El manifiesto de Ventotene

Altiero Spinelli Ernesto Rossi

El manifiesto de Ventotene Prefacio de Eugenio Colorni Traducci贸n de Marcello Belotti

Pr贸logo de Josep Borrell, Enrique Bar贸n y Jos茅 M. Gil Robles

ÍNDICE

Reflexiones mínimas sobre un gran manifiesto ..................... 9 por Enrique Barón Crespo, José María Gil-Robles y Josep Borrell Fontelles Altiero Spinelli, forjador de la Europa federal .................... 13 por Eugenio Nasarre Nota al texto .................................................................... 17 Prefacio ........................................................................... 19 por Eugenio Colorni Por una Europa libre y unida ............................................ 27 por Altiero Spinelli y Ernesto Rossi Los Estados Unidos de Europa y las diversas tendencias políticas ........................................................................... 55 por Altiero Spinelli Política marxista y política federalista .............................. 113 por Altiero Spinelli El Manifiesto de Ventotene: a modo de evaluación .......... 179 por Pablo Faura Enríquez y Domènec Ruiz Devesa

REFLEXIONES MÍNIMAS SOBRE UN GRAN MANIFIESTO

Traducir y publicar el Manifiesto de Ventotene de Altiero Spinelli es una magnífica iniciativa.

Estamos ante un texto que nos tememos que desde hace años es mucho más celebrado que leído. Celebrado con toda razón, porque se trata de una gran pieza de la reflexión europeísta, en un momento históricamente importante y en el que nada hacía presagiar que un hombre sometido a persecución y confinamiento sería capaz de lanzar esa poderosa llamada de atención a la opinión pública europea, y que no sólo tendría un eco importante en los años posteriores de la Segunda Guerra Mundial, sino que sigue teniéndolo hoy, tres cuartos de siglo después.

Para comprender ese vigor hay que ir más allá de la retórica propia de los años treinta, que no tiene hoy en día especial interés. Es esencial, en cambio, centrarse en el núcleo del manifiesto, su mensaje central: «Todos los hombres razonables reconocen ya que no se puede mantener un equilibrio de estados europeos independientes [...] Los múltiples problemas que envenenan la vida internacional del continente [...] encontrarían en la Federación Europea la más sencilla solución».

Su convicción es tan firme que, a pesar de haberse formado en la militancia comunista y de sus hondas convicciones revo-

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lucionarias, no duda en descartar «el principio según el cual la lucha de clases es el fin al que se reducen todos los problemas políticos» y afirmar en 1941: «La estabilización general de la economía fue la primera forma utópica en la que las clases trabajadoras representaron su liberación del yugo capitalista; pero una vez realizada en pleno, no lleva a los resultados soñados, sino a la constitución de un régimen en el que toda la población está al servicio de la clase restringida de los burócratas gestores de la economía».

Para afirmar, en cambio, con toda rotundidad: «La línea divisoria entre partidos progresistas y partidos revolucionarios cae, por consiguiente, no lejos de la línea formal de la mayor o menor democracia, del mayor o menor socialismo que instituir, sino a lo largo de la novísima y sustancial línea que separa aquellos que conciben como fin esencial de la lucha lo antiguo, esto es, la conquista del poder político nacional —y que llevarán a cabo, incluso involuntariamente, el juego de las fuerzas reaccionarias dejando solidificar la lava incandescente de las pasiones populares en el viejo molde, y resurgir los viejos disparates— y aquellos que verán como deber central la creación de un sólido estado internacional, que dirigirán hacia este fin las fuerzas populares, y conquistado el poder nacional, lo pondrán en primera línea como instrumento para alcanzar la unidad internacional».

A esta profunda convicción respondió su trayectoria política, con ejemplar constancia y tenacidad. Fiel a su compromiso antifascista, apoyó activamente la lucha en la clandestinidad de los europeístas españoles en el Movimiento Europeo.

Pero más allá del carácter visionario del Manifiesto, no hay que olvidar que la mayor contribución concreta de Altiero a la

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causa europea en un sentido federal es, sin duda, el Proyecto de Tratado de Unión Europea aprobado por el Parlamento Europeo en 1984, más conocido como Tratado Spinelli por el impulso que dio a la elaboración del mismo. Aunque no dio lugar a un proceso constituyente clásico como él defendía, en el mismo se contenían ya en esencia los elementos que fueron decisivos en la negociación del Tratado de Maastricht. La ciudadanía, la relación entre el mandato de la Comisión y la participación del Parlamento en la elección de su presidente, el poder legislativo compartido estaban en ese Tratado. Fue un texto de consulta y referencia permanente para la delegación del Parlamento Europeo presidida por el presidente Barón Crespo en la conferencia interinstitucional preparatoria durante la negociación del susodicho Tratado. Incluso el entonces ministro de Asuntos Exteriores de España, Paco Ordóñez, decía que lo llevaba en la cartera porque siempre encontraba ideas y propuestas interesantes.

Por eso la Mesa de Parlamento Europeo, en sesión que tuvo la satisfacción de presidir José María Gil-Robles, distinguió con su nombre uno de los edificios más emblemáticos que ocupa en Bruselas, reconocimiento unánime a su labor como comisario, como eurodiputado y como uno de los líderes más distinguidos de la construcción europea.

