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Published by Acción Latina Julio 14 - 28, 2016
Vol. 46 No. 14
basta ya Nuestras voces serán escuchadas
Enough is enough Our voices will be heard Photo illustration: Mabel Jiménez Styling: Greg Zeman Greg Zeman El Tecolote
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his is how these kinds of stories normally start: Demonstrators shut down a section of Highway 880 in Oakland, California, to protest the recent officer-involved shooting deaths of two black men. Roughly 2,000 protesters took to the streets on July 7 in a march that began at Frank Ogawa Plaza and stopped at the Oakland Police Department Administration Building, where OPD sources report vandalism including graffiti and broken glass. By 1:15 a.m. the next morning, all protesters had been cleared from the highway and traffic was moving as usual. Read or write stories like this long enough, and you forget that the above narrative is actually a lie, even though none of the information is technically inaccurate. It’s a lie because it erases the humanity and reality of the human beings who are most affected by what it purports to be telling the truth about. “Demonstrators” didn’t shut down the 880; people did it. People tired of being dehumanized, silenced and ignored, shut down a single highway in a single city and a few hundred other people were inconvenienced for a few hours. This massive and nearly spontaneous outpouring of solidarity wasn’t a reaction to two men’s deaths; it was the culmination of thousands of deaths, reaching all the way back to the first bloodencrusted pages of our nation’s history. If those people were blocking that highway for Alton Sterling and Philando Castile, they were also blocking it for Freddie Gray, Tamir Rice, Justus Howell, Eric
Garner, Timothy Russell, Oscar Grant, Alan Blueford, Ramarley Graham… this is a tiny sample of the names on a shamefully long list from recent memory. So forgive me and others if we don’t shed any tears for a handful of broken and paint-stained inanimate objects. We’re all cried out for Malissa Williams, Sandra Bland, Tanisha Anderson, Yvette Smith, Shelly Frey, Rekia Boyd, Jessica Williams, Aiyana Jones… And of course Alejandro Nieto, Amilcar Perez-Lopez, Luis Gongora, Anthony Nuñez, Pedro Villanueva... So many others have been forgotten by all but their families. Their memories have been buried under the crushing weight of media desensitization. Their humanity has been lost in the labyrinthine shadows of impotent “police reform” debates, their faces erased by the constant erosion of “traffic moving as usual.” It’s no surprise really that several of the people stuck in traffic honked in support of the peaceful demonstration blocking their path on July 7, because the 2,000-plus people who took to the streets that night represent only a fraction of those demanding real change to our racist “justice” system. In truth though, the real demonstrators weren’t any of the people on the freeway that night. The real demonstrators are the people who took to social media and the comment sections of news articles to speak in all-caps hysterics about the rally on 880, about running people over, about “economic terrorism,” about hypothetical patients dying in hypothetical ambulances — leave it to the apologists for the racist status See police shooting, page 5
Greg Zeman El Tecolote
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sí es como este tipo de historias suelen comenzar: Los manifestantes cerraron un tramo de la autopista 880 en Oakland, California, para protestar por la reciente muerte de dos hombres de raza negra en un tiroteo que involucró a personal de la policía. Alrededor de dos mil manifestantes salieron a las calles el 7 de julio en una marcha que comenzó en la Plaza Frank Ogawa y se detuvo en el Edificio de Administración del Departamento de la Policía de Oakland, donde fuentes de dicha entidad reportaron actos de vandalismo incluyendo grafiti y vidrios rotos. Para la 1:15 de la mañana siguiente, todos los manifestantes habían desalojado la carretera y el tráfico se movía como de costumbre. Al leer o escribir historias como esta por mucho tiempo, uno termina olvidando que la narración anterior es en realidad una mentira, pese a que ninguno de los datos es técnicamente incorrecto. Es una mentira porque borra la humanidad y la realidad de los seres humanos, que son los más afectados, por pretender estar diciendo la verdad. Los “manifestantes” no bloquearon el 880, la gente lo hizo. La gente cansada de ser deshumanizada, silenciada e ignorada, cerró una sola carretera en una ciudad y unos pocos cientos fueron incomodados por unas horas. Este flujo masivo y casi espontáneo de solidaridad no fue una reacción a la muerte de dos de los hombres; fue la culminación de miles de muertes, que lleva por todo el camino de vuelta hasta las primeras páginas ensangrentadas de la historia de nuestra nación.
Si esas personas bloquearon esa carretera por Alton Sterling y Philando Castilla, también lo hacían por Freddie Gray, Tamir Rice, Justus Howell, Eric Garner, Timothy Russell, Oscar Grant, Alan Blueford, Ramarley Graham… esto es una pequeña muestra de los nombres en una larga y vergonzosa lista de la historia reciente. Así que perdónenme y a otros si no arrojamos lágrimas por un puñado de objetos inanimados, rotos y manchados de pintura. Todos estamos llorando por Malissa Williams, Sandra Bland, Tanisha Anderson, Yvette Smith, Shelly Frey, Rekia Boyd, Jessica Williams, Aiyana Jones… Y, por supuesto, por Alejandro Nieto, Amilcar Pérez-López, Luis Góngora, Antonio Núñez, Pedro Villanueva… Así que muchos otros han sido olvidados por todos, excepto por sus familias. Sus memorias han sido enterradas bajo el peso aplastante de la desensibilización de los medios. Su humanidad se ha perdido entre las sombras laberínticas de debates impotentes sobre la “reforma de la policía”; sus rostros han quedado borrados por la constante erosión del “tráfico moviéndose como de costumbre”. No es ninguna sorpresa que varias de las personas atrapadas en el tráfico tocaran el claxon en apoyo a la manifestación pacífica que bloqueaba su camino el 7 de julio, porque los más de dos mil que salieron a las calles esa noche representan sólo una fracción de los que exigen un cambio real en nuestro sistema racista de “justicia”. En verdad, los manifestantes reales no eran ninguna de las personas en la autopista aquella no-
che. Los manifestantes reales son las personas que utilizan las redes sociales y las secciones de comentarios de artículos de prensa para hablar de la gran histeria por la manifestación en el 880, sobre la ejecución de personas, sobre “terrorismo económico”, acerca de pacientes hipotéticos que mueren en ambulancias hipotéticas —hay que dejar en manos de los que defienden el status quo racista valorar las vidas imaginarias de negros y morenos. Esas personas son los verdaderos manifestantes. Están demostrando lo que una vida de consumo acrítica de la narrativa de los principales medios de comunicación desde una posición de privilegio puede hacer a su mente y alma, y es como la sal en una babosa. O como Malcolm X dijo, “Si usted no tiene cuidado, los periódicos lo harán odiar a las personas que están siendo oprimidas, y amar a aquellas que están siendo opresoras”. Este no es un debate vacío sobre un asunto abstracto —no para quienes somos directamente afectados por ello, no para aquellos de nosotros que tenemos que decir adiós a alguien que amamos cada mañana y nos preguntamos si los veremos de nuevo esa noche o en el noticiero nocturno. El Pastor Ben McBride, originario de la zona de la bahía, ha dedicado su vida a elevar la calidad en su comunidad y poner fin a la epidemia de violencia en uno de los barrios más duros de Oakland. En el pasado, trabajó en estrecha colaboración con la OPD, fungiendo como el primer entrenador no oficial del ProceVea TIROTEO, página 5