Decidete hoy sergio v. collins All Chapters Instant Download

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Intersectionality Patricia Hill Collins

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Corn■ Chemistry and Technology 3rd Edition Sergio O. Serna-Saldivar

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Kaufman’s Clinical Neurology for Psychiatrists David Myland Kaufman

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Last Night at the Hollywood Canteen. 1st Edition Sarah James.

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Jenna (Halliday Hotels Book 3) Elizabeth Lennox

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Diagnostic Imaging: Chest 3rd Edition Melissa L. RosadoDe-Christenson

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One More Touchdown Ireland Lorelei

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Creating Exhibitions: Collaboration in the Planning, Development, and Design of Innovative Experiences – Ebook

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Inter-American Division Publishing Association® 2905 NW 87 Ave Doral, Florida 33172 EE UU tel +1 305 599 0037- mail@iadpa org - www iadpa org

Presidente: Saúl Andrés Ortiz

Vicepresidente de Producción: Daniel Medina

Vicepresidenta de Mercadeo y Ventas: Ana L. Rodríguez Vicepresidente de Finanzas: Moise Javier Domínguez

Dirección editorial

Jorge L. Rodríguez

Compilación, adaptación y edición de los textos

Dorian X. Santana

Diseño de interior y portada

Kathy Hernández de Polanco

Diagramación y conversión a libro electrónico: Daniel Medina Goff

Copyright © 2023 de la edición en español

Inter-American Division Publishing Association® ISBN: 978-1-78665-697-1

Impresión y encuadernación: USAMEX, INC.

Impreso en México / Printed in Mexico

1ª edición: agosto 2023

Procedencia de las imágenes: Shutterstock y iStock

Está prohibida y penada, por las leyes internacionales de protección de la propiedad intelectual, la traducción y la reproducción o transmisión, total o parcial, de esta obra (texto, imágenes, diseño y diagramación); ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia, en audio o por cualquier otro medio, sin el permiso previo y por escrito de los editores.

En esta obra las citas bíblicas han sido tomadas de la versión Dios Habla Hoy: DHH © SBU. También se ha usado la Reina-Valera, revisión de 1995: RV95 © Sociedades Bíblicas Unidas (SBU), la revisión de 1960: RV60 © SBU, la Traducción en Lenguaje Actual: TLA © SBU, la Reina-Valera Contemporánea: RVC © SBU, la Reina-Valera Actualizada: RVA15 © Mundo Hispano, La Palabra versión hispanoamericana: LPH © Sociedad Bíblica de España, la Biblia de las Américas: BA © The Lockman Foundation, la Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy: NBLH © The Lockman Foundation, la Nueva Versión Internacional: NVI © Bíblica, la Nueva Traducción Viviente: NTV © Tyndale House Foundation, la Biblia Jubileo 2000: JBS © Life Sentence Publishing, la Palabra de Dios para Todos: PDT © Centro Mundial de Traducción de la Biblia, la Nueva Biblia al Día: NBD © Bíblica. En todos los casos se ha unificado la ortografía y el uso de los nombres propios de acuerdo con la RV95 para una más fácil identificación.

En las citas bíblicas, salvo indicación en contra, todos los destacados (cursivas, negritas) siempre son del autor o el editor.

Las citas de las obras de Elena G de White se toman de las ediciones actualizadas caracterizadas por sus tapas color marrón, o, en su defecto, de las ediciones tradicionales de la Biblioteca del Hogar Cristiano de tapas color grana Dada la diversidad actual de ediciones de muchos de los títulos, las citas se referencian no solo con la página, sino además con el capítulo, o la sección, o la página más el epígrafe en el caso de Consejos sobre alimentación.

«Hoy te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre bendiciones y maldiciones. Ahora pongo al cielo y a la tierra como testigos de la decisión que tomes. ¡Ay, si eligieras la vida, para que tú y tus descendientes puedan vivir! Puedes elegir esa opción al amar, al obedecer y al comprometerte firmemente con el Señor tu Dios.

Esa es la clave para tu vida». Deuteronomio 30: 19-20, NTV

1 de enero

Y tú, ¿eres kainós?

«Ahora que estamos unidos a Cristo, somos una nueva creación» (2 Corintios 5: 17, TLA).

