SEMANA SANTA 2025
Declarada Fiesta de Interés Turístico Regional


La esperanzano defrauda (Rm 5, 5)


Con alegría me dirijo a la Junta Pro-Semana Santa de Toro, a todas las Cofradías y Hermandades que la forman. Este año es un año especial, pues celebramos el Año Jubilar de la Esperanza. Como Iglesia estamos llamados a anunciar el Evangelio, la Buena Noticia de Jesucristo, y esto, de forma nueva.
Me consta del buen hacer de la Semana Santa de Toro, y del empeño que ponéis en mostrar el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo a todos aquellos que se acercan estos días, en los que conmemoramos el misterio de nuestra Redención. Quiero reconocer vuestra labor y misión callada, el desvelo constante y el buscar que todo esté bien cuidado. Deseo poner en valor en estas líneas todo vuestro trabajo que parte de la devoción mostrada en cada detalle. En lo pequeño se manifiesta nuestro Dios.
Pido al Señor por cada uno de vosotros, que este año aprovechemos la oportunidad que nos brinda la Iglesia para crecer como familia, como hermanos, para anunciar de nuevo a Cristo que es, como diría San Juan de la Cruz, eterna novedad. Que nos creamos de verdad el amor entrañable y entrañado de Dios en cada uno de nosotros. Él viene para transformar nuestras vidas llamándonos de nuevo a la conversión, una conversión constante y permanente que está llamada a tocar la vida personal, eclesial y social.
Ahora es el tiempo de gracia en el que la esperanza esponja nuestros corazones en la alegría de sabernos amados por Dios. Un amor que abraza la vida entera y la eternidad; un amor que nos insta al perdón; un amor que se hace Iglesia, fraternidad; un amor que se hace misión, ayuda y compartir.
Que esta Semana Santa en Toro descubráis y experimentéis lo bueno que es Dios, la propuesta de amor que nos hace, el camino que nos propone y nos atrevamos a decir: ¡Heme aquí, Señor!
Feliz Semana Santa. Dios os bendiga.
Fernando Valera Sánchez Obispo de Zamora
Saluda del Presidente de la Junta Pro Semana Santa
Querido pueblo cofrade:
En esta carta que hago para todos los hermanos de las distintas cofradías y para el público en general, quiero reflexionar sobre este, mi primer año de servicio y presidencia de nuestra Junta Pro-Semana Santa.
Lo primero, he de deciros que es un año de descubrimiento, de formación diaria, de mucho más trabajo del que se ve por fuera o uno imagina antes de ocupar este cargo. También lo es de madurez, siempre teniendo en el pensamiento y en el corazón serviros a todos desde la cortesía, el rigor y el afecto, siendo este el motivo por el que vosotros, mis hermanos vocales de las distintas cofradías me elegisteis, depositasteis vuestra confianza y apoyo en mí.
Queremos ser una familia en la que cada uno pueda manifestar lo que piensa y lo que siente, en la que se escucha antes de hablar y en la que se acoge antes de sentenciar y se perdone siempre, una familia en la que el hermano entienda lo que el otro diga y que cada uno pueda manifestarse tal como es y, por fin y, sobre todo, una familia que mira al futuro y que no se deja llevar por la rutina de hacer siempre lo mismo.
En este año, me quedo con todos los proyectos que ya hemos realizado entre todos, me quedo con los momentos agradables que he vivido y los no tan agradables, con pequeños roces —que, gracias a Dios, nos une y nos da ejemplo— y con la debilidad física y mental por la responsabilidad de ser fieles con nuestra Semana Santa.
En los próximos cuatro años, continuaremos trabajando desde dentro para engrandecer más aún nuestros actos y para poner a la Semana Santa de Toro en el lugar que le corresponde. La ilusión que aportamos dará, sin duda, un nuevo aire y traerá cambios que nos obligarán a trabajar duro, sacrificando una parte de nuestra vida familiar y gran parte de nuestro tiempo.
Un trabajo que, por no ser público, a veces, no es apreciado por algunos. Por eso, el entendimiento, la estima y la amabilidad son primordiales en la gran familia de cofradías.
No quiero ahora hablaros de proyectos, me gustaría, dentro de cuatro años, hablar de realidades. No debemos
olvidar que, para ser grandes, como dijo nuestro papa Francisco, tenemos que estar al servicio de los demás, debemos aprender que pertenecer a cofradías nos da muy pocos derechos y nos carga de una gran responsabilidad, frente a Él y frente a los demás.
La Semana Santa se vive en Toro con evidente pasión, son fechas marcadas de numerosas tradiciones, que llegan desde lo más profundo y personal hasta lo más solemne y participativo. Recorrer nuestra ciudad no es sólo descubrir ofertas gastronómicas asociadas con la Cuaresma y la Pasión, es también encontrarse con costumbres locales que sólo conocen los del lugar, Pasiones vivientes, procesiones, actos litúrgicos y cientos de turistas participando entre lo peculiar y la implicación respetuosa.
Este año, la Semana Santa de Toro volverá con una tradición de siglos, pues siglos de historia acumulan algunas de sus cofradías, y lo hará en un ambiente de reflexión y austeridad, en perfecta consonancia entre la sobriedad y el silencio de las procesiones castellanas. Los toresanos saben perfectamente de la importancia de la Semana Santa para Toro y, gracias a este entusiasmo, es posible explicar el éxito progresivo, la participación y el encanto de los desfiles procesionales que, además, destacan la belleza de sus históricas calles y es por eso por lo que esta Junta Pro-Semana Santa realizará todos los esfuerzos posibles para intentar conseguir la declaración de Interés Turístico Nacional, siempre arropada por las diferentes cofradías, por la Iglesia y por el Ayuntamiento.
Las procesiones de cada cofradía repetirán sus itinerarios habituales entre los Vía Crucis, las penitencias y las oraciones de compartir todas esas emociones al lado de los seres queridos y que convierten a Toro en un destino ineludible para conocer una de las más reputadas Semanas Santas de la provincia de Zamora.
Sin más, quiero animaros a participar de todos nuestros actos y deseo que esta etapa que comienza nos lleve a un ciclo de esperanza, unión y grandeza nazarena.








Saluda del Clero de Toro

Las cosas no se preparan de la noche a la mañana. La Semana Santa, tan nuestra y que despierta los más hondos sentimientos, será auténtica, sentida, divina y vivida si en la vida quitamos lo que nos sobra y ponemos lo que nos falta.
Y en la Semana Santa celebramos la muerte, vivimos y proclamamos la Resurrección.
Y es que, en la vida, como en todo, no faltan los contrastes: luz y oscuridad; tristeza o alegría; entusiasmo y decepción; angustia y serenidad; dudas y fe; amistad y odio; cielo o infierno...
Por eso es necesario resituar las cosas, las ideas, los acontecimientos, las personas, nuestras luchas y nuestras conquistas a la luz del Evangelio.
La semana de Pasión, en sí misma, no tiene otro fin que llevarnos a la Pascua. ¡Necesitamos tanto de vida, de luz, de resurrección, de optimismo, de generosidad!
Y esa Pascua tiene un nombre: ¡CRISTO!
Para ello, este tiempo se convierte en eso: tiempo para estar cerca de Aquel al cual tanto decimos amar, en el cual hemos sido bautizados, pero del que, muchas veces, tan lejos nos encontramos.
Un estudiante, para el examen final, echa el resto. Y nosotros, como discípulos de Jesús Maestro, también es bueno que repasemos las hojas de nuestra vida para intentar corregir, pasar página, enmendar errores e, incluso, intentar hacer un punto y aparte en aquello que no merece la pena insistir.
Por eso, la Semana Santa nos lleva al meollo de nuestra fe, a identificarnos con Jesús, a reflexionar, rezar y guardar silencio en medio de tanto estruendo ideológico que nos asfixia y nos impide vivir con cierta paz y serenidad.
A lo dicho: feliz y santa semana. ¡Vivamos y anunciemos la PASCUA!
El Clero de Toro


Explicación cartel Semana Santa 2025 Francisco de la Fuente
El pasado 24 de enero, se presentó en FITUR (Madrid) el cartel que he llevado a cabo para anunciar la Semana Santa toresana de este 2025. La verdad es que fue el sitio más adecuado para dar a conocer parte de nuestra cultura.
Para la elaboración de dicho cartel, tenía claro que la Virgen de la Soledad y el Cristo del Amparo iban a ser las dos imágenes que iba a utilizar, sobre todo, por la perspectiva de las fotos que realicé en su día, dando como resultado la composición final que podéis ver.
Aparte de estas imágenes, tenía que aparecer de alguna manera nuestra joya de la corona, nuestra Colegiata, punto de referencia de nuestra ciudad y, sobre todo, también debía remarcar dos elementos que están en relación directa con nuestra Semana Santa y juegan un papel muy importante y diferenciador de otras localidades; por un lado, uno de los cuencos, que hace referencia a los “conqueros”, algo exclusivo de nuestras procesiones, y, por otro lado, una de las trompetas con las que los "turutas" juegan un papel muy importante en esos días, avisando de que es día de procesiones.
En cuanto al proceso de ejecución, se podría resumir en dos partes. Por un lado, sesiones fotográficas y, por otro, Photoshop puro y duro. El resultado es un montaje trabajado con capas, cada una, independiente de la otra, integrándolas en un fondo elaborado desde cero y, después, tratado el conjunto con sus niveles de color, brillo, texturas, etc.; en resumen, un trabajo bastante laborioso.
Ha sido un auténtico placer poner mi granito de arena para dar más publicidad, si cabe, a uno de los eventos más importantes de la ciudad de doña Elvira, junto con Carnavales y la Fiesta de la Vendimia, que, para mí, son las tres fechas claves por encima del resto ahora mismo y que más impacto tienen a nivel exterior en otras provincias.
Poder aportar lo que hago para dar a conocer aún más nuestra ciudad significa mucho para mí. Además, la Semana Santa la he “mamado” en mi casa desde que era pequeño, pasando por todas las fases: llevando pasos, “haciendo la fiesta” en varias cofradías, siendo cagalentejas... hasta he sido alcalde de mi pueblo durante el tiempo que duró una misa e intercambié mi insignia con el bastón de mando de alcalde en ese momento, ¿qué más se puede pedir?
Por eso, ha sido especial hacer este cartel y espero que sea del agrado de todos los toresanos; para mí, ha sido un privilegio.
Actualidad Semana Santa 2024

Restauración del Cristo al Expirar, La Flagelación y La Desnudez
Los pasos "Cristo al Expirar", "La Flagelación" o "Los Azotes" y "La Desnudez", todos, propiedad de la cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla fueron restaurados a lo largo del pasado año, de manera que las diferentes intervenciones valieron para subsanar diversos desperfectos que sufrían las tallas que conforman estos grupos escultóricos con objeto de que procesiones de manera más digna y más segura para su integridad durante la procesión de la madrugada del Viernes Santo.
Las tres restauraciones fueron llevadas a cabo por los restauradores Cristina Torinos del Bosque e Ignacio Gutiérrez Vigil.

