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Antonia Martín Tortosa
A Nuestra Señora del Rosario Celestial Patrona de Isla Cristina
“¡Bendito el vientre que te llevó y los pechos que te criaron…!”
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¡Señora del Rosario! Que esa exclamación gozosa y entrañable, admirada y cariñosa, de la mujer del Evangelio ante la maravilla de la presencia del Señor, sea la misma que en nuestros corazones sientan toda nuestra vida por medio de la imitación, del apostolado, de nuestra entrega generosa…
Y que cuando nos vean, no nos vean a nosotros, sino a nuestro Jesús, y a Él amen, alaben y glorifiquen.
¡Bendita Tú Madre Buena del Rosario, porque llevaste en tu seno al Hijo de Dios, porque nos lo diste, porque nos enseñaste a darlo a los demás, a amarlo sobre todas las cosas! ¡Oh Señora del Rosario, Madre mía tan querida, la de la tierna mirada, la de la dulce sonrisa! La que siempre me comprende, la que en peligro me avisa, la que jamás me reprende, la que mi pena alivia. la que paciente me espera tras largas noches y días, aunque mi tardanza sea Tu angustia, Madre querida.
La que oculta mis pecados la que respeta mi vida, la que en Tus brazos me acuna y mis fracasos retira. ¡Mi Señora del Rosario! Gozo, luz, consuelo y vida, la que, enjugando mis lágrimas, la Gloria ya me anticipa. ¡Mi Señora del Rosario! ¡Rosario del alma mía! Y… ¿me perdonas que seas tan reiterativa…? Te quiero tanto, María, que por quererte yo tanto ya casi no tengo el llanto que, sin Ti, antes tenía. Te quiero tanto, María, que por quererte yo tanto con Tu amor yo voy ganando lo que sin Tu amor perdía. Te quiero tanto, María, que por quererte yo tanto apenas siento el cansancio que sin Tu amor yo sentía.
Te quiero tanto, María, que por quererte yo tanto voy por la vida sembrando contigo, paz y alegría. Te quiero tanto, María, que por quererte yo tanto, anoche estuve soñando que en tus brazos me dormía…