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JUICIO EN EL FONDO
Pero si antes de empezar la obra hay anécdotas, durante la actuación no pueden faltar. En la primera actuación de nuestro hombre muergo, Manu Román, este se puso nervioso, se equivocó en una palabra, y después se bloqueó y no pudo continuar. Hasta aquí todo normal, porque le puede pasar a cualquiera, pero lo curioso es que se agarró tal cabreo consigo mismo que se puso a darse cabezazos dentro del muergo, ante la sorpresa de todos los que seguían actuando. Afortunadamente el disfraz de muergo aguantó, pero ha dado lugar al himno de todas las cenas. ¡Cuando el muergo se equivoca hace así… [y todo el mundo se da cabezazos]!
También dentro de la representación, estoy seguro de que ninguno se olvida, hubo una época en que creíamos que uno de los trajes de porretano estaba gafado. Os cuento, estábamos en mitad de la representación cuando de repente el porretano (una compañera de trabajo de Aarón, nuestro bonito de cabecera) que está al lado del barbo portavoz empezó a caerse poco a poco encima de él (Soraya) porque le había pegado un bajón de tensión. Menos mal que el salvareo (José Mari) y Juan Pedro estuvieron atentos y la sacaron en volandas, todo quedó en un susto, y desde el público no se notó demasiado. Pero para nuestra sorpresa, al año siguiente, ese mismo personaje (en este caso la actriz era Mabel) se desmayó en el escenario y hubo que hacer la misma operación. Menos mal que la maldición parece que solo duró dos años, pero desde entonces siempre hay agua para todos los actores para no tener más sustos de este tipo.
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Ya para terminar, siempre hemos comentado que el Juicio en el Fondo del Mar de Santoña engancha y contagia, sobre todo para los que lo vivimos en primera persona. Prueba de ello son los años que lleva saliendo la familia Lobato empezando por José Luis y su hermano Andrés en los inicios del juicio, y que han continuado sus hijos Chus, Aida, María y José Luis, su yerno Juli y hasta su