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Llega el verano
de seguir por otro camino y al despedirte, el viaje continua sin él y se lleva para siempre, amigos, sentimientos y bellos momentos de su vida. ¿Cómo debía comunicar a los demás el diagnóstico?, se preguntaba. La primera respuesta que se dio fue que ocultar el diagnóstico no sería buena idea. Tampoco divulgarlo de manera masiva. Quizás hacerlo de inmediato en el ámbito familiar, de amistades y laboral más cercano. Después que se fuera extendiendo de manera “natural” tanto revelado por uno mismo como por terceros. Debía actuar con serenidad y sentido común para tratar las situaciones incómodas que se puedan producir debido a los síntomas de la enfermedad. —Víctor, tienes que estirar más el brazo izquierdo!- le corregía la monitora de natación. Cuando salió del agua le hizo a éste un gesto para que se acercara dónde él estaba y le dijo: —A mí me parece que voy con los brazos completamente rectos, extendidos, aunque en el lado izquierdo tengo una cierta rigidez. Quiero que sepas que tengo Parkinson y eso me impide …. —Oye perdona, lo siento, yo no quise decir, que mala suerte.
(Siguiente capítulo: 3.Manifestarse, asociarse)
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VICTOR RUIZ MOLINA
“La pallola”, ese estado producido por seguir a pies juntillas el dicho español: “hasta el cuarenta de mayo note quites el sayo”. Pero estamos a finales de mayo y entre el cambio climático, los partes meteorológicos: espaciales, nacionales, autonómicos, locales, viscerales, ... y esas terracitas, con sus “cacaus, olives i cervecetes”, … el vocablo ha quedado en desuso y arrinconado, hasta por los más osados. Llegará el cuarenta de mayo, y saltándonos la cuarentena, estaremos en la playa, con crema de factor cuarenta, bajo los cuarenta grados y con una cerveza de seis grados para animarnos... a pasar el verano. 11