ver que al lado del gran bloque metálico oxidado y parcialmente petrificado, se encontraba un sofisticado ordenador conectado a este. Se trataba de una máquina. Mónica comenzó a detallar más detenidamente el lugar, parecía una carnicería abandonada, había

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cráneos humanos y de otros animales en varios lugares, quizá de los últimos. Una calavera cornuda con algo de carne y piel seca estaba mordiendo uno de los muchos planos impresos y desorganizados sobre la superficie plana del escritorio, ella comenzó a analizarlo por un instante, pero no logro entenderlo. Al levantar la mirada, comenzó a enfocarse en un aguijón que salía del gran bloque metálico, parecía un gran escalpelo que apuntaba a la pared que estaba antecedida por un pozo de agua negra y maloliente. Aquel muro estaba intacto, impecable. De pronto notó que a medida que centraba su mirada sobre esta pared, aquella comenzaba a tener cierto efecto de profundidad, sentía que su centro se hundía cada vez más. Vértigo, la pared se tornó oscura, veloz, con innumerables puntos blancos similar a los de una noche estelar. Los ojos de Mónica se tornaron incandescentes como si hubieran sido impactados por una descarga eléctrica, lagrimeaban, hasta que comenzaron a escupir sangre de manera desenfrenada. Su propia sangre la hizo resbalar. Tanto como sus fuerzas se lo perdieron, ella trato de salir a rastras del gran palacio, pero a medida que avanzaba, podía percibir a aquella presencia que había sentido hacia poco. No era la única pues escucho las voces de más, susurros en un lenguaje desconocido, quizá antiguo como los que solía vocalizar aquel viejo en sus meditaciones después de copular.


Casi a punto de perder la conciencia trato de entender lo que estaba ocurriendo, quizá algo de lo que aquellos seres decían, pero no pudo soportar más, perdiendo así el conocimiento sobre su propio charco escarlata.

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Ella había vivido muchas peleas, había repartido mucha muerte, pero nada de lo que había visto era lo suficientemente escalofriante, hasta ese momento cuando las imágenes y sonidos del dolor que había causado inexplicablemente se le clavaron en la mente con gran intensidad. En su interior, despertó todo el miedo que había reprimido, su mente recreo toda la angustia que sus víctimas habían vivido. Pudo ver una serie de imágenes alusivas a la destrucción de un planeta y la meditación de un hombre desconocido en medio de la humedad de un cuarto nocturno, que culminaba su concentración con intensos gritos de rabia. Su rostro se cubría con una máscara de metal muy extraña que bajaba desde las alturas hasta su cabeza como si la ira misma hubiera elegido su personificación, coronándolo como un rey que había olvidado el lamento, dotándolo de quietud y frialdad.


La Capitán Mónica, despertó acostada sobre una camilla, pese a la desorientación en medio de la oscuridad se levantó con gran dificultad dejándose llevar por su tacto sobre las paredes para encontrar la manera de encender las lámparas. Cuando acciono el switch comprendiendo que no era la iluminación del lugar la que estaba fallando. Supo entonces que su carrera, su vida, había llegado a su fin.

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La teniente Alejandra Rêveur con su inconfundible voz, suave pero imponente, la invito a calmarse, pues ella siempre cuidaría de su infalible cómplice en las luchas por los intereses propios y en el alivio de las necesidades causadas por las insatisfacciones lascivas que los hombres le generaban. Mónica quería dejarse llevar, pero las palabras de quien consideraba su verdadero amor no podían sacarle de la mente aquellas imágenes que había soñado. El casco metálico, aquel sujeto podría tener relación con la masacre en su pueblo natal, aquel capítulo del pasado en el que le arrebataron a su familia jamás podría cerrarse pues no sabía quién era aquel hombre y al parecer nunca lo podría saber, ya que su nueva limitación no hacía de ella más que un estorbo.


Tampoco sabría lo que le ocurrió al anciano ni lo que le ocurrió a ella en aquel palacio de la extravagancia hecho un basurero, pues según Alejandra, la capitán se encontraba desangrada bajo sus escombros sin algún otro rastro de vida. Tan solo le quedaba un sobre blanco que jamás podría leer por su cuenta. No quería contraminar con frustración y desesperanza a Alejandra, quien hacía de cualquier lugar el más cálido con su presencia, sutil, como el trato suave que solo entre mujeres se puede entender. Pero le fue inevitable romper en llanto, tan profundo como aquel que derramo mucho tiempo atrás cuando se vio completamente sola en este mundo por primera vez.

Aquel hombre de cabellos cortos color plata les había enseñado a ellas todo lo que sabían sobre la guerra y el espionaje. Aquel líder de la fuerza pública las saludo con mano firme en la frente, seguidamente comenzó a explicar la situación actual. “Alguna organización desconocida había estado matando a miembros importantes de la cúpula militar sin dejar rastro, los lideres mundiales están muy preocupados y pronto comenzaran a actuar a menos que ellas dieran solución al problema primero”.

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De pronto llego el coronel Alarcón con la brusquedad característica de los miembros de la fuerza pública. Un viejo con múltiples cicatrices en el rostro, sobre el que no se conocía mucho, más que su fama de héroe de guerra por haber lidiado con varias situaciones difíciles en los distintos frentes de aquel país multi polarizado.


Las dos mujeres se tornan confundidas pues pareciera que el viejo no se hubiera dado cuenta del estado en que la capitán se encontraba. Él sabía que ella era demasiado ambiciosa como para marcharse pacíficamente a un retiro, por lo que le propuso someterse al programa secreto de mejoramiento físico que le permitiría regenerar sus órganos dañados, y algo más… Pareciera que todo lo ocurrido últimamente hubiera estado minuciosamente planeado, pensó la chica de ojos rojos e inútiles. Pero igual sentía que nada tenía que perder. De salir ilesa en el procedimiento, tendría tiempo suficiente para aclarar lo ocurrido y por qué no, cobrar venganza. Ella aceptó… La teniente, aunque también trataron de convencerla para que se sometiera al procedimiento, no aceptó, sin embargo, solicitó estar al tanto de la operación de la capitán a cambio de su confidencialidad, pues sintió que era más importante que Mónica

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tomará todos los beneficios para que pudiera recuperar la visión. Días más tarde en el laboratorio de un bunker situado en un lugar desconocido, se encontraba la teniente en la cámara de observación junto a unos cuantos guardias armados. Al otro lado de los vidrios polarizados ella podía ver el procedimiento.


Mónica pensaba mientras los médicos hacían los preparativos. Tras varios años de misiones que defendían los intereses de una minoría perversa, que era generosa ofreciendo la vida de otros a su ego en los rituales de acero veloz e incandescente. Todo sentimiento de culpa había sido reprimido junto con el miedo, pues el peligro circundante que acostumbraba a vivir hacía parecer cualquier infierno hipotético como una bella utopía. Nada tenía que perder, pues lo que ella sentía que había que perder ya no estaba presente.

recuperaban la movilidad después de varios años de inutilidad y vergüenza. Pero también pudo presenciar cómo se daba la degradación acelerada de otros, quienes eran convertidos en jóvenes viejos que conocieron la muerte antes de lo estimado. Solo quedaron con vida aquellos afortunados que tuvieron la fortaleza biológica para soportar también los cambios de aquellas partes orgánicas específicas y la alteración de sus líquidos con algunos componentes químicos, quienes pudieron regenerarse de las heridas físicas del pasado

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El procedimiento inicio en compañía de unas cuantas docenas de miembros de inteligencia y otras secciones, que también buscaban sobrepasar alguna limitación física, para permitirse darle un nuevo significado a sus disminuidas vidas, uno que ya no se limitara la trascendencia propia, sino a la búsqueda de una amenaza vigente para el mundo. Objetivo de la mayoría de los desdichados, amputados por la vida. Agujas conectadas a sueros extraños perforaban sus arterias y sus medulas. La fiebre, la arritmia y la asfixia llegaron como los síntomas de lo que podría suponer el fin de la raza humana o su evolución total. Durante las primeras semanas, la teniente pudo evidenciar cómo entre convulsiones y otros efectos secundarios, se manifestaban las mejoras físicas de algunos voluntarios, a quienes les crecían las extremidades amputadas en la guerra, como si se tratara simplemente de cabello o uñas. Pudo ver como algunos agentes


La evolución acelerada no fue gratuita. Los avances científicos y armamentísticos que prometieron humanos físicamente superiores tuvieron una falla. Entre la frialdad de un laboratorio, la teniente dentro de su constante percepción de lo que ocurría al otro lado de la cámara, pudo ver cómo los pacientes que despertaban, repentinamente se notaban hipnotizados, no eran ellos mismos, era como si pudieran ver algo en un punto fijo que nadie más podía. La teniente se alarmó cuando se percató de que quienes estaban despiertos comenzaron a pelear de una manera poco usual, salvaje, como si su supervivencia dependiera de la aniquilación total. Según los médicos, podría tratarse de una falla psíquica que incitaba a los pacientes a la erradicación de los semejantes recién evolucionados. Cada paciente dentro de su mente sentía que debía ser el único de su especie.

