Pharus Revista #01

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A単o 1 No. 1 Julio - Septiembre de 2015

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Foto: Alicia Jiménez


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Jesús Rito Diseño

Editorial Pharus Fotografía de portada Luis Villalobos Mimiaga Consejo de asesores Mahra Ramos

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Víctor Vásquez Quintas Adampol Galindo Balam Rodrigo

Juan Jorge Bautista Gómez Fotografía Luis Villalobos Mimiaga Francisco Ramos Alejandro Sibaja

Alicia Jiménez Sánchez Ramón Peralta

Mario Martínez Ilustraciones

Ricardo Garcia Fuentes - ‘Micro’ Colaboradores Ignacio Martín

Ramón Peralta Oscar Tanat

Juan Jorge Bautista Gómez Enrique Velásquez Escobar Ronald Arquíñigo Vidal Jorge Ariel Madrazo Domingo de Ramos Alberto Alarcón

Cremildo Bahule Viton Araujo Víctor Terán

Virgilio Torres Hernández Efraín Altamirano Cáceres Israel García Reyes

DERECHOS DE AUTOR Y DERECHOS CONEXOS, AÑO 1, No. 1 Abril – junio de 2015, Es una publicación trimestral editada por Editorial Pharus M.R. 1435284, calle Armenta y López 1030, Centro, Oaxaca de Juárez, C. P. 68000 tel. 951 1855290 http://edpharus. blogspot.mx/ Editor responsable: Jesús Rito, editorialpharus@gmail.com. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo: en trámite. ISSN: en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional de Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número, unidad de infromática INDAUTOR, ing Juan José Pérez Chavez, calle Puebla, 143, Col. Roma, Delegación Cuauhtémoc, C. P. 06700, fecha de última modificación, 15 de enero de 2015. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Instituto Nacional del Derecho de Autor.

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Colaboradores Jesús Rito

(1980) Poeta y editor. Víctor Terán

Es el seudónimo del C. Víctor Hernández López, originario de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, México, quien nació un 20 de abril del año de 1958. Alberto Alarcón

Nació en Piura, Perú. (1949) Poeta y editor. Óscar Tanat Domingo de Ramos

Nació en 1960 en Ica al sur de Lima. Estudió Sociología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ignacio Martín

Salamanca, España 1968. Filólogo, poeta, editor. @ignacio_martins / https://www.facebook.com/ignaciomartinescritor www.ignaciomartin.com

Juan Jorge Bautista Gómez

Oriundo de Oaxaca. Ha realizado estudios doctorales en el Programa de

Estudios Avanzados en Derechos Humanos en la Universidad Carlos III de Madrid, España.

Óscar Tanat (1984) es oriundo de la ciudad de Oaxaca. Poeta poscorrientista

Alejandro Aparicio

Oaxaca-Puebla, 1987. Poeta poscorrientista. Creador y director de poesía entre redes. Director de la editorial independiente Astromelia editores. Enrique Velásquez Escobar

(Oaxaca, 1984). Narrador. Tiene un libro de cuentos inédito titulado Momentos para morir de pie. Actualmente escribe una novela. Ricardo Garcia Fuentes - ‘Micro

Ciudad de México, (1971) es dibujante e ilustrador. Ha trabajado en las revistas Universo Big Bang y Mad, así como para DC Comics. Es autor

de la novela gráfica Micro, el niño milagro y coautor del libro ¡Corre,

Ramón Peralta

democracia, corre!

Vive actualmente en Lisboa.

Ronald Arquíñigo Vidal

(México 1972). Fotógrafo y poeta. Dice que escribe su segunda novela.

Jorge Ariel Madrazo

(Buenos Aires, Argentina,1931). Más de una docena de poemarios y dos libros de cuentos.

Virgilio Torres Hernández

México 1956. Estudió filosofía en la UNAM. Ha publicado Canción

Armenia Ditirambo, Contraseña de la esperanza, Pago por ver, Danza como alfiler.

Efraín Altamirano Cáceres

Cusco, Perú, 1985. Poeta, Músico, Activista, Performer, Dealer de Poesía e Ingeniero Civil.

Israel García Reyes.

México D.F., 1977. Ha colaborado en las revistas literarias Plan de los

Pájaros, Lunazeta, Tierra Adentro, Cantera Verde y Avispero. Cremildo Bahule

Nación en Mozambique, 1980. Maestro en Linguística de la Universidad Eduardo Mondlane. Viton Araújo

Es autor del libro 100 Coisas para fazer depois de morrer (Arte Plural,

2012). Es integrante del grupo stand-up poetry 4 Pessoas e Nenhum Fernando.

(Lima, 1982) Antropólogo por la Universidad Nacional Mayor de San

Marcos, de Lima. Es escritor. Ha publicado la novela El diario negro de

A. Bransiteff (2006) y los libros de cuentos Homicidas cotidianos (2012)

y Cada uno con su infierno (2013). Es colaborador de la Revista Peruana

de Literatura.

Francisco Ramos

Fotógrafo originario de Juchitán, Oaxaca (1992). Su exposición más reciente: “Flores de Carne y Miel” Casa de la Cultura de Juchitan, 2015. Luis Villalobos Mimiaga

Originario de Tehuantepec, Oaxaca. Fotógrafo autodidacta, se ha dedicado a retratar y realizar un archivo documental sobre su natal Tehuantepec. Es fundador y coordinador del Colectivo Bia’ni de fotografía.

Mario Martínez

Periodista y fotógrafo. Director de Códices Oaxaca Alejandro Sibaja

Originario de Tehuantepec, Oaxaca. Fotógrafo Pertenece al Colectivo Bia’ni de fotografía. Alicia Jiménez

Es originaria de Oaxaca, (1987) se dedica a la fotografía desde hace un par de años.

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Contenido Poesía Jorge Ariel Madrazo / 37 Alejandro Aparicio / 41 Domingo de Ramos / 43 Israel García / 48 Efraín Altamirano Cáceres / 54 Virgilio Torres Hernández / 60 Alberto Alarcón / 63 Jesús Rito / 68

PoesíaIdiomas Cuento Nijinsky bailando a Mallarmé Enrique Velásquez Escobar Pág. / 10

El espejo del fotógrafo Ronald Arquíñigo Vidal Pág. / 16

Cerdo y Brandy Oscar Tanat Pág. / 22

Cremildo Bahule / 73 Víctor Terán / 76 Viton Araújo / 79

Si es que el Community Manager ya estaba inventado… Ignacio Martín Pág. / 83

Alberto Giacometti Crítica Literaria Fechas en torno al Hospital Británico Ramón Peralta Pág. / 28

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Juan Jorge Bautista Gómez Pág. / 84

Andanzas oaxaqueñas Ricardo Garcia Fuentes - ‘Micro Pág. / 87


Cuento

Foto: Luis Villalobos Mimiaga

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Foto: Luis Villalobos Mimiaga

Nijinsky bailando a Mallarmé* Por Enrique Velásquez Escobar

El Prozac siempre estaba al lado del estéreo y de sus discos piratas. No recordaba dónde escuchó que la música amansa a las bestias. Se pasaba muchas horas de la noche escuchando a Mozart, Bach y Debussy. No sabía gran cosa de música clásica, sólo entendía que era la mejor del mundo y por eso la había escogido. En muchas ocasiones sus dos hijas decían con miedo que quitara la música, porque querían ver el televisor. Su esposa le

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tenía la suficiente paciencia y tolerancia para pedirles a sus niñas que lo dejaran tranquilo. Era mejor así. El Prozac se lo recomendaron en las sesiones que tuvo para dejar el alcohol. En varias de las reuniones explicó sus arrebatos de violencia que tenía a menudo contra sus hijas y esposa o con sus hermanas y padres; e incluso gente desconocida. Le recomendaron escribir. Escribió varias hojas, a manera de cartas, detallando los sonidos

*Este cuento surge a partir una convocatoria del escritor Víctor Vásquez Quintas para realizar ficción a partir de notas periodísticas.

El Prozac se lo recomendaron en las sesiones que tuvo para dejar el alcohol.


guturales, el arrojar cosas, los golpes a la pared y contra sus familiares o a él mismo. Todas dirigidas a su esposa. Luego las leía su mujer delante de las demás personas que se reunían en círculo en las sesiones diarias de las nueve de la noche. Fueron varios meses antes de que por fin dejara las botellas. La familia pensó que se calmaría la violencia en casa. Esposa e hijas lo habían abandonado en varias ocasiones. Los ruegos y búsquedas por las casas de familiares y amigos eran exhaustivas. Lloriqueos, caricias, el postergarse ante los pies de su mujer daban resultado. Y es que en verdad eran honestos. Ella lo sabía y bastaba. Sus hijas no. Nada creían. Cómo habrían de creerlo después de una golpiza. Los puños te hacen perder credibilidad y la razón. Las discusiones entre ellas y ante su madre, incluso con sus suegros, para que lo abandonaran no producían nada. Ella sabía que él era honesto. Y bastaba. Está enfermo, decía. Su única excusa y explicación lógica. Tú lavas, planchas y trabajas muy duro todo el tiempo, puedes sola, decían. Y tenían razón. Pero también era verdad que él trabajaba durante todo el día y que era realmente sincero. Esa noche estaba tranquilo escuchando Preludio a la siesta de un fauno. No sabía el significado de preludio ni de fauno y muchos menos que se hizo inspirada por el poema de Mallarmé o de las ilustraciones que le hizo Manet o la coreografía que realizó Nijinsky. Pero no importaba. Se sentía tranquilo. Regresó del trabajo. De andar entre la gente y las calles de la ciudad, subiendo y bajando de los autobuses del transporte público ofreciendo sus productos a la venta. En esa ocasión vendía dos lapiceros de distintos colores. Rojo y negro. Atrás del sobre había una leyenda donde apuntaba el precio de cinco pesos o la voluntad del comprador. Pedía perdón de antemano por la molestia, pero era mudo y era su única manera para conseguir dinero. Para la manutención de su familia. En los últimos días, las ventas estaban muy bajas. La desesperación crecía. Menos gente piden que lave y planche, decía su esposa, no hay dinero. “No hay dinero” era la frase con la que salió a la calle en la mañana y con la que regresó. No comió en todo el día. Su familia no lo sabía. Vente a cenar, escuchó de la cocina una voz femenina y cansada. Un poco de frijoles con arroz y chiles en vinagre con tortilla recalentada. A veces el hambre no permite tomarle sabor a nada. No disfrutó nada. Agua para Nescafé fue el postre. Con este calor, pensó. Sorbió un poco y sintió asco. Le hizo sudar. Se levantó de la mesa y fue al sillón usado que le regaló su suegro cuando se casaron. Hacía más de diez años. Repitió la sinfonía. Ella sabía que estaba enojado, pero no sabía bien por qué. No le dijo nada y mandó a las niñas a dormir. Las manecillas del reloj casi llegaban al número once. Ella encendió el televisor que estaba en la cocina para escuchar el noticiero y le recordó a sus hijas lavarse los dientes. Mañana hay escuela, dijo. Se lavaron los dientes y se fueron con un “buenas noches” casi al unísono. Él cerró los ojos, sin dormir. No había nada en la despensa, lo sabía perfectamente. Ni para el desayuno del día siguiente. La renta tenía dos meses de retraso. El casero había pasado esa mañana a cobrar, pero su esposa no dijo nada. Él lo sospechaba, era obvio. A mitad de la pieza de Debussy, como un aullido lejano, escuchó en la

La familia pensó que se calmaría la violencia en casa. Esposa e hijas lo habían abandonado en varias ocasiones.

