Lily y las estrellas

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Mireya Viacava - Raab / Sonia Diaz Aldea


Esa tarde, recorriendo con mi dedo índice TODOS los estantes de la biblioteca de la escuela, me pareció que ya había leído TODOS los libros. Un poco desilusionada, insistí en mi búsqueda. Quería descubrir algún libro extraordinario, maravilloso, asombroso o al menos algo diferente. - Bluff!!!! - resoplé mientras avanzaba por los corredores - ¿A ver ese grande con tapas verdes?...otra historia de piratas. ¿Y el pequeño con tapas amarillas? grrr…otra historia de reyes y reinas… ¿y el de más arriba?… ¿y el de más abajo?…¿ y el de la derecha?…¿y el de la izquierda?…Me leí TO-DO….¡leí TODOS los libros de esta sala! - y en el preciso momento que estaba repitiendo una y otra vez ¡TO-DOS! , mágicamente ¡CATAPLUM! un libro pesado, muy pesado de color azul, me cayó sobre mis zapatillas. Me asusté, y curiosamente, mi corazón empezó a latir muy fuerte. Lo alcé y vi que en la portada relucía un sol y una luna llena. Enseguida presentí que ése era el libro que estaba buscando. El título, en letras doradas, era: “En el cielo infinito”. Lo abrí cuidadosamente y leí la primera frase: “El universo es inmenso…” - Al menos no es ni una historia de amor ni una de monstruos verdes grasientos, parece interesante y los dibujos son lindos… me gusta. - Fui hasta el escritorio de la señorita Iris y con aire bien decidido le dije: - Hoy me llevo éste. - ¡Uy uy uy Lily! ¿Otra historia de fantasmas? - No, señorita, esta vez es algo importante. – contesté muy seria. - Mmm…con un sol y una luna así, esta noche sólo tendrás lindos sueños. - ¡Ojalá! Porque los libros con monstruos, fantasmas y brujas me dan pesadillas. - Muy bien, tienes dos semanas para devolverlo. ¡Qué lo disfrutes! En cuanto llegué a casa empecé a hojear el libro. - ¿Qué leés Lily? - me preguntó mi abuela desde la puerta de la cocina. - Un libro sobre el sol y las estrellas…pero es difícil - contesté mientras saboreaba una deliciosa tostada con mermelada de frutillas. - Dejáme ver, quizá yo pueda ayudarte – y empezó a leer tranquilamente: “El universo es inmenso y nosotros somos tan pequeños en ese gigantesco cosmos que hasta la tierra, que nos parece tan grande, es un planeta minúsculo comparado con Saturno y con Júpiter y a….” - ¿Qué es exactamente el universo abuela? - pregunté. - El universo…el universo… es… es… lo que vemos en el cielo y lo que está aún más allá y no vemos. El universo son todas esas millones y millones de estrellas, los planetas, la luna, el sol, centenares de galaxias… -¡Guau! ¡Realmente gigantesco! - Si, el universo es tan grande y está tan lejos que solo con inmensos telescopios o anteojos gigantes podemos saber un poco de él.



Me detuve en uno de los dibujos del libro. Mostraba un inmenso estallido. Bajo la ilustración decía: “Los astrónomos piensan que el universo nació hace 15.000 millones de años después de una gran explosión llamada Big Bang”. - ¡Qué nombre más raro! - dije - Por mucho que pase el tiempo, el universo nunca dejará de ser raro para el hombre. Todo es misterioso, pero todo es ¡fabuloso!. Escucha esto por ejemplo: “Nueve grandes planetas giran alrededor del sol y forman parte de la gran familia del sistema solar: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón *. Todos son de tamaño y características diferentes. Algunos, los más pequeños, como Marte, tienen una superficie sólida pero no están a la buena distancia con respecto al sol. Los más grandes, como Júpiter, son bolas de gas gigantescas y ninguna nave espacial podría posarse sobre ellos. Sólo la tierra, nuestro planeta, tiene superficie sólida y está a la buena distancia del sol, la más bella y brillante de todas las estrellas.” La abuela acomodó algunos potes de yogurt, otros de aceitunas, latas de atún y una naranja sobre la mesa de la cocina para explicarme como funcionaba el sistema solar. - Si la Tierra estuviera más lejos del Rey Sol - dijo - ¡nos moriríamos de frío! Si estuviera más cerca ¡nos moriríamos de calor! ¿Te das cuenta Lily de la suerte qué tenemos? Y mientras yo admiraba el sistema solar de naranjas y aceitunas, mi abuela cerró el libro y dijo: - Ahora Lily, tenés que hacer los deberes y después… - ¡Y después seguimos! – grité entusiasmada.

