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IT JUST FEELS RIGHT

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

HOPE FORD

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

Todas mis amigas me dicen que necesito estar debajo de un hombre para superar a otro.

Lo que parece ridículo, teniendo en cuenta que técnicamente nunca he estado debajo de ningún hombre.

Pero entonces conozco al Sr. Alto, Moreno y Guapo.

Es un hombre de uniforme con posesión en los ojos.

Nuestra atracción es instantánea e inflamable y todo es perfecto.

Hasta que descubro lo prohibido que es.

Baker Johnson es el hijo del nuevo esposo de mi mamá, y eso significa...

No importa cuánto lo desee, o lo mucho que anhele su tacto...

Nada puede salir de nosotros.

Está fuera de los límites.

Baker no lo tiene, sin embargo.

Según él, nada malo se siente tan bien.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

Capítulo 1

CASSIE

—Estas bromeando, ¿verdad?

Chloe se encoge de hombros y se aparta el pelo rubio de la cara.

Me lanza esa mirada cómplice suya y no puedo evitar reírme.

Olvídalo. Ni hablar.

Golpea la mesa con la mano como si quisiera llamar mi atención.

Lo cual es una locura, porque desde que ha soltado su bombita, lo único que he hecho ha sido mirarla y preguntarme qué demonios estará pensando.

Se ríe. —Deja de mirarme así. No es una idea completamente extraña.

Quiero decir, no es que me haya inventado todo el concepto.

Si quieres superar a un hombre, tienes que someterte a otro.

Jadeo y miro alrededor del bar, esperando que nadie esté escuchando a Chloe y su sínica idea. Se echa hacia atrás en el taburete y cruza los brazos sobre el pecho mientras me mira con complicidad. —Nadie puede oírme.

Estamos en un bar, Cassie.

Tranquilízate.

Me inclino hacia ella y le susurro en voz alta: —En primer lugar, soy una profesora recién llegada a la ciudad. Lo único que me falta es que los chismosos de Whiskey Run le digan a mi director -que de todas formas me odia- que me estoy enrollando en el Whiskey Whistler. —

Levanto la mano cuando Chloe empieza a hablar. —Y ni siquiera intentes convencerme de que nadie lo sabrá. Conozco demasiado bien cómo se extienden las cosas aquí. Y en segundo lugar, he superado lo de Richard. Lo había superado antes de que me engañara.

No me cree. Eso es obvio por la forma en que me mira con lástima en su rostro. Me inclino hacia ella. —Hablo en serio. Debería haber roto con él hace tiempo. Descubrirlo con otra mujer no hizo más que empujarme.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

Ladea la cabeza y me mira a los ojos antes de cogerme la mano y apretarla. —Cassie, no tienes que ser fuerte conmigo. Puedes hablar conmigo. No te estoy juzgando.

Miro alrededor del bar. No hay mucha gente que conozca mi verdadero yo. Brook, mi hermana, probablemente me conoce mejor que nadie. Y luego está Haven. Ha sido mi mejor amiga durante tanto tiempo que sabe siempre que intento ocultar algo, y siempre se apresura a llamarme la atención. Y luego está Chloe. Éramos muy amigas en el instituto, pero perdimos el contacto desde que me fui a la universidad. He cambiado mucho en los últimos cuatro años. No soy la misma mujer que era cuando me fui de aquí.

Era insegura y nunca encajé en ningún lugar. Puede que fuera porque mi papá era el borracho del pueblo y abandonó a nuestra familia cuando yo tenía doce años. Se quedó en el pueblo armando problemas durante los tres años siguientes antes de marcharse definitivamente y no ha vuelto a aparecer por aquí. Pero la gente de Whiskey Run no lo ha olvidado. No ayudó que mi mamá fuera conocida como “la mujer que cambia de esposo como de bolso”.

Así que sí, cuando empecé la universidad, dejé Whiskey Run y me juré a mí misma que nunca volvería. Pero aquí estoy, cuatro años después, viviendo con mi mamá y su nuevo esposo, enseñando en la escuela primaria local. No me di cuenta cuando me fui de que echaría de menos este pequeño pueblo y que encontraría la manera de volver aquí.

Exhalo un suspiro. —De acuerdo, Chloe, escúchame.

Niega. —Está bien, Cass. De verdad. No tenemos que hablar de ello, solo quiero que sepas que estoy aquí cuando estés lista para desahogarte.

Le agarro la mano para que no siga. —Escucha, te lo prometo, hace tiempo que he superado lo de Richard. — Pongo los ojos en blanco. —Llevaba presionándome para que me acostara con él desde nuestra segunda cita, y yo sabía... sabía que no quería perder la virginidad con él...

Me corta y exclama en voz alta. — ¡Tu virginidad!

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

Me inclino y le tapo la boca con la mano. — ¿De verdad? ¡De verdad! ¿Crees que puedes decirlo un poco más alto porque no creo que la gente te haya oído en las mesas de billar?

Mueve la cabeza de un lado a otro. —Pero... pero tienes qué, ¿veintidós? ¿Cómo puedes seguir...? No tiene nada de malo esperar...

Supongo que lo di por hecho.

Me encojo de hombros. —Mira, no estoy intentando ser rara al respecto. Me cuesta conectar con la gente -ya sabes eso de mí- y bueno, no voy a hacer ESO con alguien a menos que me sienta completamente cómoda con él, así que sí, no iba a acostarme con él.