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televisión sobre el aumento de la gasolina, el huevo y el tomate. Repitió la sinfonía. Volteó a ver a su mujer y con una seña rápida y fuerte le pidió apagar el televisor. Ella dudó un instante y dijo que estaban pasando cosas importantes, que esperara un momento. Al terminar de hacerlo, supo del error que había cometido y la incertidumbre le llegó a la cabeza como un sonido de oboe de la pieza de Debussy: hipnotizador y delirante. Él se puso de pie y sin gestos. Ella de inmediato apagó el televisor. Caminó directo hacia ella. Debussy armonizaba la escena con flautas. Él se puso frente a ella. Su esposa apenas le llegaba a la altura del pecho. Había adelgazado estos últimos meses. Él siempre había sido fuerte y alto, aun sin practicar ningún ejercicio; sólo el de sobrevivir. ¿Bebiste?, preguntó ella. Él pensó que la cena había bastado para borrar de su aliento los seis tequilas que le invitó en la cantina de la parada de autobús el vendedor de periódico de la esquina de su edificio. Cállate, pensó él, y ella sabía que él pensaba eso. ¿Ya empezaste otra vez?, dijo, antes de que él empezara a sudar, a cerrar los puños y golpear la mesa y la tele y sus muslos. Tranquilo, sé que todo está muy difícil ahora, pero lo podemos hacer, dijo su Foto: Luis Villalobos Mimiaga

¿Tienes Prozac? Ella no sabía que dejó de tomarlo varios meses atrás. Comprar medicamento es menos indispensable que la comida. 12

esposa. Él se echó a llorar. Pero no bebas, empeoras todo. ¿Tienes Prozac? Ella no sabía que dejó de tomarlo varios meses atrás. Comprar medicamento es menos indispensable que la comida. Sus ojos se habían transformado en dos ventanas chispeantes. Se agarraba la cabeza y se sacudía compulsivamente. Quieres otro Nescafé, el agua aún está caliente, dijo. No sabía el asco que le causó la primera taza, el odio que sintió al tragar el agua caliente, la ira que le ocasionó el vapor sobre su rostro con ese maldito calor que se encerraba en el departamento que no podían pagar de aquel edificio viejo. La aventó hacia un lado y tiró la jarra del agua sobre ella. ¡Ya!, dijo, ¡tranquilo, me quemas! El ruido despertó a las niñas. Salieron de su recámara. Al ver a su padre, aventando cosas, emitiendo gruñidos y berridos fortísimos, comenzaron a llorar. Él fue directo a ellas y les hizo la seña de silencio. Las lágrimas y gritos eran incontrolables. Las agarró del cabello y las tiró a la cama. Su esposa se levantó y lo sujetó de la espalda, llorando y gritándole, ¡bestia, eres una bestia! Se dio la vuelta y la volvió a arrojar al piso. Comenzó a golpear al aire con los puños, sin parar, gruñendo, llorando, rojo de ira. La niña mayor, de escasos doce años, salió del departamento y avisó a la vecina de al lado. Abrió la puerta y vio a


Él se tranquilizó un momento pero sólo para subir el volumen del estéreo. Inconscientemente sabía que estaba transformando en una bestia.

la niña. Dejó que entrara, cerró con seguro, y sin pensar y sin asomarse de dónde venían los gritos y el ruido y los golpes y la música, llamó a la policía. Otros vecinos habían escuchado pero nadie salió, simplemente aseguraron sus puertas. Sabían que a menudo esas escenas se repetían en el número cuatro del edificio. La niña menor, de seis años máximo, lloraba sin parar debajo de la cama del cuarto. La mujer lloraba y gritaba ¡detente!, mientras escupía sangre. Se había golpeado contra el piso en la caída. Él se tranquilizó un momento pero sólo para subir el volumen del estéreo. Inconscientemente sabía que estaba transformando en una bestia. Recordaba lo que le habían dicho de la música para calmarse. Pero los impulsos violentos a veces eran incontrolables. El odio que sentía por todo era mucho mayor que Debussy o Mozart o Beethoven o Bach o cualquier maldito poema. Su esposa volvió a levantarse e intentó ir al cuarto de su hija. Pero la interceptó con un puñetazo en la boca. Cayó al piso casi desmayada. Volvió a emitir gruñidos lastimeros. Se dirigió otra vez hacia su esposa que apenas estaba consciente, y le dio una patada en el estómago. Tomó un cuchillo. -Qué haces, dijo ella, con la voz casi ahogada, mientras él se hacía cortes en los brazos y el pecho. Los violines de Debussy sonaban. Ella, con esfuerzo se levantó y trató de detenerlo. Sabía que podría matarse. Sin embargo, enfureció más, forcejearon, la tiró al sofá que había sido de su padre y le enterró un par veces el cuchillo en el estómago. Ella dejó de llorar, de hacer

Foto: Luis Villalobos Mimiaga

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Foto: Luis Villalobos Mimiaga

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fuerza con las manos y cerró los ojos. Él comenzó a tirar todas las cosas, las sillas, las mesas, el televisor. La sangre escurría por todo el piso de la sala. Estaba sobre la sangre que había dejado su esposa. Preludio a la siesta de un fauno continuaba, ahora más fuerte que otras noches. Él parecía Nijinsky bailando a Mallarmé sobre sangre fresca. Hasta que volvió a tomar el cuchillo enterrándoselo en su propio abdomen siete veces y caer sin fuerza. La sangre de ambos se mezclaba en el piso. Todo estaba en silencio. La niña salió de abajo de la cama. Vio todo revuelto, como si un huracán hubiera pasado. Nadie fue a ver qué pasó. Cuando la policía llegó la hija mayor estaba con la vecina. La más pequeña lloraba, inconsolable, sobre el pecho de su madre muerta. Él seguía vivo. Lo trasladaron al hospital. Estaba muy grave. Ojalá se muera pensó uno de los paramédicos. Ojalá no se muera y viva con el remordimiento y en la cárcel toda su vida, pensó otro. Estuvo una semana en el hospital en calidad de detenido. Casi revivió, dijeron los médicos a la prensa. Sus hijas se quedaron con los abuelos maternos. Pasó casi un año. Todos en el edificio lograron olvidar esa noche. Después del asesinato los abuelos se llevaron a las niñas y nunca regresaron. El diagnóstico de los ataques de ira era inobjetable. Lo trasladaron donde se encontraban los reclusos peligrosos. Los médicos alegaban que no lo era, que sólo estaba enfermo. Y era verdad. Es muy tranquilo “el mudo”, decían en la cárcel los demás internos.

Después de algunos meses lo condenaron a veintidós años de encierro. Los abogados de oficio argumentaron en su defensa que sufría de una enfermedad psicológica y ataques incontrolables de ira. No sirvió de mucho. Su propia familia sentía vergüenza de visitarlo. Sabían que siempre había sido violento. La prensa y la familia de su esposa reclamaban justicia para que no saliera nunca por el crimen. No lo lograron. Para sus casi treinta y ocho años que tenía saldría vivo. Pasaron dos años y parecía que se había acostumbrado a la cárcel. No le faltaba comida ni ropa. Pero en verdad le dolía la muerte de su esposa. En verdad la amó. Hubiera preferido matarse, no haber fallado en el intento. Al tercer año ya costuraba balones dentro del reclusorio. Actividades que los mantiene ocupados y ganan un poco de dinero, decían. El dinero es necesario tenerlo en todos lados. También en la cárcel. Era mayo. Mediodía. El calor era insoportable. Pinche mudo, ya cállate, ya me tienes hasta la madre, pareces merolico, dijo un preso. Las risas eran estentóreas. Parecían infinitas. Muchas veces las carcajadas y las burlas son más crueles y lacerantes que los golpes. A veces ni el golpe de la humillación le molestaba. A veces bastaba un suspiro para violentarlo. Dejaron de medicarlo al segundo año de preso. Se dio la vuelta con el punzón que tenía en las manos que usaba para fabricar balones de cuero. Se le fue encima al tipo que se burló de él. Pero a éste le dio tiempo hacerse a un lado y correr al otro extremo. Pero en lugar de seguirlo comenzó a llorar y patalear. Lanzaba gruñidos y sonidos extraños. Sudaba y daba vueltas viendo a todos y agarrándose el


Pinche mudo, ya cállate, ya me tienes hasta la madre, pareces merolico, dijo un preso. Las risas eran estentóreas. Parecían infinitas.

pelo. Empezó a golpearse en la cara con los puños y contra la pared. Nadie hacía nada para detenerlo. Sólo eran espectadores de los violentos choques que le estaban abriendo la frente, hasta que con el punzón, que aún tenía en la mano, se abrió las cicatrices de las heridas que se hizo la noche que mató a su esposa. Uno de los prisioneros fue a llamar a los guardias y no pudo ver cuando se hirió cinco veces el estómago, cómo sus intestinos salieron de su cuerpo antes de sacarse los ojos y caer al piso casi muerto. Cuando los guardias llegaron el cuerpo estaba sobre un gran charco de sangre y tenía dos enormes orificios en el rostro. Eran más negros y profundos de lo que cualquiera hubiera imaginado. Los ojos yacían empolvados a escasos centímetros del cuerpo tirado. Estuvo hospitalizado siete días. Murió por las heridas en el estómago. Apareció la noticia en la prensa. Sus padres, sus tres hermanas e hijas fueron al funeral. Nadie más. Lo enterraron en la fosa común. Sólo las niñas lloraron. En el edificio nadie leía el periódico y no se enteraron de su muerte. .

Foto: Luis Villalobos Mimiaga

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El espejo del fotógrafo Por Ronald Arquíñigo Vidal

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En las noches de invierno una garúa menuda se cuela entre los arbustos que bordean la calle, humedeciendo su hogar. Naturalmente, esto Brod lo sabe muy bien, faltaría más, por eso el invierno le aterra tanto como una amenaza de muerte. Observa desde la puerta carcomida de su patio, sin picaporte; la llovizna que cuelga del cielo como una suicida de vestido rasgado besando el empedrado con sus pies héticos, mientras dentro, en su pequeña buhardilla colmada de aparejos y sombras, la oscuridad es cerrada y el aire excesivamente frío. Brod se estremece como un chico cuya madre lo ha abandonado en el portón de la escuela; aterrado, pues está desprovisto de algún abrigo que restituya de calor a su cuerpo. Más aun cuando afuera lo que parece caminar es la jodida muerte. Es bueno decir, además, que un silencio de mucho miedo lo custodia, afligiendo su vacilante carácter. En noches como esta, espantosa y fría, sin más compañía que unas sombras agazapadas en las paredes y oculta entre los muebles, la luna desaparece en la ventana de setos derritiéndose a la manera de una vela que se extingue en la cerrada oscuridad de un sepulcro, y entonces lo que experimenta Brod es una sensación de mucho asco en el alma que le inquieta. Sobre sus viejos objetos flota una neblina de esas que traen

Foto: Francisco Ramos


Foto: Francisco Ramos

desde lejos un anuncio de ruindad, deslizándose entre sus pertenencias y colmándolo todo con una penumbra cinematográfica. Brod solo oye un blues triste a lo lejos, encogido en su catre de mantas sucias, las manos rígidas sobre las rodillas. Se escurre hasta el ropero para atrapar una chaqueta con la que intenta abrigarse, y se abraza a sí mismo, palpitando de frío. Coge la Polaroid de su bolso colgado de la única silla que posee, y antes de llevarse el equipo a la cara, estornuda, atacado por el frío. Empieza a registrar su soledad nostálgicamente. Dispara dos, tres, cuatro veces, cambiando de ángulo: el perfil de una puerta cerrada, la luz de las olas descubriendo bajo su cama unos viejos zapatos de gamuza, el espejo frente a su ventana, una mesa asquerosa atestada de libros y cáscaras de plátanos, y la vieja radio donde lo último que escuchó fue un Aznavour; por último, el techo de vigas atiborrado de telarañas e insectos huidizos. “Es mi hogar, mal que bien”, sonríe Brod disparando el flash por aburrimiento, ahora a sus pies descalzos que descansan estáticos en el piso, junto a un plato de fideos grasientos mezclados con atún podrido. Desde esa posición, derribado en el colchón y atribulado por la soledad que lame su cochina alma, consigue ver a través de la ventana las nubes cerrándose sobre la ciudad y la amenaza de una tormenta que borrará su espacio en cuestión de segundos —si es que no se esmera en pugnarla, claro—, con un olor

En noches como esta, espantosa y fría, sin más compañía que unas sombras agazapadas en las paredes y oculta entre los muebles

Foto: Adampol Galindo

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horripilante de entrañas de cadáver expulsado por las olas. Debo especificar que el hogar de Brod está cerca del mar, lo cual es menos seguro —o más peligroso, como él prefiere apuntar—. Debido a esto, su espacio adopta la arquitectura de un bogavante destruido, largado por el mar en el confín de los puertos a la espera de su indigno hundimiento. Esta situación procura en nuestro hombre un miedo bastardo. Al ver las olas barriendo la orilla y el muelle, Brod piensa en la extinción de su vivienda, rústica y sin aire de fortaleza. Mira las paredes desportilladas, las ventanas sin vidrios colmadas de setos; el piso de tierra manchado de humedad, los muebles sin cojines y llenos de polvo donde se recuesta a fumar, y se ve obligado a adoptar una resistencia decorosa, o menos indigna. La neblina de la playa invadirá con su vaho de animales muertos los rincones de la habitación, se auscultará en su cuerpo, y entonces no habrá otro modo de pasar la noche que sentado bajo la ventana, fumando unos cigarrillos sabor a mierda que es lo único digno que puede llevar a la boca, fabulando con el calor de una mujer a su lado, acaso alguna que lo abandonó en algún café barato de esas ciudades extranjeras que ahora él extraña más que a sus propias hembras innobles. Esa era una manera de superar el desafío de la muerte, fumando y recordando a las mujeres que alguna vez amó. La otra forma era disparar su cámara sobre los objetos que lo custodian para recluir el aspecto oscuro de calabozo que posee su buhardilla (esto es, cada vez que el invierno invade la playa), confinado en una instantánea de papel en tonos bajos que él mismo imprime en su pequeño estudio, instalado en un rincón de su altillo y custodiado por el alma de marinos bulliciosos que alguna vez perecieron hundidos en el fondo del mar, ánimas que ahora vagan en su estudio como compañeros de pieza sigilosos. Fatigado, con la luz de la mañana en la ventana y la imagen de su techo en el espejo que está junto a la puerta, Brod se pondrá de pie y se detendrá frente a él, ensimismado, a mirar su reflejo entristecido para medir la distancia que existe entre su cara y la edad de la muerte. Se dice que en algún momento de la noche se convirtió en uno de esos fantasmas sigilosos que pueblan la costa de sus pesadillas, aquella donde él decidió recluirse lejos de su familia. Aunque no le sienta bien pensar en ello. Por otro lado, a Brod le duele mirarse en esa superficie de vapores fantasmales en que se ha convertido su espejo, más aun por las noches, pues el deterioro de su cara — que el invierno y el resuello del mar han conferido a sus facciones en una imagen notoria de decrepitud aborrecible— le aterra y deprime. Una confirmación de la vejez en sus rasgos cansados. Por esta razón se propone la fotografía como la impresión de su universo en una realidad menos aparatosa, pues su retrato no es un duplicado fiel de aquello que recrea, sino una representación de la realidad más inmediata de la que