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Rápidamente el laboratorio se llenó con uniformados armados con tranquilizantes. Pretendían detener a los pacientes inmovilizados sin dañarlos. Los tranquilizantes no funcionaban y las heridas de balas reales, aunque generaban molestias, no causaban el suficiente daño como para disminuir a sus objetivos. La matanza inicio entre ratas de laboratorio, las más fuertes y listas, masacraron con sus propios instintos a las más débiles y torpes, junto a aquellos que las obstaculizaron con armas de juguete.


El tiempo se agotaba, Mónica aun no despertaba, quizá por esto pasaba desapercibida ante sus compañeros de experimento. La batalla era un hervidero de sangre en aquella olla que suponía aquel búnker, que alguien desviara su atención hacia la capitán, solo era cuestión de uniformados disponibles tratando de evitar más desastres.

Ante la inutilidad de los tranquilizantes, los uniformados disparaban a matar para evitar los ataques de aquellas bestias, pero extrañamente, parecía que los pacientes sólo podían ser abatidos por ellos mismos. La superioridad estratégica y física se hicieron presentes cuando la mujer con ojos regenerados se acercó de manera imperceptible ante sus compañeros, matándolos con una fuerza tan brutal que desencajaba pedazos de sus cuerpos por cada golpe que ella daba con sus manos o pies.

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De pronto el deseo inexplicable de matar hiso que aquella mujer ciega abriera los ojos y percibiera las múltiples formas de abatir a sus compañeros operados y reformados. En aquel instante de desespero, la teniente nada podía hacer más que mirar, solo saldrían victoriosos quienes pudieran superar los límites de la fuerza y la rapidez sobrehumana. La bella Arpía unificó su experiencia en combate y las nuevas ventajas que la tecnología extranjera, tan gentilmente ofrecida, generó en su cuerpo, el cuerpo más capacitado de la fuerza pública.


Temerosos los pocos armados que aún quedaban, veían el descontrol de la única paciente que quedaba, mientras esperaban los refuerzos. Al hacerse presentes con armamento de mayor potencia, se sorprendieron de la velocidad y la facilidad con la que comenzaron a ser desmembrados. La capitán solo atacaba a quienes la atacaban, pues ya no estaba aquel impulso de matar a sus iguales. Ellos ya no existían. Los entrometidos no tenían los mismos componentes en su interior, por lo que El Deseo Rojo, sin ningún objetivo aparente, buscó alejarse de aquel lugar para encontrar tranquilidad. Ante decenas de hombres y mujeres aparentemente bien capacitados dispuestos a acabar con lo que fuera que les colocaran en frente, la teniente pudo ver como su Linda y Bella Capitán pasaba sobre ellos rompiendo puertas blindadas y otros mecanismos de seguridad. Hasta que esta arpía llegó al salón de vehículos, donde se hizo con uno de ellos, sofisticado como un auto de fórmula uno, pero letal como un tanque.

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Al ingresar a la cabina y activar las puertas del hangar, el auto, aunque se veía complicado de manipular dada su naturaleza armamentista, resultó ser más fácil de manejar de lo que ella esperaba, era más veloz que cualquier otro vehículo que hubiera podido haber conducido. Parecía que nada se le podría oponer a su escape, poseía reflejos perfectos que le permitían a gran velocidad evadir cualquier obstáculo a lo largo de una zona geográficamente rocosa y desértica en medio del azul negro cielo recién decorado con múltiples asteriscos luminosos.


Uno de los superiores del cuerpo de investigación y desarrollo genético no tuvo más tardía opción que sacar de su bodega personal el arma de cinco cañones, que al accionarlo apuntando hacia la lejanía del vehículo en marcha, desprendió cinco proyectiles que parecían estar hechos de luz, los cuales se interconectaban con pequeñas cargas eléctricas. Pese a la velocidad y a lo muy lejos que se encontraba Mónica, un ligero descuido sobre el terreno le costó ser el objetivo cumplido de aquellos proyectiles.

Horas más tarde, ella despertó en una habitación, inmóvil en una camilla con grilletes reforzados. Los médicos temían por lo que pudiera llegar a hacer, no podían matarla, pues se encontraban ansiosos por descubrir sus demás habilidades. Al parecer La Capitán nada recordaba de aquella tétrica noche. Se encontraba ella misma consciente en un cuerpo mejorado, con algunas cicatrices oscuras. La teniente preocupada la saludo cálidamente explicándole lo sucedido. Ante el impacto que supuso no tener recuerdos de todo esto, La Capitán se miró en el reflejo del cristal de una de las ventanas polarizadas. Pudo notar unas cicatrices en su cuerpo, específicamente aquellas que rodeaban sus ojos de liebre, casi como si de un ridículo antifaz se tratara, oscuras.

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Ante la inevitable explosión de fuego azulado, la mujer salió disparada contra las rocas, con algunas cortaduras y quemaduras en su cuerpo.


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Recordó aquel sobre blanco que había extraído del palacio, pidió que se lo permitieran leer, después de esto, no podía dejar de pensar en aquellas imágenes de la muerte de su familia a manos de aquel monstruo en sus visiones. Entendió que, ante la nueva amenaza, el mundo requería de alguien superior que pudiera hacerle frente, acabarla al igual que aquel ser que arruino su vida. Esto era lo que quería el destino para ella, la patria necesitaba monstruos para pelear y la encontró justo a ella.

Geral Stivens Galán García (Bogota D.C.) se caracteriza por escribir cuentos breves e ilustraciones enmarcadas en la fantasía y la realidad apocalíptica. Su inspiración viene desde el género de superhéroes en el comic y del terror en el cine, se puede decir que su estilo es una combinación de ambos mundos. Aspira a publicar su libro ilustrado enmarcado en el ocultismo y la ciencia ficción.


DESNUDA ESCRITO POR: MARTÍN AGUIRRE.

Desnuda sobre el lecho, en mi mente, en el pasado. Desnuda entre mis brazos, en el tiempo, bajo la luna llena.

Desnuda noche morena que en sus entregas reencarno.

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Desnuda indefensa flor que yace sobre el lecho.


Desnuda dormitando en el lecho a mi lado. Desnuda piel morena que manché con mis besos. Desnuda flor marchita que desvestí en mi lecho. Desnuda ausencia tuya que mi memoria sufre.

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Desnuda mujer prohibida que sin querer me quiso. Desnuda en mis sueños, dormida, desnuda a mi costado.


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Martín Aguirre Flores (CDMX, MÉXICO 31/05/1998) L OExestudiante S P E R R O S de la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, funge desde hace más de 5 años como declamador callejero en la plaza de Coyoacán llevándolo a presentarse en diferentes centros culturales, con una trayectoria de 8 años como escritor independiente ha presentado su obra en revistas independientes desde hace 5 años y ha presentado dos poemarios “Corona de bronce” en 2018 y “Alekseevna” en 2021, en 2017 fue ganador del tercer lugar en el Torneo de Poesía “Adversario en el Cuadrilátero” organizado por la editorial VersoDestierro.


EL ÚLTIMO DÍA ESCRITO POR: MAURY F. RODRÍGUEZ.

Sentado a la orilla de mi cama mirando el vacío, como ayer, quizá como antier, o tal vez como siempre. “¡Buenos días!”, dijo su cálida voz a la primera luz de la mañana. Su inmensa sonrisa y su mirada adormecida me acompañaban. Me levanto con dificultad. Mi corazón al tic-tac de un reloj presuroso. En mi pecho la presión. Le pedí me dejase unos segundos a solas. Su auxilio lejos de tranquilizarme me ahogaba. ¿Era tan evidente mi deterioro? Caminó sin prisas y salió sin decir palabra. Me quedé solo en la recámara. Yo y mi nostalgia, sin ella.

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Me detengo en la ventana del pasillo. Desde el segundo piso veo el patio, tan verde, tan lleno de vida. Un vecino me ve y agita su mano saludándome con un insonoro “buenos días”. Todo lleno de vida. Él, su esposa, sus ganas de vivir. Y yo aquí, sin una pisca de esperanza.