— Levanto los hombros. —Y por eso me engañó. O eso dice. Aunque yo sé la verdad: es un imbécil.

Chloe me mira con la boca abierta. —Vaya.

Lanzo una carcajada. —Caray, no es que sea una solterona o algo así. Tengo veintidós años y aún no he encontrado a alguien con quien quiera hacerlo. No es para tanto.

Asiente. —Tienes razón. No es para tanto. Siento haberlo supuesto.

La sacudo. —No lo hagas. No me debes una disculpa por nada.

¿Podemos cambiar de tema?

Hace señas a una camarera y me pregunta: — ¿Qué quieres?

Después de los últimos días que he pasado, me encantaría tomarme algo para calmar los nervios, pero tampoco quiero que mi director se entere de que he estado bebiendo en la ciudad. —Solo tomaré un refresco.

Chloe frunce la nariz y, cuando llega la camarera, me señala. —

Cassie tomará un refresco y yo un té helado Long Island.

La camarera solo asiente. —Ahora vuelvo.

Cuando desaparece, hago un gesto con la cabeza hacia un hombre que está en una esquina de la barra. —Hablemos de cómo no dejas de mirar a ese hombre de ahí, rodeado de todos sus colegas, y él no te ha quitado los ojos de encima desde que nos sentamos.

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Tengo que darle crédito a Chloe. Ni siquiera lo mira, pero sus mejillas se enrojecen. —No sé a qué te refieres.

Me resisto a poner los ojos en blanco. — ¿Ah, sí? ¿No sabes lo que quiero decir? Es curioso, porque tú también lo has estado mirando toda la noche.

Sacude la cabeza, y es obvio que está haciendo todo lo posible para no mirar de esa manera. —No lo he hecho.

—Lo que sea, Chloe. Mira, está bien. Puedes hablar conmigo.

Estoy aquí si necesitas a alguien para...

Me interrumpe. —Olvídalo. Creo que trabaja para Walker o algo así. Sin duda es militar, y conociendo a esos tipos, no estará mucho tiempo en la ciudad...

Cuando su voz se interrumpe, me arrellano en mi asiento. —Pero te gusta. Reconócelo.

No lo niega. —No lo niega. Lo único que hace es mirarme. Nunca se acerca a hablar conmigo.

Miro al hombre, y de hecho está mirando a Chloe otra vez.

Uhhhh, te equivocas. Ese tipo está tan caliente por ti que no puede soportarlo.

La camarera nos trae las bebidas y nos las pone delante.

Después de darle las gracias y de que se vaya, doy un gran sorbo a mi refresco mientras Chloe le da vueltas a la pajita en su bebida.

Créeme, no lo está. Solo somos amigos.

—Bull...

Me interrumpen dos hombres que se detienen junto a nuestra mesa. —Hola, señoritas.

Lo dicen en plural, pero ambos hombres tienen los ojos puestos en Chloe. Aunque no lo envidio. Chloe es preciosa por dentro y por fuera. Es como una muñeca Barbie con su figura menuda, su largo pelo rubio y sus grandes ojos azules. Bebo un trago de mi refresco y observo cómo se desarrolla todo delante de mí.

Los dos hombres se disputan la atención de Chloe, y es obvio que ella no está cómoda, así que interrumpo. —Hey chicos, uh...

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Empiezo a interrumpirlos, pero en una fracción de segundo se han girado el uno contra el otro. El primero murmura: —Te lo dije, tengo a la rubia.

Me muerdo el labio y me paso los dedos por el pelo pelirrojo mientras el otro hombre responde con la misma voz arrastrada: —Y

ya te dije que las pelirrojas no me van.

Chloe me mira con los ojos muy abiertos. Odia los enfrentamientos, y yo también, pero he tenido que lidiar con ellos toda mi vida, así que de ninguna manera voy a quedarme aquí sentada y aguantarlo. Me levanto de la silla. —Uh, ustedes dos, ¿pueden irse a otro lugar?

Pero ninguno de los dos me escucha. Se han colocado casi uno contra el otro, hablando en voz baja, pero sé que la cosa va a ir a más.

Cuando uno golpea al otro en el pecho, me interpongo entre ellos. No es mi movimiento más inteligente, pero aquí estoy, con mi metro setenta y cinco de estatura, abriéndome paso entre los dos.

Intento separarlos y no sé exactamente qué pasa primero, pero oigo a Chloe gritar mi nombre, siento que me empujan y levanto los brazos, pero no soy lo bastante rápida.

El dolor de cabeza es intenso, pero no pierdo el conocimiento. Al menos, creo que no. Oigo gritos, lo que parece ser una mesa volcada, y luego estoy sentada en una silla con Chloe rondándome, y el hombre que siempre está vigilando a Chloe ahora está rondándola a ella.

Me llevo la mano a la cabeza y hago una mueca de dolor, pero al menos no hay sangre. —Estoy bien.

Chloe jadea. — ¿Estás bien? Acabas de intentar parar una pelea en un bar. Creo que estás lejos de estar bien.

El hombre gruñe y mira a Chloe como si estuviera a punto de echársela al hombro y sacarla de aquí. Sí, definitivamente le gusta. Le quito las manos de encima a Chloe. —Estoy bien. Podría ir por un poco de hielo o algo así. No quiero tener que explicar un moretón en la frente mañana en el colegio.

Chloe me mira. —Sí, claro. Puedo ir por hielo.

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—Quédate. Yo voy. — dice el hombre. Da dos pasos y se gira hacia Chloe.

