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Semblanza: Sebastián Jiménez
Semblanzas de personas “anónimas” que en una conversación, distendida y sincera cuentan lo que influyó en su vida un diagnóstico grave de una enfermedad irreversible y degenerativa. No les importa que se sepa y no dan importancia a descubrir algo tan íntimo como una enfermedad sino porque quieren con esto ayudar a otras personas que estén pasando por lo mismo. También podrán ser sus acompañantes y/o ser de aquellos que viven la enfermedad del familiar o amigo muy cerca de ellos.
Sebastian Jiménez Comendador,
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“Sebas”, anda de manera irregular, mientras se dirige al autobús, un día cualquiera después de las terapias en las que participa con entusiasmo, atento a las instrucciones que le van dando al mismo tiempo que salta de su sitio para ayudar a cualquier compañero que lo necesite. De pronto se arranca con una copla o con una canción popular de las que hemos oido de pequeños a nuestros padres y que también cantábamos nosotros. Juntos y con algún otro que se acopla entonamos esas viejas canciones que tanta alegría nos aportan. Andando hacia el autobús me contó que lloró amargamente el día que le dijeron el diagnóstico y que se lo ocultó a su madre, que estaba delicada, para que no sufriera por él. El brazo izquierdo pegado al cuerpo fue el detonante, el punto de partida de esta nueva etapa de su vida. Sebastián era encofrador y el último trabajo que hizo fue el de piloto de grúa de torre. Tenía 50 años y ya lleva algunas decenas con el Parkinson. A mí me parece que Sebas, todos le llaman así, es de aquellas personas que cuando le vienen mal dadas, no se entrega sino que sigue adelante con actitud positiva, con el calor de familia y amigos. Cuando se le clavaba el pie izquierdo le enseñaron que cruzando por delante de él con un impulso el pie derecho, comenzaba otra vez a andar porque el pié se activaba. Sebas empezó a buscar soluciones e ideó un artilugio para los casos de bloqueo cuando se quiere andar.

On/Off Garrote. Al final de su garrote le puso un soporte que le permite dos posiciones, abierto y cerrado. Cuando lo abre, el soporte queda en ángulo recto como una barrera que el pié que está bloqueado debe franquear levantándolo y pasando por encima y reiniciándose así la marcha. A continuación lo pliega para quedar disimulado pegado al bastón.