La otra forma era disparar su cámara sobre los objetos que lo custodian para recluir el aspecto oscuro de calabozo que posee su buhardilla


“la fotografía es un engaño ataviado de una atemporalidad ansiada; una extensión anodina de la realidad que fantasea con nuestra mente hasta convertirnos en lunáticos

Foto: Francisco Ramos

los sueños nos proveen. Piensa: “la fotografía es un engaño ataviado de una atemporalidad ansiada; una extensión anodina de la realidad que fantasea con nuestra mente hasta convertirnos en lunáticos tras la búsqueda de la simulación de un efecto armonioso”. Una consigna que él persigue, pues la fotografía, a su modo de ver, simula las sombras que descansan sobre sus materiales de trabajo y sobre sus pocas ropas —todas hechas jirones— y evita así los olores de sus desperdicios que acumula en un tazón de lata enmohecida; además del desorden tamizado por la penumbra del invierno y el frío que persiste en invadir los rincones de su buhardilla con vehemencia y hasta con pasión. En su lugar, la fotografía se esmera en proponer una nueva dimensión renovando el lugar caótico que falsifica: por ejemplo, una sensación de frío menos cruel, unas sombras menos intimidantes, y todo aquello que compone la repercusión de su realidad. Su hogar es pequeño, pegado al edificio donde vive una mujer que amó en silencio —un ala angosta que pertenece a una casa arruinada—, de allí que no

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Brod se esmera en fotografiar su espejo, dos dimensiones que él encuentra particularmente opuestas, con ese universo de aparejos y sueños borrosos que lo representan

haya forma de evitar el espejo que se apodera de su existencia, e invierte los planos en una imagen que retrae la perspectiva de su hospicio, de su pasado, su presente y aterradoramente su futuro. La vida de Brod se verá convertida en un artificio parecido a un sueño de esos que cobijan la mente de un desequilibrado. “La imagen que nos ofrece la fotografía es la real visión de nuestros sueños; el espejo a su anverso, de nuestras calamidades”, pensará Brod, pues se encuentran en un orden que añoramos, que deseamos como un amor que se fue y que, no obstante, sabemos que forma parte de un sistema imposible de habitar. Brod se esmera en fotografiar su espejo, dos dimensiones que él encuentra particularmente opuestas, con ese universo de aparejos y sueños borrosos que lo representan: un individuo de plano invertido ajeno al hombre que es, y que apenas puede reconocerse en las manos y en esa panza estrujada por el pantalón y el rostro abotargado que observa, y que no sabe identificar sin otro medio que no sea a través de la fotografía. Cuando la noche se asienta entre los objetos descansando sobre la cama, cubriendo el ropero, obstruyendo la ventana y aplastando al pequeño ser que le representa, toda perspectiva se anula, y el espejo será sólo una pésima representación de sombras, de objetos e imágenes que se esfuman como un aliento de mujer que alguna vez huyó entre las sombras de su cuerpo, y de una figura débil que espera bajo la ventana, fumando un cigarro sabor a mierda, cabizbajo, deseando con urgencia el calor de una mujer que le abandonó hace unos años, en un café barato de una ciudad extranjera..

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José Palazón


Foto: Francisco Ramos

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Foto: Alejandro Ortega

Cerdo y Brandy Óscar Tanat

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“Cerdo, pinche cerdo” así se referían a él en el pueblo. De vez en cuando una patada, otro día los piedrazos repentinos de los niños, a veces el encierro. —Mira carnal, ya tengo la costumbre, a ti por lo menos te alimentan, a mí no me dan ni los huesos —le recordaba Perro para consolarlo. —Es que hueso no come hueso —respondía Cerdo. Se carcajeaban. Perro y Cerdo, sin nombre alguno, sólo eso: un perro y un cerdo, eran compas desde niños. Allí en esa vieja casucha habían crecido y habían sido testigos de los más atroces actos. La madre de Cerdo, por ejemplo, fue desollada, justo en sus cerdas narices, con su cerda cara. La imagen vendría a Cerdo cada noche; un relámpago en la cabeza, una risa humana en la casucha, y luego un insoportable estar pensando en eso. La imagen era nítida: llegaron los cabrones, cuchillo en mano, ¡zaz!, un medio corte a la yugular

La madre de Cerdo, por ejemplo, fue desollada, justo en sus cerdas narices, con su cerda cara


de la cerda, que quedó abierta, exhibiendo quién sabe qué órgano blanquecino... hasta desangrarse. Media hora duró la agonía, los gritos, media hora los azotes para que se callara. Cerda ya le había dicho. —Vendrán por nosotros, vendrán para asesinarnos, por eso nos alimentan, por eso. —¿Y no podemos irnos?, ¿huir? —preguntaba Cerdo. —Imposible, alguien más nos agarraría allá afuera. Todo cerdo está condenado por el hecho de serlo. Cerda le contó que esa onda de comérselos a ellos venía desde viejos remotos tiempos. Que era una práctica que se había transmitido de generación en generación y que ella lo sabía porque cada generación de cerdos lo cuenta a la siguiente. Que habían nacido para eso, que en su carne estaba escrito su destino. Y la imagen seguía ahí fresca, tan dura como un hueso, tan lagrimeante como el deseo de venganza. Su madre agonizante no sería un acto impune, decía, buscaría el modo, buscaría cómo hacer que esa muerte se pagara. Buscaría. Perro lo tenía claro, Cerdo sería asesinado de la misma forma que a la vieja Cerda, quizá de peor manera. Ya había visto morir a los pollos, ya había visto también a los toros desangrarse lentamente. Perro, sin más amigos que ese Cerdo regordete, pensó en darle un aliciente, al menos podría regalarle unos buenos años. Quizá le valdría divertirse antes de llegar a esa oscuridad eterna. Lo arrastró a los paseos nocturnos, le mostró la vida de los perros, las peleas callejeras, las apuestas por un hueso. Ahí, en ese ambiente fue dónde Cerdo conoció a Brandy, un perro que había llegado al pueblo de la mano de un forastero que murió asesinado, “problemas de drogas”, decía. Pinche Brandy, era negro y tosco, pero inteligente, una combinación que, según Perro, no era fácil de encontrar. Se había quedado sólo después de la muerte de su dueño y por lo consiguiente, en la calle. Comenzó a liderar una banda de perros, sin hogar y “libres” decía él. Asaltaban a medio camino, en la oscuridad de los montes, y robaban principalmente comida. Estaban organizados. Uno de la banda, el más pequeño, hacía guardia en el camino y con tres ladridos, cuatro a veces, avisaba. La emboscada no se hacía esperar: de frente aparecían los de dientes más grandes —aunque flacos—, a los costados los de ladrido imponente — aunque no tuvieran dientes—, y atrás Brandy, callado, mirando fijamente, olfateando el miedo de la presa. La banda ya tenía ubicados a los hombres del pueblo, sabían cuándo era día de mercado, y a qué hora regresarían, los espiaban en rondines tranquilos mientras hacían sus compras, se paseaban de un lado a otro sin que nadie se inmutara por ello, allí no ladraban, no hacían escándalo, así sabían si valdría la pena o no un asalto “a hocico armado”. Las justificaciones de Brandy no eran descabelladas, había que hacer eso o morir de hambre, había que demostrarles a los hombres que el mundo no es sólo de ellos. Anteriormente Brandy se había ganado el pan con el olfato, contaba que había sido entrenado para

—Vendrán por nosotros, vendrán para asesinarnos, por eso nos alimentan, por eso. —¿Y no podemos irnos?, ¿huir? —preguntaba Cerdo. —Imposible, alguien más nos agarraría allá afuera. Todo cerdo está condenado por el hecho de serlo.

Foto: Alejandro Ortega Foto: JRG

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reconocer los químicos; pronto supo para qué servían y cómo se utilizaban. Conocía bien a los hombres. —Mi amo producía droga, por eso lo mataron, me enseñó a reconocer aromas —¿Y eso para que sirve? —Preguntó Perro —Para hacerte rico —se limitaba a responder Brandy no sin soltar un gruñido a manera de carcajada. Perro, impresionado por las historias de Brandy, y una vez que Cerdo fue aceptado por la banda, propuso la idea de darles un buen susto a sus amos. quizá de esa manera salvarían a Cerdo. Brandy no quiso. —No somos lo suficientemente fuertes, ellos tienen armas, a lo mucho daríamos unas cuantas mordidas antes de que nos pesquen a todos. Lo siento. —¿Y sí los agarramos en emboscada? —propuso Tyoko, el flacucho de la banda pero el más veloz. —Esos nunca caminan, siempre traen camioneta — replicó Cerdo. —Mira carnal —dijo Brandy a Cerdo —lo mejor es que te quedes acá con los salvajes, que ya no te retaches allá con esos amos de mierda. Pero Cerdo no tenía intención de escapar, de verse como un cobarde. Tendría que buscar el modo de vengar la muerte de su madre. Además, qué haría un cerdo entre esa manada de perros. Sin dientes afilados, y sin velocidad estaría perdido, pensaba que a la larga se volvería una carga, y entonces vendrían los problemas. Aunque quizá, para su venganza, los perros le ayudarían. 2 La quinceañera andaba de gala, pese a estar embarazada, pues la panza se le asomaba entre los apretados pliegues del vestido, sus padres le organizaron un fiestononón. Meses antes lo habían planeado. Cuando llegó el momento le dieron cran a una res y a su único cerdo; darían un festín a los invitados. No se les hizo curioso que éste no chillara tanto como la cerda de hace tres años; cuando fue la boda del primogénito de la familia, esa sí les había destrozado hasta los tímpanos. Agarraron a Cerdo por sorpresa, lo llamaron como de costumbre para ofrecerle una buena ración de maíz; la niña pequeña lo agarró de la cola y ¡sopas! que le dan cuchillo. El cerdo ni chistó, parecía aceptar su muerte como ningún otro animal lo había hecho en la casucha. Ni siquiera titubeó cuando los niños vinieron a darle los azotes “pa que se ponga blanda la carne” según la costumbre en el pueblo. Sólo la más pequeña de la casa, la que todavía no podía decir ni pío, se percató

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—Mira carnal —dijo Brandy a Cerdo —lo mejor es que te quedes acá con los salvajes, que ya no te retaches allá con esos amos de mierda.


había algo anormal en los ojos de ese animal, un extraño fulgor, una vidriosidad en la mirada que no había visto nunca en los otros animales, incluso vio cómo el cerdo parecía sonreír a la mitad de su masacre

de que había algo anormal en los ojos de ese animal, un extraño fulgor, una vidriosidad en la mirada que no había visto nunca en los otros animales, incluso vio cómo el cerdo parecía sonreír a la mitad de su masacre; mostraba apenas los dientes mientras se desangraba. Perro sólo miró desde lejos, detrás del viejo árbol sin hojas donde depositaban la basura, lloró en silencio. Por más hambriento que estuviera, no engulliría la carne de su antiguo camarada. A través de sus ojos se veía la tierra teñirse de rojo, y a algunos pájaros que aguardaban estupefactos sobre las ramas. Luego la olla, los granos de maíz, los condimentos. La cabeza sumergida en agua hirviente y un aroma afrodisiaco. Las mesas bien dispuestas, la música, el vals, las chelas. La sonrisa de los chambelanes que no apartaban los ojos del escote de encaje de la quinceañera. “Pinche Alicía, se está poniendo bien buena”, murmuraban. Las múltiples postales en los ojos de la cabeza de Cerdo —ahora sobre una bandeja— no quedarían en el olvido: la gente saboreando el caldo, la carne pellizcada con dedos inocentes. Los comensales más generosos arrojando a Perro las sobras en el plato, algunas todavía con rastros de carne. Perro sólo las olía, recordaba el aroma del viejo camarada, y se apartaba a las esquinas, cabeza cabizbaja, desde donde no podía dejar de imaginar lo que ocurriría mañana, lo feliz que Cerdo estaría. Pinche Brandy, que sabio había sido el cabrón en sus consejos, que chingón el asalto a la tlapalería. Apenas había sido ayer. —¿De verdad quieres hacer esto? —le había preguntado Brandy a Cerdo —No tengo alternativa —repuso Esa misma noche, la del asalto, la víspera de los quince años, ladraron hasta el cansancio en honor al valiente. Todos los perros del pueblo lo sabían, nadie acudió a husmear en la fiesta. Cerdo ingirió el veneno a la mañana siguiente, a eso de las seis de la mañana, y a las siete lo mataron. Un día después de los quince años no hubo más festejo que el funeral: cien personas muertas por comer carne envenenada, así decían los diarios, incluyendo a los niños, a los amos y a la quinceañera que guardaba en su vientre un cuerpecillo, que de milagro, se había salvado..