Por último, al recordar la importancia fundadora del Manifiesto de Ventotene, escrito en tiempos oscuros desde una islacárcel, hemos de constatar que queda mucho trabajo por hacer para que se cumpla su visión profética. El entusiasmo constitucionalista de la Convención, en la que Josep Borrell representó al Parlamento español, no se vio refrendado por los ciudadanos en varios países, mientras que las soluciones dadas a la crisis del euro han privilegiado la aproximación interguberna- 11 -

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mental más que la federal del proceso de construcción europea.

La ampliación se ha hecho en detrimento de la profundización y es dudoso que la Unión Europea salga más fortalecida de su actual crisis multifacética, como siempre ocurrió en el pasado.

Hemos superado los antagonismos identitarios que Spinelli vivió en su tiempo trágico, pero nos queda un largo recorrido para la creación de un demos compartido. El futuro de Europa dependerá de la voluntad real de los europeos de unir sus destinos, y de la capacidad de sus líderes de hacerles conscientes de las ventajas de su unión. En este empeño, todos deberíamos tener presentes el espíritu de Ventotene y de su Manifiesto.

Enrique Barón Crespo Expresidente del Parlamento Europeo (1989-1992) José María Gil-Robles Expresidente del Parlamento Europeo (1997-1999) Josep Borrell Fontelles Expresidente del Parlamento Europeo (2004-2007)

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ALTIERO SPINELLI, FORJADOR DE LA EUROPA FEDERAL

Dentro de muy poco tiempo vamos a conmemorar el setenta y cinco aniversario de la elaboración del Manifiesto de Ventotene. Por eso es muy de agradecer la feliz iniciativa de la Ediciones La Lluvia de traducir al castellano y publicar un texto tan emblemático para la historia del europeísmo.

Europa debe mucho a Altiero Spinelli, el gran luchador antifascista que, mientras sufría una prolongada persecución por parte del régimen de Mussolini, vislumbró, durante su confinamiento en la isla de Ventotene, la necesidad de construir una nueva Europa capaz de superar las causas de los dos sangrientos conflictos que padeció en menos de medio siglo.

El Manifiesto de Ventotene hay que leerlo con la perspectiva histórica del momento en que fue escrito. Lo fundamental en él es el análisis de las causas de la guerra y la necesidad de encontrar nuevos caminos para una paz duradera, que se basara en los valores de libertad, justicia y democracia. La idea clave de Spinelli es la crítica al concepto de soberanía. «La soberanía absoluta de los Estados nacionales —nos dice— ha conducido a la voluntad de dominio de cada uno de ellos, porque cada uno se siente amenazado por la potencia de los otros y considera como “espacio vital” a territorios más vastos, que le

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permitan moverse libremente y asegurarse los medios de existencia sin depender de los otros».

La consecuencia de este análisis era que la derrota de Alemania no conduciría automáticamente a un reordenamiento de Europa según nuestro ideal de civilización. ¿Por qué?

Porque, de no hacer nada se volverían a reconstruir los viejos organismos estatales, se buscaría, de nuevo, la política del equilibrio de los poderes y se volverían a ensalzar los tradicionales sentimientos nacionales. En suma, con la restauración de los Estados nacionales para Spinelli no sería posible garantizar la paz en Europa.

Spinelli extrae de este lúcido análisis una conclusión verdaderamente revolucionaria: «El problema que en primer lugar debe resolverse, y si fracasa cualquier otro progreso no es más que apariencia, es la definitiva abolición de la división de Europa en Estados nacionales soberanos».

Altiero Spinelli trazó así, la prioridad política para la Europa de la postguerra. Y toda su acción política, que desarrolló intensamente y con pasión a lo largo de su vida, fue coherente con este planteamiento. El progreso de Europa consistía en abrazar la idea del federalismo. Y a esa idea había que subordinar otros legítimos objetivos políticos.

Como sucede tantas veces en política, la coherencia le proporcionó amarguras e incomprensiones. Pero su tenacidad hizo que, junto a otros pensadores y políticos preclaros, la idea del federalismo se abriera paso y se convirtiera en motor indispensable del proceso de construcción de una Europa unida.

En suma, Altiero Spinelli nos enseñó, con argumentos de un extraordinario vigor, que el auténtico europeísmo debe tener alma federalista; que la construcción europea, si no de-

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semboca en una Europa federal, fracasará; que los problemas que hoy tiene ante sí la Unión Europea sólo pueden superarse si se producen avances ambiciosos hacia una estructura de carácter federal de Europa. Los retos de la Unión son de naturaleza política y sólo unos impulsos políticos podrán darles la respuesta adecuada.

El Movimiento Europeo de España tiene desde hace mucho tiempo asumido este compromiso. Los últimos avatares que vive Europa no hacen sino reforzar esta convicción. Por eso expresa su satisfacción porque los lectores españoles puedan acercarse más al pensamiento de uno de los forjadores del proyecto más fecundo para Europa en la época contemporánea.

Eugenio Nasarre Presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo

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