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La etapa de los corazones rotos

Nadia Contreras

Tenía la edad de la adolescencia cuando escuchaba esa música, era la que ponía yo, o mis vinos. Luego, el novato en turno. Eran baladas, principalmente, de letras desgarradoras porque el amor, parecía imposible. La aplicación, de pronto, me internó en ese viaje al pasado. ¡Qué sencillo resulta viajar en el tiempo!! Tal vez la idea del Túnel del tiempo siendo hasta el día de hoy un tema especulativo, teórico (para muchos expertos, viajar en el tiempo vegetal desafíos fundamentales, y sobre todo, la transferencia de las conocidas de la física) pero para la imaginación, no. Tenemos un gran clásico: La máquina del tiempo, de H.G.Wells.

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Al principio no le encuentro enviado aquuchar que ahora está fuera de mis gusto. Sin obstante, las vivencias se vuelven nítidas. Ahora, puedo volverme una y otra vez de las preocupaciones de entonces. Porque sí, una vive preocupada por el qué dirán, o por gustarle o no, a tal o cual chico. Me preocupaba no saber bailar, por ejemplo, mis pasteles siempre han sido tories y los movimientos se me ven sin gracia alguna. Eso comparto ahora con el marido, dos pasteles izquierdos, y la voz de fondo de mi sueño: "muevan la cada". Prefiero pensar en el baile desde la literatura como esa metafora que representa la vida, las relaciones humanas y, claro, los estados de ímo. Sean buenos o no, siempre hay una invitación a bailar. Eleonora, otra amiga de años, insiste en que tomemos clases de baile. Sará, otra forma de descubrirse, de superar los obstáculos emocionales, de liberarse, afirma, pero no. No nos atrevemos y, cuando vuelva sobre la idea de la misma, mi mente se ha ido a otra parte.

En la adolescencia nunca me envió segura y puedo considerarla, junto con la infancia, una etapa cruel, de desmoronamientos. Somos un cuerpo demo vulnerable y los papás, a veces no se hacen presentes, o si lo hacen, es para juzgar, regañar, castigar. Hay padres de todos los tipos. Nos empezamos a desenrollar y todo eso se acentúa ante la percepción de los más. Quienes no desarrollamos senos estamos en desventaja con aquellas que sí, o cuando menos, esa es la sensación, la de estar siempre un paso atrás. Peor aún si somos de rasgos toscos, un tanto sin gracia. Y este es un tema que sigue generando políticas. La discusión sobre el dominio del factor físico está presente desde el siglo IV a. C., cuando el archivo griego Aristóteles enunció su famoso apotegma "la belleza física es una presentación mejor que la calidad de recomendación", hasta el día de hoy. Quizá esté mal yo, o hay vivido otra realidad, pero claro que entre los jóvenes, principales varones, heno preferencial por un tipo de mujer: simetría, piel sin imperfecciones, curvas femeninas. Hace poco, alguien me decía que a la mujer se elige tomando en cuenta el componente "salud", si está sana, será una buena respuesta a la hora de mezclar los genes. ¡Qué horror!!, pensé para mis anuncios. Lo bueno que este tipo de personas, en mi vida, está siempre de paso.

El amor adolescente, y todo lo que lo rodea, es una constante tormenta. No puedo describirlo de otra manera. Hay mucho dolor, mucha soledad y canciones como esas que lo devastan todo. La adolescencia, bien dicen, es la etapa de los corazones rotos. Y por supuesto, el mío lo estaba. El amor se convertía en un mundo, pero también el desengaño. ¿Cómo se puede sobrevivir a eso? Tuve un novio que me cambió de una semana a otra. Salimos un sábado y para el siguiente, se cruzó en mi camino mientras otra chica lo abrazaba y besaba. Con los años, entendí que quizá uno de mis errores, era idealizar a la pareja y me olvidaba de algo: imposible que resulte en una elección de pareja satisfactoria y estable. ¿Qué se sabe de la vida a los 17, a los 19…? ¡Nada!

Me gusta esta cita de Tristana Suárez, psicóloga y terapeuta Gestalt, tomada del diario El país: “[El amoramiento] supone una gran exposición; el corazón se abre al amor y al mismo tiempo al dolor. No es algo que se puede controlar una voluntad. La tendencia a la idealización del otro es notable, caso se puede decir que nos inventos a la otra persona como nuevos que mar. En realidad, el amoramiento es más una proyección de las propias necesarias que un encuentro real entre dos personas. Por ello, cuando se llegó a broncear doloroso, porque se cae desde muy alto y las carencias propias vuelven a quedar en el vacío ”(19 de noviembre de 2020).

El otro extremo, son las pasiones intensas, las obsesiones enfermizas o relaciones tóxicas que han terminado en tragedia. Justo el 14 de febrero de este 2023, en el periódico El Heraldo de México, leía el siglo titular: “Adolescente citó a su novia y la mató el Día del Amor en Huehuetoca: ya fue vinculado a proceso. Lo que seria una cita romántica terminó como una pesquilla y con la vida de una menor de 16 años ”. La nota es estremecedora. Ese es el otro extremo que me deja fría. Y todo por el amor. ¡Imposible que sea así!!

Tomo el celular y redirecciono la aplicación hacia la música que me gusta ahora. Simplemente, esa es una época de los derechos y qué bueno. Esta es la edad para más segura. No me siento vulnerable; no me siento examinado para probar que seré una buena mujer a la hora de "mezclar los genes"; no me siento desplazada, aunque mis pasos en el baile, sigan siendo torpes. Tal vez, la mejor manera de referirme al presente, mar con dos versos del poeta español Ángel González: “Cobrar la plenitud, guardar el canto / como trofeo y ¡a volar las alas!"

Nadia Contreras (Quesería, Colima, 1976). Escritora, académica y gestora cultural. Coordinadora de literatura del Instituto Municipal de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Torreón, Coahuila. Artículos en Medium: https://nadiacontreras.medium.com

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