Probablemente te estés preguntando qué significa la palabra en el título de la reflexión de hoy.

Kainós es uno de los términos que usaban los griegos para referirse al significado de la palabra «nuevo», pero kainós no es un nuevo cualquiera, sino uno que mantiene la calidad a través del tiempo. De este modo, para los griegos, algo podría ser nuevo en calidad, aunque no se hubiese fabricado recientemente.

Hoy es día de Año Nuevo y posiblemente tengas nuevas metas y planes listos para llevar a cabo. Entre ellos conviene incluir el desafío del texto de hoy: «Ahora que estamos unidos a Cristo, somos una nueva creación» (TLA). Esta no es una relación temporal, que se deteriora con el tiempo; sino más bien una relación que se renueva en calidad, que superando el tiempo y el espacio se extiende por la eternidad. Este llamado supera las expectativas de una semana de oración, un día de énfasis de algún ministerio o incluso el inicio de un nuevo año. Solo podemos ser nuevos en Cristo si renovamos diariamente nuestra relación con él.

La vida del apóstol Pablo ilustra el significado de ser nuevos en Cristo. El apóstol dijo: «Me circuncidaron a los ocho días de nacer, soy de raza israelita, pertenezco a la tribu de Benjamín, soy hebreo e hijo de hebreos» y mucho más… Entonces concluye: «Pero todo esto, que antes valía mucho para mí, ahora, a causa de Cristo, lo tengo por algo sin valor» (Filipenses 3: 5-7).

La experiencia de Pablo es la de alguien que se arrepiente de sus errores del pasado para entregar diariamente su vida a Dios. Barclay señala: «El arrepentimiento significa la inversión de la dirección de la vida a fin de mirar a Dios de frente» (The Mind of Jesus, p. 44). ¿No crees que tú, al igual que yo, también deberíamos ser renovados en Cristo?

La buena noticia es que Dios recompensará a cada joven y señorita que asume este reto, ya que la única forma de entrar por las puertas de «la nueva Jerusalén» es siendo renovamos en Cristo cada día. Y tú, ¿qué dices? ¿Te gustaría mantener diariamente una relación de calidad con Jesús? «El “momento preciso” es ahora.

Hoy es el día de salvación” (2 Corintios 6: 2, NTV).

D .

2 de enero

¿Esperas un milagro?

«El Señor lo miró, y le dijo: “Usa la fuerza que tienes, para ir a salvar a Israel del poder de los madianitas. Yo soy el que te envía”» (Jueces 6: 14).

Es probable que tú, al igual que yo, te encuentres entre los millones de creyentes que durante años hemos estado esperando un milagro en nuestras vidas.

¿Conoces a alguien que no? Si eres de los que anhelan ver la poderosa mano de Dios obrando en tu vida, te invito a echar un vistazo a la experiencia de Gedeón.

Aquella soleada mañana este joven se dirigió a hurtadillas al lagar a trillar el trigo para preparar una escasa comida familiar. Entonces se le apareció el Ángel del Señor y le dijo: «¡El Señor está contigo, hombre fuerte y valiente!». A lo que este joven israelita, con sencillez de corazón, respondió: «Perdón, señor, pero si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos pasa todo esto?

¿Dónde están todos los milagros de que nos hablan nuestros antepasados, cuando dicen que el Señor nos sacó de Egipto? El Señor nos ha abandonado, y nos ha entregado al poder de los madianitas» (Jueces 6: 12 -13).

Como la experiencia del éxodo todavía estaba fresca en la mente de los israelitas, se podría considerar que esta respuesta salía de una boca incrédula y blasfema. Pero no seamos tan severos a la hora de juzgar. En realidad, Gedeón no es más que un joven atribulado que derrama su alma ante el Señor.

Sin embargo, lo que llama mi atención es la frase: «Usa la fuerza que tienes, para ir a salvar a Israel» (vers. 14). Aquí Dios le está diciendo a Gedeón que ese milagro que tanto había esperado iba a ocurrir, y que, además, ya había una persona señalada para cumplir dicho propósito: el mismo Gedeón. ¡Esa sí que era una buena noticia!