* Plutón dejó de ser considerado un planeta en la Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional (UAI) celebrada en Praga el 24 de agosto de 2006. Allí se creó una nueva categoría llamada plutoide, en la que se incluye a Plutón.


Estaba terminando las tareas cuando escuché a papá llamarme desde mi cuarto: - ¡Lily! ¡Tengo una sorpresa! Escalé la escalera a toda velocidad. - ¿Adivinas qué es? – preguntó papa mostrándome un pequeño regalo bien envuelto - ¿Una caja de lápices de colores? - Frío, frío… - ¿Pulseras? - Más que frío… - ¿Caramelos? - ¡Casi helado! … ¡Abrilo! Lo hice de un tirón y montones de “estrellas fluorescentes autoadhesivas” se desparramaron por el piso de mi habitación. . - ¡Justo lo que necesitaba! - ¿Por qué “justo” lo que necesitabas? ¿Qué tenés en mente Lily? - Nada papá… ¡pero es genial, mega genial y estoy súper contenta! – y en dos minutos, colgada como un mono a todos los muebles de mi cuarto, pegué las estrellas sobre las paredes, el armario, el marco de la ventana y, con mucho esfuerzo, en el techo. ¡Ahora sí! ¡Mi habitación estaba preciosa! Estaba más linda que una noche de verano en el campo con un cielo estrellado ¡Cómo en un planetario! Todas las tardes, mi abuela y yo, leíamos algunas páginas del libro azul. A veces, escribíamos en un cuaderno secreto palabras difíciles como “constelación”,“asteroide”,“cráter” o “meteorito, o sólo mirábamos las imágenes o nos imaginábamos en la luna. - Mirá abuela: “…el planeta Marte es conocido como el planeta rojo. Es el que más se parece a la Tierra…” ¿Podemos ir algún día? Si un día se llegó a la luna ¿Por qué no a Marte? - pregunté - Posiblemente…muchas misiones científicas exploran el terreno y hasta algunas dicen que en el año 2020 se podrá visitar el suelo marciano – me respondió - ¿Y al planetario? ¿Podemos ir al planetario? – curioseé impaciente - ¡Ah! ¡Eso es una buena idea y está mucho más cerca! - ¡Acá está el astronauta que caminó en la luna! – dije señalando una foto. - Ah sí…es el señor Armstrong. Me acuerdo muy bien. Fue un momento inolvidable. - ¿Fuiste? – le pregunté riéndome. - ¡Cómo me hubiera gustado vivir esa aventura! Pero solo los vimos por televisión. Todos vimos a esos hombres curiosamente vestidos que flotaban como nubes y brincaban en el espacio pesando seis veces menos que en la tierra… y cuando Armstrong hizo un paso, luego dos, luego tres y allí, en plena luna, marcó su huella… ¡Fue un momento CELESTIAL!



