

Juguemos a las

Santo Domingo, República Dominicana 2025
Juguemos a las greguerías
Brunilda Contreras
Ilustraciones:
Verouschka Freixas
Diagramación: Eric Simó para Zejel Media Group
Impresión: Editora Amigo del Hogar
ISBN: 978-9945-29-055-4
Impreso en República Dominicana
Si la fantasía se perdiera, la brújula la encontraría en Brunilda Contreras
Las palabras son un mundo de posibilidades infinitas, y cuando se trata de jugar con ellas, la fantasía se desborda. Este es el universo de las greguerías, hermanas cómicas de los aforismos. Una greguería podría ser un verso disfrazado de chiste, o tal vez un refrán con cara de sonrisa. Combina el ingenio, la poesía y la observación aguda del mundo cotidiano.
Fue el escritor español Ramón Gómez de la Serna quien las creó y las enmarcó como «metáforas más humorismo». A través de ellas, lo común se transforma en algo extraordinario, y lo abstracto se vuelve palpable, invitándonos a ver la realidad desde una perspectiva fresca y divertida.
Este libro de greguerías para niños, escrito por la laureada autora y educadora dominicana Brunilda Contreras, nos abre las puertas a ese maravilloso juego con las palabras. Ella no solo observa el mundo, sino que lo escucha, lo siente y lo reinventa, desde su herencia de sabiduría popular (la sapiencia que los campesinos transmiten con naturalidad) hasta sus vastos conocimientos en la neurolingüística, aunados a su fértil vocación de maestra. Con un lenguaje repleto de chispa y creatividad, sus greguerías hacen sonreír, pero también llaman a pensar. Cada frase es una ventana que nos descubre la magia que se esconde en la cotidianidad.
Las greguerías de Brunilda son tesoros lúdicos que despiertan la curiosidad de los niños: encuentran en ellas una forma de entender y disfrutar el idioma. ¿Qué niño no sonreiría al descubrir que «las mariquitas no comen sandías porque creen que son su bisabuela»? ¿O que «el piano es
muy simpático porque siempre tiene los dientes al aire»? Estas imágenes juguetonas no solo provocan hilaridad, sino que también fomentan la reflexión y el desarrollo de la capacidad de observación y de asombro.
En el lápiz de Brunilda, las cosas más simples cobran vida propia. El murciélago en vuelo se convierte en «una sombrilla partida por la mitad», el pavo real en un «abanico de orgullo», y la copa del árbol en «el cielo de las aves». Ella tiene la habilidad de capturar la esencia poética de los objetos y situaciones, presentando ideas que resuenan con una verdad divertida y, tantas veces, profunda. Así, «la jirafa duerme poco porque teme soñar con un cuello más largo», mientras que «el gallo vive en la cresta del machismo». Estos malabares de palabras no despiertan solamente la risa: también la mirada contemplativa en los pequeños lectores.
Adicionalmente, en este juego de vocablos, los niños aprenden a valorar la importancia del lenguaje. Las greguerías, con su cercanía a la poesía, nos muestran que las palabras no solo tienen significado: además poseen una forma, una música y un ritmo que podemos explorar. Cada greguería es una chispa de creatividad que enciende la fantasía y enseña a admirar el mundo con ojos curiosos.
La autora, con su estilo único —y su doble amor por los niños y por las palabras— nos regala en este libro una herramienta maravillosa para el desarrollo de la creatividad. Al jugar con el lenguaje, los niños se divierten en grande, a la vez que desarrollan habilidades importantes para la vida: la capacidad de ver el mundo desde diferentes perspectivas, el placer por descubrir lo inusual en lo cotidiano, y el arte de expresarse de manera novedosa.
Definitivamente, nuestra Brunilda Contreras ha alzado su voz entre las estrellas de la literatura infantil. Se ha dejado arropar por el aura luminosa
de Gianni Rodari, el ingenio poético de María Elena Walsh y la ternura narrativa de Jairo Aníbal Niño. Con sus palabras, se une al firmamento de los grandes creadores, tejiendo con cada greguería un nuevo brillo en el cielo de la imaginación, con dedicación amorosa e invaluable. Además, este libro se convierte en un atesorado álbum ilustrado gracias al extraordinario talento de Verouschka Freixas, artista plástica, profesora de arte e «ilustradora que escribe», como ella se autonombra. Con los colores y trazos de Verouschka, este libro álbum se convierte en un mundo habitado por palabras y dibujos que dialogan en un lenguaje de sugerencias y misterios. Aquí, las ilustraciones no solo decoran el texto: dicen lo que las palabras callan, abren caminos que los lectores recorren en silencio, en busca de algo más allá de lo que ven. Cada imagen lleva al observador a preguntarse qué sucedió antes y qué podría ocurrir después, invitándolo a un juego donde el pincel y la palabra hacen malabares. Por eso celebro este binomio de Brunilda y Verouschka: juntas son una explosión de colores y sonidos que garantizan que los niños sonrían, se rían, sueñen, amen y disfruten la lectura.
En resumen, este libro no es solo un conjunto de frases ingeniosas: es un puente hacia la poesía, la reflexión y la diversión. Es una invitación a que los niños, junto a sus familias, disfruten del asombro de las palabras. Así que, ¡abramos sus páginas y dejémonos sorprender por el encanto de palabrista, tan propio de Brunilda Contreras, y su maravilloso mundo de las greguerías!
Llegó el momento de poner punto final a este prólogo, porque «el punto es el freno de la oración».
Yuan Fuei Liao
Autor de literatura infantil y juvenil, docente y papá

