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Las grietas que dejó el sismo

El presidente Laugerud dirigiría todos los recursos del ejército para atender la crisis del terremoto. La respuesta ante la emergencia había contribuido a una ostensible recuperación de su imagen personal y de su gobierno, pero también brindado espacio para el fortalecimiento de la organización insurgente. A esto se agregaba la cantidad de personas que habían quedado desamparados y tomaron la opción integrarse a los grupos revolucionarios. El apoyo que la Universidad estaba dando a las comunidades afectadas, así como la visión crítica y de concientización social que propiciaba, llevaría a que sectores contrainsurgentes la etiquetaran promotora de la lucha revolucionaria.

En la Facultad de Arquitectura el sismo había dado la posibilidad de mostrar la capacidad de responder a las necesidades urgentes de la población. Algunos de los promotores del CRA y otros nuevos actores elaboraron el Plan de Integración Académica, vieron la oportunidad para un reencuentro del bloque reestructurador que vendría a constituirse en un punto de apoyo para fortalecer las acciones ante el terremoto y reencaminar el proceso de reestructura.

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El sismo permitió, inicialmente, la integración de toda la Facultad para responder a la tragedia. Parecía ser una eventualidad que facilitaría retomar el camino e integrar esfuerzos, no solo para atender la emergencia, también para reorientar la acción académica. Las circunstancias habían llevado a sustanciales modificaciones en los enfoques académicos y del régimen habitual de trabajo de la Facultad, pero los ánimos de los participantes se irían alterando. Muy pronto volverían las diferencias y se perdería la coyuntura para avanzar.

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El PIA se constituyó en una herramienta bien establecida con una base ideológica y técnica claramente definida por criterios similares a los que se impulsaron en el CRA. La concepción política se identificaba con el precepto inicial en el que se calificaban los efectos del terremoto como resultado del sistema de dominación y explotación. Se planteaba develar la realidad social, apoyar la organización de la población para su defensa y denunciar la manipulación ideológica presente y futura. También contenía directrices en el plano técnico académico en que se proponían prácticas secuenciales y la participación organizada por niveles de formación en la carrera.

Había sido una gran oportunidad para comprobar la efectividad del planteamiento hecho en la reestructura y de experimentar una verdadera transformación de la Facultad por medio de la integración académica en relación con los sectores populares a los que se dirigía el pensum vigente. Pero como en la mayoría de los planes, para llevarlos a cabo se requería de un compromiso de los diversos actores que involucraba y aquí, surgieron diferencias sustantivas.

En medio de la crisis varios profesores y estudiantes vieron la oportunidad de un mayor acercamiento con la población y poner en práctica sus ideas sobre el papel social de la Universidad. Para ello buscaron responder a los intereses y necesidades populares. Esto significó, para unos, politizar la emergencia y favorecer la organización de sectores que apoyaran la lucha popular contra el régimen, para otros, era un riesgo porque se podía estar colaborando para afianzar al gobierno militar y para algunos más, era una obligación contenida en los fines del Alma Mater.

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A pesar de los esfuerzos por erradicar todo vestigio del pasado académico y político de la Facultad y de que varios de los dirigentes se ubicaban en posiciones claves y dentro del sector docente, también había nuevos actores posicionados, que no estaban de acuerdo en ceder los espacios obtenidos o recuperados y no coincidían con la forma de enfrentar la docencia. Habían transcurrido cuatro años desde el inicio del CRA, las críticas hacia el modelo eran evidentes, muchos de los antiguos protagonistas ya no estaban en el escenario o habían cambiado su percepción sobre este proceso y, el resultado lógico en el nuevo contexto facultativo, fue otro enfrentamiento.

Integrantes de diversos grupos con visiones ideológicas distintas, aunque por razones diferentes, coincidieron en limitar la participación en la reconstrucción. El ala izquierda encabezada por el grupo Tábano no podía aceptar que la Facultad actuara para que el ejército recibiera los beneficios político-sociales que la acción universitaria podría generar. El otro sector encabezado por algunos docentes del área teórica tampoco estaba de acuerdo con las salidas al campo, en especial por la sustentación político-ideológica que consideraban no concernía al proceso formativo del arquitecto.

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Por su parte, el grupo constituido en el Taller Síntesis, en donde se habían integrado la mayoría de quienes estuvieron impulsando el CRA, creían que la Facultad debería seguir participando en la reconstrucción y en el desarrollo del PIA. No consideraban válido el argumento de la apropiación de un solo sector sobre las acciones tomadas, mas bien argumentaban que la presencia de los universitarios contribuiría a evitar que esto se diera.

Ante la divergencia de posiciones el Decano se vio forzado a tomar una perspectiva que le reclamaron que había encarado desde intereses políticos. La postura sería rechazada por quienes lo habían impulsado a alcanzar el decanato, que consideraron que les había dado la espalda, por lo que, seguramente habría repercusiones.

El terremoto expondría nuevamente, las marcadas diferencias que persistían dentro de la Facultad. Las razones políticas eran el fundamento primario para cualquier accionar, tanto desde el plano del sustento ideológico, como en relación con las aspiraciones políticas dentro de la Facultad y la Universidad. El PIA había sido el detonante para una nueva confrontación.

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DISCORDIA Y DESENCANTO

430. CSU 13 /1976 de 31 de marzo.

431. CSU 19, 21 /1976 de 4 y 16 de junio. 432. Informe de Labores del Coordinador de la Unidad Técnico– académica de Arquitectura (UTA-Arq.). Presentado a consideración del Consejo de Facultad el 25 de noviembre de 1976. Anexo en Acta 537 de Junta Directiva, del 1 de febrero de 1977. 9. Varios hechos afectarían el escenario político y la organización social durante 1976. A casi dos meses del sismo, el 29 de marzo, fue víctima de un atentado el Lic. Manuel Colom Argueta, ex alcalde de la capital y catedrático de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. El profesional fue herido cuando dejaba las instalaciones de la Ciudad Universitaria. La Universidad nuevamente, condenó la acción, manifestó su preocupación por la cada vez más caótica situación nacional y exigió a las autoridades que contuvieran la violenta represión que se había desencadenado.430

El 1 de junio se produjo otro atentado, esta vez hacia el Rector de la Universidad el doctor Valdeavellano Pinot. Un artefacto explosivo colocado en su vehículo particular hizo estallar el tanque de gasolina y las llantas traseras del automóvil. Pocos días después fue lanzada una granada de fragmentación nuevamente contra el automóvil del Rector. Ese mismo mes fueron asesinados varios universitarios. El Consejo denunció lo que ya consideraba una ola de violencia. 431

En 1976 se presentaría, por primera vez en la disputa por la AEU, un nuevo grupo político universitario ligado al PGT que se autodenominó FRENTE. La nueva organización estudiantil arrasaría en las elecciones y mantendría su influencia por varios años, pero también sería parte de la trágica historia que se aproximaba.

En la Facultad de Arquitectura el Plan de Integración Académica 1976 entró en vigor el 1 de marzo. Pero a decir de los impulsores, no se obtuvo el respaldo esperado de las autoridades. El 12 de marzo se presentó un informe de las principales actividades desarrolladas por la comisión paritaria de docencia, pero no hubo comentarios. Se optó por divulgar, un informe general para el conocimiento general de estudiantes y profesores.432

La falta de respuesta parecía ser un indicador del poco interés que la Junta Directiva daba al trabajo realizado por la Comisión Paritaria y fue generando molestias e inconformidades entre sus miembros.

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