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El escenario interno

57. Castañeda, “La formación”, 22. 58. FARUSAC, 222/1970 de 16 de enero.

59. FARUSAC, 230 y 231/1970 de 14 de agosto y 3 de septiembre.

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El arquitecto actual orienta su acción en obras aisladas y personales, no respondiendo así a una obra orgánica y social que favorezca el desarrollo del hombre y de la comunidad. (FCEA)

El contenido de los programas no corresponde, en absoluto, a dos hechos irrefutables: el momento -1970- y el lugar -Guatemala-, un país en desarrollo. Hechos que en una aparente contradicción exigen dominar lo más adelantado en cuanto a técnica y lo más primitivo en cuanto a recursos. Roberto Morales

Al inicio de 1970, la AEDA convocó a elección de su nueva junta directiva, pero no se presentó ninguna propuesta electoral. Para enfrentar la crisis que esto reflejaba, entre el 7 y 11 de septiembre se realizó el segundo Seminario “El estudiante de Arquitectura”. El seminario se enfocó directamente en la problemática de la asociación. La apatía estudiantil, la tendencia de ver a la asociación como la Junta Directiva y no como el conglomerado estudiantil que la integra, las dificultades de relación entre los directivos y la base estudiantil. En todos los casos, el análisis se hizo en el contexto facultativo, universitario y nacional. El resultado fue una reestructuración a fondo.57 El 25 de septiembre de ese año se instaló la nueva Junta Directiva de AEDA, presidida por Gilberto Castañeda.

Ese año se darían una serie de cambios en los puestos por elección. El Vocal 2, el Físico Eduardo Suger, renunció a su cargo en Junta Directiva en enero, debido a que continuaría estudios de especialización en el exterior.58 A mediados de abril lo sustituiría el Arq. Carlos de León. El Arq. Víctor Cohen, electo por el Colegio de Arquitectos asumiría como Vocal 3. En agosto se realizarían las elecciones de vocales estudiantiles ante Junta Directiva. Los nominados que posteriormente se integrarían en el bloque de la reestructura incluían a Pedro José Asturias, Arturo Villagrán, Juan Zea y Héctor Jiménez. Serían electos Arturo Villagrán y Juan Zea como vocales 4 y 5 y tomarían posesión en la primera sesión de septiembre de 1970.59

La dinámica organizativa y la progresiva movilización del estudiantado contribuiría a fortalecer una posición a favor de un cambio en la orientación de los estudios de Arquitectura. Un hecho significativo, que ayudó a marcar la ruta, fue la confluencia de planteamientos que se fue orientando a la búsqueda de compromisos para lograr una transformación social, esto se observa en el pronunciamiento que la Federación Centroamericana de Estudiantes de Arquitectura (FCEA) hiciera en noviembre de 1970, en el que se resalta:

Preámbulo 52

60. Manifiesto de la Federación Centroamericana de Estudiantes de Arquitectura. Emitido en Managua, el 27 de noviembre de 1970. 1.[...] nuestras instituciones y organizaciones, bajo cuyo control inicia Centroamérica la década de los 70, son obsoletas, corruptas, e inadecuadas a las necesidades y aspiraciones de las nuevas generaciones [...] merced a la incompetencia de los líderes que han perdido de vista sus responsabilidades políticas, económicas y sociales en una era de explosivos cambios. 2. Los estudiantes de Arquitectura de Centroamérica, conscientes de la realidad anterior que se traduce a nuestra arquitectura de la manera siguiente: a) El grueso de nuestros arquitectos son elementos que se apartan de la realidad de nuestro medio, dedicándose enteramente al lucro, haciendo de la arquitectura una actividad comercial con lo que se pone en desacuerdo total con la formación del arquitecto como agente de cambio; b) El arquitecto actual orienta su acción en obras aisladas y personales, no respondiendo así a una obra orgánica y social que favorezca el desarrollo del hombre y de la comunidad; c) La pretensión de la arquitectura en Centro América es el logro de realizaciones estéticas cuando fundamentalmente deben buscarse logros sociales. Creemos que el arte así entrenado conspira en cada proyecto contra la realidad social y económica de su país. 3. Creemos, además, que las escuelas de Arquitectura deben ser con la sociedad una unidad dialéctica de promoción cultural con una triple función: investigación, docencia y servicio, por lo tanto, deben suministrar a la sociedad el elemento humano capacitado para lograr una organización del ambiente que ayude a la solución de los problemas inherentes a cada pueblo y nación. Las escuelas de Arquitectura deben suministrar profesionales capaces de apreciar nuestros valores auténticos y vemos con preocupación que todo esto no ocurre en nuestras escuelas. 60