Al comenzar este nuevo año, es muy probable que el amante Padre celestial esté a punto de concederte ese milagro por el cual has estado orado por tantos años. Y como en el caso de Gedeón, tú desempeñarás un papel protagónico en su realización. Aunque el poder no esté en ti o en tu interior, como algunos piensan, tienes a un Dios poderoso que está dispuesto a usarte para glorificar su nombre, como lo hizo con Gedeón. ¿Estás dispuesto?

3 de enero

La urgencia de la confesión

«Si confesamos nuestros pecados, podemos confiar en que Dios, que es justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad» (1 Juan 1: 9).

Reconocer nuestros pecados es imprescindible para que seamos perdonados. Por eso el Señor había indicado: «Si alguien comete alguno de estos pecados, deberá reconocerlo» (Levítico 5: 5, TLA). Sin embargo, al corazón humano le resulta difícil admitir sus faltas. Tiene una inclinación natural hacia la autojustificación.

A principios del siglo XVII, el duque Osuna, virrey de Sicilia y luego de Nápoles, visitó una galera con presos en el puerto de Barcelona, España. Uno por uno los prisioneros se presentaron ante él, y a todos les hacía la misma pregunta:

¿Por qué crimen estás aquí?

Las respuestas eran distintas, cada uno trataba de justificar su situación. No obstante, finalmente un preso confesó con humildad:

Señor, yo estoy aquí justamente. Deseaba conseguir dinero fácil y lo robé. Merezco mi condena.

El duque, famoso por su ingenio cáustico y satírico, quedó tan sorprendido por la honrada admisión de la culpa por parte del hombre, que lo perdonó e inmediatamente ordenó que lo dejaran en libertad.

Eres demasiado malo como para dejarte entre tantos hombres inocentes, dijo de modo que todos pudieran oír.

Es posible que la vergüenza o el orgullo estorben nuestra decisión de confesar nuestros pecados. Siempre es más fácil dar por sentado que todo está bien o que mejorará pronto. Pero cualquiera sea la razón, mentiríamos «si decimos que no hemos cometido pecado». Dios ve nuestra duplicidad. Observa nuestra hipocresía. «Penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. Allí examina nuestros pensamientos y deseos, y deja en claro si son buenos o malos. Nada de lo que Dios ha creado puede esconderse de él, pues Dios puede verlo todo con claridad, y ante él seremos responsables de todo lo que hemos hecho» (Hebreos 4: 12, 13, TLA).

Pero, aunque el Señor lee nuestro corazón y nos conoce perfectamente, es bondadoso y compasivo. «Si confesamos nuestros pecados», nos perdonará; más aún, «nos limpiará de toda maldad». Una experiencia tal nos asegurará estar de pie ante su presencia en el día final. De hecho, podemos disfrutar de ella ahora mismo, si voluntariamente nos entregamos a la misericordia de nuestro amante Salvador.

4 de enero

Desventajas físicas y espirituales

«A los que salgan vencedores les daré un lugar conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono» (Apocalipsis 3: 21).

Algunos de los personajes más célebres del mundo tuvieron defectos físicos. Lord Byron nació con una deformidad en el pie derecho. Robert Luis Stevenson era tuberculoso. Alexander Pope era jorobado. El almirante Nelson perdió la vista en un ojo, luego de haber sido herido en combate. Edgar Allan Poe era neurótico. Thomas Edison y Beethoven eran sordos. Julio César era epiléptico. Charles Darwin era discapacitado.

Helen Keller era ciega y sorda, Luis Pasteur era tan miope que apenas podía moverse en su laboratorio sin anteojos. Franklin Roosevelt, aunque discapacitado a causa de una parálisis infantil, fue elegido cuatro veces presidente de Estados Unidos.

A pesar de sus defectos físicos, ninguno de ellos se rindió. En vez de decir: «Podría tener éxito en la vida si tan solo tuviera las ventajas de otras personas», tuvieron la firme determinación de luchar a pesar de las dificultades. Demostraron que las limitaciones físicas no son decisivas si se tiene una mente aguda y un espíritu inquebrantable. Los premios del mundo se conceden a los vencedores.