La tortuga es el casco de un espía.


La medusa no siente ni padece: no tiene cerebro ni corazón.
¿Usarán las cangrejas sus pinzas para sacarse las cejas?

La ostra cuida mucho su ese para no convertirse en otra.
Todo lo que viene del calamar es de buena tinta.

Al mar se le saló la vida.

El pulpo ama mucho porque tiene tres corazones.

El caracol es nómada, por eso lleva su casa a cuestas.

El caracol es el más soñador de los moluscos: duerme hasta tres años de seguido y su siesta normal es de una semana.

La caracola es una cola con cara.


Las mariquitas no comen sandías porque creen que son su bisabuela.

Quien le puso el nombre al ciempiés no sabía contar.


La remolacha es el hematoma del huerto.

El pavo real es un abanico de orgullo.
Si el águila es real, ¿el halcón es plebeyo?

El gallo vive en la cresta del machismo.

La copa del árbol es el cielo de las aves.

La bandada es un vuelo de sueños compartidos.

Un murciélago en vuelo es una sombrilla partida por la mitad.

El murciélago tiene sueños claros porque solo duerme de día.

La jirafa tiene un gran corazón: puede pesar más de 10 kg.

Un avestruz son dos ojos enormes contemplando la pequeñez de un cerebro.


La jirafa duerme poco porque teme soñar con un cuello más largo.
El guineo es una luna en fase menguante.

La luna es el refugio favorito de los despistados.

Si la luna llena llegara a madurarse, caería en la tierra.

Si el sol sale por el este y se oculta por el oeste, ¿dónde pasa la noche?


Las
ovejas no descansan porque tienen que dejar que los humanos las cuenten para poder dormirse.


Las pezuñas traseras de las cerdas son los tacones que usan para coquetear.

Las sandalias son las ventanas por donde espían los dedos de los pies.

Si las casas tienen zapatas, ¿los edificios tienen zapatos?


Las orejas de los elefantes

son alas enormes que no les permiten volar.

La i es la aguja del abecedario.

La hache padece disfonía, porque casi siempre está muda.
La equis es el misterio del abecedario.

La zeta es el camino del zigzag.

El buey solo dice mu porque no se sabe las demás vocales.

La ese es un gusano bailando.

El
piano es muy simpático: siempre tiene los dientes al aire.
El cero es una línea recta que se encorvó.

Si el cero diera a luz, tendría una o.
El uno es un cero erecto.

El ocho es un círculo con cinturón.


La multiplicación es una suma apurada.

El cielo es la quimera de las chichiguas.

La suma es una multiplicación relajada.


Si el gato tiene siete vidas, ¿dónde esconde las otras seis?

El horno es el sauna del pan.
El cono volteado es el alma que espera el maná hecho helado.


Brunilda Altagracia Contreras Núñez es maestra, comunicadora social, operadora en programación neurolingüística y escritora de literatura infantil y juvenil. Cursó una maestría en promoción de la lectura y literatura infantil en la Universidad de Castilla-La Mancha, España, cuya tesis consistió en la identificación, selección y grabación en las voces de los narradores, de diez cuentos inéditos de la tradición oral dominicana.
En el año 2009 recibió el premio Misael Valentino, otorgado por La Casa de la Obra Pía del Museo de La Habana, por su obra Mi vaca de retahílas, y en el 2010, el Premio Anual de Literatura Infanto-Juvenil Aurora Tavárez Belliard, por su novela Esperanza, concedido por el Ministerio de Cultura.
En junio de 2024 fue reconocida con el Premio Biblioteca Nacional de Literatura Infantil.
Ha publicado doce obras, y algunos de sus textos han sido incluidos en antologías nacionales e internacionales.