Traslado del Ecce-Homo a San Julián
El último Martes Santo fue el primero en el que la venerada talla del Ecce Homo no partía de la iglesia del convento de Santa Clara ya que el monasterio de Santa Clara de Zamora, propietario del convento toresano, había firmado previamente un convenio de cesión de la imagen a la iglesia de San Julián de los Caballeros, donde ahora permanece expuesto todo el año para favorecer su culto.
La talla del Cristo atado a la columna fue trasladada el 2 de marzo de 2024 de la que había sido su casa durante siglos hasta su cercano nuevo hogar, en un traslado histórico en el que estuvo arropado por numerosos cofrades y devotos.
Nuevo abrigo para las asociadas de la Virgen de los Dolores
La Venerable Congregación de Nuestra Señora de los Dolores unificó el pasado año el atuendo para su procesión. Así, sus cofrades estrenaron un abrigo de paño negro y cuello de chimenea, sencillo y austero, pero que ha servido para dar un uniforme realce a la primera de las procesiones de la Pasión toresana, la que sale en la noche del Viernes de Dolores.
Además, la hermandad de fieles, siguiendo la tradición comenzada el pasado año, tuvo, durante toda la jornada del Sábado Santo, a su Virgen Dolorosa en vela en la iglesia de San Julián de los Caballeros, sumándose así a la Virgen de la Soledad de Santa Catalina y a la del Santo Sepulcro.
Primera procesión de las Siete Palabras
La Asociación Parroquial de las Siete Palabras procesionó la pasada Semana Santa con su imagen titular, el Cristo de la Luz, por primera vez, por las calles de Toro. Su desfile, de estética totalmente distinta a la acostumbrada en la ciudad, partió de la iglesia de San Salvador de los Caballeros y finalizó en la Colegiata de Santa María la Mayor; previamente, tuvo lugar su acto central en el entorno del Alcázar, donde se dio lectura a las Siete Palabras por parte del invitado al efecto, José Manuel de la Fuente. Asimismo, los hermanos de la cofradía estrenaron su hábito, de dos piezas y estilo franciscano, confeccionado con tela de arpillera, con cíngulo y sandalias para sus pies.
La asociación parroquial se ha hecho también, hace escasos meses, con la cesión del uso de la capilla de San Bartolomé o "Capillica de los pobres" como su sede, un espacio donde realizan actividades destinadas a la confraternización.
Nuevo manto para la Soledad del Sepulcro
La Virgen de la Soledad de la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad vio aumentado su ajuar el pasado año, con un nuevo manto de luto que ya sirve para dignificar la imagen de la misma en la iglesia del Santo Sepulcro, en la que se encuentra durante todo el año.
La principal particularidad de este manto es que, en su confección, se han utilizado 162 estrellas negras que han sido donadas por otros tantos cofrades, devotos o familias y cuyos nombres figuran bajo las mismas, cosidos así para siempre al manto de la Virgen, que han confeccionado por las monjas del convento del Tránsito de Zamora.
Un coro popular para el Canto de las Cinco Llagas
Un coro popular formado por cofrades de la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad fue el encargado el pasado año, por primera vez, de entonar las sentidas letras que componen uno de los actos más singulares, íntimos y emotivos de cuantos tiene lugar en la Semana Santa toresana: el Canto de las Cinco Llagas, que retumba intramuros de la Colegiata cada noche de Miércoles Santo, —a pesar de que la lluvia no permitiese sacar la procesión a la calle, como ocurrió en 2024—, de manera previa a la Adoración del Cristo Yacente.
500 años de la Vera Cruz de Tagarabuena
La cofradía de la Vera Cruz de Tagarabuena cumplió en 2024 500 años desde su fundación en 1524, fecha de la que datan sus estatutos y que aún siguen vigentes hoy en día. Para celebrar su medio siglo de vida, la hermandad organizó algunos actos especiales, como una conferencia sobre la cofradía y la imagen titular de la hermandad, el Cristo de la Vera Cruz, impartida por el historiador local José Navarro Talegón.
Elecciones en Jesús Nazareno y nuevo presidente
La cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla celebró el pasado Domingo de Lázaro, dentro del orden del día de su asamblea general, elecciones a la presidencia, unos comicios a los que se presentaron dos candidaturas: la del hasta entonces presidente, Crescencio Álvarez Vinagre, y la de Cristofer Feo Pallín que, finalmente y tras una ajustada votación, salió elegido como nuevo máximo mandatario de la hermandad nazarena. Un cambio de presidencia que se materializó con la cesión de la insignia del presidente, por parte de Álvarez Vinagre, en el acto del primer domingo de mayo.
Siete Palabras participa en el Encuentro Nacional de Cofradías en Medina del Campo y en el Encuentro de Jóvenes Cofrades en León
Una representación de la Asociación Parroquial de las Siete Palabras participó, el pasado mes de septiembre, en el Encuentro Nacional de Cofradías celebrado en Medina del Campo y organizado por la cofradía Cristo en su Mayor Desamparo, posibilitando así el conocimiento de la Semana Santa de Toro a otros cofrades llegados desde diversos puntos de la geografía nacional. Lo mismo ocurrió en el Encuentro Nacional de Jóvenes Cofrades celebrado en León, al que también asistió el presidente de la hermandad, David Alonso.

Presentación del cartel de la Semana Santa 2025 en FITUR
La Junta Pro Semana Santa de Toro presentó por primera vez el pasado 24 de enero en la Feria Internacional de Turismo (FITUR), en Madrid, el cartel ofical de la Semana Santa de Toro 2025. En la presentación, que se desarrolló en el stand de Pueblos Mágicos de España, además del presidente de la Junta Pro-Semana Santa, Crescencio Álvarez, y de su secretario, David Alonso, estuvieron presentes el autor del cartel, el fotógrafo toresano Francisco de la Fuente, más conocido como D'Perfil, y autoridades locales del Ayuntamiento de Toro.
Elecciones en la Junta Pro-Semana Santa y cambio de presidente
La Junta Pro-Semana Santa de Toro también celebró elecciones para renovar su junta gestora el pasado mes de septiembre. Tras los últimos diez años como presidente del órgano gestor de cofradías, Francisco Iglesias declinó volver a presentar su candidatura y, únicamente, concurrió una a los comicios: la de Crescencio Álvarez Vinagre, que se convirtió así en nuevo "líder" de la Semana Santa toresana, y que estará acompañado al frente de la misma por Amparo de la Calle Alonso, como vicepresidenta; Sandra Oncalada Morillo, como tesorera, y David Alonso García, como secretario.

Elecciones de la Real Cofradía del Cristo del Amparo
La Real Cofradía del Cristo del Amparo ha sido la última en celebrar elecciones a la presidencia, el pasado mes de febrero. Unos comicios que revalidaron la candidatura de Amparo de la Calle Alonso —la única presentada— como presidenta, un cargo que venía desempeñando desde hace cuatro años y que ostentará durante los próximos cuatro.
Grabación de spot publicitario en Madrid
Una representación de la Junta Pro-Semana Santa de Toro y de la Real Cofradía del Cristo del Amparo se trasladaron recientemente a la ciudad de Madrid para participar en la grabación de "Ecos de Pasión", la campaña de promoción de la Semana Santa de la provincia puesta en marcha por el Patronato de Turismo de la Diputación de Zamora en Madrid y que tiene como uno de los principales reclamos los sonidos; en el caso de la Semana Santa toresana, los de la matraca y el bombardino que suenan en la noche del Lunes Santo, durante la procesión del Cristo del Amparo.
Francisco Javier Ruiz Matilla, Cofrade de Honor 2025
Francisco Javier Ruiz Matilla ha sido elegido Cofrade de Honor 2025 por parte de los integrantes de la Junta Pro-Semana Santa. En la última Junta de Cofradías celebrada el viernes, el galardonado se impuso en la votación entre los tres candidatos propuestos por las diferentes hermandades, que, finalmente, lo han considerado merecedor del reconocimiento por su trayectoria en la cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla, en los que ha desempeñado los cargos tanto de vicepresidente como de vocal, y, principalmente, por su “trabajo desinteresado” para “absolutamente todas las cofradías” que integran la Pasión toresana, con las que ha colaborado haciendo diversos trabajos.
Entrevista Luis Santana
“La Semana Santa de Toro está a la altura de ser de Interés Turístico Internacional”
El conocido barítono zamorano Luis Santana Juan, cuya primera toma de contacto con la Semana Santa de Toro fue hace décadas, a través de la coral “María de Molina” que fundó en la localidad, es el pregonero de la Pasión toresana 2025.
Hábleme de su vinculación con la Semana Santa de Toro...
Yo me fui allí muy jovencito, tenía 15 años cuando fundé la coral "María de Molina" de Toro y recuerdo que hacíamos todo: desde la misa del Domingo de Ramos en la Colegiata hasta el Vía Crucis, el Miércoles Santo; el Lunes Santo, cantábamos al Cristo del Amparo. El Viernes Santo por la mañana, era casi una obligación ir a comer el bacalao a El Espolón. Primero, veía la procesión de la mañana, veía salir al "Cinco de Copas" en Zamora e, inmediatamente, me iba a Toro a desayunar en El Espolón y luego ver la procesión y todos los pasos, no he visto una cosa más emocionante nunca que la entrada de la mañana de Toro.
¿Qué recuerda de aquella época en la que vivió en primera persona la Pasión toresana y cómo ve que ha cambiado en el tiempo que ha pasado?
Creo que, como en todos los sitios, ha perdido la autenticidad. Se ha hecho todo mucho
mejor, mucho más bonito y mucho más perfecto, pero ha perdido la esencia, y está perdiendo la esencia, no sólo la Semana Santa de Toro, también la de Zamora y creo que todas. Porque antes era todo como muy de verdad y ahora es todo como muy programado. Y creo que, en las Semanas Santas, tanto de Zamora como de Toro, están perdiendo mucho la esencia, por lo menos lo que yo recuerdo de esa esencia que era entrañable y de casi entre familia, y ahora ya es otra cosa.
¿Ve alguna manera de poder recuperar esa esencia de la que habla?
Creo que siempre pensamos que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. A lo mejor, es verdad que esta época es apasionante, que lo es, porque se están creando nuevas cofradías y nuevas imágenes, y es todo como mucho más perfecto y más cuidado, porque antes se cuidaban menos las cosas y ahora sí se cuida todo mucho más, desde cualquier cosa pequeñita de la procesión hasta el final.
¿Qué supone para usted ser pregonero de la Semana Santa de Toro?
Lo pienso y me pongo a llorar, porque me parece de una emoción tan grande, porque yo Toro la llevo en el alma. Es de esas ciudades donde me fui muy pequeño y siempre decía "yo quiero vivir aquí". Me encanta, es un lugar donde encuentro esa nostalgia que tiene Castilla, que la necesi-
to para mi espíritu, y es estar rodeado de arte, de belleza, de Historia y de una ciudad señorial, histórica. Toro, para mí, es pura emoción.
¿Se acercará a vivir algún momento más de la Semana Santa de 2025, además del pregón?
Nunca fuera don Quijote de damas tan bien servido. Basta que soy el pregonero de la Semana Santa de Toro, debo estar. Desde el Lunes Santo hasta el Viernes Santo, tengo ya pensado ver la Semana Santa. Desde luego, el Viernes, no me la pierdo por nada del mundo y quiero verla en vivo toda la semana. Todos los años voy a ver alguna procesión de Toro.
El año pasado, fui con unos amigos de Valencia y se quedaron impresionados, me dijeron "oye, la de Zamora es muy bonita, pero esta es muy bonita también".
Como zamorano, saco pecho por la Semana Santa de Zamora, pero creo que, con la de Toro, se dan de la mano y es como muy complementaria. Deberían remar las dos Semanas Santas, incluso, me atrevo más, con la de Bercianos de Aliste, deberían remar las tres a la vez porque son maravillosas las tres.
Le voy a poner en un pequeño aprieto: ¿con qué talla de la Semana Santa de Toro se quedaría?
No es ningún aprieto. Mi Virgen es la Virgen de los Dolores, Ella me emociona, pero me emociona mucho también nuestro Padre Jesús, es que me rompo; cuando veo a Nuestro Padre Jesús, me
parece espectacular. El Cristo del Miércoles Santo me deja sin palabras porque, además, con esa mirada, parece que te está hablando, que te quiere decir "ayúdame, ven, aquí. Estoy aquí". Es una cosa espectacular. Y el Cristo del Amparo, que me sobrecoge siempre, yo creo que es la talla por excelencia de la Semana Santa de Toro y, junto con el Cristo de las Injurias de Zamora, los dos mejores crucificados que tenemos en la provincia. También le tengo mucho cariño a la Verónica porque, además, estuve con Ramón Cuenca, el imaginero, hasta las cinco de la mañana, buscando la firma de Salzillo, y hasta que no se encontró, no paró. Fue muy emocionante, la desvistieron y fue de esos días que recordaré toda mi vida porque era de tripas. Era pura alma lo que había en la iglesia de Santa Catalina, es como que Salzillo estaba allí diciendo "¡Mirad dónde está mi firma! ¡Esto es mío!" Era una cosa espectacular. ¿Y con qué momento de la Pasión toresana se quedaría?
Sin ninguna duda, el Vía Crucis del Miércoles Santo. Es algo maravilloso, maravilloso. Y luego, algo también muy entrañable, el acto de Vestir Santos del Miércoles Santo. Es algo maravilloso.
Por su profesión, quizás, ese acto único del Canto de las Cinco Llagas que tiene lugar tras el Vía Crucis que menciona le llegue de una manera especial. ¿Qué le evoca este momento?
Las Cinco Llagas también las cantamos un año nosotros, con la coral "María de Molina", y a mí me parecen una maravilla porque me evoca gente que ya no está. La coral fue maravillosa, estuvimos sólo diez años, pero fue una etapa, yo creo, la más bonita de mi vida. Fue mi conejillo de Indias, yo soy lo que soy gracias a esa coral. Me enseñó todo. Además de esa polifonía única del Canto de las Cinco Llagas, la Semana Santa de Toro cuenta también con diversos himnos compuestos para sus Crucificados o Vírgenes, ¿cree que este patrimonio musical contribuye a aumentar la singularidad de la Pasión?
Todo es maravilloso, todo suma. Porque, aunque al principio no guste tanto, no nos parezca que sea lo más apropiado, eso queda. El compositor de la mayoría, José Manuel Chillón, ha hecho muchísimo también por la música vocal. Bueno, todos hemos hecho lo que hemos podido porque yo me acuerdo de que lo primero que le cantábamos al Cristo del Amparo era una reflexión mística, una composición que yo hice cuando tenía 15 años. Y luego, le cantábamos el himno "Manus tuas, Domine?", una pieza de Juan García de Salazar, que fue el maestro de capilla de la Colegiata, que sacamos del Archivo. También le cantábamos el Via Crucis de Tomás Luis de Victoria, que era una maravilla, y todo eso se ha perdido. Incluso, una vez llegamos a cantar en Toro el Miserere que se canta Zamora. Eso también es Semana Santa. ¿Cómo siente usted el binomio Semana Santa y música?
La música es parte fundamental de nuestros sentimientos. Es la
que nos hace llorar, reír, es la que nos hace ponernos bien y mal. En esto, pasa igual, creo que, cuando escuchas una marcha fúnebre, te toca lo más profundo de tu ser, es inexplicable lo que pasa por tu cuerpo porque una marcha fúnebre o un canto gregoriano de los bonitos es pura víscera. Creo que se debería hacer un buen coro de voces graves para la nueva procesión del Sábado de Dolores, tipo al de Zamora; habría que copiar ese tipo de cosas a Zamora porque son dos ciudades muy similares; no es copiar, es reflejarse en una idea que me parece muy bonita y, como decía antes, no en-
porque es maravilloso. Y luego, Pepe Navarro, que es la joya de la corona, le debemos tanto, tanto; la Semana Santa le debe tanto y Toro le debe tanto.
De algún modo, ¿la música será hilo conductor de su pregón?
No, sobre todo, van a ser mis vivencias y mis sentimientos, pero es que la música está dentro de mí. Voy a contar cosas que me pasan porque yo llevo siempre a la Soledad de Zamora, a la de Toro y a la Virgen de los Dolores conmigo, y voy a contar una anécdota muy divertida que me pasó en la Soledad.

