Compasión Intrépida

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DILGO KHYENTSE RIMPOCHÉ

compasión intrépida

una explicación de los siete puntos del adiestramiento de la mente de atisha

Traducida por el grupo de traducción Padmakara

Ediciones Dharma

Buda Shakyamuni

Primera edición inglesa con el título: Englightened Courage, Editions Padmakara, France 1992

© 1992 Editions Padmakara,

1ª edición: 1994

2ª edición revisada: Diciembre 2024

© Ediciones Dharma 2024

Elías Abad, 3 bajos

Apdo 218

03660 Novelda (Alicante) 96 560 32 00 pedidos@edicionesdharma.com www.edicionesdharma.com

© Diseño de la portada: Marc Alongina

Fotografía en la solapa de Dilgo Khyentse © Chris Wilkinson

Traducción del inglés: Grupo de Traducción Padmakara

ISBN: 978-84-129691-0-8

Depósito legal: A 687-2024 Impreso en España

Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total ni parcial de este libro, ni la recopilación en un sistema informático, ni la transmisión por medios electrónicos, mecánicos, por fotocopias, por registro o por otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor o el propietario del Copyright.

INTRODUCCIÓN

¡Homenaje a Chenrezig1,el Grande, el Compasivo!

Siendo perfecto en los tres adiestramientos y habiendo culminado las dos bodichitas, propagas las enseñanzas del Buda en todas las direcciones; gloriosa corona de los sostenedores de la doctrina, incomparable Maestro, a ti te rindo homenaje.

Siguiendo las palabras de mi propio maestro, explicaré ahora esta doctrina, frecuentemente solicitada por los discípulos afortunados, el único camino de los budas pasados, presentes y futuros, y el cimiento inestimable de toda bondad y dicha.

Todo aquel que desee obtener la iluminación suprema e insuperable debe esforzarse en practicar las dos bodichitas, la relativa y la absoluta.

Las numerosas enseñanzas de los maestros kadampas se han expuesto en un modo elaborado, medio y condensado, sin embargo la esencia de todas ellas se halla en este texto, Los siete puntos del adiestramiento de la mente , escrito por el glorioso bodisatva Ngulchu Thogme Zangpo 2 .

En el pasado, en la época en que el Dharma todavía florecía en la India, las comunidades del Shravakayana y del Mahayana practicaban separadamente. La doctrina mahayana no se enseñaba en las asambleas de los shravakas. Esto no era debido a que los maestros tuviesen algo en contra de los seguidores del Shravakayana; sino solo porque si el Mahayana se hubiese enseñado en ese entorno, no hubiese tenido efecto en la mente de los shravakas, que lo habrían malinterpretado. Por eso, el Mahayana se mantenía en secreto y solo más tarde, gracias al poder de las bendiciones de

Guru Rimpoché3, fue posible que todo el Dharma del Sutrayana y el Mahayana se difundiera abiertamente en el Tíbet, la Tierra de las Nieves. Así pues, se debe totalmente a la bondad de Guru Rimpoché que habiendo entrado en el budadharma, tomado los votos de refugio y generado el deseo de que todos los seres sean protegidos por las Tres Joyas, nos encontremos ahora en el camino mahayana.

El Mahayana tiene dos aspectos, el profundo y el vasto. El profundo está explicado en el Abhisamayalankara y el vasto en el Uttaratantra, dos textos que corresponden al segundo y al tercer giro de la rueda del Dharma. Ambos están condensados en el Sutralankarashastra, que expone la actividad vasta como el océano de los bodisatvas. Los maestros eruditos podrían dar una explicación muy detallada de todo esto, pero en resumen, podemos considerar que los aspectos vasto y profundo del Mahayana están contenidos en la práctica de las dos clases de bodichita, la relativa y la absoluta.

La bodichita relativa se practica con la mente corriente, conceptual, y es perfectamente posible culminarla, incluso para un principiante, siempre que se concentre y practique adecuadamente. Además cuando esta bodichita relativa ha alcanzado su perfección, la bodichita absoluta, la sabiduría del vipashyana, el logro de la ausencia del «yo», surge por sí misma. Esto es lo que los kagyupas llaman Mahamudra y los ñingmapas llaman Dzogchen; prácticas que de momento están más allá de nuestro alcance. Porque si a los bebés, que todavía se alimentan con leche, se les diera comida sólida como fruta, arroz o carne, serían incapaces de digerirla. Del mismo modo, la bodichita absoluta no es algo que podamos abordar desde el principio. Por esta razón, debemos empezar con la práctica de la bodichita relativa.

Nagarjuna4 dijo:

Si deseamos, nosotros y todos los demás, la iluminación insuperable,

su base es una bodichita estable como el rey de los montes: la compasión que se extiende en todas las direcciones y la sabiduría que transciende la dualidad.

