/ Israel Sánchez Osorio /
CERAMBYX WELENSII
El gran longicornio perforador de encinas y alcornoques Introducción La dehesa aparece como un ejemplo modélico de sistema agrario de Alto Valor Natural 4 cm (AVN) (WWF-Adena 2006). Estos sistemas AVN constituyen una pieza clave del Plan de Acción sobre la Biodiversidad de la UE y de la Estrategia Sobre la Diversidad Biológica y Paisajística del Consejo de Europa, y han figurado entre las prioridades para el Eje 2 del Reglamento de Desarrollo Rural (FEADER). El Eje 2 consta de medidas destinadas a proteger y mejorar los recursos naturales, así como a “preservar los sistemas agrarios y forestales tradicionales de gran valor medioambiental (…)”. Entre las amenazas que sufre este agroecosistema resultan especialmente relevantes los daños causados por insectos xilófagos del grupo Cerambyx (Coleoptera, Cerambycidae), en especial por el cerambícido Cerambyx welensii. Los daños mecánicos que origina esta especie constituyen una de las principales causas de deterioro prematuro del arbolado y de muerte de ejemplares añosos; resultando numerosas las voces que, tanto desde un ámbito público como privado, vienen alertando sobre este hecho. La inquietud es comprensible a la luz de los datos obtenidos por la Universidad de Huelva (Domínguez et al. 2010); según los cuales, el 11% de un total de 20.000 árboles ubicados en 103 parcelas repartidas por toda la geografía andaluza y estudiados durante los años 2008 y 2009 presentaron signos evidentes de daño por estos insectos, tres de cuyas especies (Cerambyx welensii y en menor medida Prinobius myardi y Cerambyx cerdo) fueron detectadas en el 58% de las parcelas prospectadas. Estos datos refrendan y agudizan lo apuntado ya por Navarro et al. (2005) respecto a los muestreos realizados dentro de la red de seguimiento de daños sobre ecosistemas forestales de Andalucía (red SEDA), donde la afección por grandes cerambícidos perforadores se situaba en el tercer nivel de relevancia en cuanto a daños por agentes de origen biótico (44 % de los puntos de la red sobre formaciones de Quercus spp. afectados, con nivel de abundancia “media” de estos perforadores). Estos efectos son más pronunciados en el sector occidental andaluz, donde los daños causados por estos insectos constituyen probablemente una de las causas de la elevada mortalidad del arbolado que se viene registrando en la última década; sirva como ejemplo la mortalidad media estimada en 2,6 pies/ha. en cinco años, en 35.537 ha de dehesa analizadas en la provincia de Huelva estimada por Carrasco y cols. (2009). La gravedad de esta situación fue reflejada en el Informe de la Ponencia de Estudio Sobre la Protección del Ecosistema de la Dehesa, realizado por la Comisión de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca del Senado y aprobado por el pleno en enero de 2011, al reconocer como uno de los motivos de “[…] alarma justificada […] que pudiera poner en peligro amplias zonas adehesadas del entorno mediterráneo […] el cerambix [...]”, y se apunta como objetivo en relación con los cuidados y regeneración de la arboleda: “…el control de las plagas…”. Actualmente se considera la acción de C. welensii como factor agravante dentro del proceso de decaimiento en Quercus mediterráneos (López-Pantoja et al. 2008, Sallé y Bouget 2020, Duque-Lazo y Navarro-Cerrillo 2017). Y resulta merecedora de especial atención tanto la cuantificación de los daños que puede causar esta especie en la arboleda (Domínguez et al. 2022) como el riesgo de su propagación en bosques abiertos, particularmente en el contexto del cambio climático (Sallé y Bouget 2020, Duque-Lazo y Navarro-Cerrillo 2017).
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