tiendo por qué no van de la mano, por qué no funcionan juntas.
A través de ella, de la música, fue como entró en contacto con la Pasión toresana, ¿no es así?
Claro, a través de la coral "María de Molina". Y luego ya comencé con Jesús de la Sota, con David Rivas, que son geniales, geniales. David Rivas es patrimonio de Toro. No sé cómo no tiene una escultura en la plaza de Santa Marina
mo a que venga mucha gente porque todo lo que se masifica en la vida pierde el encanto. Que vengan los que tengan que venir, pero no que vengan masas porque, entonces, ya no sería la Semana Santa, sería un jolgorio. El principal propósito de la nueva Junta Pro-Semana Santa es obtener para la celebración la declaración de Interés Turístico Nacional. ¿Qué opina usted? ¿Cree que la Semana Santa de Toro tiene entidad suficiente para merecerla?
No, nacional, no, no me conformo. Internacional. Lo que no entiendo es cómo la Semana Santa de Toro, ya no solamente sea de Interés Turístico Internacional, es que vaya mucho más allá porque creo, y lo digo convencido, que la Semana Santa de Toro, la de Zamora y la de Medina de Rioseco son las tres Semanas Santas más bonitas que tenemos en Castilla y León, y casi en España, después de Sevilla, que allí son muy especiales. Estas tres Semanas Santas son las más auténticas, son las más de verdad; no hay otras que se puedan igualar a estas tres. La Semana Santa de Toro está a la altura de una internacionalidad.
¿Cree que el marco en el que se desarrolla también tiene que ver para alcanzar este reconocimiento?
¿Cómo le hablaría de la Semana Santa de Toro a una persona que la desconoce?
Yo siempre les digo que tienen que venir porque decirle "es diferente a todo, no has visto una Semana Santa igual en tu vida, es diferente"... Si has visto la Semana Santa en otros sitios, suelen ser parecidas, esta es diferente, no tiene nada que ver con nada. Tienes que verlas y tampoco ani-
Claro. Porque se va por Rejadorada, por Judería... por esas calles que son, verdaderamente, muy "semanasanteras". Cuando yo voy por la calle Judería, parece que voy viendo el Vía Crucis del Miércoles Santo.

75 años de La Borriquilla
"Trajeron la Borrica y el pollino, echaron encima sus mantos y Jesús se montó. La multitud extendió sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: ¡Hosanna al hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!" (Mateo 21, 7-9)
La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén a lomos de su borriquita supone en cada Semana Santa toresana la alegría entre las tinieblas de los días posteriores. Y, en este 2025, conlleva un pequeño plus puesto que el paso de “La Borriquilla”, como los toresanos se refieren a la talla, cumple 75 años desde su primera aparición en los desfiles de la Pasión local, enmarcada en los actos organizados por la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad, allá por 1950.
Aunque, en 1947, la crónica publicada en El Correo de Zamora en su edición del 2 de abril —aquel año, Miércoles Santo— ya recogía que, el Domingo de Ramos, se iniciaron los cultos en la parroquia de Santa María la Mayor, con la solemne bendición de ramos y la procesión, no sería hasta tres años después cuando la talla, salida de los talleres de Olot, haría su entrada triunfante en la Pasión toresana, hecho promovido por el entonces cura ecónomo de la Colegiata de Toro, Luis Rubio.
El mismo diario, en la edición publicada el lunes 7 de abril de 1952, recoge que, en la “fecha tan señalada por la liturgia cristiana”, haciendo referencia al Domingo de Ramos, se celebraron en todas las iglesias de la ciudad “con solemnidad” cultos y la “ceremonia oficial” del día tuvo lugar en la iglesia colegial de Santa María la Mayor.
La crónica de la procesión que partió del mismo templo, que destaca ya la “nutrida representación de la población infantil, portadores de artísticas palmas”, informaba de que, cerrando el cortejo procesional, iba una “bellísima imagen de Jesús sobre una pollina”.
También la crónica semanasantera publicada en el periódico provincial el Miércoles Santo de 1959 se hace eco de la procesión de la “Borriquita”, en la que “centenares de niños, de todas las clases sociales, con palmas y ramos, acompañaron al nuevo grupo escultórico que representa la entrada de Jesús en Jerusalén en su recorrido triunfal por las calles de Toro”.

Pero, retrotrayéndonos en el tiempo casi una década, el diario zamorano de la época también daba espacio en sus páginas a la llegada a Toro y al estreno de la que hoy en día es una de las tallas imprescindibles de la Semana Santa de Toro.
La edición publicada por El Correo de Zamora el lunes 27 de marzo de 1950 informaba de cómo, el día previo a aquel, se reunió la junta directiva de la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad "para desembalar y colocar sobre las andas el nuevo y magnífico grupo escultórico que acaba de recibirse y representa la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén". El texto también relata que, en esa misma reunión, la hermandad repartió entre los niños de la localidad las palmas "para que asistan con ellas a la procesión que se organizará este año, por vez primera, con la nueva imagen el próximo Domingo de Ramos".
El redactor que firma la noticia expresaba que "el nuevo grupo escultórico que representa a Jesús montado sobre una pollina, con una mano en alto, en actitud de bendecir, es figura de gran prestancia, tamaño casi natural y de una ejecución perfecta".
"A toro pasado", recoge el diario "Imperio" en su publicación del sábado 8 de abril de 1950 la primera procesión del Domingo de Ramos protagonizada por la santa imagen en Toro, a la que califica de "acontecimiento".
"El acto simbólico de Jesús entrando triunfalmente en Jerusalén, aclamado por la muchedumbre, no se había nunca o por lo menos no se recuerda que se hubiere ya escenificado en nuestra ciudad y por eso, para que fuere mayor el acontecimiento y para que esta Semana Santa resultase más brillante y más completa que la de años anteriores" la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad "adquirió la imagen de Jesús cabalgando en la
borriquilla, de tamaño natural, ante el gran regocijo y contento de todos los asociados y toresanos que lo hicieron enormemente patente el pasado día dos, al comprar o agenciar los padres a todos sus chiquillos y recordarles (...) el asistir a la procesión de la "Borriquita", que fue engrosada por más de un millar de niños que, cimbreando entusiasmados el campo de doradas palmas erguido sobre sus cabecillas constituía un verdadero acontecimiento en nuestra ciudad, lleno de esplendor y éxito, recorriendo varias de las principales calles en las que ondeaban banderas sobre sus balcones engalanados con diversidad de colgaduras formadas por ricas y policromas colchas adamascadas, y a los que afluía lo mismo que a las bocacalles del itinerario, una nutrida muchedumbre que, llena de admiración, se deshacía en elogios al nuevo paso". En efecto, "Imperio" adelantaba ya en sus páginas el 10 de marzo de ese año, casi un mes antes, la noticia que titulaba "Un paso y una procesión más en nuestra Semana Santa". En sus líneas, el diario informaba de que, "como punto más importante y trascendental" de la junta general anual celebrada por la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad, se dio el "sentir unánime por todos los hermanos de adquirir nuevos pasos y la conclusión de que fuesen el de 'La Borriquilla' y el del 'Descendimiento'. El primero ya hoy se puede afirmar que aumentará el número de los ricos en arte que cuenta la Semana Santa toresana y este año, por lo tanto, tendremos una procesión más que saldrá el Domingo de Ramos con gran realce y esplendor".
La información añadía que, además, era "propósito" de la Asociación proporcionar a todos los niños toresanos que solicitasen el ingreso en la misma "pequeñas y bo-
nitas palmas". Lo que deja patente, pues, que, desde su nacimiento, la procesión de "La Borriquilla" del Domingo de Ramos, como lo es hoy en día, tres cuartos de siglo después, fue la procesión de los niños.
Ese mismo periódico volvía a incidir en la importancia que, para la cofradía, tenían los infantes en esta nueva procesión que se celebraría por primera vez puesto que, en su publicación del 31 de marzo, exponía que, por parte de la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad, "están invitados todos los niños y para que revista mayor esplendor, la Asociación aludida proporcionará a precio de coste las palmas que se precisen".
La imagen protagonista de cada mañana de Domingo de Ramos en Toro fue adquirida en los célebres talleres de imaginería religiosa de Olot (Gerona) y su molde fue realizado hacia 1915 por el que llegara a ser director técnico del taller, Jaime Martrus y Riera, un polifacético artista formado en la Escuela de Artes y Oficios de Manresa y Palco (Barcelona).
El grupo escultórico está confeccionado en soporte de madera y moldeado en escayola policromada. Este modelo de "La Borriquita" de Toro es muy conocido en el mundo cofrade porque, salidas del molde realizado por Martrus y Riera, desfilan otras imágenes escultóricas en las Semanas Santas de Burgos, León, Ávila, Logroño, Oviedo, Medina del Campo, Benavente, Guadix, Calahorra o Haro, entre otras.
En algunas publicaciones, como la crónica de la procesión publicada en El Correo de Zamora en 1970, en el vigésimo aniversario de la procesión y de la talla, se recoge un acto que hoy se ha perdido: "el gran repique de campanas" que servía para congregar a los fieles, niños y adultos que portaban palmas y ramos de olivo y laurel, a acudir a la
procesión. Esa misma publicación añadía, además, sobre el desfile procesional del Domingo de Ramos, que "cada año se supera adquiriendo si cabe y dentro de su sencillez mayor esplendor por su mayor número de participantes portando palmas y dando así, con su plena asistencia, ejemplo a todos los demás desfiles".
Como anécdota, la crónica de la procesión de las palmas de 1998 publicada en La Opinión-El Correo de Zamora, informaba de que, por primera vez, participaron también en la misma los cofrades de la Hermandad de Amor y Paz, de Salamanca. "Medio centenar de niños y niñas de la cofradía salmantina, ataviados con túnica blanca, desfilaron en la procesión, portando cruces de madera".
La procesión que hoy se celebra el domingo de Ramos ha tenido como punto de partida diversos templos toresanos, como la Colegiata de Santa María la Mayor —que fue el primero—, el Santo Sepulcro —sede de la cofradía— o la actual iglesia de Santo Tomás Cantuariense, desde donde, 75 años después de su entrada triunfal en Toro, en este 2025, la imagen de "La Borriquilla" volverá a cruzar su portón para salir al sol reluciente de una mañana de Domingo de Ramos, en la que lo esperarán multitud de niños con sus ropas de estreno y sus palmas doradas apuntando al cielo, en señal inequívoca de que Aquel que los saluda con su mano derecha en alto en señal de victoria es el Rey de los judíos.
Carmen Toro



La alegría y la inocencia infantiles trascienden el blanco y negro y el triunfo del amor, de la unión de la familia, aparece simbolizado en las palmas elevadas al cielo, así como lo hace la emblemática Torre del Reloj, testigo mudo y perenne del Domingo de Ramos en la ciudad.
Todo está perfectamente dispuesto; los niños, bien guapos, con sus mejores galas de estreno. Primos y hermanos, todos unidos junto a la figura imprescindible y orgullosa del domingo de palmas y ramos: el abuelo. "Poneos ahí, vamos a hacernos una foto para el recuerdo".