Doy media vuelta, bajo las escaleras. Una a una. Un paso, presión en mi tórax. Otros dos, cosquilleos en mi brazo izquierdo. Sexto escalón, parece no tener fin. Suspiro exhausto antes de terminar mi martirio. Ella me ve a lo lejos. Yo y mi mirada vacía, encorvado, cansado, sin vida, sin color, sin ella. La veo sonreír y andar a mi auxilio. Su mirada desprende un atisbo de luz, de esperanza. Me ayuda a incorporarme, a tomar una postura firme. Con un esfuerzo sobrehumano, lo logramos. Caminamos de la mano hasta el comedor. Ahí en la mesa veo un desayuno preparado con amor, pero, también con melancolía. Un desayuno que despierta recuerdos de nuestros primeros días viviendo juntos.

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Mirando el paisaje, saco de mi bolsa un cigarrillo electrónico. Procedo a accionar el mecanismo: aplasto un inocente botón rojo, sorbo el vapor que emana el pitillo mentiroso. Nada. Falso sabor. Lo saco de mí. Falsa sensación de alivio. La nicotina no es la misma. No es suficiente. No surte el mismo efecto. Nada se compara a un placentero y maldito cigarro.


Toma mi asiento en un gesto de amabilidad para yo posarme en el. Ella se sienta sola. Sin voltear a verme. Comienza a comer, yo agacho la mirada y procedo a tomar un trozo de tocino con el tenedor. Se me cae. No dejo de temblar. El cigarro electrónico lejos de tranquilizarme me provoco un dejo a aquellos placeres del tabaco. Amaga con venir a socorrerme. Con mi mano, dejo en claro que no quiero su ayuda. Vuelve a sentarse, a agachar la mirada, a comer sin decir nada. A paso doliente, emprendo mi huida a la sala. Sin darle un beso, tampoco las gracias. Le doy la espalda. No me ve. Ella desayuna y yo, a duras penas, consumo mi retirada. ¿Cuántas veces le abre amargado el desayuno? Cigarro. Muerte. Vida. Vicio. Yo. Ella. Bocanada. Humo. Tic-tac. Corazón. Dolor. Aceleración. Ansiedad. Necesidad. Otro. Cajetilla. Pulmones. Negro. Dientes. Amarillo.Cigarro. Muerte y vida. Yo y ella. Bocanada de humo. Tic-tac de mi corazón. El dolor se

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acelera. La necesidad de otro. Una Cajetilla. Pulmones negros. Dientes Amarillos. Cigarro y muerte. Yo y una bocanada de humo. Mi corazón se acelera. La necesidad de pulmones negros y dientes amarillos. Cigarro. Yo y mi corazón se acelera. Cigarro y mi corazón negro. Cigarro.


Prendí el televisor con mi mano errante. Solo quería un poco de ruido en el silencio aplastante que provocaba mi impotencia al saber el daño que le hacía. Tres cortes comerciales después, sentí sus brazos alrededor de mi cuello y sus labios en mi mejilla. Por un segundo pude decir que me devolvían la luz. Con una sonrisa forzada le pedí perdón, a lo que ella no me contestó. Los hombrecillos en la televisión continuaban con su verborrea, importándoles poco la escena que pasaba delante suyo. Ella me seguía abrazando. La tenia a mi lado y eso me reconfortaba. Ya no necesitaba al ruido ocultando el silencio. Ahora nuestro silencio opacaba el ruido de aquel rustico aparatejo. El silencio de nuestros ojos vacíos, de su boca contra mi mejilla. Habíamos llegado hasta aquí juntos y por lo menos estos últimos momentos, así estaríamos.

primero que miro es el espejo y ahí me encuentro, o quizá no. Un yo distinto. Un yo enfermo. Un yo con la sonrisa desdibujada. Un yo menos yo

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Quise tomar un baño. Esperaba que el agua fría pudiese calmarme. Cruzo por un pasillo con recuerdos rencorosos, de un vicio que no llegué a dominar, sin embargo, me dominó a mí. Una foto en el buró, nosotros con nuestro perro y un cigarro en mi mano; el retrato de nuestra boda y la cajetilla marcada en mi pantalón. Un cenicero con manchas ambarinas, oscuras, que no eran más que una analogía malévola de mi vida. Entré al baño. Lo


Tabaco: Planta de tallo grueso y velloso, muy ramoso, hojas perennes, grandes, con nervios muy muy marcados y flores de color rojizo, agrupadas en racimo; puede alcanzar hasta 3 metros de altura. Yo: humano de complexión delgaducha, muy velludo, con ganas caducas, los nervios destruidos y pulmones como agrupados junto a mi corazón disfuncional y errático.

piedra

El agua caía en mi cabeza. El sonido de las gotas me apaciguaba. El masajeo de los delicados ápices de agua en mi testa. Los riachuelos que se formaban alrededor de mi cuerpo me reconfortaban. Me daban paz. A través de la persiana se vislumbra la silueta de ella. Con sus pechos caídos, las líneas atigradas de las estrías en su estómago. Las marcas que el tiempo había depositado en ella. La señal de la vida y a su vez de la finitud.

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Me abrazó con una fuerza reconfortante. Besó la delgada cicatriz en mi pecho varias veces. Mi corazón parecía salir de mí. Otra vez la incertidumbre de la vida. El miedo de morir, ahí, sin más. Un paro cardiorrespiratorio para acabar con sesenta y pico de años. Con besos y caricias, con amores y dolores, con amigos y familia. Con historia y con olvido. Salí de la regadera cabizbajo. Me dirigí a la habitación, para yacer desnudo y limpio, aunque fuese solo por fuera, en la intranquilidad de mi cama.


Una vez más, los escalones. Ya era presa de ellos. Sentía que mi alma salía de mi caja torácica. Qué mis pulmones serían expulsados por mi boca. Con cada latido los sentía más cerca de mi garganta. Cada paso, cada escalón y la muerte acechando. La luz de la tarde entraba por la ventana. Pintaba el cuarto de un color ámbar precioso que me recordaba las manchas del tabaco, las manchas del fin. La ambigüedad de mi vida. El teléfono sonó. Levanté el aparato sin pensar. Me quedé mudo. Pensaba que, tal vez, sería la última llamada que contestaría ¿De quién sería la voz que escucharía por el altavoz? ¿Qué me diría? ¿Qué resolvería a contestar? Le di vueltas un par de minutos. En medio de mi perorata trágica solo logré escuchar ruidos de fondo en la otra línea. Sin decir palabra colgué. Vi unos minutos por la ventana, casi maquinal. Una débil sonrisa amagaba en mi rostro. Pensé en fumar uno de mis tabacos rancios que hace un par de años escondí. Desplegué las cortinas, necesitaba aire fresco, necesitaba un poco de vida en la penumbra de la mía.

Cigarro: Cilindro pequeño y delgado (de unos 8 cm de longitud y unos 8 mm de grosor) hecho con tabaco picado y envuelto en un papel especial muy fino que se fuma quemándolo por un extremo.

unos 70 de grosor) hecho de carne y huesos picados, envuelto en piel ya demacrada que se consume más con cada porro.

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Yo: Cuerpo alargado y delgado (de unos 180 cm de longitud y


Eran las diez y cuarto de la noche. Yo, de nuevo, en la cornisa de la cama mirando al vacío. Ella lloraba desde la otra punta del colchón, tratando de articular palabras que yo no llegué a escuchar. Me recosté y con mis dedos flacos trato de alcanzar la palma de su mano. Me vio, quizá por última vez, sonreí y ella acercaba carade a mí. Pone misy manos en sus carrilloshasta cortando Ignoré el su dolor la mordida continúe escalando que riachuelos de lágrimas. Entonces, soltó una pequeña risa. La llegué a la cima de montaña. Ahí encontré una civilización de amaba y ellaque a mí. Era loencabezada único que importaba esa noche antes de serpientes estaba por el gigante, el cual tenía acostarnos. una enorme corona con una serpiente de plata en el centro,

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tenía la mirada perdida pero muy receptiva. Las serpientes Tomó cobijaelfavorita me humano cubrió enporque ella. Feliz se acostó a mi podíanmisentir calor dey un la tierra cambiaba lado. Su pisaban cabeza sus cerca de miEnseguida errático corazón. Yo mi mirando una vez tierras. avisaron de llegadade y nuevo el techo. “Ya casi no siento nada” sentenció al escuchar corrí rápidamente para escabullirme entre los hoyos de tierra, mis Respondí con un escueto: “buenas noches”. Lesidifuese un perolatidos. el gigante me sacó y me tomó de la cintura como masaje en el cuero cabelludo para arrullarla. Tal vez asílas durmiese un títere. Este comenzó a reírse de forma macabra, ondas sin decirdepalabra. Calma inundadolo, sus su ojos. Se cierran en que un sonoras su risa me causaban energía era tanta profundo Pero, ahí voy Me de dejo nuevo, sinal un gracias, un una parte sueño. de mí se debilitaba. caer suelo y dijonique beso por todo el sacrificio, por el amor, por por los besos, mi poder de hablar con las serpientes no la eravida, un don sino una por el sexo, por las risas, por el licor, por la nicotina, por la maldición. calma, por su perdón. – Tu abuelo sabe que hablas con las serpientes, pero aun así no pudo hacer nada para que evitarás llegar aquí. Tú magia puede hacer de nosotros una civilización reptiliana y así extinguir al mundo humano para siempre – dijo el gigante.


