El papel social del intelectual

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ESCUELAS Y HOMBRES DE ESTUDIO

cia” entre nosotros. Esto puede evitarse o eliminarse úni­ camente definiendo con exactitud cada símbolo utilizado por ambas partes. N o basta con indicar el dato que el símbolo designa: la significación objetiva de éste debe estar estrictamente determinada, es decir, debemos anun­ ciar con claridad qué características ontológicas del objeto real de nuestro conocimiento ha de representar el símbolo durante todo el debate. Después de que ambas partes hayan definido exacta­ mente sus signos o palabras, pueden descubrir que su conocimiento se refiere a objetos por completo distintos, lo cual significa que no hay motivo para suscitar polé­ micas entre ellas, puesto que representan dos ciencias especiales diferentes. Para evitar malas inteligencias suce­ sivas, entonces acordarán tal vez usar símbolos distintos. Hablando de modo esquemático, éste es el proceso lógico que supone la especialización científica. Mientras ésta suele iniciarse como una concentración lógica del trabajo de hombres de estudio particulares o escuelas generales en campos estrechos dentro de un dominio del conocimiento más amplio y definido con cierta vaguedad, suele a veces producir la limitación conceptual de cada uno de estos campos en contra de otros. Esta limitación va habitual­ mente precedida de largas polémicas entre hombres de estudio, hasta que las disensiones llegan a ser interpre­ tadas como malas inteligencias, las cuales se despejan gra­ dualmente definiendo de un modo más o menos exacto la verdadera materia de cada estudio especializado, como diferente de la de todas las otras ramas especiales del conocimiento. Quizás no sea ésta la única manera en que procede la especialización científica; pero valdría l.i pena investigar a fondo la parte que corresponde a la ten


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