Y la vida avanza imparable. Y la ilusión de volver a estrenar, junto a hermanos y primos, bonitas ropas el Domingo de Ramos para "no perder" los pies y las manos aparece un año tras otro, a la sombra de lo importante: juntarse en familia de nuevo para acompañar, con palmas y laureles, la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
Un año más. Quién sabe cuántos podremos disfrutarlo aún, así, todos juntos, desde la mirada curiosa que nace de la inocencia. Desde el amor más puro y tierno: el de un abuelo por sus nietos, como el que Él derramó sobre nosotros y por nosotros.
Atención a los jóvenes cofrades en el Jubileo de la Esperanza

Estamos celebrando el Año Jubilar de la Esperanza. Esperanza es vivir el presente con la certeza de la compañía y el auxilio del Señor, y no perder los ánimos por las dificultades que puedan surgir en el camino. Incluso, como señala acertadamente el Papa en sus documentos, lograr atisbar en las circunstancias de cada momento, en los signos de los tiempos, las pequeñas y humildes señales de la victoria del Resucitado, que ya está actuando en la historia de los hombres y alumbra, aunque sea penosamente, un mundo nuevo. Pero la virtud de la Esperanza también exige saber mirar el futuro con responsabilidad. La esperanza está directamente relacionada con la acción, con el compromiso transformador, para ir iluminando cada una de las situaciones con la luz del Evangelio.
En nuestro caso concreto, en las cofradías de nuestra diócesis, corremos un riesgo innegable de dejarnos llevar por el pesimismo ante la realidad de la despoblación, el enveje-
cimiento, incluso la realidad del alejamiento de las nuevas generaciones de la práctica religiosa y, en concreto, de la vivencia cofrade.
Es precisamente la Esperanza la que nos obliga a actuar, seguros de que el Señor, en esta etapa histórica, sigue auxiliándonos. Seguros también de que las hermandades han atravesado muchas y muy profundas crisis desde su inicio y han logrado salir fortalecidas de todas ellas, pero no sin tener que tomar medidas, adecuándose a nuevos tiempos y nuevas mentalidades.
Los jóvenes, nos dice el papa en la Bula de convocatoria de este Jubileo, junto con otros colectivos especialmente afectados (los pobres, los ancianos, los migrantes, los enfermos, los más débiles…) necesitan signos concretos de esperanza. “Ellos, lamentablemente, con frecuencia ven que sus sueños se derrumban. No podemos decepcionarlos; en su entusiasmo se fundamenta el porvenir… Por eso, que el Jubileo sea en la Iglesia una ocasión para estimularlos. Ocupémonos con ardor renovado de los jóvenes… ¡Que haya cercanía a los jóvenes, que son la alegría y la esperanza de la Iglesia y del mundo!
Una vez más aprovecha la ocasión Francisco para hablar de la necesaria “alianza entre las generaciones”, en la que “los abuelos y a las abuelas representan la transmisión de la fe y la sabiduría de la vida a las generaciones más jóvenes… que encuentran en ellos arraigo, comprensión y aliento”. ¿Dónde existe más cercanía, más alianza, que en la religiosidad popular?
Empeñémonos, este Año Jubilar, en fijar nuestra mirada en los cofrades más jóvenes, en sus esperanzas y sueños, en sus energías y proyectos, también en sus debilidades e inconsistencias. Hagámoslo como compromiso concreto, como forma de dar carne al Jubileo y lucrarnos de una indulgencia que no puede ser abstracta e inmaterial, que tiene que ser concreta y real en la historia de nuestras cofradías y hermandades. Hagamos concreta nuestra apuesta porque, como dice Pablo a los cristianos de Roma, “Spes non confundit”, “la Esperanza no defrauda”.
Que santa María, madre de la Esperanza, madre de todos los cofrades y en particular de los más jóvenes, nos ayude y aliente.
Javier Fresno
Mirar con los ojos de un niño
Las tardes de aquel inicio de la primavera se le hacían bastante largas a Jorge; sus nervios estaban a flor de piel desde los días pasados del carnaval cuando su padre le dijo, con aquella voz grave que imponía bastante, que había que preparar la túnica.
Aquel niño solo era consciente de haber apretado la mano de su abuela cuando veía alguna procesión (siempre las abuelas han sido maestras de la Semana Santa con sus explicaciones sencillas o su compañía serena y cálida) y observaba, con bastante admiración, el danzar de los pasos al son de una música que erizaba su vello y no se explicaba el porqué. Aquellas imágenes que apenas comprendía le hacían sentir algo: a veces tristeza, en otras ocasiones alegría y, cuando el caminar de los hermanos era de noche, algo de miedo. Eran días de vacaciones, de familia, de nerviosismo por los pasillos de la casa y de abrir y cerrar puertas de armarios, para sacar a relucir lo que estaba colgado en grandes perchas que se encontraban siempre al fondo.
Jorge había nacido en el seno de una familia sencilla que participaba en la mayoría de los momentos fuertes de la vida de la ciudad; el verano era tiempo de peñas y de carrozas, el otoño no solo hacía caer las hojas y cambiar colores, sino que también sonaba a dulzaina y olía a vino y a fiesta en las calles. El invierno era tiempo de disfraz y máscara con sus amigos, para celebrar la alegría y los contrastes de la vida: bailes al son de charanga y lloros que olían a sardina asada porque comenzaba la Cuaresma. Pero, no sabía el porqué de las emociones de la primavera; no entendía cómo cada año los nervios eran diferentes en aquellas fechas que alargaban las luces del día y olían a flores y viento húmedo. Como era bastante curioso, preguntaba a alguno de sus hermanos, mucho más mayores que él, y siempre le respondían de la misma manera: “la Semana Santa, enano, a ver si te enteras… la Semana Santa”. Y mientras se lo susurraban al oído, él sentía el cosquilleo que se trasmitía con solo escuchar las dos palabras que anunciaban un cambio de ciclo y hacían temblar los cimientos de la vida cotidiana.
Tal vez, en un tiempo de increencia como el nuestro, sean estos días los únicos que, al igual que ocurría en esta familia normal y sencilla, hacen removerse en nuestras memorias los recuerdos que más tienen que ver con la tradición y con lo más profundo de nuestro ser. No solo nos hacen pensar en aquellos que ya no están (cosa que ya pasa en las fechas navideñas, cuando los lazos familiares se intentan restaurar y ponemos encima de cada una de las celebraciones los recuerdos y las anécdotas pasadas), sino que también nos ponen en contacto con los pensamientos más íntimos y las

creencias que nos hacen ser mejores, de una manera u otra, en cada una de nuestras vidas. En la sociedad occidental, que es en la que vivimos, tenemos tres referencias claras que son las que llevan marcando nuestra manera de comportarnos durante siglos: la filosofía griega, el derecho romano y el humanismo cristiano. Sé que muchos añadirán a estos tres pilares otros acontecimientos de la historia que, con razón, han ido modelando nuestra forma de actuar y de enfocar la vida, pero sin lugar a duda, estamos en un momento en el que alguna de las bases se diluye, incluso desaparece, y hace que muchos ya no entiendan los porqués de muchas cosas y el “hacia donde vamos o queremos ir”.
Tal vez, el pensamiento desarrollado por sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman y su expresión “tiempos líquidos”, tengan bastante que ver con nuestra manera de ser y actuar en la actualidad; el tránsito de una modernidad «sólida», estable y repetitiva a una «líquida», flexible y voluble, en la que las estructuras sociales ya no perduran el tiempo necesario para solidificarse y no sirven de marcos de referencia para los actos humanos. Pero la incertidumbre en que vivimos se
debe también a otras transformaciones entre las que se contarían la separación del poder y la política, el debilitamiento de los sistemas de seguridad que protegían al individuo, o la renuncia al pensamiento y a la planificación a largo plazo: el olvido, en definitiva, se presenta como condición del éxito. Y es aquí donde vuelvo a recuperar el hilo de nuestro relato primigenio, eso sí, con varias preguntas: ¿debemos olvidarnos de todo lo que nos ha traído hasta aquí, de todo lo que en el fondo somos, de todo aquello que nos hace temblar cuando el silencio, la soledad o el sufrimiento se hacen presentes en la vida?, ¿o es acaso el éxito lo único que nos mueve y nos hace seres con sentido, personas que se olvidan del otro y piensan que los lazos no existen y no son importantes para ser felices en la vida? La mirada de Jorge, la del niño que traspasa el umbral de los acontecimientos con limpieza y sin filtros, es la de aquellos que aún siguen viendo la vida tal y como es: con aristas y caminos dificultosos, con alegrías y carencias, con encuentro y desencuentro, con traición y amistad inquebrantable… Las andanzas de aquel galileo que sembró esperanza y creó recelos hace casi dos mil años, siguen siendo hoy lo que mueve comportamientos, renueva lazos de fraternidad y hace recordar cada primavera que la Semana Santa está más cerca.
Llegó el día y, como cada Viernes Santo, Arturo se levantó muy pronto y con muchas ojeras; fue pasando por cada uno de los dormitorios de la casa y despertando uno a uno a cada miembro de la familia, pero este año tocó en el hombro del más pequeño: “Jorge, arriba, que ya es hora”. Los nervios no le dejaban acertar a la hora de colocarse bien los zapatos y poderse hacer una lazada prácticamente a tientas; su madre miraba cómo el pequeño había crecido demasiado deprisa y ya era uno más en aquel ritual ancestral que habían heredado de sus mayores y…no sabía si la emoción o el nerviosismo la trasportaban hacia tiempos pasados en los que la familia era algo más que la reunión en fechas clave del calendario. Jorge caminaba con su túnica nueva, de nazareno, con su caperuzo debajo del brazo y la mirada perdida, pero esta se detuvo delante de aquel hombre que colgaba del madero y miraba al cielo con ojos de dolor y perdón. Su corazón se volvió a estremecer y su vello se erizó un año más porque descubrió, un poco más de cerca y con ojos trasparentes, que en la vida el amor es lo que mueve realmente la historia.
Francisco Javier Ucero Pérez