Ella roncaba en una honesta tranquilidad. Siempre apenada de los sonidos guturales al dormir, más que razón de bochorno, yo me sentía gozoso de que ella estuviera en un sueño tan profundo. Descansando de mí, de la vida, de la muerte. Mis ojos empezaron a cerrarse y mi corazón al tic-tac de un reloj calmo, hipnótico. Sin prisas, sin fin, sin mí. Lo que daría por volver a escuchar un… … … .. . . .

Maury F. Rodríguez nació en Mexicali, México en el año 1993. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Baja California, con experiencia en medios audiovisuales. Trabaja en la post-producción de un cortometraje, de encargo, llamado Namor y en su libro recopilatorio de cuentos, llamado Avenida 36, donde cuenta las historias de amor, amistad y

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muerte que se viven en su barrio.


AMOR ESCRITO POR: JAVIER ALBERTO RUIZ RAMÍREZ.

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Recontar como has llegado a mi vida, presentándote con un rostro diferente, con cuerpo perfecto sonríes dándome la bienvenida, te busco queriendo identificarte. Te miro a los ojos para ver su brillo, obligándome a penetrar a tu alma, me quieres hechizar jalando tu gatillo, despertando feromonas que revolotean en la cama.


Usas estrategias invisibles; pero que van directo al corazón, analizas con detención para romper las barreras, haciendo de lo cotidiano algo extraordinario; rompiendo mi caparazón, dejándome desprotegido como esperabas. Es que… como no rendirme ante tu provocación, me coqueteas con detalles inigualables, haces que te extrañe en tu ausencia como conspiración, provocas un éxtasis con la adrenalina de formas impresionables. Incitando en todo mi ser un vicio por tenerte, esforzándome por retenerte a mi lado, sacando lo mejor de mí por tal de verte. Amor, amor… dime si no eres osado.

Como olvidar la primera vez que llegaste, en plena adolescencia me saludaste alegremente, con inocencia poco a poco me abordaste, fuiste la tentación que me despertó amablemente. Las cartas se impregnaron en los sentimientos, las miradas se hicieron palabras, sentir que tus ojos me buscaban con sufrimientos, me enternecieron como si con tu voz me nombraras.

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Llegas cuando menos te espero; no sé si eres un sentimiento o una decisión, pero cada átomo vibra al sentirte compañero, juntos partimos a tu búsqueda con determinación.


Sí, lo acepto que fue inocencia de mi parte; pero tú escapabas como estrella fugaz, efímero como el amanecer de tus encantos sin escaparte, eras amor y como verbo regular te conjugas. El amor se disfrazó o cambia de figura, no lo sé, pero hace que el corazón lo siga, me manda señales para que mi piel lea su escritura, como si fuéramos dos niños jugando a las escondidas y lo persiga. Detenerme a contemplar miradas secretas; y si, te halle nuevamente con mucha belleza, me deslumbraste detrás de esas siluetas, sonreíste y no me pude resistir a tu sorpresa.

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Eras perfectamente diseñado para mí, pero amor platónico te nombraste; verte tan exquisito y no saber si soy para ti, ¡ay amor! Con esa mirada sublimemente me conquistaste.


Aún te sueño con esa figura enloquecedora, te hospedaste en mi mente, abandonando el corazón. Qué puede hacer este súbdito tuyo que te adora, más que suspirar para dominar esta sensación. Mi cuerpo reacciona a tus sentimientos, las mariposas ponen en marcha las emociones, el autocontrol es imposible ante tus encantamientos; yo te alejo pero llegas como huracán sin contenciones. Me tenías a tu merced, lo acepto, baje mis defensas frente al mar, tontamente perdí todo concepto; te vi marchar tomado de la mano, sin poderte amar. Acaso hay mayor contradicción que el amor, son tan ambiguas sus intenciones: ilusionar, emocionar, sentir, amar son tus atracciones; también el no corresponder, abandonar lo haces con dolor.

Eres un círculo vicioso que gira sin parar, nuevamente entras amor, nunca me dejarás descansar, naciste conmigo y no morirás sin ardor. Está bien, amemos con pasión, porque el mayor riesgo no es amar, sino pensar que eres una conclusión; mientras viva no te dejaré de anhelar… .

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Qué deidad te hizo tanto daño Eros, que con el ser humano te desquitas, lanzas flechas y cortas hilos rojos, creas historias porque con el romanticismo te deleitas.


ELLA ESCRITO POR: DILAN CHINO SANDOVAL.

Cartas sueltas.

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Para las mañanas difíciles no toma ninguna pastilla, no lee o toma café, las sustancias de fuera son resorte de intrusiones adiestradas y fabricadas para intervenir desde un lugar monstruoso e impropio, asi que no, se limita a la estreches de su corazón, se envuelve con las caricias de sus ausencias más queridas y suelta el hilo, el hilo rueda por la habitación un par de segundos antes de detenerse, ese ruido que hace al golpear le da tranquilidad, siente que su mundo no ha sido devorado totalmente por los usos tan depravados de los ajenos sin nombre, la injerencia de sus respuestas provoca recaídas, sus mañanas tiene un aire de melancolía, las palabras faltan al ser solicitadas para dar paso a los actos, el cuerpo se abre por la habitación sin compañía.


Dedicatorias pasajeras En algún tiempo se volverán a ver, si, el útil es ahora viejo, sumiso aprendió a caminar sin hacer ruido, sin estruendos,

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en fin, los mismos se aferran y mantuvieron la inmundicia en los niveles pertinentes para seguir siendo convocados ¿y si la pregunta es la misma por qué responden igual? Bueno, acá nos conocemos y no nos agrada el terror, antes pelearíamos para repetirnos, para no morder la carne podrida, nos haremos las mismas bromas, nos tomaremos la misma agua, oiremos la misma canción, nadie negará que aquí hubo alguien, con sonrisas de sábado camuflajeamos el dolor, las lágrimas no pesan si sonríes a la vez, nadie se percatará que se ahogaba, nadie lo hará porque nadie voltea a mirar tumbas escandalosas.


EL CORAZÓN ÍCARO ESCRITO POR: FABIOLA MORALES GASCA.

De vez en cuando luce en mi dolor, como en un farol en un mar desconocido, algo que corre en mi perdido, un pálido sollozo de agua. Cancionero, Fernando Pesssoa

El corazón, Ícaro nostálgico batió sus alas el sol de la melancolía derritió su vuelo. Ahíto del designio de los dioses, se volvió ave impasible

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en el cielo de las ausencias. Cercano a la desnudez del mundo dejó caer las alas en sus horas desplumadas Ícaro murió por palabras nunca dichas, las añoranzas derritieron sus alas.


MIRADA NOCTURNA En el exilio estoy. El alba de mis besos palidece en la niebla. Pequeña Isla, Margarita Paz Paredes

El silencio ha empezado a oscurecer el santuario del desasosiego, su inocencia llena de recuerdos trenza tristezas con arrullos de caricias, cicatrices ebrias de besos se dispersan bajo la luz de la vela donde sobra oscuridad, bajo la pupila dilatada de la noche que espera en la melancolía entrar.

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La mirada de la noche se ha vuelto la medida exacta para entrar al templo de la melancolía. La inocencia del silencio se diluye en sus muros y ahí, el que no ama se hace transparente, el sigilo es fondo del paraíso perdido que desafía a las sombras extraviadas, ninguna de sus ramas florece y ha enfriado todos los costados del alma.