—No te muevas. — Hace un gesto a sus compañeros y, si leo bien la

mirada, les está diciendo que la vigilen.

Todavía hay un poco de caos a nuestro alrededor. Los dos tipos que empezaron la pelea han sido arrastrados fuera de la puerta, así que ahora solo tengo que lidiar con todo el mundo mirándome. Sí, mi jefe se va a enterar de esto.

Cuando el hombre vuelve, le da la bolsa de hielo a Chloe. Intenta acercármela a la cabeza, pero se la quito y me la pongo suavemente sobre el moretón. — ¿Qué ha pasado?

El hombre explica bruscamente: —Un imbécil empujó a otro imbécil, se agarró a ti y te derribó con él.

—Uh, la policía está aquí. — dice Chloe.

Maldita sea. Claro que vendría la policía. Quiero decir, ¿por qué no? ¿Puede empeorar esta noche?

Sigo su mirada y, efectivamente, un hombre vestido de azul viene hacia mí. Doy dos vueltas de campana al ver al hombre que camina hacia mí. Sus ojos están clavados en mí, y estoy segura de que solo ha venido a comprobar las cosas, pero lo siento como algo personal. Es alto y guapo. Sé que no debería, pero dejo que mi mirada recorra su cuerpo. Es musculoso y le sienta bien el uniforme. Cuando vuelvo a mirarlo a la cara, me sonríe abiertamente. Es casi como si supiera exactamente lo que estoy pensando.

Todo mi cuerpo se calienta al menos diez grados más cuando se detiene delante de mí, y lo único que puedo hacer es mirarlo fijamente, esperando no hacer aún más el ridículo.

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Capítulo 2

BAKER

Es la mujer más hermosa que he visto nunca.

En cuanto entré en el edificio, la vi y no pude apartar la mirada.

Sé que es a ella a quien busco, es un hecho con el hielo que lleva en la cabeza, pero de todas formas no importaría porque no la pierdo de vista.

Al acercarme, veo a Chloe y a Elias, uno de los mercenarios de Walker, junto a mi chica. Y sí, ni siquiera he hablado con ella, no sé su nombre, diablos, no sé nada de ella, pero sé que es mía. O lo será.

Me detengo junto a Elias y me coloco justo delante de la mujer herida. Me mira con la boca abierta. Está afectada por mí, eso es evidente.

Me inclino porque necesito estar más cerca de ella. Inclinado, busco su rostro. Sin decir una palabra, cojo la bolsa de hielo que tiene en la mano y se la quito de la cabeza. Parpadea, sin habla. Me estremezco al ver el nudo que se le ha formado en la frente. —Oh nena.

— gruño.

Sus ojos se abren de par en par y me doy cuenta de que la he llamado nena en voz alta. Baja la mirada, y eso no es suficiente. Me gusta que me mire. Le pongo la mano en la barbilla y la levanto suavemente hasta que sus ojos vuelven a encontrarse con los míos. —

Háblame. ¿Estás bien?

Intento sujetarla con suavidad, aunque la ira me corre por las venas. — ¿Puedes decirme si estás bien?

Asiente, pero niego. —Palabras. Necesito oírtelo decir.

Chloe se inclina hacia mí. —Cassie, ¿qué pasa, chica? Dile que estás bien. Oh Dios, ¿está en shock o algo?

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Cassie... se llama Cassie. Algo hace clic y me desinflo por un segundo. Seguro que no... Esta no puede ser LA Cassie.

Sacude la cabeza y mira a su amiga. —No, no estoy en shock.

Estoy bien.

Se le cae el pelo a la cara y aprieto las manos a los lados para no alcanzarla y apartárselo. Quiero poder mirarla a la cara.

Sonríe suavemente y por fin vuelve a mirarme. —Estoy bien. Ha sido culpa mía.

Elias gruñe a mi lado y es obvio que no está de acuerdo con ella.

Estaría celoso, pero todo el mundo en el pueblo sabe que a Elias le gusta Chloe. —No fue culpa suya.

No tengo que mirar al otro hombre. Ya sabía que no era culpa de Cassie. Cualquiera podría mirarla y saber que nunca sería culpa suya.

Es demasiado dulce y demasiado inocente. — ¿Quieres presentar cargos?

Su jadeo me dice su respuesta antes de que murmure una palabra. Empieza a divagar. —No. Desde luego que no. Fue mi...

Le gruño y nos sorprende a los dos. Pero me sorprendo aún más cuando ella se acerca a mí y me toca la mano como si quisiera tranquilizarme. —No, de verdad. Esos hombres no eran amables y empezaron a pelearse. Odio las peleas y pensé que podría detenerlos, pero lo sé, lo sé. Debería haberme ocupado de mis asuntos. Pero estaban peleando por Chloe, y ella estaba incómoda...

Esta vez no soy yo quien la interrumpe, sino Elias, que pone las manos sobre los hombros de Chloe y tira de ella hacia él. —Deberías de haber ido a buscarme.

Empiezan a hablar, pero los ignoro y hago lo que he querido hacer desde que llegué. Pongo las dos manos sobre los hombros de Cassie. — ¿Qué puedo hacer por ti?

No se tensa. En todo caso, se inclina hacia mí. —Estoy bien.

Acerco un taburete y me siento, poniendo sus piernas entre las mías. — ¿Crees que puedes levantarte?

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Asiente y luego, como si recordara mi petición de antes, dice: —

Sí, de verdad que estoy bien.