La Magdalena y la Virgen de la Soledad, obras del escultor Tomás Pares Pérez
Desde los inicios de la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad, su programa iconográfico incluía las imágenes de la Magdalena y la Virgen de la Soledad. La primitiva imagen de la Magdalena tal y como nos cuentan los diarios de la época fue realizada por el escultor aficionado Anacleto Carbajosa y estrenada en el año de 1941. La imagen de la Virgen de la Soledad, muy celebrada en la ciudad desde antiguo, incluso llegando a desplazar la advocación original de la primitiva cofradía del Santo Entierro y ostentar el título de co-patrona de la ciudad junto a la Virgen del Canto. Esta imagen, afortunadamente, ha llegado a nuestros días, trasformando su advocación original en la de la Verónica actual de la cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla. Tras el incendio que sufre la sacristía de la iglesia del Santo Sepulcro la noche del 13 enero de 1951 y que, como consecuencia, la asociación pierde todo su ajuar, la cofradía adquiere un nuevo y valioso manto confeccionado en los talleres de la obra sindical de artesanía de Madrid, así como corona y corazón para el pecho, diseñadas por la prestigiosa platera Matilde Espuñes y pagadas por suscripción popular, destacando las aportaciones de la obra pía José Celestino Samaniego a través de su administrador y las del gobernador civil de la provincia, don Carlos Pinilla, ascendiendo el importe de la adquisición de dicho ajuar a la cantidad de 31.000 pesetas. La desproporción en las medidas del manto con la primitiva imagen y la proclamación por parte de su Santidad Pio XII del año 1954 como año universal mariano, coincidiendo con el centenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, con programación de multitud de actos en la Iglesia universal y, que en nuestra ciudad, tendría su mayor exponente con la coronación canónica de la Virgen del Canto, darían lugar a la adquisición de una nueva imagen de Nuestra Señora de la Soledad.
La primera referencia que conocemos sobre la adquisición de la imagen de la Virgen de la Soledad la encontramos en el acta de la asamblea ordinaria del primero de marzo de mil novecientos cincuenta y tres, en el que la junta administrativa de la asociación pide un voto de confianza para gestionar la adquisición de una cabeza y manos de talla para la imagen de Nuestra Madre la Soledad, no hablándose en ningún momento de adquisición de una imagen completa.
Tras las gestiones realizadas, el día veintiuno de octubre de mil novecientos cincuenta y tres, se celebra una asamblea general ordinaria de la asociación en la que don Anacleto Carbajosa expone para su verificación y aprobación por parte de los hermanos de la asociación

una cabeza y manos con destino a Nuestra Madre la Soledad, que se ha encargado al imaginero D. Tomás Pares Pérez, de Madrid. Tal y como cuenta el libro de actas de la asociación, la obra gustó mucho y se acordó por unanimidad adquirirla; no obstante, se acordó requerir al Sr. Pares por si fuera factible rectificar algunos detalles de la cara de la Virgen, para lo cual se dio a la junta directiva un voto de confianza para gestionar lo que proceda.
En la misma acta, se acuerda, si la situación económica lo permite, adquirir al mismo artista el armazón o cuerpo para la Virgen Nuestra Madre la Soledad y una nueva imagen de la Verónica. Este último dato resulta, cuando menos, sorprendente y se debe a un error del secretario de la asociación al escribir el acta de la asamblea, pues la imagen de la Verónica nunca ha formado parte de la iconografía de la asociación del Santo Sepulcro y la Soledad. La confirmación de que se trata de un error la encontramos en las páginas del diario El Correo de Zamora en las que el corresponsal de dicho diario en Toro, el Sr. Marcos, en una breve crónica de la Semana Santa con fecha 21 de abril de 1954, nos dice lo siguiente: “había este año una novedad en la cofradía del Santo Entierro como ha sido estrenar dos nuevos pasos, 'la Magdalena' y la 'Soledad', dos tallas primorosas que han sido muy del agrado del público”. Visto lo cual, podemos afirmar que la imagen de la Magdalena es también una obra del escultor madrileño don Tomás Pares Pérez.
Pero ¿quién es el escultor Tomás Pares Pérez? Hijo del también escultor Tomás Pares Lacruz, heredero del taller paterno instalado desde 1914 en la madrileña calle de San Felipe Neri, regentado en la actualidad por su hijo, José Luis Pares, continuador de la saga familiar y continuador del oficio. De origen madrileño, Tomás Pares Pérez (Madrid 27 de febrero de 1914 - 26 de diciembre de 1996) inició sus estudios en el instituto San Isidro, destacó por su activa producción imaginera dispersa por la geografía nacional, principalmente, en La Mancha, Valencia y, sobre todo, en Madrid y Bilbao; también realizó piezas con destino a Italia, Brasil o Alemania. Iniciado en la imaginería en el taller paterno, a los 14 años ingresó en la Escuela de Artes y Oficios de la calle Marqués de Cubas, donde colaboraría con artistas de la entidad de Bueno, Capuz, Vicent, Pedro Mazos u Oteiza. Pares trabajó principalmente la madera de nogal y la piedra, utilizando para sus composiciones el canon de ocho cabezas. Constante investigador de fórmulas expresivas que, junto a su dominio del oficio, hacen que sus imágenes parezcan remitir a la pausada contemplación cuando culmina su faceta escultórica.
A pesar del general desconocimiento de su biografía y obra, esta es extensa y en ella cabe destacar los retablos de la iglesia de Santa Teresa y Santa Isabel de Chamberí, el paso del Encuentro de la bilbaína cofradía de la madre de Dios de las escuelas Pías; en la misma ciudad, destaca el Vía Crucis del seminario conciliar o el Resucitado de las pasionistas de Deusto, el Cristo para la capilla de la Academia Militar de Zaragoza, otro crucificado en alabastro para la localidad vizcaína de Berriz o el Cristo Yacente de Villacañas (Toledo), destacando también en su obra civil el busto de don Miguel de Unamuno instalado en la céntrica plaza del mismo nombre de Bilbao. Pares cultivó también los trabajos de restauración, destacando la realizada, en la época de Posguerra, del magistral Crucificado de Juan de Mesa que preside en la actualidad la nave central de la catedral madrileña de La Almudena.
Crescencio Álvarez Vinagre


Gratitud del Pregonero
Estás aquí, Señor, aquí a mi lado, muerto en la cruz y vivo en el sagrario, llenando con tu Luz este escenario que el amor a tu Madre ha levantado, hecho de piedra y siglos, un rosario rezado por tu pueblo, emocionado.

Tengo ya grabada para siempre en la memoria mi presencia en la Colegiata el pasado año para pronunciar el pregón de vuestra Semana santa. Os puedo asegurar que ha sido uno de los momentos más emocionantes que he vivido en los muchos años en los que, agradecido, he respondido siempre afirmativamente a las solicitudes de pregonar y ensalzar esta santa tradición o algunas otras manifestaciones populares que requirieron mi participación, por ejemplo, el pregón de las fiestas de San Agustín en vuestra plaza Mayor, allá en agosto de 1991.
Cuando pude atender por fin la invitación de mi amigo Paco Iglesias, presidente de la Junta Pro-Semana Santa, él sabía que aceptaba ese encargo para poder satisfacer la deuda que había contraído con Toro. Tenía el firme deseo de devolver a la ciudad, a sus gentes y, en particular, a las que viven con intensidad su Semana Santa, la gratitud que les debía por aquellos años que pasé en el seminario menor, en el edificio de Villachica, cuando mi vocación sacerdotal daba sus primeros pasos, los primeros y los últimos.
Aquellas Semanas Santas fueron inolvidables. Las viví con la misma pasión e ilusión con que, desde que tenía uso de razón y antes de ir al seminario, viví las de Zamora, de las que ya era un pequeño pero ilusionado hermano del Silencio y Jesús Nazareno. Nunca he olvidado aquellos días solemnes en el seminario y en las calles de Toro viendo y sintiendo escenas llenas de fervor y emoción, la grandeza de los silencios y sonidos que acompasaban la liturgia
en la capilla del seminario y en las procesiones. Y, sobre todo, no he olvidado a las personas que, con sotana y sin ella, vivían con verdadera unción los sagrados misterios de esos días santos.
Cuando a menudo vuelvo a Toro, procuro siempre entrar en la Colegiata y un día, no hace aún muchos años, me encontré con la sorpresa de ver una imagen de Cristo Crucificado, en la meseta del presbiterio, en el lado litúrgico del evangelio que, según me dijeron, había llevado allí el entonces párroco Roberto Castaño.
Me senté en uno de los primeros bancos para poder admirar y a la vez rezar a aquella impresionante imagen. Luego supe que había llegado hasta ese altar desde la iglesia de la Trinidad, en la que, la verdad, no había reparado cuando de seminaristas íbamos a esa iglesia a cantar el miserere al Cristo del Amparo. O no estaba en ella entonces. No lo recordaba, lo confieso. Pero desde que lo vi en ese calvario de suelo de madera, muerto, desnudo de adornos, allí plantado como un verdadero ajusticiado, pensé poner a sus pies mi pregón, dedicárselo. Y pedirle ayuda para haceros llegar mis palabras hasta lo más profundo de vuestro corazón. Él era, y es, el Señor de la Luz. Os confieso que me emocioné al recitarle los versos de mi oración en el prólogo de mi pregón que, os dije entonces y repito hoy, lo pensé con el alma, lo escribí con el corazón por delante y lo pronuncié esa tarde con todo el amor que me salía de las palabras. Porque os contaba una parte de mi vida, aún entonces tan niña, en aquellos días de la Pasión, vivida con vosotros, a vuestro lado, de chavalín con sotana y un montón de sueños.
Este año volveré a veros. A contemplar junto a vosotros esa maravillosa recopilación de arte y devoción que son vuestras procesiones y a participar desde la acera en algunas de ellas. Y, si no, a pensarlas y revivirlas como antaño, sintiéndome de verdad uno más de vosotros, como entonces.
Y así seguiré rezando al Cristo del Amparo en la soledad sobrecogedora de la medianoche del Lunes Santo, acompañaré al Ecce Homo que la Providencia no quiso mandar al fuego, rezando por las monjitas que le cuidaron y sirvieron tantos años. Sumaré mi voz a las vuestras cantando y rezando las Cinco Llagas. Animaré a los hermanos conqueros, en el sacrificio de su silencio, uniendo óbolo y oración por ellos. Meditaré, viéndolo, ese evangelio de madera de la Pasión que situáis en la madrugada del Viernes Santo en el Espolón, cuando las primeras luces del día alumbran con mágico realismo tan devotas escenas. Y esa misma noche acompañaré al Muertico de entonces y de siempre, reencarnado en otra madera por otras manos, pero con la misma piedad y veneración. Y le tiraré un beso y una salve a la Soledad cuando la vea pasar, vencida ya la tarde del Sábado Santo, arropada por vosotras, toresanas, a las que el luto os hace todavía más guapas, que supisteis desde siempre mantener viva en vuestros hogares y corazones la semilla de la fe en Ella y en su Hijo.
Desde estas páginas, os doy de nuevo las gracias por vuestro cariño. Estoy muy orgulloso de haber sido pregonero de vuestra Semana Santa. Eso sí, sé que mi deuda con Toro nunca quedará saldada del todo, pero no será por falta de amor.
Luis Felipe Delgado de Castro
Palabra y música