La bodichita relativa tiene dos aspectos: el de la vacuidad y el de la compasión. Si estamos centrados en la práctica de la compasión, no nos perderemos en los caminos de los shravakas y pratyekabudas; y si confiamos en el punto de vista de la vacuidad, no vagaremos en los tres reinos del samsara. La iluminación perfecta está, de hecho, libre tanto del samsara como del nirvana. Poseer a la vez la compasión y el entendimiento de la vacuidad, es como tener ruedas en nuestro coche. Si están las cuatro, el coche puede circular; pero si falta una rueda, es imposible ir a ninguna parte. Meditar en la vacuidad sin la compasión no es el camino mahayana; meditar en la compasión estando el aspecto de la vacuidad ausente tampoco es el camino. Necesitamos ambas, la compasión y la vacuidad conjuntamente.

Las instrucciones de Los siete puntos del adiestramiento de la mente tiene su origen en los tres grandes maestros de Atisha5: guru Maitriyoguin, quien realmente podía tomar sobre él el sufrimiento de los demás; guru Dharmarakshita, que logró el reconocimiento directo de la naturaleza de la vacuidad meditando en el amor y la compasión, hasta el punto de que llegó a dar su propia carne; y guru Dharmakirti, que vivía en Serling, la Isla Dorada (actualmente parte de Indonesia), y que dedicó toda su vida a la práctica de la bodichita.

Cuenta una historia que un día, mientras Maitriyoguin enseñaba, un perro le ladró a alguien, que perdiendo los estribos le arrojó una piedra. La piedra golpeó al perro en las costillas y este aulló quejumbrosamente. Sintiendo gran pena por el animal, el maestro gritó y cayó del trono. «Eso es llevar las cosas demasiado lejos», pensaron sus discípulos. Sabiendo lo que estaban pensando, Maitriyoguin dijo: «Mirad aquí, en mis costillas». Y en su

cuerpo, exactamente donde la piedra había golpeado al perro, tenía una moradura. Él había tomado el sufrimiento del animal sobre sí mismo.

En otra ocasión, cuando Dharmarakshita estaba en la universidad de Nalanda, había un hombre que estaba muy enfermo y había perdido toda su fuerza. Los médicos le habían dicho que no había nada que pudieran hacer para curarlo; el único remedio posible era encontrar la carne de una persona viva. El paciente estaba muy deprimido y se preguntaba cómo iba a encontrar algo así. Cuando se enteró de esto, Dharmarakshita dijo al hombre: «Si comiendo mi carne vas a sanar de tu enfermedad, aquí la tienes». Entonces se cortó un trozo del muslo y se lo dio al enfermo, quien se lo comió y se curó por completo. En aquel entonces, Dharmarakshita aún no había logrado el reconocimiento directo de la naturaleza de la vacuidad y su herida le dolía muchísimo, especialmente esa noche en el monasterio cuando yacía tumbado para dormir. Sin embargo, a pesar del dolor, nunca pensó que había hecho algo excesivo y no experimentó el más ligero remordimiento. Casi al amanecer, se adormeció ligeramente y soñó que se le aparecía un joven de un blanco resplandeciente y muy bello.

El joven le dijo: «Esta es la clase de actividad de bodisatva que debemos llevar a cabo para el beneficio de los seres. ¿Te duele mucho la herida?».

Cuando Dharmarakshita le respondió, el joven, que de hecho era Chenrezig, pasó su mano sobre la herida y la sopló suavemente. Dharmarakshita recibió así su bendición. Cuando se despertó, la herida había sanado por completo y ya no le dolía, y él había logrado el reconocimiento directo de la naturaleza de la vacuidad.

Dharmakirti vivía cerca del mar y también era conocido como guru Serlingpa, el guru de la Isla Dorada. Atisha estuvo doce años con él practicando sus instrucciones y, como resultado, la bodichita se enraizó firmemente en él. Más adelante, aunque tuvo muchos maestros y tenía la costumbre de juntar sus manos en su corazón siempre que se mencionaban sus nombres, cuando oía el

nombre de Serlingpa, juntaba sus manos sobre su cabeza y lloraba. Celebraba el aniversario de todos sus maestros cada año, pero el aniversario del fallecimiento de Serlingpa lo conmemoraba cada mes. Sus discípulos solían preguntarle: «Parece ser que muestra su respeto de forma diferente hacía sus otros maestros. ¿Eso se debe a que hay diferencias en su sabiduría?».

«Todos mis maestros, sin excepción, obtuvieron el estado supremo. Ninguno de ellos era un ser ordinario, no hay diferencia alguna en sus cualidades. Sin embargo, es gracias a Serlingpa que la bodichita se enraizó en mí. Y por eso mi gratitud es diferente», respondía Atisha.

La tradición de Serlingpa abarca también las enseñanzas de Maitriyoguin y Dharmarakshita. Hay muchos modos de explicarlo, pero siguiendo la práctica del maestro kadampa Chekawa Yeshe Dorje6, se expone en verso como Los siete puntos del adiestramiento de la mente.

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