Así también sucede en el reino espiritual. Cristo promete a los vencedores el privilegio de compartir su trono en el cielo. Sin embargo, corremos el riesgo de considerar nuestras limitaciones espirituales como obstáculos infranqueables hacia la victoria. Tal vez pensemos que la vida eterna está más allá de nuestro alcance porque hemos heredado una inclinación natural hacia el mal, que se expresa en deseos pecaminosos y da como resultado un carácter débil. Pero si podemos vencer las desventajas físicas, ¡también podemos vencer las espirituales! «Cristo ha dado su Espíritu como poder divino para vencer todas las tendencias hacia el mal, hereditarias y cultivadas, y para grabar su propio carácter en su iglesia» (El Deseado de todas las gentes, p. 641).

Cristo afrontó todos los desafíos y los venció, y nos ofrece la victoria. Por tanto, si realmente deseamos ser vencedores, podemos serlo, porque «con nosotros está el Señor nuestro Dios para ayudarnos y […] pelear nuestras batallas» (2 Crónicas 32: 8, NTV).

5 de enero

La cura definitiva

«Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre tiene que ser levantado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna» (Juan 3: 14, 15).

La peste negra del siglo XIV fue sin duda una de las pandemias más devastadoras de la historia humana. El brote repentino de esta enfermedad terminó con la vida de entre setenta y cinco y doscientos millones de personas, y afectó de manera significativa la económica y el estilo de vida de aquella generación.

Ningún pueblo está completamente preparado para enfrentarse a una plaga, como vimos hace unos años con la COVID-19, y el pueblo de Israel no era la excepción. Por eso, en su peregrinación por el desierto, miles de israelitas murieron al ser atacados por «serpientes venenosas». Habían hablado contra Moisés y expresado dudas sobre la dirección de Dios, pero ahora reconocían que habían actuado mal: «¡Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti! ¡Pídele al Señor que aleje de nosotros las serpientes!» (Números 21: 7). Entonces

Dios ordenó a Moisés que hiciera una serpiente de bronce y la pusiera en un asta, de modo que, si alguno era mordido y miraba a la serpiente que había sido levantada, quedara sano.

Esto era un símbolo de la muerte de Cristo por nuestros pecados. Aunque, por nosotros mismos, no podemos solucionar el problema del pecado, podemos ejercer fe en Jesús para el perdón de los pecados. Contemplar el sacrificio de Jesús con fe nos sanará de la peste más devastadora de la historia: el pecado.

En cierta ocasión un paciente fue donde su farmacéutico:

¿Puede darme algo para el resfriado?

¿Trajo la receta? preguntó este a su vez.

No fue la respuesta , pero traje el resfriado para curarlo.

Con frecuencia, los que buscar un remedio para la enfermedad del pecado procuran presentar su propia receta al Señor, pero todo lo que él nos pide es que aceptemos los beneficios de su sacrificio en nuestro favor. No podemos añadir ninguna virtud al sacrificio de Jesús, pero podemos abrir nuestro corazón y permitir que Dios obre el milagro de la salvación en nuestras vidas. Apreciado joven, «si con tu boca reconoces a Jesús como Señor, y con tu corazón crees que Dios lo resucitó, alcanzarás la salvación» (Romanos 10: 9).

6 de enero

La generosidad será recompensada

«El que es generoso, prospera; el que da, también recibe» (Proverbios 11: 25).

Un viajero buscaba un nuevo sitio donde vivir.

Junto al camino encontró a un anciano y le dijo:

¡Buen día, señor! Me gustaría mudarme en este lugar. ¿Cómo son las personas que viven aquí? Espero que sean mejores que los vecinos del pueblo que he abandonado.

¿Cómo eran ellos?

¡Le cuento que eran terribles, engañadores, chismosos! No me dejaban vivir en paz.

No se mude aquí le dijo el aldeano. Esta gente no es diferente de la que usted acaba de dejar.

Más tarde otro viajero saludó al mismo anciano.

¡Buenas tardes! le dijo. Estoy buscando algún buen lugar donde poder vivir tranquilo. ¿Qué tal es este?

¿Cómo eran las personas que dejó?

Son las mejores que he conocido, siempre estaban deseosas de ayudar a los demás. Por supuesto que, como todos los seres humanos, cometían errores; pero eran tan honrados y sinceros que sentí muchísimo abandonarlos.

Está bien dijo el anciano , este es el lugar que busca. Esta gente no es diferente de la que usted acaba de dejar.