En los páramos extensos, donde la tierra se abre al cielo como un mudo clamor, el Salvador avanza. No es un rey de oropeles, sino un caminante de polvo y sudor, que lleva sobre sus hombros el peso de los siglos. Su figura se recorta contra el horizonte infinito, donde el trigo y el barbecho se confunden con el dolor y la esperanza. Es el Cristo castellano, austero como la tierra que pisa, fuerte como la encina que resiste el vendaval.
En las noches de Semana Santa, cuando las procesiones avanzan al compás de los tambores, su presencia se siente en el aire frío, en el crujir de las sandalias sobre el empedrado, en el silencio quebrado solo por el rezo de las ánimas. No hay ostentación aquí, solo la pureza de una fe tallada en piedra, labrada en el alma de un pueblo que sabe de sacrificios y renuncias. Sus ojos, profundos como los atardeceres que tiñen de oro los campos, miran más allá del tiempo. Ven el sudor del labriego, las lágrimas de la viuda, el cansancio del pastor. Su voz no es un trueno, sino el susurro del viento que mece las espigas, una melodía que habla de redención y de paz. En sus manos abiertas, las heridas son como los surcos que el arado traza en la tierra. Son el símbolo de un amor que se siembra en el dolor y florece en la Resurrección. Es el Salvador que no viene a juzgar, sino a comprender; no a dominar, sino a servir. Su reino no es de este mundo, pero se construye en el corazón de quienes lo siguen, en la austeridad de los conventos, en el recogimiento de las ermitas.
Todo ello lo conocen bien los hermanos de la “Asociación Parroquial de Las 7 palabras”, creada el año pasado por mi querido amigo David Alonso y un grupo de entusiastas fieles
que han conseguido, desde su primer desfile procesional, impactar a propios y extraños gracias a una estética impresionante, un recorrido imponente y una serie de elementos que, a buen seguro, estoy convencido situarán al Sábado de Pasión como uno de los días señalados dentro de la Semana Santa toresana. Dentro de los elementos que se han querido incorporar a la austera y magnífica procesión, tenemos la música. Y, para mí, ha sido un honor poder escribir 8 evocadoras piezas para cuarteto de viento. Sin duda, cuando David Alonso me propuso la idea, la verdad es que me encantó y estuve en contacto con él durante varios días para poder plasmar en música la estética de la procesión, muy medieval, además de tratar de transmitir la esencia de cada una de las Siete Palabras de Cristo en la Cruz a través de los instrumentos. Recuerdo con cariño los días que David y yo recorríamos las calles por las que transcurriría la procesión, me comentaba ilusionado la incorporación de bombos y matracas, los hachones, las sandalias y toda la indumentaria diseñada. También hablamos sobre el acto del rezo de las 7 Palabras en el Alcázar, y lo idóneo de crear una música para cada una de ellas. Con toda la información, me puse a trabajar, tratando de dejarme llevar por las emociones y los sentimientos. El resultado es una música sencilla, emotiva, con fuerte carga espiritual. Cada una es un acorde que vibra en el alma, un eco que atraviesa los siglos, mezclándose con el murmullo de la procesión y el repicar de las campanas en la noche toresana. Es una música que no se escucha con los oídos, sino con el corazón, donde lo divino y lo humano se funden en un abrazo eterno:
1. "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Es el primer movimiento, un adagio de misericordia que brota como el agua fresca de un manantial. Es la cuerda que se tensa y se suelta, liberando el perdón en un mundo que no lo merece. En las iglesias de piedra, entre velas temblorosas, esta palabra se eleva como un canto gregoriano, recordándonos que el amor es más fuerte que el odio. Es la voz del Cristo que, incluso en la agonía, nos enseña a perdonar.
2. "Hoy estarás conmigo en el paraíso".
Un andante de esperanza que ilumina la oscuridad. Es la promesa que resuena en las noches de vigilia, cuando las estrellas parecen gotas de luz derramadas sobre el manto de la Virgen. Esta palabra es como una melodía que consuela al pecador, una canción que nos recuerda que, incluso en el último suspiro, hay un lugar para la redención. Es la música de la eternidad, que nos llama a mirar más allá del dolor.
3. "Mujer, he ahí a tu hijo. Hijo, he ahí a tu madre".
Un largo de ternura y entrega. Es la voz que une lo humano y lo divino, como las coplas que se entonan en las romerías, donde el pueblo llano se convierte en familia. Esta palabra es el lazo que ata a María y Juan, y que nos ata a todos en una fraternidad sagrada. Es el canto de la madre que llora y del hijo que acoge, una melodía que nos habla de amor incondicional.
4. "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".
Un fortissimo de desolación que estremece el alma. Es el grito que resuena en los atardeceres castellanos, cuando el sol se oculta y las sombras se alargan. Esta palabra es como un lamento, profundo y desgarrador, que nos recuerda que incluso el Hijo de Dios conoció la soledad. Es la música del abandono, que nos enseña a confiar incluso cuando el cielo parece vacío.
5. "Tengo sed".
Un pianissimo de humanidad que nos conmueve. Es la voz quebrada que pide un sorbo de agua en medio del desierto, como las coplillas que se cantan en los campos sedientos de Castilla. Esta palabra es el susurro de Cristo que nos recuerda su fragilidad, su necesidad de consuelo. Es la melodía de la sed, no solo de agua, sino de amor, de justicia, de redención.
6. "Todo está cumplido".
Un finale solemne y majestuoso. Es la nota final de una sinfonía que parece terminar, pero que en realidad es un nuevo comienzo. Esta palabra resuena en las iglesias, entre el humo del incienso y el silencio de los fieles. Es el acorde que cierra una historia y abre otra, como el repicar de las campanas en la Semana Santa, anunciando que la muerte no tiene la última palabra.
7. "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".
Un largo de entrega y paz. Es la última nota, suave y serena, que se eleva hacia el cielo como el humo de las velas que se apagan. Esta palabra es el canto del abandono confiado, como las salves que se entonan al atardecer, cuando el día se despide y el alma se recoge. Es la música de la entrega total, que nos enseña a confiar en el Padre, incluso en la hora más oscura.
Para cerrar el círculo, la octava y última composición es la titulada “Luz del Salvador”, en clara alusión a la Iglesia de la que parte la procesión, y teniendo como referencia la simbología de que Cristo Salvador es entregado por nosotros, para salvarnos.
Música y texto se unen. Las emociones son protagonistas en la noche fría. Un halo de esperanza brota de la penumbra.

En la cima de la colina, donde el viento susurra oraciones antiguas y el sol se torna testigo silente, se alzó la cruz como un faro entre tinieblas. Era madera y clavos, sí, pero también un umbral, un puente tendido entre la miseria del hombre y la misericordia de Dios. Cristo, el Cordero, se ofreció como semilla en tierra árida, regando con su sangre el surco de la humanidad marchita. En su último aliento, rompió el velo de la noche eterna, desató las cadenas invisibles que atan al alma y transformó la muerte en un nacimiento nuevo. Y así, cuando la piedra rodó y el alba besó la tumba vacía, la redención dejó de ser promesa para convertirse en camino. Un sendero de luz donde el caído puede alzarse, el errante puede volver a casa y el corazón herido encuentra, al fin, su descanso en el abrazo del Salvador.

David Rivas Domínguez
Los estatutos de la Vera Cruz de Tagarabuena
El día 6 de mayo de 1524, pronto hará quinientos un años, Antón Fernández, vicario en Toro por el obispo comunero don Antonio de Acuña, a la sazón encarcelado en Simancas, aprobó los estatutos de la cofradía de la Vera Cruz de Tagarabuena administrando justicia bajo el pórtico o cabildo que entonces tenía la Colegiata adosado a su alzado norte, donde el atrio actual, en la audiencia que solía celebrar a las nueve de la mañana: “estando so los portales de la yglesia mayor de la dicha çibdad juzgando, a la abdiencia de la terçia”. Se lo habían pedido Martín de Laguna y Juan Carrasco, abad y mayordomo, respectivamente, en nombre de los otros cofrades, “porque las dichas ordenanças tuuiesen más autoridad… como por satisfaçer al derecho e costumbre deste obispado”; examinadas, las encontró “fechas a seruiçio de Dios… …e declaró por buenas, justas e hútiles e prouechosas… …e mandó obtemperar, cumplir, guardar a la dicha confradía e confrades della que son o por tiempo fueren…”. Se mantuvieron en vigor hasta el 5 de agosto de 1829, fecha del decreto de aprobación de otras nuevas dado por el obispo dominico fray Tomás de la Iglesia y España.
Se encuentran escritos con esmero en letra gótica minúscula a dos tintas, con iniciales minuciosamente ornamentadas a plumilla, imagen coloreada del Crucificado sobre paisaje sumario encuadrado por orla de entrelazo y decoración floral en márgenes de la primera plana, en un cuadernillo de pergamino compuesto por cinco pliegos cosidos con hilo de lino, que suman diez folios de 331 x 220 mm, nueve de ellos opistógrafos y en blanco el primero en función de tapa. Es el ejemplar más antiguo de su género entre los conservados de las numerosas cofradías de la misma advocación que surgieron en la diócesis de Zamora. Su estado de conservación es satisfactorio pese al deterioro causado por una dobladura y a las huellas dejadas por los usuarios, pues al menos una vez al año el abad tenía que ordenar su lectura “víspera de la Sancta Cruz de mayo, donde los confrades se juntaren a tomar la colaçión, e lo faga leer delante de todos porque todos sepan lo que han de guardar y cunplir…”. Todos eran entonces veinticinco. En 1985 tan apreciable códice fue depositado en el Archivo Histórico Diocesano de Zamora.
Comienzan con una serie de invocaciones implorando de Dios salvador, en primera persona, que nos escuche, que por la señal de la cruz nos libre de los enemigos y por el triunfo de esta nos defienda de todo peligro: “Exaudi nos, Deus salutaris noster, per signum crucis de inimicis nostris libera nos, Domine, et per triumphum crucis a cunctis nos defende periculis…”. Sitúan a Dios en el “comienço, medio y fin” de la obra y solicitan el amparo de la Virgen María, “abogada de los pecadores”.
A continuación, un “prólogo” o declaración de intenciones transparente y sin desperdicio, capaz todavía de conmover por la hondura del mensaje y por la llaneza y veracidad de la envidiable prosa en que se transmite. No me resisto a transcribirlo. Dice así: “Queriéndonos solamente gloriar en el árbol de la preçiosa cruz † de nuestro dulçe e bendito Redemptor e saluador Iesuchristo, por la qual somos fechos saluos e libres, e pensando e contemplando cómo el manso e muy humilde cordero, hijo de Dios verdadero, glorioso señor nuestro, en aqueste tan bendito árbol quiso ser cruçificado e derramar su preçiosa sangre por saluar a nosotros, pecadores, e a todo el humanal linaje, nos, los penitentes de Tagarabuena, ahunque indignos, aviendo deseo de saluar nuestras ánimas y, en memoria de la su sagrada pasión e en rremissión de nuestras culpas e peccados, derramar con disçiplina nuestra humana sangre en rremembrança de tan buen Señor, desde agora e para syempre con entera fe e verdadera esperança y entrañable amor de corazón a este árbol de la vera cruz † nos arrimamos e con ella nos abraçamos, junto con ella queremos morir e a esta buena cruz tomamos por nuestro escudo y defendimiento en todos los días de nuestra vida y a la hora de la muerte, contra todas las temptationes e occasyones e peligros deste mundo, para lo qual con mucha humildad e rreuerençia e deuoçión hordenamos y estableçemos desde agora para syempre jamás, para nosotros e para los que después venieren de nos en aquesta tan sancta confradía e hermandad llamada de la Vera Cruz de los penitentes de Tagarabuena disciplinantes, de lo qual e para lo qual hordenamos y establecemos vna rregla en esta manera”.
Las reglas y mandatos de este ordenamiento que dirigió la trayectoria de la cofradía durante más de tres siglos se distribuyeron en ventiocho “capítulos” con sus
correspondientes encabezamientos, en realidad artículos breves o que al menos nunca pecan de prolijidad, redactados con claridad, sin los artificios y enredos mortificantes de tantas normativas contemporáneas, en los que sucintamente se enuncian los preceptos seguidos de los correctivos o sanciones correspondientes a los infractores, que éstos han de pagar a la cofradía en moneda corriente o en cera para alumbrar en actos y ceremonias religiosas o incluso en yantares para provecho de todos los cofrades. La sucesión de los artículos no responde a criterio alguno de ordenación, por lo que los de contenidos afines no están agrupados en capítulos.
A los iniciales agregaron otros dos en la segunda mitad del siglo XVI: uno para “que ningún confrade empreste cosa nenguna de la cofradía” y otro, fechado el 26 de agosto de 1589, autorizado por el licenciado Calvo de Escobar, vicario episcopal, prescribiendo que las personas ajenas a la cofradía que a su fallecimiento “se quisieren honrrar con el paño nuevo de las andas de la Cruz” pagaran dos reales a la misma.
Surgida en tiempos de exaltación del valor expiatorio de la penitencia, como las cofradías congéneres de la misma advocación, se explica que las prácticas penitenciales constituyeran su principal razón de ser y que de ello se hicieran eco los estatutos. El primer artículo de éstos fija su sede en la parroquial del lugar: “que la nuestra vocación sea en la yglesia de señor Sant Juan del dicho lugar de Tagarabuena”, donde otro precepto los obligaba a asistir a las vísperas y misa de la celebración de su festividad en cada mes de junio.
La autoridad máxima radicaba en el cabildo, o sea, en la junta o asamblea de todos los cofrades, cuyas decisiones se validaban por mayoría simple: “todas las cosas que en nuestro cabildo fueren fechas valgan donde los más acordaren”.
Para alcanzar con agilidad y eficacia los objetivos propios de la cofradía, el gobierno de esta se encomendaba a un abad al que asistían cuatro diputados, uno de los cuales desempeñaba el cargo de mayordomo. La elección la hacía el cabildo el día de la Santa Cruz de mayo a propuesta de este o del abad y cuatros cuyo mandato anual finalizaba entonces, en la propia junta capitular, con la rendición de cuentas por el abad saliente. Imponen como condición que el abad “sea persona de humildad e abonada e non rrebuelta e sea casado, e los quatro para con él que sean casados”. Uno y otros tenían que aceptar irremisiblemente los cargos incluso después de ser penalizados a la primera negativa con el pago de cinco y de dos libras de cera, respectivamente. Su cometido se reducía a hacer “todas las cosas que sean a seruiçio de Dios e provecho de la cofradía”; incurrirían en penas cuando de sus omisiones o negligencias sobreviniera “daño a la cofradía o menoscabo”. El cabildo les delegaba facultades para todo, salvo para disponer de los recursos económicos de la cofradía,
para “façer todas las cosas que faría el cabildo siendo junto, saluo repartir dineros para las cosas neçesarias a la confradía, el qual no puedan repartir syn el consentimiento de toda la cofradía”. Cuando del sobredicho rendimiento de cuentas resultara alcanzada la cofradía en favor del abad o del mayordomo, éstos tendrían que demandar el reintegro, para no perderlo, dentro de alguno de los tres cabildos siguientes. Se penalizaban las desobediencias a las autoridades y, más, las palabras injuriosas y otras demasías, cuya reparación implicaba el pago de “un yantar para los cofrades e dos libras de cera para la cofradía”.
La autoridad del abad tenía su contrapeso, pues, a demanda de cualquier cofrade quejoso, tenía que convocar a cabildo, so pena de una libra de cera, la misma que para disuadir de abusos tendría que abonar el demandante si el cabildo verificaba que la convocatoria era injustificable.
Son varias las órdenes encaminadas al recomendable objetivo de que el amor fraterno regulara las relaciones entre los cofrades. La dedicada a “los que baraxaren” o sea, a los contendientes, dice así: “Otrosy ordenamos que todos seamos buenos hermanos e nos amemos en buen amor en el Señor Dios. E, sy contesçiere que vno con otro baraxaren, el confrade que los viere fágalos amigos, e póngales pena de dos libras de cera sy no quisyeren ser amigos… e fágalo luego saber al abad e el abad faga luego sobre ello cabildo sy fuere menester. E el que tuviere la culpa pague dos libras de cera e más, segund vieren que meresçe”, castigando también al que se inhibiera del deber de reconciliarlos.
Otra prescribe equitativamente que “el que se quexare de su confrade e non lo probare, que pague la misma pena que havía de pagar aquel de quién se quexó”. Para “el que dixere mal de la cofradía” o fuere “revoltoso” la sanción consistía e “vn yantar para todos y dos libras de cera para la cofradía”. A los integrantes de ésta se les prohibía litigar contra ella en los tribunales tanto ordinarios como eclesiásticos.
No se podía estar con armas en cabildo ni en acto alguno en el que participara la cofradía como corporación. En las reuniones del cabildo todos podían intervenir y formular propuestas o “fablar de su cabsa”, pero con educación, no “syn tener la vara” que se entregaba al hablante tras obtener el uso de la palabra.
El derecho a recibir en la cofradía a los solicitantes de ingreso estaba reservado al cabildo general. El aspirante era aceptado con el consentimiento de la mayoría de los miembros de la hermandad, “syendo persona llana”; también podía ser recibido a solicitud de otro cofrade o mujer de cofrade “de vn cabildo para otro”. Había personas que sintiéndose “al punto de la muerte” solicitaban el ingreso para lucrarse con las honras, gracias, sufragios y perdones de los que eran acreedores los miembros de tan santa congregación; la correspondiente ordenanza