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CrĂ­tica Literaria

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Foto: Alejandro Ortega


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Fechas en torno al Hospital Británico Ramón Peralta

En Hospital Británico, el poema se enmarca dentro de una temporalidad en el que se repiten fechas y lugares, como parte del registro de un acto singular que retorna al hecho: la revelación. Héctor Viel Temperley, en un acto de escapismo, elimina poco a poco los contornos espaciales, el más general: el paisaje, no le importa, le importa la experiencia, la visión: la madre. La veneraciónrevelación: Christus Pantokrator. En el poema, el suceso es lo que cuenta. Y como la veracidad no es un voto literario dentro de la ficción, pero sí dentro del texto, los lugares: Hospital Británico y Pabellón Rosetto, son utilizados como referentes espaciales, y no se encuentra mayor detalle para completar una estructura física una vez que se logró establecer la presencia, como sucede al contemplar una postal de Christus Pantokrator. Al contrario, el autor diluye los referentes espaciales para quedarse solamente con los referentes temporales que delimitan el hecho: la visión. En este sentido, Temperley no habla de las cosas, sino desde el estado de cosas. Sé que sólo en los ojos de Christus Pantokrator puedo cavar en la transpiración de todos mis veranos hasta llegar desde el esternón, desde el mediodía, a ese faro cubierto por alas de naranjos que quiero para el niño casi mudo que llevé sobre el alma muchos meses. (Mes de sbril de 1986)

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Entre las repeticiones, a manera de título: Mi madre es la risa, la libertad el verano. Pabellón Rosetto, “Christus Pantokrator”, Larga esquina de verano. Tengo la cabeza vendada. Me han sacado del mundo, por mencionar una de las constantes, existe una propiedad que es transcrita como referencia de lugar: Hospital Británico. En cada repetición dentro del marco espacial, se rediseña el sentido del poema con diferentes estadios de las visiones. Son el marco de hechos ocurridos entre

El paisaje, no le importa, le importa la experiencia, la visión: la madre. La veneraciónrevelación: Christus Pantokrator. En el poema, el suceso es lo que cuenta.


Foto: Alicia Jiménez

Si bien las fechas no corresponden a un orden cronológico lineal o a una temporalidad fija, el poema está construido por estratos instantáneos, inmediatos, simultáneos

1986 y 1969, es decir, alterna los años, hasta cerrar o iniciar en 1969, fecha en la que podemos delimitar el inicio del padecimiento y su conclusión 17 años después. Si bien las fechas no corresponden a un orden cronológico lineal o a una temporalidad fija, el poema está construido por estratos instantáneos, inmediatos, simultáneos, fugaces, unidos por la revelación y la intervención de los cuerpos1 a través de la palabra, dígase: Temperley, Madre, Cristo... Entonces esa no linealidad de fechas, es válida a partir de ese momento y sólo en ese texto, de tal forma que: la travesía de la escritura está cumplida hacia atrás2. Es de un trazo en espiral, por eso la importancia que se mantiene sobre la fecha es una metáfora del regreso. Es 1 En Mil mesetas se lee: La independencia de las dos formas, de expresión y de contenido, no queda desmentida, sino, al contrario, confirmada por lo siguiente: las expresiones o los expresados van a insertarse en los contenidos, a intervenir en los contenidos, no para representarlos, sino para anticiparlos, retrogradarlos, frenarlos o precipitarlos, unirlos o separarlos, dividirlos de otra forma. Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Gilles Deleuze y Félix Guattari, Pre-textos, Valencia, España, 1994, pág. 91. 2 En Para llegar a Hospital Británico y salir, en: Milán, Eduardo, Justificación material. Ensayos sobre poesía latinoamericana. UCM, México, 2004, pág.129.

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Foto: Alicia JimĂŠnez

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decir, un regreso al Yo, como se puede observar en la cita del poema. El final del poema: Para comenzar todo de nuevo, se sitúa en un retroceso al tiempo real y al después del tiempo, del tiempo en el hospital.

Hospital británico Voy hacia lo que menos conocí en mi vida: voy hacia mi cuerpo. 1984 Si bien una fecha delimita un acontecimiento o una secuencia de acontecimientos con un principio y fin, la carencia de una cronología lineal y la repetición: 1984 o 1986, con nulos referentes temporales, se cuenta como lo único que sucedió aquél año, y por tanto, el mínimo referente, vale por todos los meses, todos los días y las horas; pero sobre el resto de las fechas, dentro de una cronología lineal o no, las fechas son más de lo que enuncian. En el texto de Derrida sobre Celan encuentro una síntesis de un desplazamiento mayor: comienza (y finaliza) por el resto −que no es, y que no es el ser−, dejando oír un canto... cuyo giro y cuyo trazo, el esbozo, el trazo del contorno dependen sin duda de la forma del corte, agudeza, concisa, pero también redondeada, delimitante, de una hoz, una vez más de una escritura, de una escritura de hoz. Esta escriturahoz no gira en torno a lo que taja, porque no lo evita, no del todo, sino que corta dando la vuelta, toda la vuelta. Otro giro, otro tropo: girar alrededor y dar la vuelta no es lo mismo para esta hoz -que acaso inscribe letras cortando, todo alrededor3. Jorge Solís en un ensayo que evoca a la función que tiene lo corporal en el desplazamiento del ser, observa que: Hospital Británico inicia precisamente con la mención de un lugar (Pabellón Rosetto); pronto se deja advertir que la posición del yo lírico no es de pertenencia con respecto a él. Las menciones pueden ordenarse en cierta totalidad, pero el yo lírico sólo se entiende a partir de una ruptura frente a aquella. “Me han sacado del mundo” es lo único que persiste, es la base de su ethos, configuración de dislocaciones donde la palabra vuelve a problematizarse, en el sentido de verbo, acción; no como amparo que anule el papel definitorio de la extranjería. Antes bien, en cierta medida lo acentúa; se vuelve una condición propia. Esta separación absoluta no es secundaria. En todo caso pertenece –si ha de experimentar alguna pertenencia– al modo de ser, donde lo exterior se convierte una verdadera apuesta existencial, y con ello una apuesta no sólo de lo escrito, sino también de la escritura. Así se anuncia el espacio restante entre el posesivo de “Mi madre es la risa, la libertad, el verano” y el de “Aquí besa mi paz, ve a su hijo cambiado, se prepara – en Tu llanto– para comenzar todo de nuevo”4. 3 Derrida, Jacques, Schibboleth. Para Paul Celan, Arena Libros, España, 2002, págs. 65. 4 Solís, Arenazas Jorge, Los gestos de un “Afuera”. Notas sobre la poesía de Héctor Viel Temperley, en www.mexicovolitivo.com

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Sin duda, las fechas y los lugares de regencia no sólo pueden verse como la posible conmemoración de la revelación y la experiencia. Pero la fecha por sí sola poco enuncia, por eso no es precisa, y no hay día/mes/año, como puede suceder en la intención de datar un acto. Porque lo que importa es el hecho, pero desde otro estado que puede ser la inconsciencia; entonces lo que se recuerda, con todo y sus imperfecciones de la realidad, equivale al todo. Enero, mayo, agosto-septiembre, dan lo mismo, el texto no se apoya en el clima o en las fiestas de San Juan. En una revisión de la obra completa de Temperley sobre la inclusión de las fechas, queda exenta la idea de que el autor fechó su trabajo para identificar simplemente la evolución de su trabajo poético, como un mínimo registro de su obra. Por su parte, Hospital Británico se extiende de manera general sobre determinadas fechas, pero sobrepasa a estas dentro de la particularidad. Otra vez Derrida: “El acto de fechar cada fragmento, desde una óptica poética, supone tocar tierra: la afirmación o su deseo por parte del autor de hacer creíble una experiencia poética donde un diálogo con una divinidad sea posible”5. El poema es claramente una bitácora, un diario de enfermedad; se recuerdan más el lugar: -Hospital Británico y Pabellón Rosetto- que la fecha exacta que delimita un principio o un fin, sea el inicio de la enfermedad, de un comienzo de escritura o se enuncia una fecha desde la que se escribe o se reescribe. La mente, y sobre todo, la reconstrucción mental realizada por Temperley establecen la temporalidad en la que permaneció en el hospital: fin de la lógica, de la cronología lineal, ya que el recuerdo, como proceso mental, no reconoce la exactitud temporal, dado que tiende a regenerar lo acontecido por medio de llevar el pasado al presente sin un orden. El acto de recordar equis situación, puede o no llegar a recordarse con toda precisión. Siempre habrá elementos que se escapen al ejercicio de recrear lo sucedido, es más, puede verse interrumpido por el recuerdo de una charla similar, de una imagen que se vio al salir de una estación de metro, puede ser intervenido por el color de un jersey, por un fragmento de una novela e inmediatamente recrear un hecho de la infancia: la compra de una televisión, un viaje por la carretera, el rostro de una enfermera, de ahí, quizá, al anhelo de un idea de futuro o verse modificado a partir de un trauma o una carencia afectiva en el presente. En el poema no hay una fecha completa, sólo entre tal y tal año y la enunciación de los meses de marzo y abril de 1986. No hay una determinante, hay indicios, suposiciones. Para el paciente es un período, un lapso, algo no específico. Pero el poema, con y sin fecha, habla y enuncia. Recordemos que los poemas no se deben a su fecha, pero una fecha es un aviso, es parte del cotejo, de la estancia y del padecimiento. La fecha denota un acto: la revelación como veracidad. Según Milán, Temperley no sólo habla desde el tiempo sino desde un tiempo específico que, en cuanto a fecha, aunque incompleta, se enuncia. Entonces el discurso del poema resuena como algo no-repetible. La inclusión de la fecha aumenta la singularidad. Y se justifica por una

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Derrida, Jaques, pág. 39.

El poema es claramente una bitácora, un diario de enfermedad; se recuerdan más el lugar: -Hospital Británico y Pabellón Rosetto- que la fecha exacta que delimita un principio o un fin, sea el inicio de la enfermedad, de un comienzo de escritura o se enuncia una fecha desde la que se escribe o se reescribe.


pregunta que realiza Derrida: ¿Qué es lo que tiene lugar en esta experiencia de la fecha, la experiencia misma? 6 La experiencia misma, es lo que llama el secreto del encuentro. De esta forma, el encuentro: la visión, es vista como la coyuntura que viene a sellar uno o más acontecimientos a la vez. Esa singularidad puede habitar la coyuntura en una misma fecha, por tanto su repetición. Y eso que ocurre es el secreto del encuentro; efectuado, finalmente, en otro sentido: entre poeta y lector. Tal acontecimiento dice Derrida, proviene de la conservación del recuerdo de todas nuestras fechas. La concentración se reúne en torno al mismo centro de anamnesis, una multiplicidad de fechas, todas nuestras fechas viniendo a concretarse o a centellear de un sólo golpe, en un único lugar: en realidad en un sólo poema, en el único7 . Al hablar de El secreto del encuentro, la fecha es una intersección y conmemoración. Intersección de ecos tanto vivenciales como los que se reflejan en la escritura, en las cuales el lector se identifica y apropia. Este tipo de encuentro: como el sucedido a Temperley habla siempre de sí mismo, en su causa 6 7

Op. cit., pág. 22. Op. cit., pág. 24.

más propia. Por ello no habla de nadie más. Su visión no tiene lugar más que una vez y siempre por primera vez, cada vez una sola vez. Como el día 20 de agosto de 1968, en el que Josep Koudelka veía la ciudad vacía y decidió tomar una fotografía frente a la radio nacional de Praga. En la fotografía incluyó su mano izquierda que señala la hora en la que minutos después los tanques del Pacto de Varsovia invadieron Checoslovaquia. Koudelka, al incluir su reloj que marca la hora, al fechar con minucia el hecho, se aleja de la imagen de la ciudad desierta que pudo ser tomada por un turista un domingo por la mañana. Koudelka se intenta separar de la idea de autor, y en el tránsito, genera un documento histórico. Una fecha no deja nunca de ser una especie de hipótesis, el soporte para un número por definición no limitado de las proyecciones de memoria8. Fechar en un intento de organizar la experiencia. Pero en el poema a tratar, las fechas no son lineales, pero son validas con el efecto de acercarse al modo cotidiano de fechar. Situación que no afecta en el acto de fechar ya que todos los poemas que integran Hospital Británico se sostiene en el ahora que, según Ricoeur, es el tiempo 8

Op. cit., pág. 47.