—Tus pupilas parecen estar bien. ¿Algún dolor o náuseas? ¿Has perdido el conocimiento?

Sonríe y niega. —Te prometo que estoy bien. Estoy más avergonzada que otra cosa.

Estoy a punto de quitármela de encima y decirle que no debería avergonzarse, pero suelta una risita. — ¿Y qué? Además de policía, ¿también eres doctor?

Me acerco un poco más. Me encanta que sienta que puede bromear conmigo. —No, no soy doctor, pero me encantaría que te examinara uno. Solo para asegurarme de que estás bien.

Mueve firmemente la cabeza de un lado a otro. —No, no necesito un doctor. Es un moretón y no es para tanto.

Estoy a punto de insistir cuando empieza a sacudir la cabeza. —

Mira, la verdad es que me gustaría irme a casa.

Chloe reaparece y se sienta junto a Cassie. Me mira, sin duda intentando averiguar por qué estoy sentado tan cerca de su amiga.

Rodea a Cassie con un brazo. —Te llevo a casa.

Cassie se apresura a negarse. —No, quédate y diviértete. Puedo llamar a mi hermana para que venga a buscarme. No le importará.

—No. — Prácticamente le grito y luego sacudo la cabeza. Muy suave, Baker. —Quiero decir, está bien. Puedo llevarte a casa. De todas formas, me gustaría hablar contigo un poco más sobre el incidente.

Se recoge el pelo en la nuca y se lo enrolla en la mano, descubriéndose el cuello. Ya me imagino apretando mis labios contra su suave piel. Se suelta el pelo con un suave resoplido. —No hubo ningún incidente. Uno empujó al otro y supongo que me agarró cuando empezó a caer.

La cabeza de Chloe va y viene entre nosotros, y debe darse cuenta por sí misma. Asiente. —De acuerdo. Deberías dejar que el oficial te lleve a casa.

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Parpadeo porque me conoce, sabe mi nombre... y sabe quién soy en relación con Cassie. De algún modo, voy a tener que decírselo a Cassie, pero quiero dejar que esto dure todo lo que pueda.

— ¿Vas a dejar que te lleve a casa?

Me hace un gesto. —Estás trabajando. No hace falta que me lleves a casa. Puedo conseguir que me lleven.

Intenta levantarse, pero no puede porque la aprieto. Le pongo las manos en las rodillas. No solo estoy rompiendo todas las reglas, sino que lo estoy haciendo sin que me importe una mierda. Lo que debería asustarme. Soy una persona que sigue las reglas y siempre las cumplo. Pero supongo que si se trata de tocar a Cassie, voy a romper todas y cada una de ellas. —Me gustaría llevarte a casa.

Me mira con curiosidad y le sonrío. Tiene que ser capaz de ver las ganas que tengo de pasar tiempo con ella. —Ven conmigo. No dormiré esta noche si no sé qué has llegado a casa sana y salva.

—Pero... — empieza justo cuando Chloe empieza a hablar.

—Sé que no hace mucho que has vuelto a casa, pero puedo responder por él. Ba… uh, el oficial es un buen tipo. Sabes que no dejaría que alguien te llevara a casa si no supiera que estarías a salvo.

Cuando ella sigue dudando, Elias interviene. —Y me aseguraré de que Chloe llegue a casa, así que no te preocupes por ella.

Finalmente, suelto un suspiro mientras Cassie asiente. —De acuerdo. Gracias. De verdad que estoy lista para salir de aquí.

Además, mañana tengo escuela.

Es entonces cuando intento recordar todo lo que he oído sobre Cassie. Es profesora en la escuela secundaria. Tiene veintidós años, diez menos que yo. No tiene la mejor relación con su mamá, al menos por lo que dice su mamá. Está muy unida a Brook, su hermana. Pero incluso sabiendo todo eso, no es suficiente. Quiero saberlo todo sobre ella. Me pongo de pie. — ¿Quieres que te lleve afuera?

Se levanta como un rayo. — ¿Llevarme? De ninguna manera. Ya voy a ser la comidilla de la ciudad, no necesito que digan que un policía ha tenido que sacarme del bar.

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Frunzo el ceño y, aunque no me gusta, le digo: —Si te da vergüenza que te vean conmigo, puedo esperarte afuera.

Se echa hacia atrás. — ¿Avergonzarme? No, no me refería a eso.

Quiero decir que no quiero que la gente piense que estoy borracha -o en problemas- y que has tenido que sacarme en brazos.

Asiento. — ¿Entonces puedo caminar a tu lado?

Se ríe y sonríe como si le sorprendiera mi petición. —Sí, puedes caminar a mi lado.

Quiero preguntarle si puedo tomarla de la mano, pero me contengo. Me encantaría que todos en este bar supieran que es mía.

Así toda la ciudad lo sabrá mañana. Pero necesito esperar mi momento y no asustarla. Literalmente acaba de conocerme y no tiene ni idea de quién soy. No puedo evitar preguntarme si cuando se dé cuenta, echará por tierra todas las oportunidades que podría haber tenido con ella.

Y aunque no la tomo de la mano, me pongo a su lado para protegerla mientras se despide de Chloe abrazándola. La saludo a ella y a Elias con la cabeza y, como no puedo resistirme, paso un brazo por la cintura de Cassie para ayudarla a llegar a la puerta.

No se me resiste y respiro un poco más tranquilo mientras salimos del bar al aire fresco de la noche.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

Capítulo 3

CASSIE

Después de ayudarme a subir al asiento delantero de su coche patrulla, veo cómo el policía se acerca al lado del conductor. En cuanto cierra la puerta, vuelvo a darle las gracias. —Te agradezco mucho que me lleves a casa.

Aún no ha arrancado el coche. Tiene el brazo izquierdo sobre el volante y está girado de cara a mí. —Antes no bromeaba. No dormiré esta noche si no sé qué has llegado bien a casa.

Quizá estoy siendo demasiado ingenua. —No creerás que esos tipos me molestarán, ¿verdad? Solo intentaba que dejaran de pelearse, nada más.

Agarra el volante. —Esos dos no se te acercarán, Cassie. Si lo hacen, dímelo y me ocuparé de ello.

Cuando dice mi nombre, es como si un pequeño escalofrío me recorriera. Cruzo los brazos sobre el pecho porque de repente siento los pechos llenos y doloridos. Se me seca la boca de repente, pero salgo a la fuerza. —De acuerdo, gracias.

Cuando se queda mirándome un momento más, empiezo a moverme en mi asiento. La química entre nosotros no se parece a nada que haya sentido antes. — ¿Te meterás en problemas por llevarme a casa cuando se supone que estás trabajando?

Niega. —No. Y no me importaría si así fuera.

Asiento, aceptando lo que dice. Quiero preguntarle si él también lo siente, pero no soy lo bastante valiente. Estoy segura de que todas las mujeres de Whiskey Run le coquetean, y no quiero ser una más que se le echa encima.

Sale a la calle y odio saber que no tardará mucho en llegar a casa.

— ¿Estás bien?

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Estamos en un alto y me mira interrogante. —Estabas suspirando. ¿Estás bien?

Asiento. —Sí, estoy bien.

— ¿Te alegras de haber vuelto a Whiskey Run?

Casi le pregunto cómo sabe que me fui y volví, pero me imagino que probablemente se lo habrá dicho alguien esta noche. —Sí, me alegro.

Da golpecitos con la mano en el volante. —Pareces sorprendida.

—Supongo que sí. Pensé que cuando me fuera a la universidad me quedaría fuera, pero echaba de menos estar aquí. Echaba de menos a mi hermana.

Asiente. —Me doy cuenta. Tu hermana es una buena persona.

Esta vez no puedo ocultar mi sorpresa. — ¿Conoces a mi hermana?

Asiente, pero cambia de tema. — ¿Te gusta dar clases en la escuela?

Y de repente, me acuerdo. Creo que tenía la cara entumecida por el hielo, pero ya que ha sacado el tema, bajo la visera y abro el retrovisor. Está oscuro en el coche y no puedo distinguirlo bien, así que vuelvo a subir la visera. —Sí, la verdad es que me encanta, pero probablemente no tenga el trabajo después de mañana.

Se tensa y se endereza en el asiento. — ¿Cómo que mañana no tendrás trabajo?

Aunque sé que no puede verlo en la oscuridad del coche, me señalo la frente. —Esto.

Sus brazos se flexionan y se agarra con más fuerza al volante. —

¿Qué? ¿Perderás el trabajo porque te has hecho daño?

Mi voz tiembla porque estoy llena de preocupación. No quiero meter la pata. —Sí, cuando mi jefa se entere de que estuve en una pelea de bar, me despedirá. Me odia.

Se acerca y me da unas palmaditas en la pierna, y yo me quedo quieta, deseando que no me quite la mano de encima. ¿Qué diablos Sotelo, gracias K. Cross & Botton

me pasa? Nunca soy así. —Gruñe y aparta la mano. —Todo va a ir bien. Y no estuviste en una pelea de bar.

Me río porque la sola imagen de mí en una pelea de bar me hace gracia. Ahora me río, pero sé que mañana no lo haré. —Créeme, para cuando la señora Daniels se entere, habrá oído que estaba borracha, que me enrollé con un tipo cualquiera y que luego me metí en una pelea de bar. Solo está buscando una razón para despedirme.

— ¿La Sra. Daniels? ¿Estás bromeando? ¿Krista Daniels sigue siendo la directora de la escuela?

Asiento. —Sí, ¿cómo lo sabías? Espera, ¿qué quieres decir con todavía? Creía que eras nuevo en Whiskey Run.

Me giro en mi asiento, completamente centrada en él ahora. Está mirando la carretera, y eso me da tiempo para asimilarlo todo. Tarda en responder, pero no me importa. —No, no soy nuevo en Whiskey Run. He vivido aquí casi toda mi vida. He estado fuera un tiempo trabajando de incógnito en Jasper, y acabo de volver la semana pasada.

Junto las manos sobre el regazo. No preguntes. No preguntes, me repito, pero eso no me detiene. — ¿Cuántos años tienes?

Sonríe y me mira. —Treinta y dos. —Hace una pausa. —Diez años mayor que tú.

— ¿Cómo sabes...?

¿Cómo sé cuántos años tienes? Sé mucho sobre ti. Pero cuando te conocí no sabía que querría saber más.

Me da un tirón en el bajo vientre cuando insinúa que quiere conocerme mejor. Apenas puedo asimilarlo antes de que me diga: —

¿Algún problema?

—No, a mí también me gustaría saber más de ti.

Su sonrisa es instantánea mientras me mira. — ¿Y el hecho de que sea diez años mayor que tú? ¿Es eso un problema?