dispone que por caridad a nadie se les deniegue, aunque ha de pagar en concepto de entrada quinientos maravedís y tres libras de cera, más cuatro ducados porque “le honrremos e sepultemos como a cada vno de nos mesmos”. Incluso los arrepentidos de haberse dado de baja en la cofradía eran readmitidos sin otro inconveniente que el de abonar de nuevo las cuotas de entrada. Éstas se reducían a la mitad, como era habitual, cuando el que ingresaba era hijo de cofrade.
Los actos penitenciales, primera razón de ser de esta institución, se concentraban en el “jueves de la çena” o jueves santo. El abad mandaba “combidar la cofradía e façer sobre ello cabildo general quinçe días antes”. No había cofrades de luz; todos eran disciplinantes y tenían que acudir a las tres de la tarde, ya confesados, a la iglesia de san Juan Bautista “con sus disciplinas y otros aparejos que fueren menester”. Allí, en el sitio elegido por el abad y demás autoridades, se despojaban de las vestiduras para ceñir una sábana o cubrirse con camisa de lino abierta por detrás para dejar la espalda descubierta a los golpes del flagelo; embozaban el rostro bajo un caperuz que garantizara el anonimato para no restar valor expiatorio a tamaño sacrificio. Cualquier señal capaz de facilitar la identidad del penitente quedaba proscrita.
De la iglesia salían sin pompa ni ceremonia los flagelantes detrás de la Cruz desnuda: “E de allí salgamos con nuestra proçesyón honesta e hordenadamente e que vamos todos los lugares que por nosotros están hordenados con nuestra cruz † delante e dos niños con dos hachas o çirios a par de la cruz alumbrando e cantando, diçiendo a altas boçes en rremembranza de la passión de nuestro señor Jesuchristo, amén. E nosotros disçiplinándonos”. Al regreso al templo “nuestro abad tenga vino para nos lavar las espaldas”, heridas por las disciplinas; allí mismo debían vestirse de nuevo, porque nadie podía regresar a casa enfundado en la túnica o con la sábana de la penitencia. El que por causas justificadas no se disciplinaba este día se ponía a disposición del abad para lo que le ordenare; éste solía darle la vara de mando y encargarlo de regir la procesión.
En la festividad de mayo celebraban el triunfo o exaltación de la santa Cruz asistiendo a las vísperas del día anterior, con cirios que les daría el abad y debían encender al magníficat. A continuación, el mismo les tendría aparejada a costa de los recursos de la cofradía una frugal “colaçión de vino e fruta para todos e para los que ende se fallaren”, acabada la cual rezarían “sendas veces el pater noster con el aue María por las ánimas de los defunctos”. El día de la santa Cruz asistían con cirios
encendidos detrás de la Cruz a la procesión “en derredor de la yglesia” y después a la misa mayor, cantada, en la que habían a alumbrar “al evangelio e al corpus christi”. No paraban aquí los actos de culto. Prescribían los estatutos “que cada primero domingo de cada mes de todo el año digamos vna missa y proçessyón con ella y con sus çirios ençendidos…”.
Un atractivo especial mantiene todavía las disposiciones alusivas a los servicios asistenciales prestados por esta institución cristiana a sus socios más necesitados, que no eran pocos en aquella época sólo abundante en carencias. Cuando la enfermedad y la vejez hacían acto de presencia, “quando algún confrade enfermare o veniere a mucha pobreça hordenamos que el nuestro abad o aquéllos a quien él madare visiten con alguna limosna sy la confradía la tuviere e, sy no, que el nuestro abad señale dos confrades que lo demanden por las buenas gentes” para socorrer con lo recaudado al hermano indigente. Otra obra de caridad conmovedora consistía en turnarse por parejas para acompañar de noche a los enfermos que se encontraban en peligro de muerte y en confortarlos en tan difícil trance, agravado con frecuencia por dolores sin paliativos. Decía el ordenamiento “que, quando alguno confrade o confrada venieren a la muerte, el abad mande rrequerir a dos confrades, los más çercanos (al domicilio del paciente), que lo velen de noche y, sy no muriere, señale otros dos, los más çercanos, e ansy fasta que muera o mejore”. Fallecido un cofrade o cofrada o esposa o viuda de cofrade o hijo o hija mayores de catorce años, previa “invitación a la cofradía”, sus miembros estaban obligados a acudir al entierro, a “el trabar de lecho” y a sacarlo de casa llevándolo “con los çirios ençendidos fasta la yglesia a donde se hubiere de sepultar, en processyón honesta e hordenada”, asistiendo a la inhumación, a la misa y al responso. De inmediato, a ser posible el día del funeral, a costa de la cofradía se aplicarían tres misas de Requiem por el finado. Al cofrade que falleciere fuera del lugar, a una distancia no superior a “tres tiros de ballesta”, le prestarán los mismos servicios, si bien incrementando los herederos el estipendio acostumbrado en media libra de cera.
Las honras fúnebres eran iguales para todos, pobres o ricos, incluso para “los que dexaren posessyón o heredad a la confradía” y para los paniaguados de algunos cofrades, los “que nuestro pan comen e nuestro uestido uisten e nuestro mandado façen”, aunque una adición posterior y autorizada hacia el último tercio del siglo XVI, a juzgar por la grafía, grava los servicios a los paniaguados con el pago de “quatro ducados para gastos de
la cofradía”. A los donantes de heredades se les eximía de abonar los costes del enterramiento; en el caso de donaciones condicionadas al levantamiento de alguna carga, como aniversarios anuales o memorias, “que se lo fagamos sy aquella cosa que diere fuere de tanta valía que syn daño de la cofradía lo podamos façer”. Respecto al “confrade defuncto que fuere povre”, estaba ordenado “que a costa de la confradía lo sepultemos e honremos como a cada uno de nosotros, e paguemos toda la costa del enterramyento, ansy de vigilia como la missa e ofrenda e colaçión e todas las otras cosas que por él se gastaren, segund que cada vno de nosotros por sy mesmo faría”.
Una cuestión que suscitó polémica se resolvió con “piedad y misericordia” estableciendo, en atención a los “muchos confrades moços… porque goçen alguna libertad (liberalidad) de la confradía en premio de sus trabajos”, que, si sus padres fallecieran antes de que ellos se casaran, la cofradía los honrara percibiendo tan sólo “de cabeça mayor de padre o madre dieç maravedís” y fijando la misma cantidad como cuota de las honras fúnebres del cofrade soltero.
Las mujeres cofradas no tenían asignadas misiones activas concretas en estos estatutos. Aportaban sobre todo méritos espirituales al acervo caudaloso de la hermandad y eran acreedoras a las honorables prestaciones de ésta y a las muy preciadas indulgencias y gracias acumuladas en aquél.
Indicios que la falta de espacio me impide ahora detallar refuerzan la posibilidad de que tan densos e interesantes estatutos fueran redactados a la vista de otros bastante más antiguos, los de la Vera Cruz de Toro, perdidos por desgracia, como tantos otros bienes históricos de esta empequeñecida ciudad.
La ilusión de un Jueves Santo

Resurgida de las cinco COFRADÍAS HISTÓRICAS de las antiguas parroquias de la ciudad, —Santo Tomás Cantuariense, San Julián de los Caballeros, San Juan Bautista, la Santísima Trinidad, y la Colegiata de Santa María la Mayor—, se refunda como ARCHICOFRADÍA DEL CORPUS CHRISTI la actual, teniendo su sede Canónica en la Real Colegiata de Santa María la Mayor de la ciudad de Toro.
Con el motivo de fomentar y promover la mayor devoción al Santísimo Sacramento, históricamente, la Archicofradía recoge el testigo ancestral de sus antecesoras de organizar y colaborar en los oficios de la tarde del Jueves Santo, con lo cual, desde su refundación, lo hace en su sede: la Colegiata de Santa María la Mayor de nuestra ciudad.
Realmente, una fecha (Corpus Christi) y el Jueves Santo están ligadas por derecho y por liturgia; no en vano, celebramos en el comienzo del Triduo pascual la tarde de la institución de la Eucaristía.
Como no podía ser de otro modo, y con el solo motivo de fomentar el culto público y participar más in-
tensamente en los actos del Jueves Santo… la proposición e ilusión de sacar este proyecto adelante es clara y con los siguientes proyectos y objetivos:
• Dotar, si cabe, de mayor solemnidad a la tarde del Jueves Santo.
• Hacer y fomentar el culto público y popular del Santísimo Sacramento dentro de su día más importante, puesto que tiene lugar la celebración de la institución de la Eucaristía.
• Participar y hacer partícipe a toda la Archicofradía más aún, para vincular la celebración y procesión de gloria del Corpus Christi con la tarde del Jueves Santo y los Santos Oficios.
• Vincular a todas las hermandades y cofradías de la ciudad para que asistan a los oficios en la Real Colegiata, de igual modo que históricamente.
• Participan, colaboran y adornan las calles y la procesión la tarde del día del amor fraterno. Para ello, tenemos la intención de encargar una imagen vestidera de Jesús alzando el Cáliz y situada en el momento de la bendición de la Mesa.
La imagen tendría culto público en la capilla del Pórtico de la Majestad de la Colegiata, donde se expondría cerca de la Custodia procesional. Como complemento y para sumar devoción y culto popular, en el momento de hacer la retirada del Santísimo al monumento, la procesión sacramental se pondría en planta procesional para salir a la calle con el siguiente orden:
- Cruz alzada y ciriales.
- Estandarte del Santísimo Corpus.
- Representaciones de cofradías con varas (sin estandartes).
- Cofrades de la Archicofradía del Corpus Christi. -Incensarios.
- Imagen de Jesús de la Eucaristía.
- Presidencia eclesial.
- Presidencia de la Archicofradía.
- Autoridades.
- Acompañamiento musical. La intención fue presentada a la asamblea general el pasado año. Claramente, esto es un proyecto ilusionante que tiene que ser autorizado y aprobado por la autoridad eclesiástica y, en su caso, por el Obispado de Zamora, donde está actualmente en trámites.