- ¡AHÍ QUIERO IR y dejar mi huella! – dije saltando de alegría. - ¿Sabés Lily? La Tierra no es el único planeta que tiene luna. Júpiter tiene…veamos lo que dice el libro…”Júpiter tiene 16 lunas” ¿Te imaginas? ¿16 lunas? - preguntó la abuela y siguió leyendo en otra página: “El sol es una simple estrella dentro de las millones de estrellas del universo. Las otras solo se nos aparecen como puntos de luz porque están muy lejos. Algunas se reagrupan formando constelaciones y forman figuras, que con un poco de imaginación e uniéndolas idealmente…” - … forman figuras que parecen humanos o cosas... Yo conozco una: la Osa Mayor - dije dibujando un cielo imaginario alrededor de la mesa. - ¡Esa es una muy importante! Hay muchas más como la cacerola, el escorpión, el león, el cisne, el delfín, el dragón, el cangrejo, la ballena, el cazador... Hay constelaciones que vemos en el hemisferio norte y no en el sur y otras que cambian a lo largo de las estaciones. El cielo que vemos en verano, no es el mismo que en invierno… – me contaba la abuela mientras daba vueltas páginas y más páginas del libro azul. Al final de la tarde, casi sin darnos cuenta del tiempo, habíamos terminado el libro azul. Muy contentas, nos acercamos a la ventana y las dos miramos a través del vidrio ese inmenso universo, gigantesco cosmos, que nos esperaba en el más allá. Cuando al día siguiente entré a la biblioteca, la señorita Iris, extrañada, me dijo: - ¡Si sólo pasó una semana! ¿Venís a devolverlo? ¿No te gustó? Un poco difícil quizás… ¿Querés elegir otro? - Al contrario señorita, el libro es ¡CE-LES-TIAL! Y me gustaría leer otro sobre el universo, el cielo o las estrellas. - Veamos si tengo algo para vos… – dijo levantando del piso una enorme y vieja caja de cartón. Tenía pegada una etiqueta que decía “LIBROS PARA REGALAR”. La señorita Iris buscó y rebuscó hasta recuperar un libro de tapas rojas donde aún brillaban algunas figuras borrosas. El título, en letras plateadas, era “Galileo, padre de la astronomía”. Lo abrí y leí una frase: “Galileo, fue el primero en ver las fases de Venus y las lunas de Júpiter…” - Gracias, muchas gracias señorita Iris – dije guardándolo cuidadosamente en mi mochila y de camino a casa, ya me lo había devorado. Entré directo a la cocina. Toda la familia estaba reunida y yo empecé a aturdirlos:


- ¿Sabían que hubo un sabio, Galileo, que descubrió que el sol tenía manchas y que en la luna hay valles y montañas? ¿Y la abuela podría bañarse en mares lunares como el de la serenidad o de las nubes? Además que Galileo fabricó anteojos gigantes, que agrandaban las imágenes sin deformarlas. Seis veces más grandes, nueve veces, veinte veces, treinta y dos veces…y que cuando vio el cielo con estos anteojazos “había frente él un nuevo cielo, lleno de estrellas” y todo eso gracias a su ¡TE-LES-COPIO! ¡Fue un genio! De repente, no aguanté más y les anuncié: - CUANDO YO SEA GRANDE, VOY A SER… - ¿Actriz? - dijo mamá - ¿Maestra? – preguntó papá - ¿Pastelera o veterinaria de osos? - inventó mamá Mi abuela sonrió. Ella sí que sabía. - Cuando yo sea grande voy a ser ¡ASTRÓNOMA! - dije brincando de entusiasmo - ¡Pero si en el espacio no hay osos! – se rió papá - ¿Y entonces el sueño de ser maestra se voló como una nube en la inmensidad del universo? – preguntó mamá - Voy a ser maestra de astronomía para estudiar a la Osa Mayor...o voy a trabajar en un planetario o en un museo del cielo, y miraré las constelaciones con un telescopio gigante como Galileo… - Y además haremos viajes a la Luna o a Marte - añadió la abuela - Y tendremos miles de amigos interplanetarios y flotaremos como nubes…será celestial - dije creyéndonos ya en pleno universo. A la noche, puse el pequeño libro rojo bajo mi almohada y, mirando como brillaban las estrellas fluorescentes de mi cuarto, me quedé dormida. - Buenos días, señorita Iris - dije entrando como un rayo en la biblioteca de la escuela. -¿Otra vez acá Lily? ¿Y ahora? Un libro para….


Sin responder, muy apurada, empecé a buscar en los estantes un libro que me permitiera ser astrónoma YA. En el estante de la letra R busqué RÁPIDO. Nada. En el estante de la letra P busqué PRONTO. Nada. En el de la letra E busqué ENSEGUIDA. Nada y cuando recorrí el estante de la letra C… ¡lo encontré! - ¡Es éste! ¡Me lo llevo! – dije imponiendo el libro sobre el escritorio de la señorita bibliotecaria. Iris le echó un vistazo y lanzó una carcajada antes de devolvérmelo. El libro tenía tapas anaranjadas y el título, en letras color bronce, era: “Cómo construir una máquina para avanzar el tiempo” Ediciones: Es fácil Colección: En pocas lecciones”


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