Cultura elCaribe, SÁBADO 10 DE NOVIEMBRE DE 2018
elcaribe.com.do
La dominicanidad Transformar en la fuerza la sociedad de la yola es la clave
Una pintora que apuesta a los murales
Pedro Delgado Malagón comenta el “símbolo de masa” de los pueblos en la perspectiva de Elías Canetti. P.5
Con ideas muy propias, la joven pintora Rous Díaz Félix avanza en su carrera como muralista, y se afirma en la disciplina para escalar más alto . P.12
Ramón Antonio Veras valora la identificación de los grandes grandes problemas, pero entiende que sólo la transformación social los supera. P.8
Parque Colón en 1930. F.E.
La obra de Gilbert en el Parque Colón Cristóbal Colón en plazas y parques. Un recorrido nos aproxima a los artistas y sus invocaciones al descubridor JOSÉ MERCADER 666mercader@gmail.com
L
os parques de las ciudades, en los inicios del siglo XX, casi siempre fueron espacios frente a una casa de gobierno y en general, eran terrenos vacíos que servían para pasar revista a las tropas. Por eso se les conocía como la Plaza de Armas.
El Parque Duarte de Santiago era, antes de ser Parque Mayor (por ser el más grande y estar frente a la Iglesia Mayor) la Plaza de Armas frente a la antigua Gobernación (donde sigue hoy, pero con otro edificio). En la capital, la Plaza Mayor fue el espacio del parque Colón, frente al Palacio de Borgella (boryelá) el que fue sede del gobierno haitiano y su gobernador Gérôme Maximilien Borgella en la época de la ocupación de 1922 al 1844. La Plaza de Armas era un revolcadero
La obra de Gilbert El Colón de Gilbert tiene sus antecedentes, puesto que en Lima se inauguró entre 1851 a 1855 (siendo Rufino Echenique Presidente) una gran escultura del “descubridor” de América realizada por el italiano Salvatore Ravelli”.
de burros hasta que el General Ulises Heureaux, decidido a modernizar el país con sus trenes, puentes, ayuntamientos, iglesias, escuelas, etc., encarga la estatua de Colón al escultor francés Ernest Gilbert de quien se conoce poco o nada, no porque fuera francés, sino por esa manía de anonimizar las obras de artes para adjudicárselas al síndico de turno o al gobernador, como si las esculturas fueran un edificio o un puente. Al pie de la escultura dice que fue inaugurada el 27 de febrero de 1887 y que su autor es Ernesto Gilbert, de seguro una traducción de Manuel de Jesús Galván. Muchos intelectuales prefieren el vínculo cultural moderno o “contemporáneo”, copias de modas de las grandes urbes, aunque nos arropen y eliminen nuestra cultura e identidad y, quizás por eso, ignoran la autoría de muchos artistas de la misma forma que todavía en las escuelas nadie sabe nada de la imagen de Duarte y sus creadores. Se han limitado, de manera muy incoherente a presentar un Duarte irreal idealizado en los modelos estereotipados del rubio ario de ojos azules. No diferenciamos el Duarte artístico de Urdaneta del Duarte real de Próspero Rey. l