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Fabiola Morales Gasca: Maestra en Literatura Aplicada en la Universidad Iberoamericana plantel Puebla. Egresada del Diplomado de Creación literaria de SOGEM. Fue alumna de la Casa del Escritor y la Escuela de Escritores. Autora de los poemarios Para tardes de Lluvia y de Nostalgia (2014) y Crónicas sobre Mar, Tierra y Aire (2016) publicada por la BUAP. Libros infantiles Frasquito de cuentos y Confeti, cuentos para niños traviesos BUAP (2017). Libro de minificción El mar a través del caracol por Editorial El puente (2017). El niño que le encantaban los colores y no le gustaban las letras (2018) y Luciérnagas (2020) editorial La tinta del silencio. Participante en diversas antologías de España, Argentina, Venezuela, Chile, Perú, Colombia y México. Lectora voraz e incansable escritora.


BAJO LA LUNA DE PARÍS ESCRITO POR: JAVIER ALEJANDRO MENDOZA G.

¡Ha pasado tanto tiempo!; sin embargo, hay amores efímeros que duran para siempre.

Mi suerte fue mayor cuando el fin de mi cena coincidió con la hora de salida de la hermosa chica. Igual que un ángel compasivo, se apiadó de mi soledad. Como reyes de la noche caminamos abrazados por la avenida de los Campos Elíseos, bañados por luces y rocíos. Caminamos sin decir nada. Ella no hablaba español; yo no sabía palabra en francés. Sonrisas y caricias fueron nuestro idioma.

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¡Qué afortunado fui! Tenía veintitantos años cuando conocí París. La capital de la elegancia era bulliciosa de día; por las noches se convertía en la eterna Ciudad Luz. Fue maravilloso deambular entre las callejuelas y conquistar sus puentes y palacios. Muy lejos estaba de imaginar que la mejor obra de arte la encontraría, no en sus prestigiados museos o galerías. Di con ella, ahí, perdida entre las mesas de una cafetería. ¡Qué hermosa era!, con ese pelo escondido del viento y su cautivador acento con sonido de buen gusto. En un susurrado idioma, del que no entendí nada, ofreció la carta. Era su trabajo; mi destino. Al azar elegí algo, resultó ser un cuernito de pan acompañado de chocolate; toda una delicia al saborearlo mientras me deleitaba viéndola ir y venir entre ruidosos comensales.


A las pocas horas de conocerla empecé a creer en el amor. Lo más cercano a esa mítica leyenda éramos los dos. Mis mejores vacaciones fueron un suspiro, dividido entre paseos diurnos y noches de pasión cobijados por la luna de París. Mi linda compañía era tan hábil, que sin problemas superó la barrera del lenguaje. Una boca dispuesta puede hacer mucho más que hablar. Como muestra de buena actitud, incluso aprendió el uso de algunas malas palabras muy dichas por mí. Salidas de ella sonaban con armoniosa picardía. Por mi parte, después de saborear repetidamente el famoso beso francés aprendí a decir: «Te quiero», con una fuerza como nunca antes lo sentí. Los días fueron tan ideales, que engañaron a dos enamorados, hasta hacerlos creer que el momento de la despedida nunca llegaría. Pero incluso el sueño más bello tiene que acabar. Al instante del adiós juré volver y, ella, esperar.

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Muy lejos de ahí, los deberes y raíces retrasaron mi regreso. Anhelando ese momento contemplaba la luna que nos arropó, muy seguro que a miles de kilómetros, la linda joven que me amaba también ponía sus ojos en ella, pensando en mí. Contra mis deseos los días no otorgaron tregua, hasta formar un interminable año. Cumplida la condena, era lógico que el destino de mis nuevas vacaciones no pudiera ser otro.


Cuando estuve nuevamente en la capital francesa, con la ilusión de un chiquillo corrí en busca de la mujer más linda; pero ella ya no paseaba entre las mesas de la cafetería. Con fluidez y desesperación puse en práctica el lenguaje aprendido. Las palabras existentes no lograron expresar cuánto necesitaba reencontrarme con mi gran amor; mas nunca la volví a ver. El pasado y los lugares no lograron dar razón de ella. Sus huellas se perdieron sobre una ruidosa urbe que se empeñó en devorar los recuerdos. Quizás ese ángel nunca existió. Tal vez fue sólo el sueño de un solitario.

Varias veces más volví a Francia, aferrándome a una ilusión que no deseaba morir. Pese a su inimaginable belleza, sin la compañía de la mujer amada, Campos Elíseos parecía sólo una desértica calzada. Con el deseo de poner mis ojos en el cielo contemplaba al lucero que parecía ser sostenido por la Torre Eiffel. La duda era saber si alguien más lo

Después de varios intentos no regresé más a la Ciudad Luz. Con la vista puesta en otro horizonte pretendí que los kilómetros acabaran con los sentimientos; aunque una herida en el corazón se empeñara en mantenerlos vivos. Ha pasado tanto tiempo que ya no recuerdo ni su nombre. Por salud olvidé hasta el arco de sus cejas. Hoy a la distancia, del sueño inconcluso sólo recuerdo que conocí la felicidad con un amor que nació bajo la luna de París.

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contemplaba, pensando en mí.


Javier Alejandro Mendoza González nació en Celaya. En el año 2015 se integró al Taller Literario Diezmo de Palabras. En el 2016 participó en el Seminario para las Letras Guanajuatenses con la novela Volviendo al Ayer. En ese mismo año fue seleccionado para participar en la antología de narrativa

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Voces del Laja, con el cuento Alma, Vida y Corazón. En el 2018 fue uno de los participantes de la obra Umbral, Muestra de Escritores Celayenses, con el cuento Rosas en el Mar. En el 2019 participó en la antología La Risa, Cuentos de Humor, con el relato Aprendiz de Poeta. Ha escrito los prólogos para los libros De chile, de mole y de Lalo, de Lalo Vázquez; Las Gárgolas de mi mente, de Soco Uribe y Cuentos y Leyendas de Celaya, de Carlos Javier Aguirre. Sus escritos se han publicado en repetidas ocasiones en los periódicos El Sol del Bajío y AM Corredor Industrial, así como en las revistas digitales: El Creacionista, MEUI, Ecos Literarios RETL y Escritores del Círculo Literario.


ABANDONO ESCRITO POR: HOMERO BAEZA ARROYO.

Ayer, falleció mi vecina, de muerte natural dijo el médico. Yo digo que no fue así, pienso que se dejó llevar por la muerte, sin defenderse. Llevaba varios meses en cama, no la aliviaba ninguna medicina, lloraba por la ausencia de su marido, él la había dejado por otra mujer más joven y bonita, argumentando que se iba porque ya no la soportaba. Se había quedado sola, sin saber que hacer o como reconquistarlo. Los dos ya eran maduros, no tuvieron hijos y esto le acrecentó su miedo a la soledad. Creo, que era de esas personas que son dependientes de las cosas, de los animales, de los recuerdos o de las personas, sin pensar que cuando mueran, se encontraran en su tumba para siempre, completamente solas. Cuando estaba bastante enferma, se acercó a su familia para vivir o morir cerca de ellos, una hermana, la atendía y la ayudaba, para que pudiera

Cuando se fue su amor, su corazón empezó a morir poco a poco, en una amable agonía, que se aferraba de los recuerdos felices, cuando eran recién casados, pero eso no era suficiente para curarla, estaba derrotada ya no se incorporaba en su cama, ni con la ayuda de su querida hermana, se le habían agotado las fuerzas y las ganas de vivir. Al final, llego a su mente el más bonito recuerdo y a su pecho, junto a su corazón, el último suspiro que le arrancó la vida.

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levantarse de su cama. La casa donde vivía con su marido, se quedó sola, como si fueran pájaros de estación, los dos abandonaron el nido.


Su aún esposo, no asistió a sus funerales, tal vez ni se dio cuenta de su muerte, por estar tan entusiasmado con su amante. Nunca quiso enterarse del amor que aquella mujer le profesó hasta el día de su muerte, pero cuando a él también lo abandonaron, curiosamente por la misma causa o pretexto, “ya no lo aguantaba” ni le daba dinero. Entonces, regresó pobre y derrotado a la soledad de su casa, donde había abandonado hacía tiempo a su esposa. Allí, se dio cuenta de lo que había perdido al no encontrarla, y con la posterior noticia de que ya estaba muerta. Lloró desesperadamente, no quería ver a nadie, su joven amante se fue de la ciudad para no verlo. No le quedó más remedio que pedirle a su esposa al pie de su descanso, que lo perdonara, pero era demasiado tarde.