Foto: Alicia Jiménez

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vivido9. Un tiempo que parte de una referencia general, pero que da pauta a un tiempo paralelo. Un tiempo sobre el cual estamos habituados a medir y a contar, un tiempo que contiene otro y que a la vez no se trata del mismo tiempo. El sistema de fechas de Temperley puede o no corresponder necesariamente al período de enfermedad, a nuestra realidad en un intento de hacerla lineal; puede ser la fecha de la convalecencia, el momento de la revelación, paralelamente también puede ser el momento de la claridad mental, externa a la estancia en el hospital o referirse al período de escritura del poema. El día y la hora designan el momento y el lugar del sujeto, y si existe perdida momentánea del tiempo, queda y sobrevive la palabra como un testigo intemporal. Sebald, en uno de sus últimos trabajos dice: Un reloj me ha parecido siempre algo ridículo, algo esencialmente falaz, quizá porque, por un impulso interior que nunca he comprendido, me he opuesto siempre al poder del

tiempo, excluyéndome de la llamada actualidad, con la esperanza, como hoy pienso, dijo Austerlitz, de que el tiempo no pasara, no haya pasado, de forma que podría correr tras él, de que todo fuera como antes o, mejor dicho, de que todos los momentos de tiempo coexistieran simultáneamente, o más bien de que nada de lo que la historia cuenta fuera cierto, lo sucedido no hubiera sucedido aún, sino que sucederá sólo en el momento en que pensemos en ello, lo que, naturalmente, abre por otra parte la desoladora perspectiva de una miseria continua y un dolor que nunca cese10. La biografía confirma que Viel Temperley murió de un tumor cerebral. En el poema, confiesa: Tengo la cabeza vendada. Permanezco en el pecho de la luz horas y horas. Soy feliz. Efectivamente, los muertos estaban fuera del tiempo, los moribundos y los muchos enfermos que están en su casa o en los hospitales, y no sólo ellos, bastaba cierto grado de infortunio

9 Ricoeur, Paul, Tiempo y narración III. El tiempo narrado, Siglo XXI, México, 1996.

10 Sebald, W. G. : Austerlitz, Barcelona, Anagrama, 2002, págs. 103-104.

Foto: Alicia Jiménez


Tengo la cabeza vendada. Permanezco en el pecho de la luz horas y horas. Soy feliz.

personal para cortarnos de todo pasado y futuro11. Si bien es imposible saber con exactitud sobre las visiones que enuncia el autor a lo largo de su período de enfermedad, los referentes inmediatos de tiempo y de lugar nos permiten entender ese algo como irrepetible, acortando o ampliando el suceso, hecho ficción, revelación mariana, poema, palabra. La poesía es considerada, a veces, como un juego de palabras arbitrario, en el cual se añaden la experiencia, la vida imaginaria, la ficción. Su prestigio se explica por el virtuosismo del poeta o por la necesidad que este tiene de evadir el mundo. Es reconocida por la emoción, el valor de nombrar, de comunicar los secretos que mantiene el hombre al plantear los límites de lo que no nos está permitido ver a simple vista. Es entonces cuando el poema y el autor toman el camino de la revelación. Viel Temperley nos acerca a una posibilidad estructural, a un modelo mental que crea una posible realidad, a partir de lo que quedó inserto en su memoria, como poema, belleza, enfermedad, dolor, Dios, las palmeras. Y al final de cada poema siempre nos recuerda al tiempo, para no perdernos, para que no nos trague lo irrepetible y esos tiburones de los que habla. Pabellón Rosetto Soñé que nos hundíamos y que después nadábamos hacia la costa lentamente y que de nuestras sombras de color verde claro huían los tiburones. (1978) Pabellón Rosetto Si me enseñaras qué es el verde claro... (1978) 11

Op. Cit., pág. 103-104.

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Poes铆a

Foto: Ram贸n Peralta

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Jorge Ariel Madrazo (Argentina)

Y retorciéndonos de risa ayer noche nos fugamos ¿recuerdan locos compañeros? del hospital de ancianos (ah revivir lebreles correrías néctares del verano) No bien clareó burlando a los guardias de corps hemos raptado cada uno a nuestra bella colegiala de falda cuadrillé tableada La ocultamos en los costurones del poema. Bien lo sabemos éstos son los tangueros espasmos del adiós, mas no dejaré de abrazarte, mi Niña, no podrán arrancarme de vos de este estremecimiento u obstinación de abuelo amador de esta húmeda humedad que eterniza costillas de tu almar que me sumerge en tus senos en tu mirada me sumerge por los siglos de los siglos y Olvidé decirlo: la radiante aventura no fue coronada por la felicidad ya que éstas mis memorias borroneo en mi cubículo del hospital de ancianos castigado por revoltoso en un cepo castrador y hasta la foto tuya me han confiscado ojos únicos los tuyos que me gritan y gritan volvé a adorarme mi viejo querido como ayer

volvé a raptarme

por favor

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Esta taza de café ¿es, tal vez, una común taza de café? ¿No es más bien un breve ídolo circular completamente incomún incendiándose en un fuego no visible entre tu mirada y la mía? esta rara taza de café ¿No será un salvavidas que nos amarre al transcurrir mientras alrededor seres llamados personas gesticulan, ríen, aman se toleran muy amablemente en torno a recipientes de vino o café? ¿Cómo decir cuanto no digo? El café habla por su propia boca y la noche de pico de cuervo desciende con todas sus guitarras y quizás te diría palabras pero sin pedir permiso las susurran esta taza este rojo mundo de café.

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Frágil equilibrio o columpiar del grano de arroz en el plato, el arroz que osciló hasta caer sobre el pulcro mantel. Si fueras Marcel Proust, tal hecho bastaría tal vez para evocar la infancia y hacer del plato: porcelana de Limoges del arroz, magdalenas en el té invistiendo así de eternidad a un día, como todos, prescindible

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Foto: Ram贸n Peralta

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Alejandro Aparicio (México)

Vagina perfecta de 18 años Por las noches mi padre viene a casa para ver porno conmigo, según él descubrió que Cristi Mack tiene un pecho más grande que el otro y que el que dicen primer anal de Belladona es como el veinteavo realmente. A mi padre le gustan los títulos que le ponen a las películas, él dice que debería de poner más atención en eso y nombrar así mis poemas. A mi padre le gusta ver videos de mujeres orinando, supongo que eso es lo más elemental hablando de nuestro instinto. A mi padre le gusta el porno francés, dice que las mujeres son más reales a la hora de gemir o gritar mientras se la meten, a mí por el contrario me gusta el porno argentino porque las mujeres tienen unas piernas hermosas. Lo que nos gusta a los dos por igual es mirar escenas de sexo al aire libre por las calles de Nueva York, con mujeres que se van desnudando de apoco mientras caminan. Mi primer acercamiento con el porno sucedió mirando revistas que mi padre escondía de los ojos de mi madre. Mi primera masturbación fue mirando una revista en blanco y negro con mujeres de los ochentas en posiciones grotescas. Mi primera masturbación fue detrás de la puerta de mi cuarto, de pie como los monos. Mi primera masturbación fue escuchando la marcha persa. Mi primera masturbación fue lo más lejos de un prostíbulo y lo más cerca una iglesia. Mi primera masturbación fue mirando a mi padre hacerle el amor a otra mujer que no era mi madre. Mi primera masturbación fue ayer mientras prendía el televisor para ver porno con mi padre.

Poemas del libro Las barcas, 2015

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Las plagas Te hablo de aquel niño que mató a su padre, que escondía su cadáver bajo la escalera principal de la casa porque no tenía otro lugar para esconderlo. Te hablo de aquel niño que se quebró jugando con un pez que soltó su mano y se dejo caer. Te hablo de aquel niño que hacía cortes en sus rodillas sentado en la azotea mirando los pinos. Te hablo de aquel niño que esterilizaron en una plaza pública. Te hablo de aquel niño que odia esta puta ciudad por sus puentes que han roto el brazo de mar de las mariposas. Te hablo de aquel niño que fue el primogénito y lo mataron por no pintar su puerta con la sangre de Dios. Te hablo de aquel niño que fue botarga de un restaurante de comida rápida y lo golpearon todos los comensales. Te hablo de aquel niño que abrió el mar para que pasaran sus demonios. Te hablo de aquel niño que nunca habló de su muerte con su madre. Te hablo de aquel niño que no tenía donde esconderse por que la casa era demasiado grande/ porque ya era demasiado tarde y el cadáver de su infancia se pudría entre sus manos. Te hablo de aquel niño devorando lentamente con sus nuevos colmillos su antiguo corazón. “La bella durmiente”, José Carlos Becerra

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Domingo de Ramos (Perú) El Perro Hambriento Solo Tiene Fe En La Carne No fue hoy Lo vi ayer Vacas caminando entre lágrimas De hambrientos Yo mismo en esa procesión Que me agobiaba la espalda con un sol rígido abriéndose desde lo alto Que me hacía pensar en esos campos de arroz que eran Las grandes avenidas de esta ciudad que desconozco Llenos de metales vidrios placas conmemorativas de gordos y vistosos guerreros Erigido allí para sombrear a este cuerpo que descuelga sus harapos silenciosos polvorientos detrás de los parques como un trompetista negro cantando Only You Y con fe ando ungido de sabores necios balbuceé sobre el polvoroso estío En tierras ingratas este mal de las tripas esta escasez esta hartura inculta De paneles que recuecen los sentidos el hambre con que riegan y se pegotean En los carteles con las aguas del Leteo Este dulce olor contra la peste contra el hambre de verte o no verte De verter estas miasmas con imágenes de fastuosos elefantes caparazonados como en un circo inundado de fieras hambrientas que como yo salgo por un pedazo de ilusión? Oh FAO tú no existes Tuve que irme de estas aglomeradas vianderas de los aullidos de los perros de piedra No he vuelto más a esa avenida gris que se encurva ante mi Y claro los mensajes al celular que no tengo y me dicen “Irás sin mí a la cuidad Donde a mí, aunque humano soy no soy dado a entrar Ve pero sin ornamentos Como conviene al libro de un exiliado. Infeliz viste el traje que exige estos grandes cambios climáticos No te cuides de las manchas de los ácidos de las malteadas Constelaciones pues quien las viere si la ven no será mas que mensajes De un futuro próximo que a mi no me toca” y se apagó toda señal Retratos de Bengala de Londres o Irlanda Oh Peste ratona La trinidad bíblica Oh forma etíope Actitud magra Naomi me busca en el país de los Moabitas Para un recital sagrado Holocausto de bueyes y becerros pero Recibí tan solo raciones de aire Palabras orquestadas Rapsodias pulcras de este violinista desquiciado Que infla la tarde con sus acordes crispados Que me arrancan y arañan las paredes del estómago Cuando miro las bellas luces del McDonald’s que me marean como una mala caligrafía elevando la fiebre negra En el herboso amanecer donde nadie ha desayunado Salvo unos tigres que huyeron del vergel llenos de tomates rojos Pero tú que estás al oeste de mi nariz Distraes tus manos sobre una lonja con salsa Y con un cuchillo enorme tajas rebanadas de hiel El almuerzo desnudo junto a mi escritorio desierto Frente a una tienda de comida rápida Delgadas y tibias La luz cae entera como un ataúd ¿Duermo en verdad duermo

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El sueño del pongo o El sueño de mujeres samolíes o las flacas rumanas Que vagan y exalan tibios vapores adorada por mi rústica y salvaje imaginación Atenaceada por invisible mano? Humo de hambre de sexo de putas piedras en el intestino Sed de mí ¿En qué dirección habré de volar esta cólera infinita y desesperación interminable? Tengo el hambre del otro Yo mismo soy el hambre Oh Gula Gulita Of love of my Loves Dadme de beber y de comer… Decían los libros que alguna vez intenté leer Utópica petición del hígado Pantagruélica obsesión bulimia y asco Estamos aquí sitiados y varados en estas ínsulas sin huelgas ni shock una balacera como oración Penitencia Marchas y contramarchas la marea ralea el pavimento Se oyen los cascos de caballos a lo lejos No es el hambre que rebuzna que relincha que zapatea ni se encabrita Es el hambre que vuelve una y otra vez que se va empequeñeciendo por las callejuelas templando los tenedores los manteles y las sales volátiles Es el hambre como una hoz en movimiento que aterran a los pescadores que se hielan en las paredes y éste saco mío y esta lengua mía vívida con que te nombro glándula herbívora buscona bocona deja ya de tragar mis paisajes Esto que se ensancha y se contrae como el vientre de una ballena Deja mi orgullo y mi hambre mis rigores subterráneos Los perros saltan como este corazón intonso que persiguen y no encuentran los enterrados huesos con que se hicieron estas bicicletas que han remontado el cielo azul La estación umbría o la hambruna o la peste No hay más páginas ni costillas El libro del Génesis siete años de vacas flacas Wikileaks dixit Sólo les entrego estos ojos para sus ojos porque mi crimen fue el de tener ojos Que sólo ven trailers de películas pasadas candentes comilonas ágapes de Pringles doradas Oh amo tu patata verde con pelusillas moradas los catéteres con ayahuasca La coca con cal el berro oxidado del plato el tocino crudo y otras exquisiteces Que ya no trato de comprender puesto que ya no tengo nada ni nada hay a mi paso Oh como me dextrosa el corazón verte así tan leal como un legionario entre tanta gente dura y miserable ¿La muerte tiene la forma de un hombre como un asesino de Estado? Abandono mi fatiga Las pompas las volutas socavando mi silueta en deshabitado sueño Mi aclamación violenta muda los grandes caminos No hay belleza en lo que se busca Dímelo tú Tú que escuchas la extraña historia que te conté aleja a ese vulgo siniestro y descontrolado que todo lo acapara mi nueva verdad mi


creciente belleza el cielo del infierno el infierno del cielo Esta sarta de puñaladas que doy mediopata moribundo anclado como un pasado Campesino neolítico errabundo y místico Hoy cazando animales extintos hombres de letras de gordas billeteras en invierno o verano indistintamente nunca se llena de nada No tengo armas para animales fabulosos ni apellidos rimbombantes cuando digo El perro hambriento sólo tiene fe en la carne Sólo ve cavidad en mis palabras Y en mi entrega a la vida reiteradamente franciscana ñato corajudo y de paso Nadie sobrevive dos veces en el mismo carril a la misma hora y en el mismo lugar Ni la cabra doncella ni el venado enjuto ni mis poemas mal cocidos El perro hambriento sólo tiene fe en la carne en su cama y en su pezuña ¿Vuelan los chanchos? Oh mi Señor guarde las tentaciones Dimita Estáis Obeso Hay un monstruo de hermosos ojos verdes que se burla de la carne con que te alimentas ¿Los chanchos vuelan? Obeso Obeso Infernum del Mercado Oh el obeso es un monje estremeciéndose frente a un Cristo obeso la ciudad los puentes la luna obesa lenta nublando las esquinas Entonces sé mi obesidad chaplinesca comiendo suelas en La quimera del oro La rueda del hambriento que asoló París en 1930 ¿Otra vez los chanchos vuelan? los Ovnis obesos Un Boeing 730 obeso pasa rasante por entre las púas Los culos obesos de Rubens el mismo Orson Welles o el pícnico Alfred dirigiendo La soga obesamente sentado como un marrano Un niño obeso rueda amablemente sobre el río flota entre la floresta de coles y verduras amarillas Eructa familiarmente mi nombre Lo imprime sobre la mesa desnuda Se aplasta en la banca y vuelan los clavos Y yo allí estoy mirando todos los tintes de los banquetes EL RUIDOSO CENTRO DE UNA CIUDAD ajena Hambre y sed virtudes de las pobres mentes que se pierden en edificios de vaporosas telas bajo una rubia lluvia que cae al atardecer cuando al atardecer salen los policías como de una profunda selva salen monstruosos tripulantes que se expanden como ratas se escabullen bajo las mesas trotan golpeando ollas y sartenes vacías donde saltan organilleros harapientos y violentos que azuzan a comensales oscuros y pesumbrosos Hambre y sed vociferan Los de afuera los sin techo los pasteleros más duros que un pollo congelado invaden las veredas las cocinas los restaurantes y los cinemas Época de Roma y centuriones voraces de codicia y deseo Épocas de revoluciones y revueltas de incendios y langostas plagas sin harina y sin carne cuando solo era espada e inanición

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Canibalismo puro canibalismo Sitio de Samaria siglo IX Ben Hadad Rey de Siria Yo te condeno a la cólera así como a tus profetas Los cánticos estomacales El buda flaco y atribulado por la cosecha de arroz por el licor de arroz por el papel de arroz lustros atrás dijo “El que obtiene bienes tiene poco. El que disemina tiene mucho” Oh y aquella vez caminando a tu lado estabas fibrosa inflamada neonata creciendo como un Alien en mi cabeza devorando mis mórulas parvas y cochambrosas Estabas absurdamente bella como esta noche reptante y afilada y te grité y al voltear Olías a pan a yerbas saturadas y confitada Maná de Dios dije El costado de Dios respondieron Cannabis cannabis en La noche de los muertos vivientes Salimos del cine aturdidos de todo aquello que me masturbaba que me quemaba esa imagen lapidada que se hiende en mi pecho iluminado Oh el sol cintilante breve como una brizna de arroz Aquello era un melón apenas mordido por la niebla o era la sopa lenta entrando en la garganta o eran tus carnes la salutación y la enorme y pensativa gula que me guiaba o eran tus cerezos tus aderezos tu cuerpo gratamente anidante junto a mí o era yo muerto devotamente floreciente y exquisito para peatones obtusos e idiotizados o era yo santamente soporizado ardiendo ardiendo rubicundo de peso y de desconsuelo bramante de soledad y de hambre Oh harapienta virgen guárdeme de las enfermedades virales de los dolores lumbares de las palabras gruesas como puños en estas horas en que soy un pobre diablo transeúnte de los días puros como tu ausencia Recoge mi destierro pronto pronto que ya caigo que ya caigo despacio por el tedio oh ya descansa cuerpo mío descansa pasajera bestia descansa Consumatum est

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Foto: Ram贸n Peralta

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Israel García (México)

*Los senderos del tigre

Mediante señas la mujer de tierra y nubes lo invita a entrar a su casa El sol es un desconocido oculto tras el cielo bajo Él sabe que es tarde puede llover y decide seguirla Al principio nadie habla Dentro de los muros de adobe las corrientes de humo del copal trazan caminos blancos en la oscuridad del ojo Inicia la plegaria La anciana viste huipil de musgo y río Su voz de cántaro dice del aire y los árboles habla con Dios en mazateco se santigua Recostado contra la pared él se abandona en el recuerdo del mezcal y sus atardeceres gozosos sobre su amor a las mujeres en aquella ola entre tinieblas que pregunta ¿Sabes lo que eres? Alfredo responde aunque siente deseos de llamarse tigre La anciana le masajea el pecho vigorosamente recoge su rostro habla al oído mediante imágenes

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que sólo entiende Ondea el pelaje revuelto por el vértigo Con las manos en jícara toma su corazón que no opone resistencia convencido del ensueño vivificante ¿Sabes lo que eres? Salto responde a medias preparándose para atravesar la orilla Él podría volver y sin embargo chapalea en los ocres de otra tierra El humo termina de envolver la casa La mujer extiende sus palmas y encamina al Hombre fuera de los muros hacia los senderos verdes de Huautla Mientras dialogan rumbo a la cima del monte la llovizna cae en hilos

*Este texto es una apuesta a la memoria, para Alfredo Mendoza Martínez, poeta y amigo fallecido el 22 de octubre de 2009 al consumirse su tiempo, no su corazón. N. A.]

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Pongo a la luz lo respirable y el amigo de quien detento la amistad encargo en su parcela Estoy desierto Nadie sabrĂĄ mejor que ĂŠl de mis rencores Ni el quebranto

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Hago del alba un trago espeso igual al trueno en la garganta que podría estocar lo oscuro de las sinrazones o bien tomarle cuentas a mi ley Lo más quedar al alba ahí de malquerida anudada a las canciones de espuma repetidas por aquel hermano que dejé bajo paladas de tierra.

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Por dichos del mentado y en su ausencia empleo el recurso de la vena para hablar la llaga abierta ante el desdén sufrido compases de varón como verdades a medias licores ominosos y aquella ligereza de ofendernos Así pasó cuando la llama ardía perfectamente azul Algunos me preguntan del amigo muerto y yo no puedo darles la razón Será que no hay manera de negar al musgo pero es que ignoro sobre eternidades

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Foto: Ram贸n Peralta

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Efraín Altamirano Cáceres (Perú)

27.12.13 – Bloc de notas Voy a escribir un Poema pero primero iré a saludar a mi madre conversar con mi tío daré limosna a un banquero y cuatro abrazos a mis dos sobrinos cruzaré el parque de la casa y arrancaré hojas para estrujarlas entre pulgar índice y oler Regresaré a mi oficina y prenderé la Toshiba correré al baño y dejaré un recuerdo analizaré los problemas del universo y poder solucionarlo antes de gritar porque me olvidé el papel higiénico entraré al Facebook mandaré invitaciones al evento que viene trataré de conversar y no extraviar la decencia Iré al trabajo caminando de espaldas tomaré un taxi que me lleve como llanta de repuesto voy a sencillar diez soles comprando una botella de agua mineral sin gas y sin helar llamaré a Ella y le contaré que voy a escribir un Poema en el peor de los casos se lo dedicaré sólo con la condición que contrate un sicario que venga a preguntarme la hora por las tardes armado y con bigotes Estoy sentado mirando el monitor con dolor de estómago no tengo saldo para avisarle que todavía no he empezado a escribir Voy a inhalar el libro que ayer compré si falta dosis regresaré por más hojas / Líneas aun cuando decidan estamparme a una vida normal porque no deseo ya escribir un Poema prefiero dedicarme a solucionar los problemas del universo y de mi caída de cabello coleccionar abrazos orinar en los semáforos preparar el almuerzo con mucho aire y menos condimento resucitar a mi héroe favorito y llevarlo donde mi abuela fallecida para conseguir unas fotos y tal vez preguntarme si va a regalarme un toque la vida eterna si le escribo un Poema Esto lo termino un viernes santo, hoy que ha muerto Gabo.

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Bolsa de caramelos Sírvase usted… y entienda esos pedazos donde aún me encuentro ya nadie se acordará del llanto tuyo… niño Esa ramera triste de colmena, es la única que se enjuaga las manos con tierra verdadera es la misma que encuentro cuando cruzo los dedos escondo la billetera mirando al semáforo que no sabe saludar ni mentir alguna vez noté que la luz roja era una gran mentira que dos cuerpos tatuados en la pista me daban la razón y de tantas cosas / no da ganas comentar… No es lo mismo escupir en miraflores con tanta presencia de mi propia locura que una desquiciada flema en KilKa y su exquisita manera de no dejar rastro después después de pisarla de atropellarla de putearla mirarle sólo el talón entender por qué cae y desafía la intención de arrugar la vereda donde comparto meadas… que paso y siento la pisada que debe enseñarme – por qué no avanzopor qué una esquina se atreve a retarme que la transite por qué tengo que ser un puñado de aliento dejar alguna mentada de madre sea el himno Nacional pasada dos de la mañana chesumare fue la manera más perfecta de parir de reventarse el hígado de un solo empujón de coronar al huevón más tierno de KilKa tratar de acabar esto que escribo sin que nadie lo note y me mire como si fuera un ovni… Admito que esa ramera también escribe poesía en su tacón está un pedazo de flema –ya nadie reclama – admito también –Juanito ya no se acerca por el trueque para obtener un pan – es así... niño

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las cosas son cascajo y escorbuto paseando entre cada callecita no son sólo paredes y ventanas sino también silencio y casualidad miran desde un baño público y el buen samaritano predicando una bolsa de caramelos el buen profeta que cumple las escrituras de un estómago vacío prestigiosa manera de saborear sólo saliva y más escorbuto en tu poesía quisiera arrastrarme una vez más suicidarme en la mañana y almorzar por la madrugada ser una bolsa grande que colabore con la municipalidad de Lima que me recojan en pedazos donde aún me encuentro y ser esa puta que a veces se cruza / por este verso no mientas... niño... mira que tus pies siguen conversando con el suelo que tu mirada es un curioso pastel de legañas y maquillada mugre y este frío es el mismo que escondes entre los dedos

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17.08.14 - Cuarto /G/ Qué pasa si la tierra que se abriga en tus zapatos no pregunta si tienes una frase que te rasque la herida / roncha de quién eres Entonces por qué tú mandíbula empieza a masticar tu pecho inflado con gases incompletos para pensar que la madre es quien Pare y cría... Jódete la Madre es quien cría y te lacta con su ADN Por eso, te comento / escribo, que un Dios con DNI me recuerda sobre Nudos no aptos para consumo en dos piernas para el ego que se carga en la orina de tu devoción a esta misma tierra que no le importa la suela que abrigue sacuda y regrese Ahora termina de secar el vaso o desinflar tu pecho sacúdelo en paralelo a tus prejuicios como alergia de naftalina y las arrugas inevitables pero dale / dame la mano cuando se retire sin nudos o sin dni en minúsculas y menudencia

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Fiebre celeste – manita sin uñas Nunca estoy solo… tengo a dios prendiéndome un cigarrillo es un cigarro algo distinto así como los que no son legales pero diferente el humo es la mejor manera de saborear… ese humo que me atraganta arde de manera absoluta cuando su ceniza se posa llena de vida en la piel arde mucho más y muchisísimo arde / eyacula sangra / fermenta tanto tabaco que esconde el sueño de encontrar a dios en un fósforo un dios - suele ir al baño cuando come en la pensión de al ladode vez en cuando revisa su correo y le pica la espalda porque tiene granitos granitos que también los tengo porque sudo al dormir fumo al respirar y lagrimeo las veces que miro algún noticiero algo semejante a un dedo con una hinchazón bien profesionalizada y es que también en los cayos / uñeros se entienden ciertas cosas también está dios sólo que ahora se ve lampiño un poco afiebrado algunos cuentan que después de tres días o menos regresará para cortarse las uñas o mandará lavar las prendas que le prestó la señora de todas formas no estoy solo aunque lo esté me haré el loco / prenderé otro cigarro apropósito de cigarros es buen momento para recordarme que no suelo fumar tengo los bronquios sinceramente jodidos por la humedad y esas huachafeadas de fin de siglo Es que pensar en la verdadera soledad... la verdadera soledad pura sin arrugas

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que termina con un nudito en la garganta creer que si estoy solo las manos no buscan gritar meditar si ya es legal escribir lo que me dé la gana que toda la soledad de diario sea empotrada en estas hojas -siguen esperando a diossiento frío… la nariz está picando cicatriz absurda habichuela disecada forrada en un papel periódico arrojada al inodoro entonces tu soledad muere cuando jalas la palanca cicatriz maquillada llanto precioso masticando pidiéndole te cambie buscando el encendedor porque dios ya le subió está riéndose de todo todavía siento frió todavía te quiero desnuda húmeda agredida llena de ceniza de píldoras largas sin marca para decir -te conozcoadmitir que la cicatriz también siente esa soledad y cada carcajada que buen comentario… en serio me parece interesante lo que escribes a ver si en estos días regresas para abrazarte y decir que todo pasó pero júrame que seguirás con la soledad intoxicándote quiero asegurarme que esta vez dios deje de timbrarme en serio tal vez te necesito nunca llegues

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Virgilio Torres Hernández (México) Cine Capitolio, didáctica de “La ventaja del cinema está en que nosotros vemos la cara a los artistas, mientras que ellos no nos ven” César Vallejo

El galerón era urbe para los descarriados guerreros de las matinés del calendario Gregoriano, esqueleto ballenero para noviazgos, y enfrente, catedral de imágenes en los párpados para no ver del todo la catástrofe, que apenas se insinuaba. Triple función De la moda Johny Weismuller, o Garbo Greta fumando con un príncipe iluso, como yo, como tú comprenderás, Triple función de materia gris que precedía la hora del mercado, ¿la farándula en tres horas de vida alterna? Victor Mature en el borde de un abismo Sin temer a la araña del Cairo, Veía los nombres del Ganges perderse en la primera siesta del cácaro. Avísenme cuando llegue la metamorfosis de Ovidio, cambio de piel, encantados entre la fila de en medio, donde se mascaba charamusca so pena de cavilar sin entender la película. Cambio de rollo visible para no olvidar la fuente nutricia de la espalda de Gilda. Ese ocaso de sir Lawrence era el telón, la serpiente de Hamlet, su decisión tan próxima ante la cueva, oye tu oreja Ham, es el oráculo, cuadro de cinemascope estridente tahúr sin demasiado público,

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frágil héroe ciceroniano. Cambio de rollo por fin, más visible: El vaquero marginal latía en la orilla de Los apaches y no claudicaba en la selva de polvo, giraba en su revolver los ojos y se daba tiros de gracia hasta ver a la amada dormida en el caos de un Winchester plomizo, frente a la quinta esencia éramos los buenos de la película para ensoñar el cine mismo, clase de altruismo Sin mala conciencia. Capitolio definía el horario para definir el tránsito hacia un ‘quedémonos a deshoras, las calles están vacías’, como ese largo beso del amante que no se apena de la sinrazón en el ojo o la salida del sol, magnánimo caos a la vera de lianas y escudos, otra vez Víctor Mature sin casi respuestas, solo escenas de luz rodante, oh Capitolio: Gayola espera el triunfo normando o La risa de ‘Mantequilla’ puliendo La arena de box, otra vez, golpeando el plexus solar, la función rasante de las cosas visibles.

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Foto: Ram贸n Peralta

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Alberto Alarcón (Perú)

Mal negocio Rogando que la tierra me trague muchas veces muchas veces me pongo a batallar haciendo versos. Mal negocio, me dice el vecindario; Mal negocio, me dice el sastre loco; Mal negocio, me dicen los tenderos; todos me dicen –mujer- que es mal negocio y yo de terco, de puro solitario, sigo acuñado la hilera de estos versos Y a veces cuando estoy, aquí sentado, yo y mi sombra caída de vergüenza, veo cómo debajo de mi mesa de mí se ríen los pares de zapatos, las cuentas de botica, los platos de comida, los teteros vacíos de mis hijas, y mi casa (baúl amarillento de deudas y de sueños) Verdad, verdad no sabía explicar por qué aquí sigo. Sólo sé decir que es duro, muy duro, ay, este oficio cuando el poeta tiene una soga en el pescuezo.

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Al maese Víctor Mazzi Trujillo I Solía poner un disco de Duke Ellington Y hablar de poesía (una colina de ceniza en el viejo cenicero) De su trompeta caían piedras rojas que él tomaba para irse a cantar a las pedradas por los rieles del tren como un mancebo. Subía con el humo y arañaba pedacitos de dios (…esa palabra). Era de verlo. Lo recuerdo lavándose en el río o dando de llorar a sus palomas. II Usted era un pájaro de tierra Junto al río vestido como un viejo panadero para su día de cenizas y palabras. Lo había parido el frío de la mina y carámbanos de túnel con retamas Usted era los ojos de Jack London una hoguera proletaria su silbo medio rústico y hondísimo que caló en el infierno de las grúas e hizo parar en seco la jornada del albañil del minero del maestro para ponerles el peso de una flor sobre los hombros o entretenerlos con un viejo cuento donde los tristes eran azules y los lobos peleaban su heredad con los corderos. Usted que no trataba con tinieblas y era más bien un mago domador de luciérnagas .

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Ya no estรก entre nosotros Es ahora el tigre dorado de William Blake (Claro incendio) En los bosques de la noche), fogata de maloca, gorrito de papel con badilejo y un lรกpiz como una flecha firme en su enemistad con el silencio.

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De No quiero ver cómo rueda la luna sobre los árboles

Usted se corta una mano la herida parece que cerrara, pero no, pues se queda en los más hondo. Es un gusano dormido nada más. Duerme y espera. Un día la mucha carne y el mucho laberinto de las venas lo despierta. Y ya está. Usted ve cómo se le rompe la piel y sale un cuerno y después un bastón con dos estrellas. No hay manera de no volver a sangrar si el que lo hirió fue ese cuchillo de plomo que guarda usted junto a sus platos como un secreto blando, inofensivo.

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Foto: Ram贸n Peralta

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Jesús Rito (México) Es un bello bosque de rascacielos iluminados. En la quietud de esta noche, apenas unas pequeñas ráfagas de viento me llegan al rostro. Este verano ha sido el más caluroso desde hace más de cincuenta años dice la conductora del noticiero de CNN. Vuela un pájaro nocturno de norte a sur, ahí va otro rumbo al oeste. Ninguno sigue la ruta de migración. Ninguno sigue a la bandada. Son pájaros nocturnos, brillantes, que vuelan lentamente sobre el cielo de Manhattan. De norte a sur o rumbo al oeste.

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Te encerrarán por loca en un manicomio. Te darán agua del inodoro para que sepas lo que es beber con gusto. Sabrás que por las noches no hay demonio más grande que uno mismo. La biblia bajo tu cabeza se ha convertido en una roca donde descansan tus pensamientos. En tu ventana se posa un pequeño gorrión que trina; trina y voltea a verte, ahí, tumbada sobre la cama, amarrada de manos y piernas. Ves al pequeño gorrión que vuela y se posa en otra ventana. Es una linda mañana de julio, el calor del verano aturde los sentidos.

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Regresamos vacíos para alimentarnos el uno al otro. Yo lamí la sangre de tus heridas con las que me hice fuerte y emprendí el viaje de regreso. Tú, en cambio, comiste la costra pegada a mi cuerpo, eso que algunos llaman poesía de la carne, retazos de palabras sin aliento. Recogimos nuestras migajas para alimentarnos el uno del otro e hicimos un banquete carnavalesco con vino del Douro y carne de venado. Las aguas del Hudson mojaron nuestros pies y extrañé largamente tus gemidos y tus cabellos rizados, allá en esa tienda de campaña junto al lago, en una pequeña isla.

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Podría recostarme sobre estas rocas y pensar qué ha sido de mi vida. saber si la ruta y el mapa elegido para esta travesía son los correctos. Veo mi rostro en el bebedero y pienso que las gaviotas que vuelan lentamente sobre el Río Hudson, retando al viento, no se preguntan absolutamente nada (sólo lo pienso). como puedo ver al horizonte. A lo lejos hay un puente, es muy grande y atraviesa de un lugar a otro. Las gaviotas no necesitan puentes para cruzar de un lugar a otro, eso lo sé muy bien. las olas que azotan las piedras hacen salpicar pequeñas gotas que mojan mis pies. Agua fría para temperaturas ardientes... recostado sobre estas rocas, sin camisa, con mis ojos perdidos en el movimiento de las hojas del árbol que me da sombra, viendo a las gaviotas retar al viento y a las embarcaciones, pienso en mi vida y lo absurda y maravillosa que ha sido. por ejemplo, ver el reflejo del sol en el movimiento suave del río, pensar que un helicóptero sobrevuela la ciudad.

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Mario MartĂ­nez

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Cremildo Bahule (Mozambique)

Rio Turco Olho para a imagem do outro horizonte, busco a imagem de um rio turco, busco o gotejar da felicidade em cada gota sinto o verso, em cada verso sinto um poema, o poema me vem como um barco, um barco de papel que sai do rio até ao mar. Olho para a imagem do outro horizonte, busco a orquídea flutuante que goteja no meu coração, em cada gotejar sinto uma limpidez da alma. As gotas do rio turco, no verso fecundo do poema, abrem o que a muito tempo se encobriu: – o meu amor por ti, Surenda. IX-Abril-08 20:35 min.

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Escutai o silêncio

Para Marta Clara Bahule

Escutai o silêncio, sabiamente, no reflexo firme do amor que dorme, no coração tranquilizado, violentamente. Escutai o silêncio do meu rastro, que se perde no mastro do astro, para cair no solo do pão e do vinho que se faz no caminho, para um só ninho. Escutai o silêncio, Isadora, silêncio: – ponte da beleza renovada, no tempo circunstancial. Escutai, Isadora, o silêncio imaculado e virginal, escutai em silêncio, a alegria da nossa filha: Clara. Escutai o silêncio, de novo, no chão da minha razão, porque desse silêncio sairá uma canção para alegrar a loucura do meu povo. Isadora, minha tranquilidade, quanto mais frio é o silêncio mais verdadeiro é o amor, a felicidade, pois no chão do nosso silêncio, habita a nossa liberdade. XIX-Março-08 23:43 min.

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Mulher-Poema Hoje saí à rua para conversar com um amigo. Trocamos líricas, improvisamos poesia e fizemos uma batalha musical de palavras. Ou seja fizemos um[a] «berol» de palavras. Ah, «berol», é uma confrontação ou competição lírica, com uma base musical de uma batida forte, onde a improvisação poética é primordial. Eu estava tão animado que improvisei muita poesia. Ofereci muita poesia. Oferecia poesia à qualquer pessoa, à qualquer um que passava pela rua. De repente, vi uma menina, linda, e eu disse: «Menina não queres que eu declame um poema para ti». «Um poema», disse ela. «Sim, um poema», disse eu. Ela atrapalhada, andando disse, «Um poema», e eu respondi, «Um poema». Ela, atordoada disse: «Olha, eu não sou um poema». Na hora, eu e o meu amigo, tivemos uma vontade enorme de rir. [Para ser franco, eu e meu amigos rimos]. Depois de muitas gargalhadas, compreendi, que ela talvez se rebaixasse, sinal de humildade, para um acto nobre e sublime que eu queria fazer para ela: declamar um poema. Ela não é um poema. Sente-se inferior a tamanha arte das palavras, que prefere acanalhar-se a inexaurível e esgotável arte lírica. Mas nunca esquecerei da frase por ela proferida: «Eu não sou um poema». Essa frase vinda de uma mulher tem uma tonalidade de verdade absoluta. Mas a verdade, e eu acredito na minha infinita abnegação, é que «toda a mulher é um poema». Acreditem no que disse e escrevi, pois aconteceu. Mas acreditem mais na seguinte verdade: toda a mulher é um poema. Inhagóia, XXXI-Março-08 21:43 min.

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Víctor Terán (México) Tres poemas de E. E. Cummings traducidos al diidxazá por Víctor Terán Edward Estlin Cummings 1894 – 1962 EE.UU. (8)

riuuladxe’ beela lade’ dxi nuu gui’di’ beela ládilu’. Ruuya’ naa guizá’ya’ casi ñaca guidubi naa nacubi naguidxi nadipa’ ca beela lade’ ne ridale ca guibilade’. Riuuladxe’ guidubi beela ládilu’. Riuuladxe’ ca ni rúnini, riuuladxe’ guiniibi ni. Riuuladxe’ xhubenaya’ ca dxita déchelu’ ne ca dxita ládilu’, ne ni natiti naguidxi-naguudxi-nadxiibi’ ni riuuladxe’ ne ribigueta’ ne ribigueta’ ne ribigueta’ rahua’ bixidu’, riuuladxe’ gahua’ bixidu’ ndi’ ne ndi’, riuuladxe’, chahuigá xhubenaya’ ca guichasisi stilu’ riaya xaguete’, ne xii-ndi’ cabee lú ra nareza lade ñeelu’… ne ca lulu’ nayaande bigú naadxi’ xiiñi’ guendaranaxhii, ne zándaca chu’ladxe’ guendariabirí rusinguiili di’ Ra dxiba’ luguiá’ gunaa guizá’ ne nacubi ni nácalu’.

*(8) me gusta mi cuerpo cuando está con tu cuerpo. Es tan deveras completamente pero nuevo Músculos mejores y más nervios. Me gusta tu cuerpo. Me gusta lo que hace, me gustan sus cómos. Me gusta sentir las vértebras de tu cuerpo y sus huesos, y la temblorosa firme-blanda-lisura que me gusta y otra vez y otra vez y otra vez beso, me gusta besarte esto y esto, me gusta, lentamente acariciando el escandalizante peluche de tu eléctrico vello, y el qué-es eso que asoma entre la carne dividida… y tus ojos grandes amorosas migajas de amor, y posiblemente me guste la emoción espeluznante debajo de mí tu cuerpo tan deveras completamente pero nuevo.

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*Los poemas en español, son traducciones de Isabel Fraire.


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gande bigadxe garinda cayuuyaca’ ti gunaa ridoo. Chupalategandechii bichonna (ne stobi pa ñanda) bizalú naca’ xídxibe sicarú sicarupe’ nuuca’: Naguidxi nachui’ nuuca’ ne richesa huiinica’. chii bichonna laringuiiu xaguete’ rixui’luca’ ne rizi’ruaaca’ ca dxita xa’nabe guya’ca’ ti gúnica’ dxiiña’ guendara’ta’ (cá ca’ ra riquiiñe’ guicá ca’ ne gui’dica’ lu chupa co’re’ ruquiinde quírulu’ laaca’ guirá’ dxi ne ra zizabe rilui’ qui rixuubica’). Ra zizá chaaba’ gunaa nadá di’ (xpeela ro’ be rucuaani’ guendaridxagayaa ne guendaracaxeexhe’ ni qui ridoo). ca guendariniibi rului’ zacasi stibe zigucheeche dxiiña’ guendarati la’dxi’ naxiñá’ga.

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veintisiete vagos ojean a una prostituta. Cincuenta y tres (y uno más si pudiera) ojos dicen que sus chiches están pero muy buenas: firmemente resbalosas y ligeramente rebotador. trece pantalones tienen la impresión y admiten tridimensionalmente que esas caderas fueron hechas para Negocios Horizontales (bien puestas sobre grandes piernas buenas para pellizcarlas asiduamente que apenas se rozan). Al paso perezosorgulloso de la dama (su gruesa carnalidad por encima del genuino azoro de incomerciable excitación). cuyos descuidados movimientos cuidadosamente diseminan rosada propaganda de aniquilación.

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23) ni Binduuxe’ laabe nga Ga sti’ ne gasti’ nga ni nanNa dxíchinu guiranu ca ni Nabáninu casi ti Gubeedxe’ rucaa diidxadó’) ni qui zanda guininu xipe’ nga laa ni Racala’dxe’ guinié’ nga ni guluu laabe gabiá nga Cadi (casi ndi’) ti Gúnnabe guidubi (huandí’ marrayu guchia) xquendanabanilu’ bidiiñe cadi ti Biénebe Guirá’ ni nuu (ni guní’ xcaandu’ ne gulezu’ ne ni gunaba’ lélelu’ beeu ne beeu dxi ne dxi ne ridxí’ ne iza ne huaxhinni ne guidubi xquendanabánilu’) Gasti’ Risaca (pa ñaca nisaca ca ni la? Nuquiindecani guendanabani) ni binduuxe’ laabe nga gasti’. 23) lo que Acabó con él fue Na da y nada es exAc tamente lo que cualquiera que esté Vivo como hasta un Poeta) difícil mente podría expresar lo que yo Quiero decir es que lo que le dio en la torre no Fue (por ejemplo) el Saber que toda tu (sí maldita sea) vida es un Fracaso o ni siquiera Sentir que Todo (lo que soñaste y esperaste y por lo que rezaste durante meses y semanas y días y años y noches y siempre) es Menos Que Nada (lo cual hubiera sido Algo) lo que acabó con él fue nada.

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Viton Araújo (Brasil)

ideias para um poema: 1. auto-retrato do asceta virado do avesso: um etcétera de gozos 2. pôr do sol no deserto segundo o ânus do grão de areia 3. sufocar onomatopéias num sótão ortográfico sem janelas 4. tomar mescalina e correr pelado entre as teclas do notebook 5. arena clandestina de adjetivos sem braço 6. diagnosticar sintomas falsos para doenças verdadeiras 7. sangrar em mi menor 8. fazer respiração boca a boca numa língua morta 9. karma sutra: guia de posições possíveis para ser levar com punições morais 10. empalhar Lisboa 11. chover todos os pingos dos i’s da Bíblia sobre o Alentejo 12. fingir via nonsenses fajutos ser um poeta moderno 13. retocar fotografias com pincéis de maquilhagem 14. baptizar poema uma lista de ideias para um poema 15. admitir o fracasso

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(abstinência) três dias sem transar palavras nú papel

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Atenção ao intervalo entre o caos e o comboio cadáveres vão em horário pré-comercial cadáveres voltam em horário pós-comercial há um vão escancarado entre os bancos não esbarre-me. não fite-me. não fale-me. não pergunte-me as horas pelo amor de Deus microcosmos de coisas belas assaltam o vagão como músicas alegres de músicos tristes como ritmos cegos de bengalas percussivas não como nada desde as 7:27 da manhã Atenção ao intervalo entre o caos e o comboio mentes vazias cheias de pressa de chegar onde não querem ir todo percurso é um discurso palavras férreas vias de nós mesmos enrustidas de estações anormalidade jaz esquartejada entre os trilhos perturbando a circulação Atenção ao intervalo entre o caos e o comboio meu passe livre mensal por um imprevisto a poesia ora pois é um acidente de discurso Atenção ao intervalo entre o caos e o comboio tende fé no condutor invisível santa é a paz da estupidez estúpido eu smartphone estúpido tu smartphone estúpido ele smartphone estúpidos nós smartphone estúpidos vós smartphone estúpidos eles

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smartphone Atenção ao intervalo entre o caos e o comboio a mulher a dias o imigrante chinês o fedor a protetor solar do turista norueguês ninguém é Atenção ao intervalo todos estão no reflexo seboso do vidro entre o caos e o comboio ninguém vive Atenção ao intervalo todos morrem em movimento entre o caos e o comboio

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Foto: Mario Martínez

Si es que el Community Manager ya estaba inventado… Por Ignacio Martín En México, donde no pocas veces el anglicismo es ley, el del community manager es uno de los trabajos en boga. Y, la verdad, cuanto más oigo y leo sobre ello, más me reafirmo en una idea que me bulle desde que empecé a ser partícipe en esto de las redes sociales. Pensemos: quien leyó el primer original de Harry Potter, ¿no creyó que pudiera ser un éxito? Yo digo que sí, aunque probablemente no calibró la magnitud; sin embargo, sí creo que tuvo la intuición de pensar que una vuelta a esas costumbres literarias anglosajonas, con chicos, colegios, pandillas y demás –en la línea de Enid Blyton, los cuarentones seguro que saben de qué hablo– podría ser bien acogida en una época en la que paracía que leer pasaba de moda. Seguramente esa persona, o personas, pensaron que las aventuras de chavales ingleses en un colegio era algo sobradamente probado, que esos originales estaban bien escritos, que tenían algo... Sabía, por saber, apostó, le salió bien y creó una comunidad, primero boca a boca, luego país a país y luego ya llegó Hollywood e hizo películas. Siglos antes, también habían creado comunidad quienes recomendaron las obras de Shakespeare o Lope

de Vega sin haber leído a Harold Bloom, sino porque sabían que era lo que gustaba a la mayoría. Lo mismo pasa con la música, por supuesto, o con cualquier manifestación artística o popular, digo yo. Por eso, cuando me explican en qué consiste eso de ser community manager, como si fuera lo más novedoso, suelo poner una mueca entre condescendiente y socarrona. Por supuesto, si la comunidad que se quiere crear es la de los más in de los in, no hacen falta herramientas de editor antiguo; lo que pasa es que esa community no necesita mucho manager, se crea y descrea sola a cada nuevo asunto de moda –trending topic o como se le diga en la red de turno–. Nadie busca descubrir a Cervantes en Twitter, estoy seguro; tampoco lo veo yo muy tuitero, la verdad. Así pues, si quieren a alguien que intuya los resortes secretos del gusto, presente y futuro; preparen editores, aunque los cambien de nombre. Eso sí, aviso que, por muchos estudios que uno tenga, es un oficio que siempre se ha aprendido trabajando. .

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Alberto Giacometti Juan Jorge Bautista Gómez

El gran genio de la modernidad o de la posmodernidad, se manifiesta por medio de sus obras derivadas de diferentes disciplinas artístico-visuales, que finamente se congregan en el solitario remanso del actuar creativo. Giacometti fue un hombre contemplativo y meditativo que lejos de alterarse o sofocarse construía su propio y apacible espacio mediante un aletargado análisis de la realidad. Sus objetos artísticos profundizaron en el dibujo y la representación de la figura humana, y solía decir que el trabajo real del artista visual, estaba en el dibujo, y que quien dominara mínimamente la técnica del dibujo tenía gran parte del trayecto en la bolsa, y que además quien dominara el dibujo del cuerpo humano, había ya hecho la gran travesía con la cual podría resolver cualquier obstáculo de ahí en adelante en el devenir plástico-visual. Así, Giacometti, invirtió gran parte de sus formativos desarrollos artísticos a la realización de retratos a lápiz y a tinta sobre papel y lienzo, lo curioso es que sus repetidos modelos casi siempre eran de la efigie de sus padres o de su mujer Annete. Esta limitación de modelos quizás responda a la propia austeridad del artista y a su comprensión respecto a que, de lo que se trata, es de dominar lo más posible el conocimiento de los objetos representados en cuanto a sus atributos cualitativos desde el punto de vista visual, más que a la inconmensurable repetición de lo mucho y lo variable. Una parte casi anecdótica de la vida del creador en cuestión, es la que se menciona en el catálogo de la exposición que de él se expone en la Fundación Canal de Isabel II en Madrid, España (Mateo Inurria, 2, 28036, Madrid. www.fundacioncanal.com) señalando que: “En sus dibujos matiza la visión de una feminidad totémica, sobre todo en los retratos que hace de las mujeres a las que ama. Giacometti vive varias pasiones que son determinantes para la evolución de su obra. Comprendiendo que sus relaciones con las “chicas”

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son desde hace tiempo un motor de su creatividad. Su esposa Annete Arm tolera sus relaciones con las camareras de los bares de Montparnasse, donde en 1959 conoce a la indomable Caroline que marcó los últimos años de su obra”. Las pasiones a las que el arte arroja a sus creadores son también inconmensurables, por ello el artista vive como el más servil e irreducto sujeto entregado a las pasiones. Durante las décadas de su máxima creatividad y su propia producción artística, Giacometti, vivió en el vernáculo barrio de Montparnasse en París en un departamento de diminutas dimensiones, e incluso sus biógrafos dicen que vivía con lo mínimo a grado tal que su “piso” no tuvo siquiera una cocina en forma, mientras que en el sótano de este pequeño espacio tenía instalado su estudio, en el cual dibujaba, pintaba y construía sus enigmáticas esculturas paulatinamente alargadas. En ese espacio frio, húmedo y escasamente iluminado, Giacometti venció las horas largas ensimismado en sus reflexiones y experimentando con miles de traslapadas líneas, desde la profundidad de las cuales, poco a poco empezaban a asomar con gran discreción las efigies de rostros o corporeidades apenas esbozado con cierta timidez y parca coloración. Sus trazos eran cortos, lentos, y sopesados, sin gestos violentos, pero por ello mismo sobrecogedores, impacientes, insospechados.

Las pasiones a las que el arte arroja a sus creadores son también inconmensurables, por ello el artista vive como el más servil e irreducto sujeto entregado a las pasiones.

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Así desde ese hueco bajo la tierra se expresó este creador, y desde ahí mostró a la humanidad entera que no se requiere más que lo mínimo para trascender, pues con papel, lápiz, tinta y lienzos caseros, imprimió toda una interpretación básica de la vida, enseñando con sus imágenes la inconmensurabilidad creadora del sujeto, quien fácilmente, va más allá de las banalidades y superficialidades; mismas que no se pueden resolver más que momentáneamente, a través de un consumismo irrefrenable que mañana sin duda exigirá más y más. Giacometti es un hombre de su tiempo, y por ello en el transcurrir de su siglo XX fue parte del proceso creativo de los ismos que lo surcaron, así se le puede clasificar por momentos históricos como: expresionista, surrealista, cubista, formalista y modernista, lo cual significa que transcurrió con toda cautela y parsimonia los estadios intelectualmente vivos de su momento epocal, así, con una ligereza analítica se podría pensar que incursiono sin más, en cuanta escuela se ponía de moda en el siglo XX, pero no es así de banal la situación, pues como creador e intelectual que es todo artista genuino, más que inscribirse en, aporta y soporta con su obra y con su pensamiento la construcción de esos ismos que, como márgenes conceptuales se arman para tratar de explicar el estadio creativo y cognitivo de toda sociedad. Y ese fue el claro papel que desarrollo Giacometti para con su tiempo. Giacometti fue un hombre bohemio, en el sentido de disfrutar de la vida y de considerar las pasiones humanas como el motor de la razón del ser, así en su devenir convivió con otros grandes artistas, intelectuales y pensadores de su época tales como Joan Miró, Max Ernst, Pablo Picasso, Samuel Beckett, Paul Éluard, André Bretón, Jean-Paul Sartre, entre otros. Amistades que evidencian su sitial en el mundo de la cultura. Pero punto y aparte, se merece hablar de sus esculturas, pues por regla general al escuchar el nombre de Giacometti, de modo casi automático se piensa en esas esculturas alargadas y flacas, que parecen estar en un movimiento y en una incansable y permanente marcha. Sus primeras esculturas fueron bustos sólidos en pequeño formato, pero poco a poco, estas estructuras se fueron

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alargando y adelgazando hasta casi parecer seres nacidos de una competencia de lánguidos. Sus figuras andantes son hoy por antonomasia los iconos del cambio, del andar del sujeto que busca y que si no encuentra, tiene al menos la certeza de que seguirá en la búsqueda. Esas piezas de bronce alargadamente humanas, existen hoy en los museos más importantes del mundo, desde diminutos tamaños hasta alcanzar los más o menos tres metros de altura, y en ellas se refleja la humanidad andante y trashumante, la humanidad que en ocasiones anda a la deriva y en ocasionalmente puede poseer cierta certeza respecto a dónde se dirige. Así, Giacometti inaugura una concepción por la indagación permanente, que conlleva a disgregar ideas y a interrumpir las certezas y las rutas espurias, y es por ello que se le concibe como un artista atrapado entre la modernidad y la posmodernidad. Este artista vuelve a demostrar con prístina claridad, cómo por medio y mediante el arte, se alcanzan indagaciones que van más allá de la propia filosofía y de cualquiera demostración científica por muy objetiva que esta aspire a ser. Sin arte pues, se desmoronaría este mundo construido de ficciones..


Andanzas oaxaqueñas Ricardo Garcia Fuentes - ‘Micro’

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Festival Cultural 5째 Aniversario

12, 13 y 14 Noviembre 2015


Bicicletas Tour Istmo

Mario MartĂ­nez



La

Pharus

casa en la colina a. c.

Foto: Mario MartĂ­nez


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