Me muerdo el labio para no suplicarle que me tome. No sé qué me pasa, pero estar aquí sentada con... oh mi Dios. —Uh, no, no es Sotelo, gracias K. Cross & Botton

un problema. Lo siento. Parece que lo sabes todo de mí, pero yo no sé nada de ti. ¿Cómo te llamas?

Por primera vez desde que le conozco, frunce el ceño. Es entonces cuando miro por la ventana y me doy cuenta de que estamos sentados en la entrada de la casa de mi mamá y mi padrastro.

¿Cómo sabías dónde vivía? ¿Cómo sabes tanto sobre mí?

Se gira en su asiento y no entiendo por qué me mira así. Casi parece decepcionado. Abre la boca, pero no llega a pronunciar palabra porque llaman a la ventanilla del coche. Me inclino hacia delante y veo a mi padrastro junto al coche. Seguro que le preocupa que haya un coche de policía en la entrada.

—Joder. — dice el hombre sentado a mi lado antes de bajar la ventanilla.

Mi padrastro se inclina. —Hola, hijo. Me alegro de que hayas venido.

— ¿Hijo?— Prácticamente grito. Señalo al desconocido, el hombre que sin duda me atrae, y le pregunto asombrada: — ¿Eres Baker Johnson? ¿Eres mi hermanastro?

Hace una mueca. —Soy Baker Johnson.

Abro la boca, la cierro y la vuelvo a abrir. —Uh, de acuerdo, bueno, gracias por traerme. — Salgo del coche y estoy dando la vuelta por delante cuando mi padrastro me mira. — ¿Qué te ha pasado?

¿Quién te ha hecho eso?

Agradezco su preocupación, de verdad. Solo llevo un mes en casa y me sorprendió descubrir lo mucho que me gustaba mi padrastro. Es un buen tipo. Pero definitivamente no quiero entrar en todo lo que pasó.

Especialmente después de la pequeña bomba que me explotó en la cara. — Nadie me lo hizo. Me lo hice yo misma.

Ryan me pone las manos en los hombros. —Cariño, tienes un nudo en la cabeza. ¿A quién tengo que matar? Baker, ¿estabas ahí cuando pasó esto?

Baker sale del coche y viene a ponerse a mi lado. Tira suavemente de mí hasta que salgo de los brazos de su papá y me gira Sotelo, gracias K. Cross & Botton

para que estemos frente a frente. Hago todo lo posible por evitar mirarlo, pero es demasiado difícil resistirse.

Ignora a su papá y se dirige a mí. —Ya te está saliendo un moretón, Cass.

Asegúrate de tomar un analgésico antes de acostarte esta noche.

Asiento, pero una parte de mí quiere llorar. Nunca nadie se había preocupado por mí, no así, y, por supuesto, el único hombre que me atrae acaba siendo mi hermanastro. Me echo hacia atrás y, con la espalda recta, empiezo a alejarme. —Lo haré. Y gracias de nuevo.

Buenas noches, Baker. Buenas noches, Ryan.

Giro sobre mis talones y prácticamente corro por el pasillo hasta el interior de la casa. Mi mamá está sentada en el sofá viendo la televisión y ni siquiera me molesto en pararme a hablar con ella. Sé que me va a soltar

algún discurso sobre cómo lo de esta noche ha sido culpa mía, y no quiero oírlo.

Subo corriendo a mi habitación y cierro la puerta antes de tirarme en la cama. Con un gemido de frustración, me tumbo boca arriba y miro al techo.

Qué suerte tengo. Por fin tengo una conexión con un hombre, y acaba siendo mi hermanastro. Está fuera de mis límites... por mucho que desee que no lo esté.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

Capítulo 4

BAKER

Mi papá tiene los brazos cruzados sobre el pecho, mirándome.

Nunca he podido ocultarle nada, y no voy a intentarlo ahora. — ¿Qué?

Adelante, pregúntame.

Hace un gesto hacia la casa. — ¿Ella está bien? ¿Sabes quién le hizo eso?

—Hubo una pelea en el Whistler. Ella estaba intentando separarla, y un tipo empujó a otro y el tipo se llevó a Cassie con él al caer. Así es como se hizo el moretón en la frente.

Se ríe entre dientes y niego. — ¿Qué tiene eso de gracioso, papá?

—Tú hermana. Te juro que es un petardo. No hay muchas mujeres que se metan con dos hombres adultos peleándose.

En eso tiene razón. Es un petardo, y nunca he conocido a una mujer como ella. Pero sigo odiando que se refiera a ella como mi hermana. No tengo ningún pensamiento fraternal hacia ella en absoluto.

— ¿Quieres entrar?

No quiero... pero lo hago.

Solo llevo una semana de regreso en la ciudad, pero he evitado venir a ver a mi papá y a su nueva esposa. La verdad es que Brandi no me importa mucho. He tratado de ser amable con ella, pero es difícil. Solo había estado cerca de ella unas pocas veces antes de ir a Jasper para el trabajo encubierto, pero esas pocas veces fueron suficientes para hacerme saber que quiero limitar mi tiempo con ella.

Tuve la suerte de perderme toda la representación de la boda, ya que estaba trabajando de incógnito. Pero por mucho que no quiera ver a mi madrastra,

no quiero perder la oportunidad de ver a Cassie.

—Claro. Todavía estoy en mi turno, pero puedo entrar un momento.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

Mi papá no intenta ocultar su sorpresa. Lo sigo y contengo la respiración todo el camino. En unos segundos volveré a ver a Cassie y espero poder explicarle las cosas.