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Él quiso enmendar sus errores y compensarla, le mandó hacer, lo más rápido posible y sin que nadie se diera cuenta, una hermosa lapida de granito rosa. Algo planeaba, porque al poco tiempo en su casa, lo encontraron muerto. Después de visitar a su difunta esposa, y de llenarle la tumba de flores, estuvo llorando a grito abierto, hasta que los encargados del cementerio le pidieron que se retirara, porque ya iban a cerrar la reja. Se regresó a su casa con una sola idea en su cabeza, recostado en la cama que compartía con su esposa, abrazando con un brazo la fotografía de su boda, y en la otra mano, tenía una pistola, pero también, un balazo en la frente.


La familia de su esposa, no permitió que lo sepultaran cerca de ella, estaban muy dolidos por su traición y abandono, pero al ir al cementerio, para asegurarse, se asombraron al ver aquella tumba tan bonita, de granito rosa en donde descansaba Rita, llena de flores, que a diario le llevaba Ramón, para que lo perdonara de su infame e inexplicable traición. En su epitafio, con letras grabadas en la piedra, muy claramente, se leía: “Aquí yace Rita, la mujer que me quiso tanto”.

Homero Baeza Arroyo: Nace en la fronteriza, Ciudad de Ojinaga, Chihuahua, México., en el año de 1950. Se ha consagrado al estudio, enseñanza y práctica de las artes. Música, danza, teatro, artes plásticas y literatura. Arquitecto de profesión, escultor, escenógrafo, actor, director de teatro, artesano, etc. Actualmente, ya jubilado, se dedica a crear escultura, cerámica y literatura.

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Se lo había escrito Ramón, su marido viudo, para honrarla después de abandonarla y hacerla sufrir tanto.


PUNTO ESCARLATA: AMAR

ESCRITO POR: LORENA AVELAR.

Abro los ojos en un amanecer continuo, casi perpetuo de millones de ojos pétreos. Despierto con el cuerpo iluminado, minúsculo, redondo y vivo. Siento llegar las corrientes de los vientos de este invierno que no termina. Me dejo acariciar por la mano de los siglos. Me erosiono y contempló las aristas de los deseos hechos cuarzo. Llegó a comprender cada una de mis pisadas, me vuelvo agua, y luego fuego. Corro con los pies de un huracán, me salen rayos en los brazos y ansias de volcán.

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Amar es una grácil hoja del sauce, agitada en la serenidad de los aires sin caprichos. Coloreada e ingenua ante el paso sucesivo de sucesivas estaciones. Hoja prendida a tan frágil rama como es el mismo amor. Hojarasca henchida tras el brillo incesante del deseo, regada con el agua que dejan los cuerpos.


Amar es el refugio en el que se guarece de la tormenta, que sacude el volcán que se instala en las oleadas que se acercan y regresan, batiendo las costas de la sangre. Amar es la danza de los dedos al compás de la carne que busca la entrega para darse. Amar es sencillamente, a pesar y en contra del tiempo que se sabe enemigo. Con todos los adverbios, mientras el tiempo irisa la probabilidad y la destruye, mientras las constelaciones de todos los dioses se prenden a mi espalda para abrazar la incertidumbre que el tiempo construye.

Escríbenos al correo: asesorialiteraria@hotmail.com o WhatsApp: 2212801077 y resolveremos tus dudas con atención personalizada.

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Amar con todos los sentidos. Aún cuando el tiempo no es la probabilidad sino un leve latido que habita los mundos superiores de la belleza y de la verdad que acaricia las mejillas de la vida, que entra y sale de mis labios. Amar es un virus, un cáncer alocado, es saña desesperada, es la ternura de un niño, la determinación de un valiente. Es flor y serpiente, son gritos desesperados, son recorridos fervientes que con Punto escarlata sellan las palabras latentes.


PIENSA EN EL AMOR ESCRITO POR LILIANA FLORES FLORES

Ha llegado hasta mi apartamento cargada de discos compactos, una tarta de fresa y una botella de jugo de manzana. Tiene las mangas cubiertas de harina y las uñas gastadas. Sonríe demasiado. Creo que no tiene intenciones de romperme el corazón. Se adueña muy pronto de cada centímetro en la sala de estar. Es casi fugaz la manera en que mis sentidos se entorpecen a la luz de sus horribles pasos. Hemos pasado de Hall & Oates a Vivaldi en cuatro horas. Lo ignora, pero es la peor aprendiz que he tenido y nada va a salvarla. Pronto se lo hago saber. Su respuesta es obvia. Se tira al piso con los brazos extendidos, respira agitada por la última pieza que bailé y ella tradujo en un montón de malabares sin chiste.

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El día se acaba y ella sigue tumbada, con los pies desnudos para evitar horribles pisotones. En qué pensará mientras aquello se reproduce, en qué. Tal vez en mañana, en las celebraciones, en el amor… “Miguel Ángel”, susurra. Estoy a la altura del estante, mirándola a lo lejos. “Ayúdeme a parar, Miguel Ángel. Sigamos con esto”. Camino hacia ella. Despacio. Le tiendo la mano y entonces empieza. Su cuerpo se tensa, en sus caderas no hay movimiento. Debo guiarla, difuminar el miedo.


Tropieza con mis pies un par de ocasiones. No siento el frio en sus dedos, se inclina a mirar los calcetines olivo que se interponen de algún modo. Sonríe de lado. Desea retomar elcamino sin mucha vergüenza. Con cada minuto se aferra aún más a mí, a las solapas del abrigo, a lo que no somos.

Lo nota, sé que lo nota. Aquel suspiro me ha delatado aún más. “Miguel”, empieza, yo únicamente espero un Quiero estar a tu lado para toda la vida, pero no lo obtengo. Me coge de las manos. Seguimos balanceándonos. Se hunde en mi pecho. ¿Por qué me siento tan enamorado ahora? ¿Por qué no la amé al primer vistazo hace tanto tiempo atrás? El mundo va a estallar porque ella se casa y no es conmigo. “¿Qué piensa al respecto?” Busco su rostro a tientas. No deseo pensar en nada ahora. Bajo la mirada. Cobarde. Ella se aleja para colocarse los zapatos. “¿No hay nada que tenga que decir?” Camina a la puerta, vacilando entre salir o no. Parece haber tanto silencio ahora. Entonces la miro: “¿Usted?”, y niega lentamente.

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“¿Por qué no estará presente ese día?” Ah, sus preguntas. Creí que estaba claro. “Podríamos bailar allí también. No veo por qué no”. Respondo con un gesto. Me inclino un poco más, acunándome sobre su hombro. Quiero anotar sus reacciones ante mi tacto, memorizar los lunares alrededor de su cuello.


No necesita dudar ni un poco. No deseo arruinarlo. No quiero hacer confesiones inoportunas… “Bailará increíble si se esfuerza un poco”. Ella sonríe de nuevo. Arreglándolo todo. ¿Sabrá que la amo? No. ¡Qué nunca lo sepa! “Qué sea muy feliz, señorita”. Es lo que hay que hacer. Ella, después de lo que parecen minutos, continua: “Señor Miguel Ángel, soy feliz ahora. Tanto como usted”. No respondo. Soy el peor ejemplo de una persona feliz. Ella lo sabe, por eso lo ha dicho.

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Liliana Flores Flores nació en la ciudad de Atlixco, Puebla. Es egresada del Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.


SI TUVIERAS TIEMPO ESCRITO POR

Si tuvieras tiempo te bañarías en mi orilla y contaría mil historias sin principio ni fin. Si tuvieras tiempo te sentarías a comer conmigo los olvidos y desnudaría mi alma en tu presencia. Si tuvieras tiempo dibujarías en mi vida una sonrisa y evitaría la tristeza por tu ausencia. Si tuvieras tiempo reinventaría la nada para llenarlo todo pero ya ves, la muerte hoy, tiene prisa ¿y tú?… Ah, si tuvieras tiempo

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MARIÁNGEL GASCA POSADAS.


VIII Amor, eres mi fiesta y mi templanza, la claridad iluminada por la palabra antigua, el amante que canta a la rosa para hacerla llover. Amor, estoy ebria de tu paz vacía de mí, fosforezco en tu rocío.

SIN ADJETIVOS

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Desmadejado mi cuerpo junto al tuyo olfateo tu prisa Quéjanse las palabras ni una sola puede evitar tu partida. Anida en silencio otra vida sin adejtivos.


Es creadora y directora general del Festival Internacional de Lectura y Primer Carnaval del Libro en México y el Mundo Agua Dulce, Caracola.