Desde la directiva de la Archicofradía, esperamos que ilusione a los toresanos tanto como a nosotros para sacarlo en breve adelante. Para ello, ponemos toda nuestra fuerza y confiamos en la ayuda de todas las cofradías de Pasión, así como de la Junta Pro-Semana Santa de Toro, que nos presta este medio de difusión para hacerlo público y notorio.
Archicofradía del Corpus Christi de Toro
Recuerdos de nuestra Semana Santa

100 años atrás
El Correo de Zamora
27 de marzo 1925
De Semana Santa
En los talleres del conocido artista de esta ciudad don Francisco Carrillo, he tenido el gusto de admirar unas preciosas andas que, por encargo de la junta de gobierno de la renombrada Cofradía de Jesús de Nazareno, ha construido el citado artista con gusto exquisito para en ellas colocar la imagen de la Soledad, uno de los pasos que figuran en la procesión de la mañana de Viernes Santo.
El dorado y Pintura de la citada obra a cargo del artista Vicente Pelayo, de esta ciudad, con gran esmero.
En los citados talleres del señor Carrillo, se construyen dos preciosas andas de nogal con adornos, aunque sencillos de mucho gusto, imitación al estilo gótico, destinadas a los pasos de la procesión del Santo Entierro, en la tarde de Viernes Santo, costeadas por las señoras que componen esta Cofradía destinadas unas al paso de San Juan y las otras al de María Magdalena.
En otras reformas piensa también la junta de gobierno de la Cofradía de Jesús Nazareno, para que sus procesiones en Semana Santa adquieran todo el mayor esplendor que se merecen.
75 años atrás
El Correo de Zamora
27 de marzo de 1950
La fiesta de la cofradía de Jesús
Según es tradicional costumbre se celebró ayer en la Iglesia de Santa Catalina la fiesta que organiza anualmente la antigua Cofradía de Jesús y Ánimas de la campanilla, el domingo de pasión, o de Lázaro.
A los hermanos pertenecientes a la numerosa cofradía se unieron muchos fieles por lo que aparecía el templo abarrotado de fieles, dirigiéndose las plegarias hacia la venerada imagen de Jesús Nazareno, colocado en sus andas al lado de la Epístola y que fue sacado la tarde anterior de su hornacina. Es piadosa tradición que los fieles que asisten a este acto si le piden con fe, tres cosas a Jesús consiguen ser atendidos, por lo menos, en una de ellas.
Celebró la santa misa el señor cura encargado de la parroquia de San Julián de de los Caballeros, don Manuel
María García, asistiendo de diácono por don Manuel Pardo y subdiácono don Victoriano González.
Ocupó la Sagrada Catedra el R.P, José Luis Prieto, mercedario Descalzo y un buen coro dirigido por el maestro don Ciriaco Casares cantó la misa de Pio XII
Terminada la solemnísima función, los cofrades, con los abades y mayordomos se reunieron en el cuarto o sala que destina la hermandad para celebrar sus juntas y se adoptaron importantes acuerdos.
El Correo de Zamora 5 de abril de 1950 INTERESANTE CONCURSO EN PERSPECTIVA
Se nos informa desde el ayuntamiento toresano en su deseo de contribuir al mayor esplendor y difusión de la Semana Santa de acuerdo con las Cofradías, se dispone a organizar en el año venidero, durante la cuaresma, un interesante concurso de fotografía y dibujos con importantes premios. Los fotógrafos y dibujantes deben procurar durante el año actual, obtener buenas fotografías de las imágenes y de diversos momentos de las procesiones, ya que cualquiera de esos trabajos puede alcanzar un importante premio y todos ellos tendrán una venta asegurada para la Prensa, o Guías en el año venidero.
50 años atrás
El Correo de Zamora 23 de marzo de 1975 SOLEMNE MISERERE Y PRIMER SERMÓN
La faceta de dolor, fervor y religiosidad de la Semana Santa, se inicia en esta ciudad, con el solemne Miserere que, en la tarde del martes se celebró como es tradición en la iglesia de la Santísima Trinidad, cantado por el coro parroquial. Siguió el responso por los hermanos difuntos de la Cofradía del Santísimo Cristo del Amparo, que es la que organiza estos actos, con asistencia de un elevado número de feligreses de la propia parroquia.
El sermón primero de la serie que en los distintos días y templos se predicaran durante la Semana de Pasión, fue este del solemne Miserere, pronunciado por don Benito García Benito, cura párroco de la feligresía.
25 años atrás
La Opinión- El Correo de Zamora 13 de abril de 2000 Nuevas Andas
La señal de la Cruz
Los hermanos de la cofradía de Jesús y Animas llevarán un rosario para ser identificados y evitar la presencia en los desfiles de personas que no pertenecen a la congregación.
Los mas de 900 hermanos de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús y Animas de la Campanilla estrenaran esta Semana Santa un nuevo rosario que llevaran colgado del cuello y con el que los responsables de la asociación semanasantera pretenden identificar a sus integrantes evitando la presencia de intrusos en las procesiones.
Y es que, tal y como ha relatado el presidente de la cofradía, Agustín Bárcenas, en las ultimas ediciones de la Pasión local se ha detectado la presencia en los desfiles procesionales de personas ataviadas con las túnicas de la asociación pero que no pertenecen a la misma. Las sospechas surgieron, según Bárcenas “cuando comprobamos que estas personas no cumplían con las ordenes que se dan en las procesiones”. El presidente no entiende esta actitud teniendo en cuenta “que si solicitan su inclusión no habría problema alguno”. Concretamente para esta edición Jesús y Animas ha recibido la adhesión de seis miembros más que se suman a los más 900 con que ya contaba. Por cierto, que los dirigentes de la Cofradía recomiendan a los nuevos socios que vistan la túnica de color negro en lugar de la morada ya que, según Bárcenas, el 85 % son de esta última tonalidad.
Los rosarios que reproducen la Imagen de Jesús y la Soledad, han sido elaborados de forma artesanal por las Madres Carmelitas de la localidad quienes a su vez encargaron las cuentas en Roma y las pequeñas cruces de madera a un miembro de la propia cofradía,
Nuevas Andas
La cofradía ha procedido a renovar diversos elementos procesionales. De esta forma el paso conocido como “Los Azotes”, que procesiona el Viernes Santo por la mañana, estrenará esta Semana Santa unas nuevas andas que han sido elaboradas por el artesano local Aurelio Bercianos y en las que se ha invertido 625.000 pesetas. Según el presidente, “la intención es renovar la mayoría de las andas, ya que casi todas son muy antiguas y están muy deterioradas”. Asimismo, se ha renovado la cruz del Cristo “al Expirar”, que ha sido ejecutada por dos hermanos de la agrupación religiosa, Bernardo Sánchez y Ángel Fortuoso, mientras que “La Verónica” también estrena un nuevo manto que ha sido confeccionado por dos modistas de la ciudad. Además, se han sustituido las viejas horquillas que tenían la mayoría de los pasos por patas de madera. En lo que respecta al museo de Semana Santa, que está previsto ubicar en la sede de la cofradía, la Iglesia de Santa Catalina de Roncesvalles, Agustín Bárcenas espera que definitivamente se pueda inaugurar el próximo año “ya que tan solo resta por reformar el piso, dar una mano de pintura al recinto y ampliar las dimensiones de la puerta de entrada al templo para facilitar el tránsito de los pasos, ya que ahora lo hacen con dificultades”.
Recuerdos de Pasión
“Poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces” Es necesario conocer nuestra historia para entender nuestras tradiciones, nuestras raíces y nuestro presente y así construir nuestro futuro. Descubrir lo que fue y lo que pudo haber sido. Conocer el sacrificio de nuestros antepasados para dejarnos esa herencia de la que hoy podemos disfrutar y debemos transmitir a las siguientes generaciones. Recordar es fácil para el que tiene memoria, olvidar es difícil para quien tiene corazón.


Añeja estampa de la procesión del Lunes Santo. Es 25 de marzo el año 1991 y el Cristo del Amparo recorre por primera vez en Semana Santa las calles del barrio de San Antón. Los hermanos, de capa castellana, emblema de la cofradía lo acompañan en su caminar. Si bien, la estética de la procesión y el entorno que la envuelve ha variado, no lo ha hecho la devoción de sus hermanos que año tras año veneran a la imagen del Crucificado del Lunes Santo.
La música juega un papel muy importante en las procesiones, una de las señas de nuestra identidad toresana es el sonido de la corneta y el tambor sordo que anuncia a la cofradía del Santo Sepulcro. Imposible entender las procesiones de esta cofradía sin esos sonidos. En la imagen, tres nazarenos de los que desconocemos su identidad abren el cortejo procesional la tarde del Viernes Santo precedidos de la imagen de San Juan hacia la calle Perezal.

Es Sábado Santo por la mañana, el Yacente, conocido cariñosamente como “El Muertico”, propiedad de las monjas Mercedarias y que procesionó junto a la Cofradía del Santo Sepulcro hasta el año 1958, se encuentra en vela en la iglesia después de haber procesionado la tarde anterior. De allí partirá de nuevo hacia su hogar, donde las hermanas lo cuidan y lo veneran y donde ya tienen todo dispuesto para recibirlo con honores a su regreso.
“Ya todo está cumplido”, dijo Jesús y expiró. El antiguo Cristo de la Expiración de la Cofradía de Jesús y Ánimas de la Campanilla, atribuido a Juan de Muniategui y que pereció en el incendio de Santa Catalina llega la mañana del Viernes Santo a Santa Marina buscando su casa, tras él lo hace la maravillosa Virgen de la Soledad que, desgraciadamente, tuvo el mismo destino. Es una estampa típica de la mañana del Viernes Santo de los años 50, donde podemos ver una de las tradiciones que ha llegado a nuestros días de la procesión de la mañana. En la imagen, decenas de mujeres vestidas de luto, con sus velas, acompañan a las imágenes en ese acto tan nuestro y que aquí conocemos como “Ir a alumbrar”.


La imagen de la Virgen de la Soledad que tallara Hipólito Pérez Calvo después del incendio que asolara Santa Catalina espera en el convento de Santa Clara a ser vestida para una nueva madrugada. La dulzura y el dolor de su rostro contrastan con la sencillez de sus ropas. Desprovista de oros y azabaches, la madre de Dios luce más humana que nunca. La expresión de su rostro aún refleja el dolor de la cofradía al haberlo perdido todo; sin embargo, la paz y la dulzura que transmite la recién llegada imagen son el vivo reflejo del resurgir y la lucha de sus hermanos. “Bendita tú eres entre todas las mujeres”.
Sandra Oncalada Morillo.
Si quieres que tus recuerdos fotográficos aparezcan en Toro Cofrade háznoslo llegar a través del correo: juntaprosemanasantadetoro@gmail.com
Créditos
Dirección y coordinación
Carmen González Gómez “Carmen Toro”
Fotografía portada
Juan Manuel Lorenzo
Fotografía contraportada
Javier Dieguez
Resto fotografías
Antonio Fortuoso, Javier Diéguez, M. Jesús Cahazo, Carmen González, Crescen Álvarez, Francisco de la Fuente, Familia de la Calle, Javier Prieto, Ana María de la Iglesia
Producción editorial:








