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Gala
Visto eso, los demás detalles comienzan a resultar evidentes: ese libro de física de su estante guardado donde no debería; el almohadón ligeramente mal colocado sobre la cama…
Antes de que pueda detectar nada más, Nashira entra en el dormitorio. Odia a ese bicho. Siempre lo llena todo de pelos. ¡Ojalá pudiera darle una patada! Ajena a Gala, la perra va directa a los pies de la cama, desde donde se pone a ladrarle, aparentemente, al aire.
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«Lo sabía…».
Gala crispa los dedos sobre el almohadón torcido y, con un rápido movimiento, lo lanza al rincón hacia el que está ladrando Nashira. La almohada impacta contra la nada.
Y a «la nada» se le escapa un «¡Ay!».
Al instante, las figuras de Hana, Iris y Luna se hacen visibles, agazapadas a los pies de la cama.
—Bueno —dice Hana, levantándose como si tal cosa— …Te preguntarás qué hacemos nosotras aquí. Te vas a reír…
—¡NI SE TE OCURRA! —Los gritos hacen que Hana dé un brinco. Gala las mira a las tres, furiosa—. ¿Os creéis que soy idiota? ¡Estabais registrando mi cuarto! ¡Mientras yo, por cierto, hacía guardia para vigilar a vuestro amigo el monstruo!
La boba de Hana, que se disponía a soltar alguna mentira, se queda paralizada.
—¡Gabriel no es un…!
—¿Qué haces aún aquí? ¡Lárgate de mi casa! ¡Y tú…! —Gala apunta a Luna con el dedo. Su hermana la mira desafiante, mientras la tonta de su perra intenta lamerle un pie—. ¡Tú vas a explicarme ahora mismo qué estabas haciendo aquí dentro!
—¡No me grites! ¡Yo solo buscaba…!
—¡Luna!
Iris le pone una mano en el brazo, pero su hermana hace amago de librarse.
—¡Ven aquí si quieres! —la reta Gala—. Estaré encantada de bajarte esos humos.
—¡Tú no me…!
—¡Luna! —repite Iris, señalando a Gala—. La nube. Tu hermana se ha contagiado de la nube de Némesis.
Hana ahoga una exclamación al mismo tiempo que Gala suelta una risotada.
—¡No me he contagiado de nada! ¡Lo que pasa es que estoy harta de haceros de niñera! Pero se acabó. Querías mi cuaderno de notas, ¿verdad? No te hagas la tonta, ¡te vi mirándolo anoche! —le escupe a Luna—. Adelante, cógelo de mi mochila, idiota. No encontrarás nada. Mi idea magnífica no está ahí escrita. —Vuelve a reírse—. Aunque no sé por qué me he tomado tantas molestias para ocultarla. ¡Debería dejar que os matéis intentando salvar al monstruito!
Gala coge aire. Mira a Luna, esperando que le devuelva los gritos. Su hermana tiene un puño cerrado y la mandíbula tensa, pero no dice nada. A su lado, Hana está pálida y, lo que es más extraño, con su bocaza cerrada por una vez en su vida. Iris le aprieta la mano, pero tiene los ojos clavados en Gala.
«Estás muy cansada», dice su voz en su mente. «Quieres dormirte.»
Sabe lo que está intentando. Es su procedimiento habitual con las víctimas de la bruma de Némesis: utiliza su persuasión para dormirlas y así poder merodear más a gusto en sus mentes. ¡Pero Gala no está infectada! ¡Y no piensa dejarse manipular por esa cría!