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Mariángel Gasca Posadas. Agua Dulce, Veracruz, México. Poeta, ensayista y promotora cultural. Maestra Normalista (BENM, 1984); con diplomados en Antropología e Historia; Creación literaria, UNAM-UV. Fundadora de Bibliotecas Itinerantes en escuelas primarias, Estado de México, 1986-88. Fundadora de la Banda de rock “El paraje de los lobos”, con jóvenes ex convictos, 1989. Autora de Memoria en llamas, puesta en escena con niños otomíes, 1993. Funda y dirige la Sociedad Mutualista de ArteSano del Mar, 2006. Su obra literaria ha sido publicada en dos poemarios y diversas antologías editadas en Alemania, Bangladesh, Bolivia, Colombia, Chile, Egipto, España, India, Italia (Fieralingue's Poets’ Corner), Japón, Kenia, Nigeria, Perú, República Dominicana, EU y México, por la ONU Mujeres 2011, UNESCO África, Biblioteca Nacional de Colombia, Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la Universidad Nacional Autónoma de México(UNAM); Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 2015; Secretaría de Cultura del Estado de Oaxaca y Puebla; Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CONACULTA), y Albatros; entre otras. Compiladora de la obra inédita del Poeta Rogelio Treviño (+): Luna de Orozen. Algunos de sus poemas han sido traducidos al náhuatl, zapoteco, inglés, francés y catalán.


ESCULTURAS ESCRITO POR

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ÁNGELA ALDAMA.

Una representación de la piedad se ejecuta en un cuarto de hotel. Ella, mayor que la virgen María el, más joven que Jesús crucificado. Ella lo abraza sin sesgo de amor maternal, el ignora cualquier cronología calendárica. Juntos juegan a la ignorancia, parecen una sola piedra, carnosa y dúctil. De su boca salen uvas en racimo, y de las paredes torturadas de humedad, habitadas por ojos de indiscretos nacen ramas de árboles de pera, alimento justo para los descubrimientos. Par de abejas embriagadas, beben de los pistilos de oro. Inventan el paraíso una vez,otra, la última. Coda Al salir a la luz los amantes son un par de vasijas griegas que se quiebran


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Ángela Gabriela Aldama Sánchez. Nacida en la Ciudad de México. De profesión violinista, también se ha desarrollado en las artes plásticas, la narrativa y la poesía. En enero del 2021 presenta la exposición individual de pintura y grabado ”Las Parcas Distraídas”en el Museo de la Mujer de la Ciudad de México. Cuenta con dos libros para niños Poemas en Retoño y Abelardo Tuberosum, una papa ilustrada,el cual fue elegido en el 2021 para formar parte de la colección “Alas de Lagartija” de la editorial Alas y Raíces. Ha organizado presentaciones de libros para niños y talleres de verano para el Fondo de Cultura Económica, y diseñado carteles y programas de mano para teatro y música. En 2010 asistió al taller de poesía de la maestra Mercedes Calvo. Ha participado en varios talleres de poesía con Alejandro Paniagua en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, y de novela con el maestro Isaí Moreno y en el taller “Hospital de narrativas” con la escritora Ana García Bergua en Ediciones Era.También participó en el taller de creación de personaje con el escritor Adolfo Córdoba.Forma parte del grupo de poetas “Los treinta”. Trabaja de forma permanente en la Orquesta Sinfónica de Coyoacán.


ENTRE SUEÑOS ROTOS ESCRITO POR EDUARDO HONEY.

—Araresa, por favor, no sigas así. No era para tanto —Julienne se acerca a su amiga e intenta que se levante. —¡Cómo que no es para tanto! Mira, aquí están todos —Araresa le señala los sueños tirados a su alrededor— rotos, inútiles, muertos. ¿Qué se puede hacer después de esto? ¿Qué sigue? —¿Estás segura de que todos están rotos? Veamos —Julienne se arrodilla junto a Araresa teniendo cuidado de mover algunos sueños para hacer espacio—, este grande de aquí es lindo, ¡parece nieve! —Era el que tenía de casarme de blanco, soñaba con un lindo noviazgo, que románticamente me pidiera mi mano en un lugar muy especial y, que asistieran todos mis amigos y familiares a la boda. Fíjate cómo toda su superficie está quebrada.

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—Si, lo noto. ¿Cuándo pasó? —Cuando él se echó para atrás diciendo que no iba el asunto en serio, ¡tras diez años de noviazgo! ¿Te acuerdas que te conté? —Claro que lo recuerdo. Fue esa noche en La Valedora cuando te pusiste hasta atrás. Pero, amiga, ¿no ocurrió esto el año pasado? —¿Y? Sólo se ama así una vez —Araresa se molesta.


—Entiendo, no te enojes. Intentemos con otro. Mmmmmmhhhhh… ¿Qué te parece este de tonos turquesa? Como que los bordes están mal cortados, ¿no? —Mi sueño inacabado de terminar la carrera. Ya sabes lo que sucedió. —¿Te refieres a cuando entraste a trabajar porque tu madre se enfermó? —Si, exactamente eso. No podía dejarla sola. —Sólo que tu madre no vivió más de dos años. Digo, pudiste continuar. —Ya no era lo mismo. Estudiaba porque mamá quería que cursara esa carrera. Por mi, mejor hubiera buscado otra. —¿Y por qué no lo hiciste? —Porque mi novio, bueno, exnovio dijo que mejor me esperara a que él terminara y luego, si nos casábamos, yo podría continuar con mis estudios.

—Me hizo jurar que no lo dijera porque todas ustedes, mis amigas, son muy mala influencia. ¡Claro que no me di cuenta de que era un enorme mentiroso! Sólo me cayó hasta que se echó para atrás. —Entiendo, dejemos de lado este sueño turquesa. Busquemos otros. Hay uno negro… —Déjalo allí, sólo fue un antojo juvenil. —Okey. ¿El rojo?

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—¿Cómo? Eso nunca me lo contaste.


—¿Cuál rojo? ¡No! Pásamelo, este no debería estar aquí. No sé cómo llegó, lo tenía bien escondido —Julienne se lo entrega a Araresa quien de inmediato lo guarda en su bolsillo trasero del pantalón. —Un sueño rojo que debe estar bien oculto —Araresa le hace cara de que le pare—. Está bien, no importa. ¡Mira, un sueño color chocolate! —Julienne le muestra el que acaba de tomar. —Fue cuando intenté aprender a cocinar. Soy una inútil en esto, todo me sale mal. Incluso las sopas instantáneas. —Si, lo hemos notado en las reuniones. Ya vimos los sueños más grandes. ¿Y si intentamos con uno chico para empezar? A tu derecha hay uno color océano con vetas rojas. No, tu otra derecha. Si, ese mismo. —¡No lo encontraba! Es sobre irme a la playa un fin o, quizás, toda una semana con… — se lo guarda en el bolsillo trasero—. Mejor en otra ocasión. ¿Sabes? Es buena tu idea. Creo que por aquí había otro parecido. ¡Aquí está!

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—Oye, es color océano como el otro pero, ¿con vetas blancas?


—¡Exacto! Por eso te pedí que vinieras. Es algo que no te he contado, ¿sabes que me marcó mi ex y me invitó a la playa? Estoy segura que quiere disculparse y de seguro algo más. Me dijo que le ha ido muy mal en su vida y quiere reencontrarse. ¿No crees que es buen momento? Digo, aquí, ¿qué más puedo hacer? —Araresa señala los sueños multicolor esparcidos a su alrededor. —Pero… pero… No me hagas caso. Quizás de un sueño roto, casi perdido, puedas repararlo. ¿Quién sabe? ¿Cuándo se van? —Ese fin. En serio, ¿sí se podrá arreglar el blanco grande algún día? —tras un silencioso momento Julienne abraza a su amiga.

Eduardo Omar Honey Escandón. (México, 1969) Ing. en sistemas. Participante desde los 90s en talleres literarios bajo la guía de diversos escritores. Publica constantemente en plaquettes, revistas físicas, virtuales e internet. Textos suyos fueron primer o segundo lugar como finalistas. Ha sido seleccionado para participar en diversas antologías. Imparte talleres de escritura para la Tertulia de Ciencia Ficción de la CDMX. Pertenece a la generación 2020-2022 de Soconusco Emergente. Prepara su primera novela.

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—Si, quizás algún día — le responde quedamente.


A PRIMERA VISTA ESCRITO POR GERARDO GONZÁLEZ.

El sol caía sobre los pasillos de adoquín rojo, filtrándose a través de los árboles que adornaban el largo pasillo que corría al costado de los edificios principales de la Universidad. Las ramas se movían sutilmente por un suave viento que soplaba en ese momento; solo los cantos de los pájaros y algunas conversaciones que a lo lejos se escuchaban interrumpían por instantes la melodía de las hojas.