La manera como nos entregamos a otros en servicio, reconocimiento, comprensión, apoyo emocional y respeto regresará a nosotros en la misma proporción en la que estamos dispuestos a dar. En palabras de Jesús:

«Den a otros, y Dios les dará a ustedes. Les dará en su bolsa una medida buena, apretada, sacudida y repleta.

Con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les devolverá a ustedes» (Lucas 6: 38).

Tal vez hemos desarrollado el hábito de señalar a los demás o de resaltar sus rasgos negativos. A veces podríamos llegar a tener una idea errónea de cierta persona por el simple hecho de haber escuchado un falso rumor o una crítica hiriente. Por eso el pasaje de esta mañana nos recuerda que lo que recibimos es un reflejo de lo que estamos dispuestos a dar, ¿o no hemos notado un cambio repentino en los demás luego de que nosotros mismos cambiáramos nuestra actitud? Solo podemos recibir lo que estamos dispuestos dar. La regla de oro sigue hoy en vigencia para nosotros: «Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes» (Mateo 7: 12). ¿Te gustaría asumir este reto?

7 de enero ¡Resiste!

«Sométanse, pues, a Dios. Resistan al diablo, y este huirá de ustedes» (Santiago 4: 7).

Corría el año 1730. Con tan solo quince años, Marie Durand había sido encarcelada en la torre de Constanza, en Aigues-Mortes, al sur de Francia. Al encerrar a esta joven hugonota, el comandante esperaba enseñarle tanto a ella como a las demás la necesidad de someterse a las leyes civiles y religiosas del país.

Pero Marie no se rindió. Fríos vientos soplaban por las angostas aberturas de la redonda torre cuyos muros tenían unos seis metros de espesor. Mosquitos portadores de paludismo llegaban hasta la torre, y los altos niveles de humedad destruían todo lo que fuera susceptible a la corrosión. Otras que habían sido encarceladas se retractaron, pero Marie estaba decidida a no hacerlo. Por el contrario, grabó la palabra registez en el borde de una piedra. Si se trata de un provincialismo o de escribir defectuosamente résistez, no lo sabemos, pero el significado es evidente: «¡Resiste!».

¡Y claro que resistió! Durante treinta y ocho años vivió en esa torre plagada de toda clase de insectos repugnantes. Salió cuando tenía cincuenta y tres años, apenas unos siete años y medio antes de su muerte. En la Biblioteca de los Hugonotes de París se conserva una de las carta de Marie. Dice: «Dios nos ha dado las preciosas verdades de la Biblia; debemos serles leales y no traidores como Judas».

¡Qué clara era la visión de Marie! ¡Y cuán fuerte su voluntad! Como Jesús, su Maestro, resistió a Satanás y lo venció. «Así podemos nosotros resistir la tentación y obligar a Satanás a alejarse. Jesús venció por la sumisión a Dios […]. No podemos salvarnos a nosotros mismos del poder del tentador; él venció a la humanidad, y cuando nosotros tratamos de resistirlo con nuestra propia fuerza caemos víctimas de sus designios; pero “torre fuerte es el nombre de Jehová” (Proverbios 18: 10, RV60). […] Satanás tiembla y huye delante del alma más débil que busca refugio en ese nombre poderoso» (El Deseado de todas las gentes, p. 109).

Cada día pon tu vida en las manos de Dios y acude a él cuando te sientas tentado. ¡Resiste al enemigo y ganarás la victoria!

8 de enero

Un hombre de oración

«Oren en todo momento» (1 Tesalonicenses 5: 17).

En la historia de las misiones hay pocos siervos de Dios que oraban con tanta intensidad y fervor como John Hyde, misionero de la India. En una ocasión oró durante treinta y seis horas, de rodillas con la Biblia abierta frente a él. En otra ocasión oró durante diez días sin comer ni dormir. Se cuenta que una vez pasó un mes en el que apenas comía y descansaba muy poco a fin de dedicarle tiempo a la oración. Con frecuencia, oraba toda la noche, luego continuaba al día siguiente testificando del amor de Dios. La gente lo llamaba «Hyde, el hombre de oración», «el hombre que nunca duerme».

¿Por qué oraba tanto? Él respondía:

Debemos mantenernos cerca de Jesús. Él es el que atrae a las almas a sí mismo por medio de nosotros.

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