Otro documento que enriquece el análisis de lo que sucedía en ese momento se muestra en la evaluación del pensum de Arquitectura elaborada por el Arq. Roberto Morales Juárez. En su planteamiento expuso que, durante los 12 años de vida de la Facultad de Arquitectura, la enseñanza se había caracterizado por una marcada rigidez, manifiesta en la estrechez del campo y tipo de trabajo a que orientaba a sus estudiantes. El contenido del pensum correspondía a un modelo predominante de Beaux Arts, enriquecido con cursos de cultura general y algunos cursos técnicos, pero impartidos de forma predominantemente teórica. Se ofrecía una carrera poco técnica y nada científica. Con un pensum de pretensión enciclopédica, que había conducido a una carga exagerada en cursos y horas de asistencia de los estudiantes a la escuela, que daban por resultado superficialidad y pérdida de interés en los estudios.

Preámbulo 53

61. Roberto Morales Juárez, “El Arquitecto y la práctica profesional en Guatemala”, (Documento mimeografiado, abril de 1970). 62. Ídem.

63. Luis Estrada, entrevista de B. Rabe, 11 septiembre 2022.

Teníamos un sistema de educación bancaria, llegabas, te depositaban los contenidos, te los aprendías, a ganar el curso y seguir igual. Luis Estrada

La enseñanza se caracterizaba por un predominio en la transmisión de conocimientos y no a la formación que actitudes y el desarrollo de capacidades necesarias para impulsar la profesión fuera de los marcos de la época. La Facultad como un todo carecía de una consciencia clara de la importancia de su participación en el desarrollo nacional, aceptaba tácitamente que se le ubicara como parte de las superestructuras sociales y no manifestaba una vocación de servicio. En ese ambiente, no se permitía el desarrollo pleno de la vocación creativa total de los estudiantes y profesores. 61

Morales sostenía que el contenido de los programas no correspondía, en absoluto, a dos hechos irrefutables: el momento -1970- y el lugar -Guatemala-, un país en desarrollo. Hechos que en una aparente contradicción exigían dominar lo más adelantado en cuanto a técnica y lo más primitivo en cuanto a recursos. El método pedagógico utilizado en la enseñanza no correspondía tampoco al momento ni al tamaño de la escuela, en cuanto a los estudiantes (un total de 550 estudiantes para 1970 según el Boletín Estadístico Universitario) no se motivaba la participación del estudiante ni el aprendizaje individual asignándole una actitud pasiva en el aula. En el caso de los cursos de composición arquitectónica se usaba el clásico attelier pero sin una verdadera comunicación entre profesores y estudiantes. Para Morales era evidente que todos los factores enumerados contribuían a reforzar las características de rigidez de la oferta de servicios que, con el incremento del número de graduados, tendería a hacerse mayor.62

Luis Estrada que pronto sería miembro de Junta Directiva y tendría una importante participación dentro del movimiento, resalta la necesidad de que los contenidos de los cursos se acercaran a conocer la realidad del país y de que los estudiantes participaran en el aprendizaje:

Había necesidad de que se adquirieran herramientas teóricas para interpretar la realidad del país y poder encontrar propuestas de solución o propuestas que contribuyeran a solucionar parte de los problemas que la población padecía en cuanto a vivienda, equipamiento, servicios, problemática urbana y otros. Nunca se hablaba del papel del arquitecto en la sociedad. El tema del contenido de los cursos y la participación estudiantil fue difícil de tratar y de que se comprendiera. Teníamos un sistema de educación bancaria, llegabas te depositaban los contenidos, te los aprendías y a ganar el curso y seguir igual. Había poca participación en el aprendizaje y en las decisiones que afectaban a los mismos estudiantes. 63

Preámbulo 54