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Me detuve a mirar el cielo, las escasas nubes de aquella tarde de verano se movían lentamente, indiferentes a cualquiera que las estuviese viendo. Inspiré con fuerza para llenar de aire mis pulmones e inflar mi pecho lo más posible; el aire era diferente, todo ahí era diferente. Mi vida aquí sería diferente, pensé.

Caminé en dirección al pasillo que daba hacia el interior del edificio, aquella entrada me llevaría hacia los salones de clase en donde se estaban aplicando los exámenes de ingreso. Los edificios eran de cuatro plantas, las escalares subían a lo largo de esas entradas desde el largo pasillo en donde me encontraba. Mi escuela secundaria no era más que un patio con algunos salones alrededor, seguro no era ni la cuarta parte de las instalaciones de la Universidad. Para mí, era un mundo completamente nuevo y diferente. Caminé un poco y me detuve antes de comenzar a subir, miré hacia el siguiente piso y fue entonces cuando aquel instante se grabó en mi mente para siempre.


Ahí fue cuando la vi por primera vez: de pequeña estatura con una coleta que terminaba en un mechón rojo. Con unos anteojos redondos sobre unas mejillas con pecas, todo en cuestión de segundos. Sí, solo fueron unos segundos, nada más. No recuerdo cuanto tiempo estuve ahí, parado, tratando de volver en mí. Parecía que todo a mi alrededor se había quedado más callado de lo normal, las conversaciones habían desaparecido, los cantos de los pájaros habían cesado, estaba tan silencioso que hasta se hubiese podido escuchar el pasar de las nubes si estas hicieran algún ruido. Finalmente, comencé a caminar en la dirección que le vi desaparecer. El sonido regresó poco a poco y comencé a escuchar nuevamente el cuchicheo por los pasillos; las voces se alzaban y había ya personas riendo y platicando.

-¿Examen de admisión? –preguntó de pronto una chica que se había percatado de un pobre estudiante parado en medio de las escalaras sin moverse. La chica no tendría más de 25 años, quizás estuviese haciendo sus prácticas profesionales, pensé. O quizás trabaja aquí en la Universidad. Tenía el cabello rubio – pintado-, ojos grandes con pestañas acordes, una nariz chata y unos labios delgados. Su tez era apiñonada.

-Acompáñame, -me respondió- te llevo a uno de los salones donde están realizando los exámenes.

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-Sí – contesté, inmediatamente.


Los colores gris, azul y blanco se alternaban en los interiores del edificio, paredes en tonos de grises, señalizaciones azules y piso blanco cuadriculado. Cada uno de los salones que se extendían a lo largo de ese pasillo tenía dos puertas de acceso traslúcidas de vidrio con marco de aluminio blanco. Pasábamos frente a ellas y mis ojos buscaban una casualidad con pecas en el rostro. Finalmente, ella se detuvo frente a un salón y me indicó que entrara con un amable gesto. Sus dedos eran finos y delgados, podría decir que parecían dedos de pianista. Miré dentro del salón y me percaté que había más de veinte personas, pero no se veía a la chica de las pecas. Caminé en dirección de un lugar desocupado y coloqué la mochila que traía en la espalda a un costado de mí. Me giré, abrí la mochila y puse sobre la paleta de la silla mi lápiz, goma y sacapuntas. Me recargué en el respaldo, cerré los ojos y giré la cabeza hacia arriba. No había cielo ni nubes, solamente su perfil pasando una y otra vez en la oscuridad de mi inconsciente.

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Carajo, pensé. Menudo día para enamorarme. A los cinco minutos, comenzó el examen.


EROS INCONCLUSO ESCRITO POR

¿Qué pensamos cuando hablamos del amor? ¿Somos conscientes sobre lo que significamos al momento de mencionar esta palabra, al leerla, al escucharla, al sentirla? Ciertamente, podemos decir que damos por hecho su significado y ni siquiera nos detenemos a pensar en lo que ello implica, las situaciones hacia las que dirige nuestra voluntad y nuestro deseo tan solo por un impulso que no sabríamos diferenciar, al menos de principio, sobre la apariencia del amor. ¿El deseo es amor?

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JUAN CARLOS PÉREZ CASTRO.


La respuesta a la pregunta precedente en el subtítulo es fácil de responder, debido al hecho de que inferimos de manera cuasi inmediata que no, que el deseo no es lo mismo que el amor, entonces, ¿por qué nos confundimos tanto con lo que sentimos? Y bien, este es el problema fundamental, pues el deseo se manifiesta de manera no consciente, es deseo de lo “otro”, de lo absolutamente “otro” como posesión. Entonces, el amor no puede ser una experiencia de empoderamiento del otro, ya que, como diría Sartre, el amor solo puede darse en libertad. Este sentido nos ofrece un acercamiento más profundo del amor, ya que se nos muestra como una antípoda del poder, un sentimiento que elimina la coacción referida al otro cosificándolo, por lo tanto el amor es un reconocimiento del otro, de su libertad. El amor desde la cultura que normaliza estereotipos dañinos.

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Por supuesto, cuando pensamos en el amor tenemos distintas dimensiones de normalizaciones inadecuadas al sentido del amor, y esto se debe a la manera en que ha sido utilizado para ser un agente coaccionante o dispositivo de poder. Los celos, la sobre protección y la cosificación son la punta de lanza de estos estereotipos perjudiciales. Por un lado, durante mucho tiempo se nos ha dicho que los celos obedecen al temor que se tiene por perder a la pareja, o a una inseguridad surgida desde el sujeto celante. Sin embargo, esta es una manera muy simple de observar el asunto. Los celos pertenecen a un orden individualista, donde el temor surge no por perder al sujeto de nuestro amor, sino a ser despojado e intercambiado por alguien más. Los celos se erigen como una posibilidad de llevar al acto consciente el hecho de que no somos “únicos”, el universo pleno del otro y, por ende, quien determina los estados de animo de sujeto de amor. Esto debería llevarnos a preguntarnos por los motivos de nuestros celos y como los llevamos a extremos penosos con el fin de no perder al objeto de deseo, o destruirlo en todo caso. Por ello, confundir el amor con celos, o suponer que ellos son signos de amor es un error tremendo, por que eliminan la libertad del otro y la propia al mismo tiempo.


Por último, tenemos el problema de la cosificación del sujeto: debería quedarnos perfectamente claro que ningún ser humano puede ser considerado un objeto o una cosa. Que el ser humano contiene una dignidad innata que no puede ponerse en duda allende al sistema socioeconómico en el que nos encontremos. Sin embargo, tenemos como signo de nuestros tiempos las relaciones de orden cosificante y autocosificante, donde las personas pasan a ser solo medios para obtener deseos insatisfechos: sexo, dinero, posición social, “likes”, etc., deseos impuestos desde un aparato de control que nos indica, de a poco, que vamos perdiendo nuestra libertad con tal de lograr satisfacer nuestro ego, aunque esto sea únicamente una acción estéril y vacía, que solo nos conduce a la reproducción de un sistema que nos exige ser herramientas sin mente.

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La sobreprotección también ha sido pensada como una manifestación del amor. Sin embargo, esto es más cercano a los celos en cuanto que cosifica al otro, pero, en este sentido, su acción radica en la necesidad absoluta de control y sometimiento sobre el sujeto amado. La sobreprotección es el síntoma claro de la imposibilidad de reconocer en el otro a un sujeto sintiente, se da como un efecto correlativo de las sociedades modernas mal llamadas “sociedades de la información o del conocimiento”, ya que estas sociedades exigen una extimidad total, donde la característica es la demostrarse ante los demás, pero que en el fondo recrea relaciones de poder que permiten la cosificación del otro como una realidad social concreta. Lo que quiero decir con esto es simple, a saber: se elimina la intimidad propia y se propicia el apoderamiento de la intimidad del otro, pero, como nada es tan sencillo en este mundo, todo debe ocultarse, y el velo que oscurece esta cruel verdad la encontramos en la sobreprotección.


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Conclusión. Podemos pensar que las respuestas a las dos preguntas que iniciaron este escrito quedaron sin respuesta, y tanto mejor que sea de esta manera, ya que la intención de la pregunta no es la de buscar una respuesta inmediata, sino la de permitirnos pensar realmente la manera en que observamos la problemática del amor. El amor es un darse al otro, junto al otro, y reconocer conjuntamente el desafío que presenta la existencia. El amor ha sido utilizado como un dispositivo de poder por que hemos permitido que sea empleado como un medio que normaliza conductas, las cuales han sido adaptadas para fines mercantiles-económicos, así como un deseo de posesión del otro avalado por una sociedad que urge de empoderamiento, por ello, se hace tan necesario emancipar el sentido del amor en nuestros tiempos.


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