Prácticamente empujo a mi papá a un lado cuando entro, con la esperanza de ver a Cassie, pero la única que está sentada en el salón es Brandi.

Me mira dos veces y, por un instante, veo el disgusto en su cara.

Sé que no le gusta que mi papá y yo seamos íntimos, pero se apresura a ocultarlo. —Baker... qué agradable sorpresa. ¿Estás bien?

—Sí... ¿dónde está Cassie?

Se gira hacia la televisión. —Oh, ha salido esta noche.

Pongo los ojos en blanco mientras papá empieza a contarle lo sucedido. Espero a que Brandi exprese su preocupación o se levante para ir a ver cómo está, pero no hace nada, salvo encogerse de hombros. —Esa chica. Siempre está buscando problemas.

Aprieto los dientes. Sí, ahora me gusta aún menos.

—Oye, papá, voy al baño. Ahora vuelvo.

Mi papá me mira con complicidad. —Claro, hijo.

Paso por alto el baño del primer piso y subo las escaleras de dos en dos. Camino por el pasillo hasta el dormitorio que sé que papá y Brandi habían hablado de darle a Cassie cuando volviera del colegio.

La puerta está cerrada y quiero abrirla de un empujón, pero llamo suavemente.

Se oye un crujido detrás de la puerta y luego se abre de golpe.

Cassie da un grito ahogado y se echa hacia atrás. — ¿Baker? ¿Qué haces?

Entro en su habitación y cierro la puerta. Ya se ha cambiado de ropa y dejo que mis ojos recorran su cuerpo. Los pantalones cortos y la camiseta de tirantes no hacen nada por ocultármela. Me llevo las manos a los costados porque quiero estirar el brazo, agarrarla por las caderas y estrecharla contra mí. —Tenía que asegurarme de que estabas bien.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

Asiente, con los ojos muy abiertos, mirando entre la puerta cerrada y yo.

Parece atrapada y levanto las manos. —Lo siento. Puedo irme.

Cruza los brazos sobre el pecho. — ¿Por qué no me dijiste que tú... que nosotros...? — Exhala un gran suspiro. — ¿Por qué no me dijiste que eras mi hermanastro? Pensé...

Doy un paso hacia ella, queriendo que continúe. — ¿Pensaste qué?

Descruza los brazos y se golpea los muslos con las manos.

Olvídalo. Ya no importa.

Me muevo antes de que pueda disuadirme. Mis manos van directas a sus caderas y la atraigo hacia mí. Se adapta perfectamente a mí, pero sabía que lo haría. —Pensabas que me atraías... que me interesas.

Me levanta la barbilla. —Sí, pero no sabía que mi hermano mayor estaba jugando conmigo.

Me inclino hasta que nuestros labios están a escasos centímetros el uno del otro. Mantengo una mano en su cintura y subo la otra para rodearle el cuello. Su pulso se acelera bajo mi pulgar y lo froto de un lado a otro. —No estaba jugando contigo. Te deseo.

Se pasa la lengua por el labio inferior y gimo. No se da cuenta de que apenas resisto. Suspira y siento cómo sus pezones me cortan el pecho.

Jódeme.

Intenta apartarse, pero no la dejo. —Baker, eres mi hermanas…

La interrumpo. —No lo digas. No somos parientes.

Mi pequeña petardo pone los ojos en blanco. —Lo somos... eres mi...

—Soy tuyo. Así es como deberías redactar esa frase... Dime que eres mía.

Me lleva las manos al pecho, pero no me aparta. —Baker, no podemos... no deberíamos.

— ¡Baker! ¿Estás bien, hijo? — grita mi papá subiendo las escaleras.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

Cassie se tensa y la suelto de mala gana. —Sí, quería ver cómo estaba Cassie. Enseguida voy.

Se separa de mis brazos y me sisea: —Baker... Van a saber que estás en mi habitación... se van a preguntar qué hacemos aquí.

Pongo la mano en la puerta para impedir que la abra. Me inclino, presionando mis labios suavemente sobre el moretón de su frente antes de apartarme. —Solo estamos hablando... esta noche. Aunque daría cualquier cosa por quedarme aquí contigo toda la noche, veo que necesitas algo de tiempo para hacerte a la idea.

Puede intentar negarlo todo lo que quiera, pero veo cómo se le iluminan los ojos. Puede que no quiera sentir lo que siente, pero eso no cambia el hecho de que me desea. Y eso es todo lo que necesito ahora. —Te veré mañana.

Abro la puerta y, sin mirar atrás, salgo de su habitación. La única razón por la que no la miro es porque es casi imposible alejarse ahora. Si ella me diera alguna indicación de que también me desea, me quedaría. Que se jodan los demás, porque a partir de ahora, lo que Cassie quiera, Cassie lo tendrá.

Cuando bajo los escalones, mi papá me espera abajo. Me mira con complicidad y seguro que se pregunta qué estaba haciendo, pero no me importa. Espero a estar a su lado. —Asegúrate de que toma Tylenol para la cabeza. Llámala si necesita algo. — Le pongo la mano en el hombro y lo aprieto cariñosamente. —Te quiero, papá. Hablamos pronto.

Llego a la puerta antes de que me detenga. —Hijo.

Sabía que no me dejaría escapar tan fácilmente. Él no es así. —

¿Sí, papá?

Se acerca y me doy cuenta de que Brandi sigue sentada en el sofá con toda su atención puesta en la televisión. Mi papá habla en voz baja. — ¿Hay algo que quieras decirme?

