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Las secuelas de una masacre

539. USAC 31-80 /1980 de 14 de julio. 540. Ídem.

En la mañana del 14 de julio, alrededor de las 8:45 horas, cuando era mayor la afluencia estudiantil, un grupo de individuos armados, que se movilizaban en varios vehículos, penetraron hasta el frente de la rectoría de la Universidad y ametrallaron indiscriminadamente a los estudiantes que en ese momento bajaban de los autobuses urbanos. Fallecieron 8 Jóvenes universitarios y varios resultaron heridos. La matanza no sólo indignó a los universitarios y grupos sociales, también a la comunidad internacional.

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El CSU, se reunió de emergencia para analizar la situación para lo que escuchó a distintos sectores. Una delegación del claustro de la Facultad de Ciencias Médicas planteó el cierre total de la Universidad. También propuso paros a nivel hospitalario y exhortar a otros sectores a acuerparlos. Los dirigentes del STUSC, plantearon que no estaban de acuerdo con el cierre temporal de la Universidad porque esa acción no suspendería los ataques y las fuerzas enemigas de la Universidad podrían jugar un papel de salvadores de la institución al procurar su apertura. En todo caso, si se aprobara un cierre temporal, exigían que se hiciese, previamente un referéndum de todos los sectores que componían la comunidad universitaria. No obstante, advertían que lucharían porque la Universidad siguiera abierta. Consideraban que una solución era la búsqueda de la participación conjunta de todos los sectores universitarios en la defensa de la autonomía, la cual podría ser la organización de comités de defensa, a nivel interno.539

Pero el Consejo decidió que se hiciera una declaración pública en la cual se aclararan las noticias deformadas que emitieron varios órganos de comunicación; un paro de labores de 48 horas en señal de duelo; solicitar al gobierno de la República que para el miércoles 16 diera la respuesta a las interrogantes de la comunidad universitaria entre ellas, qué garantías se ofrecían a los trabajadores y estudiantes universitarios, cuál era la opinión del gobierno sobre la masacre perpetrada en la Ciudad universitaria y si estaba el presidente en disposición de dialogar con la Universidad de San Carlos por medio de sus autoridades.540

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541. El Decano de ingeniería, asumió 14 de julio de 1980, el mismo día de la masacre y entregaría el cargo al Lic. Romeo Alvarado el 1 de agosto. 542. USAC 32-80 3/1980 de 16 de julio. En la sesión del 16 de julio de 1980, el Rector en funciones, Ing. Raúl Molina,541 informó que la conferencia de prensa se había realizado ese día por la mañana y que las interrogantes que se habían hecho al gobierno no habían tenido respuesta. Luego se dio audiencia a representantes de la AEU y del STUSC que propusieron la formación de comisiones de emergencia en todas las unidades académicas y centros regionales para coordinar las tareas necesarias ante la crisis. Impulsar jornadas universitarias, un seminario sobre la situación de la USAC y sus perspectivas inmediatas y la promoción de diversos pronunciamientos. Impulsaban la organización y participación de toda la comunidad universitaria en la discusión de la situación actual y en la actuación futura como la única forma de asestarle efectivas derrotas a la política terrorista gubernamental contra la Universidad. Para el movimiento revolucionario hubiera sido un momento propicio para la organización estudiantil a todo nivel dentro de la USAC.

Pero el Consejo estaba teniendo permanentes cambios en su estructura y dirección, se reflexionaba sobre los ataques sufridos y la participación que se debía tener como institución. Luego de una amplia y prolongada discusión, el Consejo resolvió no llevar a cabo, por el momento, ningún referéndum o seminario; solicitar a la Comisión Coordinadora del Consejo entablar un diálogo con la AEU y el STUSC; que se publicara y diera a conocer que, concluido el periodo de duelo y protesta decretado por el Consejo, se reanudarían las labores, por lo que no habría cierre de la Universidad o suspensión de actividades.542

No se aprobarían las comisiones de emergencia, ni se promovería la organización interna para repeler la violencia, pero se iniciarían acercamientos con el gobierno para establecer un posible diálogo. La represión había hecho efecto y las autoridades ya no deseaban que continuara el baño de sangre de los universitarios.

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543. Nota del Rector en funciones al director general de la Policía Nacional coronel German Chupina, del 7 de agosto de 1980. Ref. R.441-80. El 6 de agosto dentro de la Ciudad Universitaria, desde las 10 horas hasta después de las 6 de la tarde un grupo de unos 12 individuos a bordo de dos o tres vehículos se dedicó a escandalizar, provocar y amenazar a las personas. Uno de ellos vestido de mujer, algunos con armas de fuego y los demás con machetes. Esporádicamente hacían disparos al aire por lo que las autoridades universitarias solicitaron la intervención de la Policía Nacional.

El nuevo Rector en funciones envió una nota al director de la Policía Nacional en la que informaba que cuando se llamó a las radiopatrullas, respondieron «que tenían órdenes superiores para no ingresar a la Ciudad Universitaria porque “corrían riesgo de ser quemados vivos” […] el incidente no tuvo mayores consecuencias que, posteriormente, todos hubiéramos tenido que lamentar y que habría causado un mayor distanciamiento entre instituciones que, felizmente han llegado al punto de abrir las puertas de un diálogo franco y constructivo. […] La negativa de colaboración, o de cumplir con su deber por parte del cuerpo de radio patrullas, podría conducir a males mayores que, tanto las autoridades universitarias como usted, deseamos fervientemente evitar. En consecuencia, creemos conveniente que, de suscitarse hechos semejantes, el personal de esa dirección general nos preste su pronta y eficaz cooperación».543

Esta nota llama la atención por varias razones, entre ella la solicitud que se hiciera para el ingreso de la policía a la ciudad universitaria, luego el sarcasmo de la respuesta de que “corrían riesgo de ser quemados vivos”, y finalmente el recordatorio de que, “felizmente se había llegado al punto de abrir las puertas de un diálogo franco y constructivo”. Sin duda, algo estaba cambiando al interior de la Universidad y no agradaría a muchos de los actores universitarios, a los movimientos sociales y a las fuerzas revolucionarias.

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