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Econota

Héctor Gutiérrez Guzmán

gerente de proyectos en la ong oikonos.

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Por años estuvo apoyando las acciones de conservación del Archipiélago Juan Fernández, primero como voluntario en la agrupación Rescatemos Juan Fernández, y luego como gerente de proyectos en Oikonos. Hoy está a cargo de un nuevo proyecto en la ONG.

¿Cómo llegaste al Archipiélago Juan Fernández y cómo empezaste a trabajar en conservación?

Fue casi por suerte, porque postulé a un voluntariado para controlar plantas invasoras y quedé. Llegué por primera vez a Robinson Crusoe en enero de 2009, y pasé todo el verano en el bosque cortando maqui y zarzamora. Después comencé a trabajar en investigación y formé una organización llamada “Rescatemos Juan Fernández” donde realizamos distintas actividades en la isla y en el continente. Con mis colegas de la organización hablábamos de Juan Fernández en todos los lugares donde podíamos y mostramos la fragilidad de sus ecosistemas. Después de eso, me invitaron a ser parte de Oikonos, donde he estado trabajando los últimos 8 años.

¿Qué fue lo que más te marcó durante los años que estuviste apoyando la conservación del archipiélago?

¿Qué cosas aprendiste en el archipiélago y que quisieras destacar?

Aprendí mucho en distintas áreas donde jamás pensé que iba a trabajar. Aprendí en terreno, con mis compañeros de Oikonos y de los guardaparques de CONAF. En Juan Fernández aprendí lo difícil que es llegar a un consenso social, cultural, económico, ambiental e institucional para desarrollar algún proyecto de conservación, incluso para proteger una especie que todos aman. En la conservación real no solo vale la opinión de los biólogos, también es importante considerar otros aspectos igual de importantes y relevantes para quienes habitan un territorio. También aprendí lo importante de conservar todo lo que nos rodea, aún más en ecosistemas insulares donde todo es más frágil y escaso.

En Juan Fernández aprendí lo difícil que es llegar a un consenso social, cultural, económico, ambiental e institucional para desarrollar algún proyecto de conservación, incluso para especies que todos aman.

Lo más impactante fue conocer un laboratorio completamente al aire libre. Fue increíble encontrarme con cientos de especies que solo habitan en estas islas del Pacífico. Para mi era un sueño conocer aves como el picaflor de Juan Fernández o el rayadito de Masafuera, y trabajar en su conservación ha sido un gran desafío, pero también un tremendo orgullo. De Juan Fernández me marcó su fragilidad y sentir muy de cerca la extinción de una especie. Antes probablemente miraba la extinción como algo lejano, pero ahora conocí especies que solo tienen un par de ejemplares vivos y de ellos no existe ninguno más en todo el mundo. Finalmente, creo que otra cosa que me marcó de Juan Fernández, es saber que hay una comunidad que cuando se propone algo, un desafío común, lo logran con energía y colaboración.

¿Cuáles son tus nuevos desafíos y seguirás apoyando de alguna forma la conservación de nuestras islas?

Por ahora estoy en una etapa de transición, dejando los proyectos del archipiélago en muy buenas manos, y apoyando con lo aprendido en terreno, siempre de la mano del equipo local de Oikonos. En paralelo, Oikonos me ha encomendado la tarea de liderar nuevos proyectos de conservación en la costa del continente. En uno de ellos, trabajaremos junto a Island Conservation para proteger al pingüino de Humboldt y otras especies que habitan en islas cercanas al continente. Tengo sentimientos encontrados, porque por un lado estoy muy feliz de aportar en la conservación de otras especies y territorios, pero también tengo tristeza de dejar Juan Fernández, sus bosques, sus paisajes, sus especies y tantas amistades en Robinson y en Masafuera.

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