Me encojo de hombros. — ¿Qué quieres saber?

Espero, conteniendo la respiración. Es obvio que estoy interesado en Cassie. Tendría que estar ciego para no darse cuenta y, por supuesto, me preocupa que intente prohibírmelo o que me diga Sotelo, gracias K. Cross & Botton

todas las razones por las que es una mala idea. Pero me sorprende. —

No le hagas daño.

Sacudo la cabeza. ¿Lo he oído bien? — ¿Me acabas de decir que no le haga daño?

Levanta la cabeza y me mira a los ojos. —Es exactamente lo que he dicho. Cassie es especial.

Asiento. Aunque acabo de conocerla, ya lo sé. —Sé que lo es, papá.

Cambia de pie y se coloca entre la puerta y yo, impidiéndome salir. Cruza los brazos sobre el pecho. —Te lo digo en serio. Veo esa mirada en tus ojos. Te digo que ella es especial. No empieces algo que no piensas terminar.

¿Entiendes lo que te digo?

Ni siquiera pestañeo. Le busco los ojos y no sé qué decirle para convencerlo, así que digo lo primero que se me ocurre. —Me recuerda un poco a mamá.

Parece sorprendido durante un segundo, así que continúo. —Se enfrentó a dos hombres más grandes que ella porque no quería que se pelearan. Se preocupa más por los demás que por sí misma. Le preocupaba que su amiga tuviera que irse para llevarla a casa. Se preocupa por su trabajo, por su hermana. Y acabo de conocerla esta noche, papá. Créeme, sé que es especial.

Debe darse cuenta de que estoy siendo sincero porque se hace a un lado. De acuerdo. Que pases buena noche, hijo, y no seas un extraño.

Salgo a la noche. —Hasta pronto, papá.

Porque, efectivamente, pasaré más tiempo aquí.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

Capítulo 5

CASSIE

Me siento como el infierno y sé que también lo parezco.

Estuve dando vueltas en la cama la mayor parte de la noche, repitiendo en mi mente desde el momento en que Baker entró en el Whiskey Whistler hasta que salió de mi habitación. Descubrí que la atracción que sentía no era unilateral. Definitivamente, él era más expresivo al respecto y no actuaba como si fuera a echarse atrás. Pero quién sabe, a la luz del día, podría cambiar completamente de opinión.

Además, tengo muchas preguntas. Una de ellas, ¿sabía quién era yo todo el tiempo?

Pero no puedo preocuparme por eso ahora.

No, ahora tengo que preocuparme por entrar en mi clase y evitar a la señora Daniels. Con la cabeza gacha, entro en el edificio a paso ligero. Tengo que pasar por delante de la oficina, y normalmente saludo con la mano a la secretaria del colegio, pero hoy miro al frente, con la esperanza de evitar a todo el mundo.

Paso dos pasos por delante de la puerta de la oficina y mis hombros empiezan a relajarse cuando oigo gritar mi nombre.

Señorita Waters. ¿Puedo verla, por favor?

Tiemblo y el pánico se apodera de mí. Quiero correr en dirección contraria, pero sé que solo estoy aplazando lo inevitable. Sujeto mis papeles y carpetas más cerca del pecho, sacudo la cabeza para que el pelo me caiga sobre la frente, pego una sonrisa a mi cara y entro en el despacho. —Hola, señora Turner. — Saludo con la cabeza a la secretaria, que me dirige una mirada comprensiva. Diablos, lo saben.

Sabía que se enterarían, pero ¿quién iba a pensar que lo sabrían a las siete de la mañana del día siguiente? Entro en el despacho de la Sra.

Daniels. — ¿Quería verme?

Sus ojos se dirigen directamente a mi frente. Sé que no puede verlo. No solo me la cubre el pelo, sino que me he maquillado mucho Sotelo, gracias

K. Cross & Botton

esta mañana. La hinchazón ha desaparecido por completo y el moretón está oculto bajo capas de corrector. Pero la señora Daniels no se deja engañar. Se acerca a su mesa y se detiene delante de mí. —

¿Tienes algo que contarme sobre anoche?

Abro la boca, pero no logro pronunciar palabra porque enseguida vuelve a hablar. —Señorita Waters, ¿necesito recordarle que aquí tenemos un código de conducta? No nos limitamos a ignorarlo cuando nos enteramos de que nuestros profesores andan por bares, beben y se meten en peleas.

Me recuerdo a mí misma que quiero conservar este trabajo. Hay tres escuelas en esta ciudad, primaria, secundaria y bachillerato, y si me despiden de una, no podré trabajar en ninguna. Y realmente no quiero ir a Jasper a trabajar en una escuela de ahí. —Señora Daniels, soy muy consciente del código de conducta, y por eso sí, anoche quedé con una amiga, pero no bebí, y definitivamente no me metí en una pelea.

Cruza los brazos sobre el pecho. —He oído lo contrario.

Dejo escapar un suspiro y empiezo a explicarme. —Había dos hombres que empezaron a pelearse. Solo intentaba detenerlos, y ya está.

Me mira como si pudiera ver a través de mí. No sé si está esperando a que cambie mi historia o qué, así que modero mi respiración y le devuelvo la mirada.

Me levanta la barbilla. —Sabes que averiguaremos la verdad.

Asiento, aunque no sé si es verdad o no. Una cosa de Whiskey Run es que los chismes a veces corren como la pólvora, y puede que ella solo oiga verdades embellecidas. —Entiendo. ¿Puedo ir a clase ya?

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